Un enfoque heideggeriano de la gente pintoresca
Por Carlos López Dzur
«La esencia epocal del Ser es inherente al oculto carácter temporal del Ser y caracteriza la esencia del tiempo pensada desde el Ser. De la época del Ser viene la esencia de un destino en el cual es la propia historia universal»: Martin Heidegger, en Esencia de la verdad
1.0 Las definiciones de tipo o tipologías para referirse a la criatura humana y sus actividades como agentes de folclor son tan contradictorias y diversas que con tales términos es posible aludir a la raza, carácter y género, y lo mismo a los modelos ideales que reúnen los caracteres esenciales de un individuo o grupo, incluyendo figuras y tallas, es decir, cuantificaciones. O se evoca despectivamente su presencia o ausencia como, por ejemplo, cuando se dice: «Ese fulano tiene mal tipo», «el tipo es sospechoso», «esa tipa o tipo no me agradan», etc. Entonces, más que hablar de un tipo peculiar me interesa referir una esencia epocal que heredan unos seres-en (Dasein) en comunidad que los hace admirados, o memorables, por un cierto carácter oculto que sorprende, o inquieta, al hombre común («Das Man»).
Desde el enfoque que aquí se propone para el estudio de los 'tipos populares' (o todavía designados como personajes típicos, o tipos folclóricos y pueblerinos), aprovecharemos esos términos, con ciertos reparos, aunque hayan sido admitidos como útiles por la convención del uso. [1]
Enfatizaré que, por encarnar precisamente su unidad esencial y existencial y su historiarse intramundano y manifiesto («Varhandenkeit») en lo real, el tipo pueblerino no es lo que es llamado 'personaje' por la comprensividad vulgar. Tampoco es lo que está definido como 'modelo ideal' y se contrasta como mejor a otros con la definición de los diccionarios. Es cierto que una persona que adquiera un rango epocal y quede folclorizada en la memoria de su época puede provenir de sectores socialmente desventajados o muy humildes, o lo contrario; pero lo que se aprovecha de su símbolo esencial es profundo. Un faralero, o barredor de calles, o revendón, deja de ser mero exponent de un oficio cuando se acerca la coyuntura de su desaparición, porque sus prácticas sociales han de ser transformadas o borradas por la tecnología o el progreso. Entonces, se transmutan en especímenes vestigiales. Especímenes que evocan nostalgia, como El Carretero, los viejos Aguadores, Cargadores, Lecheros a domicilio, Revendones, Quincalleros y otros vendedores ambulantes que han quedado suplantados por los supermercados modernos y una nueva tecnología de servicio.
El ser que tiene la esencia pensada en el ser solve las posibilidades propias, toca su destinación («Schickung») y desaparece con paulatino ritmo de evocación y nostalgia. No es un personaje en el sentido de quien representa un papel que no es suyo como lo haría el actor o intérprete de un drama o una farsa. El ser folclorizado dura e intima con la comunidad, diferente al ser farandúlico. El tipo pintoresco es más desinteresado. La verdad del ser mismo es la destinación del mismo ser. El muere con la autenticidad de la época que le toca y no falsea su esencia. Es lo que es hasta el final, su desaparición, y puede que tras sí deje na perdurable nostalgia. El más amado y popular de los seres folclorizados de la patria puertorriqueña es el campesino, con la esencia de su jibaridad. El jíbaro, protipo del que van quedandlo pocos, porque el jíbaro no es meramente ruralía. Es una manera de sentir por la tierra, el trabajo del campo y unos valores asociados a su identidad.
Quien llama 'personaje' a un ser epocal (sea del tipo campesino o pueblerino), a expensas de su propia comprensividad vulgar actúa, restándole a su aludido la dignidad y autenticidad que le son propias. Quien lo enjuicia como quien lo viera en un teatro del ridículo o de las rebambarambas oscure su propio comprender. Martin Heidegger escribió en su Carta sobre el humanismo (1947) que «el Ser es esencialmente más amplio que todo ente porque es la luminosidad misma», mas, entra en el asunto que él estudia bajo el concepto fenomenológico de cuidado de sí mismo. [2]
Al aducir que el ser epocal es reducible a personaje se infiere que él no porta en sí ninguna luz, que se apropia de una obra que no es suya, que vive meramente con lo que otros le han dotado. Se infiere que personifica, atribuyéndose una vida y acciones que, en cuanto tales (seres, textos o cosas), no son suyas y no han surgido de su proceso creadory autenticiador personal.
Se personifica, para decirlo aún más concretamente, a lo que todavía no tiene directamente la esencia de una vida realmente humana. Un actor puede personificar a un perro; un escritor dejará en un texto la personificación del Universo tal vez transmitiéndola con la metáfora de su humanización: los ríos-dioses, los árboles-hombres, la roca que tirada por encima del hombro se vuelve una mujer... Pero, obviamente, los tipos populares o folclóricos son gente, personas humanas en primer lugar y, en la idea de estereotipar, aunque sea benévolamente, hay una pérdida. Como dijera Valerie Menard, «negative stereotypes can tear at the heart and soul of an individual». [3}
Aún así, en cuanto a lo que queremos estudiar, la vida / «ser-en» de un personaje folclórico o popular no tiene que ver con uel «Yo puro» de la consciencia místico-religiosa: «El yo puro es protoconstitutivo, es primariamente la protoforma de la apertura a lo valioso en general, y con ello de una nobleza eterna». Y, siendo así, «La vida genera sólo vida, pero no la intuición absoluta como tal; un contexto objetivo enteramente original y poseedor de su propia legitimidad». Bástenos la vida emocional y la inmanencia del pensar y el querer del sujeto estudiado. Y si valiese considerarlo den algo personaje, sea porque la vida tiene mucho de teatral.
Consideremos esta gente como no de índole similar al «tipo-intérprete» del arte histriónico que, en el antiguo mundo latino, arrancara de los 'versus fescenini'. así, por ejemplo, el tipo real del folclor del Fescennium tuscano constituyó una tradición de comediantes por sueldos en las bodas. Otra institución que se lo describe con la función de tales comediantes les atribuye el choteo pesado, el vacilón agresivo: «As performers at merry-makings, (they) used to extemporize scurrilous jests of a personal nature to amuse the audience» (Ronald Boal Williams). Desde muy remotos tiempos, en la tradición literaria, carnavalesca y teatral, se ha utilizado al histrión; pero éste no se ha articulado necesariamente como persona, sino como intérprete momentáneo de su papel escénico asignado.
Los «personajes-tipos» (José L. Canet Vallés) son adiciones a la literatura, nacidas de la crítica-social de un autor o creador individual. Son parte de los géneros de fabulación y farsa que evolucionaron como intenciones y acciones burlescas al teatro; [4] pero el tipo que buscaremos definir es, sobre todo, humano y se inserta en el «hallarse» social comunitario.
La sutileza con que definiré a la persona del tipo popular es necesaria porque la personalidad humana es una totalidad y, separada de sus posibilidades totales, la persona (Ego) puede desplegarse como máscara (Gustav Jung) y sin autenticidad ante su esencia epocal, o la intuición oculta de una verdad o luz que le domina en su interacción ante sí y con-otros. Esta máscara puesta o referida en el contexto desfigurador mienta un personificar deficiente. A menudo las formas más comunes de desfigurar lo humano se presentan como aversión y personalismo.
En el primer caso, la aversión es uno de los modos cotidianos de solver y comprender lo que submite al mundo, lo que angustia y ataca desde él; es, pues, uno de los modos del hallarse en el temor y la angustia. Hay tres momentos del temor, su ante qué, en torno a quién y el temer por, que es «un modo de cohallarse con los otros, aunque no necesariamente un atemorizarse juntos y menos aún un temer-uno-con otros». [5]
En la aversión, cuando se piensa «contra los valores» y se desvaloriza «lo que usualmente consideramos como bueno: cultura, ciencia, arte, mundo y Dios», más bien. hay miedo al «ante qué» de lo perverso, inverso o trastocado y lo incomprensible de la conciencia trágica. [6]
La aversión de este 'ante qué' se observa de la mirada y por la mirada, en cuanto «la mirada perversa es aquella que mira de través y no de frente». Aquella que anda por lugares oscuros y lo perverso desordena y echa por tierra. Mas en la aversión, en torno a los eventos irracionales y escandalosos, hay un temor en torno a algo más terrible, asociado al orden cósmico y lo divino, «como si la esencia de lo divino fuera más cercana a nosotros que lo chocante extraño del ser-viviente» y el sentimiento trágico pareciera «el más conveniente para contener... la idea de lo inalcanzable», así como «la relación entre el amor y la muerte». [7]
Como el tomar 'Cuidado' con los modos de la aversión son históricos y cotidianos, se graban en la memoria. Los vecinos pueden atestiguar señales en el sujeto que toma cuidado y solve este temor. Un caso donde no hay un atemorizarse juntos ni un temer-uno-con-otros, es el de Rafael Mayol Navas, memorable tipo pintoresco del pueblo de San Sebastión del Pepino (Puerto Rico).
En mi libro Epica de San Sebastián del Pepino, lo rememoro con el siguiente texto que explica sus rasgos y la razón por la que se le conoció pueblerinamente como Rafa Te Ví.
Un día te ví agravado en tal silencio,
cuando más necesitaba de tu voz y tu relato,
que te acusé, viejo Don Rafa.
Chotié tu ombligo hondo, inmenso, profundo.
Divertidamente me burlé de tu panza.
A medias verijas usaste tus calzones,
a media nalga, de tu narria silueta, gordiflona,
llevaste el secreto a tus espaldas.
Sí, al fin te ví y me llené de tu miedo,
¡por tu origen, tus palabras,
mallorquinamente descaradas!
Agarraste las piedras del camino,
guijarros que a tu paso estaban
y me lanzaste el desprecio de tu estirpe.
Me apedreaste.
Te vengaste de repente.
Me díste todo, cada verbo
paranoicamente provocado
y confesado con insultos
sucios, execrables, canallescos,
tus ruidosas rabietas,
tus pedradas.
Siempre gozaban de tí, con algazara,
los vecinos de la calle, tus amigos,
aún los buenos que llegaban a tu casa.
Rafa te ví, te gritaban, un poco
para quererte, adivinarte, descubrirte,
aunque tú te enojaras,
te escondieras como niño temeroso
o corrieras, agresivo y descocado,
a esa plebe tan traviesa,
tu gente novelera de la Plaza.
Tú nacíste arrojado, caído,
accidentado; cayó tu madre María Luisa
aquella noche que las partidas del '98
atacaron tu casa.
Te bajaron por una escalera
protectora del traspatio, a toda prisa,
se quemaba tu casa. ¡Se quemaba!
Ella estaba contigo pero tú...
dentro de su vientre todavía,
indefenso, sintiendo el siglo
desde lo oscuro del alma.
¡Rafa, te queman, vimos
quemarse tu casa!
Navegabas en placenta, Rafaelito,
y la hermosura de tu madre,
atribulada, a reventar por aquel grito:
Vienen a quemaros, María Navas,
las partidas que violan a mujeres,
los alzados, tiznaos y comevacas.
Y nacíste prematuro, quejica bueno,
noble Rafa, sin culpa, casi boscuno,
a flor del frío, brisa de la madrugada.
El monte te escondió por varios días
y tu padre lo supo:
¡Nos quemaron la casa!
Fue tu padre Juan Mayol Castañer,
gran propietario, asociado a las familias
de abolengo: a Castañer, a los Márquez,
a Rita Navas, al doctor Navas Fraille,
a Isabel Angela,
cepas de Iriarte y Echeandía,
cepa peninsular y hacendataria.
¡Rafaelito, ese año metido está
en tu alma! Aún no desaparece.
Has crecido, te has vuelto viejo
delante de mil ojos y otras generaciones
y el advenir roto, traumante, se ha quedado.
¡Cómo pulsa por salir de ese ombligote!
¡Tienes la tristeza y rabieta de los tuyos,
apenas en asomo, en porvenir en flote!
¡Eres espejo oblicuo de los viejos días,
eres folclor que grita sus clamores!
[«Rafa Te Ví»: Epica]
Contrario a otras familias vinculadas a los Mayol, como los Iriarte Echenique y Castañer, la familia Mayol-Navas, Don Juan y su esposa María Luisa Navas Iriarte, permanecieron en Pepino, a pesar de la quema de su casa en el sector urbano durante unos episodios de violencia por turbas campesinas en 1898.
El mencionado Antonio Mayol fue comerciante, líder cívico, fundador y asambleísta del Partido Popular Demócratico en Pepino y, desde siempre, persona muy querida en el Pueblo, como su hermano cariñosamente recordado por «Rafa Te Ví», por su curiosa reacción paranoica al oír ser llamado de este modo. Por la caída de su madre, desde la escalera, nació prematuramente con algún trauma. [8]
Lo que interesa aquí es que la esencia epocal es procesada, cuidada y va a lo oculto y más produndo de esta persona. El pueblo le cuida, con su memoria, algo que no necesariamente comprende tan íntimamente como él. Hasta donde hemos podido investigar, esta familia (los Mayol mallorquines) estuvo muy interesada en la política, siendo conservadores por tradición. La misma rama utuadeña de la familia dio un Alcalde (Bartolomé Mayol) durante el período de 1894 a 1895. Bartolomé Mayol retomó el mando alcaldicio durante los momentos más cruciales de la invasión norteamericana en 1898.
Al intentar escapar por una ventana de la planta alta, María Luisa, la esposa de Guillermo, se accidentó. La caída tuvo, al parecer, la consecuencia de su parto prematuro, donde el niño nacido cuyo nombre fue Rafael, fue el recuerdo, ingrato y permanente, de la experiencia. La caída no permitió el sano desarrollo neurológico de este crío. Rafael Mayol se convertiría con el tiempo en personaje pintoresco del pueblo («Rafa Te Ví»). Creció con deficiencias mentales.
El personalismo se alimenta de habladuría (o de escribiduría), con lo cual el habla se hace impropia. Se cree haber obtenido una comprensión acerca de lo percibido, escuchado y verbalizado en toda ocasión y ante todo prójimo. Y se reacciona así no siempre por pretender un engaño consciente, sino porque, como Heidegger concluyera, se arriba a una comprensión que ha perdido su raíz y las referencias acerca del ser que «son primarias y originales hacia el mundo, hacia el Dasein-acompañante, hacia el ser-en (In-Sein) mismo». [9]
Al caerse en el personalismo, se alude satírica u ofensivamente, ya sea velada o expresamente, a una persona determinada. Se juzga a un tipo popular en un marco de prejuicios, con la pretensión de haber ya agotado el saber que él presenta. El estereotipo juega aquí un importante papel.
Entre la gran cantidad de personas pintorescas que el Pueblo del Pepino ha dado, con alusiones estereotípicas, se encuentran las que se mencionan por un rasgo particular de su fisonomía o atributos físicos o tachas morales, e.g.:
Pelo 'e Rata (por la índole del cabello)
Cheo el Oso por su pelo
Moncho Prieto por su color o raza
Goyo, el Negro
Gringo Cubero por su apariencia asemejada a estadounidense
Sopanda (Cosme Acevedo) por su cojera
Cuatro De'os por haber perdido un dedo en la mano
Mano manca
Carlos el Soco, pirotécnico que perdió un dedo
Polo el Ciego
Catín La Coja
Bernardino el barbero (Bernardino Sánchez Méndez, por ser «el barbero del los ricos»]
Juana La Muda, esposa de Marcelo La Daga
María Culito por su exuberante trasero
Ana la Boba por su condición mental
Loco Wilson por su condición mental
Marco el Loco por su deteriorada salud mental por el alcoholismo
Por factores circunstanciales, relacionados a un hallarse / covivise comundanamente en determinada época, que es tempora y pasajera, se termina por añorar en cuanto su esencia epocal e idiosincracia entre las personalidades que la identifican, o toman cuidado de esa esencia con más pasión. La añoranza habla de pérdida y la sutil amenaza de una plena desparición ante algo nuevo y desconocido. Estos personajes del Pueblo del Pepino lo sugieren.
Moncho Lira (Ramón María Torres) por poeta y bohemio
Don Mingo, el Farolero por su oficio cuando no había alumntado eléctrico.
El héroe (Rodrigo Font Román), veterano de la Primera Guerra Mundial y fallecido como héroe en 1918; a diferencia a Sinforoso Arocho, el primer puertorriqueño seleccionado en el sorteo para la misma guerra, se le nombra como Sinforoso, el Soldado [El héroe]
Don Lino el Maestro, o El masón (Lino Guzmán) por su oficio
Primo El Caballero (don Victor Primo Martínez) por recibir una distinción como total de las Cortes de España y su hispanismo.
El Italiano (Eleuterio Bottari) por su origen nacional
Monsa La Comadrona por su oficio cuando fue usual que se naciera a domicilio con la ayuda de una partera.
Don Lion, el Levitante por brujo
Anacleto Cuatro Esquinas (Anacleto Alvelo)por comerciante con 4 puntos de comercio
Mayito y Lano, zapateros
Moncho Botella por su oficio de botellero
Yayo el Turco, veterano, por haberse «perdido» en Turquía
Padre Aponte, Fiera santa por sacerdote libidinoso
Guardia Belén / Cascarrabias por policía abusador
Chila Cubero, la Camarona
Chencho el Abejón,
Sandalio La Yegua
Chilín el Malo (Echeandía)
Por virtudes o peculiaridades personales:
Jimmy Meneíto
Guillé el Loro por su gusto por hablar y exhibir su memoria portentosa para recabar datos como una «Enciclopedia Ambulante»
Moncho Bonito
Toño Palomo
Cosa Bella
Pedro el Bujarrón [Pedro el bujarrón]
Cheo Pelao por gustarle pelear a puño pelado
Cheo Pitirre por su afición a cantar
Nico Chavito (Nicolás González)
Marcelo La Daga cuyo mote viene por una canción popular en su época
La Carlita, primer travestí y «gay» del Pueblo, en allcanzar notoriedad [La Carlita].
2. 0 La vida afectiva y peculiaridad significativa de Los personajes populares son magnificados por los vecinos, urbanos o rurales, que atestiguan su desenvolvimiento. En este proceso vivo de atestiguamiento, uno de los espacios es el folclor en la base de la cultura oral.
En este análisis, al plantear que el tipo popular contiene un tiempo y un destino pensado en el ser, una verdad de la existencia, es imprescindible situarlo en su hallarse («Befindlichkeit»), en lo real de sus espacios y lugares, públicos y privados, y entender su articulación en el discurso social. La tarea es filósofica; pero requiere de una teoría hermenéutica, no reduccionista.
El sujeto popular, agrandado en el discurso público del afecto y la añoranza que inspira, participa de lo que Heidegger llama la ética originaria, rastreable «en todos aquellos existenciarios (determinaciones de nuestro ser), que se vinculan con el sí-mismo, ya sea al modo de una confrontación con él, como es el caso del 'Uno' (Don Nadie), o al modo de sus manifestaciones, como la conciencia, la preocupación-por-los-otros, la serenidad y el habitar» [10]
San Sebastián del Pepino, municipalidad en la isla caribeña de Puerto Rico, no es diferente, en cuanto mundo determinado, que otros pueblos de la humanidad. El folclor es un plexo universal de significatividad manifiesta. Con ésto digo que el tipo popular en Pepino y en cualquier país es, sobre todo, Dasein (ser-ahí, hombre o mujer). Lo universal e infinito en el hombre / mujer es, por lo general, procurado y solicitado en su esfera de totalidad, una esfera que contiene «the typical figures of the unconscious», «or biological norms of pyschic activity».
William Blake, el gran poeta inglés, diría que tal esfera es la imaginación y que «lo que hoy es cierto fue una vez sólo imaginado». En la formación del tipo popular hay, en ocasiones, rupturas de la dialéctica interna del sistema de sí mismo (del Self como sistema autopoiético, capaz de auto-organizarse y automantenerse para establecer su estabilidad, confirmar lo familiar en su vida y los puntos de referencia que son importantes para ese individuo en sociedad).
Hay que volver a rehumanizar a esta gente que las ideologías teatrales han transformado en estereotipos, extravagancias sin identidad, que es la cualidad más llena y secreta del Ser y que W. Blake llamara, en Proverbs of Hell, la «visión espiritual, imaginación, poesía, oculta al entendimiento», que falta al tipo común y corriente. [11] Quien no sabe compenetrarse ni perdonarse ni fundirse «en un amor que es la expresión misma de su divinidad» (William Blake) es el tipo negativo del tipo; pero, paradójicamente, es el sujeto para quien el tipo verdadero habla. Es el oyente favorito del visionario.
Lo maravilloso de su acabado proceso formativo es que la palabra, la imaginación mitopoética y la pasión, lo rescatan. Queda cancelada la pérdida permanente del Self que lo haría ser aborrecido, por sus visos sicopatológicos, cuando se tipica por su patrón de conducta ante su sociedad. Los que permiten su tipificación, como su cura, que brindan a él, a más de tolerancia, dan una intercomunicación quedisfruta de su presencia entitativa y folclorizada en la vida del pueblo, lo maduran y perfeccionan. El resultado es que sujeto folclorizado así enriquece la imaginación colectiva y los anecdotarios públicos.
Ante lo eventual de la originariedad, hay dos tipos de personas que se inquietan y preveen: (1) el tipo común y corriente, quien es el Dasein que novelerea y espía interpretativamente en lo incierto y lo novedoso y, en segundo lugar (2), el sujeto, que es directo inspirador y depositario de lo adviniente, ese «fin», lleno de originariedad que siendo no-ser-siempre-todavía va hacia ello y materializa en sí su más propia posibilidad de ser.
El segundo tipo humano tiene (en su ser) pensada la expectativa como dato de extracción preontológica. Contrario al tipo común y corriente, repetidor y novelero, que termina articulándose o gesticulándose con aversión, desvío y huída, ante la eventualidad que lo cohíbe o incomoda, en determinado momento, el segundo, la lleva a su destinación final y se vuelve uno con la eventualidad.
El quid de esta cuestión es que lo eventual, por incierto, clama por la vivencia de la angustia, única situación de la que arranca el conocimiento verdadero. El hombre del montón, el primer tipo, rechazará la congoja que se desprende de háberselas con la situación difícil, el eventual golpe de lo angustioso, lo amenazante. Se me ocurre mencionar como ejemplo refinado de ésto al Cura Claudio González en el Pepino de 1873.
El historiador Andrés Méndez Liciaga le llama en su Boceto histórico «Truculento Sacerdote», «excitado y colérico». Este curilla fue quien, en defensa del sistema esclavista que tenía a 35,000 negros en la servidumbre forzada en Puerto Rico y en protesta por la aprobación de la ley de Abolición de la Esclavitud ese año, se negó a unirse al regocijo de los libertos, negándose a cantar un Té Deum para la comunidad local. El Alcalde entonces, Juan Angulo y Meléndez y el Síndico de la Alcaldía escrinieron al Gobernador para «pedir el traslado o destitución». [12]
El cura fue tan vulgar, reaccionario, racista y conservador, tan enemigo de «reformeros y libertinos», indigmo de la sotana, que nadie mejor para ilustrar a Don Nadie, el hombre del montón que no se solve con lo mejor de sus fuerza interiores.
El segundo tipo se solve con ese destino y, desde sus fuerzas interiores, querrá afrontarlo.
Sin embargo, a fin de que este nuevo enriquecimiento de la imaginación colectiva y su específico anecdotario se manifieste en la vida del pueblo, se ha de expresar una originalidad y fundamento posibilitador de los datos epocales que sean contexto y estructura para la expresión de la esencia y la irrupción del mito. Podríamos decir, que el Sujeto Pintoresco propicia su mito; el testigo ayuda a que se divulgue y se fije con cierta presencia en la cotidianidad del presente.
Ciertamente, no sólo la literatura escrita, el teatro, por ejemplo, es la que fija el mito, privado o social, en el discurso público de una época. La literatura ayuda, pero no determina. El mito es antes que la literatura. Es la expresión de un proceso que no necesariamente surge, como ha intentado explicarlo una teoría del folclor que da al mito y su folclor asociado un origen ilustrado. Según esta teoría, el folclor es una vulgarización, o naufragio paulatino, de un conocimiento; pero no es así necesariamente («high origen as the learned class»), que una clase de sabios («Genkenes Kulturgut») haya visto con terror cómo otros moldean el sistema originario de un conocimiento o creencias, a tenor de requisitos nuevos, reelaborados por adeptos.
El mito se 'encarna' y no es por su origen de clase, o el de alcurnia de ciertas 'sabidurías' que se expresa su portavoz. Guilimbo, Don Lion, Chencho el Abejón y otros fueron mitos, en el Pepino histórico de principios de siglo y el cargador Checho el Abejón no conoció lo que fue un par de zapatos. Como Don Lion, era un hombre corpulento, 'negros mandigos', fálicamente bien dotados; pero Don Lion era un seductor persuasivo y, en términos de sus creencias y aptitudes profesionales para ganarse la vida, hombre muy sofisticado, que había visto mundo; nada en similar a Chencho el Abejón ignaro. [13]
Es cierto que el saber de oídas, el conocimiento de segunda mano, se diluye, se falsifica o mistifica; también es cierto que si el folclor tuvo un creador individual y único, en algún nivel de la sociedad, pasará por la réplica de sus usos y aportes nuevos a ese triste destino. Cambiará y evolucionará, porque el conocimiento que pasa, de boca en boca, sufre muchas mutaciones.
En sentido heideggeriano, cuando se ha filosofa sobre el «hallarse» /«Befindlichkeit»), en la originariedad y el «no-ser-siempre-todavía», se piensa en ese punto en que historia se convierte en una intrahistoria, pero con el poder de aflorar con su potencia endopática. La historia se desdobla como sicología de lo pintoresco y de lo insólito. También, comúnmente, en pasión.
Los tipos populares y pintorescos de nuestros pueblos, son los individuos que revelan para la mundanidad, o los oyentes en el entono, en su comunidad específica, sus contactos intrasíquicos con la totalidad síquica, con el Inconsciente y sus arquetipos y, una vez adquirida esa sabiduría, nos muestran la vigencia universal del Inconsciente Colectivo. Sus vidas se apoyan y se sujetan al significado que ellos mismos han dado a la experiencia de vivir; son libres y a la vez, conscientes; no son una enfermiza caravana de piadosos transmundistas, como muchos tipos comunes y corrientes que quedan, trágicamente absorbidos, por una ideología que no les permite libertad.
Contrario a la mayoría de la gente que reprime sus memorias inconscientes, que no se conectan ni conocen la sombra de su espíritu («umbra», en el sentido junguiano) y que no exhibe sus contenidos cuando afloran del modo natural y necesario, los tipos populares publicitan estas imágenes que revelan en su mundo mental y las dan en interacción social y comunitaria, pese a que, en muchos casos, pueda darse un lenguaje egocéntrico, por la descentración.
Hay dos conceptos hermenéuticos que son indispensables para que se complete el proceso y la empresa ontológica que define al tipo folclórico-popular. El primer principio es conceptualizado como hallarse («Befindlichkeit»), un hallarse en la raíz del ser, i.e., afán de encontrar la originariedad inexorable, pero aún adviniente y eventual. El hallarse es la finalidad hacia la más propia posibilidad del ser.
El hallarse no es arrebatamiento que no guarda el orden establecido, sino que es la eventualidad, algo posible y contingente ante lo cual se toma previsión («pre-visión»). El hallarse como ser-en es lo ónticamente más conocido, lo cotidiano, y, al mismo tiempo, lo que es acorde («Gestimmtsein» / «Stimmung»), vida afectiva y sentimientos.
Es difícil que se entienda que, con la vida afectiva y los sentimientos, Heidegger proponga una vía comprensiva de la esencia y la historicidad. Las emociones están asociadas a conmociones orgánicas y, en cierta instancia, a las bases químicas (neuropéptidos y endorfinas) que inciden en la expresión de emociones; pero, aún así, el soluto («Erschlossenheit») como irrupción del ente, no es visto como meramente espacial y óntico; sino que en la hermenéutica se asociará a mucho más que a las impresiones sensoriales.
El soluto destella. Abre a ideas y recuerdos. Por esta razón, el ser (Dasein que se solve) es libertad y, en su modo cotidiano, esquiva la onticidad, la coseidad, la factualidad de lo meramente manifiesto; se deyecta, se enriquece en modos de aversión, revuelta y desvío. En fin, refleja vivencias profundas. Desde la base del solver y el hallarse se puede explicar cómo evoluciona un tipo. El hallarse nos permite comprender ya que estamos submitidos al mundo y, en su ahí, se puede encontrar lo que ataca y amenaza. En el hallarse no se escapa de la historia, por más cruel y hueca que parezca y no se esquiva ningún planteamiento en el que se pueda procurar un sentimiento. Por eso hasta los materiales brutos de una conducta son aprovechables.
El tipo folclórico («folk groups: the descendants of an immense and ancient community of holy people, troubaudours, bards, griots, cantadoras, cantors, travelling poets, bums, hags, and crazy peoples») son una disidencia concreta, espontánea, no-confrontativa, ante el tipo común y corriente; están a la expectativa de lo histórico, no por hacer acusaciones, sino por la misión de compartir su luz y, en la tarea, hallar su propia continuidad, como la Dra. Pinkola Estés ha dicho. [14]
La razón de ser de este remanente de humanidad, gloriosa y trágica, extravagantemente peculiarizada, es la oferta chocante de su accionar, el milagro de su sobrevivencia en medio de un mundo hostil, con demasiadas penumbras y contradicciones sociales. Quienes a sí mismos se llaman normales, coherentes, exitosos ciudadanos, son los márgenes de su contención, el ser que ellos echaron al olvido. El zapato que no pueden calzar. La posición donde ya no pueden estar por ir rumbo a su propia destinación.
Un campesino que sea bien sensible a reconocer en otros un arquetipo que le revele su tiempo y esencia epocal diría, al valorar lo que esta comunidad de Sujetos Populares trae: Nadie sabe el valor del agua hasta que no seca el pozo. El tipo popular, a través de su saber («distinctive folk speech») y su perspicuidad, sabe el valor del agua; aún profetiza el pozo seco. Sabe el valor de su vida y su misión.
Parte de la ética originaria que se descubre en el Tipo Pueblerino es la actitud del lenguaje con que se interactúa con él, la voz evocadora y directa de su peculiar Soluto con el Ser Mismo. Heidegger dice que el lenguaje no es herramienta que se tiene para el mero comunicar los entendimiento, sino para «domesticarse mutuamente». Con frecuencia, el mito requiere un lenguaje intensificado porque se manifiesta con fuerza que cualquier teatralidad, o de códigos de cortesía.
El Sujeto Pintoresco, cuando su historia o lenguaje son losprovocadores, es quien domestica a su testigo y, muy comúmente, el Tipo Pueblerino infundir un cierto respeto con el que el oyente / testigo / se acerca a él y, al mismo tiempo, se retira. El tipo común y corriente que tedemos todos a ser no le gusta vivir con la presencia constante y preferencial de este domesticador marginal que parece que vive en las periferias del mito antes que en la centralidad del discurso cotidiano de los hombres comunes y corrientes.
En el lenguaje del Sujeto Pintoresco puede manifestar la Guarda («Hütung») del lenguake como un misterio que se expresa, fragmentariamente. ¿Qué exactamente habría dicho, o significado al decirlo, cuando el Loco Wilson, pordiosero de Pueblo Nuevo (barriada urbana de San Sebastián del Pepino), con la cabecita poco más grande que el tamaño de un puño, cuando emitía su grito de batalla: «Ti Ti Ti»? ¿Cómo es posible interpretar lo que nunca explicó; pero grito de sílabas, emcionalmente intensificadas en su garganta, que le hizo conocido de todos? ¿Constituye ésto una extrema batología, entendida como «vicio lingüístico, repetición de vocablos de manera nmotivada o enojosa»? Mas que un esfuerzo pleonásmico de quien posee un rudimentario lenguaje en común con los que oyen, el lenguaje batológico del Loco Wilson lo escondía todo; no era un 'salir afuera' o 'entrar adentro', aunque hacía un esfuerzo para llamar la atención oralmente, que es esencia deseo de compatirse domésticándose en el lenguaje, aún cuando no puede en ese nivel de esfuerzo lingüístico
En este Pepino nuestro, donde abundaron los Locos Buenos / o Simpáticos, sueltos por las calles durante los años de la Depresión, aunque nadie los haya estudiado clínica y sistemáticamente, la memoria colectiva apunta a la abundancia existencia folclorizada de casos de ecolalia, rasgo muy frecuente en los autistas. [15]
La ecolalia se define como «una repeticióm o ecos verbales, a menudo patológica, hecha por otras personas». E inclusive, «hechas en el tono y ritmo exacto que usó el imitado, de modo que en la ecolalia inmediata, evemos que el autista o el Sujeto Pueblerino (aquí el tipo del Loco Bueno, el Bobo o el Zángano) está interesado, con frecuencia, en iniciar o mantener una interacción con la comunidad. Puede que no siempre de manera interactiva, pero, consciente de que la ecolalia es clave para hacerlo, para ser entendido y él también memorizar, entender y aprender. Quizás la ecolalia que se manifiesta en locos pueblerinos, tomados como tipo, es distinta a la quie se maniesta en episodios del Síndrome de Tourette: «Stereotyped repetition of another person's words or phrases, seen in catatonic schizophrenia, and neurological disorders such as transcortical aphasia; called also echophrasia». [16]
Desde la analítica del Ser como parte de la Sorge («Cura»), con que nos aproximamos al estudio del Sujeto Pintoresco popular planteamos su derecho a disfruatar un espacio de interacción en la comunidad. Cuando el pueblo los recuerda y les ayuda el ciclo se completa y la persona arrojada al mundo, sufre menos y está más cercano al momento, uel llamado Kairós, en el cual se develaría una vivible comunidad de destino. «Gemeinschaft concreta y vital, que genera una verdadera praxis, con un lenguaje ganado a las experiencias sensoriales, con tipos de líderes y seguidores, héroes y sacrificio de la voluntad en pos de un interés colectivo», [17] al decir de Heidegger. Los convivios entre Sujetos que muestran sus Arquetipos / el poder de ese momento convivencial del Kairós / y la comunidad presencial, que son oyentes y seguidores de quien llama la atención, combinados unos y otros, la comunidad se acerca a la demostración práctica de que el destino es siempre colectivo, cooperativo.
Sean o no excéntricos, se necesita del hombre pintoresco, quien para aldeas o pueblos abrumados, por conflictos sociales o cualquier rididez de normas que concierna al colectivo necesitan. Este arquetipo es de naturaleza dionisíaca y, en cuanto tal, se manifiesta muchas veces como El Incomprendido Feliz [18] al que suele ponérsele muchos nombres.
Se le respeta porque obviamente revela cierto conocimiento superior de las cosas, aunque es un transgresor que, con frecuencia, choca con el mundo en que vive por sentirse libre para todas las decisiones, según la voluntad de lo que entiende, y en desafío a todo lo que le plantée control, cautelas o las formas tranquilizadoras o neutralizadores del Status Quo (dinero, halagos, tentaciones mjeriles, ataduras materiales o místicas). Al Incomprendido Feliz suele llamárasele El bohemio, tipo extravagante o aventurero que, en la Antiguedad, representó la deidad de Dionisio.
El Incomprendido Feliz puede forjarse, en medio de las adeas, para representar la libertad de espíritu, en las formas de una persona simple y natural, mas lo indispensable de él es su esencial sentido indómito de libertad y el carácter bohemio de su trato. A él no se le compra con dinero, aunque esté en la ruina. Ni se soborna ni se le humilla, sin pagarse las consecuencias. También este sujeto de dionisíaca raigambre puede nacer en las clases altas, lo que le da la oportunidfad de ser vagabundo, aventurero y cultivarse en las artes, en aras de conquistar otros mundo. Pobre o rico, es esencialmente transgresor, sin perder nobleza, pues prefiere que se imagine que bordea la indisciplina y la locura que hacer daño a otros, a la comunidad en particular por la que siempre habla con su ejemplo. Y la educa.
Como la sabiduría práctica es siempre superior a la mera técnica, este Sujeto hace trabajo transformador del lenguaje, cuando el lenguaje se desgasta en formas manidas, estereotipadadas y una discursidad a la que falta novedad, profundidad o la necesidad experiencias sensoriales directas, para que en el Dasein se exhiba la dimensión práctica, y se rompa el verbalismo y la ecolalia, o cualquir forma discursiva del sinsentido. Cuando pienso en la incidencia de este tipo de individualidad pintoresca en el Pueblo Pepino, hay pocas; pero, ciertamente, del anecdotario localista, estudiaremos algunos.
En la literatura esoterista y la sicología junguiana de los arquetipos, este aspecto de los Bufones Pueblerios y el Incomprendido Feliz, está representado en el arcano número 22 con la baraja de El Loco, asociado con la dualidad tiempo / espacio, pero, sobre todo, con la idea de combinar la sabiduría e insensatez,
Antes de cerrar el apartado, de presentacón sobre este aventurero y amante de la espontaneidad, obsérvese una doble dimensión. En cuanto Loco y Bufón, se le reprocha que sea un Vagabundo (sin Norte, sin causa). Cuando se valora su Felicidad, su convicción de persona realizada, es el prototipo del Liberador de la Energía Creativa. En tal sentido, un principio de movimiento instintivo, loco, opuesto a todo sedentarismo de la conciencia, a toda acomodación del ego.
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Bibliografía
[1] El método de la hermenéutica fenomenológica existencial que aplicamos en este ensayo (para definir la «originariedad» del hallarse americano, o encontrar su ser epocal y más ímtimo, así como para definir la esencia de lo autóctono y la adecuación del pensamiento europeo a la realidad hispanoamericana) ya ha sido utilizado por el filósofo Ernesto Mayz Vallenilla en su ensayo El problema de América: Apuntes para una filosofía americana, en la revista «Episteme», Anuario de Filosofía, 1957).
[2] Martin Heidegger, Carta sobre el humanismo (1947), p. 24
[3] Valerie Menard, Foreword (by Cheech Marin), The Latino Holiday Book (Marlow & Company, New York, 2000), p. xiv.
[4] J. L. Canet Vallés, Introducción a los Pasos de Lope de Rueda (Editorial Clásicos Castalia, 1992, Cap. 2. Ver también: Ronald Boal Williams, The Staging of Plays in the Spanish Peninsula Prior to 1555 (University of Iowa, Studies in Spanish Language and Literature), 1935, Number 5, y W. S. Hendrix, Some native Comic Types in the Early Spanish Drama (The Ohio State University, University Studies, 1925), vol. Y.
Una clarificación adicional: rechazo la teoría comunal del folclor que explica a los grupos folclóricos y a los tipos populares como portadores de cierto saber primitivo («unsophisticated peasants») que se elabora en base al esfuerzo grupal; también rechazo la teoría de la sobrevivencia, o remanencia del folclor que explica que la protoerudición proviene de un estado primitivo de la humanidad, «a savage state of civilization».
[5] Martin Heidegger, El Ser y el Tiempo (Fondo de Cultura Económica, México, 1951), ps. 42 y 170.
[6] Cristóbal Holzapfel: El pensamiento a-valórico heideggeriano, en: «Aventura ética. Hacia una ética originaria» (Universidad de Chile)
[7] Heidegger,«Carta sobre el humanismo, p.17
[8] Esta familia prosperaron con trabajo honesto en el comercio. Don Guillermo Mayol Castañer, mencionado en una décima de castigo de las Partidas Sediciosas en 1898, sufrió la quema de su residencia, y se casó el 26 de octubre de 1896 con Rita A. Navas Iriarte, hija del Dr. Antonio Navas Fraille. Su hermana María Luisa Navas Iriarte, casada a los 21 años con Juan Mayol, el 16 de marzo de 1890, permaneció en Pepino, con sus dos hijos, Rafael (n. 1898) y Antonio Mayol (n. 1895). Una descendiente de la familia de Antonio, María Mayol, fue una de las primeras mujeres pepinianas en ocupar un cargo público, al ser electa por el Partido Liberal, el 8 de noviembre de 1932, como asambleísta municipal en la administración alcaldicia de Manuel Méndez Liciaga.
«Guillermo Mayol Castañer fue uno, entre dos hermanos llegados de Soller, Palmas de Mallorca. Estaba recién casado desde 1896 con Rita Andrea Navas Iriarte. Su hermano Juan Mayol, casado con María Luisa Navas, se había refugiado en su casa del Pueblo, por temor al ataque de las partidas sediciosas. La casa de dos plantas fue quemada. Contrario a lo pensado por tales familias, la ubicación urbana de una residencia sentenciada, su proximidad al cuartel de Arocena, no detendría a los alzados para cumplir con la agresión. Guillermo Mayol fue visto como cobarde inquilino de la Casa del Rey y cobarde inquilino de la casa de su hermano Juan en el sector Pueblo. Se quemó a la propiedad Juan, su hermano, por cómplice». [Carlos López Dzur, Comevacas y Tiznaos, Las Partidas Sediciosas en el Pepino de 1898, Outskirts Publishing, Denver, 2000]
[9] Heidegger, op. cit.
[10] Cristóbal Holzapfel: El pensamiento a-valórico heideggeriano, en: «Aventura ética. Hacia una ética originaria» (Universidad de Chile)
[11] Carlos López Dzur, William Blake, en: La Naranja de OC / blogosfera en internet.
[12] Andrés Méndez Liciaga, «El boceto histórico del Pepino» (ed.1925), 2da. ed..Ediciones Ateneo Pepiniano, 2004, p. 104
[13] Para una comprensión de lo que Don Lion, el Levitante significa como mito encarnado y voz de un Soluto con destino, «depositario director y evocador del mito», véanse mis historias: «Don Lion, el Levitante», en: «El pueblo en sombras», libro en la internet.
[14] Clarissa Pinkola Estés, Women who Run With the Wolves: Myths and Stories of the Wild Woman Archetype (Ballantine Books, New York, 1992), p. 271.
[15] «Up to 75% of verbal persons with autism exhibit echolalia in some form. There are two types of echolalia: immediate echolalia and delayed echolalia .. The researchers have determined that immediate echolalia often was used with clear evidence of purposeful communication. Immediate echolalia appears to tap into the person's short-term memory for auditory input. This is defined as the repetition of a word or phrase just spoken by another person. Immediate echolalia may be used with no intent or purpose or may have a very specific purpose for the individual».
[16] Para Inma Cardona, logopeda de un colegio de Educación Especial, en Cuenca (España) la ecolalia es sólo «una forma de ser». En la ecolalia diferida se puede carecer de función comunicativa, pero en el autismo muchas veces se utiliza con función comunicativa. En el aprendizaje, la ecolalia puede adquirir una funcionalidad, por lo que en vez de eliminarlas, si aprender puede depender de ellas, es preferible conservarlas y «siempre darles funcionalidad». [Irma Cardona: Autismo y Lenguaje: Sobre las ecolalias, 18 de junio del 2009]
[17] Martin Heidegger, El ser y el tiempo, ed. cit.
[18] «El incomptendido feliz», el arcano del Lco mística del tarot, el arcano número 22