Friday, February 08, 2008

La pérdida del arte en la educación

Por CARLOS LOPEZ DZUR


CONDADO DE ORANGE: Durante los pasados seis años, el 16% de los programas de instrucción de música en las escuelas públicas de los EE.UU. ha sido eliminado. Cuando ésto se hace a niveles de educación primaria, se lesiona terriblemente a la niñez. The National Schools Board Association y la Americans for the Arts en un informe reciente han dicho: «Las artes han sido un componente crucial para completar la educación y han probado que aumentan el aprovechamiento académico del estudiante», de modo que los niños y jóvenes que participan consistemente en programas comprensivos de arte tienen (y cito del informe «Art Education in Public Schools»):


4 veces más probabilidades de ser reconocidos por sus logros académicos

3 veces más probabilidades de ser promovidos para una posición u oficina por elección dentro de sus escuelas

4 veces más probabilidades de participar en ferias de matemáticas y ciencias

3 veces más probabilidades de ganar un premio por asistencia a la escuela

4 veces más probabilidades de ganar un premio por escritura de un ensayo o por una pieza de arte, incluyendo la creación de un poema

Otro informe titulado «Arts and academic achievement» [Las artes y el logro académico] concluye: «La educación en las artes, bien diseñada y ejecutada, lleva a una mejora general del desempeño académico, edifica las destrezas necesarias para el éxito en el empleo y tiene una influencia positiva en la vida de los estudiantes. En adición, la investigación y la evaluación formativa de programas exitosos de artes han demostrado que el acceso y la participación en las artes ayuda a reducir y eliminar la conducta negativa de la juventud en riesgo».

Estas observaciones pueden parecer muy generales, por conclusivas que sean. Les daré un contexto más relacionado a un salón de clases. En los frágiles años de la infancia, la escuela puede ser «aburrida» a menos que allí, en la escuela, el arte tenga un rol activo al dar su deliberación de alegría y amor.

Hay dos destrezas cognitivas que el arte puede ofrecer para alumnos de las primeras edades escolares: enseñar a escuchar y enseñar a ver. Ambas intenciones pedagógicas se resumen en habilitar, reorientar y fortalecer la «atención deliberada» de los alumnos. J. de Goncourt escribió: «El más largo aprendizaje de todas las artes es aprender a ver»; más tarde, agregaría, «y a oír». El arte como metodología de apoyo en el largo aprendizaje que espera a niños de múltiples edades debe prolongarse de la primaria a la preparatoria. Mas no sucede así: la educación en las artes se posterga, se abandona y es una de las víctimas preferentes de los recortes presupuestarios.

Los recortes y supresiones se realizan, por razones fiscales y por otras consideraciones de filosofía educativa, a las horas invertidas por el sistema educativo público para impartir alguna instrucción en áreas como Bellas Artes (de la pintura al diseño gráfico, la escultura a la fotografía). En fin, se ha condenado a los alumnos a que aprendan cada vez menos de las expresiones imaginativas, innovadoras y técnicas, de lo humano que se expresan a través de las artes, incluyendo la música, el teatro y la escritura creativa.

Aquí una frase clave es identificar las «expresiones imaginativas» del arte con algo no carente de significado profundo y de naturaleza cognitiva, cuando tales expresiones son instrumentos válidos para capturar la atención deliberada del alumno, cuyo entrenamiento básico y más urgente es que aprenda a oír y ver, en suma, la habilidad cognitiva de la percepción. Enseñar las matemáticas y la gramática, o leyes de razonamiento superior, a quien ni sabe oir ni escuchar y, peor aún, quien no se siente poderoso ni en confianza en su pupitre, es una pérdida de tiempo.

Por el contrario, las artes en la educación temprana despiertan el deseo de aprender más y agudizan la atención deliberada en tres áreas de adquisición cognitiva del conocimiento: la percepción, la intuición asociativa de ideas diversas sobre lo concreto y la deliberación o gracia esencial para el disfrute de algo que puede comenzar a plasmar de inmediato, poniendo sus manos en ello. Si bien el fondo esencial de cualquiera de las artes es el deseo de comprender y sacar a flote aquello que es desesperadamente necesario, una tarea de arte es un proceso activo, realizable como «manos a la obra». El fruto será visible.


Con las artes integradas al currículo general, es posible salvar la educación, imprimiéndolo calidad y humanismo. Los estudios evaluativos sobre escuelas que integran las artes a sus currículos han concluído que los niños, antes de aprender a leer y escribir, necesitan del aprendizaje del arte que afianza sus destrezas cognitivas y los hace dueños de sí mismo, al desatar sus potenciales.


Esto lo dice el Dr. James Catterall, de la Escuela Graduada de Educación de UCLA: «El estudioo de las artes promueve el pensamiento crítico, el proceso de solución de problemas. Las artes relaciona a los estudiantes con diferentes áreas de aprendizaje y anima a una mayor asistencia a la escuela y baja los índices de ausencia a las aulas. La instrucción en las artes ayuda a cerrar la brecha entre estudiantes de los más altos antecedentes socioeconómicos y aquellos de los más bajos».

¿Puede explicars en términos prácticos el por qué? Pues bien, estos jóvenes, involucrados con las arte, ven menos televisión, se exponen menos a la distracción, el vicio, la apatía, la violencia y, en cuanto tales, exhiben una tolerancia mayor hacia otros grupos étnicos.

Según estos niños avanzan dentro de su educación en las artes, se les prepara adecuadamente para tareas más determinadas y deliberadas, es decir, más complejos y armonizadores propósitos. Las escuelas elementales que utilizan programas de arte, como apoyo, obsevan como resultados una mayor confianza entre los niños en transición hacia la educación intermedia y mejor desarrollo en sus destrezas sociales y liderazgo. Las artes no son meramente «juegos», aunque no hay nada malo de aprender al mismo tiempo que se disfruta lúdicamente. Séneca mismo decía que el arte hace la persona poderosa y lo logra cuando, ésta se hace dueña de sí misma y lo sabe («qui si habet in potestate»).

Lo que no se entiende ni acepta aún por unos pocos administradores fanáticos es que la educación artística no es simplemente un quehacer con los sentimientos, o con una imaginación desbordada, sino que su aprendizaje y desempeño tiene una naturaleza cognitiva; provee las herramientas de pensamiento que son necesarias para entender muchas materias académicas, al tiempo que expone a quien aprende y practica las artes a canalizarlas hacia necesidades sociales. El arte no es sólo un compendio de la naturaleza, no sólo una cosa. Es un camino y una crítica de la realidad que busca una adecuación y propiedad expresiva, no sólo para deleitar a otros, o despertar entusiasmo, sino que muestra el empeño de la inteligencia «por comprender y hacer comprender el mundo». El escultor francés August Rodin y el fino crítico inglés John Ruskin concedieron a las artes en general, como su misión más sublime, «penetrar dentro de la naturaleza», «observar las cosas con justeza, viéndolas totalmente», haciendo que «la cabeza y el corazón marchen juntos».

Los políticos y legisladores instruyen a los administradores educativos de que, en una economía crecientemente global y en la sociedad industrializada que vivimos, los cursos que preparan a la juventud sean «prácticos». El currículo ideal que sea, únicamente, el que prepara para una actitud de éxito en los campos de verbalización en el idioma dominante («literacy») y matemáticas. El sistema educativo advierte, como su misión, que la enseñanza se canalice a lo que «sea necesario para construir una fuerte fuerza laboral y una vibrante ciudadanía».

No creo que la educación artística se riña con la necesidad de proveer oportunidades de servicio comunitario a los estudiantes. Ni que la experiencia del proceso de arte y las técnicas de enseñanza [con que éste desarrolla destrezas cognitivas] se riñan con otras pedagogías que enfatizan que la educación debe responder a destrezas académicas técnicas («non-art standards») requeridas o prioritarias en el mercado.


En conclusión, si el propósito de las escuelas en fomentar un carácter moral y una participación ciudadana del alumno hay que romper esa dicotomía opositiva que insinúa que las artes, sean música o poesía,la composición pictórica creativa o las artes liberales, son inadecuadas para crear un estudiante competente y motivado, y que sólo la ciencia lo es. En verdad, ni ciencia ni arte deben estar reñidos. Si hubiese una razón para ello, ¿por qué las grandes figuras del arte clásico fueron a su vez geniales científicos y, al mismo, tiempo filósofos y artistas?

Sequoyah 1 / Revista de Literatura

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