Saturday, January 29, 2011

De mi homenaje a Anselmo Lorenzo / De EL LIBRO DE ANARQUISTAS

Anselmo Lorenzo habla de la Comuna

De ésto se trata ser internacionalista,
dijo un obrero en El Imparcial, uno que vela
con sueldo por el bienestar de su madre y una hermana,
uno que sacándole retazos al tiempo
ha organizado La Solidaridad, órgano
de la AIT. Es Anselmo Lorenzo;
él dice que la suerte el obrero de Francia
es la misma del obrero de España.

En cada pueblo del mundo, somos la misma sed
de aspiraciones; son comunes nuestras necesidades.
El descontento de la pobreza, la invasión
que llega, con fines opresores, se siente
como una. Discernirlo es consciencia de solidaridad.
Es internacionalismo, instinto de justicia.

Los primeros dos meses aquella Primavera
(1871) en París, mucho debe enseñarnos,
ha dicho Anselmo Lorenzo, y los enemigos
del Pueblo, que siempre oyen, se enojaron.
«No mencione más en España
la Comuna de París; no escriba más
sobre federaciones regionales»,

Madrid no será como París
ni París como España.
Y era Práxedes Mateo Sagasta
aquella oreja amarga, aquel esbirro enemigo.
Y la emprendió primero contra Angel Cenagorta
y, seguidamente, con Lorenzo cuando viajó
desde Madris al primer Congreso Obrero
en Barcelona... Y después pensó en Tomás González Morago,
en Enrique Borrell y en Francisco Mora.
Y los mandó al exilio, o escapaban
por las buenas, o mandaría a matarlos.

<>

El internacionalista

El era un internacionalista madrileño,
uno de aquellos cuatro
con Francisco Mora, Julio Rubau
y Tomás González Morago
que pusieron a temblar y por parejo
la burguesía española y los politiqueros.
Con sólo abrir la boca y anunciar las palabras
trabajo libre e internacionalismo
el revuelo se hizo espanto; Sagasta
se imaginó la Comuna, los empresarios
huelga, intervencionismo, el jornalero
exaltado, azuzado desde Francia;
perros bravos que ladrarán al amo...
pero el pueblo entendía, no así
los mismos republicanos.

Fue en 1869 en el Salón de la Bolsa Mercantil.
La burguesía, presente, muy atenta, escuchándolo.
Pero la palabra sindicalismo internacional
fue demasiado nueva, peligrosa
e indignados salieron del salón
los propietarios y los nacionalistas.

Así nació la A.I.T., conjurada, maldecida,
atacada por la prensa, blasfemada,
pero la clase obrera inscribiendo
su entusiasmo por la idea.


17-08-2003

<>

La Commune de Paris

a Louis Auguste Blanqui, presidente electo
del Concilio Comunal de París
Un gobierno popular y federativo
ése es tu pecado, Pueblo,
ese experimento que unos llaman socialista.
Otros, el primer gobierno paradójicamente anarco.

Nunca antes la autoridad municipal
fue tan auténticalmente vigorosa en primavera;
nunca antes un obrero hilvanando su opinión
de clase, junto a médicos, periodistas,
jacobinos, diversidad de gente que no desea
ser llamada muchedumbre, desperdicios
de un poder, o un ejército, rodeados de adversarios
e invasores, desalmados vividores de un Estado...
pero por dos meses
la inmensa multitud de parisinos dijeron:
«Estoy repersentado», «este sí que es
un estado de mi alma colectiva».


En medio de un asedio militar
el 28 de marzo se declararon la Comuna Libre
(la que supo, en un momento decír
al general Claude Martin Lecomte,
¿cómo que disparar contra muchedumbres desarmadas»,
y le bajaron del caballo y junto a otro antiguo militar
de los que sólo son comandantes asesinos,
lo fusilaron, para que sepan honrar el uniforme
y la misión de una Guardia
y no repitan represiones como aquella
de junio de 1848).

En el General Clément Thomas, treinta años
de su historia se tuvo en la memoria
porque no puede prevalecer las Comunas
en las manos sangrientas y el ejército
que no esté por el pueblo, que por el pueblo muera.

Aquello sólo fue un experimento de Comuna
y nadie, ninguno imaginó que el final
sería sangriento, que el Poder minoritario
sea tan criminal, que nunca aprenda
y que aún, después del bombardeo prusiano y declararse
la República francesa y que, en París, fuese electa
una Comuna, con los votos del hambriento,
el jornalero, el históricamente, descontento,
venga el desastre, el asesino se aúpe
y que la adición de la palabra et sociale
al lema «la république démocratique»,
sea una sentencia de muerte.

<>

Abdón Terradas

«Acerquéme con timidez y respeto, anunciándome como delegado de la Federación Regional Española, y aquel hombre me estrechó entre sus brazos, me besó en la frente me dirigió palabras afectuosas en español y me hizo entrar en su casa. Era Carlos Marx»: Anselmo Lorenzo

Es el mismo que una vez se le escapó
de las manos al Tirano establecido.
Es Anselmo que viene y va, siempre luchando.
Hijo de campesinos de Toledo que nunca abandona
el surco donde quiere echar semillas
Es el mismo que dice que una semilla,
si es buenamente libertaria,
en toda tierra crece.

A Portugal escapó un día y, a las orillas
del Tajo, echaron un semillero
de Pensamiento Social y los jóvenes
labraban el internacionalismo y en Lisboa
fue lo mismo, Lorenzo estaba sembrando,
mejoramuientos para las clases laboristas
y lo escuchaban José Fontana, Eduardo Maia,
Antero de Quenta, el poeta, Batalha Reis,
Nobre França, e hicieron una AIT como en España.

Y, después de estos frutos, ninguno supo
cómo vovió Lorenzo. Es como una lagartija
que sube a las ventanas, penetra camaleónico,
se inmiscuye en Valencia, salta a Londres,
Marx lo abraza, le besa la frente
y le habla en español, diciéndole:
«Hijo mío, bendito entre las masas»
y lo lleva consigo y lo hospeda en su casa.

Y vuelve, siempre vuelve, como una lagartija
que trepa, se cuela dentro de la casa.
Anduvo recorrendo Sevilla, Utrera, Jérez,
Cádiz, Puerto Real, Málaga, Loja, Linares...
sigue leyendo a Fanelli, reprochándole a Lafargue,
más cercano se siente a Bakunin,
pero no es para siempre, ni con Marx,
ni con nadie... él muda lo malo de su piel,
busca algo puro, realmente anti-autoritario.

Está escribiendo con su nombre Abdón Terradas
pero es él mismo y quien dice que una semilla,
si es buenamente libertaria,
en toda tierra crece.

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El masón, en los días del Corpus, 1896

Es el mismo que una vez se le escapó
de las manos al Tirano establecido.
Y Josep Llunas lo presentan en el Ateneu Barcelonés
como el Hermano Masón en conferencia
e indica que escribe sobre un proletariado militante.
Desde 1883, es un masón creativo y hoy, 1887
tienen que oírlo. Es el mismo, el camaleón,
el amigo en casa de Manuel, el líder confundador
de la FRE de Vitoria.

Regresó a Madrid, pero es él mismo
(el que anduvo en Burdeos y lavó platos
y recorrió, con la bolsa vacía, contando céntimos
de su sustento, toda Francia hasta llegar
a Marsella, lo cuidan las colectas de los obreros
de Le Sémaphore, pero quiso volver a Barcelona.
Anselmo Lorenzo no se rinde.

El Abuelo de la anarquía española sigue vivo.
Y aunque ahotra es masón es él y el Tirano Establecido
no le pierde la pista, sigue sus huellas como un sabueso.

Por está con 43 hombres, reos de Atarazanas,
víctimas de acusadores malvivientes
en esta ola repersiva ocasionada por los sucesos
de Corpus en Barcelona. Allí está hambriento,
sólo caben 14 hombres en la celda,
pero hay 43 desesperados, robando aliento
al aire, hediondos por sudar la angustia.

A él lo van a trasladar all Castillo de Montjuich
(donde hay publicitadas ya torturas)
y están orando, los que creen, por él
por si Abdón Terradas no vuelven a verlo nunca.


EL LIBRO DE ANARQUISTAS

La muerte de la alegría y la inocencia / Conócelos / Hay una geografía de los dos

A mi mamá in memoriam, a mis hermanitas Rachel y Rebecca
Cuando fui dulce en medio del tabú
y la miseria circundante,
era porque te tenía, Abejita,
era porque eras tú
mi alegre sabiduría...
Tú sabías confirmar mis sentimientos:
yo quise al niño que llevó sus piojos
a la escuela y los echó en muchas cabezas.
En todas, menos la mía.

En festejo, me hurgarías tú
el cabello, con yemas de tus dedos,
shampoo, con yemas de huevos y qué gozo,
que me acariciaras, palmo a palmo mi cráneo...
mira si lo recuerdo que agradezco
al muchacho piojoso, el milagro oportuno
de tus manos en dulce rastreo
que me da miel de tus manos, que me da hebras
de tus bendiciones.

Quise aquella hijastra de los tuberculosos,
nieta de aquel fumador tan apestoso
y que tosía y se quedaba tieso, con su gargajo
asfixiando su pecho, sí aquel vecino
cuya mujer fue muy puta, porque Clarita
tenía ojos verdes y seguía flaquita, ardiente
aunque ya no era hermosa

ni medianamente jovenzuela
y su nena, con sólo pantaletas, corría a mí
y me surtía con abrazos.


Ni siquiera eran besos
ni siquiera sabíamos qué es estar enamorados
o el sentirse fascinado por algún deseo.
Eramos ella y yo inocentes y no me dijíste: échala.
Valoraste su dignidad sin asco.
Viste que es una linda niñaja sin otra riqueza
que inocencia, sed de cariño, en desaseo tal vez
y con el ombligo al aire, en pantaletas.

No había problema con bañarme
colectivamente, junto a toda la muchachería
porque es mayo y llueve y bajo el agua
da gusto irse desnudo, como en la romería
y cagarse de gozo; yo era dulce y arisco
como un gato, hambre de júblo me engordaban
tales cosas, pero contigo era sumiso
y te podría contar dónde, cómo, qué hice
y saber que no habrá ningún castigo.

Tal vez, no, siempre, en expectativa
de tu forma que extraño
por ser tan la sutil exhortación que canaliza
el cuidado, protecciones, cautelas...

Habrías podido matarme y yo decirte te adoro.
Yo contigo aprendí todo, a querer dibujar
porque tú dibujas, a querer cantar porque tú cantas.
Quise silvar como silvas, pero mi aliento o mi boca
no aprendía tu silvo; yo creí a ciegas en Dios
porque tú eres judaica y tienes un corazón
de sefardita; yo era dulce
en medio del tabú y la miseria circundante,
y me creí el más rico, el más listo de todos
y no dolía ser pobre
porque te tenía, reina-Abejita,
y por tí me creí amado del Universo entero,
y con garantes de todo tipo, así que, si a tí preguntara,
lo más arduo, seguro que vendrías
con abundancia de respuestas y soluciones.

A tí es a quien se quiso, yo sólo era una sombra
de tu paso por el mundo, sombra más muda
porque tú si sabías, a mi juicio,
la razón de todas las cosas, cada secreto
y dolor del vecindario y cómo hacer milagros de justicia.

Eres la sanadora del planeta, tú,
enfermerita milagrosa que curaste mi ceguera
con borra de café y que sacaste de mi barrigota
una legión de lombrices y parásitos,
curaste mi farfallota y mis varicelas...

¡Cómo de sanadoras
tus manos fueron que mi tez
la comparada con la loza!
Y me cosíste la mayor parte
de mis pantalones (y camisas)

y eso que eras
costurera aficionada, peluquera sin título,
partera por necesidad de las más pobres
vecinas de aquel barrio, tú servías para todo
y yo (para nada), bueno... sólo para darte compañía.

Y, por señas tan orondo: ¡ah, por mi madre hacendosa!
Una genia en las comunas y, seguido ya que cortaste
mi cabello, presumido: es mi mamá quien lo corta y lo peina
y me hace este gallo y esta compartidura
y me alimentabas (nunca me faltó pan a tu lado
ni algo que echar como merienda en mi fiambrera)
y, más ufano, en el colegio, anunciaría
que no recuerdo un día que me pegaras;
ni un Día de Reyes o Navidad sin algún regalo.
(¡Que lo sepan las adineradas de mi pueblo:
la madre de él es la razón de mi dicha!)

Para que yo me enorgullezca no se necesitó
otra cosa que esta confianza en su amor,
el diálogo y, conste, prescindo de la idea
de que por hacerme defensa
sacó su cresca y su ira, madre de agallas;
tú no podías verme vencido por alguna tristeza,
o amenaza y por eso, casi faldero,
si salías, yo quería ir contigo.

Díme, abejita, si un infierno de vuelos te ocasiona
el cansacio, oh, mamá yo me canso contigo, te auxilio.
Te doy mi aliento, si te acosara el asma,
te doy todas mis alas. Las agito yo, si tú no las agitas.

Contigo el mundo es dulce aunque haya penuria...
Y en medio de lo prohibido,
¿quién me vencerá o negará debida justicia
a nuestras causas? No en medio del tabú
y la miseria circundante cuando estabas
viva y yo, por tal razón, a mi alegría
la designé el dulce panal de tu reino...
pero un día te perdí y contigo se fue
la educación en la inocencia.
La injusticia vino a ocultar el recuerdo,
a dementir lo que dices,
a dar recomendaciones
que no son las que enseñaras.

Estos otros me dicen:
«No dejes que una niña, hija de puta,
coquetée, se te abrace y venga
con ínfulas de novia o de amiga».
«Tú no puedes hacerte asiduo de El Pulgoso,
si es quien lleva sus piojos a la escuela;
no te juntes con tal o cual palomilla,
acuérdate que la gente juzga
hasta por lo que sólo es aparente».
«No te digas, obrero, porque educado has sido
como Hijo del Libro, y tu moral ha de ser
santa como la Torah».
«En el mundo hay conflictos, polémicas,
violencias, no te metes con él, no contiendas,
sé apolítico, no te arrimes ni ayudes a nadie
a no ser que te convenga...»

Ha muerto mi madre
y el mundo cambia con ella.
¡Qué extraño es cuando todo el mundo
ahora me predica que vale la pena ocultar
lo que realmente se piensa!
Que hay que ser hipócrita, insolidario,
que no permita que nadie hurgue dulcemente
mi cabeza ni vea que estoy desnudo
porque el mundo está lleno de líbido asquerosa
y gente que tiene tisis, gonorrea,
vicio por sangre y malos pensamietos
y no merecen mi cariño ni ayuda...

Por eso sé que estás muerta, Abejita.
En medio del tabú y la miseria circundante,
ya no tengo a mi lado dulzura, sólo recelo
y tabú y a mi oído, instruyéndome,
hay cosas tan distintas
a tu sabiduría...

Ahora siento, sin tus protecciones,
que los ángeles no sólo mueren. Los matan.
Todo el prejuicio y el odio
militan más que los generosos.
Las abejas nacen sin alas y ninguna,
nadie, alza su vuelo ni confirma que el mundo
puede sostenerse en pos de una inocencia eterna.


2000 / Del libro Las zonas del carácter

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Conócelos / De EL LIBRO DE ANARQUISTAS

Tú conoces las desapariciones.
La coacción. El contexto. La lucha peligrosa
donde el fuerte se abroga los recursos
con mayores probabilidades de vencerte.

Tú, ¿qué puedes contra los poderosos?
¿Contra el ejército, los paramilitares,
la mafia, el Pentágono, los medios y la prensa,
el vendepatrismo, la guerra sicológica?

Te han advertido el desafío:
la historia ha muerto
y no te queda otra, combatiente.
Vas a decir No. Me rindo.
Tu consigna que sea «yo sí aguanto».
Sufrir es mi destino.

Es tu trabajo lo que da el alimento,
la salud a tus hijos, el amor
de tu esposa, la lealtad del amigo.
Trabaja y calla: tienes ya suerte de estar vivo.

Tan crédulo, tú sí has creído.
Admitirías que el amor, por universal,
lo soluciona todo; paciencia y barajar,
y a Dios rogando, tú sí,
aunque la violencia confunde
y lo complica todo, tú sí pones el perdón
sin saber si te salvas, obedeces,
como si el hambre acabara con cruzarse de brazos
o vivir suplicante... Mas peor es morirse.
Recuérdalo, inconforme.

Unos a otros, los asesinos se niegan.
Se protegen. Y su injusticia es lo impune
y tu miedo, pan amargo.

Ya que propietarios y gobierno ventilan psicofraudes,
se inventan los fantasma. «Consúmelos
por amor a tu vida»,
nos dicen. Son hermetismos
y verdades subjetivas. Convenientes.

2-11-1989 / De El Libro de Anarquistas

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HAY UNA GEOGRAFIA DE LOS DOS

Hay una geografía de los dos en este instante.
Al fin sé que estamos juntos, siendo
intransferiblemente distintos. Si hemos de estar tan cerca,
díme un Yo Dulce, voy a tutearte. Seamos la misma llama.

Observemos el mismo fuego y, si me prestas las pupilas,
aunque sea por lo que dure este simulacro de la muerte,
amaremos el encuentro. Volveremos cada vez que tú mueras.

A oídas me vuelvo rumorcillo de aguas.
Sé que te gusta el Chorro de Collazo,
el Lago Guajataca y siempre fluirán manantiales
si estamos juntos. Los produciré en los lugares
donde tú me digas; en nombre de las ninfas
que tú amas; a alguna quebrada llámala
Mirabales, como el barrio de tus ancestros,
tu madre, tu abuela, los Cadafalch y Vélez,
los Ortices, los Prat, los Alicea...
supliré el agua.
Voy a hacerte una fuente.

A pálpitos, ya sospechas mis metáforas mayores,
a corazón las creíste, las metíste en tu vida,
en tus existenciarios, soy tan feliz
porque tengo un amigo que me cree y las comparte.

Tú te has citado en mi rincón y avanzaste
con tu paso suficiente y yo salí de mis paraísos
ya que llamas al ángel... y me delato si vengo
y al decirte «Te quiero».

Estarás a solas conmigo.

Tenemos un poema y una llama
y un paisaje y un riachuelo y en común
provocaremos que fluyan muchos manantiales
.

5-2-1995 De Yo soy la muerte

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Mi blog / ArgenPress Cultural

Thursday, January 27, 2011

Yo fui quien estuvo dormido / Del libro Teth mi serpiente

1. Temurah / Permutación

Antes de nacer, yo estuve colocado en un vientre
y había vida en ese vientre y sostén,
pero yo no lo sabía. No supe donde yo estaba dormido
y siendo ésta una red de vida, vibraciones, energías.
Puede que haya sido en un pequeño círculo
y cada hora tenía sesenta anhelos
de espacio y yo era, al menos dos,
porque alguien me esperaba para recibirme.

Tal vez yo era dos cada vez que vivía
60 segundos de silencio.
Uno es uno, dormido,
uno es, al menos, dos despierto.
Uno tiene, cuando duerme, otra realidad
que su vida en Tiferet, la quieta belleza
de lo tácito e inerme; pero es, cuando despierta,
que permuta la belleza en esplendor.

Yo fui quien estuve dormido, ajeno a la señal
de mi interinclusión activa con aquel@ que me espera
para que yo le ayudara a reordenar otro mundo
y cargara una madrugada juntos.
Entonces, ¡qué bueno ha de ser despertar
aunque no sepamos que tal es propósito
después del vapor de Hevel,
ser un Abel, dormido en la sangre de las aguas
en la dulce matriz de las madre
y después algo más que no sé.

¿Cuál es el mundo que conoceré cuando despierte?
¿Cuáles los senos / el torso / de quien llama
a su holograma tzelem Elokim / y pone el corazón
como el primer abrazo? Me da el primer sostén
como gesto emotivo, no me pide que sepa
ni que despierte a prisa, ni que distinga
o identique algo. Me recibe con la misericordia,
¡ay, quien pudiera verbalizar, Rachamim,
tu sombra y figura de midat harachamim
y decirte amada, Vientre de Tiferet,
¡oh, madre tan bella!

2. Ven al esplendor / Hod

Yo fui quien estuvo dormido
y al que llamaste, el pequeño Arquero,
para que creciera en los tiempos de Kislev
y descubriera todas las ramas que tiene
un árbol en el campo y todos los árboles
que tienen ramas en los bosques
y todas las formas de energía que permite
el Cosmos en los espacio en que me abro el paso,
porque, despierto, es cuando se sabe todo
y se permuta
y se transforma lo inicialmente bello
con esplendor activo.

«No te quedes en la inmóvil visión de la belleza.
Abre mucho más los ojos y el oído
y la plenitud de tu tacto».
Hay que inmigrar a Hod porque allá
sí que están los vestigios iniciales del secreto;
allá, cuando tu sed de Sod despierte
el poder que permuta, la Temurah
de tus verbos, verás horizontes ocultos,
que son el mejor tesoro.

«Tú dispara tu flecha de arquero.
Caza con sabiduría. Vístete con la piel
de verdaderos esplendores.
Que sea así la experiencia de tu círculo
en los tiempos de Kislev, aquí
en espacio de cazadores,
en espacios sagitarianos».

3. Consejo de la Madre

Para crecer y buscar el sostén,
hay que levantarse de la cama, del vientre
y los riñones, del día de 60 minutos callados.
Te lactarás de peldaños. Fabricarás el arco
para que no se arrastre el esqueleto
y subas a la experiencia del vivir
como un ser que ordena, erguidamente
y autónomo, uno que lanza su mirada a los bosques.

El primer círculo ya no es el que te corresponderá.
Busca otro, mi pequeño Biniamín.
Cosecha otros senderos de Sefirá
(yo sólo pude darte apoyo
en este sefirot en que dormíste
desde el estómago de mis dependencias,
en el beso abrazador de mi misericordia);
pero, hijo mío, de mi vapor no dependerás para siempre.
A mi vientre no lo pidas todo:
¡yo sólo sería una madre que te amara!
Ahora házte amar de otros 60 mundos,
de otros 60 tiempos,
y no vuelvas a dormir jamás
en la Tierra de Tiferet
porque Hod te espera.

4. La escalera / Soolam

Cada día, hay un peldaño nuevo a la vista.
Y si no hay una escalera, hay un bordón,
una estaca, un bastón de Samej a qué aferrar.
Todo lo que existe responde al Engranaje;
círculos dentro de los círculos, vientres pequeños
dentro de vientres mayores, espirales en igualdad externa
con movimiento dinámico ascendente.

Y, con los ojos abiertos, por la ventana más pequeña
o miserable entra la luz y te dice su nombre
y la escucharás con oídos despiertos:
Sovev kol almin, como rayito claro
te llamará al exterior. «Asómate. El esplendor existe,
ve por él. «Yo soy la luz esparcida
que abarca por igual cada punto de la realidad
que vivas. Abro ;as puertas a todos los engranajes».

Si tienes las patas cojas
y el paso tullido, mira ese cayado,
esa estaca, un simple palo puede hacerte de bastón
y toda la luz, se presta para que sea tu báculo
y si el espacio te parece un laberinto
o túnel circular, con espejos y salidas engañosas,
aprende: «el Círculo es infinito y su final está insertado
en el comienzo, y el comienzo en su final».
Todo es una escalera para quien quiere ascenso.
Todo es una puerta que recibe para quien quiera
su entrada y en toda puerta está el cartel
que invita al viaje interior a quien dejó de ser
hombre dormido; toda puerta es exhorto de vigilia,
toda escalera el Samej inicial de los peldaños.

Todo lo pequeño puede ser grande
y el que da su igualdad también da sus soluciones.
Y la luz infinita se contrae y el vacío se iguala
para que quepa el hombre en anillos circulares
de los ciclos, para que la Historia lleve
de Tifaret a Hod los esplendores
y se forme el tzadik del fundamento oculto
y la igualdad de todas las almas
que se brinda apoyo desde la más baja energía
a la más esplendorosa, tu camino a Hod.

5. Ofrecimiento / Semijá

Tráete una décima parte de la memoria que tienes
de tu primer amor, de allá del estómago del mundo
(donde llamé Belleza / a la misericordia
de tu madre y pónla a la puerta
de mi altar, tráeme lo más amado de Tiferet,
lo que recuerdes, lo que no te duela
y yo te doy un Todo de Belleza más abarcador.
Dáme un senteavo de tu dormir,
yo te doy el secreto que vence la muerte
y en tu reposo, inconsciente, pongo memorias
de profecías y ricas metáforas que no la agotarán
las palabras y servirán para el Mundo Porvenir.
Comprende el sesenta avo del fuego
y yo venzo el miedo a los infiernos y los doy
por paraísos a tu carne y a tu corazón
y si mi ofrendas miel, diézmala...
si me dieras un sesenta avo de tus panels,
yo te devuelvo la plenitud del Maná;
Yo, Quien nulifico el 60, soy Generoso
como sostén, pero dáme algo.
Págueme diez de Tu Amor.
Házme patria y servicio, con tus nulificaciones
al diezmarme; yo soy capaz de darte la Patria
del Universo entero y hacer en los tiempos de Kislev,
en tus espacio de cazador sagitariano,
la Cosecha, la Abundancia infinita,
y cambiar la porción dell Principio
por la Gran Finale de la Unidad
en la esencia misma de mi Ser.

De Indice / Teth, mi serpiente

____

Carlos López Dzur: El hombre extendido / Indice / Bienvenido los jóvenes del Sueño Americano / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez / Per) versiones desde el paraiso. Prólogo / El hombre extendido


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Tuesday, January 25, 2011

Oye, oreja sorda / Del libro Teth, mi serpiente


Oye, Oreja sorda, con el oído de tu corazón
cómo define la Patria, aquel que habló a Abraham
y a sus hijos, nómades entre cabros y ovejas
en Caanán: «No salgas por el lado izquierdo
del hongo del Oír», Shemá, shemá,
oye, martillo, el Shemá Israel, adonai eloheinu,
cómo la patria también es nuestro Dios,
si como clavo entra a la cóclea
y al yunque del cumplimiento
y Adonai Eloheinu se vuelve real.

Oye el arca encallada en el monte de Ararat,
pón atención, Semilla de Noé,
oye Jafet, pequeño, oye Cam y Sem,
lo que Abraham oyó: el Señor y Adonai
es uno y también la patria, una.

En meditación de madrugada, oreja aplastada
en la mullida roca del descanso, repite
Adonai Ejad, Adonai eloheinu.
Vuelve y dílo en la tarde, dos veces
hasta que venga la Noche.

Caja de resonancia a mitad de cachete,
mezuzah / mezuzot /
a las puertas del Entendimiento es el Oír
y escribe, entonces, con el eco de la tinta indeleble
de tu sangre, que la Patria es una.

Al lado derecho de la puerta, pón
lo que escribas y escuches como voz:
Shemá, shemá: «no vayan ni por hambre
a la tierra de Gesén»,
en los deltas del Nilo.
Daré Yo el alimento, decidiré qué es mío
y te daré la tierra como en tiempos de vacas flacas
la dio el Faraón o José, mi oidor.

No dejes, orejón del Tiempo, que el Faraón,
te tenga como esclavo, no te hagas poderoso
ante ojos de los envidiosos, porque vendrá
a ti con ira quien te instruirá el mal tesoro
de la servidumbre, en las pirámides
del mal y el colonialismo.


03-12-2000 / Teth mi serpiente

____

Carlos López Dzur, poeta: «Rebeldía con esperanza» / En SerPoeta / Per) versiones desde el paraiso. Prólogo / El hombre extendido / Zorro y Aluzina2 / por Clotilde Dávila / Walt Whitman: El poeta del yo auténtico y vital / Temática social y política en la poesía de Carlos López Dzur / Algunas constantes de los libros poéticos de Carlos López Dzur / Acerca de Carlos López Dzur / En el Librepensador / Ecografía de mi cráneo bajo el talit / Hay que buiscar los monstruos inocentes / El derecho al mando y la prosperidad / El ladrón y la Euxosía / La riqueza que doy / San Sebastián del Pepino: Convocatoria de Estudio / Juanito Rosa / El Pueblo en sombras / Hambre y pobreza / Algo es Ella / Bereshít / «En el principio» / Bendición del Acto Creador / Las ideologías / Putarraquería del habla / En los días del quebranto / 2 / Como una canción de cuna / Indice / Teth / No hay ningún error / Breve Antología / López Dzur / Indice Actualizado: Teth / Tzefardea / Sabiduría del Día / Del querer y el poder / DOOSIER CARLOS LÓPEZ DZUR / Indice / Teth / Carlos López Dzur: El hombre extendido / Indice / Bienvenido los jóvenes del Sueño Americano / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez

La bienvenida


a Eusebio Francesco Chini,
alias Padre Kino (1645 – 1711)
en el Tri-Centenario de su fallecimiento

... porque el mundo sabrá mejor de su esencia
si es universalmente fraterno, si deja
de concebirse como una isla perdida
poblada de anonimatos como islotes residuales
o peces desconocidos en el fragor de las olas
o el polvo de los desiertos, o mares
que no saben sobre qué peñascos batirse y solverse,
dieron la bienvenida al Padre Eusebio.
Le dijeron: «Llámese Kino».

Será fácil para todos que así le digan
y añadieron: «pero sea un padre de verdad».
Padre el que conoce a los hijos
y los trata con amor y los defiende
y los prepara para el trabajo.
Padre el que, con un mapa, establezca:
«Aquí construiré una Morada para mis hijos.
Aquí, en árida zona, me ubicaré con la Pimería alta
al sur y allá iría al Norte de México,
pero la dibujaremos en nuestros corazones
y diremos sea el corazóm el Mapa
donde descansemos, piedra angular
como hijos y hermanos y tú, padre de ellos
porque los cuidarás; les enseñarás
que existe el trigo, las uvas y unos animalejos
que se llaman el ganado, bestezuelas que desconocimos».

Querrás hijos vaqueros y niñas que aprendan el ordeño.
Aprenderás, por tu parte, su idioma. Aún con señas
nos comunicaremos hasta que sepas este idioma extraño
del pima, o del apache y dirás que te hablen
todos, que apunten su nombres y palabras
para tú repetirlas como si fuera rumores
del Río de Santa Cruz, sonoridades que te conversan
desde tiempos remotos, tradiciones otrora separadas
desde el primer contacto del agua con la tierra...

... porque Sonora suena, rumora, se oye
y cuando comience a andarse hacia las tierras altas
querrás ser peregrino y llevar contigo
todo el anhelo que en el contacto te han dicho,
el amor que te han dado y recordarás
que ha sido como la bienvenida.

No olvides: «El mundo, para que su esencia
sea mejor conocida, debe ser universalmente fraterno,
y no sólo tú, los sonorenses e indios, subiremos
a la Alta California, unidos como familia,
y sabrás que California no es una isla perdida.
Es sólo un camino y seleccionaremos
todos juntos, no sólo tú, todos, unos puntos
para sembrar el trigo, las uvas, lo que has traído.
Aquí están los pastizales para que crezcan
tus caballos y sembrados de frutos nuevos».

Quiero que seas la Paloma Blanca del Desierto,
no un monje vestido de negro,
no portador de Leyes de Indias con encomiendas
y esclavitudes, o labores forzadas en las minas,
yo quiero que te digan Padre
como los niños dicen a quien les cuida e instruye,
no que pidas a otros que se hinquen de rodillas
o te besen las manos. Quiere entonces
misiones voluntarias, cariñosas,
gente que escriba mapas de amor contigo
y te ayude a criar cabras, caballos, no para Roma,
para ellos, sus comunidades,
sus tribus, porque el mundo es ancho,
generoso, amplio, infinito
y todos podemos amarnos en el camino
sin renuncias, sin violencias,
como padres e hijos.

CARLOS LOPEZ DZUR

* Carlos López Dzur es un poeta y narrador, residente en California. Ha estudiado en la Universidad de Puerto Rico, y realizado posgrados en San Diego State University. Universidad de California, Irvine y Montana State University. Cultiva la novela, el cuento y el ensayo filosófico.
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Luisa y Chilín / De El pueblo en sombras

a Luisa Bottari Rico

Decía Paula Rico Cardona, esposa de Don Eleuterio, que su hija le salió vaga y cachorra. Se refería a Luisa Bottari Rico. Muchas quejas se dieron por causa de rumores. Las verbalizaron las familias García, Oronoz, Rivera Alers, Yparraguire, Echeandía, Rodríguez Rabell y otras, en fin, gente que siendo de la clase propietaria, católica y conservadora, vio que la muchacha crecía con abundancia, pero como liebre salvaje en Piedras Blancas.

Nacida entre los fundos agrícolas de Eleuterio Bottari Brigalio, Luisa parecía la plenitud del espíritu mundano y auto-estima ensanchada con libertad a su paso.

Supieron muy poco y casi ninguno sobre el por qué, en 1899, don Eleuterio emigró a Puerto Rico. Un hermano suyo y él, nativos del Sur de Italia, pisaron la aduana de Ellis Island; pero el más joven, Eleuterio (nacido circa del 1865), cambió de rumbos. Llegó a Pepino. Se enamoró de esta tierra. Supo que habría un edén en los campos. Se obsesionó con la isla borincana que invadieron los americanos. Quiso trabajar con la tierra, criar caballos, oler a frutas, a cascajo, a montes. Y, para alegria de los Rico-Bottari, lo hizo.

El tenía poco menos que 35 años cuando vio a Paula Rico, bella muchacha, flor de linda cepa y de 18 años. Es hija de Braulio Rico Martín y Moreno, español.

Y siendo la edad suya el doble que la de Paula, se enamoró y se casó con ella a pocos meses. Como un niñajo caprichudo, dijo a don Braulio: Io sono completamente nell'amore con quella ragazza, se non posso ottenere sposato con Paula, appena possibile, io morirò.

No tardó en preñarla. Se la comió con gusto en los montes de la cama. Fue una concha de rica sensualidad para sus huesos. Fue un premio de alegría para su alma. No obstante, nació así el dolor de cabeza de su casa, Luisa, linda como la madre. «No, aún más linda», dijo Eleuterio.

Y el italiano la consentiría en todo. Un dia, al rico terrateniente, por soñar qué nuevas alegrías daría a doña Paula y su hija, se le ocurrió traerse un Ford, el primer carrazo que pisaría las tierras pepinianas. Haría, como familia, historia, por aquellas calles apestosas a mierda de caballo, repletas de baches y agujeros, carentes de aceras y acueductos.

Como ya el Viejo Eleuterio tenía su auto, la muchachita le solicitó:

«Papá, quiero mejor tu caballo negro y tu caballo blanco. Quiero aprender a montarlos».

«Son briosos, muy grandes, para una piccola ragazza», le dijo, besándola.

Tarde o temprano, lo que anhelara, Luisa Bottari lo obtendría. Es que se transformó en una mujer adorable, espléndida por su silueta, su busto, sus nalgas. Derrite a quien se asoma a su mirada. Tiene carácter y, en ese cuerpecito esbelto, su portento de energías.

Por demandas de costumbres en la época, muy jovencita, le dijeron: Cásate. Le asignaron hasta el varón, según su clase. Y ella dejó la hacienda de Piedras Blancas de Bottari, su padre, y terminó en Juncal, barrio hacia el sur, más profundo que Eneas y Cidral, colindante con las fincas de Echeandía en Magos, donde pronto el plan matrimonial dejó de perfilarse a su gusto. La mujer debe cuidarse. No vestir en pantalones. La mujer fina que no alimente cerdos. Que no tome la cabeza de un gallo ni les bese la cresta ni el plumaje.

«Pórtate bien. Has llegado a la casa de García. Debes visitar con nosotros el Casino e ir a la misa, aunque sea los domingos».

Habría querido verse mucho más libre, como antes, soltera, redescubriendo los huevos de las gallinas ponedoras, vaciando latones de alimentos para un corral de puercos. Le gustaban las flores, el viento aromado que penetraba el campo, tirar peñones, o pedruzcos con atinado pulso al río, dibujar los movimientos de ondinas en las aguas fluyentes de las quebradas y charcos.

Por eso, sólo por eso, rememoró la viuda de Eleuterio que Luisita es vaga, cachorra, una liebre veloz y a quien solamente el cansancio y la fatiga han de llevarla mansamente a los brazos de quienes la aman. Es independiente. Ama los caballos más que al coche que se le trajo de regalo. Luisa se ejercita por instinto. Es una amazona griega. Guerrillera o gladiadora romana metida en los huesos.

Esta jibara de Piedras Blancas, sin duda, es preciosa, tiene una negrita vacilona, duendecilla fabricada con fuego serpentino, en medio del corazón. Es cachonda, a veces imprudente.

De hecho su esposo Enrique se apesadumbra, aún queriéndola. Da su queja.

«Luisa es lúbrica, algo libidinosa».

En realidad, él ha querido decir que es ardiente y que no da la talla. Se cansa. Tiene sus preocupaciones. No está para desvelarse. Ella no es lo más importante. Si lo acosa, él se hastía.

Ella le pide que salgan y viajen juntos. Que es hora de ir a New York, ciudad que llaman la perfección de Babilonia, La Gran Manzana. Es hora de ver a los puertorriqueños que se han ido al Bronx y ver unos primos suyos, porque allá aún vive su tío. De hecho, según ha sabido Don Enrique, este tíazo es un capo del crimen organizado. Con él no quiere vínculos.

El ingeniero explica a la cachorra y malhablada potoquita qué sucede en el mundo, en la isla, en los Estados Unidos. Le dijo, por ejemplo: «¿Qué... no sabes? La Depresión aún no acaba. El mundo se está llenando otra vez de resentidos, trotskistas, quadristi fascistoides, la Tercera Internacional pide que se inciten más revoluciones, el Congreso no quiere japoneses ni inmigrantes. Gente que desata quemazones y mata a presidentes».

«Pero, ¿qué me dices a mí, Enrique, si no sé nada de eso?»

«Que no hay dinero. Ni en el Pueblo de Pepino ni en el mundo... Y apenas hemos podido terminar el Acueducto Urbano y la Planta Eléctrica de Riverita no da abasto para alumbrar los campos. Tenemos que comenzar el progreso en este pueblo... Tú sueñas mucho, mijita... Sí, es cierto que hay que salir de los trapiches, pero que sea poco a poco. No todo el mundo puede comprarse un tren, un Ford, alquilar aviones, comprar uno y pasearse. La miseria nos come como pueblo».

Tomó un periódico de un taburete y le dijo: «Léete ésto: acaban de predecir 'A new US Market Crash' y viene fuerte, desatará en el mundo depresiones».

A Luisa no le importa qué suceda. Sí supo que el invento del siglo que conmueve a los aventureros y valientes son los aviones. Ya se sabe que han volado sobre el Polo Norte (italianos como Umberto Nobili), desde Noruega a Alaska y, al reflexionar sobre el vaticinio del USA Market Crash que adviene («¿y qué me importa?»), al lado del titular que lo destaca se menciona que Charles Lindbergh ha volado solo sobre el Oceáno Atlántico. Se siente incomprendida y malinterpretada oído el hecho de que su esposo crea que pedirá como obsequio un avión de Floyd Bennett o Nobili.

Tan desazonada la puso él que soñó en la noche que tenía un caballo que volaba. Y se levantó al otro día, temprano en la mañana y se fue a los establos. Iría al Pueblo. Montó un caballo negro que había sido de su padre. Se puso unos ceñidos pantalones, una camisa azul de Irlanda más grande que su talla, se arremangó y, asiendo de las crines al caballo, jineteó desde Juncal a campo abierto. Al no llevar brassier, sus formados y turgentes senos se agitaban. Sentada a pelo, su nalgatorio fue agasajo. No estaba en cueras, como Lady Godiva, pero, a los 25 años, Luisa Bottari se asemejó a una diosa, con su pequeño moño trenzado, porque su cabellera no fue tan larga como pedía su marido y la madre de éste.

«La mujer fina no debe cortar su cabellera ni dejar que su busto se descote. Ni subir a un caballo a horcajadas y a pelo. Ni andarse sola por caminos rurales», pero ella lo hizo. Y no sería la última vez.

Son los tiempos del Alcalde Antonio Sagardía Torréns. En 1927, fue que admiraron su galope por primera vez. A las diez de la mañana, Chilín Echeandía y Getulio, su hermano, dialogaban en plena esquina, en punto tal en que se juntaban las calles Padre Feliciano y la M. J. Cabrero.

Y, sólo Getulio se echó al lado cuando vio el galope de la mujer. Chilín se hizo el gracioso; se quedó en medio, como si quisiera atajar la bestia y hacerla que ella frenara con un jalón de las crines. Antes de que lo hiciera, poco faltó para que el caballo lo botara y derribara sobre el rústico pavimento.

Ella oyó lo que él dijo:

«Bestias, par de contrayaos».

Dio vuelta en regreso. Retrocedió el camino galopado y buscó al emisor del comentario.

«¿A quién carajo llamó los contrayaos?», preguntó ella. Ahora es Getulio, quien sonríe.

«¡Ah, la mujer del ingeniero!»

Chilín ya había sabido, por rumores, que doña Luisa y su marido discutían. «Habrán tener problemas en la cama por causa de esta mula, la italiana», pensó mas sin decirlo.

«Casi me echas el caballo encima», se quejó él.

«¡Pues quítese del medio y no estorbe el camino!»

«¡Bien se ve que lo que necesita es un macho que la dome!», ripostó; pero la examinó de arriba abajo y decidió, corazón adentro que le daría su escarmiento. La agresiva soberbia de ella lo flechó.

«Sí, yo la domo», meditó aunque haga que la reputación de los García se hunda en fango. Es que había, cerquita de la esquina, sus curiosos. Oyeron lo que dijo la criollita italiana, ¿a quién carajo...? Que sepa el pueblo, desde hoy, al hijo de Cecilio Echeandía, a la cepa de Font, Vélez y Mendoza, nadie le da carajos por respuestas. Se le trata de USTED, ni más ni menos, aunque les arda la boca o le sangren las encías.

Unos días después, Chilín comenzó a espiarla. Le mandó recaditos amorosos. La buscó por sus rumbos. Dijo que le preparó un nidito de amor, en rancherones avivados por palomas. En una casita azul, él la esperaba. Y, maravillosamente, Luisa fue, accedió al fin y ambos se amarían como tórtolos, porque los dos rabicalientes parecieron hechos el uno para el otro.

Este amor hizo escándalo. Se juntaron y los García sufrieron y echaron la culpa a los caballos de Bottari, cuyos enormes falos implicaban que las hembras de la hacienda estaban en celo permanente. Y con estas puyas le dijeron a Paula Rico: «Lo que sucede es que esa hija suya que le dio al italiano es una ramera desvergonzada. Ustedes han perdido el orgullo».

Siempre se justificaba a los varones.

«No es culpa de Luisa, señora García; Chilín la persigue».

Y pasaron varios años. Los amantes seguían juntos. Ambos cómplices, como Bonnie y Clyde, creando disparates y escándalos, dándose amor y sexo, riéndose de las miserias / depresiones que vaticinó el Ingeniero García por leer las portadas de los diarios como si fuese la biblia del absolutismo burgués y económico. O el pragmatismo benthaniano

Mas no se había equivocado: «In 1929, the stock market crashed, begining the Great Depression». Getulio Echeandía atrajo, como imanes de simpatías a sus iguales, politicastros del colonialismo. Y, con grandes picnics en el campo, llegaba la gringada de La Fortaleza, terratenientes ausentistas e inversionistas millonarios. Incluyendo, por supuesto, al Gobernador americano. Después de los años en la Alcaldía de Sagardía Torréns, el Pepino de la Depresión más aniquiladora organizó un clan poderoso, asociado al Gobernador Teddy Roosevelt, a los Morgan y los Vandervilt, ecos de Tugwell y Winship.

Más que el mismo Cecilio, su padre, Getulio es quien más conectado estuvo. Es el Imponderable Cocoroco, un gígolo, seductor / mandamás de corazones / traidor con plata. Administraba ya millones de dólares de su peculio heredado cuando el grueso de la población pepiniana (y de todo Puerto Rico) lamía calderos, empobrecía, perdiendo lo que tuvo y boqueando en los matorrales y en la nueva labranza, el monocultivo cañero.

Getulio era personero / representante de capitales extranjeros, uña y mugre de Teddy Roosevelt. El nacionalismo de Albizu Campos no lo asustó jamás.

Ni el socialismo de Santiago Iglesias.

Ni el populismo de Nito.

2.

«Te voy a necesitar, Chilín. Háblate con Fundador Cubero porque ésto es muy secreto», dijo.

«Estoy para lo que me digas, hermano», ripostó Chilín.

«Te entretuviste suficiente con Luisa. ¡Déjala ya! ¡Cóbrate la insolencia que nos dijo!»

«Sí. ¡Recuerdo que nos mandó al carajo y me echó un caballo encima!»

Para proceder, ya que hoy Luisa Bottari estorbaría su trabajo político, los nuevos desafíos que tiene La Colchoneta y La Mogolla, Chilín la citó a solas. Habría podido citarla en otro lugar que no representara ese nidito de amor que ambos fabricaron. Es ya una casita limpia y bien acondicionada. Y Luisa, tan hacendosa, la adornó con flores, y compró unas suaves cortinas, y todo huele tan primorosamente, como su carne cuando se bañaba en cueras delante de él que le besaría de los tobillos a la rabadilla y, en sube y baja de lamidas, y le acariciaba los pechos, después de clavarla por donde se le place:

«¡Potoquita, mi única potoquita!», la chulea.

Hoy no habrá dulzura. Es el día de la separación.

«¡Me dieron un nombramiento grande y peligroso!», dijo a Luisa.

«¿Y qué?»

«No quiero involucrarte. Coordinaré la Ganga de los Siete Puñales».

«Yo no tengo miedo a nada, Chilín», aclaró Bottari.

«De todos modos, no quiero que estés».

«¿Te lo ha pedido tu hermano?»

«No. Tomé la decisión. Es más... me aburrí de tí. Dejé de quererte».

«¿Me mientes? Todavía hoy me tomaste, me besaste del tobillo al culo, te vuelves una marota cuando estás conmigo y me dices... 'dejé de amarte'?»

«Sí, porque es la verdad. Tengo otra mujer, otra que me gusta».

«¡Tén más güevos y díme que no es cierto! Sé más hombre, carajo!»

Soplándole un bofetón al rostro, Chilín repuso:

«¡Es la última vez que delante de mí y refiriéndome te oiré la palabra carajo. La próxima vez que me la digas te juro que te mato», la amenazó.

Y, oyéndolo con los ojos encendidos de coraje más que de llanto, Luisa Bottari salió de la casita. Su escondido nido de amor entre matorrales. Fue a un corral de cabros y gallinas, donde tenía un machete. Se hundió entre un montezuelo de bambúas y cortó dos con suficiente largo y grosor para que cupiera en sus puños y se manejara hábilmente su peso. Después volvió rumbo al nido de amor.

«¡Chilín, Chilín! ¿Todavía estás ahí?», gritó Luisa a todo pulmón.

Vio que de un tirón él abrió la ventana, a la que ella puso sus coquetas cortinas de seda. «Te dije que te fueras. Ya no somos nada».

«Venga acá, carajo. Que el bofetón que me díste como despedida me lo voy a cobrar hoy, por si acaso no te vuelvo a ver».

«¿Qué te traes, potoquita? Mira que yo todavía tengo orgullo. Soy flor y nata de este pueblo. Tú, sin mí, ya no eres nadie».

«¡El orgullo del pueblo me lo paso por la tocineta! ... pero ven para acá, a ver si vales algo».

«Contrayá mujer, ¿qué te traes? No me enojes» y, al fin salió mientras ésto iba diciendo, prometiéndole unas nuevas ensartas de gaznatás.

No había terminado de aproximarse a ella, cuando Luisa tiró a sus pies una de las varas de bambúas que había cortado en el monte. Se quedó, con la suya, bien en guardia.

«Dáme una tunda, carajo, porque si no te la voy a dar yo».

Chilín superó el instante de asombro. La campesinita, a la que él llevara al menos dos pies y medio de estatura, lo humillaba por segunda vez. Esto ya merecía su perro odio.

Y, pese a que la quiso golpear, tundir en serio, fue ella quien le resonó un fuetaso en sus orejas. Sabía dónde golpear, el punto frágil y doloroso, cómo agotarlo y enlentecerlo. Apena él la rozó. Luisa era una liebre y una avispa brava, impredecible, y con la vara le rompió unas costillas, le hinchó la nuca, las clavículas; lo hizo revolcarse con dolor y contusiones que lo mantuvieron en cama tres semanas.

«Tú no sabes pelear ná. No sé porque Getulio te quiere al frente de la Ganga de los Siete Puñales».

Calentaba el agua, cortaba y empapaba unos parches con ungüentos. Ahora, piadosamente, atendería a Chilín para curarlo.

«De valiente no tienes un gábilo, necesitas matones y pistolas».

Según lo iba curando, estudió el rostro suyo.

«Eres guapo, malote, me gustaste; pero hasta hoy me fijé que tienes unos ojos traicioneros».

Luisa vio que Chilín convaleció con sus cuidados. Ella le cocinaba, lo alimentó con una cuchara como si fuera un niño porque le hinchó las muñecas y los dedos cuando lo molió a palos. Un día ella no llegó. El le esperaba. Quería bañarse y que ella lo vistiera. Amanecía cada noche con la pinga en arrecho y, ella ni pensar que accedería a tocarlo, después que le dijo: Me aburrí. Dejé de quererte.

No volvió. Ella se fue al Bronx. Quería ver los aviones, recibir la lealtad del hampa.

Chilín mismo dijo a su familia de Pepino: «Ella está bien», porque se fue a verla.

Luisa prosperó. Tuvo un bar-restaurant cerca de la Casa Hernandez y otros dos edificios, uno lo ocupó su joyería. Vendía diamantes, rubíes y esmeraldas.

Después de 28 años en Nueva York, rica y millonaria, la jibarita regresó a Pepino e hizo cuanto le gustaba, criar puercos y gallinas, vender su joyería y, sobre todo, trabajar con sus manos.


Enero 2006

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El dia que nos pidieron cuentas / De El Pueblo en sombras

a don Jeremías Beauchamp Olmo (1897-1979)

«Hubo un día que nos pidieron cuentas…»
El había nacido en Las Marias, pero tenía una casa en Pueblo Nuevo y primos en el barrio Perchas. Según Margarita González, su vecina, el Buen Jeremías, ese bendito señor sería como un pionero benefactor de lo que fue Pueblo Pueblo, porque su finca se convirtió en pedacitos / parcelas que vendió poco a poco / para fundar ese sector urbano. El bromeaba con ella «echándole miedos» con «revolucionarios de Lares», que vendrían y quemarían el Pueblo. Mas esta fue una broma entre amigos, un relajo de vecinos que se chotean uno al otro, por cosa de confianza.

Ella era del PER, el partido de los anexionistas de Juan Bautista García Méndez («sólo porque es de Pepino»). Más bien, según su lógica política, lo que ella sería, o pretendió serlo en los tiempos de la Depresión, fue una partidaría de la idea de que se unieran los republicanos puros con los socialistas, faena que impulsaba Antonio R. Barceló, haciendo migas con Santiago Iglesias Pantín. El miedo de quemas, o el tema obsesivo… no les vino ni ella ni a él por viejos. Es un asunto de folclor o imaginario colectivo que caigan centellas y quemen la iglesia. O por descuidos con una vela, una vieja beata incendiara el Poblado.

En el caso de Margarita, es que su bisabuela le echaba miedo con la gente de El Porvenir, un grupo secreto de independentistas que quisiera romper el nexo de la isla con España y, para ahondar en el choteo, la bisabuela le dijo, lo mismo que decía Beauchamp Olmo, que si es que vienen los alzados comenzaran en Lares, lo harían por carambola después en Pepino. Esto es: ultrajarían a las viejas católicas, de esas que no se casan y visten santos y se pasan mascullando maledicencias contra las putas.

Para quien conozca de qué raíz viene ese cuento, investigarlo es fácil. Es una de esas ironías de su bisabuela que, siendo violada de chamaca, a pesar de todo, no perdió ocasión de conquistar a tres maridos. Tenía sentido del humor y mucha sana diablura. Se juntó en amasiato tres veces y, conocidos los defectos de sus enamorados, tres patadas por el culo dio a todos ellos «y a cagar pa’l monte», les decía. Un hombre que no trabaja no sirve para nada, aunque sea guapote y cingue deliciosamente.

Margarita, feona, estéril, a veces tonteja e influíble por cualquier vacilada, fue tardíamente que le tocó la suerte de hallar a su Sindo, uno de esos Arvelo, con mucha pinta, pero vagos. De los que nunca trabaja, a pesar de que andan bien vestidos, afeitados, perfumados y diciendo cosas bellas, con alegría y hasta lirismo. Un viejo-verde, aunque más joven que ella, galante y piropeador. En fin, que fue ella quien, con bondad de Jeremías, halló dónde meterse en Pueblo Nuevo con él, su Arvelo. Eso así, los dos una parejita agradecida que bendecía el nombre de los Beauchamp Olmo y los Beauchamp Angleró, que son cepa de los mismos.

«Para hacerte el cuento cortito», ésto que era un estribillo de Margarita, cuando quería darse prisa, porque siempre fue hacendosa, servicial y le gustaba andar para un lado y para el otro, después de faenas como doméstica con los Rodríguez, los García y otras familias ricas del pueblo, un día se supo sobre lo que hizo un utuadeño y el triste final que tuvo. Hubo tres asesinatos, seguida de una matanza en Ponce.

Fue en los días de febrero de 1936. Un día 23, exactamente, que Elías Beauchamp e Hiram Rosado se vengaron como represalia a la Matanza de Ponce, echándole balazos al coronel de la policía Riggs, asesor del Gobernador Blanton Winship. Lo mataron en San Juan y una vez que a Hiram y Elías los capturaron, la policía los mató en el mismo cuartel. Así de simple.

Esto fue una conmoción como la Masacre misma. Lo de Ponce fue en Ponce, pero, que se matara a un jovencito bueno, como Beauchamp, fue como si la masacre hubiera ocurrido en Pepino y, concretamente, en Pueblo Nuevo. Por varios días, iba la policía a apostarse en las cercanías de la casa de Don Jeremías Beauchamp Olmo, como si él tuviese que ver con el crimen de Riggs, o fuese un cómplice de aquel muchacho.

Ocurrió que tener ese apellido se convertía de repente en un delito. «Ser un Beauchamp es tener cola que le pisen», decía la policía. Margarita que supo sobre lo de Ponce y no quiso salir, por muerta de miedo, cuando oyó sobre el caso de Beauchamp y Rosado, se levantó espantada, salió como una histérica a buscar a Jeremías. Ella todavía no vivía con Arvelo. Y quería, como sacar algo de su alma, desahogarse. De pronto recordó aquellas pláticas suyas con don Jeremías, aquellas cuasi bromas, de si arribarían unos lareños a violar a las beatas. De si conviene o no conviene que el Partido Unión, de Barceló, haga un pacto de alianza con los republicanos puros. Un entendido político entre Barceló y Santiago Iglesias.

El asunto es que, unas llamadas fuerzas vivas de organizaciones, tales como la Asociación de Agricultores, la Cámara de Comercio, la Asociación de Productores de Azúcar y otras, encabezadas por Eduardo Georgetti, cabildearon ante el Congreso y la Administración de Washington para desacreditar a Barceló y el clima de hostilidad se hizo terrible. Lo acusaban de mostrar tendencias hacia la izquierda social, de ser un comunista con una agenda para fortalecer su agarre con las masas del pueblo, porque, en verdad, que habían estado hambrientas. Y el Partido de la Unión, hasta ese entonces, había sido el mejor partido, sin ser abiertamente independentista. Mas ahora había riñas entre Tous Soto y Barceló… ¡Tanta riñas que al oír estas cosas en los bufetes legales de los ricos en el Pueblo, a ella se les pegaban como obsesiones! Ha querido saber, desde que dieron el voto a las mujeres, si algún partido quiere despegar a Puerto Rico de los EE.UU., «porque si eso pasara, nos moriremos de hambre».

Su bisabuela le decía, por ridiculizar sus temores: «¡Coño, ya nos estamos muriendo y estamos pegaos a los americanos! Esos políticos lo que batallan y discuten es el control de los puestos políticos». Habían pasado diez años, desde ese 1925, en que un Comité de Territorios presentó su informe a favor del proyecto de ley concediendo a Puerto Rico el derecho a elegir su Gobernador por el voto popular para el año 1932, diez años en que, entre Margarita y don Jeremías, no se volvió a cruzar un comentario tan fuerte como aquel de rebeldes procedentes de Lares para ultrajar a señoritas… mas ella ha recordado aquellas conversaciones como si fueran este día y se levantó de una hamaquita, en medio de sobresaltos.

«¡Coño, Margarita! Te aseguro a los gringos lo menos que les importa son las cuestiones políticas. En Washington, la preocupación será siempre cómo seguir explotando esta isla, tan llena de problemas económicos», y pese a sus ironías, con la bisabuela, hallaba paz. La vieja sabía más que todos los García Méndez juntos, más que el esposo de Doña Bisa, con todo y su título de leyes… Ahora, como si hubiera predicho algo, o se hicieran realidad sus vaticinios, se peleaba Barceló con Córdova Davila, el Comisionado Residente, que no entendía que Santiago Iglesias, también quería reformas de justicia social, sólo que en Yanquilandia, como la bisabuela nombrara el Capitolio y Casa Blanca en Washington, que pactara una alianza con Santiago Iglesias sería como pactar con el comunismo y, por razones de «seguridad nacional», no conviene.

«Si los independentistas tienen triunfos sociales, con base al sindicalismo y el anarquismo de Santiago Iglesias, se desacreditan ante los ojos de los EE.UU. y, localmente, se engrandecen, ganarán muchos votos y, si desde Washington se nombrara un gobernador puertorriqueño, no va a ser uno de ellos, no va a ser Albizu Campos, seguro que será ese buscón de Santiago Iglesias, ese español, gallego, vendepatria», analizaba su dolor de muelas de Mirabales. «Y Santiago Iglesias está buscando puesto, no justicia».

¡Qué falta le hacía ahora ir con Jeremías! Quien, en política, pese a lo bromista, está bien ubicado. Guarda el equilibrio. Debe estar pasando una tristeza, si es que, por la Matanza de Ponce y de esos muchachos, se lo comerán a preguntas, como aseguran los vecinos.

«¡Ojalá que no se le haya botado la canica!», decía según iba por las callejuelas de Pueblo Nuevo, oyendo las sirenas de carros policías. «Ay, Virgen de La Moreneta, ¿qué estará pasando cerca de la casa del pobre Jeremías?»

No se acercó a las verjitas de él, frente a su casa, aunque había uno vecinos curiosos. No lo hizo hasta que se fue la patrulla y lo vio que no iba dentro de ella. Respiró hondamente. Temía que por ser un Beauchamp se lo llevaran al cuartel para matarlo.

Al fin, sacó valor. Se fue donde él, abrazó a su esposa, que tenía un nene en brazos. Allí estaban algunas gentes de su parentela. Vio a su hermana Francisca, a quien también conocía, parentela de su esposa, que son González Irizarry e Irizarry Sepúlveda. Se abrió paso entre ellas:

«Aquí está la otra Margarita que faltaba», la saludó. «Y es que quien nada debe, nada teme».

Margarita hubiera querido hasta aplaudirlo, aunque no lo creyó apropiado, sino que lo abrazó. Ella, hablando con los García, supo que los Beauchamp peligrosos, esos que tienen cola, son los del Grito de 1868, uno que vinieron de Francia, hasta Haití, Cuba y Puerto Rico con los Sterling, y esos… como Pablo Antonio son mayagüezanos…

«No hay nada que temer, mujer tranquila», dijo Jeremías, separándosela del pecho, porque lloraba y lo ocultaba, abrazándolo. «No pasa nada. A todos nos llega el día en que hay que dar cuentas y decir de dónde procedemos. Acabo de decirles a esos policías, que Carlos María Beauchamp Giorgi, alcade de Las Marias, fue repetidamente puesto por las tropas americanas leales y cuatro veces electo, hasta recientemente en 1921. Y les dije que si consultaban quiénes han sido ya Secretarios del Senado, hallarán a un tal Ramón Beauchamp González… y yo no niego a mi pariente, al que se llama Elías. Ni estoy para aplaudir ni para que justifique la forma criminal en que en el cuartel lo mataron. No es éso. Digo simplemnete que la gente buena y querida cuenta también y ser Beauchamp no es malo…

17-02-2000

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Monday, January 24, 2011

Los tipos folclóricos de Pepino y la cultura popular e histórica



Un enfoque heideggeriano de la gente pintoresca

Por Carlos López Dzur


«La esencia epocal del Ser es inherente al oculto carácter temporal del Ser y caracteriza la esencia del tiempo pensada desde el Ser. De la época del Ser viene la esencia de un destino en el cual es la propia historia universal»: Martin Heidegger, en Esencia de la verdad

1.0 Las definiciones de tipo o tipologías para referirse a la criatura humana y sus actividades como agentes de folclor son tan contradictorias y diversas que con tales términos es posible aludir a la raza, carácter y género, y lo mismo a los modelos ideales que reúnen los caracteres esenciales de un individuo o grupo, incluyendo figuras y tallas, es decir, cuantificaciones. O se evoca despectivamente su presencia o ausencia como, por ejemplo, cuando se dice: «Ese fulano tiene mal tipo», «el tipo es sospechoso», «esa tipa o tipo no me agradan», etc. Entonces, más que hablar de un tipo peculiar me interesa referir una esencia epocal que heredan unos seres-en (Dasein) en comunidad que los hace admirados, o memorables, por un cierto carácter oculto que sorprende, o inquieta, al hombre común («Das Man»).

Desde el enfoque que aquí se propone para el estudio de los 'tipos populares' (o todavía designados como personajes típicos, o tipos folclóricos y pueblerinos), aprovecharemos esos términos, con ciertos reparos, aunque hayan sido admitidos como útiles por la convención del uso. [1]

Enfatizaré que, por encarnar precisamente su unidad esencial y existencial y su historiarse intramundano y manifiesto («Varhandenkeit») en lo real, el tipo pueblerino no es lo que es llamado 'personaje' por la comprensividad vulgar. Tampoco es lo que está definido como 'modelo ideal' y se contrasta como mejor a otros con la definición de los diccionarios. Es cierto que una persona que adquiera un rango epocal y quede folclorizada en la memoria de su época puede provenir de sectores socialmente desventajados o muy humildes, o lo contrario; pero lo que se aprovecha de su símbolo esencial es profundo. Un faralero, o barredor de calles, o revendón, deja de ser mero exponent de un oficio cuando se acerca la coyuntura de su desaparición, porque sus prácticas sociales han de ser transformadas o borradas por la tecnología o el progreso. Entonces, se transmutan en especímenes vestigiales. Especímenes que evocan nostalgia, como El Carretero, los viejos Aguadores, Cargadores, Lecheros a domicilio, Revendones, Quincalleros y otros vendedores ambulantes que han quedado suplantados por los supermercados modernos y una nueva tecnología de servicio.

El ser que tiene la esencia pensada en el ser solve las posibilidades propias, toca su destinación («Schickung») y desaparece con paulatino ritmo de evocación y nostalgia. No es un personaje en el sentido de quien representa un papel que no es suyo como lo haría el actor o intérprete de un drama o una farsa. El ser folclorizado dura e intima con la comunidad, diferente al ser farandúlico. El tipo pintoresco es más desinteresado. La verdad del ser mismo es la destinación del mismo ser. El muere con la autenticidad de la época que le toca y no falsea su esencia. Es lo que es hasta el final, su desaparición, y puede que tras sí deje na perdurable nostalgia. El más amado y popular de los seres folclorizados de la patria puertorriqueña es el campesino, con la esencia de su jibaridad. El jíbaro, protipo del que van quedandlo pocos, porque el jíbaro no es meramente ruralía. Es una manera de sentir por la tierra, el trabajo del campo y unos valores asociados a su identidad.

Quien llama 'personaje' a un ser epocal (sea del tipo campesino o pueblerino), a expensas de su propia comprensividad vulgar actúa, restándole a su aludido la dignidad y autenticidad que le son propias. Quien lo enjuicia como quien lo viera en un teatro del ridículo o de las rebambarambas oscure su propio comprender. Martin Heidegger escribió en su Carta sobre el humanismo (1947) que «el Ser es esencialmente más amplio que todo ente porque es la luminosidad misma», mas, entra en el asunto que él estudia bajo el concepto fenomenológico de cuidado de sí mismo. [2]

Al aducir que el ser epocal es reducible a personaje se infiere que él no porta en sí ninguna luz, que se apropia de una obra que no es suya, que vive meramente con lo que otros le han dotado. Se infiere que personifica, atribuyéndose una vida y acciones que, en cuanto tales (seres, textos o cosas), no son suyas y no han surgido de su proceso creadory autenticiador personal.

Se personifica, para decirlo aún más concretamente, a lo que todavía no tiene directamente la esencia de una vida realmente humana. Un actor puede personificar a un perro; un escritor dejará en un texto la personificación del Universo tal vez transmitiéndola con la metáfora de su humanización: los ríos-dioses, los árboles-hombres, la roca que tirada por encima del hombro se vuelve una mujer... Pero, obviamente, los tipos populares o folclóricos son gente, personas humanas en primer lugar y, en la idea de estereotipar, aunque sea benévolamente, hay una pérdida. Como dijera Valerie Menard, «negative stereotypes can tear at the heart and soul of an individual». [3}

Aún así, en cuanto a lo que queremos estudiar, la vida / «ser-en» de un personaje folclórico o popular no tiene que ver con uel «Yo puro» de la consciencia místico-religiosa: «El yo puro es protoconstitutivo, es primariamente la protoforma de la apertura a lo valioso en general, y con ello de una nobleza eterna». Y, siendo así, «La vida genera sólo vida, pero no la intuición absoluta como tal; un contexto objetivo enteramente original y poseedor de su propia legitimidad». Bástenos la vida emocional y la inmanencia del pensar y el querer del sujeto estudiado. Y si valiese considerarlo den algo personaje, sea porque la vida tiene mucho de teatral.

Consideremos esta gente como no de índole similar al «tipo-intérprete» del arte histriónico que, en el antiguo mundo latino, arrancara de los 'versus fescenini'. así, por ejemplo, el tipo real del folclor del Fescennium tuscano constituyó una tradición de comediantes por sueldos en las bodas. Otra institución que se lo describe con la función de tales comediantes les atribuye el choteo pesado, el vacilón agresivo: «As performers at merry-makings, (they) used to extemporize scurrilous jests of a personal nature to amuse the audience» (Ronald Boal Williams). Desde muy remotos tiempos, en la tradición literaria, carnavalesca y teatral, se ha utilizado al histrión; pero éste no se ha articulado necesariamente como persona, sino como intérprete momentáneo de su papel escénico asignado.

Los «personajes-tipos» (José L. Canet Vallés) son adiciones a la literatura, nacidas de la crítica-social de un autor o creador individual. Son parte de los géneros de fabulación y farsa que evolucionaron como intenciones y acciones burlescas al teatro; [4] pero el tipo que buscaremos definir es, sobre todo, humano y se inserta en el «hallarse» social comunitario.

La sutileza con que definiré a la persona del tipo popular es necesaria porque la personalidad humana es una totalidad y, separada de sus posibilidades totales, la persona (Ego) puede desplegarse como máscara (Gustav Jung) y sin autenticidad ante su esencia epocal, o la intuición oculta de una verdad o luz que le domina en su interacción ante sí y con-otros. Esta máscara puesta o referida en el contexto desfigurador mienta un personificar deficiente. A menudo las formas más comunes de desfigurar lo humano se presentan como aversión y personalismo.

En el primer caso, la aversión es uno de los modos cotidianos de solver y comprender lo que submite al mundo, lo que angustia y ataca desde él; es, pues, uno de los modos del hallarse en el temor y la angustia. Hay tres momentos del temor, su ante qué, en torno a quién y el temer por, que es «un modo de cohallarse con los otros, aunque no necesariamente un atemorizarse juntos y menos aún un temer-uno-con otros». [5]

En la aversión, cuando se piensa «contra los valores» y se desvaloriza «lo que usualmente consideramos como bueno: cultura, ciencia, arte, mundo y Dios», más bien. hay miedo al «ante qué» de lo perverso, inverso o trastocado y lo incomprensible de la conciencia trágica. [6]

La aversión de este 'ante qué' se observa de la mirada y por la mirada, en cuanto «la mirada perversa es aquella que mira de través y no de frente». Aquella que anda por lugares oscuros y lo perverso desordena y echa por tierra. Mas en la aversión, en torno a los eventos irracionales y escandalosos, hay un temor en torno a algo más terrible, asociado al orden cósmico y lo divino, «como si la esencia de lo divino fuera más cercana a nosotros que lo chocante extraño del ser-viviente» y el sentimiento trágico pareciera «el más conveniente para contener... la idea de lo inalcanzable», así como «la relación entre el amor y la muerte». [7]

Como el tomar 'Cuidado' con los modos de la aversión son históricos y cotidianos, se graban en la memoria. Los vecinos pueden atestiguar señales en el sujeto que toma cuidado y solve este temor. Un caso donde no hay un atemorizarse juntos ni un temer-uno-con-otros, es el de Rafael Mayol Navas, memorable tipo pintoresco del pueblo de San Sebastión del Pepino (Puerto Rico).

En mi libro Epica de San Sebastián del Pepino, lo rememoro con el siguiente texto que explica sus rasgos y la razón por la que se le conoció pueblerinamente como Rafa Te Ví.

Un día te ví agravado en tal silencio,
cuando más necesitaba de tu voz y tu relato,
que te acusé, viejo Don Rafa.
Chotié tu ombligo hondo, inmenso, profundo.
Divertidamente me burlé de tu panza.
A medias verijas usaste tus calzones,
a media nalga, de tu narria silueta, gordiflona,
llevaste el secreto a tus espaldas.

Sí, al fin te ví y me llené de tu miedo,
¡por tu origen, tus palabras,
mallorquinamente descaradas!
Agarraste las piedras del camino,
guijarros que a tu paso estaban
y me lanzaste el desprecio de tu estirpe.
Me apedreaste.

Te vengaste de repente.
Me díste todo, cada verbo
paranoicamente provocado
y confesado con insultos
sucios, execrables, canallescos,
tus ruidosas rabietas,
tus pedradas.

Siempre gozaban de tí, con algazara,
los vecinos de la calle, tus amigos,
aún los buenos que llegaban a tu casa.
Rafa te ví, te gritaban, un poco
para quererte, adivinarte, descubrirte,
aunque tú te enojaras,
te escondieras como niño temeroso
o corrieras, agresivo y descocado,
a esa plebe tan traviesa,
tu gente novelera de la Plaza.

Tú nacíste arrojado, caído,
accidentado; cayó tu madre María Luisa
aquella noche que las partidas del '98
atacaron tu casa.

Te bajaron por una escalera
protectora del traspatio, a toda prisa,
se quemaba tu casa. ¡Se quemaba!
Ella estaba contigo pero tú...
dentro de su vientre todavía,
indefenso, sintiendo el siglo
desde lo oscuro del alma.

¡Rafa, te queman, vimos
quemarse tu casa!

Navegabas en placenta, Rafaelito,
y la hermosura de tu madre,
atribulada, a reventar por aquel grito:
Vienen a quemaros, María Navas,
las partidas que violan a mujeres,
los alzados, tiznaos y comevacas.

Y nacíste prematuro, quejica bueno,
noble Rafa, sin culpa, casi boscuno,
a flor del frío, brisa de la madrugada.
El monte te escondió por varios días
y tu padre lo supo:
¡Nos quemaron la casa!

Fue tu padre Juan Mayol Castañer,
gran propietario, asociado a las familias
de abolengo: a Castañer, a los Márquez,
a Rita Navas, al doctor Navas Fraille,
a Isabel Angela,
cepas de Iriarte y Echeandía,
cepa peninsular y hacendataria.

¡Rafaelito, ese año metido está
en tu alma! Aún no desaparece.
Has crecido, te has vuelto viejo
delante de mil ojos y otras generaciones
y el advenir roto, traumante, se ha quedado.
¡Cómo pulsa por salir de ese ombligote!

¡Tienes la tristeza y rabieta de los tuyos,
apenas en asomo, en porvenir en flote!
¡Eres espejo oblicuo de los viejos días,
eres folclor que grita sus clamores!

[«Rafa Te Ví»: Epica]

Contrario a otras familias vinculadas a los Mayol, como los Iriarte Echenique y Castañer, la familia Mayol-Navas, Don Juan y su esposa María Luisa Navas Iriarte, permanecieron en Pepino, a pesar de la quema de su casa en el sector urbano durante unos episodios de violencia por turbas campesinas en 1898.

El mencionado Antonio Mayol fue comerciante, líder cívico, fundador y asambleísta del Partido Popular Demócratico en Pepino y, desde siempre, persona muy querida en el Pueblo, como su hermano cariñosamente recordado por «Rafa Te Ví», por su curiosa reacción paranoica al oír ser llamado de este modo. Por la caída de su madre, desde la escalera, nació prematuramente con algún trauma. [8]

Lo que interesa aquí es que la esencia epocal es procesada, cuidada y va a lo oculto y más produndo de esta persona. El pueblo le cuida, con su memoria, algo que no necesariamente comprende tan íntimamente como él. Hasta donde hemos podido investigar, esta familia (los Mayol mallorquines) estuvo muy interesada en la política, siendo conservadores por tradición. La misma rama utuadeña de la familia dio un Alcalde (Bartolomé Mayol) durante el período de 1894 a 1895. Bartolomé Mayol retomó el mando alcaldicio durante los momentos más cruciales de la invasión norteamericana en 1898.

Al intentar escapar por una ventana de la planta alta, María Luisa, la esposa de Guillermo, se accidentó. La caída tuvo, al parecer, la consecuencia de su parto prematuro, donde el niño nacido cuyo nombre fue Rafael, fue el recuerdo, ingrato y permanente, de la experiencia. La caída no permitió el sano desarrollo neurológico de este crío. Rafael Mayol se convertiría con el tiempo en personaje pintoresco del pueblo («Rafa Te Ví»). Creció con deficiencias mentales.

El personalismo se alimenta de habladuría (o de escribiduría), con lo cual el habla se hace impropia. Se cree haber obtenido una comprensión acerca de lo percibido, escuchado y verbalizado en toda ocasión y ante todo prójimo. Y se reacciona así no siempre por pretender un engaño consciente, sino porque, como Heidegger concluyera, se arriba a una comprensión que ha perdido su raíz y las referencias acerca del ser que «son primarias y originales hacia el mundo, hacia el Dasein-acompañante, hacia el ser-en (In-Sein) mismo». [9]

Al caerse en el personalismo, se alude satírica u ofensivamente, ya sea velada o expresamente, a una persona determinada. Se juzga a un tipo popular en un marco de prejuicios, con la pretensión de haber ya agotado el saber que él presenta. El estereotipo juega aquí un importante papel.

Entre la gran cantidad de personas pintorescas que el Pueblo del Pepino ha dado, con alusiones estereotípicas, se encuentran las que se mencionan por un rasgo particular de su fisonomía o atributos físicos o tachas morales, e.g.:

Pelo 'e Rata (por la índole del cabello)
Cheo el Oso por su pelo
Moncho Prieto por su color o raza
Goyo, el Negro
Gringo Cubero por su apariencia asemejada a estadounidense
Sopanda (Cosme Acevedo) por su cojera
Cuatro De'os por haber perdido un dedo en la mano
Mano manca
Carlos el Soco, pirotécnico que perdió un dedo
Polo el Ciego
Catín La Coja
Bernardino el barbero (Bernardino Sánchez Méndez, por ser «el barbero del los ricos»]
Juana La Muda, esposa de Marcelo La Daga
María Culito por su exuberante trasero
Ana la Boba por su condición mental
Loco Wilson por su condición mental
Marco el Loco por su deteriorada salud mental por el alcoholismo

Por factores circunstanciales, relacionados a un hallarse / covivise comundanamente en determinada época, que es tempora y pasajera, se termina por añorar en cuanto su esencia epocal e idiosincracia entre las personalidades que la identifican, o toman cuidado de esa esencia con más pasión. La añoranza habla de pérdida y la sutil amenaza de una plena desparición ante algo nuevo y desconocido. Estos personajes del Pueblo del Pepino lo sugieren.

Moncho Lira (Ramón María Torres) por poeta y bohemio
Don Mingo, el Farolero por su oficio cuando no había alumntado eléctrico.
El héroe (Rodrigo Font Román), veterano de la Primera Guerra Mundial y fallecido como héroe en 1918; a diferencia a Sinforoso Arocho, el primer puertorriqueño seleccionado en el sorteo para la misma guerra, se le nombra como Sinforoso, el Soldado [El héroe]
Don Lino el Maestro, o El masón (Lino Guzmán) por su oficio
Primo El Caballero (don Victor Primo Martínez) por recibir una distinción como total de las Cortes de España y su hispanismo.
El Italiano (Eleuterio Bottari) por su origen nacional
Monsa La Comadrona por su oficio cuando fue usual que se naciera a domicilio con la ayuda de una partera.
Don Lion, el Levitante por brujo
Anacleto Cuatro Esquinas (Anacleto Alvelo)por comerciante con 4 puntos de comercio
Mayito y Lano, zapateros
Moncho Botella por su oficio de botellero
Yayo el Turco, veterano, por haberse «perdido» en Turquía
Padre Aponte, Fiera santa por sacerdote libidinoso
Guardia Belén / Cascarrabias por policía abusador
Chila Cubero, la Camarona
Chencho el Abejón,
Sandalio La Yegua
Chilín el Malo (Echeandía)

Por virtudes o peculiaridades personales:

Jimmy Meneíto
Guillé el Loro por su gusto por hablar y exhibir su memoria portentosa para recabar datos como una «Enciclopedia Ambulante»
Moncho Bonito
Toño Palomo
Cosa Bella
Pedro el Bujarrón [Pedro el bujarrón]
Cheo Pelao por gustarle pelear a puño pelado
Cheo Pitirre por su afición a cantar
Nico Chavito (Nicolás González)
Marcelo La Daga cuyo mote viene por una canción popular en su época
La Carlita, primer travestí y «gay» del Pueblo, en allcanzar notoriedad [La Carlita].

2. 0 La vida afectiva y peculiaridad significativa de Los personajes populares son magnificados por los vecinos, urbanos o rurales, que atestiguan su desenvolvimiento. En este proceso vivo de atestiguamiento, uno de los espacios es el folclor en la base de la cultura oral.

En este análisis, al plantear que el tipo popular contiene un tiempo y un destino pensado en el ser, una verdad de la existencia, es imprescindible situarlo en su hallarse («Befindlichkeit»), en lo real de sus espacios y lugares, públicos y privados, y entender su articulación en el discurso social. La tarea es filósofica; pero requiere de una teoría hermenéutica, no reduccionista.

El sujeto popular, agrandado en el discurso público del afecto y la añoranza que inspira, participa de lo que Heidegger llama la ética originaria, rastreable «en todos aquellos existenciarios (determinaciones de nuestro ser), que se vinculan con el sí-mismo, ya sea al modo de una confrontación con él, como es el caso del 'Uno' (Don Nadie), o al modo de sus manifestaciones, como la conciencia, la preocupación-por-los-otros, la serenidad y el habitar» [10]

San Sebastián del Pepino, municipalidad en la isla caribeña de Puerto Rico, no es diferente, en cuanto mundo determinado, que otros pueblos de la humanidad. El folclor es un plexo universal de significatividad manifiesta. Con ésto digo que el tipo popular en Pepino y en cualquier país es, sobre todo, Dasein (ser-ahí, hombre o mujer). Lo universal e infinito en el hombre / mujer es, por lo general, procurado y solicitado en su esfera de totalidad, una esfera que contiene «the typical figures of the unconscious», «or biological norms of pyschic activity».

William Blake, el gran poeta inglés, diría que tal esfera es la imaginación y que «lo que hoy es cierto fue una vez sólo imaginado». En la formación del tipo popular hay, en ocasiones, rupturas de la dialéctica interna del sistema de sí mismo (del Self como sistema autopoiético, capaz de auto-organizarse y automantenerse para establecer su estabilidad, confirmar lo familiar en su vida y los puntos de referencia que son importantes para ese individuo en sociedad).

Hay que volver a rehumanizar a esta gente que las ideologías teatrales han transformado en estereotipos, extravagancias sin identidad, que es la cualidad más llena y secreta del Ser y que W. Blake llamara, en Proverbs of Hell, la «visión espiritual, imaginación, poesía, oculta al entendimiento», que falta al tipo común y corriente. [11] Quien no sabe compenetrarse ni perdonarse ni fundirse «en un amor que es la expresión misma de su divinidad» (William Blake) es el tipo negativo del tipo; pero, paradójicamente, es el sujeto para quien el tipo verdadero habla. Es el oyente favorito del visionario.

Lo maravilloso de su acabado proceso formativo es que la palabra, la imaginación mitopoética y la pasión, lo rescatan. Queda cancelada la pérdida permanente del Self que lo haría ser aborrecido, por sus visos sicopatológicos, cuando se tipica por su patrón de conducta ante su sociedad. Los que permiten su tipificación, como su cura, que brindan a él, a más de tolerancia, dan una intercomunicación quedisfruta de su presencia entitativa y folclorizada en la vida del pueblo, lo maduran y perfeccionan. El resultado es que sujeto folclorizado así enriquece la imaginación colectiva y los anecdotarios públicos.

Ante lo eventual de la originariedad, hay dos tipos de personas que se inquietan y preveen: (1) el tipo común y corriente, quien es el Dasein que novelerea y espía interpretativamente en lo incierto y lo novedoso y, en segundo lugar (2), el sujeto, que es directo inspirador y depositario de lo adviniente, ese «fin», lleno de originariedad que siendo no-ser-siempre-todavía va hacia ello y materializa en sí su más propia posibilidad de ser.

El segundo tipo humano tiene (en su ser) pensada la expectativa como dato de extracción preontológica. Contrario al tipo común y corriente, repetidor y novelero, que termina articulándose o gesticulándose con aversión, desvío y huída, ante la eventualidad que lo cohíbe o incomoda, en determinado momento, el segundo, la lleva a su destinación final y se vuelve uno con la eventualidad.

El quid de esta cuestión es que lo eventual, por incierto, clama por la vivencia de la angustia, única situación de la que arranca el conocimiento verdadero. El hombre del montón, el primer tipo, rechazará la congoja que se desprende de háberselas con la situación difícil, el eventual golpe de lo angustioso, lo amenazante. Se me ocurre mencionar como ejemplo refinado de ésto al Cura Claudio González en el Pepino de 1873.

El historiador Andrés Méndez Liciaga le llama en su Boceto histórico «Truculento Sacerdote», «excitado y colérico». Este curilla fue quien, en defensa del sistema esclavista que tenía a 35,000 negros en la servidumbre forzada en Puerto Rico y en protesta por la aprobación de la ley de Abolición de la Esclavitud ese año, se negó a unirse al regocijo de los libertos, negándose a cantar un Té Deum para la comunidad local. El Alcalde entonces, Juan Angulo y Meléndez y el Síndico de la Alcaldía escrinieron al Gobernador para «pedir el traslado o destitución». [12]

El cura fue tan vulgar, reaccionario, racista y conservador, tan enemigo de «reformeros y libertinos», indigmo de la sotana, que nadie mejor para ilustrar a Don Nadie, el hombre del montón que no se solve con lo mejor de sus fuerza interiores.

El segundo tipo se solve con ese destino y, desde sus fuerzas interiores, querrá afrontarlo.

Sin embargo, a fin de que este nuevo enriquecimiento de la imaginación colectiva y su específico anecdotario se manifieste en la vida del pueblo, se ha de expresar una originalidad y fundamento posibilitador de los datos epocales que sean contexto y estructura para la expresión de la esencia y la irrupción del mito. Podríamos decir, que el Sujeto Pintoresco propicia su mito; el testigo ayuda a que se divulgue y se fije con cierta presencia en la cotidianidad del presente.

Ciertamente, no sólo la literatura escrita, el teatro, por ejemplo, es la que fija el mito, privado o social, en el discurso público de una época. La literatura ayuda, pero no determina. El mito es antes que la literatura. Es la expresión de un proceso que no necesariamente surge, como ha intentado explicarlo una teoría del folclor que da al mito y su folclor asociado un origen ilustrado. Según esta teoría, el folclor es una vulgarización, o naufragio paulatino, de un conocimiento; pero no es así necesariamente («high origen as the learned class»), que una clase de sabios («Genkenes Kulturgut») haya visto con terror cómo otros moldean el sistema originario de un conocimiento o creencias, a tenor de requisitos nuevos, reelaborados por adeptos.

El mito se 'encarna' y no es por su origen de clase, o el de alcurnia de ciertas 'sabidurías' que se expresa su portavoz. Guilimbo, Don Lion, Chencho el Abejón y otros fueron mitos, en el Pepino histórico de principios de siglo y el cargador Checho el Abejón no conoció lo que fue un par de zapatos. Como Don Lion, era un hombre corpulento, 'negros mandigos', fálicamente bien dotados; pero Don Lion era un seductor persuasivo y, en términos de sus creencias y aptitudes profesionales para ganarse la vida, hombre muy sofisticado, que había visto mundo; nada en similar a Chencho el Abejón ignaro. [13]

Es cierto que el saber de oídas, el conocimiento de segunda mano, se diluye, se falsifica o mistifica; también es cierto que si el folclor tuvo un creador individual y único, en algún nivel de la sociedad, pasará por la réplica de sus usos y aportes nuevos a ese triste destino. Cambiará y evolucionará, porque el conocimiento que pasa, de boca en boca, sufre muchas mutaciones.

En sentido heideggeriano, cuando se ha filosofa sobre el «hallarse» /«Befindlichkeit»), en la originariedad y el «no-ser-siempre-todavía», se piensa en ese punto en que historia se convierte en una intrahistoria, pero con el poder de aflorar con su potencia endopática. La historia se desdobla como sicología de lo pintoresco y de lo insólito. También, comúnmente, en pasión.

Los tipos populares y pintorescos de nuestros pueblos, son los individuos que revelan para la mundanidad, o los oyentes en el entono, en su comunidad específica, sus contactos intrasíquicos con la totalidad síquica, con el Inconsciente y sus arquetipos y, una vez adquirida esa sabiduría, nos muestran la vigencia universal del Inconsciente Colectivo. Sus vidas se apoyan y se sujetan al significado que ellos mismos han dado a la experiencia de vivir; son libres y a la vez, conscientes; no son una enfermiza caravana de piadosos transmundistas, como muchos tipos comunes y corrientes que quedan, trágicamente absorbidos, por una ideología que no les permite libertad.

Contrario a la mayoría de la gente que reprime sus memorias inconscientes, que no se conectan ni conocen la sombra de su espíritu («umbra», en el sentido junguiano) y que no exhibe sus contenidos cuando afloran del modo natural y necesario, los tipos populares publicitan estas imágenes que revelan en su mundo mental y las dan en interacción social y comunitaria, pese a que, en muchos casos, pueda darse un lenguaje egocéntrico, por la descentración.

Hay dos conceptos hermenéuticos que son indispensables para que se complete el proceso y la empresa ontológica que define al tipo folclórico-popular. El primer principio es conceptualizado como hallarse («Befindlichkeit»), un hallarse en la raíz del ser, i.e., afán de encontrar la originariedad inexorable, pero aún adviniente y eventual. El hallarse es la finalidad hacia la más propia posibilidad del ser.

El hallarse no es arrebatamiento que no guarda el orden establecido, sino que es la eventualidad, algo posible y contingente ante lo cual se toma previsión («pre-visión»). El hallarse como ser-en es lo ónticamente más conocido, lo cotidiano, y, al mismo tiempo, lo que es acorde («Gestimmtsein» / «Stimmung»), vida afectiva y sentimientos.

Es difícil que se entienda que, con la vida afectiva y los sentimientos, Heidegger proponga una vía comprensiva de la esencia y la historicidad. Las emociones están asociadas a conmociones orgánicas y, en cierta instancia, a las bases químicas (neuropéptidos y endorfinas) que inciden en la expresión de emociones; pero, aún así, el soluto («Erschlossenheit») como irrupción del ente, no es visto como meramente espacial y óntico; sino que en la hermenéutica se asociará a mucho más que a las impresiones sensoriales.

El soluto destella. Abre a ideas y recuerdos. Por esta razón, el ser (Dasein que se solve) es libertad y, en su modo cotidiano, esquiva la onticidad, la coseidad, la factualidad de lo meramente manifiesto; se deyecta, se enriquece en modos de aversión, revuelta y desvío. En fin, refleja vivencias profundas. Desde la base del solver y el hallarse se puede explicar cómo evoluciona un tipo. El hallarse nos permite comprender ya que estamos submitidos al mundo y, en su ahí, se puede encontrar lo que ataca y amenaza. En el hallarse no se escapa de la historia, por más cruel y hueca que parezca y no se esquiva ningún planteamiento en el que se pueda procurar un sentimiento. Por eso hasta los materiales brutos de una conducta son aprovechables.

El tipo folclórico («folk groups: the descendants of an immense and ancient community of holy people, troubaudours, bards, griots, cantadoras, cantors, travelling poets, bums, hags, and crazy peoples») son una disidencia concreta, espontánea, no-confrontativa, ante el tipo común y corriente; están a la expectativa de lo histórico, no por hacer acusaciones, sino por la misión de compartir su luz y, en la tarea, hallar su propia continuidad, como la Dra. Pinkola Estés ha dicho. [14]

La razón de ser de este remanente de humanidad, gloriosa y trágica, extravagantemente peculiarizada, es la oferta chocante de su accionar, el milagro de su sobrevivencia en medio de un mundo hostil, con demasiadas penumbras y contradicciones sociales. Quienes a sí mismos se llaman normales, coherentes, exitosos ciudadanos, son los márgenes de su contención, el ser que ellos echaron al olvido. El zapato que no pueden calzar. La posición donde ya no pueden estar por ir rumbo a su propia destinación.

Un campesino que sea bien sensible a reconocer en otros un arquetipo que le revele su tiempo y esencia epocal diría, al valorar lo que esta comunidad de Sujetos Populares trae: Nadie sabe el valor del agua hasta que no seca el pozo. El tipo popular, a través de su saber («distinctive folk speech») y su perspicuidad, sabe el valor del agua; aún profetiza el pozo seco. Sabe el valor de su vida y su misión.

Parte de la ética originaria que se descubre en el Tipo Pueblerino es la actitud del lenguaje con que se interactúa con él, la voz evocadora y directa de su peculiar Soluto con el Ser Mismo. Heidegger dice que el lenguaje no es herramienta que se tiene para el mero comunicar los entendimiento, sino para «domesticarse mutuamente». Con frecuencia, el mito requiere un lenguaje intensificado porque se manifiesta con fuerza que cualquier teatralidad, o de códigos de cortesía.

El Sujeto Pintoresco, cuando su historia o lenguaje son losprovocadores, es quien domestica a su testigo y, muy comúmente, el Tipo Pueblerino infundir un cierto respeto con el que el oyente / testigo / se acerca a él y, al mismo tiempo, se retira. El tipo común y corriente que tedemos todos a ser no le gusta vivir con la presencia constante y preferencial de este domesticador marginal que parece que vive en las periferias del mito antes que en la centralidad del discurso cotidiano de los hombres comunes y corrientes.

En el lenguaje del Sujeto Pintoresco puede manifestar la Guarda («Hütung») del lenguake como un misterio que se expresa, fragmentariamente. ¿Qué exactamente habría dicho, o significado al decirlo, cuando el Loco Wilson, pordiosero de Pueblo Nuevo (barriada urbana de San Sebastián del Pepino), con la cabecita poco más grande que el tamaño de un puño, cuando emitía su grito de batalla: «Ti Ti Ti»? ¿Cómo es posible interpretar lo que nunca explicó; pero grito de sílabas, emcionalmente intensificadas en su garganta, que le hizo conocido de todos? ¿Constituye ésto una extrema batología, entendida como «vicio lingüístico, repetición de vocablos de manera nmotivada o enojosa»? Mas que un esfuerzo pleonásmico de quien posee un rudimentario lenguaje en común con los que oyen, el lenguaje batológico del Loco Wilson lo escondía todo; no era un 'salir afuera' o 'entrar adentro', aunque hacía un esfuerzo para llamar la atención oralmente, que es esencia deseo de compatirse domésticándose en el lenguaje, aún cuando no puede en ese nivel de esfuerzo lingüístico

En este Pepino nuestro, donde abundaron los Locos Buenos / o Simpáticos, sueltos por las calles durante los años de la Depresión, aunque nadie los haya estudiado clínica y sistemáticamente, la memoria colectiva apunta a la abundancia existencia folclorizada de casos de ecolalia, rasgo muy frecuente en los autistas. [15]

La ecolalia se define como «una repeticióm o ecos verbales, a menudo patológica, hecha por otras personas». E inclusive, «hechas en el tono y ritmo exacto que usó el imitado, de modo que en la ecolalia inmediata, evemos que el autista o el Sujeto Pueblerino (aquí el tipo del Loco Bueno, el Bobo o el Zángano) está interesado, con frecuencia, en iniciar o mantener una interacción con la comunidad. Puede que no siempre de manera interactiva, pero, consciente de que la ecolalia es clave para hacerlo, para ser entendido y él también memorizar, entender y aprender. Quizás la ecolalia que se manifiesta en locos pueblerinos, tomados como tipo, es distinta a la quie se maniesta en episodios del Síndrome de Tourette: «Stereotyped repetition of another person's words or phrases, seen in catatonic schizophrenia, and neurological disorders such as transcortical aphasia; called also echophrasia». [16]

Desde la analítica del Ser como parte de la Sorge («Cura»), con que nos aproximamos al estudio del Sujeto Pintoresco popular planteamos su derecho a disfruatar un espacio de interacción en la comunidad. Cuando el pueblo los recuerda y les ayuda el ciclo se completa y la persona arrojada al mundo, sufre menos y está más cercano al momento, uel llamado Kairós, en el cual se develaría una vivible comunidad de destino. «Gemeinschaft concreta y vital, que genera una verdadera praxis, con un lenguaje ganado a las experiencias sensoriales, con tipos de líderes y seguidores, héroes y sacrificio de la voluntad en pos de un interés colectivo», [17] al decir de Heidegger. Los convivios entre Sujetos que muestran sus Arquetipos / el poder de ese momento convivencial del Kairós / y la comunidad presencial, que son oyentes y seguidores de quien llama la atención, combinados unos y otros, la comunidad se acerca a la demostración práctica de que el destino es siempre colectivo, cooperativo.

Sean o no excéntricos, se necesita del hombre pintoresco, quien para aldeas o pueblos abrumados, por conflictos sociales o cualquier rididez de normas que concierna al colectivo necesitan. Este arquetipo es de naturaleza dionisíaca y, en cuanto tal, se manifiesta muchas veces como El Incomprendido Feliz [18] al que suele ponérsele muchos nombres.

Se le respeta porque obviamente revela cierto conocimiento superior de las cosas, aunque es un transgresor que, con frecuencia, choca con el mundo en que vive por sentirse libre para todas las decisiones, según la voluntad de lo que entiende, y en desafío a todo lo que le plantée control, cautelas o las formas tranquilizadoras o neutralizadores del Status Quo (dinero, halagos, tentaciones mjeriles, ataduras materiales o místicas). Al Incomprendido Feliz suele llamárasele El bohemio, tipo extravagante o aventurero que, en la Antiguedad, representó la deidad de Dionisio.

El Incomprendido Feliz puede forjarse, en medio de las adeas, para representar la libertad de espíritu, en las formas de una persona simple y natural, mas lo indispensable de él es su esencial sentido indómito de libertad y el carácter bohemio de su trato. A él no se le compra con dinero, aunque esté en la ruina. Ni se soborna ni se le humilla, sin pagarse las consecuencias. También este sujeto de dionisíaca raigambre puede nacer en las clases altas, lo que le da la oportunidfad de ser vagabundo, aventurero y cultivarse en las artes, en aras de conquistar otros mundo. Pobre o rico, es esencialmente transgresor, sin perder nobleza, pues prefiere que se imagine que bordea la indisciplina y la locura que hacer daño a otros, a la comunidad en particular por la que siempre habla con su ejemplo. Y la educa.

Como la sabiduría práctica es siempre superior a la mera técnica, este Sujeto hace trabajo transformador del lenguaje, cuando el lenguaje se desgasta en formas manidas, estereotipadadas y una discursidad a la que falta novedad, profundidad o la necesidad experiencias sensoriales directas, para que en el Dasein se exhiba la dimensión práctica, y se rompa el verbalismo y la ecolalia, o cualquir forma discursiva del sinsentido. Cuando pienso en la incidencia de este tipo de individualidad pintoresca en el Pueblo Pepino, hay pocas; pero, ciertamente, del anecdotario localista, estudiaremos algunos.

En la literatura esoterista y la sicología junguiana de los arquetipos, este aspecto de los Bufones Pueblerios y el Incomprendido Feliz, está representado en el arcano número 22 con la baraja de El Loco, asociado con la dualidad tiempo / espacio, pero, sobre todo, con la idea de combinar la sabiduría e insensatez,

Antes de cerrar el apartado, de presentacón sobre este aventurero y amante de la espontaneidad, obsérvese una doble dimensión. En cuanto Loco y Bufón, se le reprocha que sea un Vagabundo (sin Norte, sin causa). Cuando se valora su Felicidad, su convicción de persona realizada, es el prototipo del Liberador de la Energía Creativa. En tal sentido, un principio de movimiento instintivo, loco, opuesto a todo sedentarismo de la conciencia, a toda acomodación del ego.

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Bibliografía


[1] El método de la hermenéutica fenomenológica existencial que aplicamos en este ensayo (para definir la «originariedad» del hallarse americano, o encontrar su ser epocal y más ímtimo, así como para definir la esencia de lo autóctono y la adecuación del pensamiento europeo a la realidad hispanoamericana) ya ha sido utilizado por el filósofo Ernesto Mayz Vallenilla en su ensayo El problema de América: Apuntes para una filosofía americana, en la revista «Episteme», Anuario de Filosofía, 1957).

[2] Martin Heidegger, Carta sobre el humanismo (1947), p. 24

[3] Valerie Menard, Foreword (by Cheech Marin), The Latino Holiday Book (Marlow & Company, New York, 2000), p. xiv.

[4] J. L. Canet Vallés, Introducción a los Pasos de Lope de Rueda (Editorial Clásicos Castalia, 1992, Cap. 2. Ver también: Ronald Boal Williams, The Staging of Plays in the Spanish Peninsula Prior to 1555 (University of Iowa, Studies in Spanish Language and Literature), 1935, Number 5, y W. S. Hendrix, Some native Comic Types in the Early Spanish Drama (The Ohio State University, University Studies, 1925), vol. Y.

Una clarificación adicional: rechazo la teoría comunal del folclor que explica a los grupos folclóricos y a los tipos populares como portadores de cierto saber primitivo («unsophisticated peasants») que se elabora en base al esfuerzo grupal; también rechazo la teoría de la sobrevivencia, o remanencia del folclor que explica que la protoerudición proviene de un estado primitivo de la humanidad, «a savage state of civilization».

[5] Martin Heidegger, El Ser y el Tiempo (Fondo de Cultura Económica, México, 1951), ps. 42 y 170.

[6] Cristóbal Holzapfel: El pensamiento a-valórico heideggeriano, en: «Aventura ética. Hacia una ética originaria» (Universidad de Chile)

[7] Heidegger,«Carta sobre el humanismo, p.17

[8] Esta familia prosperaron con trabajo honesto en el comercio. Don Guillermo Mayol Castañer, mencionado en una décima de castigo de las Partidas Sediciosas en 1898, sufrió la quema de su residencia, y se casó el 26 de octubre de 1896 con Rita A. Navas Iriarte, hija del Dr. Antonio Navas Fraille. Su hermana María Luisa Navas Iriarte, casada a los 21 años con Juan Mayol, el 16 de marzo de 1890, permaneció en Pepino, con sus dos hijos, Rafael (n. 1898) y Antonio Mayol (n. 1895). Una descendiente de la familia de Antonio, María Mayol, fue una de las primeras mujeres pepinianas en ocupar un cargo público, al ser electa por el Partido Liberal, el 8 de noviembre de 1932, como asambleísta municipal en la administración alcaldicia de Manuel Méndez Liciaga.

«Guillermo Mayol Castañer fue uno, entre dos hermanos llegados de Soller, Palmas de Mallorca. Estaba recién casado desde 1896 con Rita Andrea Navas Iriarte. Su hermano Juan Mayol, casado con María Luisa Navas, se había refugiado en su casa del Pueblo, por temor al ataque de las partidas sediciosas. La casa de dos plantas fue quemada. Contrario a lo pensado por tales familias, la ubicación urbana de una residencia sentenciada, su proximidad al cuartel de Arocena, no detendría a los alzados para cumplir con la agresión. Guillermo Mayol fue visto como cobarde inquilino de la Casa del Rey y cobarde inquilino de la casa de su hermano Juan en el sector Pueblo. Se quemó a la propiedad Juan, su hermano, por cómplice». [Carlos López Dzur, Comevacas y Tiznaos, Las Partidas Sediciosas en el Pepino de 1898, Outskirts Publishing, Denver, 2000]

[9] Heidegger, op. cit.

[10] Cristóbal Holzapfel: El pensamiento a-valórico heideggeriano, en: «Aventura ética. Hacia una ética originaria» (Universidad de Chile)

[11] Carlos López Dzur, William Blake, en: La Naranja de OC / blogosfera en internet.

[12] Andrés Méndez Liciaga, «El boceto histórico del Pepino» (ed.1925), 2da. ed..Ediciones Ateneo Pepiniano, 2004, p. 104

[13] Para una comprensión de lo que Don Lion, el Levitante significa como mito encarnado y voz de un Soluto con destino, «depositario director y evocador del mito», véanse mis historias: «Don Lion, el Levitante», en: «El pueblo en sombras», libro en la internet.

[14] Clarissa Pinkola Estés, Women who Run With the Wolves: Myths and Stories of the Wild Woman Archetype (Ballantine Books, New York, 1992), p. 271.

[15] «Up to 75% of verbal persons with autism exhibit echolalia in some form. There are two types of echolalia: immediate echolalia and delayed echolalia .. The researchers have determined that immediate echolalia often was used with clear evidence of purposeful communication. Immediate echolalia appears to tap into the person's short-term memory for auditory input. This is defined as the repetition of a word or phrase just spoken by another person. Immediate echolalia may be used with no intent or purpose or may have a very specific purpose for the individual».

[16] Para Inma Cardona, logopeda de un colegio de Educación Especial, en Cuenca (España) la ecolalia es sólo «una forma de ser». En la ecolalia diferida se puede carecer de función comunicativa, pero en el autismo muchas veces se utiliza con función comunicativa. En el aprendizaje, la ecolalia puede adquirir una funcionalidad, por lo que en vez de eliminarlas, si aprender puede depender de ellas, es preferible conservarlas y «siempre darles funcionalidad». [Irma Cardona: Autismo y Lenguaje: Sobre las ecolalias, 18 de junio del 2009]

[17] Martin Heidegger, El ser y el tiempo, ed. cit.

[18] «El incomptendido feliz», el arcano del Lco mística del tarot, el arcano número 22