Monday, June 16, 2014

UNA TRAVESIA QUE PENETRA EN VERICUETOS ANODINOS

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UNA TRAVESIA QUE PENETRA EN VERICUETOS ANODINOS

«Sin la creencia, el indio se convierte en salvaje indómito
y la sociedad en una tribu de bárbaros...»; J. León de Mera


     ––... ¿A quién llamaste tú «tribu de bárbaros, Juan León? ... pensar que tan malagradecido te manifiestas hasta el deseo de hacerte indio. ¡Yo te llamaría desnaturalizado, porque quien reniega de su sangre, por quererse ver como piojoso salvaje! cuando tiene ya una alcurnia, es un anodino. Nosotros, conservadores, te dimos la gobernación de Tungurahua! y pienso que no la agradeces. Te abrimos puertas al Senado y, en su lugar, en tu Ojeada histórico-crítica, de la buena salud de la poesia y los intelectos de la patria haces mella y estimulas la tarea de reabrir heridas.

El Partido instituye este credo: La situación social de los indios es de cada individuo su culpa y tu actitud, Juan de León de Mera, es una travesía penetrante de anodino trasiego en vericuetos del pasado que ya no importan... ¡es usted más que bueno para escribir cuentos de sodomitas y matrimonios inconvenientes!

En el año en que escribió Cumandá, descrito como «ensayito anonidino», los amigos del círculo criollo aristocrático, incluyendo al director de la Academia Real de España y del General Moreno que había dejado la presidencia, trataron de echar la culpa a León de Mera de que el país se hallara asaltado por estridentes anti-clericales. Y los llamaban 'románticos'. O Liberales que depusieron en 1867 a Gabriel García Moreno, pero regresó él y fue asesinado durante el seguno térnino después de haber sido electo para un tercero. «Habrá Moreno para largo porque él es conservador, quiere un Principe católico en el Trono de España y un látigo local para Eloy Alfaro».

El exilado Moreno cuando vino, después de asistir a Misa y visitar el Sagrado Sacramento, día a día, y no faltar a la Santa Comunión de los domingos, volvió a tareas gubernativas, bendijo al Papa Pío y al nuevo Concordato en la Constitución, preguntó por francmasones que son los que amenzan con matarlos y por gente anodina que en la Legislatura no han querido que la Patria consagre al Sagrado Corazón de Jesús y lo haga símbolo, credo político, que ayude al Papado a conservar sus Estados en este mundo convulso, incrédulo. Se trajo para ampararlos a cuanto jesuíta pudo y, con ellos y ante ellos, juró que las sociedades secretas quedarán prohibidas y sofocadas desde Quito hasta Tungurahua y a ese fuero sujetará a todo buscapleitos, de esos que se llaman románticos...

Ahora que Garcia Moreno regresó, «aquel que da en caridad su salario», le plantearon que buscara en Cotopaxi, a pintores y acuarelistas, a gente que se hace llamar 'artistas y literatos' y espían desde las Secretarías del Consejo de Estado o desde el mismo Congreso Nacional. «Pero no creen en Cristo». En La quinta de Juan León Mera, en la ciudad de Ambato, hay un hombre que no se vale nombrarlo por su nombre porque quiere ser indio. Tal vez un jívaro o záparo. Mientras escribe contra latifundistas y las injusticias del blanco, justifica la expulsión de jesuitas y salvajismo indómito.

––No, usted no puede estar hablando sobre Juan León, mi excelente amigo.
––Bueno, ya que lo pregunta usted directamente. De él hablo y digo que lleva una travesía de penetralia en no sé que agujero anodino... Ha perdido sustancia y perspectiva...
Sazonado el chismorreo, fue la razón por la que León de Mera fue llamado a Palacio por el procónsul de Roma, el jesuiismo empotrado y la aristocracia de Soria. García Moreno es descendiente directo de la Casa de los Duques de Osuna...
––Me han dicho que escribe usted cosas muy raras sobre el indio...
––Imagino que se trata de las primicias de Cumandá, Presidente. 'Es un corto ensayo de lo que pudieran trazar péñolas más competentes que la mía; y, con todo, la obrita va a manos de V. E., y espero que, por tan su respetable vía, sea presentada a la Rea Academia. Ojalá merezca su simpatía y benevolencia, y la mire siquiera como una florecilla extraña, hallada en el seno de ignotas selvas; y que, a fuer de extraña, tenga cabida en el inapreciable ramillete de las flores literarias de la madre patria'.
––¿Pero es contra la Iglesia?
––No. ¡Qué va! '...refresqué la memoria de los cuadros encantadores de las vírgenes selvas del oriente de esta República; reuní las reminiscencias de las costumbres de las tribus salvajes que por ellas vagan; acudí a las tradiciones de los tiempos en que estas tierras eran de España, y escribí Cumandá; nombre de una heroína de aquellas desiertas regiones, muchas veces repetido por un ilustrado viajero inglés, amigo mío, cuando me refería una tierna anécdota, de la cual fue, en parte, ocular testigo y cuyos incidentes entran en la urdimbre del presente relato...'
––Pero sucede que tengo una duda, una queja, un dolor... ¿A quién llamaste tú «tribu de bárbaros, Juan León? ... pensar que tan malagradecido te manifiestas hasta el deseo de hacerte indio. ¡Yo te llamaría desnaturalizado, porqur quien reniega de su sangre, por quererse ver como piojoso salvaje! cuando tiene ya una alcurnia, es un anodino. Yo no puedo renegar de Soria ni de los Duques de Osuna. Creo en la Madre Iglesia y en la Madre Monarquíaa... Nosotros, conservadores, dimos a ti, la gobernación Tungurahua! y pienso que no la agradeces. Te abrimos puertas al Senado y, en su lugar, en la Ojeada histórico-crítica que ya he leído, de la buena salud de la poesia y los intelectos de la patria haces mella y parece que te estimula la tarea reabrir heridas. La situación social de los indios es de cada individuo su culpa y tu actitud, Juan de León de Mera, es 'una travesía penetrante de anodino trasero en vericuetos del pasado que ya no importan'. Con esas palabras se te ha descrito... ¡es usted más que bueno para escribir cuentos de sodomitas y matrimonios inconvenientes!
––'Bien sé que insignes escritores, como Chateaubriand y Cooper, han desenvuelto las escenas de sus novelas entre salvajes hordas y a la sombra de las selvas de América, que han pintado con inimitable pincel; mas, con todo juzgo que hay bastante diferencia entre las regiones del norte bañadas por el Mississipí y las del sur que se enorgullecen con sus Amazonas, así como entre las costumbres de los indios que respectivamente en ellas moran. La obra de quien escriba acerca de los jíbaros, tiene, pues, que ser diferente de la escrita en la cabaña de los nátchez, y por más que no alcance un alto grado de perfección, será grata al entendimiento del lector inclinado a lo nuevo y desconocido. Razón hay para llamar vírgenes a nuestras regiones orientales: ni la industria y la ciencia han estudiado todavía su naturaleza, ni la poesía la ha cantado, ni la filosofía ha hecho la disección de la vida y costumbres de los jívaros, záparos y otras familias indígenas y bárbaras que vegetan en aquellos desiertos, divorciadas de la sociedad civilizada'... No sé qué quieran interpretar sobre las travesías imaginarias...
–– ... ¿Y pecar con el extremo de querer ser indio y casarte con una virgen de sol?
––¡Como quien viaja en el tiempo, en tránsitos de pasado, para cantar al indígena, al Imperio Inca aniquilado frente al embate español, para cantar aventuras de amor y venganzas! y fue lo que hice en La virgen de sol y ahora será en mi relatos de Cumandá! ... pero, le aseguro S.M. que mis personajes ni temarios no entran al ano ni penetran en nada que no sea encomio. Dejo a su corazón cristiano el juicio y soy de V. E. muy atento y seguro servidor, q. s. m. b.

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De Cuentos sediciosos y bolivarianos

COMEVACAS Y TIZNAOS / CAPIITULO 5 / El marco del resentimiento

BIOGRAPHY / Biografia de C. LOPEZ DZUR / PRENSA BOLIVARIANA / Contenidos bolivarianos en Cinco Libros de Cuentos de Carlos López Dzur / MEMORIAS DE LA CONTRACULTURA // EL PUEBLO EN SOMBRAS / Crítico del imperialismo: Comediante alemán / EL LIBRO DE LA GUERRA LAS HIENAS: BESTIARIO COLONIAL / Memorias de la contracultura / Cuentos para esoteristas / ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES / EL HOMBRE EXTENDIDO / LOPE DE AGUIRRE Y LOS PARAISOS</.A> / ORGANUM: TEORIA DE LA SUSTENTABILIDAD / LIBROS DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS JUDERIAS / TETH: MI SERPIENTE / BIO-BIBLIOGRAFIA DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS CARPETAS DE NINTU / LIBRO DE AMARQUISTAS / TRADUCCIONES




Capitulo Cinco
 
El marco del resentimiento

            Durante el Gobierno de Práxedes Mateo Sagasta [1] en España, había surgido un movimiento armado en la comarca de Jerez de la Frontera. Muchísimos episodios de bandolerismo y agitación social se produjeron en las campiñas andaluzas.

               Aún cuando en Cataluña la acogida a las nuevas ideas (de José Fanelli, la mano derecha de Mikjail Bakunin, Arístides Rey y Elie Reclus) fue buena, debido a su desarrollado obrerismo y su régimen de explotación en las fábricas textiles, en Andalucía fue como el estallido de una nueva religión. Las legiones de obreros desheredadados de toda la tierra, junto al sufrimiento acumulado generación tras generación, era un terreno perfectamente abonado para que el grito «Viva la Revolución» y la nueva y radical idea de que la tierra es para quien la trabaja se extendiera por todos los campos andaluces de Este a Oeste. Prueba de ello es que, de los cerca de 50,000 obreros que contó en muy corto espacio de tiempo la Federación de Trabajadores de la Región Española, Andalucía aporrtaba unos 29,000. Cataluña contaba, en ese momento, con unos 13,000 afiliados. Junto con Andalucía formaba la columna principal del internacionalismo en España. Pero las condiciones del obrero catalán, con ser malas, distaba mucho de la de los braceros andaluces, lo que motivó que en esta región se llevaran a la práctica las ideas libertarias en busca de una revolución social que cambiara su suerte y la de sus hijos... En 1878, Andalucía que no pudo seguir soportando la opulencia de unos y la de miseria de otros, se convierte en una hoguera. Se queman los cortijos, los olivares, se mata ganado, se arrancan viñedos, etc. En el mes de abril, los motines de Jerez alcanzan cotas alarmantes. Tanto en la ciudad como en la campiña, se asaltan comercios, se queman cortijos, se arrasan panaderías, se invaden las casas de los terratenientes, etc... Estos hechos tuvieron su continuidad en Arcos, Cádiz y Sevilla, donde la necesidad obligaba a familias enteras a pasar sin comer en todo el dia. [2]

            Para sofocar tal movimiento y evitar los robos y asesinatos, el gobiernorealizó más de 300 detenciones. Se ejecutaron a 8 cabecillas de la sociedadsecreta La Mano Negra. Según destaca el historiador español Juan Madrid, en su libro La Mano Negra: Caciques y señoritos contra los anarquistas, «esta fue la primera vez que la prensa española crea un estado de ánimo de terror y especulación sobre 'La Mano Negra'. La prensa se decanta hacia el horror y la exageración. Luego la investigación históricademostró que La Mano Negra no existió nunca y, si acaso existió, nunca fue enesos años y tampoco cumplió la amenaza de secuestrar y matar a los burgueses.Todos los crímenes de aquella época eran crímenes comunes. Ninguno tenía el componente político que debía tener». [3]

            El abogado Juan Hernández Arvizu, [4] nativo de una villa puertorriqueña, que aún hoy es llamada el Pueblo del Pepino (San Sebastián), fue Fiscal en los procesos judiciales contra tales anarquistas, al iniciarse unjuicio y condena en 1884. Juicio que, según la admisión de este autor, cuya tesis doctoral fue sobre el tema de La Mano Negra, [5] tuvo una repercusión enorme, pues, quedan desmoralizadas y polarizadas en amargura todas las clases sociales.

            «Los jornaleros piden salario y no destajo. Trabajaban unas 18 y 20 horas diarias y ganaban a penas para poder subsistir a base de pan, aceite y tomate, trabajando en condiciones absolutamente denigrantes. El movimiento campesino pierde cualquier posibilidad de establecer contactos amigables con los terratenientes. Se radicalizan por ambas partes y se declaraban enemigos irreconciliables, algo que tendría consecuencias dramáticas años más trade, ya en la Guerra Civil»  [6].

            En varias ocasiones, al regresar de España para visitar a sus familiares en este pueblo, Hernández Arvizu fue el orador honorario del Centro Español Incondicional. Sus conferencias se aplaudieron por la sociedad pepiniana y se comentaban por el pueblo llano a la mañana siguiente.  En cierta oportunidad, cuando ya seria imposible a hacerlo, se invoco su nombre. Fue 1895, cuando la bandera puertorriqueña es adoptada como emblema nacional.  Pero en Montjuic, Cataluña, se da continuidad a procesos que Hernandez Arvizu dejo inconclusos y, en esta ocasión, es que ocurre una aparición de banderas negras en Pepin. Ademas, em el contexto, de las dos primeras publicaciones que tendrá el poblado de El Pepino y que no eran manuscritas, sino material de imprenta El Culebrinas y El Circo, y, en  momento en que parece importante hablar de La Zorra, maduran por el área dos  brotes revolucionarios en el Barrio Barinas (Yauco) al mando de Mateo Mercado y ano mas tarde, en 1897, La Intentona de Yauco, bajo la dirección de Fidel Vélez. Antonio Mattei Lluberas Torres de Figueroa, educado en Francia y próspero comerciante de café, provee las armas y planes para esta rebelión.

            Uno puede entender que los procesos de Monjuich y Jerez de la Frontera, la llegada de gente que anduvo en Europa, Cuba y readquirio gran cultura política (por ejemplo, Mattei Lluveras, los López Valdiviezo y López Linares, gallegos) pudieran significar algo por el cual la decada de 1890 tendria que ser caliente. De hecho, antes de lograrse el triunfo del autonomismo un periódico en  mayo y junio, anticipaba un El Triunfo (1897) en Pepino y no se había concretado la autonomía todavía. Son José Benigno Vientós y el poeta Ramón María Torres, redactores de esta gaceta. 

            Mucha gente valiosa de aquel tiempo, decepcionada con la restauración borbónica, y el recrudecimiento del proyecto autonomista que sostuvo una gran parte de los hombres generosos de Puerto Rico, se exilaron. Fue el caso de Luis Padial y Vizcarrondo, conspirador contra la Reina Isabel II y quien, como representante a Cortes, combatiente en las Guerras Carlistas, representaría el liberalismo de la Revolucion Septembrista de 1868 y el primero entre brigadieres en solicitar la autonomía para las Antillas y la abolición de la esclavitud; este murió en el exilio [7]. Otro, con experiencia combativa, acosado por persecusiones por sus idearios autonomistas, fue Francisco Gonzalo Pachin Marin, colaborador de Jose Marti,  es otro poeta y mártir boricua de la Independencia Cubana. Su hermano Wenceslao muere en la lucha en la manigua libertaria al lado del general Jose Maceo. Su intento de regresar a mediados de 1890 a su natal Puerto Rico fue frustrado por su exilio a Nueva York y problemas con un tirano dominicano que lo expulsara, incapaz de acallar su voz valiente y su poesía de combate.

            En el Puerto Rico donde impera el despotismo, el primer articulo que Felix Matos Bernier, periodista coameno, imprime en su primer periódico (La Libertad, 1895), le vale el arresto y encarcelamiento. A Matos lo mueve como tema central y profunda inquietud  lo que llamara ‘la nueva idea’ y «vertientes políticas, sociológicas y artísticas del momento que le toco vivir» [Cesareo Rosa-Nieves, Plumas estelares en las letras de Puerto Rico, 1967, pp. 499-511]. Antes, en 1887, sufrió destierro por motivo de la violenta represión política desatada en contra suya. Entre esa literatura social y política, esta una memoria reflexiva sobre Bolívar (1893), su meditación sobre La mujer (1896), Isla de arte (1907), La protesta de Satín (1909), Poema de las Islas (1914), etc. En estos libros, como en La salvación de un Ángel (1886) y Ecos de la propaganda (1889), hay rastros de su anarquismo creciente, antillanismo y, una vez ocurre el cambio al colonialismo angloamericano, Matos Bernier y el radicalismo de De Diego, es decir, su ala independentista,  se fructificara.  En palabras del profesor Dr. Manuel Maldadodo Dennis: José de Diego fue un «antiimperialista y anticolonialista (que) contribuye a crear las bases para una conciencia de nuestra verdadera problemática»; pero hay otros, como Amílcar Tirado,  que observan a José de Diego como representante de la burguesía criolla asociada al capital monopólico y abogado de una de sus compañías: La Central Guánica, la mayor refinería de azúcar de Puerto Rico. Por tal razón, con pensamiento social y agrarista de más de avanzada, en 1908, Rosendo Matienzo Cintrón pulsó por la formación de una Liga Agraria para defender a los cultivadores, siendo saboteado por el partido Unionista. Junto con Luis Lloréns Torres y Nemesio Canales procuró defender a los medianos cultivadores de caña y a los trabajadores endeudados con los latifundistas. [Luis Llorens Torres: Los odios del Sr. De Diego, en Juan Bobo, 19-8-1916.]  Esta es, pues, la ecuación anarquista que inquieta a los campesinos en Yauco,  y a peridistas como Mattei Lluveras, Matos Bernier, Jerónimo Gómez Cuevas, médico mayagüezano que vivera entre pepinianos, Veo pues al escritor coameño traslandándose, «con la imaginación a los futuros tiempos de la irreligión consciente y razonada», que Reclús llamara anarquismo. Es la misma dirección a la que  vino Clementia Urrutia, Adolfo Medina González, y la pléyade de escritores que intentaron forjar El Circo y El Culebrinas.

            Ciertamente, la década de 1890 es época en la que gravita el pensamiento geopolítico en la Sociologia y en la medida en que se despliega en el mundo con aplicaciones practicas es obvio que adquiere un culto de adoracion y complicidad con la dominación imperial angloamericana y la monarquía británica. Es un momento de acelerada emigración y de un crecimiento sinigual de la consciecia obrerista, Cerca de 300.000 suecos emigran a Estados Unidos.  Y, poniendo la tecnología en manos obreras, chinos, escandinavos e inmigrantes irlandeses se establecen a 73.000 millas de las vías del ferrocarril en Estados Unidos. EN 1910, cuaja la Fundación de la organización obrera anarcosindicalista (Confederación Nacional del Trabajo) en España. Y, con presencia anarquista de los Flores Magón, el inicio de la Revolución Mexicana.


                        De Puerto Rico, no haber contado con hombre más maduros que sus traidores encumbrados, cipayos y pitiyanquis, que son aquellos para quienes la ciudadanía imperial ha sido actractiva siempre, tal como fue para Iglesias Pantin, a quien los obreros cubanos lo mismo que el Circulo de Trabajadores de La Habana, vieron con recelo, no por sus ideas socialistas, sino por sus inconsistencias. Es el fundador del periódico Ensayo Obrero (1897) en Puerto Rico; pero es el primero que se porta vacilante, dispuesto a besar la  mano invasora que le destruye su patria, sea que considere que esta es Espana, Cuba o los EE.UU.. Santiago Iglesias es el único dirigente obrero que no había antendido que «desde la fecha de la invasión hasta ahora (el Congreso) ha impuesto su voluntad legislativa en nuestro país, organizando el sistema de desplazamiento del nativo por el invasor y afianzando el régimen de explotación imperante» (Albizu,  loc. cit., p. 88}. No obstante, corre a adoptar por naturalización la ciudadanía del imperio, a integrar un escano insular o colonial en el Senado que 1917 no sirve para nada y se presta a participar en todo juego en que el poder imperial divide y reparte entre sus privilegiados. Si algo representa Santiago Iglesias es el peor espécimen «de un pueblo proletario, cuya fibra viril» ha sido debilitada por la propaganda gobiernista y por entregarse a un partido que «ve su impotencia para resolver nada»  (ibid.).


            El punto de arranque fue entre 1888-1890: cuando se lanzaria el submarino tal y como lo conocemos hoy el 8 de septiembre. Fue creado para la Armada Española y se sometió a una serie de ensayos en la bahía de Cadiz entre 1889 y 1890. El 7 de junio de 1890, después de haber estado sumergido durante una hora a una profundidad de 10 metros y haberlo logrado con éxito, fue celebrado por el público y en honor de Maria Cristina de Austria, Reina Regente de España.

            El tema de La Mano Negra ofreció un material abundante, colorido y romántico, sobre el cualopinar y echar a volar la imaginación revolucionaria o los miedos a los conflictos. Esto fue así porque, en Puerto Rico y, por ende, en San Sebastián no tardaría en darse una situación de miseria como la descrita por José Mestre y Juan Madrid en sus escritos sobre Andalucía en los años de los motines, quemas y agitaciones.

            Esta es una conexión interesantísima muy pocas veces explorada en la historiografía puertorriqueña ya que a menudo se ignora a sectores populares, sin representación y sin quehaceres oficiales en el poder. Ni su opinión ni su participación en los eventos ocurridos se toman en cuenta. Al escribirse la historia se beneficia a los prohombres y funcionarios con los alardes de todo protagonismo como si determinados eventos, positivos o negativos, carecieran de repercusión más amplia, aún en las colonias.

            A primera vista, La Mano Negra, así como los clamores cantonalistas en España, el clamor de asociación obrera y la ornada de atemptants anarquistes a Barcelona de 1893, fueron considerados los problemas de lametrópolis, pero he aquí que, por vía de paciente investigación oral, en este pueblo del centro-occidental de la isla, una nueva dirección de lainfluencia aducible a estos hechos definidos como propiamente metropolíticos se convierten en contenido esencial para explicar ciertas actitudes locales, mismas que tomaron varios decenios para formarse, expresarse y, asimismo, desfigurarse en habla rasera y oscurecida. O, al final, bien digamos, diluirse en la memoria colectiva, a pesar de una influencia decisiva y enorme.

            Las agresiones, robos y quemas, aquí estudiadas y que yació en incómodo misterio, «la mano negra de los tiznaos» [7] si bien se relacionó a Hernández Arvizu y Julio Soto Villanueva como sus causantes o detonadores y a la influencia de las fiscalizaciones y ejecuciones en España, repentinamente compartidas con la comunidad de Pepino durante esa época y su encadenamientocon el presente de 1898 cuando se retomara su memoria, se plantearán en este ensayo a la luz de criterios más amplios que la relación accidental con una omás personalidades. Hernández Arvizu, respetadísimo criollo de Pepino,se volvió secundario frente al conjunto de memorias rescatadas y el significado asignado a La Mano Negra y la fuerza inspiradora y moral que este movimiento trajera tras sí para los pepinianos.

            Este ejercicio de historia oral conjunta una información histórica básica,pese al hecho de que las voces relatoras en Pepino apuntaron a múltiples fuentes, intereses y pero-cupaciones. El tema ya ha sido posible. Se ha planteado y se abrirá a nuevas investigaciones y enriquecimientos. Fue posible porque, dehecho, una partida de campesinos locales, en fecha de la invasión americana de 1898, adoptó el nombre de La Mano Negra, quizás arbitrariamente, para dar ajusticiamientos ilícitos a los súbditos españoles que, de uno u otromo do, habían sido cómplices de la tiranía y el empobrecimiento tan grave quepadecía el campesinado en tal década.

            Este quizás, puede o no, ser cuestionable y, si algo lo amenguara, fue la sorpresiva irrupción de la ira vengadora que trajeron consigo losrebeldes, desmintiéndose la idea que se tenía sobre los «parceleros inconformes y vagos», a los que los hacendados locales adjudicaban como filosofema «come hoy y muérete mañana» (Lcdo. Agustín Font Echeandía, loc. cit).

            Hay dos aproximaciones básicas largamente explotadas para el juicio de laviolencia social: el punto de vista de las víctimas, que es el másamargo y el punto de vista del bandidaje, que suele ser trivial y torpemente comprendido. Las víctimas, por reacción afectiva primaria, serefocilan en el resentimiento por ausencia de su análisis objetivo. El dolor y la impotencia no les permite ser generosos; los protagonistas de agresión quedan en su plano de culpa y remordimiento, a veces con vergüenza tan incómodaque es imprecindible olvidarla, zanjarla sin jactancia, aunque se vuelva a la misma condición de desesperanza que motivara su estímulo para la agresión.

            Un abogado pepiniano, Agustín E. Font, hijo de Cheo Font, personaje clave en estos procesos, resumió el primero de los puntos de vista:

... Pero un día en la historia de esta Isla resonó en El Morro y en las hondonadas del Guacio, la voz clamante de la libertad, después de cuatro siglos de tiranía y vasallaje. Y el pueblo que debió recibir esas albricias de la justicia norteamericana como una Hostia de Tabernáculo, se receló a sí mismo, insuflándose de anarquía y demagogia, a riesgo de que se le conceptuara una 'raza-error de cuna' y formando partidas corruptas y sediciosas, empequeñeció el comienzo de un nuevo amanecer...  [8]

Y el domingo, 9 de octubre de 1898, azotó su furia inquisitiva y, conjurándose contra la propiedad privada, amasada con el sudor del esfuerzo propio, prendió fuego a la Hacienda de Hato Arriba, destruyendo e incendiando todos los establecimientos, hurtando todos los bienes, desjarretando y robando reses, convirtiendo en pavesas la obra de muchos, muchísimos, años de una labor ingente que motivó el espigar y el fruto de una fecunda labor creadora... En los viejos infolios que conservan los datos de aquella tragedia, absurda y grotesca, aparecen los nombres de muchos de los que cometieron aquella avilantez. ¡Dios los haya perdonado!  [9]

            Este testimonio se publicó en 1968, con el título La Hacienda, y esclara señal y símbolo de la actitud con que las familias de las víctimas delas Partidas Sediciosas reaccionaron a lo que nunca esperaban del peonaje. ¡Su rebelión! Quien escribiera este lamento fue uno de los hijos de Agustín María Quintero Font Feliú («Don Cheo»), el más rancio y tozudo de los Font originarios, descrito como el Pie de la Espada peninsular.

Cheo Font fue heredero y administrador de la Hacienda Hato Arriba, la que «perduró más de un siglo y medio» y que, con la administración de Don Cheo, produjo más de 1,000 sacos de dos quintales de café que se embarcaban a Barcelona. «Y los frutos menores, los balances fructíferos de la panaderíay la crianza de ganado, cubrían con creces las erogaciones del fundo que  agregaba un beneficio limpio y muy sustancial. Finito dividendo que se lograba a fuerza de amor al trabajo, de lealtad al propósito de que la Hacienda Hato Arriba no perdiera su prestigio de grandeza. De acuerdo con los hábitos de su fundador (Feliú Font de Celis, fallecido en 1855) y de su hijo (Agustín Pascasio Font Medina, 1840-1888) y su nieto (Cheo Font) que le sucedieron, se mantuvo una disciplina firme e invariable que se aplicó rigurosamente a los diferentes problemas del negocio que interesaba tener éxito».

Queriéndolo o no, el autor del artículo La Hacienda da cuenta de unapolarización entre ricos y pobres, a pesar de insistir en que allí, lahacienda de Hato Arriba de los Font, «había trabajo para todo el mundo y todo el mundo lo asumía con eficacia y complacencia». Es la afirmación siguiente la que mejor revela los recelos:«Hato Arriba era una escuela decivismo que no aceptaba a los vagos, haraganes, envidiosos de oficio. Existíauna interesante costumbre entre el dueño y el peón». Esta costumbre, tanconfusamente definida en el artículo, casi indecible, velada por el autor, esla costumbre de la obediencia incondicional.

            Los amos tienden a pensar que es virtud del peón obedecer siempre; nohacerlo tiene el equivalente de «descarrilar la vergüenza» que, según Font Echeandía, en aquellos tiempos «no era tan bastarda, no degeneraba tan fácilmente su naturaleza, no se cotizaba con tanta ruindad». En aquella época, el jíbaro contaba con más virtud que opciones (que dinero, oportunidades, horizontes nuevos), lo admitió el articulista; pero falló en entender que serdueño de los medios de producción, de la tierra y aún de una tradición de triunfos en el agro, no hace al patrón el dueño de las vidas ajenas. El peón no es como la tierra que él describe, «vírgen y mansa como hembra fecunda».Transmutadas las condiciones históricas, al impacto de nuevas necesidades, o del agravamiento en la habilidad y control del mínimo poder para darse sobrevivencia, el peonaje antes obediente reacciona, urde lo suyo para modificar su medio y redefine sus lealtades y su moralidad.

            Esto sucedió, posiblemente, antes de 1898. La mano obrera de Hato Arriba,cuando «no existian resecadoras mecánicas y la producción de la hacienda pasaba con creces de los dos mil quintales (de café) anualmente», cuando se trabajaba en el descascarado de café «hasta la media noche», se vio como obreraje que no progresa y, en su lugar, enriquece a otro.

            Alguno entonces, haya sido Carmelo Cruz o el poeta Ramón María Torres, seatrevió a formular con metáfora lo que el ex-estudiante de medicina y gran propietario Agustín María Quintero Font Feliú (1874-1901) representaba en ese momento, el de la Invasión Norteamericana y el de una crisis financieraque arruinara el país. Obviamente, quien más sufrió la miseria de esos años fue el peonaje que, si bien no hizo las movilizaciones por el derecho deasociación obrera y la reducción de la jornada laboral que se realizaron en Barcelona, sí tenía ya esas aspiraciones desde 1854 y 1855. El resultado en Cataluña en junio de 1856 fue que las asociaciones obreras de resistencia fueran declaradas ilegales.

            Como explicamos ya en el ensayo, un augurio de rebelión social en Pepino, cuyo marco fue la protesta contra la explotación del campesino y el maltrato moral del peonaje, también quedó descrito e implícito con las coplas de Las Golondrinas. En el periodo de 1845 a 1851, durante las administraciones de Miguel de la Torre y Juan Prim, ya hay la noción de que familias locales como las de Pavía Conca, Alers, Alvarez (de Quebradillas) Cabrero, Font Báez [10} y la pachada de Emilio José Vélez, [11} son objeto de la roña y el recelo de los pepinianos de ese periodo; pero esta susceptibilidad del campesino que, según pasaron los años se agudizaría ante más atropellos, como la ejecución de hipotecas, desposesión de parceleros por endeudamientos y alza en los pagos de impuestos, ya se había visto en los decenios del 1820 y 1830. La administración municipal de José Laxara, peninsular quien llegó del Santo Domingo español a Pepino, estuvo amenazada con amotinamientos y amenazas de violencia. (Dra. Helen Santiago, loc. cit).

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Bibliografia

[1] Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903) fue uno de los pocos políticos españoles de quienes los puertorriqueños y antillanos en general guardaron una positiva memoria. Estuvo bendito en las bocas de muchos campesinos y negros de la isla, porque él fue quien, siendo Presidente y Ministro de Gobernación, dio curso a las leyes abolicionistas. Asociado a la Revolución Liberal de 1868, sirvió en el gobierno provisional de Serrano y fue Ministro de Estado y Gobernación con J. Prim y Prat; se hizo jefe del Partido Constitucional frente al Partido Radical de Zorrilla. Presidió el Consejo de Ministros de 1881 a 1883, encarando, durante su periodo, el problema catalanista, la guerra de Melilla y la de Cuba; pero, aún con estos problemas que obligarían a la dimisión de sus cargos, dejó como legado leyes muy importantes en España: el establecimiento del juicio por jurado y el matrimonio civil, entre otras. «Tenía casi los 80 años de edad y, por su inmenso amor a España, no quiso desatenderse de la política en el momento en que su país más lo necesitaba y tendría que enfrentar al poderoso ejército de los EE.UU. y por eso se hizo otra vez el jefe de gobierno y, después presidente; pero jamás se sirvió del gobierno para hacerse rico u obtener prebendas. Salió de la política pobre y se negó a aceptar un título de nobleza», resumió Doña Bisa Rodríguez Rabell.

De hecho, cuando pese a su edad, Sagasta deja el poder en 1901 y un vacío en las filas del Partido Liberal español, la organización quedó prácticamente deshecha. En 1903, Sagasta murió en la pobreza.

[2] Citado por José ‘Pepe’ Maestre, La Leyenda de La Mano Negra, s.f. artículo de 12 páginas, publicado en España; Jason Wehling, La historia de la bandera negra, s. f. (artículo de 6 páginas publicado en España, traducido por Simón Garmendía; otros tantos en: Murray, Bookshin, The Spanish Amarchism: The Heroic Years, 1868-1936 (N. J., PrInceton University Press, 1977) y el artículo El anarquismo en España, publicado en El Anarquista.

[3] Mestre, op. cit.

[4] Juan Antonio Hernández Arvizu nació en San Sebastián, el 3 de marzo de 1825. Fue gobernador de las provincias españolas Tarracena y Toledo. Fue Magistrado de la Audiencia de Granada y, más tarde, presidente de tal Audiencia. Representó a Puerto Rico en las Cortes Españolas como delegado del pueblo de Arecibo y fue consultor legal del trono español.  En agosto 1897, siendo Juan A. Hernández Arvizu el Fiscal en Jerez de la Frontera (Andalucía), ocurrió el asesinato de Antonio Cánovas del Castillo en Guipúzcua, presidente del Gobierno español en turno con P. M. Sagasta. Un anarquista italiano, conocido como Michelle Angiolillo, confesó el asesinato.

               Alusiones a Hernández Arvizu y su rol como Fiscal en los procesos de La Mano Negra, de Jerez de la Frontera, se hallan también en: Andrés Méndez Liciaga y su Boceto Histórico del Pepino, ed. cit. Cf., ver: José Sánchez Rojas, El problema del anarquismo (Madrid, 1908); Lida, C.E. (1969), Agrarian Anarchism in Andalusia: Documents of the Mano Negra; International Review of Social History. Amsterdam. no. 14.; Molnar; M. & Pekmez, J. (1974). Rural Anarchism in Spain and the 1873 Cantonalist Revolution. In Rural Protest: Peasant Movements and Social Change. Edited by H.A. Landsberger. New York: Barnes and Noble; Juan Gómez Casas, Historia del anarco-sindicalismo español (1968).

[5] Documentos relativos a la Guerra Hispano Americana de 1898 con informaciones sobre operaciones militares del ejército español, evacuación de las islas de Cuba y Puerto Rico y la firma del protocolo de paz, se hallan en el Archivo del Museo Naval de Madrid, Sección de Manuscritos y Documentos, y en su Biblioteca se hallan, además, libros impresos entre 1902 y 1908, escritos por norteamericanos.

[6] Ibid.                          

[7] Cayetano Coll y Toste, Puertorriquenos Ilustres, 1966, pp. 169-1971)

[8] Agustín E. Font, La Hacienda, loc. cit.

[9] Ibid.

 [10] En los tres versos finales de la celebre decima de advertencia a Cheo Font, se destaca retrióca e irónicamente, como mensaje que se dirá a Victorino Bernal:

… le dirás con alegría / que junto a Antonio Pavia / lo vamos a compontear.

Compontear aquí tiene la significación de ‘corregir comportamiento, recomponer la conducta’, no necesariamente matarle. Es la misma actitud de criutica al régimen que no se pudo aplicar con éxito con el representante en Pepino de la Casa de Comercio y acreditadora Amell, Julia y Co., Vicente Riera y un sacerdote español que lo encubria, asi como otros clientes atemorizados por el influyente comerciante español. Entre los delitos no comerciales de Riera están encubrimiento de asesinato (cometido por su mayordomo) en presencia de Juan Rodón. Es es la época pre-angloamericana y pre-dominación americana en la que «el invasor (que) arrebata al nativo toda su riqueza y se posesiona de sus tierras, de su comercio, de su industria’ (Albizu, Escritos) es el español y, muy peligrosos entre su clase política, urdirán algunos, poseedores de fortunas respetables. Seran los mismos que contribuirán grandemente «a la pentración imperial norteamericana en Puerto Rico, brindando cooperación gratuita al invasor» (ibid, 79). «En medio de una nueva serie de incidentes provocados por los españoles conservadores, comenzando en Camuy» (Helen Santiago, loc. cit), se revertirán los beneficios del liberalismo, Beneficios materializados en 1870. De pronto,, entonces, caído el gobierno liberal, volverán los criollos a ser exduidos del gobierno. Baldorioty de Castro y Pedro Gerónimo Goico representaron una tendencia radicalizadora y de profunda critica al proceso de reversión que surgiera del Partido Liberal Reformista, en contraposición del Partido Liberal Conservador y que cambiaria su nombre por el Partido Incondicional Español. Hay otra corriente llamada  Partido Federal Reformista. Esta es la que mejor sobrevivirá en Pepino y la que sostendrá órganos de prensa para la cooperación gratuita con el invasor de modo que «demoliese a nuestra personalidad»  cometiendo «traición a los puertorriqueños, sino que también a la madre patria Espana» (Albizu, p. 79).

               Caciques locales que representaron los momentos negativos contribuyentes al empobrecimiento del pueblo, tras la restauración monárquica o borbónica, son los Amell y Julia, los Alers, los Alvarez de Quebradillas, los mismos Cabrero y los Font Baez.  El latifundio lleva el germen de la opresión y esto es un principio anarquista que el Pepino aprendió del campesinado andaluz. Lo que sucedió en este pueblo fue descrito por Albizu mismo en su ensayo La nacioalización de la riqueza extranjera (en 8 partes) en el que dijo: «Los puertorriqueños son las únicas personas indefensas en su propio país. Su vida y su propiedad esta a merced de la voluntad invasora. El invasor, en cambio, es un privilegiado. El sistema político-administrativo existe para afianzar la hegemonía de la colonia (…) entre nosotros y de los intereses que representa».

               Esta es la misma época en que, tanto en Europa como en los EE.UU., se busca el descredito del anarquismo:  «Such alternatives are contrary to the most elementary principles of anarchism and revolutionary syndicalism. In the first place, an 'anarchist dictatorship' is a contradiction in terms (in the same way as the 'dictatorship of the proletariat' is), for the moment anarchists impose their social ideas on the people by force, they cease being anarchists . . . the arms of the CNT-FAI held could be no use for imposing libertarian communism . . . The power of the people in arms can only be used in the defence of the revolution and the freedoms won by their militancy and their sacrificed. We do not for one moment assume that all social revolutions are necessarily anarchist. But whatever form the revolution against authority takes, the role of anarchists is clear: that of inciting the people to abolish capitalistic property and the institutions through which it exercises its power for the exploitation of the majority by a minority. . . the role of anarchists [is] to support, to incite and encourage the development of the social revolution and to frustrate any attempts by the bourgeois capitalist state to reorganise itself, which it would seek to do.» [Vernon Richards, op. cit., pp. 43-6]

               Las acitudes racistas y puritanas de Juan Coll y Grau, Font Feliú, Martiarena Zarratea, los ribetes de virtud  mal entendida a fin de constituir para la beau societé europea una cierta ejemplaridad y de la que  Manuel Rodríguez Cabrero, Juan Rodón y otros  tan sólo porque acaparaban un porcentaje significativo de riqueza, son parte del apego y vicios morales de regímenes imperiales y las Partidas de 1898 castigaban también esas actitudes ‘componteables’.  La historiadora Santiago Méndez anota que durante las investigaciones del Caso de Vicente Riera y su encubrimiento  «el alcalde de paso por Pepino, Luis Chiesa lamentó que Cabrero, el Decano del Pueblo… principal contribuyente de Pepino para el establecimiento de la Guardia Civil, cuerpo policiaco que probó ser la más nefasta arma de opresión de las tres restantes décadas del gobierno español», «guardaron silencio a causa de los compromisos mercantiles con la Casa Amell, Juliá y Cia».  Mas ni habló Cabrero, padre, ni Juan Rodón», de ahi que que se les quemara en 1898.

               Los anarquistas son, pues, sensibles al uso que los políticos y los poderosos hacen de las  virtudes civicas y sociales. Entienden cuando el poder no es honesto.  Pese a todas la cantaletas de Echeandia Font en La Hacienda sobre la naturaleza de la virtud y sus invocaciones de la Retórica y poder político en el Gorgias de Platón los anarquistas entendieron mejor la función de la retórica y el lugar de los sofistas en la sociedad de la Grecia Clásica o la experiencia política de Platón en Siracusa. La formación de la Academia. El programa político de la República de Platón exije la formación de una élite en la construcción del poder y en la estructuración de una justicia en la polis, pero,  ¿quién dice que la clase trabajadora no entiende, por bruteza, las diferencuas de trato o  la  naturaleza real de la democracia y  la tiranía? El pensador italiano, Enrico Malatesta, proponente de un régimen de autogobierno y virtudes propias del anarquismo, decía: «Todos somos egoístas, todos buscamos la satisfacción propia. Pero el anarquista encuentra su mayor satisfacción en la lucha por el bien de todos, por el logro de una sociedad en la que pueda ser un hermano entre hermanos, entre gente sana, inteligente, educada y alegre. Pero el que se adapta, el que está satisfecho de vivir entre esclavos y obtiene ganancias de la labor de esclavos, no es, ni puede ser anarquista».  

               El hecho es que hombres, cocidos en la exclusión racialista y clasista, en el guardar silencio ante los crímenes y las traiciones, que son esenciales al colonialismo y la desigualdad, tale sefres humanos se incapacitan para las virtudes sinceras: «La base fundamental del método anarquista es la libertad, y por lo tanto, luchamos y lucharemos contra todo lo que viole la libertad (libertad igual para todos), cualquiera sea el régimen dominante: monarquía, república u otros», como dijera Malatesta.

[11] Entre los testimonios que González Rodríguez, Doña Dolores Prat y Arvelo Latorre dieron en sus Entrevistas están los de las taras morales de Emilio José Vélez y Pedro  S. Ortiz Carire, de origen gallego, emparentado con los Vélez-Prat, hechos mencionada muchas veces en sus grabaciones como la conductas incorrectas de pachada. Ortiz Carire fue acusado falazmente de robo en la casa comercial Cabrero e Hijos. Otro asunto de discrepancia fue que Cabrero Escobedo se opuso a la práctica de los derechos de señores en materia de maridaje que se dieron los capataces y amos de la hacienda Los Vélez con las hembras del peonaje.  No obstante, como admitiera en una investigación de Helen Santiago sobre Manuel J. Cabrero, «… un dia en que iba cabalgando hacia su hacienda en Guajataca vio una joven lavandera enseñando sus piernas… Ella era una campesina que no sabia ni leer ni escribir. El más guapo, el más poderoso de todos los hombres, se había fijado en la hija de un peon yde una lavandera» [cita de Doris Oronoz]. Prendado de ella, la llevó consigo a la Hacienda San Andrés de Guatemala, en las cercanías del pueblo. El era dieciocho anos mayor que ella. La relación no hubiera sido distinta a la que muchos propietarios tenían para la época, de no haber sido que Manuel Joaquin suspendió el compromiso que tenia con una prima hermana. Trina fue alfabetizada y adiestrada en los modales de la clase alta. La visita de personas acomodadas a su casa era la regla» [Helen Santiago, Un personaje de novela…, loc. cit., p. 5].

               Citando otro ejemplo: Ortiz Carire (n, en La Coruña, en 1831) se casó con una mujer de la parentela de los Vélez-Prat y, aunque ésta se ofendiera, fue de los varones que «visitaba a mujeres» (sic.), lo que también se permitían otros, a saber, en las familias de los primeros Vélez de Mirabales, los Alers y los Font. «Ninguno hablaba sinceramente de las cosas de la religión y la moral porque en el pueblo pequeño de entonces todo se sabía. Miraban la paja en el ojo ajeno; iban a la iglesia y comulgaban; había mucha gente ofendida y ellos utilizan la tribuna y la política para acusarse y para no casar a las muchachas mozas con gente del campo, a menos que fueran peninsulares de quienes no se supiera nada o, sobre todo, parientes respetables».

               Emigrado de Cuba a Pepino, Don Pedro se casó  con Monserrate Velez del Rio y tuvo varios hijos fuera del matrimonio.  Se dice en su familia que Don Pedro cometió estupro en Felicita de Lugo, de Altosano, y a ella le nació su hijo el 4 de mayo de 1851. En cuentas suyas, tuvo nueve hijos que son practicamente la cepa de muchos de los Ortices de Pozas, Miranales y Guacio.

               Una medio hermana de Pedro fue Pamela Ortiz Franca, casada en agosto de 1852, en Pepino con Casildo Velez del Rio (1808-1877). La pareja se mudó a La Habana en 1860, poco antes que lo hiciera Manuel Prat y esposa (Nicasia Velez-Prat)

 

COMEVACAS Y TIZNAOS / CAPITULO 7 /

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Capítulo Siete
EL PAIS EN LA INCERTIDUMBRE


            La clase hacentaria, comercial y profesional, descrita en el capítulo anterior, hizo adhesión al nuevo bloque histórico triunfante después de la invasión norteamericana con los mismos mecanismo y actitudes prefiniseculares y el instinto de clase que le fueron característicos y propios.

            El por qué la violencia de 1898 se extendió, más veladamente, durante toda la década de 1900, por los recortados espacios abiertos por los Partidos Fusionista, Federal y Unión, se debió a que el culto y el rol del cacique no desapareció, sino que siguió creciendo bajo el dominio estadounidense.  El nivel de alfabetismo superior de tal clase fue un factor principalísimo. En fecha en que la población de la isla fue descrita estadksticamente analfabeta, el poder legislativo requirió que los 35 legisladores elegidos y el electorado que los eligiera fuese mayor de 21 años y aptos para leer y escribir. Las leyes creadas por tal cuerpo privilegiado de puertorriqueños tendrían que ser aprobadas, en última instancia, por el Congreso de los EE.UU. que tenía el poder de rechazarlas.

            V. H. Baske indica:  «El hecho de que una de las Cámaras que desempeñaba el poder legislativo, concretamente, el Consejo Ejecutivo, fuera parte del poder ejecutivo, era una grave contradicción con la Constitución Norteamericana, que establecia claramente el principio de la separación de los tres poderes. Además, el hecho de que fuera el Congreso de los EE.UU el que en última instancia, aprobara o rechazara las leyes que iban a regir a Puerto Rico, hacia del poder legislativo una estructura títere, violándose asi el principio de autonomía legislativa. Estos aspectos son una muestra de la política colonial que los norteamericanos impondrían a Puerto Rico mediante la Ley Foraker». [1]

            ¿Quiénes se sentirían satisfechos o acríticamente cómodos con esta situación en Pepino?  Volvamos a los Echeandía para que una respuesta coincida con su preciso sentido.

            Al rememorar la fibra moral, actitudes e idiosincracia de sus bisabuelos yancentros, Font Echeandía escribió: «El catalán es tozudo o testarudo y, como vengo de esa sangre, también lo soy».  [2] En cuanto a Rosa Medina alegaría un perfil sicológico más transigente y avenible. ¿Qué realmente subyace detrás de estos eufemismos?

            En el análisis sobre la formación económico-social del Pepino de 1898, la noción de identidad fue importante, aunque no necesariamente la que desencadenó la crisis de violencia. La crisis fue debida al hambre y a una sucesión de descaros, incluyendo la especulación deshonesta del Alcalce sucesor a Rodríguez Cabrero y la venta de protección policíaca ante los ataques de las partidas o saqueos a las propiedades camperas.

            En este Pepino de 1898, política y moralmente desarticulado, 72 vecinos algunos de los cuales fueron agricultores, médicos, farmacéuticos, pidieron clemencia. Extraña actitud por la solicitud de liberación para Joaquín Moreno y Segundo V. Esteves, propietarios y miembros de familias respetables.  Estos eran señalados como simpatizantes y organizadores de partidas, aunque no  del nuevo gobierno yankee.

            Testimonios recaudados, tras el saqueo, robo e incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, el 11 de  noviembre de 1898, en el barrio Eneas, apuntaron a que «el alcalde (José González Hernández) y Lino Guzmán eran los principales líderes de las partidas».  [3]  De González Hernández fue fácil creerlo y probarlo, no así del maestro de escuelas de Guajataca.

            A la pregunta qué realmente implicaba ser de los blanquitos en el pueblo, respondía un líder asociado a las Partidas, el maestro de escuelas Lino Guzmán, a quien se le recriminaba veladamente, preguntándosele el por qué una persona tan decente y culta como fue se alió al movimiento de tiznaos y comevacas. Su respuesta, más o menos, como la recordaba D. Dolores Prat, anciana de Mirabales, fue la siguiente: Está diciendo (Guillermo) Cardé y Juan Orfila que no se preocupe ninguno sobre los ideales separatistas porque un pueblo analfabeto no se sabrá gobernar y el campesino es como una bestia... y a mí, que estoy acostumbrado al hambre, eso si me dio coraje.

            Decía ella que, «al llegar los americanos, ni en los tiempos de Manuel Prat, se vio la situación de que al mulato y al blanco se les tuviera queseparar, pensando que el negro no podía aprender inglés... pero ese problema era muy viejo. Es que se decía que el negro es libertino, amigo de malas ideas, la independencia y se decía que no debía estar al lado de una niña blanca porque se distrae». [4]

            En realidad, afirmó con razón Victor H. Barke, «muchos norteamericanos manifestaban acitudes despectivas e inclusive racistas hacia los habitantes de Puerto Rico. Otros desarrollaron actitudes más racionales» . [5]

            «El panadero de Lares que pusieron de Alcalde fue un mequetrefe de los americanos; a toda la gente honesta que se le ofreció el cargo (de Alcalde) se le ewcuchó decir que no, porque ya no había vergüenza ni confianza en nadie».  [6]

            Por su parte, Méndez Liciaga cuenta que donde los invasores levantaron su Campamento de Tropas, a la salida del camino que conduce a Añasco, en sitio conocido como El Tendal:  «{C}entenares de personas iban todas las tardes… para establecer relaciones de amistad con los rubios del norte, en su dweseo de aprender inglés… Infinidad de pobres de los que frefuentemente visitaban el campamento regresaban a sus residencias llevando consigo latas de salmón, carne, tocineta, papas y galletas que le regalaban los soldados. Muchos de estos, cuando estaban carentes de dinero, vendían los citados efectos para proporcionarse algunos buches del famoso ron de Valeriano Rosa».  [7]

            En rigor, si razón alguna llevara a centenares de pepinianos a El Tendal «fue el hambre y la necesidad de trabajo, porque los ricos iban a comprar protección por el miedo a que se le quemara».  [8]

            ¿Fue la noción de pie de la Espada blanca un código racista, o es un cuestionamiento sobre la valoración excesiva de nexos étnicos-familiares con que muchas familias ajusticiadas se turnaban para retomar el control en el albor del siglo, el Nuevo Amanecer, tal como hicieran durante los siglos anteriores?

            Vencida España en la guerra, en Pepino y, en la isla entera, se creó unalucha de poder. Surgió una posibilidad para el tránsito de una formación económico-social a otra más perfecta. Cuando el asunto fue responder quién verdaderamente hacela historia y cuál es el fundamento en que se apoya la existencia y el desarrollo de la sociedad, el peonaje dijo presente (las masas populares, trabajadoras, creyeron en justicia ser capaces de sobrepujar ese tránsito) y, como colectividad, esperaba una organización materializada por líderes que les definiera objetivos, de modo que surgieran así las nuevas instituciones políticas,económicas, educativas, concepciones jurídicas y oportunidades creadoras de diverso tipo.

            En este ensayo se explicará cómo ese liderazgo esperado no cuajó del todo, traicionó y reculó. El proceso social falló, pese a que el pueblo, en gran número, dijo con contundencia el tipo de administradores que no quería en el nuevo régimen y estuvo dispuesto a deshacerse de ellos, aún matándolos. Treinta años antes, con El Grito, se había dado ese mismo consenso y fueron los insurrectos los que pagaron con sus vidas.

            Frente a las fuerzas invasoras, el factor más decisivo en el amenguamientode ese furor revolucionario, campesino tan pobremente armado que se diera,  sólo quedó flotante un ideario: anhelos de cambio y esperanza.

            Dentro de la noción de bandidaje social  que E. J. Hobsbawn desarrollara en Primitive Rebels (1965) se valora al bandido social como the outlaw-heroe, honorable models for rebellion, delincuente forzado a infringir la ley para vengar alguna situación injusta, defender su honor, familia o grupo social (comunidad), ante aquella circunstancia o poder opresivo que lo victimizara, recordamos que todo país del mundo ha tenido, en algúnmomento histórico, este tipo de héroes proscritos. Y, muchísimas veces, a medida que el asunto es estudiado sistemáticamente, se verá que también los bandoleros sociales han surgido de las clases más altas y se han  fundido con las mitologías de patriotismo, humanitarismo social y religión. No hay, necesariamente, por qué referir a los comevacas y tiznaos como los únicos desclasados o lumpen-proletariat, si la idea es despreciar la violencia antiestamental.

            Por esto hay que considerar, como salvedad, que no todo el Clan Font fue reaccionario y que, con actitud y rol heroico y progresista, algunos de ellos participaron el Grito de Lares (en 1868) como miembros de El Porvenir           

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BIBLIOGRAFIA


[1]  Victor H. Baske, loc. cit.

[2] Entrevista con Lcdo. Pedro A. Echeandía Font (1900-1979), realizada 16 de octubre de 1977.

[3] Helen Santiago, en: Las Partidas Sediciosas y el saqueo e incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, en revista Maguey, ps. 2 y 3

[4] Entrevistas con Doña Dolores Prat Prat, viuda de Alicea, 10 al 18 de diciembre de 1972. La entrevistada Doña Lola murió a la edad de 108 años en Mirabales y había nacido el 5 de mayo de 1869. Vid, cf. D. Prat, vid. Nota #7).

[5] Baske, loc. cit,, p.6

[6}  Pedro Echeandía, loc. cit.


[7] Méndez Liciaga, op. cit., ps. 149-41


[8] Entrevista con González Cubero, loc. cit.


[9] E. J. Hobsbawn desarrollara en Primitive Rebels (1965)