14. «Y de mí, ¿qué va a decir?»: La Shakira
Entró al salón muy contento para la primera clase de la mañana. Había leído, al menos, la mitad de los Journals / Diarios estudiantiles / que ellos entregaron. En balance, estaba satisfecho por la honestidad de sus alumnos. Claro: no del todo y siempre por el saldo de ortografía o redacción deficiente que se revela en el contenido; pero, al menos, se cumplió con el esfuerzo de llenar el blanco de la página. El motivo para que sonría y salude a todos es que han escrito con sentimiento. «Una página en blanco que dejen en el diario es una inicial derrota; la página se burló de ustedes; pero, en la medida, que anoten algo es como si la golearan, o propinaran efectivos golpes al mentón, o un gancho a la izquierda del rostro. La página tiene un rostro que desafía. No lo olviden. Al escribir, el ejercicio de la mente ágil se iguala al del deportista o al rostro del guerrero que debe vencer. Los hábiles en combate son los anotadores. Lo que sucede al que escribir es que las armas, al hacerlo, son las emociones, recuerdos, pasiones e imágenes que ustedes evocarán y elegirán con las palabras que las identifican».
Como siempre, quien se retrasa en llegar al salón cada mañana es La Shakira. Es la necesidad de obtener la atención de todos lo que hace que postergue su entrada. Siempre espera que todos ya estén para forjar esa irrupción histriónica. El adolescente cree que es hermoso y no tardará en pavonearse. Gustavo le vio, semiqueriendo ocultarse. Abre la puerta del salón. «¡Entra, chico!», siempre le interpela por sus nombre y dos apellidos; pero esta vez, porque leyó su journal ha captado a una criatura más frágil. Un ave que se despluma, con fantasías en torno a lo que es su vida. El quisiera tener una cierta grandiosidad y la fabrica con imágenes. «Shakira» lo absorbe. Con el histrionismo quiere ser como ella, o sustituir lo que él es con algo que se parezca a ella.
«Aquí está por quien lloraban», dice con voz meliflua, voluntaria y premeditamente inflexionada para que sea creíblemente afeminada y no es que esté flirteando con nadie en el salón. Es que está solo. Y le resulta insoportable saberlo y quienes le chifllan, como si él les gustara, dan con ello su burla. El los provoca y pretende que este consuelo engañoso de alborotar es un poder que gana.
La Shakira no quiere a nadie, no es simpático por verdadera interacción de afectos. En el fondo, no siente ni confianza ni identificación con ninguno de su clase. Son como un auditorio que él entretiene como un payaso triste. Sólo que, en el engaño histriónico, que es su vida, no alcanza a entender su narcisismo triste, su soledad.
El no puede seducir utilizando la ropa que le gusta. El no puede enseñar que en vez de calzoncillos utiliza pantaletas y por camiseta una pieza de seda de mujer. Su «flirteo» siempre caerá en un vacío, una distancia afectiva de repudio. Es un puto, faggot, el marica La Shakira y no puede llegar a la escuela, como un personificador de lo que no es. No puede transgredir el código de vestimenta, sin sanciones. El sólo se puede vestir de persona y, en acorde a su género. Es un varón. Es un alumno al que apodaron «La Shakira».
«Siéntate, por favor», le pidió Gustavo. El está modelando su jean, muy ajustado, pero de tela de mezclilla. Es un joven espigado y para sus nalgas y, con movimiento de espinazo, hace que se vean con turgidez y dignas de la cintura fina. Aprendió a mover los hombros, como si estuviese en una pasarela y, al caminar incentiva un encanto femenino. Y son las niñas la que mejor se encandilan con sus gestos.
«¿A usted le gusta Shakira?», preguntó una vez que obedeció. Se ha sentado. Gustavo no sabe exactamente qué pregunta, o si juega a la malicia. Mas no ha perdido el contacto visual con él, una técnica que ha dejado de utilizar. Tal vez, con alumnos anglocaucásicos, funciona. No con niños hoscos, susceptibles, que una mirada fija del maestro pone en guardia, enfurece, se malinterpreta. Prefiere entonces dar la espalda caminar a su escritorio. En ese trayecto, ya sin mirarlo, La Shakira saca de su mochila un estuche, selecciona un frasquito y se aroma con una frangancia. Sobre la mesa del pupitre puso los productos de SkinCare «Resurgence» del Dr. Murad.
Ya se ha sentado en su escritorio y sacó de su portafolio los Journals revisados. Escucha que La Shakira insiste: «Le hice una pregunta». Se digna a mirarlo.
«Sí, contéstale. No le de pena, tícher».
«¿Qué crees de ese fag, impersonator, que se cree un artista?
«He's a sissy-puto».
«¡Basta!», dijo Gustavo ante la ola reactiva de epítetos que le lanzaron. «El es su co-alumno. Lo que pasa es que parece que él no tiene interés en que yo le diga qué opino sobre la cantante Shakira, porque si tuviera interés no habría puesto, en medio de mi clase, una clínica de maquillaje..»
«¡Quiero oír, quiero oír!», chilla él de repente y comienza a guardar su crema Resurgence de la que alcanzó a echarse unas gotas en el cutis.
«Eso lo tuvíste que hacer anoche, o en la mañana antes de venir a la escuela. Repartiré sus Journals / con anotaciones / que les hice. Son mis observaciones sobre el estado de su gramática. No olviden que estamos en una clase de español y que se deben esforzar por conversar en este idioma para que adquieran confianza en su fonética, la sintáxis y propiedad en el uso de los verbos y sus tiempos...»
«¿Y La Shakira cómo lo hizo, se aprobó?»
«¿La probaste y te gustó, tícher?», insistió otro.
«Comenzaría con lo que escribíste sobre Michael Jordan, tu ídolo. Me agradó mucho lo que opinas de un modelo inspirador para tu vida; pero, si de veras quieres ser exitoso como ese baloncelista, escribe bien. Aprende a decir a los futuros contratantes de tus servicios lo que quieres, a ser específico, a firmar bien y claramente tu nombre. La mitad de lo que escribíste no se entiende, te comes las palabras y no tienes interés en hacer letras claras... Se supone que tengas las manos duras, buen pulso y, ¿por qué no le pones fuerza al lápiz? Se necesita una lupa para ver si escribíste, o si tu lápiz tenía grafito... y no que dejara de gustarme el mensaje. Lo ví bien. Sin duda, lo puedes hacer mejor».
«Y de mí, ¿qué va a decir?», se obstina La Shakira.
«That you're a fag!», interviene otro alumno.
«Parece que te gusta esa palabra», comenta Gustavo, y con ello provoca el riserío de sus compañeros. «No. No me malinterpreten. Es que esta palabra es interesante y antes no era ofensiva, sino descriptiva. En Inglaterra, en el siglo XIX, se le decía faggot-gatherer, or fag, a las viudas que vendían leña para la chimeneas. 'Fags', como faggots, eran los pedacitos de leña, bundle. Todavía en el siglo XVI, en Inglaterra, la palabra se aplicaba a la mujer fea o desagradable, por vieja, imagino... y 'fags', si buscamos los orígenes etimológicos, vienen del latín 'fascis', que en el viejo italiano dará origen a la palabra fascista... Esto puede ser un tema que ustedes investiguen... Es modernamente, quizás por la cultura del cine y la música, que faggot se ha convertido, en palabra mala, ofensiva, para insultar a los homosexuales o afeminados y, ¿saben? lo interesante de la evolución es a quien primero se castigó con esa palabra fue a las brujas, o las personas que sustentaban ideas nuevas, o que chocaban con las injusticias y prejuicios sociales. Si una gente perversa, de mente estrecha, cree que una mujer, por vieja o por fea, es una bruja, a lo mejor en su sistema de leyes y moral pública, la condena por bruja, por diabólica, y si esa mujer vende leña, con la misma leña que vende, le encieden una hoguera. Y si la mujer, o una persona, desafía una práctica sexual (que pudo haber sido, besarse en público, o tener un amante de otra raza), algún individuo intolerante dice, es una bruja y la acusa y viene un tribunal y la quema... Es bueno que ustedes sepan historias que hay detrás de las palabras... Una alumna que no está ya con nosotros escribió una entrada para su Journal / que me impresionó mucho. Escribió que hay sociedades calientes y sociedades frías. Gente que juega con el fuego de la injustica, la ambición y la violencia, y destruye los elementos que en su propia sociedad son buenos, armonizadores...»
«¿Ven que yo no tengo nada de fag, ?», se exalta La Shakira. Se puso de pie y habla al grupo. Se sienta otra vez mientras concluye: «si es que significa, vieja fea o viuda que vende leña... no lo soy... No hay razón para que se me queme en la hoguera».
Al ver que otras niñas se conmueven, lo reafirmo:
«Cierto. Bien pensado», le digo, agrego su nombre y dos apellidos. «Y observa ésto: en la Armada de los EE.UU., como en muchos ejércitos del mundo, siempre ha sido una batalla histórica hacer que un joven homosexual obtenga el derecho a servir en las Fuerza Militares o la Marina. En la Gran Bretaña del sglo XVII, el «faggot» fue un hombre contratado, en el servicio militar, para que animara el coraje de los soldados, de modo que no era un afeminado ni un desviado sexual, o 'little bird'. No era un poof ni queer... Era un verdadero gallo...»
«Wow!», exclamó La Shakira.
«Y en un tiempo, no sé si todavía ahora, een la jerga, 'fag' se refería a un cigarro. Y te diré, por qué no utilizaría ese término contigo, ¿quiere que te lo diga?»
«Porque en español se usa más puto, como en mi México».
«No. Los maestros no deben animar el uso homofóbico de ninguna palabra. Observaré simplemente el origen moderno de identificar al homosexual con ese término. Una práctica que comenzó en las escuelas públicas Inglaterra... en ciertos planteles, hay niños o adolescentes que actúan como 'an unpaid servant for an older boy'. Es decir, un niño rico, mayor en edad, se busca a uno más jovencito para que le haga los mandados, traer como si fuera un criado... Eso es intimidación. Un 'bully', como se dice en México, 'agarra de su puerquito' al que se deja. Tampoco en ese sentido tú eres un faggot... Eres un buen chico y, en esta escuela, aunque te digan La Shakira, nadie se atreve ponerte una mano encima, nadie te hostiga y nadie te intimida... Estoy seguro que no lo permitirías y eso habla valientemente sobre tí... No dejes que ningún bully te maltrate. Tú deja la Shakira a un lado, quítate la peluca y dále sus pelucazos».
«Wow!», sí volvió a decir, «Wow!», pero los ojos de La Shakira se llenaron de lágrimas y se mantuvo, por primera vez, en meses, quieto y en silencio.
Este es el niño que, en su Journal / que no pensaba comentar en lo más mínimo su contenido / hizo una descripción de su ritual nocturno sobre todo lo que hace antes de irse a la cama. Describe con detalles cómo se acaracia, se afeita las pierna, se pone ropa de mujer, se mira al espejo. Baila ante él, se lanza besos a él mismo. Se prueba bragas y sostenes que no necesita. Por fin, tiene una hermana que le presta ropa de su closet, o negligés de sus gavetero. Ella le compra o le comparte esos productos del Dr. Murat, ahora que comienzan a salir uno que otro granito, no acné. La Shakira se preocupa innecesariamente por su cutis. A sus años, brilla por su ausencia el envejecimiento genético u hormonal de la piel. Es un chico lozano, limpio, que ni fuma ni toma ni se droga. Pero, ciertamente, sospecho que se siente solo y, en la soledad, sólo se sosiega con las fantasías. Es un narcisista y, en menor y en mayor grado, todos los niños lo son. Se enorgullecen por algo que tiene su cuerpo, la gracia de su juventud y energía.
Medito sobre la líbido de muchos de mis estudiantes. Algunos varones son más lozanos, atractivos por la radiancia de su piel, que las mismas niñas. La Shakira es uno de esos ejemplares varones de la CHS que son dotados de movimientos delicados, parecen bailarines, por rítmicos y ágiles; son blancos o con un color canela muy claro. Se aperciben hermosos, aunque no sean musculosos, agresivos, siimplemente tranquilos y vibrante. Hay más mundo / subjetividad / individualidad / en el interior de La Shakira que en todo su histrionismo externo. Pienso que sufre por algo más que el haber crecido sin otra compañía que la de su madre y una hermana mayor que está casada y se fue de la casa, a edad temprana, cuando La Shakira tenía seis años. Le ha faltado la nutrición emocional paterna; pero es preferible de este modo. He sabido por boca misma de su madre y del Dr. Frazier: «Que su padre lo golpeba por creerlo putito». El padre indecuado no la ofrece nutrición que se espera. Y fue por lo que de México La Shakira se largó con su madre. «No puede permitir que su padre les humille ni les maltrate».
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1. Preámbulo / 2. El Estado Dorado y Exitoso/ 3. ¿Cuál es «El divino tesoro»? / 4. La cazapremios que vive entre ratas/ 5. La llaman Meteorito o La Gorda / 6. «Usted es un progresivista, no un trascendentalista» / 7. Dos papas podridas / 8. El certificado de defunción / 9. Un demonio vestido de santito / 12/ Ver / 13. «Soy de donde mejor me convenga» / TEXTO / 23. Cuando no había princesas, sino hijas de puta / 24. La amistad y la política en el plantel escolar / 25. Amigo es el que aprende a oír / 26. Vivencias del padre del alumno laosiano