61. Cáscara amarga, corazón dulce
36.1961: Nadie me dice
nada.
No a todo niño de la Cuba de entonces se le trató
dignamente y se le ofrecieron opciones. Mas a cada uno de ellos, en mi
generación, se les ha bombardeado, por radio y televisión, en patios de sus
colegios, en lugares de sus vecindarios, con palabras como las siguientes:
Sierra Maestra, Cuba libre, invasión, revolución, dictadura, Batista,
castrismo, comunismo, presos, subversivos, democracia, socialismo, huelga,
sabotaje, hambre, ateísmo, presos políticos, persecución.
En abril de 1961, con la edad de apenas 7 años, entraron
a mis conocimientos de geografía sitios y referencias que no conocía: Bahía de
Cochinos, Playa Girón, Ejército Rebelde y Milicias Nacionales que, de pronto,
ya no era referidas como las tropas de Batista, o ,exponentes d democracia, el
oficialismo... Nunca entendí el por qué el tabú a la palabra 'CIA', pero ya me
interesé por saberlo. ¿Y mi parentala referida, aún por mi padre acusatorio
como 'cáscara amarga', o trafalmejo,
ya no es posible que ninguno diga: «Calláte, niño. No digas eso»...
Antes podía conformarme con saber que existe una Base de
Guantánamo (y que siendo de Cuba está en manos de los americanos con los que
trabajara mi padre), pero ya, el Dulce Camarada y el Co-Piloto de la Abeja,
está harto de los secretos. Y no quiere que se diga 'cáscara amarga' a Sara,
Malká, Andrés el Bobo o el Abuelo. Cáscara amarga, ¿aquel cuyo corazón es tan
dulce?
Harto de que ya, en proximidad del Pésaj, fiesta con
motivo de la cual otrora tomábamos el tren y como tres mosqueteros, salíamos al
campo el 29 de marzo a comer carne de cordero y pan ácimo. Teóricamente yo
podría ser guajiro por un día o dos... y preguntar por Bartolo y decir,
'gracias por la hacienda de Ceiba Mocha y por la parte que es mía, gracias a
Andrés, tu socio'...
No. No. Mil veces no. A mí me molesta que se diga que El
Caballo (Fidel) estuvo 25 meses en las montañas para que triunfara una
revolución y yo que no sepa nada ni por haberlo visto en la TV... cuando dan
las noticias, usted a la cama, o papá pone un pretexto para que no oiga cosas
de adultos... ¿Es el barbero de la esquina primo de Manuel Urrutia? Al barbero
fue a quien le pregunté porque nadie me dijo que se hizo presidente. Que será
presidente de la Democracia, ¿es que Castro es malo, o es que es bueno? Y si es
bueno, ¿por qué lo insultan diciéndole Caballo? « ¿Sabes, papá? Lleó, el de la
peluquería donde ibas, no es nada del presidente. Ni se conocen. No son ni
primo ni pariente lejano... y te pregunté»... Uno pasa por idiota, ¿deseas o no
que yo no sea klotz? ... Veo que otros niños van a la escuela, ¿por qué no yo?
A los únicos amiguitos que tuve, los pusieron en la
escuela. Me dijeron que el barbero es simpatizante de la Revolución y de los
guerrilleros de Sierra Maestra. Tienen mi edad y lo saben; yo pregunté, ¿qué
revolución? 'La que hay en Sierra Maestra'. ¿En España o en Puerto Rico? 'En
Cuba, pendejo. Aquí'. Yo yo pensando en los nazis, o en cuando había
republicanos en guerra por España y anarquistas como mi abuelo Joachim... ¿Cómo
es posible que otro niño, al que le digo que los bebitos no nacen por una
cigüeña que los trae, sepan más que yo? que sé el nombre de cada hueso de tu
calavera, yo que veo libros de partos, mujeres desnudas y bebitos cuando salen
de la bolsa de la madre, entre sus paticas, cómo que sepa menos que ellos? ...
Eah, si salgo klotz no me eches la culpa, no me digan así, como le dijeron a
Andrés...
Yo quiero saber si vienen los rusos. Si hay que irse o
quedarse y enfrentar aquí la guerra mundial que se anuncia. ¿Será la tercera?
¿La cuarta? ¿O ya hubo una tercera de la que no me dijeron? ¿O qué número de
guerra es?
«Mamá: ¿no que los camaradas se lo dicen todo y no se
guardan secretos? ¿Es que ya no quieres que sea copiloto y vuele contigo como
una abeja?»
62. La Revolución y el estado de emergencia
Efectivamente, el 1 de enero de 1959, en Cuba triunfó una
Revolución y un dictador, llamado Fulgencio Batista, huyó. El presidente de los
EE.UU., Dwight Eisenhower, ordenó el apoyo de organizaciones anticastristas y
cree que a la Revolución hay que hacerla fracasar. No hay relaciones, ni
diplomáticas ni comerciales, entre Cuba y los EE.UU. desde 1961.
Urrutia Lleó fue depuesto. «Los camiones de la zafra que
miraste por la ventana ya no pasarán porque la cuota de azúcar que EE.UU. asignara
no existe más. No quieren nuestra azúcar», dijo la madre. «Estoy triste porque
no sé a donde parará todo... Estoy muy confundida y por eso preferí no hablarte
sobre el asunto hasta que mis ideas sean muy claras. No fue que te traicioné,
mi copiloto. ¡Ay! camarada, es que no sé ni qué pensar.
El mismo Comandante y camarada de Fidel Castro, Huber
Matos, se rebeló contra la Revolución y se ha tenido, por tristeza, que
fusilara a mucha gente... Cuba ha necesitado petróleo. ¿Te has fijado que
existen muchos apagones? y la ciudad se ve oscura... pues, es que ya EE.UU. no
venderá gasolina ni petróleo a Cuba. Se ha paralizado la industria y la
economía y, por de pronto, los países que se alían a los EE.UU., aunque alguna
vez dijeron que son amigos de Cuba, han traicionado a Cuba, por igual, para
paralizar en general la economía... pero no es culpa de Fidel Castro. Es culpa
del modo en que la historia ha sido, siempre y hasta el día de hoy. Ambiciones
y estrategias en juego entre los que tienen el poder. El pez grande se come al
chico».
«Si papá es tan inteligente, cono dices, si son
camaradas, ¿por qué no le pides que te ayude a pensar, o que le diga a los
americanos que no sean tan malos con nosotros? ¿Sabes que me dijo, Abuelita?
Que a veces hay que ser como Martí, revolucionario, y que ella cree que Fidel
Castro es como él, un buen revolucionario», consolaba el niño.
«Así es, hijo. La situación es muy difícil»
No llegaba la maestra de Historia ni de otras materias, a
falta de autobuses o gasolina. Se paralizada la escuela. «Será por un rato»...
A veces atacan a los autobuses y a los trenes. «No
queremos que sufras y vayas a la escuela asustado. Mira... te voy a educar como
yo me eduqué y se educó tu Abuela, materna, no en una sinagoga. Te educaré a la
manera de la Gran Camarada Teresa Mañé y sabrás cuán revolucionaria ella fue.
Te voy a contar sobre una mujer que fue la única encarcelada y torturada en una
época tan difícil como es ésta. Claro, fue en España y hace 30 años o más...
Esa mujer se llamaba Teresita Claramunt y sufrió mucho... De las cárceles, en
Zaragoza y Barcelona, salió casi paralítica... Tenía mucha energía, sin
embargo, pues, organizó una Huelga General de 1902 y otra huelga de tranvieros
de Barcelona. Ella sí era como una abeja... y murió joven, más o menos con mi
edad... ¿Sabes, si yo tuviera que darte una hermanita, la llamaría Teresa,
igual que la señora Claramunt, igual que la señora Mañé, en homenaje a las
Grandes Camaradas y Abejas bravas...»
«Si tengo una hija Camarada y me caso, a lo mejor le
pongo tu nombre o Malká Sarita Número 2...», dijo el Copiloto.
«Buena idea, amén... Ahora para que te vayas a la cama,
te adelantaré la historia de una Abejita que tenía un abejito que era su camarada y él estaba enamorado, por primera vez,
de una niña de la escuela. ¿Quieres oírla?»
«¡Sí! ¿Cómo se llama el cuento?»
«Se llama 'La que silba por la casa'. Digamos que me lo
contó en Puerto Rico un niño que se llamaba Bartolo y cuya mamá era un abejita
silbadora, que le gustaba llevárselo de tiendas, o a visitar otros panales bajo
un sol tropicaloso, para que Bartolo aprendiera el valor del sacrificio y el
trabajo, antes que se enamorara y se casara».
63. 'La que silba por la casa'
Mamá, virgen que me heredara mis costillas, las que pegara
con saliva de seda de otros mundos, a las puertas de mi ser en este cosmos,
mamá la sideral, la spinoziana que calcula el panteísmo con los ojos y a eso le
llaman buen cubero y matemáticas de
la vida rutinaria, madrugó silba que
silba y yo, molido, con mis piernas que no quieran erguirse [ayer caminaron
mucho, junto a ella].
Se metió en cuanta tienda existe. Le dio rienda, suelta
rienda, a esa sospechosa acusación que Papá hace: «Mujer, hay que ser
ahorrativa. Tú me pareces que eres gastadora. Que piensas que el dinero brota
como si fuera agua de bajo de las piedras»].
Mas Mamá no hace caso.
Sale y me toma de la mano. La noche nos sorprende en
negocios. A mí... es la mañana la que se vuelve siglos. Son tantas diligencias
las que hace, visita aquí, visita allá, a todo el mundo. Ninguno la para y
quieren saludarla cuando sale a la calle, o la ven rumbo a la tienda, a la
barda vecina. Y la llaman y se entusiasman porque va con uno de sus nenes y
salió de sus nidos y telares como un trombo.
La ardillita recaudará sus nueces. En eso anda hoy la
esposa del maestro. Es siempre la mujer que está teje que teje y haciendo que
bellotas de amor y de contento se cuelguen en los árboles, han de ser las
futuras avellanas. O el sustento.
Sale, como ayer que no estuvo silbando y tenía carita
seria de abejita, atareada, hasta que dijo: «Vamos a las cerialias, por pan para el invierno»; y ella sí que sabe sobre
mediaciones, sobre pasión creativa y simultaneidad con lo Eterno.
Utiliza materias de su espíritu, signos que saca de sus
huellas dactilares, palabras hierofánticas que transmuta del momento más duro
del asma, cuando parece que se va sin aire en los pulmones a sus viajes
extáticos, a cercanías kratofánticas
a orillas de la muerte.
En sus itinerarios, se detiene en La Trapera de Leopoldo
Nieves que son la misma parentela de mi padre; sube más allá del Cementerio
Viejo donde está Luis Cantántora como un polo imantado de negrura, Vigilante, y
saluda a Polo El Prieto.
Entra a la Cinco y
Diez de Doña Chefa Jiménez, jamona del Pueblo; seguro Las Delicias será el último paro...
antes, porque puede que no conozca la palabra ágape, visitará a poderosos, a
las familias ricas que tuvieron algo ver con los nuestros.
Ella bien que se sabe en forma y contenido, en identidad
conceptualizadora lo que es justicia, pasión ante el prójimo, buena voluntad;
herir el irracionalismo puro de los viejos kantianos, hijos de puta del imperativo categórico, exorcizar a esos
anglófilos, rooseveltianos, de la Vieja
Colchoneta, chupasangres antes de La
Pava.
Por eso se va donde Mochei, la esposa de Sagardía Sánchez
y de la cepa Torréns que eran los buenos en cuanto pueden; los políticos, con excepcionbes, casiu nunca son buenos.
Ahora él es diputado en la Legislatura, Puerta de Tierra.
Puede que ella no conozca, en rigor, de gobiernos ni de agendas prioritarias,
ni de sofistas de la nueva y la vieja demagogia, pera ella sabe hablar y no
decir pendejadas como María Culito subida a las tribunas.
Mamita habla de tal modo que el Estado parece que no es
para que dependa de voluntades mezquinbas y humanas, sino de cierta
universalidad dispensada por la Hilandera mismísimo Cosmos, o de la urdimbre
aracnológica a la que la Virgen Atenea le sacó los ojos, le tapó la boca, le
dio el asma en la soga de la asfixia, en el innoble cadalso de la ahorcada.
`Ahora es ella, la que sale a la calle, en forma de
Mamita, ardilla lidiadora, vecina próxima al Caserío Mández Liciaga, y porque
Doña Bisa representó la Casa de la burguesía señorial y aristocrática que ella
comprendiera por sus viejas intenciones, con ella va, con María Luisa Rodríguez
Rabell, viuda del Juez Negrón, y es otra araña, hilandera, tejedora de
justicia, ambas creyentes en los Eternos Tapices que cuentan la historia de los
dioses curioseando entre humanos, amores posibles de dioses, sus andanzas, sus
buenas o malas engañifas. O mentiras piadosas.
No es mofa de Aracné ante la diosa Atenea (es cosa donde concibe
la idea que lo Divino se mezcla con lo humano y la historia divina y la profana
se coinciden; se entrretejen e hilan).
Y Mamá dialoga sobre esto. No sé qué vende que no sean
palabras: Mamita es una ardilla charlatana, oradora, con boca limpia como sus
manos. No han de ser Causas Perdidas las que ella promociona; sabe que de estos
viajes al Pueblo, a pasito lento de camino, porque, en mi caso, cansan,
fatigan, depende nuestro invierno cuando se vaya ese Sol tropicaloso...
Ayer fue al Pueblo, regresamos. Y Mamá, dulce Abeja,
hembra de estrella que se vuelve avellana, ardillita traviesa, juguetona, hoy
silba, brinca como mosquita loca de pared a pared, y en cada flor de la casa
deja sus besos de mariposa. Y, como un ruiseñor o sabe diós que avecilla, tiene
una canción en los labios, una melodía sin letra, pero sonora, obsesivamente
contagiosa y agradable como miel.
`Lo sé. Es que ayer visitó enfermos, tristes,
desconsolados, compró cosas, miró lo uno y lo otro, se trajo mercancías a
plazos, en lay-away, a fiado.
Yo vine cargado de paquetes, tan sudoso que hoy casi ni
me levanto; pero, ella quedó dura, cantarina, resistente, madrugó silbando,
silbando, silbando.
Y esto durará meses y meses; posiblemente, antes que el
invierno llegue, me dirá lo mismo: «Esta vez será el campo», visitar a
la Abuela, a Cidral, a Mirabales, a El Guacio, a ver los viejos Alicea, los
Prat, los Arce, los Luiggi, los Brignoni, los Vélez, los Ortices y Arocena, y «claro,
Bartolo, tus animalitos, y la nena que te gusta de la escuela, a esa que
escribes en secreto, tu prima de ojos azules sí, la de versos al campamento de
El Guacio».
«Cualquier parecido con la realidad de Bartolo y tú es
pura coincidencia. Colorín colorado: este cuento se ha acabado».
* * *
Ahora, al seguir los recuerdos de La
Abejita, las enseñanzas que me deja, no sé si decir que ella silba o da
zumbidos por la casa. Forjo la imagen de la mujer fuerte. Una con gran aguijón
y entereza, cuyo prototipo no es el que gustara a Benavito y mi padre. Ninguno
festejaba a Judit y su gesta contra el general Holofernes, líder de los invasores sirios, Ignoraron exprofesamente la fiesta de Purim el 14 y 15 de Adar.
Y mi padre vio a Sarita como a Judit encarnada, sólo que
con un fusil al hombro, judía y marxista, médico en su competencia y no lo
soportaba… Consta que a mí La Abejita no me hablaría sobre Fidel, Ché Guevara y Cienfuegos. Entonces, de
Sierra Maestra y sus logros poco se sabía. «Lo importante es que, en la
historia no oficial, las maravillosas de la acción femenina resplandecen y que
tú no debes ser machista. Hay ya muchos
en tu familia». No se salvó ni Tío Andrés, quien fue al más que quería.
Como me educaba a
la mañé, me contó que firmaba durante la guerra mundial en Europa
documentos en defensa, cartas en pro de la liberación de Sendler, Doña Irena.
Fue una heroína de los guetos de Varsovia y los deprimidos entornos de la ciudad,
donde el nazismo homofóbico victimizó a 400,000 habitantes. Los cautivos y
torturados eran comunistas, sindicalistas, estudiantes anti-invasores y, sobre
todo, judíos y gitanos. Por seguir el consejo de su amoroso padre, por su
iniciativa, salvó 2,500 niños judíos de una muerte segura.
«Escarbaba túneles, se metía por alcantarillas de
escondite, alimentaba a las vulnerables alimañas que se condenarían a muerte».
Por tal razón, en 1943, fue
traicionada. La torturaron brutalmente por no dar ni un solo nombre de los
niños que tenía escondidos. No choteó a ninguno que con ella colaborara en
salvar vidas, evitar sufrimiento y compartir caridades en medio de un régimen
tan injusto y despiadado.
«Ella vive,
hijo mío, y está recluida en un asilo del centro de Varsovia en una
habitación donde nunca faltarán ramos de flores y tarjetas de gratitud
procedentes del mundo entero. Yo le
envié una carta, recién llegué de Berna. Cuando supe sobre ella, su quehacer,
me conmoví».
Alemania había invadido a
Polonia en 1939, Sendler era enfermera en el Departamento
de Bienestar Social de Varsovia. Trabajaba en los comedores comunitarios…
«¿Te fijas que para servir
a la patria cualquier trinchera sirve?», decía Mamá.
En Varsovia,
Irena se horrorizó por las condiciones en que se vivía allí y se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos. Se tenía miedo a que se desatara una epidemia de
tifus. Por eso los invasores alemanes toleraban que los polacos controlaran el recinto
y ella consiguió identificaciones de la oficina sanitaria, una de
cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. El punto fue que
se puso en contacto con familias a las que les ofreció algo
maravilloso: salvar la vida de sus hijos , sacándolos del Gueto.
Al finalizar la guerra, fue su satisfacción devolver los
niños sobrevivientes a sus padres, quedar callada y sin jactancia en su silla
de ruedas a la que la condenó la tortura policíaca. Vería el paso del tiempo,
consciente de su bondad, y esperaba su propia muerte y su espera fue larga.
Doña Irena cuando murió tendría 97 años.
Fue en
Puerto Rico, donde también me contó sobre otra mujer, más contemporánea, una de
mi tiempo y el suyo, que admiró. Era Golda Meir.
La llamaba La Abuela de Todos los Judíos y me preguntaba: «¿Acaso no observas
que ella es un poco como Malká, la reina
de los sábados, la sueca de Benavito?»
Férrea voluntad, boca sin
tapujos, abuela de pelo gris de todos los judíos, cuando el sionismo se implicara con su nombre…
«Con Golda, todos entonces
éramos sionista».
«Yo la quería. Me
inspirabas».
Sionismo era espíritu. Hoy
no.
Ahora es territorialidad y
ambiciones, Abuela Golda.
*
¡Si supieras que han hecho
de tus causas, a qué niveles han decrecido y desfigurado tu grandeza, no lo
creerías... si supieras cómo se retuerce en la tumba David Ben Gurión, cómo
hiela tu calor humano en Kiev donde naciste, cómo ni residuos quedan del viejo
Partido del Trabajo que tenía su sionismo como el tuyo.
Nada quedó en Tel Aviv, la
vieja Palestina, de lo que fue la visión del hibisco y de una labor cooperativa
de cultivos entre Israel y África! ¡Nada queda, después del Ministerio tuyo en
las áreas de Trabajo, Relaciones Extranjeras, Planeamiento Urbano y el
secretariado de Mapai!
¡Ya el sionismo es otra
cosa: fusil, desvío, colonialismo, asentamientos, ultraje, polarizaciones,
unidimensionales pactos e Israel no es el Estado que soñaste y ayudante a
proclamar! Después de la Guerra del Yom
Kippur (que te hizo retirar de la política), sólo queda odio, heridas que
desde octubre del '73 no han cicatrizado, aniversarios de recelo y una que otra
luz de tu grandeza.
¿Qué dirá tu padre carpintero, siempre temeroso a verse en medio de un pogrom inminente, tu padre Moshe
Mabovitch que huyó de Ucrania por trabajar en el New York monstruoso, tan racista
como el Kiev ucraniano? ... y mira ese dolor de la ausencia, Abuela, todos tus
hermanos muriendo en la niñez (tal vez por el hambre, el frío, la soledad de
Pinsk. ¿Qué dirá en Milwaukee, tu padre, ahora en los empleos mejor remunerados
de los ferrocarriles cuando se mude a la familia y sepa que 5 de sus hijos murieron
en ausencia y sólo queda Sheyna, Tzipke y tú, qué dirá, desde su ventorrillo,
Blume tu madre y cómo desde una escuelilla de la Calle 4 has de ir fraguando el
empeño de acción cooperativa, amor social entre judíos, liderazgo activo para
pagar no sólo libros tuyos, los de tus compañeros en el primer decenio del
siglo?, ¿cómo dirás a ellos, que tras muchos viajes, empleos, separaciones, temes
si habrá valido la pena?... y luego, Denver, Colorado, y la pregunta es igual
con Sheyna: vamos a debatir la cuestión del sionismo, el derecho de las mujeres
al sufragio, la necesidad de forjar cooperativas y aprender de los kibbutz en MerhaviaIn, Palestina, y una ética del trabajo y la
tolerancia étnica y humana que valga para todos: porque Sión es espíritu y el socialismo
es dedicación y complemento bueno del sionismo. Vamos (tu esposo va contigo) al
Valle del Jezreel y aprendamos a criar pollos, a recoger almendras, a plantar
árboles y atender cocinas colectivas, vamos, con los pequeños críos Menachem y
Sarah al kibbutz Merhavia, seamos judíos
de duras manos que aman espíritu porque amor hay antes que tierra o plan de
particiones y trabajo antes de cualquier república...
Férrea voluntad, boca sin tapujos, abuela de pelo gris de todos los judíos, cuando
el sionismo se implicara con su nombre, entonces, yo era sionista, «te quería. Me
inspirabas», porque no eras paramilitar de metralleta dentro del Movimiento y pediste
cautela en junio de 1946 porque el británico mismo arresta tus líderes y a la
gente del Yishuv. Al éxodo masivo de árabes antes de la Guerra de Independencia
de 1948, lo ubicaste desde el sionismo compasivo: «Esto es horrible y se
asemeja a lo que hemos sufrido como judíos con las ocupaciones Nazis de Europa»
y te fuiste, Abuela Meir, disfrazada de mujer árabe hasta Amman y te reuniste
en secreto con el rey Abdullah de Transjordania, urgiéndole: «Seamos ambos
agentes de la paz. El Estado que deseamos tiene espacio para todos. Disuade a
los árabes de que nos ataquen[ yo haré lo mismo en la nueva Tierra de Israel porque
hemos esperado 2,000 años para este momento».
Pero la guerra llegó. Egipto, Siria, Líbano, Transjordania e Irak, todos juntos
en 1948 y fuiste a la URSS donde en sinagogas de Moscú se bendijo tu nombre,
eras la primera embajadora de Israel, la primera que respeta el trabajo, que
bendice el socialismo, que canta a la paz pese a que no se puede, no se quiere,
no se honra... ¡Oh Meir hebraica, iluminada, alcaldesa de Tel Aviv, constructora
de naciones, mucho te falta por ver, la burla que acaban acabalado con tus
grandes visiones, aguijones querrán herir tu pie y tirar, una granada Mills te
espera, cuídate de Yaakob Dueg y los enfermos mentales del nuevo sionismo y de los partidos y liderazgos de Rafi y Ahdut
HaAvoda, cuídate de las coaliciones con los que van con la guerra de Seis Días a
herir el calcañar y los que como Nixon, Ceausescu y Willy Brandt, a tus
espaldas se burlan junto al Partido de Gahal...
Esto de muchas balas es tu negocio triste.
Cuídate, Abuela, de Moshé
Dayan y Henry Kissinger. Del canciller austríaco Bruno Kreisky en los campos de
transición de Schönau, en la Baja Austría. De la Operación Ira de Dios. De la
Masacre de Munich durante las Olimpíadas
Veraniegas. «Five
years are sufficient... It is beyond my strength
to continue carrying this burden», dijiste. Cuídate de la Mossad y no los utilices porque es la verdadera picadura en
este Septiembre Negro. Deja que
Yitzhak Rabin herede tu caída. No te manches tus manos en las Alturas de Golán.
Israel te debe lo más heroico que el sionismo tuvo. Ahora únicamente queda la
sombra, el crimen, la voluntad que ofende a sangre y fuego al vecino y al Dios.
Seres quedan que no invocan otra cosa que violencia, seres que no se acuerdan de
los penurias de tu padre y tu madre en Kiev, en Pinsk, en Nueva York, en
Milwaukee, en Denver y cómo piscaban almendros en los kibutz y la gente era amorosa, conforme con lo suyo, sudor y
trabajo y un Sión dentro del alma, basado en no despojar a los vecinos, basado
en el Shalom sentido.
64. ¿Te gustaría ser un Pedro-Pan?
«¡Vaya pregunta!», le inquirió ella y echó un grito que
llegara a la cocina, donde sabía que estaba su hijo, lamiéndose los calderos de
una masa batida de pan de maíz que la cocinera horneaba, o devorándose dos o
tres cajitas de pasas. Como ya corre y parece que vuela, por la agilidad de su
edad de 7 y su cuerpo delgadito, lo llama irónicamente el copiloto Peter Pan.
El antifidelismo del barrio corrompió la idea. Dejó de
referirlo de ese modo cuando 'peter-pan' se politizó y se hizo una caricatura
de católicos de clase media y ricos de El Vedado.
Andrés consolaba al chico con una improvisada pecera. Dos
peces de colores que se halló en un frasco de cristal transparente. Su dueño, ¿quién
será? Dos peces olvidados. Ha traído un par de cangrejitos además y, viéndolos,
Carlos pasa horas. Fue que durante el Pésaj cundió tristeza y no se fue a Ceiba
Mocha para otro día de campo. «Y ver si me cuidan mi huerto, mis árboles».
«No vino a que le diera un beso», se quejó Andrés cuando
a Doña Sara.
«Está atento a todo. Sabe que vivimos bajo la Revolución
y digo 'bajo' porque nosotros no vivimos en y con la Revolución».
«Es un niño», dijo él.
«¡Vino tu tío querido!».
«¡Déjalo allá! ¡Tranquilízate!»
«Presionan para que sea un niño Pedro-Pan».
«¿Y quién es él para tomar esas decisiones?»
De repente apareció escondiendo, manos tras la espalda,
algo.
«Adivina qué tengo aquí», le dijo a Don Andrés.
«¿Qué?»
«Adivina».
«No sé».
Abrió una de sus pequeñas manos y lo anunció con orgullo,
aunque en la mañana, en la biblioteca, se dedicó a hurgar en algunos de los
libros de su Abuelo de qué se trata ese cangrejito rojo que le llena la mano:
«Gecarcinus ruricola».
«No le tengo asco, Andrés. Leí que viene de las aguas de
Pinar del Río, de Guanahacabibes, durante las primeras lluvias de la primavera
y que le gustan más los bosques que el mar. Entonces, sería bueno a vivir a
Ceiba Mocha cuando volvamos».
Con Sarita misma se enojó, al pedir que botara eso pues
vive en ciénagas. Posiblemente, contaminada.
«Si lo alimentas con amor de cualquier cosa, se cría. No
se muere», aconseja Andrés y aconseja «Mételo en el pote de agua. Lávate bien
las manos y vienes. Te sientas con nosotros porque hablaremos contigo, hijo».
«Esta es la Camarada Geca y por apellido Guanahacabibes».
«Perfecto, Camarada. Ahora ve con Andrés porque la
familia de Geca ha crecido».
Ha sido el Cangrejito Rojo la primera mascota del niño y
en su ocasión, meses antes, tuvo un altercado con su esposo.
«Dios bendice todo lo que tocan las niños... mira, es la
primera vez que yo veo un cangrejo rojo y que sé tantas cosas científicas,
hasta su nombre y alimento, ¿Gecarcinus ruricola? ¿Cómo fue que dijo? ¿Hablaste
tú a la edad que Karl tiene sobre ovíparos, espermatozoides y cangrejitos que,
como éstos, son limpiadores de la naturaleza? Mire usted, doctor Abram-Matías i
Aaarhaus, yo estoy secretamente más feliz con ese cangrejo que él y si se
muere, por malos cuidados, porque la Naturaleza es irremisible, estaré más
triste que él... y ¿sabes que criará los primeros pececitos de colores? Tal vez
no lo sabes, pero lo he visto jugar con tierra, con cucarachas del sótano, y ni
Diablo ni Dios lo enferman... Lo verás más sano que nosotros. Yo me pregunto
por qué y, sin decirlo, él contesta mi pregunta callada. Desde que tengo el Ojo
de Dios en esta joya, el Hamsa que me regalaste, no hay araña que me pique en
el sótano ni avispa que me clave su aguijón. No hay sapo que me dé asco ni
perro que me pegue sus pulgas y yo digo: Amén, amén, amén... Esa es la
diferencia entre tú y yo, Dr. Abram, esposo mío, nunca más, mi-casi camarada,
ni ocho-cuartos... Me imagino que Leonardo da Vinci, o el mismo Servet, o
cualquier anatomista entre quienes pasaran por la hoguera, tenían más fe que
tú, que no te crees hereje, sino un racionalista...»
«¡Bla bla blá! Que conserve su cangrejo, pero olvídate de
las penas existenciales de los renacuajos y de la metafísica de las abejas y
toda la bazofia que me hablas. Sé cautelosa y punto», se incomodó el médico.
Y la reunión se planteó como una sobre la educación, si
prefiere irse a España con Sara, o a Miami, y ser un niño-Peter Pan. Sevilla es
opción y tienes primitos allá, parentela no muy lejana. Gente sencilla que no
cree en la política o las militancias. No habría ninguna sorpresa, al
parecer...
«Después que esté contigo, voy a donde quieras»...
«Ahora más que nunca», la BRAC necesita de servicios
El Dr. Abram se excluye. BRAC necesita de sus servicios,
hoy más que nunca. Lo mismo MKSEARCH, que da buen dinero, más que PBRUMEN (CIA,
brazo en Cuba) y KUBARK, y un día verás que «Karl le entrará, si lo educas
bien». «Aunque sea un por par de años, hagámoslo como ahora, y yo voy de visita
contigo a España». Fue lo último hablado.
«Yo no me quiero ir, si es lo que quieren saber; pero si
se van todos, yo no les puedo abandonar, voy también... pero, ¿ y la finca y el
cangrejito que me dio Andrés y mis peces, y mi cama en el tonel de vino, mi
cama de pirata, la hamaca que colgué... No. Yo no dejaría la finca de Bartolo
si Andrés no la cuidara hasta que yo sea grande... ¿No hiciste una promesa de
educarme como se educó mi otra Abuela, o de formar una escuela laica en el
campo, con todo lo que aprendiste de Mañé y la otra Teresita, que fue torturada
en Montjuic? ¡Ah, eso es! Te arrepentiste, mamá».
«No, no. Una promesa es una promesa».
«¿Entonces?»
«Sólo investigamos cómo piensas, si te gustaría ser un
Pedro-Pan».
«¡Pues no!», gruño él.
«Yo no me iría de esta casa. Porque esta casa es mía».
Entonces, nadie se exiló. Y empezó a operar una escuelita
en la Biblioteca que fue del Dr. Simón ben Abram-Sbarbí hasta que llegó el año
de 1965. Se enterró a Malká en Ceiba Mocha. Hubo tristezas, enfermedades,
penurias...
Y ni aún la Crisis de los Cohetes de 1962 hizo que el
chico se atemorizara. La suerte de Cuba y la casa, junto a Andrés, la
discutieron con franqueza. Abram hizo presiones para que todos se exilaran a
Miami. Se llevó el chasco de su vida.
Echó miedos con bombas atómicas, con una tercera guerra
mundial entre soviéticos y yankees. No volvió a pasar una Navidad con ellos. Ni
compró obsequios para los cumpleaños en la familia ni recordó aniversarios. Ni
su boda siquiera. Eso sí: cumplía con las manutenciones.
Lo vieron, entrar secretamente, a ubicar la tumba de su
madre, Doña Malká, la Sueca Aaarhaus.
Y, en 1962, 1963, 1964, el Camarada Karl dijo lo mismo:
«¿Quién tiene miedo em Cuba? ¡Yo no!» y se salió con la suya.
Para hacerse el sueco ...
«¡Oh! Cuba hermosa, primorosa, / ¿por qué sufres hoy / tanto quebranto?/
¡Oh! Patria mía, / ¡quién diría / que tu
cielo azul / nublara el llanto!»: Lamento cubano (1932), canción de Eliseo Grenet Sánchez, popular durante
la dictadura de Machado
Nació en la Basilea-Ciudad (Basel-Stadt), que en nada
compete a suecos. Esta ciudad es el más pequeño de los cantones suizos, en la
frontera con Francia y Alemania, atravesado por el río Rin. Al sur está
Basilea-Campiña.
Su padre Otilio Matías, demasiado sefardo en su
apariencia. Y, ella, tan rubia y blanca, como mi madre; pero nunca personas
zoquetas / con los agravantes que tiene ser soquete, o tarugo, o hacerse el que
no se entera, jugar al loco, y Doña Malká, recién casada con Benavito, no lo
olvidó. El asunto siempre la metía en cavilaciones. Creyó haberse ganado un respeto
de criolla. Fue más cubana que el propio Otilio.
A veces, al juzgar a su esposo, Sara informa que «sueco,
sólo él», uno que como Abram desoye adrede alguna orden o evita involucrarse en
algún asunto, estrictamente familiar. La expresión es muy antigua. La vio y
sonrió un día que leía un drama de Manuel Beltrón de los Herreros: Dios los
cría y ellos se juntan. Drama del siglo XIX. Leopoldo refiriendo acerca la
invasión rusa de Finlandia, durante la 2ª Guerra Mundial, ante los suecos que
no dieron apoyo durante la invasión rusa de Finlandia, a sus vecinos fineses,
decía: «Se repite la historia. Los suecos miran hacia otro lado. Se hacen a la
idea de que nada importa. Que nadan los afectos. Que el sueco es hueco y la
solidaridad un bledo».
Mas cuando se ponían a hablar sobre vikingadas, piratas y
guerreros de la Vieja Escandinavia, ah... por la magia de Karl presente, todo
cambia y se hacía claro. De pronto, ya decía. No hay misterio. «La razón por la
que a los Abram y a los rusos judíos de esta este pedazo de La Habana, le
llaman suecos. Los vikingos suecos, llamados Rus, son los padres fundadores de
Rusia, y han llegado a Cuba con la Primera Guerra».
De hecho, cuando en la escuelita laica, a la mañé, que Sara fundara para mi
educación, discutimos algo de la Historia de Suecia y la época de los Vikingos
y los rusos, escuché este punto. Al fin, imaginé yo, se explica por que esta
Calle es la cuadra de los rusos, siendo la calle de los judíos. Los guerreros y
navegantes vikingos, desde los ríos de Rusia llegaron al Imperio bizantino,
Constantinopla, sólo que el Estambul, o la turquía
caribeña es La Bodega, La Habana. No. Este no es Gothan. «Aquí están los
mulatos y el ruso blanco que viene es el sueco».
Con el Sueco Mayor, el que trajo a La Sueca, no había
engaño. Benavito fue uno de los que jamás 'se hizo el sueco' porque odiaba a
los nazis. Sabía que la pretendida neutralidad de muchos países es humo. Cuando
no se está en posición de oponerse a Alemania nazi, el falso neutral colabora,
no puede más que obedecer y Suecia lo hizo. Vendió de su acero y proveyó
rodamientos y a maquinaria a Alemania durante la guerra.
Sus voluntarios en las unidades nazis SS estuvieron entre
los primeros militares en invadir la Unión Soviética durante la Operación
Barbarroja. «El resultado son los judíos en esta calle. Esta aljama de La
Habana hecha de judíos rusos, unos cuantos polacos. Gente más honesta que no
lucró, escapó. Yo hubiese hecho lo mismo». De la 'Sueca de embuste' que trajo
de Basilea no se arrepiente, aunque digan que se robó una niñita para sus
«viejos güevos calientes».
La Abuela se crió como una chica capitalina. Cuando iba a
su colegio, podía ver a hombres trajeados, meticulosamente vestidos, yendo
hacia el Grosser Rat, el Parlamento,
y las fiesta eleccionarias cada cuatro años. Le gustaban los Carnavales de
Basilea, Basler Fasnacht. Los esperaba con ansias y, con Otilio y Leopoldo, en
la casa, se le hizo muy fácilmente aprender el idioma español y con su español
de aprendiz era capaz de comunicarse con las comunidades italianas, bastante
numerosas en Suiza, más que la francesa entonces.
Y fue así que conoció a Benavito. Al principio fue un
cariño, como de un padre a la hija, pero, en años de verla espigarse y
engordar, se convirtió en Caín queriendo esposa. En Moloch, o rey que pide
Malká, su reina. En Baal que pide Posesión y la enamoró. El sabía cómo. Ella
era una buscadora de paraísos tropicales y de una Nueva Arcadia. «Creo que
sabía de Cuba más que él mismo». Benavito sólo se movía de La Habana a Cárdenas
y la Provincia de Santiago, por razón de Moritz y los Lecsinka. Ella consultaba
la historia cubana y la geografía y hablaba Haití, Curazao, Antillas y
archipiélagos. «Yo te mostraré todos esos paraísos», le prometió y no se lo
cumplió.
¡Qué linda! Recuerdo a la Abuela, las remembranzas de su
noviazgo y amores. Aquella mujer que no conoció a su madre, que se crió entre
hombres, que esperaba con ansias el Carnaval y que Benavito, al explicar los
Carnavales mulatos de Santiago, la hacía imaginar escenas muy coloridas, al
ritmo de tambores, charangas, mamarrachadas. Ella lo recuerda, con algunos
tarareos de canciones que él gustaba («La Bayamesa», «Perla marina», «Guarina»,
y «Tardes Grises»), de Sindo Garay, el Faraón de Cuba, como le llamara el poeta
Federico García Lorca. Este cantante y compositor de Santiago de Cuba tocó el
corazón del rabino.
Por igual, Benavito sacaba los recuerdos de los fines de
semana del Carnaval de Verano y patrocinadores de industriales locales, como
fueron la Polar, La Cristal y cervecerías y rones como Hatuey; Bacardí y los
tabaqueros de Edén. Cárdenas fue su lugar de retiro favorito, a la muerte de
Moritz. Pero Santiago de Cuba era la tierra para sus alegrías, por su
diversidad musical y la belleza de las mujeres allí y no hablaba de las rubias
precisamente.
Según contó Benavito a Malká, para febrero y marzo, antes
de Cuaresma, había un Carnaval para los Blancos Cubanos, «a quienes no les
gustaba el alboroto, los bailes indecentes y el ruidajo o la mamarrachería». Se
jactó, «yo iba a esos, Carnavales de Invierno, patrocinados por la Sociedad
Filarmónica, o el Club Catalonia; pero me escapaba para la cumbiamba de los africanos».
66. La Tremenda Corte y Pumarejo
Quiero recordarte, Malká, como si estuvieras viva
todavía. He buscado estas canciones de Sindo Garay, esta vez en voces de Ela
Calvo y Omara Portuondo para que te recuerden a Abuelito. ¿Oyes en el Seno de
Abram, Nuestro Padre, su «Guarina», «El huracán y la palma», «Amargas verdades»
o «La tarde»? Hallé un abandonado tocadiscos de Papá. Te pondré canciones de la
mañana a la tarde.
Te diré cómo se ha portado la cocinera Puruca. Aprendió a
hornear las galleticas de miel y almendras, galletas de Basilea. Tiene la
receta escrita, ya las hace de memoria. Siempre las hará en tu honor para
recordarte y deja que meta mis dedos en la masa de harina y me los chupe cuando
sepan a miel... Te diré cómo se porta la maestra La Becerra y que, ya no enseña
música, aunque yo no sé cantar ni en iedish
ni en hebreo. Lo que ella quieres que aprenda a apreciar es toda música. Un
día, después del luto, le dije que buscara discos de Sindo Garay, y cumplió.
Los trajo. Ya escuché otros de los suyos: Antonio y Evelio Machín y Benny
Moré... De la música que oye Mamá, o que canta cuando está feliz, o romántica,
que no falte Leo Marini, ni Daniel Santos ni Sylvia Rexach...
Confieso que mis años en la escuela doméstica laica, si
no fueron los más felices de mi niñez, fueron los que más me hicieron conocer a
mi familia. Eran días intensos y afectuosos entre los camaradas, tanto que
olvidé que el último regalo, o novedad que recibimos para la casa fue un
televisor. El gran mueble era como un objeto que no existía, al que sólo podía
mirarlo Papá.
La transmisión televisa comercial en Cuba existía desde
1950, gracias a la señal de la Unión Radio Televisión, por el Canal 4, una de
las primeras en América Gaspar Pumarejo, a quien recuerdo tan grande y gordito,
con una voz pastosa, fue el dueño de la Unión
Radio Televisión. Pumarejo tuvo sus primeros estudios de televisión, en su
propia casa de Mazón 52, esquina a San Miguel.
Una de esas veces anuales que fuimos de paseo a Ceiba
Mocha, en años menos peligrosos que 1961 o 1962, previo a tomar el tren, en
coche de alquiler adquirido por Andrés, pasamos ante cierto edificio de la
Calle 23 y M. «Desde ahí, es que Pumarejo hace su show».
Otro día te llevo para que veas Radiocentro», estudios
televisivos de las Empresas de Goar Mestre. O Canal 6. La CMQ Televisión, Unión
Radio Televisión y Telemundo y 2 de 4 transmisores restantes estaban
instalados, 3 en La Habana.
Recuerdo vagamente los anuncios y jingles de cigarros,
Gaditana, Ñico Saquito, la pasta dentífrica
Crest y los jabones Camay y
Palmolive. Recuerdo a gente que vino a casa a pedir ver programas de la CMQ TV,
en especial, a «Pototo», un personaje de Leopoldo Fernández. Fue la primera vez
que escuché que Pototo fue considerado un ídolo en Cuba y que El show de
Pototo & Filomeno, en radio y TV, tendía considerase, desde 1955, lo
más importante que ha ocurrido en la nación.
«Más importante que la Caída de Batista».
El lamento público en la calle fue que Castro lo prohibió
ya en la radio y lo quiere censurar en la TV. En el show, Castro y su gente son
objeto de los chistes y acerbas parodias política. La Tremenda Corte, una que otra vez, escuchada por la radio, a mi
familia y a mí no daba gracia alguna; al tonto de Andrés lo hizo que otra vez
cagarse de la risa.
Sin embargo, a él fue que escuché decir sabiamente:
«Actores son actores, charangueros de la banda. El hombre peligroso es ese
español Cástor Vispo que ya se siente más importante que Fidel y el Papá de los
Pollitos... ¡Déjenlo! Que lo quiere es
plata aunque tenga que burlarse de su madre... Usted verá toda esa gente que
lucra fuera de la Revolución, liar sus maletas, e irse cuando no haya dinero.
De patriotas y crítica responsable para el momento que se vive nada tienen.
Guarachando en los cabarets Sierra y el Montmatre se la pasan para que usted
acceda a prestar su televisión para que vean sus comemierderías».
Y se fueron, con su Tremenda Corte a otro lado... mas,
entre las maldades del follón de Andrés, que sí se ensartaba esos programas en
la radio, estuvo comparar el Viejo Benavito, su padre en momentos de
cascarrabias exaltado, con el Juez (Aníbal de Mar). Y, según crecí, en el
exilio y escuché los dichosos programas de Pototo, le dije: «¡Coño, tío, tu voz
y manera de articular me recuerdan a Pototo!»
¡Cómo de feliz fue la escuelita que cuando comencé a ver
la TV hasta la novela más lacrimosa que viera mi Mamá me parecían de un mundo
sin sentido, tan ajeno y falso!
67. Parece Esaú, no Jacob
Sabido es que Otilio aprovechó su trilingüismo,
alemán-español, alemán-francés, tan pronto pudo para convertirse en agente de
Bienes Raíces y banquero hipotecario. Puso la medicina a un lado. Era un gran
conversador, con facilidad para hacer amigos y, a menudo decía Malká, «este
Abram, tan callado, hijo de la vejez de Benavito».
Doña Malká lo decía a Sarita: «Parece hijo avergonzado,
como si fuera hijo de Agar, y no de mi vientre. Parece Esaú, no Jacob... ¡Ay,
Sarita! Cámbialo, edúcalo. Yo no pude porque él no quiso y él menosprecia a
Andrés, más que su padre, lo he visto llamarlo hijo de puta y no me gusta entre
hermanos, aunque las madres no sean las mismas».
«Sí. Lo haré. Conmigo será un verdadero sueco. Le pondré
pantuflas de alegría, 'soccus' como
las empleadas por los comediantes de Roma porque en vez del calzado que en el
teatro romano antiguo llevaban los cómicos, él calza sus coturnos de teatro
trágico y eleva su estatura de amargado».
`Y él, aunque no es hombre torpe y obtuso, se asemeja al
verdadero tonto.
También yo
recuerdo a Abuelita Malká haciendo alardes de sus artes de cocina. Más bien, lo
único que sabía era hornear unas galleticas, de miel y harina, que llamaba
«Basler Läckerli» y para Navidad, la cocina volvía a ser suya. Horneaba
entonces galleticas con almendras, que llamaba las «Basler Brunsli».
«¡Ay, meine
Großmutter, abuelita!»
También yo me quise morir cuando vi tu ataúd y lo bajaban
por las escaleras hasta la Calle. Yo no dormí esa noche, por días no quise
dormir, hasta que no vea tu ataúd cubierto con la tierra de Ceiba Mocha. Te
hicimos esa promesa. Y la cumplimos. Después, en el regreso, lloré a boca
partida. Grité, sin vergüenza de llorar, para que lo supieran los montes que se
fue la reina. Lloré para que Dios me callara, molesto conmigo, abriera la
tierra, me tragara y me hallara contigo en un espacio del abismo... pero, Mamá
me dijo: «¿Y a mí quién me cuidará, Copiloto? ¡Si te mueres! ¿Quién a mí?»
Al fin, Doña Malká está en su Cueva de Macpelá.
«Willst du mit zu mir kommen, meine Liebe?», me dijo Papá. Por lo menos, él vino a enterrarla. 'Erst die Arbeit, dann das Vergnügen'.
Supo que no quise ver su rostro por última vez cuando el ataúd fue examinado
para un último respeto de quienes la conocieron.
«Si Andrés me lleva con mamá a casa está bien», dije.
Y fue la primera vez que me limpió, con su pañuelo, los
mocos y las lágrimas vivas por tanto llorar... Una veintena de personas, todas
desconocidas para mí, estuvo mirándonos. De ellas, recuerdo al nuevo Cohen de
nuestra calle en La Habana y a nadie más.
68. Como un último homenaje
A su hijo, con más crueldad que cautela, Malká se lo dijo
a mediados de mayo. El sí tenía sus ojos espiones en cada renglón de aquella
Cuba, nueva en ciernes, que comenzaría con Castro. Tuvo infiltrada su mirada en
la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), organizada ese mes, en 1961, primera organización masiva
para representar los intereses de los medianos y grandes agricultores cubanos.
«No destruyas a Andrés. La parcela es su único patrimonio
fortuna. Es lo que lo ata a Cuba».
La Administración de Eisenhower (que el Dr. Abram
defiende) dispuso como executive order un
embargo y el peonaje de Ceiba Mocha se quejó, «ahora sí nos joderán, Don Andrés
y a la ANAP, con nosotros : «Dile a Bartolo que se nos queda sin vender casi
todo lo que producimos, y que no tenemos ni para purina para las gallinas. Ya
no se consigue, ya ni abono ni fertilizantes, sólo hambre y la esperanza de que
venga usted de La Bodega, como en los días de Benavito».
«Pues es que ya ni Bartolo decide cuando acaba el
embargo», les decía a peones que aún cultivaban la tierra, y culpan su
hermanastro, el «de Baltimore», cuando no comen. «Siembren siempre, pero ya siembren
para ustedes y sus hijos. «No nos saque de estas tierras».
Cuando ganó en los EE.UU., John F. Kennedy, al que
líderes sindicales en Cuba vieron como «esperanza de un presidente bueno», el
embargo al comercio siguió. «Nos jodió más que Eisenhower», llegaron a decir a
Andrés, y esto fue cuando también autorizó la Invasión de las Playas de Girón.
En la más reducida hacienda de Bartolo (Andrés) cundió
pánico, cuando con avionetas de cubanos exilados una mañana de abril se
bombardearon aeropuertos. Y el grito fue que Cuba se morirá de hambre, que van
a cerrar puertos y aeropuertos, cercar a toda la isla como en las historia de
la Numancia de Camoës... Los países de la Organización de Estados Americanos,
uno tras otro cede al Águila del Norte, observando la isla como un prometeo encadenado, con buitres
comiéndoles las entrañas, y ninguna es heroico como para socorrer al Prometeo
del Caribe, a liberarse de sus grilletes de aislamiento y cadenas de hambre. Lo
más cómodo es creer al miedo y la propaganda.
El año de 1962 comenzó con el despojo. La OEA suspendió a
Cuba del importante foro. El único lugar legítimo donde podía gritar por
auxilio y acusar a los regímenes de represión capitalista que la asfixian en
medio de su proceso político.
Aunque con las prolongadas ausencias del Dr. Abram que
comenzaron durante la invasión de los exilados y la muerte de Malká, Mamá se
atrevió a sintonizar los canales televisivos, además de comprar abiertamente la
prensa de «Juventud Rebelde» (en 1961, el régimen revolucionario del Movimiento
26 de Julio purgó su propia dirigencia en la derecha, incluyendo a grupos del
Directorio Estudiantil Revolucionario y comunistas acartonados del Partido
Socialista, PSP).
El Chivato gritó 'desobediencia', supongo). Se armó de un
bate de béisbol. Entraba a hurtadillas e interrumpió a Sara, Andrés y el niño
que veían un programa ante «su» televisor. Abram tomó del clausurado
Consultorio de Benavito en la planta baja el bate y con éste dio repetidos
golpes a la pantalla. Parecía un loco furioso cuando lo destrozó.
«Se acabó el relajo», dijo. Señaló a Andrés con la punta
del índice: «Te lo advertí. Te dije: Vamos a negociar. Dame las tierras; yo le
tengo un comprador a cada acre de Ceiba Mocha. Tengo la Lista Maestra de
clientes y quien saque el dinero del país para que no salgas muerto de
hambre... Ahora es tarde. El Gobierno ha expropiado 11,000 fincas», decía.
«Unas 80 hectáreas ya no son tuyas. Lo que te queda este gobierno no lo puede
pagar. ¡Todo lo perdiste, Mr. Klotz, el más pendejo de los pendejos!»
La escena fue tan dramática y violenta como Karl jamás
había visto. Lo que le asustó no fue cómo su padre destrozó el mueble, su
pantalla mágica, el ruidoso impacto de los golpes y las llamas ni el temor de que
el aparato estallara como una bomba. Fue la posición amenazadora de Abram, con
el garrote en las manos, como si quisiera echarse sobre Andrés y molerlo a
batazos.
«Suerte que Andrés mantuvo su sangre fría», dijo mi Madre
al contarme estas cosas. Ella sí no las olvida..
Reconstruyo la escena muchos años después: Tío estaba
sentado serenamente sobre un sofá. Mamá se abrazó a mí, con ojos azorados. En
la ancha butaca, cabíamos los dos y ella me transmitió su calor. Estábamos
vivos y alertas. Y advirtió que, primero, tendría que matarla a ella y matar a
s hermano que hacerme daño.
Ese octubre de 1963, se había aprobado la segunda Ley de
Reforma Agraria contra propietarios agrícolas con más de 67.1 hectáreas. De
hecho, un joven del Instituto de la Reforma Agraria, cuyo nombre fue Carlos
Rafael Rodríguez, se comunicó con Andrés antes del incidente del televisor.
Rodríguez y sus dos acompañantes pasaron a la sala.
Andrés fue gentil, muy caballeroso. Y Sara de Riga y el pequeño Camarada
quedaron al mando. Discutieron la suerte de Ceiba Mocha, asunto que les trajo.
Ese día el Camarada Karl cumplía ocho años de edad. Lo hallaron rezando en hebreo
en recuerdo de su Abuela Malká. «Estamos en una fiestecita de cumpleaños del
chiquillo, señor Rodríguez».
«El Camarada Karl», corrigió el niño.
Se entró directamente al grado.
«En realidad, yo no quiero el terreno para mí. Lo cedí de
palabra al niño. Es cubano y no quiere ser Pedro Pan. Explique lo que
sucederá», dijo Andrés. Karl construyó un razonamiento acorde a ésto, añadiendo
que Cuba sea primero, porque los campesinos están en hambre.
Los funcionarios del Instituto
de Reforma Agraria lo escucharon hablar alemán, español y hebreo, empapado
de Martí y de la historia reciente de Cuba y la madre linda, revolucionaria, conocedora
de la tradición del anarquismo español de Anselmo Lorenzo, Teresa Mañé y otros
de «La Revista Blanca», era quien lo educaba.
La torta se esfumó en menos de una hora. Tertuliaron.
Sobre diplomacia. Trabajo obrero, trabajo intelectual, internacionalismo.
El Camarada Rodríguez dijo: «Usted sería una gran
compañera en nuestras luchas. Una gran educadora. Ahora necesitamos a los que
hablen inglés, alemán, idiomas extranjeros, más que nunca... Sabrá mejor que yo
lo que se ha dicho: Que los judíos son, desde la Edad Media, los más grandes
diplomáticos y los más sabios teóricos del mundo»... y metió a Karl Marx,
Gramsci y otros en el asunto.
Y ella hizo un trabajo sutil. Dio ánimos al régimen.
Mostró libros, revistas, su disciplinado trabajo historiográfico. «Pude
chivatear a mi esposo y no lo hice. Si lo hiciera, sería como él. Que Dios lo
haga por mí». El Dr. Abram no sabrá de esta velada. Ni que, Andrés, ella y
Karl, fueron con estos mismos hombres y otros custodios, en viaje protectivo, a
Ceiba Mocha a dar tributo a Malká.
Llevaron flores a la tumba, donde se disuelve el 'basar',
pero el Nefesh se separa de la carne y el Vapor de Ruaj se prepara para
memoria. le cantaron en hebreo como si tratara del regocijo de Simjat Torá ante
una lápida («matzeva»). Al Camarada Rodríguez se le helaba la sangre al
escuchar al niño hebreo, invocando y bendiciendo a la Abuela fallecida:
El Male Rajamim, Shojen Bamromim, Hamtzé Menujá Nejoná,
Al Kanfei Hashjiná, Bemaalot Kedoshim Utehorim, Kezohar Harakya Mazirim, Le Nishmát
Malká Aaarhaus, bat Otilio Matías de Neves. Shehalja Leolamá, Baavur She Bli
neder eten tzdaká Behad azkarat Nishmatá, Began Eden Tehe Menujatá lajen Baal
Harajamim, Yastirehá Beseter Knafav Leolamim, Veytzror Bitzror Hajaym Et
Nishmatá, A-Donay Hu Najalatá, Vetanuaj Beshalóm al Mishkavá, Venomar Amén.
Sara repuso: «Por ello, Dios compasivo, cobíjala en el
refugio de Tus alas por toda la eternidad, y que su alma permanezca unida en
los lazos de la vida. Hashem es su heredad, y que repose en paz en su lugar de
descanso, y digamos Amén.
Y hasta los comunistas del Movimiento y el Instituto de
Reforma Agraria dijeron: «Amén» y, de paso, comieron otra vez al aire libre,
donde el Camarada menor anunciaba, que aún la Tierra de la Tumba de Malká es
sólo «polvo de Basar, de la carne», porque el alma de Malká ya es Nefech y no
necesita lápidas. Entonces, le explicaron que no se entienda mal la ley, que no
todo le será quitado a Don Andrés Abram Lecsinka, sino lo que exceda a las 67.1
hectáreas.
«Habrá que mochar un poco de la 'ceiba mocha'», dijo
Rodríguez y ya veo que este lugar está santificado. A Andrés le dijeron que no
se preocupara mucho sobre lo que se anda diciendo entre grupos enemigos del
régimen.
Y de regreso a La Habana, después de recordar ese octubre,
última visita de ellos a Ceiba Mocha, y la actitud insolente y vergonzosa de
Abram, ese mismo mes. Aseguró «que no habrá Ceiba Mocha que se salve. Ora a
Bartolo, si es tu su dios invisible»
Paso seguido, recuerdo escenas de la Marcha que
televisaron, ocurrida en marzo: El Dr. Martin Luther King, negro pacifista,
habló desde Washington, D.C. y explicó su sueño, I have a dream, repetía. Y esa noche, también Andrés tuvo un sueño,
allá en su dormitorio del primer piso de La Bodega. La mente lo remontó a 1929,
a los días de las luchas estudiantiles contra la tiranía de Gerardo Machado, la
desesperación de su hermanastro, el Dr. Abram, 'ahora no podré educarme' por
causas de tantas huelgas y marchas y Dios fue bueno con él, le mandó a Leyden,
a universidades de Europa y Norteamérica. Y a más estudiara, menos
agradecido... y vio en su sueño a su sobrino, y la gratitud tan inmensa que
siente por la escuelita Teresa de Mañé.
Y la templanza que guarda cuando las Damas Respetables de
la Operación Pedro Pan o las Damas de Negro lo emplazan a pedir la amnistía /
para coroneles asesinos de Batista:
«Si es la Patria Cubana necesita, TODO lo doy. TODO».
69. ¡Nos vamos con el espíritu del Ché!
Hasta la victoria. Patria o Muerte! Te abrazo con todo mi favor revolucionario: Ernesto Guevara, en carta de
despedida a Fidel Castro, 1 de Mayo, Año de la Agricultura (1965)
Desde los horizontes pensarás que el tiempo / es el que forja su continnum
y da el espacio, / res extensa, y donde cada ruido se llamará / alarido, fervor
de muchedumbre, alarma / de viles griteríos, donde cada distracción / confunde
y nada hay en las ondas que cuide / tu mecida, tu reposo, tu hamaca / de
habitante isleño, solitario, valiente, / sediento de Sod /en lo Secreto / y
hashlemá / antes que de sable vengador y puñal lastimero, / pues todavía
preguntas: ¿A dónde voy? / ¿Fue aquí que me pusiste? ... y te mezo, / ¿quién
otro, sino yo, soy el que te mezo?: Carlos López Dzur, «Donde te puse»
Para 1965, por causa de Sara, entendí la metáfora de la
cáscara amarga. Todas las revoluciones, por causa de la violencia que generan,
son fruta de cáscara amarga. Es sabor indeseado se expresa externamente y va a
la boca por confirmaciones. Y, en nuestra calle, Mamá comenzó a insinuarse con
la cáscara amarga, aunque el interior de su pulpa fuese la fruta más dulce. La
polarizante Revolución, al parecer, había producido unos 20,000 árboles de
violencia, árboles que tienen cáscaras amargas, pero sin nada dulce adentro.
Mamá fue cáscara amarga, con una oculta dulzura. A los
20,000 árboles secos y amargos, estériles en su fondo, ella les llamaba las
«higueras de condena». El pueblo revolucionario les llamaba «traidores a la
patria, contrarrevolucionarios» y éstos a sí mismos se llamaban prisioneros
políticos. Los propaganderos 'Combatientes
por la democracia'.
No entendería, a le edad de 10 años, cuáles pudieran ser
las causas ./ o alternativas / defendidas por ellos, a no ser la desesperación
frustrante y el derrotismo que ocasionara el bloqueo económico, los
fusilamientos de los invasores de Playa Girón, el alineamiento con los
soviéticos del nuevo gobierno y la adopción del marxismo como filosofía del
Estado.
En la vecindad de judíos, fabricantes de colchones, había
rusos simpatizantes del trostkismo, que huyeron de Stalin. Como los más
recientes judíos de la calle, solían ser muy religiosos y celosos de su Shabat.
Nunca antes, si no en este momento de crisis, a ellos se acercaron los
militantes católicos a decirles que en Cuba se acabaría la libertad religiosa
que, hasta la fecha, habían disfrutado. En octubre, con la inauguración del
Partido Comunista, en la patria de Martí, se alegó que nacería el ateísmo. Por
ese lado, se quería pillar a Mamá y a este grupo.
A Mamá le recordaron cómo rechazó las «gestiones
altruistas» del Padre Byron Walsh, quien con sus voluntarios, en Miami, hallaba
«casas a los niños para que no se eduquen sin Dios».
Cinco años después, mucha de esta misma gente, regresó
con una oferta mayor. Ya no fue rescatar a niños de la Isla del Nunca Jamás, o Never-Never Land, como ellos aún dicen,
ni dejar en La Florida, a esos niños solos, pero, al menos, en tierra segura,
donde su ropa, su cama, sus tiliches todos, no sean propiedad del Estado, como
está sucediendo en Cuba con las propiedades de sus padres. Ya no se echaba
miedo con que los padres perderán la custodia de sus hijos en Cuba. Esto es así
gracias a una nueva idea, seguramente importada de las campañas
propagandísticas de Quarters Eye.
El operativo nuevo, tácitamente con la anuencia del
Gobierno es que «los padres se pueden ir con los hijos». Castro lo dijo en la
Plaza de la Revolución en septiembre pasado. «Y hay que hacerle caso, Doña
Sara. Usted no querrá que su hijo se eduque como ateo y entiendo que no lo
dejaría solo, sin usted, cuidándolo».
«A mí los ateos no me asustan. Me repugnan más los
sinvergüenzas, los usurpadores, los asesinos y los inmorales. Creo que a usted
misma le dije cómo pienso. Hará unos años. Cada vez que le veo, diferimos...
¿Qué es peor... Batista con su crueldad, historial de corrupción y robo, desde
los tiempos de Grau, su amistad con la mafia de Meyer Lansky y sus amigos
millonarios, interesados en industrias de apuestas y casinos, la traición al
país cuando se vende nuestra azúcar por centavos a grandes corporaciones
extranjeras, esos ejemplos de codicia y ventajería, que no son la honradez
cristiana, o que Castro proponga un sistema educativo, basado estrictamente en
la ciencia y el secularismo, con valores solidarios y pensamiento crítico? No
tengo en contra de que mi hijo, además de la Torá, lea marxismo,
cooperativismo, ciencia, todo... todo».
«Lo que usted no sabe, el plan oculto es que van a enviar
a su muchachito, que no está acostumbrado a cortar caña, a medio día a la zafra
y después a la escuela de ateos, ¿eso quiere?», le dijeron. «¡Somos los verdaderos
activistas de la libertad: pensamos en toda la niñez de Cuba!»
«¿Vaciar la isla allá?»
«¡Usted no nos entiende! ¡Es cáscara amarga!»
70. El Proyecto Camarioca
En vano fue que le hablaran del Proyecto Camarioca, o Los
Vuelos de la Libertad, o el éxito de la Operación Pedro-Pan. Este nuevo
proyecto tiene el visto bueno de Castro y comenzará el 10 de octubre en ese
puerto. Es cuestión de rentar un bote, pero hay que tramitar una solicitud ante
el Ministerio del Interior. En esta petición de ellas, había ciertamente algo
nuevo: «Decirle a Castro y a los EE.UU. que no renunciamos por haber llevado al
Puerto a nuestras familias ni a la tierra ni a nuestras propiedades. Que
volveremos».
«¿De veras?», dijo Sara incrédulamente.
«No sé por qué los judíos se quejan de que han sufrido
hasta la muerte, se las pasan en el lloriqueo y ahora que los cubanos
democráticos les ofrecemos que emigren, con seguridad garantizada, y salgan de
este infierno, se hacen los suecos, miran hacia el otro lado, y no se quieren
ir. No se queje usted cuando viva otro holocausto, si ya la advertimos», la
informan sin poder mortificarla.
« ¡Qué cosa, Doña Sara! No firma estas listas, no sabemos
la razón; pero a estas listas las encabeza con sus firmas la familia del
Comandante Huber Matos, hasta poetas han firmado, Allen Gingsberg, judío,
senadores, maestros, hasta el Ché!»
«¡Eso último sí que no lo creo!»
Y para que lo creyera, no tardó en saberse que el segundo
líder de la Revolución, ex-Presidente del Banco Nacional y ex-Ministro de
Industrias, Ernesto Guevara, renunció a la ciudadanía cubana. Grande tiene que
ser su vergüenza. Se discutió entre las derechas que el Ché y Huber Matos
estaban desilusionados de Fidel, su alineamiento con los soviéticos y el
desastre de la economía. Las noticias se manejaban con más prontitud y
escándalo que verdad en el exilio que en Cuba misma.
La prensa cubana destacaba que se renegoció una deuda
cubana de $500 millones con la URSS. Un plan de cinco años. En el exilio, se
explotaba la crítica del Ché a la Revolución, según el discurso que diera en
Argelia. En Cuba, apenas unos cuantos sabían de su renuncia a la ciudadanía y
que se regresó a Sur América. Los yankees sí lo sabían. Lo olfateaban como jauría
rabiosa. Se le localizó en las selvas de Bolivia en 1965, mas no se hablaba
sobre tal hecho en Cuba, siendo que «a Cuba la han aislado desde afuera y desde
adentro».
La prensa cubana destacaba la lucha en Vietnam. La
resistencia de los jóvenes estadounidenses al servicio militar obligatoria. El
golpe militar en Vietnam del Sur. El proceso independentista en Yemen del Sur.
La airada situación de los Panteras Negras, desde 1966, radicalizado el
movimiento afroamericano por reacción a los asesinatos de los presidentes John
F. Kennedy el dirigente afroamericano Medgar Evans, así como la bomba detonada
en 1964, en una iglesia de Birmingham, Alabama, que matara a cuatro niñas. El
mismo año, cuatro activistas de los Derechos Civiles de la raza negra fueron asesinados
en Mississippi.
Doña Sara se lo había dicho a aquellas mujeres: «¿Para
qué enviar mulatos cubanos por el Puerto de Camarioca a La Florida si ese país
está linchando a sus afroamericanos como en tiempos del Ku Klux Klan?»
«¡Pero acá se linchan blancos y niños!»
«¡Usted sabe que eso no es verdad!»
«Hay 20,000 prisioneros políticos y un paredón de
fusilamiento que no para y que usted no quiera mirar, porque usted es
extranjera y parentela de los suecos y los trotskistas rusos!»
«Entonces, no les quito más el tiempo. Yo sé mi cuento»,
les dijo Sara.
«¡Cáscara amarga!», le gritaron y prosiguieron su
proselitismo, parando por la calle a quien veían. Repartían sus volantes, con
el lema: «Fin a la Revolución» o «Libertad, libertad».
Imbuida la idea de que Ché Guevara rompió con Castro,
dentro de Cuba se inició etapa de terrorismo muy intensa y la idea fue: «¡Ahora
la Revolución se acaba porque se acaba!». Transmitían tele programas especiales
que los militantes de la izquierda y la derecha remanente no querían perderse.
Fue el periodo de octubre a mediados de noviembre, durante llamado el «proceso
de Camarioca», en que miles de cubanos forzaban su entrada al Puerto para tomar
ventaja de la oferta de Castro.
«Quien quiera irse al Paraíso de los Yankees, váyase
ahora». Se habló sobre una posibilidad de vuelos aéreos, en
líneas comerciales, más tarde, conocidos como Freedom Flights / Vuelos de la Libertad.
71. Hostigamiento a Tío Andrés
A Tío Andrés lo rodearon, entre amigos conocidos y otros
extraños, gente que supo que tiene televisor en La Bodega. Le preguntaron si
sigue viendo 'La Tremenda Corte', o programas de Pumarejo. Les dijo que
el televisor lo destrozó a batazos, el Dr. Abram, su hermano, y se enojaron por
no invitarlo a la casa y acudir a una mentira tan grande.
Debió ser grande el enojo porque fueron a dos casas que
él tenía en barrios habaneros. Quemaron la casa de sus amores con Rosa Belén y
siguieron por la otra. Ni siquiera fue a cerciorarse de lo quemado porque le
dejaban mensajes anónimos en su puerta de La Bodega: «Te estamos velando,
cascarita amarga».
El barbero Lleó, quien era simpatizante de los Abram, y
ya ni les pegaba renta por la Barbería y peluquería que tenía en el edificio,
fue uno de los poco que le aconsejó que se cuide y pida la protección de las
comisarías del Partido. «Te traen en remojo. Viene gente de mala facha a
preguntar donde realmente vives».
Como llegó a temer por la seguridad de Sara y mía, estuvo
tentado a pedir la protección idónea, mas ni tiempo le dieron. Un día después
del consejo, al subir del primer piso al segundo, para informa sus percances
con las quemas, hostigamientos y peligros, avanzaron unos hombres antes de que
llegara a la puerta de los Abram-Riga y con manoplas y patadas lo surtieron.
Estaban encapuchados. Eran cuatro en total. Lo atacaron por verlo solo y
desprevenido.
Mamá escuchó los ruidos, gritos y quejidos de Andrés.
Buscó una pistola que el Dr. Abram le había dejado, con una insolente
advertencia: «Tenla y utilízala. Deja escrúpulos y filosofía a un lado. Tenemos
un hijo y un derecho inalienable: la defensa propia y de la casa». No que fuera
la primera que tenía una pistola, aprendió a utilizarla durante la guerra y
nunca faltó en su trinchera, la de la Cruz Roja, en Berna. Mas esta es la primera
vez en que habría disparado con gusto después de superar el miedo.
Abrió la puerta de golpe y gritó: «¡Déjenlo o disparo!»
Los cobardes huyeron cuando vieron a la mujer armada. Tuvo que disparar una
bala de aviso.
A mí me tocó llorar de rabia, a Mamá la comprensión de
que teníamos que irnos de Cuba, que los enemigos de Castro y su régimen jugaban
demasiado sucio y podrían matarnos. A ella la vi curar a Tío Andrés. Un poco
más de azotaína y lo matan.
Lloré más que cuando se murió mi cangrejito rojo.
72. ¡Olé por Sevilla!
Hoy mis paredes son, en rigor, ruinas, / hacienda devaluada. / Ortigas,
hórreos en musgo, patios / del abandono. Cubierta está la citanía / del templo
que ésta fue, el castillo existencial / de sus vidas guardadas, mi tesoro. / Lo
sé, objetivamente / y si me quejara / faltaría a la promesa que le hice: /
¡llevarla conmigo a la aventura, / mimarla, restaurar su belleza / y su
esplendor, / reabrir los expedientes que su pasión / levantó como pilares / y
su orgullo, su libido, sus gracias sutiles / que son el cimiento profundo. [Carlos López Dzur, «La casa»]
Sara se puso de acuerdo con Tío Andrés para planificar a
dónde iríamos y cuando. Salimos a finales de 1965. Caso especial de asilo
estadounidense, gestionado por el Dr. Abram, empleado de la Base de Guantánamo,
fue el que benefició a Andrés, tal vez acelerado por la apertura de los Vuelos
de la Libertad. Contribuyó: «Que se le hayan quemado dos casas y se le golpeara
brutalmente». El ciudadano cubano, Andrés ben Abram», documentó muy bien
petición. «Mi vida está en peligro y la de toda mi familia», dijo él.
No fue en un bote de la Operación Camarioca, pero,
él esperó que Mamá y yo voláramos. Al final, a una semana en Miami, su rumbo
fue España. La mafia batisteana como cáscara amarga, desde tiempos de Leopoldín
y los Matías de Neves, tiene muchos agentes en Miami y, por darse ínfulas, ante
las autoridades federales y la CIA, propala que el Dr. Abram y su esposa pueden
ser «dobles agentes». Como colaborador de PBRUMEN (Cuba) y KUBARK, el Cuartel
General de la CIA, sus informes son enjundiosos y su trabajo eficaz y limpio.
«La chivatería miamense se caga las manos y hace el trabajo sucio; mi esposa
está fuera de ésto y mi hijo», dice un informe de BGGYPSY que lo cita.
El Dr. Abram protegió el viaje de su parentela. Lo
valioso es unn niño de diez años y una judía que dice (y se las cree) sus
mentirillas piadosas. «Tu papá sabe que nos vamos a Sevilla, donde nos casamos,
¿te dije? Allá está la casa de tu abuelito, mi casa, y no es necesario que
lleves libros de los que te he regalado. Con tu edición de 'Ismaelillo', basta.
Allá, en Sevilla, tengo todos mis libros de cuando fui estudiante; tengo una
biblioteca, con baúles, más baúles con libros que los que aquí tenemos. Todos
los libros de Anselmo Lorenzo, libros de Mañé y la otra Teresita... No
llevaremos las pinturas de Malká, pero mandaremos a pedirlas, o las
recuperaremos cuando volvamos».
El malecón es testigo. / Treparon por bejucales, las hormigas, / avanzaron
como ortiga entre uverillos. / Y eran besos del musgo / por la espalda de mi
casa. / Harían su historia, urgieron tiempo, / se inventaron horas y trucos / y
abajo están todavía, porque me fui / sin bendecirlas con palabras, / sólo con
vainilla / y nostalgia de mar que adoro.
¡Pobre de mi rata! / No pudo irse conmigo, / triste araña, que no baja de
su tristeza / alta de exilio y escupido, telaraña! / Pobre viudas y negras
sabandijas / que quedaron del sótano, prendadas, / en una vieja casa de La
Habana. [05-01-2000: «La casa»]
La verdad es que no regresamos. Nunca. Y que, contrario a
lo que esperé, a poco de irnos, Andrés se fue a Miami. Los mismos que lo
golpearon invadieron la casa donde él vivía y la nuestra. Robaron, tiraron
cosas, ultrajaron los menorás.
Vendieron muchas cosas que tomaron como botines. Todas estas noticias tristes
las supe por mi padre cuando volví a verlo, muy marcado por la desgracias y el
desprecio de la Cuba revolucionaria, por él.
En algún momento, en Sevilla, vi la primera foto del Ché
Guevara. Salió en todos los periódicos. Fue el 8 de octubre de 1967, tras
haberlo capturado el ejército boliviano, en operación coordinada por la CIA.
Hubo coordinación entre Washington DC y La Paz para darle muerte. Se hizo
legendaria una frase que el Ché pronunció delante de los agentes de Washington
y el militar boliviano asignado a ejecutarlo: «Sé que ha venido a matarme.
Dispare, usted solamente está matando un hombre». Los símbolos no mueren y yo
lo sé, porque cuando me despedí de La Bodega, también supe que todos sus
símbolos van conmigo. Cuando me pidieron La Ceiba Mocha, el símbolo del Bartolo
generoso iba conmigo. Escuché la voz de mi Abuelita Malká, cuando le oraba, y
algo así me dijo: No soy Basir, ya no soy carne, ni soy lápida. Soy espíritu. Y
la cara del Ché, aunque está muerto, me dice como dijo a Fidel en una carta de
despedida: Hasta la victoria siempre.
Ni aún en España el campo de batalla de la Guerra Fría ha
terminado. Cuba fue uno de esos campos, el primero que conocí. En ese campo,
había dos particularmente frondosos entre muchos Arboles de la Revolución.
Murió uno. El Ché. Queda Fidel, de quienes muchos malos leñadores y gusanos
quieren hacer mella y leña. Fidel es más duro y, cuando muera, será otro
símbolo, tan digno como el Ché.
A la casa que hemos ido y que Mamá recordó que era suya,
no la acabo de querer, con el mismo amor que quise La Bodega. Después de una
semana en ella, vi que está llena de ratas humanas. En La Bodega, yo descubrí
roedores y cucarachas, pero las sabandijas de esta casa, herencia del Abuelo
Joachim para mi madre, es peor que las más abominable de las sabandijas. Hallé
un niño de mi edad, hijo de los moradores, que me escupía al verme y me decía:
«Judío» y pensar que su padre, también fue de la cepa de Joachim, aunque ahora
su padrastro es un católico, un mediocre parásito, que ni siquiera sabe que es
la Torá y los viejos candeleros de Joachin los tiró a la basura.
Desde que llegamos de Barajas, el aeropuerto, y fuimos en
viaje hasta Sevilla, sentí la mirada torcida y poco amable de ese hombre. Su
esposa tenía que pellizcarle un brazo, suavizar o refrasear lo que decía, para
que no fuera ofensivo o de mal gusto. «Te proveeremos alimento. No sé a qué
nivel de comodidad estás acostumbrada; no cocinamos eso que llaman koshér». Insinuó que, con lo que nos
dieran por alimento, estaremos más que servidos. «Porque estos son tiempos
modernos, ¿no es cierto, mujer?», le decía a la esposa, pariente lejana de los
Riga, tal vez prima segunda, o no sé... No quiero que me hablen sobre esa gente
tan odiosa. «Entraron como arrimados y salieron como dueños», me llegó a decir
Mamá cuando nos mudamos a una casita muchísimo más modesta.
A Mamá le dieron, por de pronto, un paguito de renta. Le
aseguraron unos meses de alquiler y pretendía ser el pago completo de una
vivienda enorme, como la dejara el Abuelo.
«Te guardé la casa, te esperamos. La hemos cuidado con
celo, como si fuese nuestra, pero mira cuando vienes, veinte años después.
Compréndeme. Sé que fue la casa de tu padre, la que te dio de herencia, donde
te casaste... pero, han pasado veinte años o más... Ahora tengo una familia con
hijos, dos de mi nuevo matrimonio. Tengo un cariño enorme por esta propiedad.
Un esposo que no me puede dar otra casa, e hizo de ésta, la suya. Aquí está su
mundo... y él no es profesional, como tú y tu esposo. Siempre has sido rica,
nosotros no. La ley, como te dijo mi esposo, lo protege a él, en caso de que
vengas, como extranjera, a querer echarnos», le dijo la mujer a Sara.
«¿Qué has pensado, prima? Tú la necesitas y yo, nosotros.
Somos 8».
«Sólo sé que los símbolos, como los sentimientos, no se
venden», dijo Mamá.
La casa es una hembra con amor, / social y humano, y
tiene honra / en su piel de piedra, moralón y cedro. / Esta construcción está
conmigo / y la quiero con celo. La añoro. / Son mis cuatro paredes favoritas, /
el esqueleto de mi nostalgia humana / y, aunque mis palabras parezcan /
vulgarmente exageradas / ya que no son juzgadas / como plausibles y objetivas /
y no designo su costo de mercado, / diré que casa es mujer, / cuartel con
buenos muros, / cocina y pozo del alma tan hambrienta, / sinceridad y gentileza
de varones, / y no se vende como no se vende / a la madre y a la esposa, / ni a
los hijos ni al amigo. /... No hay precio que pague / o que explique lo que esa
casa es / ni lo que ha sido./ No. Si la vendiera, conmigo / iría la queja y la
maldición / y mi derrumbe. [11-09-1988: «La
casa»]
Por su parte, el inquilino no transaría. Sacaba en cara
que nos proveerá alimento. «Y lo haremos gusto. Sabemos que allá en Cuba la
gente se muere de hambre, por el bloque económico, ¿no es cierto, mujer?» Y un
pellizco de su señora al punto. «No sea boquirroto».
«Ya el viejo dicho es así: El que se va de Sevilla,
pierde la silla». La carcajadita fue tan cínica que mamá se levantó de la mesa
y escuchó una última defensa de una mujer, a quien si bien la remordía una
culpabilidad, sabía que no se la podría ceder y le advertía al esposo:
«Acuérdate que en la última carta, desde una Base americana, aquí en España, la
prima Sarita nos dijo que el Dr. Abram traja con los americanos y que van a
poner un dispensario, a todo lujo; está acostumbrado a dólares, a la buena
vida».
«¿Te va a enviar plata de América? ¿Eres rica o ya no?»
«¡No seas indiscreto! Deja que disfrute en paz estos
días, hombre de Dios».
«En una de éstas... viene tu esposo y te regresa con él a
Baltimore, ¿no es allá donde hicieron la carrera?... Eso es lo que sucederá. Es
extraño que él no venga contigo, si no están peleados. ¿O están divorciados? Yo
me casé con tu prima porque quedó viudilla», seguía el impertinente.
«¡Por amor a Dios, no la molestes!»
Cuando Sara se fue, sacaba cuentas de cómo gestionar una
vivienda de alquiler barato. La vivienda escasea en Sevilla, pero hay algunas
en La Rinconada (pueblo cercano a esta Ciudad), a la que se puede ir por
ferrocarril y carretera. También, sabido que es de ancestro español y persona
en necesidad por llegar como asilada con un hijo, el Cardenal Bueno Monreal
podría ubicarla en un barrio de Sevilla que acababa de construir el Real
Patronato de Casas Baratas, dependiente del Arzobispado de Sevilla.
«Mujer, lo que no entiendes tú es que puede que no traiga
dinero. Vino y son dos bocas más que mantener, y viste el equipaje, tan
pequeño, y porque las escrituras están en el nombre suyo y de su padre, nos
descuidamos y nos mete en pleitos como usurpadores. Nos tira a la calle, ahora
tenemos que consultar otra vez el abogado, ver si ya tenemos el derecho a
poseer esta propiedad, como una abandonada por sus dueños por más de 20 años»,
se exaltaba.
73. Experiencias de socialización
En conversación de sobremesa están los hijos de Dskoja,
la usurpadora, y el ladrón de su marido que con cierto tema no cesa. Taladra.
Dos famosos toreros, Manuel Benítez y Paco Camino, en una corrida en Aranjuez
se pelearon a puñetazos. Un hijo de la Vieja Coja (perdón, Dskoja), Pachi, el
gargajero, tiene 14 años y la madurez de un klotz. No me gusta ni que me
dirija la palabra. A tres días de conocerlo es insufrible. Me pica la cresta y
me pone agresivo.
Mas yo aprendí, ya no en idish de los polacos de Obispo,
otro nombre para referirlo: Pachi-Toli. Es que me espetó el término desconocido
y provocó risa y ya sé que significa, Toli: tonto, estúpido,
pendejo...Es lo que él piensa sobre mí, desde que así me dijera durante un
primer paseo por la Ciudad de Sevilla. Toli porque todavía no he visto una
película en el cine. No he pagado por una taquilla y, en realidad, nunca he
bailado. Ni he tenido churri (novia) ni, en verdad, amigos. Mas, si es
cierto que el mono es sabio y menos 'toli' que lo que aparenta, le puse este
calificativo como si fuera su apellido. Le digo Pachi-Toli cada vez que puedo
para que se mortifique con su propia burla.
De la forma más natural e ingenua, él ha pasado a ser Pachi-Toli
y ahora dos de sus hermanitas, me repiten. Están pendientes a cómo le digo, a
todas mis chanzas.
Se había echado a reír, a mis expensas, sus amigos y él
como la voz cantante porque jamás he pisado otra escuela que mi casa. Aprendí,
con Mamá y Andrés, mis únicos camaradas, a hablar con la verdad, con
sinceridad, con el corazón y esta familia no lo agradece. Se creen muy
modernos, civilizados; creen que vengo de la ruralía, o me críe entre muleros.
Veamos este momento. Han interpretado que me crié entre vacas y animales de la
Hacienda de Ceiba Mocha, propiedad de mi tío. En balde, les dije que la visité
pocas veces.
«¿Has ordeñado una vaca?», pregunta Pachi.
«No. Me habría gustado».
«¡Que cabreo! Está de pena», dice una hermanita de 15.
«¿Has recogido uvas? ¿A qué palo has subido o trepado en
el monte?», algo extraño tiene la pregunta que mantengo silencio. Hay burlas en
el ambiente.
El ladrón de su padre se come las orejas de Mamá,
enfadándola con cuentos sobre toreros, y la prole de los Fulanos, me pide que
hable, «si no te han comido la lengua», sobre la vida en Cuba y que explique
qué es lo que entiendo por una vida sencilla, siendo que nunca fui a una
escuela pública o privada. No tengo ni el certificado de primaria.
«Ergo, a los diez años, bueno, casi yoguirín, eres un toli».
«Será, Pachi-Toli, será eso».
Lo que está «cool» en España, lo que gusta a los bakalas como ellos, es música
electrónica británica. Bakalao de la banda de rock psicodélico Pink Floyd.
«Que España tiene televisión», me informan. Y yo que estuve a punto de decir
que, en las pocas veces que miré de TV («Cuba también», dije) y hojeé revistas
españolas del mercado, me tocó ver una película de una niña muy dulce, llamada Marisol,
«Rayito de Sol». ¡Qué bueno que no la mencioné! Me habrían asegurado que
soy un agonías.
No hay cómo darle gusto a esta familia. Todo lo cree
agónico, o cursi. Pero, al menos, la Usurpadora concluyó que soy majo, una
guapura, me dijo. Miraron a Mamá: «Pero sin berneta, nadie es chorbo». Ni
chorba. Futuramente, significaría que el atractivo se hace obvio con
automóvil.
«A pie es ir de culo», ríe el mayor.
Estoy aburrido al punto que quisiera la prisa de las
horas, irme a la cama y sentir que Mamá me acaricia. Tengo un canapé en el
cuarto, pero, me acomodo al lado de mi Camarada dulce. A veces creo que los
latidos de su corazón son sones de La Habana.
Hay diez viviendo en la casa, además de nosotros. Casi
todos tienen una habitación para ellos solos (son seis recámaras: una, la
matrimonial). Nos dieron la que solía darse a la servidumbre, cuando Joachim
vivía, antes de morir su esposa, mi abuela materna. Mamá me habló sobre esta
casa, su esplendidez, sus tragedias, la vez cuando la sorprendí escribiendo
cartas para su envío a España.
El asunto es que nunca recibía una respuesta. Al menos,
18 años sin que contestaran. Sabía que algo pasaba. Se imagino que Dzkoja
abandonó la casa. Una vez al casarse, con su actual marido, fue lo que dijo que
ocurriría y ya no hubo cartas suyas, excepto los deseos de Mamá porque telefoneara.
Ella sabía el número en La Bodega y ni llamó para dar el suyo. Lo que hizo fue
cambiar el número suyo en España. Engañar. «Creí que no vendrían ya más por la
Revolución, o que murieron». Fáciles pretextos.
Es terrible que se conozca la soledad en una casa de diez
espantajos como éstos. Imagino la frustración que Mamá siente, e imagino cómo
ella amplifica la frustración cuando imagina la mía y, en verdad, esa noche le
confesé que si tuviese un helicóptero, a mi disposición, como el que utilizamos
de la Base Ramey a Guacio, pilotearía para irme a Punta Borinquén, o cualquier
parte, menos en medio de esta legión de demonios. Vi que ella se preocupó
cuando le dije que Pachi-Toli y el hermano mayor, de 18, el Vago, fuman mariguana,
sólo que le llaman porros / cheches. El
mayor inhala farlopa.
«No permitas que te ofrezcan, menos consumas de esas
porquerías. Mantén la distancia», me dijo Mamá angustiadamente. Aprobé su
consejo y la vi meditabunda, distraída en su pensamiento que se voló muy lejos.
Según me dijo, más tarde, viajó al recuerdo de las nubes, a la intimidad con
Dios, al Shemini Atzeret…
Mi pensamiento estuvo en algo más terrenal. A una de las
dos niñas de esta familia, que duermen juntas, en las recámaras del segundo
piso, las suele acompañar al colegio, lo que llamaría la niña más hermosa que
mis ojos he visto. Ya le he visto tres o cuatro veces. No entra a la casa;
hablan en los jardines. Parece que tiene chofer que la lleva y la trae, porque
es un hombre de uniforme. O puede que quien la acompañara sea guardia. He
querido preguntar a las dos chistositas de la casa sobre quién es ella. No
estoy seguro, oí una tarde que la llamaron Jacinta.
El segundo sábado que pasé en la casa, los jóvenes me
invitaron a dar un garbeo, ¿qué? Una mera vuelta o paseo y Mamá, que lo de
garbeo, se le antojó, droga o sabe Dios qué, dijo que este día es suyo y de
Ha-Shem. ví que el celo fue porque recordó: El Vago inhala farla. Es cocaíno.
Dijo que no para protegerme.
«Hay que utilizar cada excusa disponible para que no
estés con ello», me decía a la sorda. Me habría gustado ir, no por simpatía o
deseos de socializar con ellos, sino porque esta vez El Vago se acompaña de sus
dos hermanitas. Van casi todos. No es posible que sea nada riesgoso. «Es
caminar, pasarla estupendo, darle marcha, nada de alpiste». Mas Mamá se impuso
y preguntó por libros que otrora. Joachim tenía en su enorme biblioteca. «¿Qué
hicieron con sus libros?», preguntó Mamá.
«Tal vez en alguna caja en la cochera. Hay que buscar con
tiempo. Déjalo que vaya, señora Riga».
Sabía que era el Sábado de Dios para ayunar y meditar en
Él.
«Los sábados no salgo», dije.
«No seas faldero. Ya saliste de Cuba. Aquí hay libertad»,
dijo El Vago.
«Ven para que flipées con nosotros».
Se fueron sólo lamentándose de que se me haya criado como
un agonías, friki raro». Oía sus mofas.
En realidad, Mamá me dio el tema para que orásemos. Orar
por la unión en la diferencia. Orar por nuestro peregrinaje de Cuba a Sevilla y
por hallar unión en el octavo día, momento de bendición que en la Tradición es
llamado Shemini Atzeret, el Día Octavo, día extra de intimidad
con Dios que no se puede compartir con todo el mundo durante la Sucá.
No era aún la Fiesta de las Cabañas o los Tabernáculos,
mas había una urgencia de este día. «Escucha, copiloto. Medité sobre nuestra
situación en la casa. Es hora de plantearnos, como Camaradas, cómo sentimos...
¿Sientes tú que vagamos por el Desierto y que, aún esta casa que fue de mi
padre terrenal, tu abuelito, tiene que ser provisional? Para festejar una
cosecha verdadera, el lugar no está aquí... ¿Cómo bendeciré a mi pequeño, si
este ambiente es hostil y no tiene santidad? ¿Sabes cómo me siento aquí? Como
en el falso reino de Meléj».
Vencerás, Ietzer hará, / o ya has vencido, o poco te
falta para hacerlo, / vencerás a quien ponga una piedra labrada / como muro en
la puerta del justo, pared cuadrada / (señal que a Ella / Isla / Amada / dirá:
«no vengas»). / Cuadrarás todo, con ciencia empirista, /con relativismo
saduceo, protagoriano,preferirás el gusano al pan trenzado, / endulzado en
miel, violarás / a Florinda la Cava, a tu hermana Tamar, / enseñarás la tierra
de tu heredad / al enemigo, dirás santo y bueno, / a lo que no lo es... /
Entonces, la Serpiente ya no circulará / porque tú lo decretas como Herodes
Antipas / y pedirás la cabeza del varón del Isod, / el hombre majestuoso y de
buen impulso / y hollarás la cabeza de su Naara, / a la Madre / Amma / a los
hidras / hiedras / de las internas formaciones. / Con blasfemias a las diosas /
bealot de Itra, abundancias de Izri /creerás en tu propio Encubrimiento, /
Alamat, tu falso reino de Mélej.
[Carlos López Dzur: De «Teth»]
Oyéndola entendí que esta casa, tal vez toda Sevilla, es
nuestra morada temporal. Pese a su belleza es una choza que cobija a ladrones.
Desgraciadamente, a falta de pureza y unidad bajo su techo, ya no es nuestra
casa. La visión mayor es que somos para la vida eterna y la transfiguración.
Mamá me dijo que, en cierto modo, yo soy el 'egregio extranjero', el peregrino,
como ave de paso, que regresa.
«No eres un peregrino cualquiera», me dijo.
Sentirse «egregio» tiene su significado. El extranjero es
bienvenido y admirado por apto. Hay muchos peregrinos, o nómades, en el mundo,
en los desiertos, en los caminos trillados; pero, a no todos se les admite como
egregio. Distinción importante. El extranjero egregio, aunque el mundo no lo
vea, camina de la mano con Dios y sabe la importancia de su peregrinación. No
va por el mundo con el pregón de que morirá, que es un ave de paso, sin rumbo
cierto, como el paria. El sabe de la eternidad. Me dijo que esa metáfora del
«extraño visitante» está contenida en la poesía de Novalis.
«Mas mira cómo me llaman los Dskoja: Freaki.
Estrafalario».
«Los vulgares y extravagantes son ellos; pero, tú los
vencerás y los juzgarás conforme a sus méritos. Sólo para gente como tú, el
Creador ha creado el octavo día cundo la Sucót termina. Cuando sea el tiempo de
irse, sólo a gente como tú, Dios provee algo aún mayor, más esplendoroso, que
esta choza por la que ellos se pelean», consolaba ella.
Leímos de la Torá en aras de los significados ocultos de
cierto evento padecido por los antiguos israelitas y que, aún hoy, se conmemora
en la Tradición Judía como la Fiesta de los Tabernáculos, una de sus tres más
importantes Shalosh regalim. «Esta es
nuestra primera oportunidad de dar gracias por los frutos de la Cosecha del
año: No creas que son pocos, hemos sobrevivido el terrorismo que hay en Cuba...
Hemos conocido las Cuatro Especias de la que habla la Torá y que significan la
bendición une a todos la hombres: el que no tiene aroma, pero sí gusto sabroso
(como la rama de la palmera); el que es fuerte de aroma, pero soso (como el
mirto), el que ni aroma ni sabor tiene (como el sauce y la persona que tiene
aroma y sabor agradable (como el citrón) y es quien mejor representa al Observador
Cauteloso, al extranjero egregio, al de más conocimiento... Camarada, yo te
veo como el citrón. A citrón me olía Malká y Andrés... y con olor al Ché
Guevara, llegamos...
Cuando venga el Día
de Fiesta de la Sucá, ya Dios / como Fuente de Todo y quien alberga a todo
tipo de criaturas, aún en la precariedad y les halla Guías y les envía la Gran
Palabra de la abundancia y el consuelo, nos habrá dado otro nuevo lugar para
vivir.
¡Qué manera tan extraña y maravillosa tiene Mamá para
leer estos versículos de Éxodo 23:16 y Deuteronomio 16:13. E interpretar los
cuarenta años del peregrinaje en el desierto, después de la salida de Egipto y
la conducción por Moisés, tiempo en que se residió en premura y bajo frágiles
cabañas.
Mamá Sara me dice cómo sueña con el pasaje de Levítico:
Moisés da orden, recibida de Dios: Tómese la madera de los árboles de hadar y
ramas de palma y construya estos habitáculos para que todo israelita los viva
por siete días, «a fin de que las futuras
generaciones, sepan que Yo hice que el pueblo de Israel viviera en cabañas
cuando los saqué de la tierra de Egipto».
«¿Regalarías la casa a esos ladrones?»
«Ellos nunca serán felices porque me han robado; pero yo
no sería feliz si los mando a la calle... Estos son tiempos en que la
precariedad / temporalidad / de la vida prueba nuestra fe, pero Dios mira si
admitimos la necesidad con humildad. Acuérdate del dicho: «Vanidad de
vanidades, todo es vanidad». Sin embargo, no te digo que no hay que luchar. Lo
que te digo que tú y yo tendremos que ser como el Extranjero Egregio de
Novalis, o el Peregrino Extraño de la Torá y de la bella Oración de
los Ushpizin» (palabra aramea, que significa invitados exaltados / o huéspedes
egregios de las Cabañas).
En colectivo, durante el Shabat, Mamá me hablaría sobre
los Siete Pastores o Guías espirituales de Israel (Abraham, Isaac, Jacob,
Moisés, Aarón, José y David). En la tradición judía, en cada cabaña se permitía
la entrada a un visitante egregio que aprovechaba, su alojamiento esa noche con
sus anfitriones, para compartir un mensaje o lección de tipo espiritual. El
significado oculto del evento está contenido en los Himnos de Novalis.
Cuando una persona, puede instruir a peregrinos, o sus
anfitriones, es como el huésped / extranjero / egregio. El tiene que instruir
la Gran Súplica de la Gran Palabra. Esto es lo que Novalis hace, en su
tono lírico, en la Noche de la que se siente buscador, hijo dialogante e
instruído para un peculiar Hoshana Rabbah.
«Hay que estar pendiente a nuestros siete ángeles, co-Piloto»,
decía Mamá cuya fe cada vez era más grande.
Entre los rezos y rituales de estos siete días de la
Sucot, uno está descrito en Levítico 23:40 y se canta con la recitación
descrita en los Salmos 113-118: «Y tomen el primer día ramas con fruto
de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de
los arroyos, y regocíjense delante del Señor su Dios por siete días».
El Arbat Minim
utiliza el lulav, una hoja de palma cerrada; el etrog o citrón; los
hadasim y las aravot u hojas de sauce. Estas tres plantas pueden significar
tres tipos de judíos; pero, aún más universalmente, tres partes del cuerpo
humano que se deben consagrar: la espina dorsal (con las ramas de palma), la
boca (con la hoja del sauce), el ojo (hoja de mirto) y el corazón con el fruto
del etrog o citrón, que tiene aroma placentero.
Mamá quiso estar en contacto con las Cuatro Especies
y prepararse para los venidero, de modo que le dijo a los Dskoja: «Cuando
Joachim, mi padre vivía, por amor a su viuda y su parentela, mantenía de esta
casa muy hermoso. Es cierto él pagaba un jardinero y aún él se ponía a acicalar
los pasillos porque dan a la calle y la gente juzga, desde fuera por la
apariencia... He hablado con mi hijo, ya que ha perdido el ciclo de enseñanza
pública, y seremos él y yo los que nos encarguemos del jardín ahora».
«¡No podemos pagar un jardinero!»
«No estamos pidiendo que se nos pague. Sólo que
contribuyamos a mantener el jardín que había en la casa. Ya no es como el que
tuvimos. Esos patios dan lástima. ¡Hasta latas de cerveza hallé tiradas! Saca
de las cocheras, palas y tijeras; halló dos jardineros gratuitos. Mi hijo es
fuerte y ama las flores. ¡Vamos que desde hoy trabajaremos!»
Mamá trabajaría con las Cuatro Especias porque para la Fiesta
de la Sucá hay que estar preparados.
74. Parentelas, suerte y exilio
A los que son como tú no los quiero. / No les doy la ficción presencial /
del Nombre Santo, espíritu matemático / de mi Eternidad, comunión / en mi
Gloria Shekinah. / Sobrevivan como perros / porque su mundo será duro / aún con
sus normas de menor esfuerzo / y su culto al Becerro de Oro. / Del aliento
barato no escucho melodía / (no doy el shofar ni el baile santo, / no les
permito que ninguno toque / o corte la madera con que se edifican / mis
tabernáculos, panderos y tambores). / Soy celoso. / Los cínicos que con auxilio
no cuenten: / aborrezco al que siendo obrero de tareas / circula en las
cantinas vendiendo flores / y echando mis rosas a los puercos... / Aborrezco a
los que llaman canción / cualquier graznido de su boca... / El albañil que toca
acordeón / vuelva como el zapatero a sus zapatos. / El conjunto que pesetea en
las esquinas / más misericordia merece que el triunfador / en auditorios, donde
derrama su escoria.
Al versificador que Mi Nombre / utiliza para encubrir, ocultar, desmerecer
/ mis salmos, mis verdades, / al que no glorifica otra cosa que su nombre, / al
pitirre caganido, al que grazna, / lo llamaré a dar cuentas, / no lo contaré
entre los míos. [Carlos López Dzur: Los rechazados / Del libro: «Teth,
mi serpiente»]
Sacaron sus pertenencias personales. Los Dzkoja animaron
a sus hijos a colaborar con la carga de la camioneta y subir a ella un tocador.
Con humildad, Doña Sara accedió a llevárselo, total que fue mueble suyo y, ya
menos pesado, había que cargar, cajas de libros, un par de colchones y
armazones de ca,a. Propusieron como regalo un televisor viejo («pero sirve»)
que Sara y su hijo rehusaron. Lo que quisieron es que se vaya. «Pronto», ella y
su hijo, ya estorban.
La Dskoja, entre desazonada y agradecida por su breve
aparición. «No fue pa' largo». En casi dos meses de su estadía, Sara transformó
el jardín destruido y dejó los patios brillantes, limpios, desyerbados. Ida,
con su hijo, el exterior de la casa enorgullecía al vecindario y se recordaba.
Dejaron sus luces como si fueran menarás de oro encendidos con llama
inextinguible.
La reconstrucción de la casa al final de la Guerra Civil,
ya que fue incendiada por las turbas anti-republicanas, se festeja. Los viejos
lo hacen para vergüenza de fascista. Y en la reciente hazaña, limpieza y
reforestar los patios, los Riga se afanaron bajo el sol y de mañana a la tarde.
Al niño se le crearon ampollitas en las manos, mas no se quejó sino el último
día. El trabajo había sido terminado.
Por supuesto, Sara halló empleo. Dedicó tiempo a
buscarlo. Parece que será en una oficina, cercana, aunque más tirando a La
Rinconada, y se muda a tal área, donde alquilará una casa, de las que
administra el Real Patronato de Casas Baratas, del Arzobispado. Ni un sólo día
se quedó sin hacer gestiones, yendo aquí y allá. Subió a transportes y trenes,
como cuando mozuela.
Y el matrimonio anfitrión, cuando supo sobre su empleo,
festejaron no otra cosas que el que se va. Sara no dio muchos detalles sobre
cuán contenta estuvo. Había comprado ropa y, de hecho, le adelantaron unos
pagos del salario para que vista adecuada y profesionalmente, según normas de
la compañía. De las cinco cartas de recomendación solicitadas, ella sólo llevó
una y le dieron el trabajo, diciéndole: «Por sus destrezas en idiomas,
excelente gramática».
Una carta, pero la recomienda elogiosamente un nombre
poderoso. Un ángel. «Y HaShem lo puso en mi camino».
«Vengo con fines de residencia permanente a la tierra de
mis ancestros», había dicho ella..
El Aviezo anfitrión, con el asunto de las sólo una carta
de recomendación oara el empleo, estuvo malhumorado. Miedo de tenerla arrimada;
«que no se enoje ella y nos reclame». Empezó a dejar el tuteo. «Suerte que
tiene usté. La empresa privada le bendijo. ¿Qué cartas habrías conseguido si el
empleo fuese uno de gobierno? ¿Quién da sus cartas a una desconocida? ¡Nunca ha
trabajado Ud. en España! ¡Viene del extranjero con quien sabe qué expedientes!»
«Con los mejores y soy mujer honrada».
«¡No, no es eso! Digo lo mismo a mi mujer. Que Riga es
apellido de historiales... A mi mujer yo no le permitiría que ande por ahí
utilizando sus apellidos históricos, o crea que es prestigio ir a congresos, o
haga nombre por la Izquierda obrera... Usté se pudo dar ese lujo. Los Riga,
aquí ricos de abolengo, y la gente los quiso. Mas mi mujer es una señora
ignorante como yo, si usted no nos hubiese dado esta casa... Sería como mezclar
churras con merinas y formar líos, si a ella no la cuidara yo con el consejo
que le doy: 'eres conversa, casada con católico viejocristiano', y di SI al
partido del poder. No gruñas a Franco. No te metas ni al sindicato de
costura...No olvides que somos pobres como para andar presumiendo la Torá, o
que, por ideas de su familia, se conozca su linaje, que recibió su escarmiento
en los '30, ¿me entiende?».
«Comprendo. Dicen hoy que la guerra es fría y por debajo
del agua. Debajo de la superficie de la ley, navegan culebrones de la sicología.
Son profundos, hay los que aletean lentamente. Con razón, su miedo. Cuando me
sugirió que visitara el Arzobispado para el asunto de la casa, usted no fue
conmigo y ví que tenía miedo, yo dejo los miedos en mi casa... ¡No se preocupe!
¡Yo lo comprendo!»
«¡Lástima que no le fui útil! No soy optimista ni con eso
que ahora dicen los políticos. 'Que España se está abriendo a Europa como país
turístico, interesado en respetar la democracia y derechos humanos'. ¿Turismo?
Eso para Cataluña, el País Vasco, Valencia y las Baleares, aquí... desempleo,
tradicionalismo, como siempre».
«Suerte mía. Obtuve trabajo, sin buscarlo mucho y hasta
un anticipo para que vista a la moda de la compañía», le dijo Sara. Sonrió para
dar pichón con el tema.
«Usté, con ángel de la suerte. Mi hijo mayor, qué desgracia'o. Ni en la universidad ni en
la faena».
« ¡Mi única suerte es tener Dios, la Mano de lo Alto!»
La compañía de Seguros, donde trabajará, es sólida y
antigua y nació con cuarteles en Albaida del Aljarete. Tiene oficinas más o
menos cercanas en Alcalá de Guadaira, Villanueve del Ariscal, Almoncilla,
Bormujo y La Rinconeda. Por de pronto, a Sara de Riga-Dskoja se le admite con
la idea de que sea jefa ejecutiva en La Rinconeda.
No ha mentido. Ha aprobado exámenes diversos. Y su
expediente educativo es impresionante. Documentó muy bien desde Cuba una
solicitud que había preparado cuando con el Dr. Abram vivía una ilusión:
terminar su escuela médica en la Johns Hopkins y ser becaria de Baltimore. El
ambiente político lo suyo lo echó a tierra. Con Abram, la CIA hizo gazpacho de
gusamos para la Guerra Fría.
75. El usurpador y el contrabandista
Un vecino en la cuadra, abogado jubilado y ex-Juez del
Gobierno en el periodo los republicanos, avanza a paso lento hacia ella. Hace
18 años, el Vejete era amable con su parentela de los Dskoja y, sin embargo,
hoy les vira la cara. No los saluda.
Como abogado se había especializado en defender los
intereses de los Conjuntos Históricos de arquitectura y arte. Dio una lucha por
la Ciudad de Carmona, a 33 kms. de Sevilla. El no es vendedor de inmuebles. Ni
tasador. Es historiador, según se dice, y abogado.
Estos abogados de su estilo, con esas ideas de
preservación de la historia, son de trato difícil, para el inquilino de la Casa
Riga-Dskoja «Son arrogantes». Y, extrañamente, desde que Doña Sara está en la
casa, rompe el distanciamiento y viene, se acerca. Vela como un guerrillero en
labores de espionaje. Cuando conversa con Doña Sara, se vuelve una jalea. A los
Dzkoja de vitrina, a la seudoprima, rigas
de cuarta, los ignora.
Al usurpador, la amistad de su vecino y ella no le gusta.
El sabe que el vecino es más listo que él. Por su parte, la Señora Sara Riga es
cautelosa. Escucha y discierne.. Es paciente y discreta. Aún no es claro para
ninguno en la casa si el Dr. Abram la abandonó, o si ella lo ha divorciado, o
si ella está llena de plata, con alguna cuenta en un banco suizo.
Si es así, puede que, con su Vecino, inicie un pleito
para recobrar lo suyo. No suelta prenda. Es mejor ni enojarla ni ofenderla. Aún
cuando El Ladrón instruyo a sus hijos a que saquen información a la mujer, a la
«Tía Sara», no han podido.
En privado, su hijo El Vago se cercioró que es casada y
que es mejor no le falte el respeto, ni a ella ni a su hijo, no sea que vuelva
con un capitán del Ejército y les ponga en su lugar. Averiguaron sobre sus
estudios como médico, su esposo ganó rangos y la última vez que supieron sobre
ambos, antes de arribar a Sevilla, anduvieron 'juntos y al parecer, contentos',
en la Base principal de los Aliados Europeos.
«Ella sabe que traficamos farlopa. Me heló la sangre.
Dijo que éramos tú y yo, padre».
«No puede ser que lo sepa. Ni siquiera soy importante en
la red de contrabando».
«No. Es que tú no trabajas. No puedes probar nada con
grasa. Ni con sudor. Ni yo estoy en faena. Ni mi madre. Somos por 18 años parte
de una España parásita. El mantenimiento de la caa cuesta. Hemos vivido de la
Tía Sara, padre».
Si el hijo fue insolente con su padre, ¿qué no esperar
del Vecino arrogante? Mas ella se va.
«Parece que se va».
Con su ida, el vejete vecino que fisgonea dejará, de
asomarse en sus predios, si todo sigue este curso.
Repasa cuando dijo directamente: «No entiendo cómo unos
marranos», se refería a él y su señora Dzkoja, «se han apoderado de esta
propiedad».
Nunca antes alguien le dijo 'marrano' ni apuntó a su
falta de méritos para verse rey y amo de una casa señorial, como las del Barrio
Santa Cruz. Su Vecino lo había insultado y él se sintió empequeñecido. Su culpa
germinó desde que sacó de la biblioteca de Joachim de Riga sus libros y
documentos, el espíritu de aquel hombre, echando a la basura lo que no fue
suyo.
Empero, quiso sustituirlo, con el braguetaso a una
pariente. Empapeló las paredes con carteles de corridas y toreros famosos:
Curro Romero, Pello Hillo, Curro Cúchares, memorabilia y estatuillas baratas,
capotes rotos y baratijas. Pynk Floy, un gran cartel enmarcado, sustituye a
Anselmo Lorenzo y el cuadro al óleo de Teresa Mañé brilla por su ausencia.
Recién llegaron a la casa, Carlos había dicho a Sara.
«Pasemos a la biblioteca de Abuelito, donde está el retrato de Mañé que me
dijiste: Malká tiene un mensaje para ella».
En la biblioteca, no había un sólo libro. Son una familia
de diez. Discos, carátulas de LPs de música de sus hijos 'bakalas' y revistas
Hola y Gente, se acumulan por doquier.
Doña Sara dijo a su hijo: «Tanta basura que nos ha
suplantado».
El suplantador mayor acaba de ver al Vecino, abrazó como
un abuelo a «Friki», como han llamado Carlos. El ahora maneja su Karl en traducción
española. La bastardía espiritual de la señora Dzkoja no se impondrá. Esta los corrige,
recuerda a sus críos la mala educación que es atacar a Carlos: «Ese niño merece
consideración. Viene de un país lleno de misiles rusos, con un dictador que le
ha quitado la casa de La Habana»...
«¿De veras?»
Claro. Es ella que inventa, reprocesa, o imagina qué
sucede en Cuba. «Allá hay Revolución, bloqueo económico. El gobierno no deja
que saques ni tus juguetes ni tu ropa... mi prima Sara viene deshecha. Los
nazis mataron su padre, sus tíos... a millones de judíos como ella. Eso es
sufrir y ustedes sacan insultos y echan sus porquerías contra ellos».,
«Como eso de decirle que es un niño mariquita y faldero».
«Eso y mucho más».
«Tengámosle respeto».
Parte del problema de la familia y, por lo cual, el
padre, queda mal y como mentiroso, es que ha dicho que la propiedad es suya.
Que con su trabajo y sacrificio (y suerte que tiene con las apuestas en las
corridas de toros), se hizo casi un burgués. Compró la casa. «Bola, pura trola,
que echó mi padre», le dijo El Vago al hermano que tiene nueve años, el menor
de los suyos.
«¿Qué es eso de que la Sara resulta una tía cabrona que
viene a desalojarnos?», preguntó Pachi.
«Bola, pura trola, que echó mi padre. La casa ni la dio
en alquiler ni en herencia. Doña Sara nos ha mantenido».
«¿Que la casa no es nuestra?»
«Tremenda trola, el rollo que nos echaron ese par de
mentirosos», dijo El Vago con lo que han destrozado su alma, si alguna tuvo que
merezca el nombre de tal. Han pateado el sentido de prepotencia y superioridad
que lo caracterizaba. Por eso. vino cocío
como un piojo y rodó por las escaleras con un odio que no sabía sí era por sí
mismo, o por el mundo. En los delirios de su borrachera, maldecía el capitalismo,
a los Nazis, a los vendedores de la puta pomada de la lucha de clases. Maldecía
a su propio padre.
Por otra parte, el Vecino propuso que se adquiriera la
Casa de los Riga-Dskoja por su cercanía de 20 minutos a pie al barrio de Santa
Cruz. El conoció a los Riga. Les respetaba. Sabía de Sara, su boda, su exilio
en Cuba. «Estaba irreconocible».
«Sí. Con la belleza madura».
Hablaron sobre la casa de estilo señorial, con balcones,
con barandales de hierro forjado, con tiestos de flores colgantes, jardines
hermosos en su patio, por causa de esos invencibles héroes. Últimamente, el
vecino miraba más a la mujer y el niño que a la propiedad.
«Es hermosa».
El Usurpador bajó de la casa y caminó a donde su Vecino,
el Abogado jubilado, platica a su inquilina.
«Y usted, yo no sé quién sea, pero hágase a la idea de
que yo no soy vecino suyo. No tenemos nada en común y menos un sentido de
historia que se parezca en lo mínimo. Usted tiene un techo, eso es lo que ve en
la casa; yo, tengo por casa, una filosofía de mundo y hogar», le dijo con
dureza y Doña Sara se dio cuenta del odio.
76. Don Joaquín: «Me llamo igual que su padre»
Hará escasamente un mes vio que, en el patio, había
inusual actividad. Aquella mujer, con el niño, desbrujó la tierra, resembró, e
hizo trabajo de hacha bajo el sol, tareas que serían menos fatigosas, si fuesen
realizadas con una sierra eléctrica de mano.
Fue cuan reparó en el Vecino quien, con su paso lento y
el bastón, entró a su predio y trajo consigo la sierra.
«¡Qué tesonero su mozo! ¡Vea usted! Este trabajo es para
hombres fuertes y acostumbrados a hacerlo; pero el niño es tan admirable como
usted»..
«Es mi hijo Carlos», dijo Sara y lo saludó con un gesto.
«Están haciendo lo necesario! ¡Dios les bendiga!»
«Esto es sólo el comienzo. Cuando crezcan las plantas y
retoñen las flores, verá que vale la pena el esfuerzo», anunció Sara.
«Se nota ya la limpieza».
«Limpieza es el primer elemento de lo bello. Raíz del
adorno, la limpieza».
Entonces, el Anciano se presentó cortésmente. Ella se quitó
los guantes porque él esperó, con la mano extendida, pacientemente. El dijo que
alguna vez quiso comprar la propiedad. «Lo hablé con los dueños».
Mencionó al abuelo asesinado, quien compró precisamente
este lugar, rediseñó la propiedad que contuvo y, de su reciente prole, a un
joven, «Joachim, otro que murió en la guerra durante un bombardeo en Londres».
Estaba feliz de hablar con la hija de ese último y no
sabía porque la propiedad ha sido abandonada por 20 años.
«No han habido reclamos por este edificio aunque lo hayan
habitado. Es que sé que la señora Dzkoja no es la propietaria ni lo fue el
primer esposo suyo». Parecía bien informado. Extendió una tarjeta de negocios.
Antes de guardarla, Sara leyó su nombre.
«Tocayo. Joachim fue mi padre y está muerto y yo recién
vine de Cuba, a ver la propiedad».
«¿La vende?»
«¡Que va! Los recuerdos no pueden venderse».
Y mientras esto decía recordó el sueño con los
preparativos de la Fiesta de la Sucá
y la lectura posterior de la Torá que concernía al Extraño Peregrino / Egregio
Visitante y, posteriormente, con el Octavo Día, revelación especial por Siete
Pastores o Guías espirituales de Israel (Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Aarón,
José y David). Y sonreía feliz. Su corazón latía con bellas corazonadas. Había llegado
el primero el primero de los Siete Guías, o quizás, el Visitante Egregio.
«Ah, sí recuerdo haber leído que hubo una boda aquí y
veinte años han pasado de eso... ¡Por supuesto! Usted debió la jovencita que
aquí se casó... Vivo en estos contornos, por 50 años. ¡Por supuesto! ¡Hay una
Riga en pie!»
«Dos», dice Sara y mira a su hijo.
«¡Bendito sea Dios!»
«Anarquista una queda. Y un niño en formación».
77. La mudanza
El día que sacaron sus pertenencias personales, un vecino
prestó su sierra eléctrica y le mandó, en colaboración gratuita, los jardineros
de su casa vinieron con carretillas y palas. La generosidad proviene del
Abogado y ex-juez, cuyo bufete legal, hoy en operaciones por su hijo, se
localiza frente a la Plaza del Altozano en el barrio de Triana. Y parecía que,
con un hilo telepático, Doña Sara y él se recordaban por lo hablado el mes
pasado.
El Vecino se ha asomado otra vez y lo único desagradable
para él es que esté presente el Ladrón, el inquilino intruso... Tener que verle
la cara lo molesta.
«¿Qué habló con la señora Riga sobre pintas de gringa
americana o de familia temible?», preguntó el abogado, «¿y por qué ella se
muda?»
Habría dado una explicación en torno a la mudanza, mas
corrieron frente a sí las niñas chistosas.
«Papá, viene Jacinta a llevarnos al tapeo de la Alameda».
«Hola, Tía Sara».
«Íbamos a invitar a Friki ahora que Pachi-Toli no va».
«¡Fo, no! Huele a tierra, sudor caga'o, así ni con lo
chorbito que es!»
«¿Por qué se muda, Tía Sara?»
«¡Váyanse a la Alameda, vayan! No hagan esperar a esa
niña, su amiguita, que es de esas que no saluda, como aquí el Vecino!»
Sara aprovecha, se da dos golpecitos en la frente y se
dirige al Abogado:
«¡Ah, licenciado, qué agradecida estoy con usted! La
carta de recomendación suya me abrió las puertas a un empleo. Comienzo a
trabajar la próxima semana».
«¿Y se muda? La Rinconeda no está tan lejos, se vaya en
tren o en coche. Mujer de Dios, ¿por qué mudarse de una propiedad, que es
suya?».
¿ «Cómo? ¿Que la propiedad no es de mi padre?»
«No»
«Bromea».
«No es broma».
«¿Oíste lo que dijo este viejo?»
«¡Con razón no lo soportas!»
«Vaya con Jacintilla. Estas cuestiones de adultos las
resuelvo yo».
La niña es terca y se acercó desafiante al Abogado. No sé
a qué; pero Sara se interpuso, acarició los puñitos cerrados de la adolescente,
la detuvo y besándole la cabeza, desvió un cruce de palabras entre ellos.
«Devolveré a usted palas y herramientas. En realidad,
saldré por dos días, pero quise adelantar mi mudanza. Conversaremos otro rato
antes que me vaya».
«¡No deje a este viejo solo! Nos prometimos ir a cenar».
«Y pasar al museo y ver obras de Murillo y Velázquez»,
«Doña Sara, bienvenida a Sevilla, la tierra de los
Machado, de Bécquer y Lope de Rueda» y dio una miradilla al Ladrón, la tierra
que Tirso llamara la del Burlador.
78. El segundo visitante
Sabía muy poco del placer, como tú / y, aún así, dije: / ¡Eres perfecta! /
Era yo, entonces, un niño de 14 años / y me gocé, ¡ay con tu presencia! / pues
tu ser de estrellas o de pies ligeros / fue atisbo ilusionante. / Con albores
de tu sexualidad, / gesticulé inocentemente, nos cautivamos / y me fugué por un
instante / a no sé qué rumbo, a qué lugar cotidiano, / común, esfera primordial
/ que nos dio sombra / y solaz y arrobamiento. / Por primera vez abrí mi ser /
a coincidencia mágica, corpórea, en tu ahí / que comenzó a ser mío.
1.
Me agasajaste. / Tenías la edad del rosal, ¡qué me importa! / Lozana, tersa
piel, alitas de golondrina, / ágiles huesos, cantarina voz, / y te vi las
rodillas, la dicha de los muslos, / y calzabas tennis shoes, como yo, /
calcetines de fino algodón rosa y orlado encaje, / suelto short-pant de color
violeta. / ¡Y pensé que me trenzaba / con tu cálida carne!
Examiné tus pantorrillas, suaves muslos / y el restañido de tus bragas
amarillas / y quererte, en tan íntimos detalles, / me dio más pensamiento que
los libros / y más dispersión que el universo que se expande.
Te dije: ¡Eres perfecta!, camino del talón, / en giros de estampía y,
convertida en adiós, / tomaste un llavero ue cayó, / o dejaste caer, para
mirarme / y hallaste mi mano. / ¡La mía que todo lo habría dado / para
acariciarte y cerrar el círculo / y contenerte y comenzar a amarte!
2.
¡Me gustaste tanto, chiquita! / Volví por el ciclón y sendas de tus pasos,
/ por el talón que giraste, por tus muslos / que inventaron geografías y
árboles y tallos, / por tu braga, por tu / espalda que me llenó la mirada de
ramajes. / Y por tu blusa top; que reveló el universo / más desnudo que el alma
temblorosa!
¡Cómo serás, niñaja, fantasmilla de luz, / que tomaste tu llavero,
animalito sutil, / atrabancada, / y echaste tus pasos más fugaces a los rumbos
/ y primero que yo, te despediste, esquiva, con senda altanería / de ser
impredecible, / perfecta, indescriptiblemente cotidiana. Eres entonces:
¡perfecta, veloz, inefable!
3.
Al soltar mis dedos / al abismo me echaste, al asombro: / ¡Me dejaste
plantado en el encanto, / te ausentabas, ay, soledad del deseo! / ¡Y derrotas
victoriosamente / con el contorno espinal y tu escapada / y tu adiós, que es
tímido tanteo / en el fondo, cimero, salvaje, primitivo. / Me ofrendaste la
silueta y el placer, / contigo iba llegando oscuramente luminoso. / ¡Era tu sol
orbitante, era tu noche sin cita!
¡Ay, si hubiera durado más, sí, / más, mis dedos albergados en tus palmas,
/ tus dedos que desgajan racimos / de secretos y acarician el misterio y la
alegría, / el entendimiento en la carne, / revelando la idea de lo divino / a
los cielos terrenales!
¡Mis
dedos entre tus dedos, / catharsis, proeza, sortilegio! / te he querido así, /
vencería mi premura, yendo a ti, / habría visto más / de tus senos incipientes,
/ tan guardados, / más de tu castaño pelo, / bailarín en tus hombros, / más
sustancia en el ocaso, / más promesa en el amanecer!
Me agasajaste, en fin, / y fue cuando dije adiós / a tu curva redondez, a
tu braga / y rabadilla, a tu prisa, / a tu inocencia; / señal del ahí que
crezco / para algún ser compensante, / uno dulce y arisco como tú. / ... / Mi
amada está presente en la mirada de los dos / y atada a los dedos suyos que se
van. [Carlos López Dzur: Del amor adolescente / De libro «Las zonas del carácter»]
Para justificar que Mamá saliera de su amado Barrio de
Santa Cruz, el lugar sagrado en la antigua aljama sefardí, sin que él ejerciera
sus presiones, una que otra vez se asoma a La Rinconeda el Marido de La Dzkoja.
Le digo marido de La Coja porque
Esposo / con Mujer / sólo pueden ser los camaradas. El puede tener su
matrimonio autorizado por ley y por iglesia, pero es un marido sarnoso, macho
cimarrón, digno de sus cornudeces, animal indomado que sirve menos que el
camello, o el perro domesticado que, distinto al perro, sí es protector y amigo
de su dueño. Mamá me ha hablado entorno al mito de los varones que piden que el
lugar de la esposa sea al lado del suyo y sin condiciones, en la salud o en la
enfermedad, en las buenas o en las malas. Pues ese Marido tiene su Coja: alma
que no puede caminar, sin él. Ella no tiene alas; «yo sí no necesito de marido,
mientras tenga a HaShem», me advierte Mamá. A veces sí se enoja de que hable
menospreciativamente, aludiendo a su prima Dzokja. «Es una pobre mujer
ignorante; perdónala».
La primera vez que él vino nos trajo una carta de Andrés.
Yo me moría por abrirla. Conté la largura del día antes de que llegaras para
que me digas que dice mi tío.
¡Ah, estoy pensado otra vez, ¡ay Mamá! qué bueno sería si
me regalaras un perro! Yo lo cuidaría. Mas ha dicho que tal vez es mejor no
tenerlo por ahora. «¿Quién lo cuidará?»
Es probable que me matricule en la escuela. «¿Qué
horarios nos serán comunes respecto al asunto del perro y que sea adecuado para
cuidar al animalito? Piénsalo, hijo»...
En realidad, Mamá tiene razón. No se justifica que diga
que deja solo en casa. Ni que yo piense que un perro es mejor solución al
problema.
Me puso un mezuzah,
me instrucciona a través de él, me llama telefónicamente cuando está en su
oficina... y tiene una vecina, que no me pierde pisada. «Echo el ojo sobre ti;
así que portáte bien. Vas a comer
siempre en casa hasta que vayas a la escuela». Corrijo: con Doña Fita, no se
puede estar solo. Ella tiene sus gatos, no perros. Entonces, digo a Mamá que,
como siempre, tiene razón. «El perro puede esperar». confirmo.
Estoy comenzando a adorar los gaticos de Doña Fita. «¡Qué
buena es conmigo! Cree que soy un genio, como tú, y me cuenta historias de
Quisqueya... ¡Que cosas tristes guarda como su recuerdo, Camarada! Peores
memorias que las nuestras! Con razón te hiciste su amiga en La Rinconeda. Ella
te necesita porque eres consoladora».
Ah, la novedad... Cuando vino, el Marido vino y me dijo:
«Yo soy el único que trabajo», se quejó él. Claro, más nunca para adquirir, por
ahorros o inversiones, una residencia como ésta que le dimos. «Hago muchos
sacrificios», alegó. No han de ser muchos si va a las corridas de la Plaza de
Toros de la Real Maestranza y, si gana alguna apuesta, festeja en derredores de
la Torre del Oro y queda, que no se ve las manos.. Nada guarda para la
educación de sus hijos. Casi todos en la adolescencia. «Aún cuando Doña Sara
dejó de mandar algún dinerillo a mi señora, yo me he encargado de que no le
falte alimento al de su marido anterior... He sí'o yo el que se echó la familia
al hombro... ¡Qué pena ayudarlos a ustedes no pude!»
Parece que se lamenta de que nos hayamos ido. Mas no es
verdad. Vino a ver si nos va estupendo, o si en ese paquete de correspondencia
vino dinero, a ver si le damos algo. En su casa, hay una ley, al menos entre
hermanos, «se paga a parchas. En cada beneficio, se va a escote, se divide el
gasto en partes iguales». Por eso no me gustaba salir con ellos. Me pedían un
pago de escote, «a mí, mamá, que sé como llegamos». Apenas con los calzones que
trajimos puestos.
¡Qué cínico! Querer que yo le diga Tío. Mejor le digo tío
a un perro callejero. ¿Que si echo de menos a mis primitos? «Oh sí. Salúdeme a
Pachi-Toli y la Chistosita que me dice Friki, y a la que tiene 14 y me llama
Chorbito, que más chorba es ella y tiene el culo cagado», ah, no te preocupes,
Camarada. No le dije nada. Sí que sé que no me quisieron. «Que la pasen
estupendo, que yo me fui».
«No, niño de mi alma, que te quieren. Que se nota tu
ausencia. Dejaste un vacío. Eco... Hay un Abogado, el de bastón, que por
enmoriscaíllo de Doña Sara, le tuve que decir que es mujer casada, honrada,
para que se ande de baberos».
«Fue innecesario que le dijera, porque él lo sabe».
No le dije que, con él, hace tres semanas, fuimos a
pasear. Cenamos los tres juntos, conocimos su hijo en el Barrio de Triana.
Vimos el puente sobre el río Guadalquivir. Entramos a La Guiralda, tomamos
fotos frente a la Torre. Ver la Ciudad es lo más excitante que me ha pasado en
la vida. Es comparable a la visita que hicimos a Ceiba Mocha, o los viaje en
tren por La Habana, Güines y caminar por Cárdenas... no le dije nada sobre
nuestras alegrías.
«¿Y no te aburres? ¡Sepa la hostia que estar leyendo
mucho gasta la vista y marea! Y no quisieron el televisorillo viejo que les
dimos, pero sirve... y veo que no tienen uno, se lo voy a traer otra vez que
venga. No sean orgullosos... yo estoy poniendo orden en la familia porque uno
se me descarría, con esto de andar colga'o,
el alcohol es malo, hijo de mi alma».
Blá blá blá. El caldero que se queja del tizne de la
olla. Y trajo una fiambrera con un potaje de chícharos, dizque que porque
comemos raro y nos gusta el pincho moruno. Mamá, si tuviéramos un cerdito, le
sirvo ese potaje para que no se pierda. Lo puse encima de la estufa, pero lo
que me preparó Doña Fita en su casa, aunque sea refrito, me lo comería con más
gusto. La caridad que necesitamos no es esa fiambrera de hipocresía.
«Mi dulce Camarada, puede que no hayas entendido que,
cuando más damos, Dios nos da más. ¿Estás enojado porque regalé la casa? ¿Que
fue mucha caridad la mía, que fui demasiado generosa con ellos? ¿Te digo dónde
puse la casa y los jardines del barrio de Santa Cruz?», se tocó su corazón y
después el mío: Aquí. Donde estuvo siempre. Donde nadie la puede volver a
quemar, donde la pusieron nuestros ancestros, 300 años antes de la expulsión de
los judíos por los Reyes Católicos. La puse en el corazón de ese vecino que nos
paseó por el Barrio de Triana y nos llevó al distrito histórico de Carmona y la
ciudad romana de Santiponce. Ponla tú también en el corazón de la Eternidad y
cada perdón que tú hagas, con alguno de ellos, es como un monumento que
levantas en honor a tu casa, en honor a los sefarditas que han muerto,
injustamente, o han sido despojados».
«¡Pero se la regalaste a un ladrón que vende farlopa! Vi
que aceptaste dinero de él, que quiso dártelo en un cheque».
«Pues viste y oíste mal. La casa él no podrá venderla
nunca. El cheque que extendió es un trámite que él tendrá que hacer, por
tranquilidad de su alma, para que no vaya preso y no sea desalojado. Doné la
casa a un Patronato Histórico. Extendí un permiso para que él la viva con su
familia hasta que el menor tenga 21 años. Es como un arriendo, definitivamente
legalizado... Es que vino a mí el Segundo Guía. A eso fuimos los tres al bufete
del hijo de nuestro ex-vecino de Santa Cruz, a informarnos bien de la ley y, es
verdad, he sido generosa con el esposo de mi prima... Me enfurece que ofrezca
una vida insensata a sus hijos, que introduzca cocaína en el barrio... Sí.
También yo he estado enfurecida. No te culpo por el enojo. Agradezco que
hablemos sobre ésto y te pido que, cuando venga el Yom Kippur, te hayas sacado
ese odio, esa raíz de amargura, que en esa casa desarrollaste. Olvídate de
cojas, frikis, tolis... no, no, ése
no es mi copiloto dulce, uno que expresa perdón... Cuando cumplas once añitos,
me lo dijo cierto Extraño Visitante, vendrá a nuestra cabaña, un guía de
HaShem. Quizás para ti sea el primero... espero que ya estés en la escuela.
Estamos en oración por eso. Vendrán regalos y gracia de lo Alto».
«Amén, Mamá».
«Tu abejita no estará ociosa».
Entonces, leímos juntos la carta de Tío Andrés. Había en
el paquete varios regalos para mí, conste que los vi antes de oír la carta. La
Mano de Hamsa que olvidé con las prisas del viaje. Una Oración del Peregrino,
escrita en hebreo, o como dice Andrés en la carta, en 'leshón hakódesh':
....
lengua sagrada que no pude aprender con mi Becerrita peleona... sigo tontejo
para eso de los alfabetos y, si allá se permite el uso de una kipá, el copiloto
puede usarla para su cabecita en la sinagoga a que vaya. Aquí en Miami la
llaman yarmulke. Es una kipá para
niños. Te mando una bufanda, Sarita. Dile que va también una boina, como la que
usara el Ché. Los poetas la usan aquí y los panteras negras también. Una es
para ti, no sé si es peligro usarla allá, porque una es roja y otra negra...
Hice amistad con un dayanim (rabino)
y lo tengo orando por los dos.
Estoy cosiendo camisas en una factoría y, en breve,
recibiré un cheque gordo porque le pongo empeño y horas extras. Por acá, vi al
Cotorro, el tabaquero. Estaba llorando cuando le dije que se fueron a España,
les quiere mucho a los dos y les envía saludos. La Becerra no aprovechó los
Vuelos de la Libertad, dicen que se quedarán en Cuba como Isaac Chipru y Farin
Serfati hasta el final... Acá, la Calle 8 de Miami, se ha llenado de exilados.
El presidente (Lyndon Johnson) promueve una ley de ajuste que firmaría para fin
del año que viene. «El Ajuste». idea es que los cubanos queden exentos de las
leyes generales de inmigración y sean elegibles para residencia inmediata,
después de dos años...
Aquellas señoras de El Vedado que se comían nuestra calle
por los niños Pedro-Pan están acá con compañas para que se aplique la ley de
estatus permanente. La idea no es mal sólo que ahora los dominicanos se dicen
cubanos y los cubanos se dicen puertorriqueños y los mentirosos caen en la
trampa, porque un puertorriqueño sabe que es ciudadano de nacimiento, y
prefiere irse al Bronx... La partera que te ocupaba para poner inyecciones y
corregir infecciones de ombligo está acá y te envía saludos y bendiciones, acá
están los empleados de nuestra maicería de La Bodega y el Ciego Lecsinka, que
pregunta por ti y me reconoció en una calle.
Por acá, están los hijos del Libanés, quien se murió.
Dicen que me buscaron para poner una sastrería de guayaberas, como la que
tuvimos en Cuba. Sacaron mucho dinero, pero pusieron cafetería porque no me
encontraron... De comida y restaurantes, se me antojan patatas aliñás, al
estilo sevillano, ensaladilla rusa, picadillos y otros aliños... ¿Qué comes allá,
Sara? Dime si te adaptas, si pusiste en la escuela, al incordio nalga frías...
Hecho de menos ir por él al Sótano y sacarlo del tonel de vino, o sentir su
cuerpito friolento... dime si tienes empleo, o necesitas algún dinero, supongo
que el HP de mi hermano se olvida de que tiene hijo y mujer. Contactos que
tengo en Guantánamo me dijeron que ya no tiene aquella alemana quitamaridos... como te dije, tengo unos
amigos que en el personal de La Base que desde la crisis de misiles han
trabajado edificando la Muralla de
Cáctus... Acá está tu cocinera, con todos sus nenes y su marido, y me pidió
tu dirección, y quiere hacer galleticas suizas, y enviártelas en una lata por
correo...
A un hijo del Barbero Lleó, de La Bodega, lo mataron en
Santiago de Cuba, por querer «rescatar» para la Revolución los cuarteles de la
Bacardí... Donde vivo está muy tranquilo. Pero, en otros rumbos, parece que hay
Revolución como en Cuba. Desde que mataron a Malcolm X a principios del año y
parece que era un negro musulmán, pero gringo, hay mucha violencia, se rompen
las marchas aunque sean pacíficas. Por seis días, se quemaron edificios en
Watts, Los Ángeles, y se mató a 36 manifestantes. Puede que sean tantos como
800 los heridos... así pasó poco antes cuando mataron al Pastor Luterano,
Martin Luther, en un Domingo Sangriento
en Selma, Alabama.
Todavía la televisión muestra las escenas y la gente
huyendo de los gases lacrimógenos de la policía. Por eso hasta los panteras
negras hacen causa común con latinos puertorriqueños, de los que llaman
nacionalistas de Albizu... Bueno, por ti, que elgiste el exilio en España; por
acá, entre Nueva York y Miami, están Celia Cruz y Olga Guillot, guarachera y
bolerista juntas, hablando contra Fidel en cuanto evento se hace, y la hermana
de Castro, que quiere que alguien vaya y lo mate. Por anduvo Pumarejo y Pototo,
van a mudarse a Puerto Rico y seguir en el negocio de la televisión; por acá
está la modista que te cosía, la italiana a la que le violaron las dos hijas
lindas que tenía que no salían del Tropicana...
Por acá, vi al gerente que me robó y me quebró la
cristalería y fábrica de botellas que tuve en Cárdenas, le han dado dos
embolias, y está paralítico, viejo y delgadillo como un fideo. Cuando supo que
llegué a Miami me mandó a buscar para pedir perdón, en días del Yamim Noraim de Tishrei.. te dejo porque
se me acabó la tinta... dámele besos y abrazos a mi sobrinito. Soñé que se
había enamorado y que andaba por una calle de Nueva York con los alegres judíos
Haredi. Debe estar grande, no ya tan flaquito, comiendo muchas gambas y papas
con choco... yo creo que ya me puede escribir una cartica, que yo prometo
contestar...
Ahora cierro la carta y voy a comprar un timbres, para
echarla hoy mismo al correo. Esta es la dirección a la que me dijiste que
llegaría todo. Shalom, hija mía.
Camarada. Luz de mis ojos.
¡Cómo
coqueteamos, Mamá y yo, ante el espejo con la boina del Ché en las cabezas y
ella con su bufanda y su boina, por igual! Ella era una Ché-Ernesta llorona
porque leyendo la carta echa lágrimas de alegría.
«Hay que escribirle cuanto antes, abejillo!»
«Sí, lo prometo. Mañana mismo, quiero meditar las cosas
que le diré».
«Consulta bien esa almohada».
Nuestra nueva casa tiene tres recámaras porque una es
para Tío Andrés... El Dr. Abram puede que no venga. El sí. Tío es más fiel que
su hermano.
Mamá tiene que levantarse temprano en la mañana porque no
le han entregado un coche que se ha comprado. Un Renault usado. Sólo lo separó,
lo pagará a plazos. Sin embargo, como es un carro blanco, le llamará
'Palomino'. Yo seré su copiloto y ella me enseñará a manejar. Ella, en La
Habana, no tuvo coche; pero manejó jeeps durante la guerra mundial. Es capaz de
manejar un camión enorme si le dan la oportunidad. Tiene una licencia
internacional de manejo. La renueva. Sabe que es indispensable cuando se es
mujer sola.
«Camarada, camarada», escuché el susurro de Mamá desde la
cocina. No estaba asustada, mas sonaba extraña. «¿Ocurre algo, mamá? Te oí
misteriosa».
«No te asustes... Es que tenemos visita. Un segundo
visitante».
Como estoy muy sintonizado con su mente simbólica, le
pregunto.
«¿Crees que la carta de Andrés es mensaje de ángeles para
nosotros?»
«Puede que sí; pero si abro esta puerta de la cocina al
patio», dijo apuntando el índice hacia ella, «va a entrar un perro que se muere
de frío y, de seguro, está hambriento. Trata de entrar, arañando la puerta y
estuvimos tan entretenidos con las boina y la bufanda que no lo escuchamos».
«Deja que entre, mamá. Le damos de comer y que se vaya».
Abrimos la puerta y entró un perro, con el pelaje blanco,
con unas manchitas de color albaricoque, ojos y nariz grandes, ojos redondos y
oscuros.
«Es un bichón. Es un perro francés», dijo mamá.
«¡Está lindo, mamá!», me entusiasmé.
Vaya sorpresa. Mamá lo examinó con ojos médicos y observó
que, al correr, el perrito cojeaba. Tenía una patica rota. Un perro tan alegre
y vivaz, como son éstos, apenas se animaba a dar gemidos, y la fiebre lo tenía
temblando. ¡Un perro tan confiado y encabritado, como se supone que es éste, está
allí sobre el piso de nuestra cocina, echado como agónico inerte y manchado de
sucio y sangre, falto de su andar alegre. Este es un visitante que no
esperamos, con razón mamá me susurraba: «Un tercer visitante, ven, Carlos, para
que lo veas».
Después que calentó el agua para lavarle la pata, le
servimos leche. Mamá hasta lo vendó.
«¡Qué cabeza más redondita tiene; parece una bola con
pelos!»
«¡No te ilusiones. Este perro debe tener dueño. Es fino.
Observa lo sociable y manso que es con los desconocidos! Seguro que su dueño
debe ser un vecino cercano... No podemos conservarlo, si no poner un aviso para
que vengan a recogerlo», me advirtió
«¿Por qué le llamaste bichón? ¿Es su nombre?»
«Bichon Frisé: yo tuve uno cuando era muy pequeñita.
Sabía todo sobre estos perros rizados y falderos. Eran los mimados por la
realeza francesa del Siglo XVIII. Es lujo caro que se tenga un perrito de
éstos... No recuerdo si fueron los canarios lo que lo llevaron a Francia, o los
marineros franceses los que trajeron a Tenerife, a España... Lo único que te
puedo decir que son muy lindos. Son unos muñequitos vivos que no sirven para
nada, excepto para querer. Viene un ladrón a robar la casa y se hacen amigos
del ladrón», me explicaba.
«Entonces, no es el perro que nos sirve», dije con
frustración.
«No te dije eso. Todos los perros sirven. La mayor
protección es alguien que nos ame. Estos perros son muy amorosos, aunque no
sean de combate y de lanzar mordidas. Para defendernos de la agresividad ajena
ya tenemos protector, ¿eh? Tú sabes quién es el Gran Camarada, el Supremo en el
Altísimo... Cuando te hablo sobre la responsabilidad de cuidar a una mascota,
me refiero al tiempo hábil y disponible que tengamos para cuidarlo. Para
defendernos, ya tenemos a Dios. Nos tenemos... Te digo que no te ilusiones con
este bichon frisé porque ha de tener
un dueño, por seguro. El vino a visitarnos, a que lo ayudemos por un rato... y,
de repente, creo que tienes razón... La carta de Andrés es el segundo guía, o
mensaje. Dios está con él, ha vuelto a la sinagoga. Nos cuida desde Miami... Se
nos ha olvidado la desagradable presencia del ladrón, ¿ah?».
No que yo la olvidara. Todavía recuerdo al Marido de La
Coja diciéndome: «Yo soy el único que trabajo», como quejándose él... Claro,
más nunca para adquirir, por ahorros o inversiones, una residencia como ésta
que Mamá le permite. «Hago muchos sacrificios», alegó también. No han de ser
mucho si va a las corridas de toros con frecuencia. Nada guarda para la
educación de sus hijos. Casi todos en la adolescencia. «Aún cuando tu madre
dejó de mandar algún dinerillo a mi señora, yo me he encargado de que no le
falte alimento a Pachi, el único, el único hijo de su marido anterior». Culpó a
Mamá, tácitamente, de no enviar pagos después de todos años, como si ya no hubiese
sido suficiente el dar casa gratis. ¡Qué mano larga y sofisticada! No se
necesita ser ladrón violento frente a un perro, ni tener perro para olfatear
esa perversidad.
«¿Qué tipo de contrato hiciste con el primero marido de
tu prima, Mamá?
«¿Carlos, todavía estás obsesionado con eso?»
«Curiosidad, nada más. Te prometo que es la última vez
que toco el tema».
«Después de casada, cuando conocí a Dzkoja y ni novio
tenía, la admití con su madre para que proveyera atención a la casa. La viviera
gratuitamente, con tal que no pagaran renta a otros, y dieran algún cuidado a
la propiedad. Fue simplemente ayuda mutua. Envié algún dinero, abrí una cuenta
para el mantenimiento de la casa por si incurrieran en alguna reparación
costosa... Han vivido por más de veinte años, mejor que nosotros en Cuba y, si
algo me angustió, fue que no se comunicaran a fin de que comprobara que
recibían mis cartas desde Cuba, o el dinero, si lo necesitaran».
79. Tengo perro y alcoba
Hoy preferí dormir con el perro. Tengo ya una recámara.
Lo quiero tener conmigo y pensar en la carta de Andrés y con ese sueño que él
tuvo. Que yo me había enamorado. ¡Si supiera que es de un bichón, ni siquiera
es una hembrita bichona! Tal vez le diga a Tío Andrés en mi carta: Que aún no
tengo novia, pero tengo una mascota... que es por un rato... que tiene un
pelaje blanco, que muy bien bañada será como una bola de nieve. Orejona. Las
patas, no se sabe si gruesas y cortas, porque son mullidas de pelaje. El rabo
es corto como una almohadilla, o un trapo de plumas, que parecen algodón....
¿Qué más le diré de esa novia perruna? ¿Que parece una
osita como aquella que Papá le regaló a Mamá el día de mi quinto cumpleaños,
recién regresamos de Puerto Rico, tan sólo para descubrir que él tenía una
amante alemana? No... mejor no le escribo eso. Viene Mamá y me pregunta, ¿qué
le contaste? y le tendré que decir ese mal recuerdo... tal vez sí le diga que a
veces pienso en las chistositas, mis primas. Uno es muy linda, la que más se
perfuma y siempre huele a jabón de Triana. Sabe que es linda... ha de ser como
la María Lecsinka... no.
No voy a escribir eso... Mejor le digo que me gusta la
niña que habla en el jardín y nunca entra a la casa, Jacinta... Y Tío me preguntará: «¿Ya hablaste con ella?
¿Has salido al jardín a verla de cerca?»
Le diré que no. La verdad ante todo. Por ahora, basta que
ella me gusta... ¿Por qué me tiene que gustar?... si me pregunta le digo que es
por su voz... o le digo, que es porque me saludó con la mano, desde dentro de
su autómovil, una vez que yo estaba en el jardín y la miré al volante...
también porque le preguntó a una de mis primas chistosas:
«¿Quién es ese niño guapo que vive en tu casa?» Friki, el Chrobito, le dijeron. Como se
empezaron a reír, me enojé. Subí a mi cuarto, pero seguí pensando... ¿Qué tal
si le dicen que yo no tengo diploma de primaria? Que nunca he visto películas
en el cine, que no veo TV, que hablo lenguajes extraños y exóticos, que no como
nada que tenga cerdo, o comida de mar, como pulpo o babosas, que con potaje de
chícharos y gambas me alimento, o como dice Pachi-Toli o El Vago, que no he
visto un pelo del pomelo de una churri, ni me he jala'o la polla a gusto, como
ellos... Un friki es un toli y para despabilar a un friki
se necesita Dios y su ayuda y superar haber ido de culo toda una vida...
80. Enseñanzas con El Trece de Mem
No importa cuál sea el lenguaje que yo lo utilice o
traduzca, Mamá es la palabra más bella que existe. No hay vocablo más profundo
y multisemántico. Si yo dijera que una madre es una diosa civilizadora todavía
no captaría lo sublime que es tenerla.
Mamá dice que ni siquiera el término es una palabra
audible, aunque fue el primero de los términos, o secuencia de sílabas, que
hizo su presencia en el oído del género humano. Es la primera palabra de un
niño.
Mamá es, pues, una manifestación del Oír. Una manera de
escuchar, el aprendizaje del proceso mismo de escuchar, porque las madres no se
completan sin haber escuchado todo lo que le es posible Oír, desde la sagrada
Mem, cuyo valor es cuarenta en el Alfabeto de la Sabiduría.
«Ni una, como mujer, lee este nombre y lo entienda sin
que haya escuchado el nombre de Dios como Misericordia, havaiá», me dice ella.
La primera letra de Mamá es la MEM, La Fuente de la
Sabiduría («Jojmá») y la letra del Agua («Maim»), la letra de los manantiales
que, a nivel material, ascienden de lo subterráneo como aquellos pozos que
había en Ceiba Mocha.
Repasando cosas que nos instruyó mi tutora Becerra, o la
otrora novia que amedrentara a Andrés, con su carácter exigente. Mi madre y yo
leemos los Proverbios críticamente, buscamos las aplicaciones prácticas, y yo
me sospecho por donde ella va y lo que me dirá, con ésto de que las primitas
chistosas vienen solas. Se trae correspondencia de Andrés.
Y Mamá se las huele. Durante las horas que ella trabaja
y, por estas visitas, se alborotarán las hormonas, asaltan ganas de hacerme la
paja y verle el pomelo peludo a una churri. Mamá no me dice que soy un
churumbel, como sus mingas en el vecindario. Es madre sabia, se preparó para
serlo desde pequeña.
«Y una puede ser madre, aunque no se case. Parir no te
hace madre; te hace madre querer a un niño; tener macho no te hace mujer,
aunque mil maniobras en la cama; te prueba hembra, aunque no te instruye en
dominar a un salvaje y transformarlo en hombre, capaz de querer y respetar las
mujeres».
«¡Qué olfato tiene Mamá!», no corrí a decirle que mis dos
primitas bellacas me visitaron en la mañana. Pasaron hasta la tarde conmigo.
Calcularon cuándo irse antes que Mamá llegara. Ella olfateó el olor de los
jabones de Triana. No son aromas de jabones de Myrurgia lo que ella captó en el
aire.
«¿Quién vino y trajo el paquetico de Andrés?»
Vergüenza de mí. Le mentí. Le dije que el Señor Dzkoja.
Mamá sabía que mentía. Por mentiroso, gruñir feamente, pero no lo hizo. Mas a
la primera oportunidad que tuvo el viernes, cuando preparaba la adelfina, y
después de cumplir ambos con ducharnos, me invitó a otro tipo de baño, porque
se ha de bañar el cuerpo lo mismo que el alma, y el intelecto / alma / se ducha
en el Manantial de Jojmá, la Torá / la Sabiduría.
Las aguas de Maim penetran la supraconsciencia y
Proverbios dice que aguas son los de esta «corriente que fluye, la fuente de la
sabiduría» y que son trece canales de flujo, desde su origen hasta el comienzo
de la conciencia que esos canales.han sido revelados en el Monte Sinaí, de modo
que estudiaremos la decimotercera letra del alef-bet.
El Trece de Mem, las aguas que no tienen fin», como dice Proverbios.
Pese al baño, aún seguí inmundo. Una de mis primitas
examinó mi pene con la mano. «Inteligente eres y lindo, pero, no basta eso».
Metió su mano para sentir mis cojones. «Es que Pachi dijo que eres marica».
«¡No! ¿Cómo crees?»
Vino a saber si soy gallito como para presumir a la hora de
ligar las pibas.
Ahora, mientras Mamá me habla sobre la letra de Havaiá [Dios como el Unicidad y Dios
como Amor, unión de dos Trece, unión de Ejad y Ashavé, unión de lo Cerrado y lo
Abierto, en la consciencia y en el alma profunda], mi pensamiento está en los
gestos amorosos de Andrés, divertido por la ausencia de un pudor consciente,
recordándome chapoteando en las charcas de Ceiba Mocha, desnudo, o corriendo en
Mayo, como Dios me echó al mundo, con algunos guajiritos de la finca... él recuerda
al niño Karl en edades de pantalones cortos; él podía levantarme en firme por
las nalgas y referir en voz alta, que mi cuerpo está frío y que debo abrigarme
y comer un potaje caliente...
Si alguna vez sorprendí a mi mamá, semidesnuda, se dio
hermosamente natural, la evadí; pero, hace unos días, meses, he tenido
vergüenza de mi cuerpo. He conocido el erotismo, me agrede un deseo de tocar a
mis primas y dejarme seducir, o cautivarme con olor de jabones de Triana,
olores que no pensé que eran uterinos, o simulacros olfativos del poder de la
reproducción en una hembra, y que el agua, la humedad de vulva y de semen,
mientan manchas e imperfecciones, pero, al mismo tiempo, aguas del Teshuvá.
El agua desciende por el pene; el agua entra en las
oscuras y peludas hendijas de las hembras, con su naturaleza descendente. Allá
en útero, en matriz, une sustancias de vida y pueden ser aguas malvadas,
pasionales, sin plenitud, aguas ocultadoras de la Luz, aguas de mundos
inferiores.
Mamá habla sobre ésto con números y arquetipos, como ella
prefiere decirlo: Cuarenta días en que azotó un diluvio, cuarenta años de
vagar, como pueblo, en el desierto, 40 días para observar la concepción
cuajando que se muestre como feto, 40 semanas del embarazo, 40 días en que
Israel esperó a Moisés, antes de que llegara con la Torá, 40 días de israelitas
purgados por adorar el Becerro de Oro, 40 días del recapacitación antes que
Moisés trajera las Nuevas Tablas de la ley... pero, aún así, mi mente está en
la adoración de aquella becerrita, no midiendo con el pensamiento los 40 codos
de altura de la entrada a mi santuario interior, el Templo para el Teshuvá, o
si así se medírá la vanidad de mi erección.
Mamá observó, al fin, que mi mente estaba en otras cosas
y le tuve que decir que le había mentido. La carta de Andrés y su paquete lo
trajeron mis primeras, no el suplantador o ladrón de su padre. Mamá me dijo que
lo sabía gracias a las mingas, o vecinas que me cuidan. Sabía la hora en que
las niñas llegaron y se fueron. Contrario a lo que esperaba, expuso que son
bienvenidas a la casa, que procuren hacerlo cuando ella esté presente. Que no
tienen que visitarnos como ladronas en la anonimia, por la entrada trasera de
la casa.
Yo no les dí ni un vaso de agua. He de ser mal anfitrión.
Todavía mi mente está con ellas, hermosas encarnaciones
de juventud y vanidad: ¡las niñas en la escuela o en las habitaciones de
Dskoja.
81. Los primos se exprimen
«Que no sabes bailar, primito, es lo de menos. Nosotras
te enseñamos, ¿verdad, hermana? Que no andes de pirulo está bien. Eres un crío
y no ganas dinero, se puede esperar un ratillo... Con nosotras podrás ir al
cine, te vas a sacar lentamente, ya verás, Chorbito», me decía y sus promesas
me gustaban y ella, por sus ojos grandes y sus manos sensuales, suaves, atrevidas,
bme ponía a mil, con sus movimientos de mano o de piernas.
Un día lo dijo muy rotundamente.
«Te vas a dejar mamar o eres mariquita?»
... y ya que sentía rica su mano en mi pene caliente, el
mal ya estuvo hecho. «Es que son dos». Una quería ver cómo chupa la otra y yo
no quería su presencia. No aseguro que nada deseaba de los dos, pero no una al
lado de la otra, espiando mi pene y ella lo sacó de mis calzones. Hizo lo que
le dio la gana. Fue un momento de irracionalidad, pasiva, pero, coño, intensamente
deliciosa.
Una al lado de la otra, cómplices, sonrientes, amigable
por primera vez, sin burlas, risueñas, a solas conmigo, sin presencia que nos
juzgue, a no ser Dios, y lo menos que hice fue pensar en Él. Ni en misvot de Levítico. ni en Mamá. Cuando
el semen de la puñeta le entró a la boca, la retiró para exclamar: «Anda, toli.
Eres mío». Quiso decir que el Pachi-Toli ha tenido su merecido. Que yo triunfé,
no él.
«No vayas a decir a Tía Dzkoja ni a tu papá ni a Sarita
lo que me hicíste», dije.
«Como dicen en las pelis de espionaje, top secret».
«¿Te dio miedo? ¿Te cagaste?»
No, no sé.
«Es todavía un toli», dijo su hermana.
«No. Se lo quitamos».
«Mira que capullín, churumbelillo, poco más y me
mojas el galillo... Oh, que está colora'o y temblado... Déjalo, no hay pena».
«Carlos y su primer puñetín, top secret, para la historia».
«¡Ay, que se me antoja en el culo!; pero que sea , con
tiempo, alguna vez»
«¡Pena que no tengas alpiste, ni sodas, ni música para
cani! Sería flipar, alucinando juntos, «no creas que drogas».
Ah, no me gustaría...
«A drogas no la apostamos», dijo la pasiva.
Okay. «No te quejes del cartero. ¿A que éste paquete no
lo esperabas?» Pues no. «Te vamos a a traer tus regalitos». Le dijiste a papá
que fuimos acrelimón, malas contigo, chorbito. Eso sí que fue de enfado. Nos
cabreaste. «¿No van a visitarnos ya más?» Sí. Tal vez. Mamá decide eso.
«Ah sí; pero...»
¿Y tu colegio? Que serás falderillo, no puede ser. «Sí,
ya hicimos gestiones. Evaluarán el nivel que me corresponde con exámenes para
el ingreso». ¿Y crees que brincas alto? ¿O te pondrán con críos de teta?
Medita. «Sería del culo». Si estaras con nosotras, colegio de alumnado mixto,
tendrías tus churris, muchos ligues, a matar, a matar, torerín... ir por la
alternativa... Hasta vendríamos por tí. Jacinta tiene chofer... y a veces
maneja sola, sin permiso. Le prestan el coche... y, ¿quién es?
«Tú la conoces. No se lleva con mi frate, con nadie que sea pesado.
«A lo mejor, le gusta tú. Te oyó».
Nunca hablé con ella.
«Te oyó recitar en hebreo».
Y preguntó: ¿Qué eso?
«Es el Toli».
«¡Qué voz dulce tiene! Es un canto hebreo», nos dijo..
«¿Y cómo sabes que es hebreo?»
Se llama Carlos, tiene 11 años, es bobo.
«No, no me gustaría verlo entonces».
«Es hijo de Tía Sara, un agonías. No bebe, no fuma. Todo
lo que hace raro».
«Yo no hago nada raro», al fin, saqué las uñas en mi
defensa.
«Es que no eres nazi. Punto y, sin embargo, te educaste
como alemán con mi tía, para que nosotros no nos enteremos si hablan mal contra
nosotros, o qué se traen entre manos».
«Fíjate: nos quitaron la casa».
Mentira: pueden quedarse hasta que se mueran todos ahí.
Lo que es cierto es que fue la herencia de Mamá.
«No te cabrées, Chorbito. Es cosa de adultos. Nosotras lo
comprendimos. Te damos amistad. Cool! »
«Le pro».metí a Mamá no conversar este tema nunca más.
«Eres lindo».
Será hasta el próximo paquetillo que venga del correo.
«Bueno, ¿y?»
«Manejando por La Rinconeda. No es nuestro barrio y
faltamos a la escuela...
«Y para joder, nos perdimos en el camino».
«Valió la pena, eh...», anima la otra.
«Bueno, cuando vengan, les ofreceré aunque sea un jugo de
naranja».
«O unas tapas chacinas».
«Si quieres, te instruiremos en cocina».
«Sí», dije incrédulamente.
82. Cómo percibe el poeta
A medida que crezco, por petición de mi madre, memorizo
de un modo diferente, más racionalmente, los nombre, rostros, actitudes y
evocaciones de las cosas. Evito ser tan subjetivo. Es consejo de mi madre:
«Deja la poesía para la intimidad con aquellos que conoces muy bien... Carlos,
yo supe que eres poeta. Hasta el tontuelo de Andrés nos envío una boina de
poetas, como él dice. Mas él nos conoce en la intimidad y bendice las rosas. No
el mundo, no todos. A esa gente, sin pálpitos, de voz literal, gente de raseros
y letra muerta, háblales crudamente, con medidas, sin alegorías y recuérdales
la vulgaridad de su materialismo. Sé misericordioso, pero, indícales la pata
con la que cojean. Sé preciso, al punto, mátalos con tu ápice si debes y es
justicia. A las corazonadas e intuiciones, si no son desechables e inútiles;
sustáncialas con datos objetivos. Deja la poesía en pausa. Utilízala después,
si es que quieras que el mundo te crea, te acepte. No se puede ir por el mundo
derramando el Agua de Maim, porque
eso es como echar rosas a las patas de los puercos».
Explico a Mamá sobre mi quehacer cognitivo.
Es que ante la visión de lo real, lo materialmente
visible, acuden a mí las metáforas intuitivas. Otros detalles. De modo que hay
individuos cuyo aspecto me sugiere un animal para identificarlo.
Para mí, hay ojos tristes y melancólicos de perros y
gente con manos que, por su rudeza en el trato, al combinarse con sus emociones
y actitudes, las llamo tenazas, tentáculos. Garras... Así son las manos del
esposo de la Tía Dzkoja. No me gusta su barbilla puntiaguda. Su fea quijada...
yo veo algo en esa estructura que es más que lo que visualmente es.
¿Te fijas la prisa con que coma? Como si fuese un animal
depredatorio, en el momento de hambres aguda ¿Te fijas que nunca parece
tranquilo, como si la furia se lo comiera por dentro? Lo veo y no es que le
tenga miedo, a pesar de sus manos enormes, me eriza la piel... es algo extraño.
«He's really
freak for me!»
Por eso su esposa parece tan asustada. Tensa en cada
instante. No lo puede parar cuando él taladra. Con cada tema que sale de su
boca forma un agujero, el túnel para que todo entre, se comprima y se pierda.
Esa barbilla de él es el tirabuzón. O el picahielo...
«El pobre es feíto; sólo eso».
No, no... es más..
«No quiero que forjes prejuicios, ni opiniones en base de
la apariencia de la gente. De hecho, la gente feíta como él a veces necesita
más amor que los que han nacido guapillos, como tú, tramposo», me orienta.
«Doña Felícita, tu minga, es objetivamente fea.
Tiene muchas pecas negras en su piel oscura; pero yo la quiero mucho. La miro
por dentro, con corazonadas».
«Sólo voy a este punto, ya que iniciaste la escuela y
convivirás con muchísimos jóvenes, con tres o cuatro años de ventaja sobre tí,
memoriza sus nombres verdaderos. Saluda a todos sin distingos, sin criterios
estéticos. Sin burlas, que eres socarroncillo. No vayas a juzgarlo por lo que
te evoquen unos ojos de conejo, así dices de tus primas. No hables sobre
narizones, no sea que te crezca la nariz como a Pinocho (y recuerda que los
Sbarbí de la prole de Benavito, eran narigudos). No tires piedras sobre tejados
de cristal. No le digas a tu prima Jezabel. Eso es muy duro, aunque lo tengas
en secreto. Jezabel es una imagen sagrada. ¿No es acaso la prima más linda?...
Te gusta, lo sé. Te delata tu miradilla, pícaro. ¿Te aprendiste su nombre?»
«Sí. Noemí», confieso.
«¿Cómo voy a olvidar a esa Jezabel, la Chistosa,
mama-vergas, que me enseño su malicia a mis once años de entonces?», rememoro
en silencio. Verbalizo que cada día es más linda. Ya tiene 16 años, y en una
libretilla de amoríos, atiborrada con nombres, se la clasifica como la
compañera más manoseada de la escuela.
La otra, de 17, uff... salió embarazada. Cuando salga de la
barrigota, dice que volverá a dar fin a su educación. No lo creo, me late.
Tiene planes de boda con otro adolescente de 18, pero uno que, por lo menos,
trabaja la mecánica automotriz.
«Nos invitaron a la boda de Rita», me dijo Mamá.
«Sí, la otra chistosa, ojos de conejo». Reímos.
«¿Te fijas como eres? Tus cosas son la adolescencia,
pavo».
83. Como un Abuelo postizo o el Extrajero egregio
El «abogado del Bastón», como le gustan a él que le diga,
se llama Joaquin Arturo, o el Licenciado Jiménez. Le escribí una carta de
agradecimiento por la ayuda que nos brindara para instalarnos en Sevilla. «El
anarquista debe vivir solo», dice mamá, y nos falló la Comuna Dskoja.
«Pero Ha Shem, cuando estás en la cabaña provisional,
envía al extranjero egregio en el octavo día»
Ahora no soy friki,
ni se burla que haya carecido de un diploma de primaria; avancé mi educación y
aprobé exámenes de ubicación. Se me hizo justicia. El profesorado coincide al
decir que soy el mejor estudiante, con prospecto universitario, el mejor en
matemáticas y cultura general... Digo que es gracias a Mamá, a las Teresitas, a
la escuela laica. Además que estudié los cursos que el Don Joaquín trajo. Casi
tres mil páginas en cinco volúmenes y un volumen consisten sólo en las
preguntas y referencias para exámenes de ingreso universitario.
«No hagas botella. Sólo tranquilamente y lo que sea
desafiante vienes y lo discutes conmigo», me dijo.
La escuela laica, a
la mañé, los métodos de Francesc Ferrer i Guardia, tal como lo experimentó
mi mamá conmigo, cuando los viejos anarquistas europeos ya no existen,
funcionaron conmigo», dije al Licenciado y al director del colegio. Escuchar mi
convicción les dio casi infarto a los directores del colegio, mas Don Joaquín,
quien me acompañaba en esta cita, ante directivos y funcionarios de la
Consejería de Educación, lo llenó de orgullo.
Al fin de semana siguiente, nos premió con el paseo de la
zona metrolitana de Sevilla, de Alcalá de Guadaira a Mairena de Aljarafe y nos
advirtió que tendremos que conocer el barrio de Santa Cruz, propiamente, no
yendo con esos patanes de sus vecinos (se refiere a mis primos, a cual más
borrachín y escandaloso). «Que valga la pena que se diga que un cubano vino a
Andalucía».
Don Joaquín viaja por toda España, experto en turismo y
museos, conoce cada arquitectura, cada aljama y antigua morería. «Es todo un
reto. Les llevaré de vacaciones a Barcelona, a conocer las juderías, las
Ramblas, Plaça de Rei... Si en la
fecha fijada, apruebas el examen del curso, si los a la edad de 13 te preparas
para ingresar en la universidad andaluza que quieras, me haré tu abuelito
postizo, pagaré tu carrera y, si es Turismo, te hago pasear por toda España, no
te digo, toda Europa, porque Andalucía misma es inagotable. Yo tengo el dinero,
pon tú los sesos».
Sólo dije que serían cosas para discutir con mi Dulce
Camarada. Me dio miedo su desafío. Miedo de no vencer en el reto, mas otra vez
sentía que él era también el Segundo Visitante para mí, porque recién había
acabado la Fiesta de los Tabernáculos y no creí que a mi sucót, frágil morada de judío en la Tierra viniese peregrino
egregio. Pero... ¡Es él, oh Dios fiel! Tú, HaShem, regalas camaradas, cuando no
lo esperas.
84. Las mingas, la Minga y la santería
Genuine politics, even politics worthy
of the name, the only politics I am willing to devote myself to -- is simply a
matter of serving those around us: serving the community and serving those who
will come after us. Its deepest roots are moral because it is a responsibility
expressed through action, to and for the whole. [Vaclav Havel: 1908]
En los códigos privados de mi madre y yo, el Vecindario
es la Minga y la minga o vecina favorita, más querida de mamá, es Doña Fita,
una maestra de primaria, jubilada, dominicana, asilada en España. Otro de sus
hijos vive en Torreblanca. Depende de una pequeña pensión que le llega,
gestionada desde los EE.UU., donde tiene dos hijas que le envían otra ayuda
monetaria. A ella le dieron una casita de La Rinconeda, la que pega a nuestra
verja. Es una casa de dos habitaciones, más pequeña que la nuestra.
En la semana que nos mudamos nos conocimos. Su casa
necesitaba pintura y el patio, su desyerbo. Doña Fita dijo que «el borracho de
su hijo», aunque la hizo comprar unas pinturas y brochas, nunca vino a
pintarla. Mamá no lo pensó dos veces. Se la pintaría gratis. Como pasaría casi
dos semanas sin comenzar su empleo, tenía el tiempo. Sin embargo, negoció con
ella que me echara un ojo, porque yo soy pequeño, e hizo comprender a la
maestra retirada, que insistía en pagarle, que los vecinos están para ayudarse.
Y, sí, Mamá se puso sus pantalones de mezclilla y con mi
ayuda le pintó la casa por dentro y cuando comenzó a pintarla, por fuera, llegaron
curiosos. Dos o tres, se comprometieron a terminar la obra, pintar también y
eran más viejos que mamá. Sin querer ella dio el ejemplo. Había sido una de las
pocas veces que se vio tal cooperación vecinal.
En esos días, descubrimos que Doña Fita cocinaba muy
sabrosamente, al estilo antillano, que le encantaba hacer patacón (y mofongos
de plátano). Más que una mujer enferma y anciana, si por algo sufría, era por
tribulaciones del alma, la guerra de
Abril, como llamó a la violencia y la matanza que cundió en 1965 en su
tierra natal, secuela de una larga dictadura. La Era de Trujillo, entre
1930-1961, año en que murió su esposo.
Supimos que sus hijos, se hicieron anti-balagueristas, la
sacaron del país mucho antes. El anciano matrero, solterón y beato, o maricón
según sus enemigos, el Dr. Joaquín Balaguer, no fue otra cosa que la vuelta del
neotrujillísmo en 1966. Si bien se fue del país, no dos de sus hijos que se
murieron allá. Los apresó la guerra civil. Ella no cree que fueron
participantes revolucionarios; mas la guerra fue sangrienta. Se calcula que
murieron muchos miles. Más que los 17,000 que Trujillo matara en las fronteras
haitianas cuando hipócritamente soñara sustituirlos con judíos, que no sean
cocolos ni chembos.
Mamá y yo todavía estábamos en Cuba cuando en torno a esa
guerra de abril se hacían titulares en los periódicos cubanos, o de todo el
mundo.
Doña Fita fue la primera espiritista que yo conocí. Un
día que vino a casa, cuando todavía Andrés no había enviado mi Mano del Ojo, mi
Hamsa, me halló orando en mi habitación. Mi puerta estaba abierta. Vino a
hurtadillas a echarme el ojo bendecidor. Ya Mamá se ausentaba por el trabajo y,
según diría a Mamá, sintió corrientes malas y vino a ver qué me pasaba.
En realidad, nada ocurrió, excepto que ví que ella echaba
'trances' y 'manotadas' al aire, algunas tan fuertes que le sacaban gemidos. No
me dijo nada, pero se fue y me dejó perplejo. Entre las cosas que yo le escribí
a Tio Andrés, fue la que conocí, que es muy buena señora, que tiene tres gatos
y que es 'santera', porque su madre fue una negra haitiana y un español,
criollo dominicano, aunque ella es más africotaína que mulata de piel canela,
como las de Cuba.
Mamá me corrigió. Ella no es santera. Es espiritista kardeciana. Tuvo que explicarme un poco
sobre la diferencia de una y otra cosa. Dijo que averiguaría más. Mas me contó
sobre lo que dijo Doña Fita que sintió y la hizo asomarse a la casa. No
mencionó que cayó en trance y dio los manoteos que le dije: «Doña Sara que, de
pronto, pasé por tu casa porque oí maledicencia, como si rodearan a tu hijito
santo... unos vecinos malvados, rufianes de esta vecindad, gente que no quiere
a los negros ni a gitanos, porque traen brujería. Vi un cuadro de potestades
angélicas que lo cuidaba, mientras afuera de la casa, oía espíritus incitadores
de envidia. Gente que les puede dañar a los dos... no sé como... pero él tiene
un cuadro de ángeles de la Guarda. Yo no lo sabía. Lo ví ayer, no ví. Los oí y
los sentí; pero, en la calle, estaba un humo negro, con voces, que me
enchinaron la piel. Allá, dentro de mi casa, la vajilla que tengo en una
mesita, brincoteaba, porque el zumbido que me llegó allá, fue tan grande que
había un temblor en los pisos... Me dieron corrientazos
de energía y corrí a ver que pasaba con tu niño y no me hasta que se calmó
todo... Lo bueno es que él estaba orando... Ya sé una cosa que me dijíste. Tú
eres judía, ¿verdad?... Todo sucedió porque no me dijíste para que te ponga en
oración con mi propio Cuadro y rece por ustedes... Yo vivo en La Rinconeda
desde 1961 y está casa se puede incendiar y no viene nadie a apagarla con un
cubito de agua... Si me diera un infarto, antes de llegar al balconcito, ahí me
dejan tirada y nadie me recoge... eres la primera persona que me da una mano y
se ofrece a pintarme la casa e ir por mí, alcanzarme si mes ves yendo a mis
mandaditos al colmado... Es que yo soy negra y espiritista. No hago vudú, no
pongo santos; pero caigo a veces en trance, los muertos me comunican cosas...
sus espíritus... y gente (esa perversa que te dije) me vela, se queja con el
Arzobispado, de que la dominicana hace vudú y magia negra, o echa
sortilegios... No vayas a creerlo, si te vienen con esos cuentos y como tienes
un angelito que cuidar, no le digas a nadie que ustedes son judíos, porque esta
vecindad es católica. El Arzobispado tiene dos pesas, a veces cree a quien
conviene, no a la verdad... No quisieran que exilados del Caribe se aposenten
en la zona...no hacen un favor ni mí que estoy, con las reumas de la vejez, y
no tengo carro y vengo con paquetes, caminando mucho por horas... ¿Qué les
costaría a unos vecinos, que sean buenos, que me ayuden a cargar unas bolsitas
de la tienda acá, mis platanitos... Es una bendición que usted se haya mudado,
al lado de mi casa... ahora tengo con quien hablar un rato para no estar tan
sola... A mi me da tanta alegría y ver a su nenito jugando con mis gatos, él
juega con ellos, me ayuda a alimentarlos. Son mi única compañía y él es más
juguetón que los gatos, me hace recordar a mis alumnitos de primaria allá en
Santo Domingo... »
Mamá no ha cambiado por lo que le dijo sobre su
espiritismo. Ella no tiene miedo a ninguna doctrina. Y dice que a las Mingas
hay que reeducarlas para que redescubran el sentido de comunidad perdida. Se
enfrasca con Doña Fita en explicaciones sobre el Tikkun o sentido de reforma de los judíos liberales, como ella. Y
acude a lo que ha leído, porque sabe que ella, como maestra que fue, se
familiarizó alguna vez con la sociología y los distintos tipos de vínculos
sociales.
Uno es la asociación («Gemeinschaft»)
como la sociedad primaria. Otro ha de ser Gesellschaft.
Cuando Mamá le explica que los anarcoindividualistas
creen que que la revolución de las conciencias individuales debe ser
primero que la revolución social colectiva, Doña Fita se siente incluida. Que
cualquier cambio social sustancial advenga del cambio individual lo admite.
Entonces, Mamá le dice pues «si así lo cree, somos libertarias».
Por cada cosa que Doña Fita le comparte, por su convicción
de que la reencarnación existe, que hay vidas pasadas y sucesivas, pide en
reciprocidad que se le hable sobre el tipo de política en que cree, «porque yo
fui maestra y me gusta todo eso»... y el caso es que oírlas, en tertulia en la
casa, es interesante. No tenemos televisor, pero tenemos las charlas que van a
todo tema: cuentos de aparecidos, reencarnación, historia, cocina dominicana,
tradiciones y judaísmo...
Francamente, sólo cuando Mamá se ausenta a trabajar y
quedo a solas, me mudo al patio de Fita, juego con sus gatos, voy a una
tiendecilla cercana por alguna mercadería menor que a ella se le antoje. No
permite que vaya por pesados racimos plátanos a una tienda más lejana, en que
se surte de sus viandas. Hablábamos poco hasta ese día que supe, por voz de
Mamá, que es espiritista y que, en el vecindario, hay unos que la cuestionan
del por qué no va a misa. Parece que ella nunca se detiene en la Iglesia ni va
a la Feria de Abril, o participa de
la Semana Santa. Mas cuando me uní a Mamá en su casa y escuché que insistía en
que es mejor «no mostrar colores» en el barrio (esto es, no exteriorizar si
somos judíos, anarcos, comunistas, cubanos o dominicanos, espiritistas,
santeros, rockeros o proxis de
cualquier heterodoxia), metí mi cuchara por una explicación.
«¿Ni rockeros?»
`«Este nació del rollo», me señaló Doña Fita y me ubicó
en los años de mi auspicio. Explicó que, cuando nací, sería la época de Elvis
Presley y la época en que ya se curaba, o vacunaba contra lo polio.
«¡Son buenos auspicios! ¡El turno de la juventud para
brlllar!».
Oí que tarareó una tonadilla rocanrolera que dijo que fue
la que comenzó el rollo de los chicos
ruidosos, no como los melenudos de
ahora.
Escuché su versión en español de 'Rock Around the
Clock', rola de Bill Haley & His
Comets.
«Nosotros no oímos nada de eso. A él no le tocó darse de
tope con todo lo que nos sucedió en Cuba cuando fue muy pequeñito. Estuvo bien
cuidado, pero en otras cosas, aprendiendo mucho; pero, sí nació con las
Estrellas del rock brillando en el cielo... Ese año leí sobre el Boycott de
Autobuses en Montgomery y la señora negrita que se movilizó con marchas y
protestas. Rosa Parks, ¿usted recuerda?», le pregunta Mamá a Doña Fita.
«Sí, sí, sí. ¡Tremenda! El año '55 fue el año del Pacto
de Varsovia».
«Se formó el bloque comunista del Este, con tratados de
defensa mutua».
«Comenzó el Oso ruso a echar zarpazos», dijo Doña Fita.
Esta vecina, ya no nos cupo duda que es docta y maestra.
«¿Esas cosas la leías cuando hacías picadillos de los
periódicos?», pregunté yo a mi madre.
«Picadillos a la sevillana, ¿no, Sara? Vamos a engordar a
este chamaco».
[Parece que la dominicana no ha cenado].
Lo escuchado fue más que suficiente para que yo me
retirara contento. Con esta minga, hay mucho sobre lo cual preguntar. Tiene
sentido de la historia y sé que la sufre intensamente. Su exilio se amparó por
razones políticas. Algo pasó que pasó, siendo ella joven, se remonta más allá
de la fecha en que nací y, aún a lo que llama «lo de Abril».
Ella tiene coraje con Dios y los americanos. Por eso,
siendo católica, no va a la iglesia. Una vez que lloraba mucho y hablaba con
mamá, se comunicaron en un francés negroide y hablaron sobre ello.
Que vaya enterándose que lo voy a averiguar de su propia
boca. Este «niño auspiciado por el rock, Disneyland,
Elvis Prestley y los Cometas de Bill Haley» se interesa en por qué la gente
llora y se angustia tan brutalmente como ella. Quiero que esta minga, viejita y
buena, se desahogue conmigo. No sé si pueda hacer algo por ella. La consolaré.
Eso, por lo menos. Es injusto que sufra y a su edad. 60. o tantico más.
Para los días de mi ingreso a la escuela, Doña Fita se
puso muy triste. Lo disimulaba dándome consejos de comportamiento. Quiso darme
una fiambririlla para que lleve un almuerzo, o merienda. Son seis horas sin llegar a casa.
¿Y cómo vas a hacer? Acuérdate que, con hambre y el
estómago vacío, las letras no entran. Te lo dice una maestra, con 40 años de
experiencia».
Su tristeza es que no me tendrá por su patio, llevándole
su leche a los gatos, averiguando donde se cagan, cuando hay algún olorcillo
inconveniente dentro de la casa, o en la cocina, ya que ella a veces se
recuesta para siestas y los deja dentro y a puerta cerrada.
Para Mamá y Doña Fita, ahora que ya teníamos el Renault,
fue día orgullo e ir de compras. A ella la invitáramos a las tiendas. Es que se
que, para mí, se compraría un cierto tipo de uniforme colegial: las camisas
siempre blancas, sin bolsillos, los pantalones negros, largos con dos pinzas, 5
trabillas con botón, tejido con 45% en lana, o lana fresca en verano. Como las
camisas carecerán de bolsillos, sean de mangas cortas o largas, se recomendó
comprarlas a tiempo para se grabe en serigrafía el logotipo colegial en la prenda.
Para quienes gustan de bolsillos, se da la opción de adquirir una chaquetilla
de tipo Cazadora, en tejido 55% polyester y 45% lana, con cremallera y broche,
abertura lateral con trebilla, trasero con canesú y fuelle a los lados. Los más
presuntuosos llevan una bata de caballero en jersey, con 3 bolsillos y cinturón
trasero. Las corbatas han de ser rojas.
Las niñas utlizarán un lazo del mismo color.
Desde que la escuela dio las especificaciones, Mamá anda
como en vísperas de Reyes más feliz que yo. Si tiene que gastar, gasta. Y en
las camisas ella misma, ahorra... por ahora, hay que comprar unos zapatos
nuevos, calcetines para la semana, calzoncillos y el uniforme colegial tal como
lo piden. Ella me cortó el pelo. Nunca le faltarán las tijeras. Ni uñitas suyas
que espiaran mi cráneo y el interior de mis oídos.
«Que las orejas sucias son anuncio de sorderas y
terquedades caprichosas», como lagañas en los ojos, ventilan la estampa del
ocioso.
(Mamá es temible porque todo lo observa y a lo observado,
un dicho o moraleja).
¿Cómo no agradecer a dos mujeres que se olvidan de sus
penas y por obsequiarme a mí son felices, gastan lo poco que tienen? Se
anticipan a mis necesidades, ahora sí que me han llegado los reyes ante la
Navidad, y mi Santa Claus son dos mujeres generosas.
Mamá habría querido esa tarde ya verme listo, lavado,
vestido, perfumado, para pasar al barrio Santa Cruz para que el Licenciado me
vea. «No hay otro alumnillo más hermoso que tú en toda Andalucía», me repitió
varias, agregando que yo he tenido paciencia para este momento, y que ella
oraba para que llegara.
85. De la mala pedagogía y los dictadores
En el asiento trasero del Renault, escuché que rememoró
la educación a la antigua:
«Una escuela de pescozones, la vara de las maestras
golpeando las manitas de los niños, maestros gritones. Una de burra, con la
memoria cortita... me tocó el gorro, estar con capirote, delante de la clase,
ser la fisga de todos, mofada y con los cachetes mojador por mis lagrimones, no
aguantar las rodillas, por el tiempo pasado en hincada... y no era una escuela
de los más pobres, porque eso ni tenían sus escuelita... siendo niños estaban
en los sembradíos, o llevando comida y agua a los cañaverales, bajo soles que
matan como los de Quisqueya... Bendito, nene, que no sabes tú lo que es la
anemia, ni andar descalzo ni con los pies con cicote... Ah, Doña, si nació usted y se crió en Rotterdam, del
Cielo ha bajado hasta las Antillas, si en el barrio de Santa Cruz, tuvo la
casona, es que usted fue bendita, hija mía...»
Toma un largo respiro. Rememora antes de abrir sus
recuerdos al aire.
«Yo no. Haití fue un infierno desde que nací. Viví
fajándome. Con el diablo andando, ay Dios mío. Mucho ovejo, tonteras, el loco
'e la mierda por doquiera, pulpos que lo acaparan todo, aunque sean macos y
ladillas... pero yo tuve padres, milagrosos, que de un té de mil hojas se las
ingeniaban para no gastar los chelitos. Con un sancocho, se pasaba la semana...
»
Describía tan dramáticos ejemplos sobre las luchas de
clase, los privilegios de unos y el fatalismo de otros.
«Pero allá había, para sobrevivir, valía ser más que león
y toro, con resistencia, ser zorro, ingenioso, saber cómo esquivar la justicia
de los Collibs, la justicia a tajo de colí...
al león, con muchas aptitudes, lo embrisca el maldito loco y lo mata, lo hace vena'o, le quita hasta la hembra... no
sabiendo un chilí de nada, los
bestias se llaman ingenieros, ostentan y, se lo digo, por un coronel ignorante,
la rata de Trujillo que, durante el gobierno de Don Horacio Vázquez, fue
creciendo, a traición y lo derrocó con la ayuda de Rosario Peña».
«Fue un golpe, pero que con un trompón le sacó la mierda
a un pueblo entero... ¿Y sabe que hicieron los EE.UU.? Lo apoyó. Con la Iglesia
Católica, los caballos y tigres de la élite dominicana, hicieron de la
República una Cacata, la cacata de
Trujillo, El Jefe de las rebuseras...
y habrás leído sobre esto, Doña Sarita. Ese gobierno de Trujillo hizo
asesinatos de políticos de la oposición, masacró los haitianos y conspiró
contra otros países. Todo se lo soportó los EE.UU. hasta que, por la fecha en
que yo me asilé, o antes, EE,.UU. le dijo: ¡Ya
nomás! Trujillo tenía el plan de asesinar al presidente venezolano, Betancourt,
que lo criticaba aún más que Castro».
Su mención de animales me llamaba la atención.
«¡Ese fue Trujillo Molina, el Jefe! En los '30, cuando me
mataron a Mamá, Rafael Estrella Ureña era malo, comparado con Vázquez, quien se
exiló, y era bueno, pero Trujillo se le unió para que acosara a cualquiera que
fuese aspirante y seguidor de los que quisieran el nido de alacranes de la
Cacata, pobre república y mire usted, Trujillo pasó 30 años en el poder, desde
el año '30. Serías tú una nenita cuando eso... Doña Sarita, yo sé que acá en
España hubo unas carnicerías, como aquellas que hizo Trujillo para subirse al
poder y no irse, así es la historia. Dondequiera nadan las arañas cacúas y se
forma Cacata...»
Como era generosa no faltó el consejo a Mamá.
«Mas ahora usted piense en el nene. Y hasta donde me
digan cirilo, en lo profundo del ama,
siento que ya lo peor ya pasó, acá ya no se puede herir más. No es lo mismo en
mi Quisqueya. Todavía no porque aunque Trujillo está muerto y se lo comieron
los tiburones, dejó sus deudos, rojas cayenas de anticristos y para hacer las
mismas caballás que él y para hacer
caminar la empalizá, se dan bola los
crueles, esos que les dije... caballos, tigres, ratas, pulpos, gallos locos».
¡Al fin! Los muchos animalitos de su relato me abrumaron.
Llegamos a casa. ¡A descargar mis paqueticos! ¡A dejar la
ropa vieja en el cambumbo, como dice Doña Fita, y probarme el uniforme
colegial ante el espejo!
A lo mejor, me pongo la boina del Ché para verme guapo.
86. El brit milah con Pachi
Una
mañana que volé, de España a Nueva York, en días en que estilaba las barbas,
recordé que un primo me había escrito. El Pachi—Toli. Me dio su dirección y
dijo que su padre había muerto. Habían pasado 15 o más años, sin verlos; o más
bien, nunca quise saber sobre él ni de Pachi porque me escupía de niño. Mamá le
dijo a su padre, cuando él estuvo presente, durante su última visita, sobre mí
lo siguiente: «Este pequeño tiene madera de rabino». En verdad, crecí de otro
modo. Nada de rabino. Bastante odiador.
Y
lo mismo habían dicho de su hermano, el menor de los varones en la cepa suya.
Mas terminó de recluta en el Ejército. Dejó de meditar en la Torah y
de utilizar su Estrella de David, al cuello, y se casó y tuvo
hijos, cuando regresó de aquella aventura de martirio que fue irse, casi de
veinte años de edad, a combatir los Nazis. La segunda Guerra acabó con su fe.
Pachi creció como él en el Este del
Bajo Manhattan, «allá donde está la mata de los judeznos», vecino del Spanish Harlem, donde, actualmente,
imperan los puertorros, cubanos y, recientemente, asentamientos de dominicanos.
De España, yo regresaba inspirado,
pletórico de gozos y espiritualidades. Tenía ese sueño de repasar otra vez las
Calles de la Fuerza, juderías de Gerona y, aunque sea en literatura, o paseos
por las ciudades, la Edad de Oro de los sefardíes, me entretenía, con pasión de
poeta, con guardar memorias. Mamá me trajo a Miami para que viera a Andtes y
los exilados que pude haber amado,gente que vivió en La Bodega.
Desde que inicié mis lecturas de la Guía de Perplejos o
comentarios a la Teshuvot de Maimónides, leer a viejos rabinos
de Córdoba, discípulos de rabinos como ellos, me ayudo a entender la
perplejidad de mi padre y perdonar al fin que nos abandonara y llenara la cepa
de sefardíes y suecada santona de ben Abram de traición. Se hizo agente del
imperialismo, Cambió la medicina por las conspiraciones.
No estudié en España mi carrera, por lo menos, algún día me satisfizo la
posibilidad. Por de pronto, voy a curiosear, me pierdo entre las cosas sagradas
sefardíes. En fin, si de veras he de ser maestro de poesía, al menos, estaré
cerca de las viejas arcas, siempre que pueda... si es que la política me
gustara más, iria en pos de co nsolidar miideología martiana, bolivariana, por
afinidad con Cuba y Venezuela, tierra de mis ancestros, en el curso de los
pasados tiempos.
Estoy estudiando el hebreo, y escribiré
algo que recuerde a Abraham Meza, ayudante judío de Simón Bolívar.
Estas habían sido mis vacaciones de
estudio. Las primeras. Y regresé, sensitivo e inspirado, como si mis barbas me
dijeran: «Circuncida primero ese corazón. Sácate esa espina. Perdona a
quien te escupe». Tenía aún clavado el recuerdo de Pachi.
Entonces,
me fuí al Bajo Manhattan y entré a una barbería para que afeitaran mis barbas
con esmero. Imaginé que, bien acicaladas, no causarán escarnio a Pachi, pues,
voy a verlo. A decirle que aún vivo, aunque mi madre, su tía ya había muerto.
En lo que allí hice un turno o
esperaba, leyendo revistas de los nuevos estilos de peinados o recortes, llegó
un artista con su propio catálogo. Sí. Llegó el artista del tatuaje y
quien cortaba el pelo, era un boricua de Harlem, que bien que lo conocía.
«Salúdame, cabrón. Que el saludo es
de cachete».
Se tenían obviamente confianza. Y se
dieron unos besotes tronados de mejilla, porque, de cachete significaba,
en rigor, que el saludo no se cobra. Es gratis y expedito. Es sincero y
generoso.
Para que no me aburriera, al visitante
se lo hizo partícipe de lo que estuvimos dialogando. El me contó cariñosamente
de su Tierra y su Nostalgia, se alegró sobre todo lo que dije: «¡Que yo quise
ser rabino!» Que regresaba de Gerona, España, y que, en Madrid, asistí a una
Conferencia Internacional que reunió a los mizrahim (hebreístas
de Oriente). Que yo soy maestro en un colegio y tengo ancestros «sefardíes» y
que algunos terminaron yéndose a Puerto Rico. Otros salieron de Cuba También le
dije que aún estudio sobre estas cosas en las historias concretas de las Islas
y el Caribe. Que ahora traje libros de poetas de los Calls de
Zaragoza, Barcelona, Tarragona, y anduve gozándome el turismo de mis primeras
vacaciones en años. «¡Que ya las merecía!», se dijo.
Entonces, el artista se arrimó
confianzudamente. «Yo también investigo en las Cosas Sagradas». Abrió el
catálogo que trajo consigo. Me lo puso encima de mis güevos hasta que pudiera
yo esparcir el volumen sobre mis muslos.
«Lo
que pasa es que yo pinto encima de la carne. Y soy distinto al barbero que
recorta el pelo. Lo más eterno. Al pelo yo lo odio, lo corto por entero,
despeluzno para buscar lo pelado; yo tatúo en las calvicies; dibujo sobre
espacios rasurados; pero pinto las cosas sagradas; yo santifico la carne... y,
¿qué dijo usted a mi amigo? ¿Que es rabino?»
«No dije eso. Dije que estudio sobre tópicos
del hebraísmo».
«¿Sabe usted que mi padre también fue
uno de ellos? Pero, durante la Guerra, le dieron en la chucha madre. Los nazis
le quitaron lo agüileño, le torcieron los cojones y no se pudo hacer el bris, su
rompedura del pene... Supongo: ¿sabe sobre qué hablo?»
«La ceremonia del Brit
milah, supongo».
Abrió el libro, como un jovenzuelo
trasnochado, ávido de mostrar pornografías o revistas «calientes» de las que en
Manhattan el exilio cubano produjo e hizo populares en las barberías. El
Artista, ahora reparo, no dijo ni su nombre. Dijo más bien el del negocio.
Bazar o Tattoo's shop. Algo de eso con mystical signs
on the flesh.
Parece que le va mal con la
tatuajería, siendo que va de barbería en barbería, cazando a puertorriqueños,
«ya que mis dibujos se ven mejor sobre piel pálida y suave; no en quienes son
de tez oscura, prietos» como los cubanos, creyentes de la santería y haitianos,
o dominicanos».
Sus dibujos y pinturas trataban sobre arañas / o insectos / colgados a
las altas esquinas de sus telares, serpientes sobre tallos o bejucales fálicos,
diablos con caras de moheles,cirujanos sentados encima de escrotos
que se derriten.
«El bris es uno de
mis temas favoritos», concluyó, ávido de venderme la hechura de un tatuaje,
grabármelo en la espalda o en el cuello, «y si quiere en las nalgas, se lo
hago. Lo pinto lindo porque usted es blanquito».
«No, no. Si no se me hizo el bris
en el octavo día del nacimiento, cuando no podía evitarlo, menos ahora que
estoy viejo».
«Ja ja jah, yo ni toco los güevos.
Ni tengo navaja en mis dedos. Dale tal idea mejor a ese barbero maricón, a
quien dejerás tus barbas en sus manos, y delante de ti, ya viste, me pide que
le ofrezca besitos de cachete. ¡Mira qué parejero! que no respeta a un artista
como yo, ni estando frente a extraños... yo no pelo la bichuela a nadie, te
dejo las telitas que arropan la ñema tranquilas, te dejo el pellejito intacto».
Dudó que yo creyera en su calidad
como artista del tatuaje. Insistió en que hojeara el catálogo. Me preguntó el
signo zodiacal para crear algo exactamente alusivo a lo que soy astralmente. Me
dio credenciales de su entrenamiento.
«No
soy cualquier pendejo; yo estudié con americanos, con gente de Polinesia y de
Oriente; yo pasé por colegios de Bellas Artes, yo sé acerca de símbolos de la
Creación, o los Sacramentos del Aeón. Lo que significa el Santo Grial. La
Bestia. El León-Serpiente. El Sátiro... ¿usted qué signo es? ¡Vamos, man! Está
hablando con un Artista, con un Shamán sagrado y, si eso le da confianza, yo
como usted tengo sangre judía, o gitana, o qué sé yo qué carajo... ¿A qué
exactamente tiene miedo? ¿A que en mi bazar no tenga yo... utensilios limpios,
agujas esterilizadas contra el SIDA? ¡No, no! Tengo todas las licencias de
salud del Estado, y prestigio... Mire este catálogo. Sepa. Tengo patentes con
diseños que son muy costosos y, por ser a usted... se los doy hasta fiados, en
plazos, jah ja ja».
«Es que él es judío. No cree imágenes
ni idolatrías», le especificó el barbero.
«Haberlo dicho antes. Le pinto un
tema sobre el Shabatt. Si no se hizo el Brit Milah y se quedó con las ganas, si
no le han cantado el Baruch HaBa ,'bienvenido sea el recién
nacido', ¿sabe sobre qué le hablo, verdad? ... yo me voy a sentar en la Silla
de Elijah, frente a su espalda y lo voy a honrar, como un Sandek, en el Kvatterin... haciéndole
un dibujo que hará que mi bazar atraiga a toda su familia, sus amigos, sus
vecinos... porque hasta haremos una fiesta, una celebración como los Seudat
Mitzvah de los judíos después que les circuncisan a sus nenes...»
«No, no. Gracias de todos modos. Toda
‘al ‘ezratja. La verdad es que no tengo dinero para gastar en eso».
«Tenía que ser judío. Tacaño hasta
para darse un gustito».
«No, de veras. Gracias. ».
«¿Y cambian las cosas si se lo hago,
no por dinero? Una foto de su espalda con el trabajo hecho. Es lo que quiero
después de pintar algo especial que me recuerde a mi padre: a él... los nazis
le quemaron la espalda con los bombardeos».
Me estremecí al oírlo. El era
Pachi, el primo que buscaría en la mañana.
O con quien iría quizás aquella misma tarde. Estaba frente a él... Pero
callé con dolor muy grande. No me atreví preguntarlo. Y corté por lo sano
cuando el barbero me llamó a la silla para arreglar mi barba y mi cabello.
«No. Será un sacrilegio. Usted
quiere la carne de la gente como si fuera un canvas, no como el artista que la honra
y bendice al contacto con la tela y los colores. Usted escupe sobre las cosas
sagradas; lucra con ellas. Quiere de los cuerpos, una vitrina, museo andante.
Usted no circuncida. Escarnece con sus agujas o sus pinzas, o sus pinceles...
No me hable más; yo sé quien es artista… Y usted
me da mucha pena. Mucha».
Pachi quedó en sepulcral silencio
y supe que lo calé en lo profundo. Nunca lo habían avergonzado tanto ni herido
en su orgullo hasta que abrí mi boca, diciéndolo.
«No», porque nadie me escupe y
queda impune por siempre.
FIN
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