Monday, August 29, 2011

El chantaje / cuento


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«Yo no sé lo que pueda pasar el día de mañana, también tengo derecho a comer... Nadie me ha hecho algún acercamiento para que yo renuncie a la posición del Senado; pero, ¿cómo asegurar que Rosselló sería un buen senador por distrito, si él vive en la región desde hace apenas un año?»: Victor Loubriel, Senador electo y abdicado, 2005
Sabemos que eres gay, Victor», le dijeron al Senador novato y se puso de mil colores. La primera vez, cuando no había testigos, se le cayeron un montón de folios de legislación que cargaba en las manos. Llenaba algunas cajas, con papeles y artefactos, que mudaría consigo al Capitolio.

A su oficinita de campaña en Arecibo, como quien entrara a sacarle huesos anónimos y esencias de su closet, se personó el visitante. Fue tan de improviso que Victor se sentía devorado por sus propios nervios y amendrentado por el ex-procurador.

«Se lo dijeron a (Kimmey) Rashke y a Roberto Arango», informó el emisario del partido.

«¿Qué?»

«Tus tendencias, lo pato».

El azuloso es nada menos que Thomas Rivera Schatz, a quien el ex-gobernador Rosselló había designado como Procurador de Justicia en 1996. Ahora el ex-Gobernador, o mejor dicho, el Partido necesitaría para este sujeto, Rosselló en derrota y asaz resentido y caprichudo, una ayuda por la que Thomas vino secretamente a Arecibo y preguntó a Victor, con su estilo tan rudo:

«¿Por qué niegas la ayuda? Me dijeron que no cooperas». En el Partido Azul, el de La Palma, como también lo nombran desde los tiempos de Ferré y Romero, la ayuda no es voluntaria. Es deber. Obligatoriedad, obediencia.

El senador recién electo está en 'shock' porque, desde que Anibal Acevedo Vilá / demonio rojo / ganó las elecciones del 2004 y el ex-gobernador azul quedó sin trabajo, y no es por eso, es que, en tal situación, Rivera funge como su hostigador contumaz, el peor de sus fiscales personales. Vea cómo le dijo: «Sabemos que eres gay y lo es Arango. Ustedes piden el dinero de la ortodoxia cristiana; el partido los solapa y les facilita donativos para sus campañas. Ustedes posan de modosos, moralistas y adecentados, pero son unas inmundas cloacas. Y te diría, porque ya ganaste el escaño de Arecibo, lo mismo que Cheney le dijo a Colin Powell: Your resignation is for the best of our party and our country...»

«Pero yo no estoy en nada indebido», comunica él a Thomas. Por nervioso, sigue en su empaque de chucherías. El visitante dio el mensaje claro. Victor, chantajeado, quisiera que se largara de inmediato; pero, el otro es un torturador moral. Se goza en verlo acorralado. Fuera del closet, como si estuviera desnudo, en cueras.

«Fue una cosa maravillosa cuando Nuestro Partido, con el Dr. Rosselló a la cabeza, volvió al poder en 1992, derrotaba a Sila y Melo... No fue sólo que él derrotó a la hija del Vate, Victoria Muñoz Mendoza, exponente mayor del inmovilismo de la colonia, es que trajo a Puerto Rico la esperanza, traducida a una efectiva ofensiva de Mano Dura Contra el Crimen, integración de la Guardia Nacional para ese propósito, apoyo adicional a la Policía estatal y, en fin, que azotaríamos frontalmente los flagelos del crimen en esas zonas de bajo nivel económico... ¿Te gustaría que se acabara eso?... Con Acevedo Vilá, la oposición se ha jurado revertir lo que hicimos en el 1992 y antes... los avances de infraestructura, el Tren Urbano, el Super-Acueducto, el Coliseo, el Super Tubo, la reforma del sistema de salud, la visión turística, el Tren Ligero que aspiramos a que se extienda por el Viejo San Juan... ¿Te gustaría que se acabara la Tarjeta Rosselló o lo que Santini ha logrado en dos términos como Alcalde de San Juan, ahora una de las mejores plazas para accesar directamente fondos federales para la educación?... ¿Te gustaría que se acabara la posibilidad de contar con una piscina, o centro para la enseñanza del buceo, obra de primer orden mundial como el Natatorium, infraestructura de 28 miliones de dólares, la 'San Juan Golf Academy, escuelas orientadas a deportes, bilinguismo, clínicas de autismo, todo en San Juan, con Santini y Rosselló, gente que materializa la Estadidad concreta, no sólo en leyes abstractas, o promesas, gente que no es esa Pava abyecta, antiprogresista y anacrónica... Nuestra visión neoliberal puedes vivirla. Ver el progreso».

«No, no... yo no quiero que se acabe nada, pero yo he recibido una encomienda de mi electorado de Arecibo. No quiero defraudar la confianza de la gente que me dio el voto. ¿Irme nomás así?, tirar promesas, renunciar al trabajo, no sentir que empeñé mi palabra ante la gente de mi distrito», Victor verbalizó con timidez.

«¿Habló Jorge contigo?», preguntó el emisario azul. Se refiere a Santini, alcalde de San Juan. «No te irás con los bolsillos vacíos. Estamos autorizados a darte $5,000 mensuales. Y, como te gustan las buenas camionetas, con ruedas enormes como pencas de escrotos, una homer campera, te tenemos una... Hablamos con uno de tus parejos. No yo. Santini, quien conoce a los que cojean con sus aspiraciones políticas (Arango y Diaz), pero tienen sus colas pisadas, él lo hizo». Victor lo escucha que se mofa; mas vuelto a la seriedad añade que vendrán a verlo del Cuartel Azul / Central del Partido para que firme unos documentos. Y lo van a llamar a diálogo privado, con los Grandez Azules Cojonudos y él tendrá que asegurarles que, una vez que obedezca, no andará «with nonsenses, and non condescending remarks at Rosselló, but taking cheap shots».

«Pero yo no estoy en nada indebido», comunica a Thomas. Lo repite como mantra.

Y, desde sus ojitos bailadores y su fino bigotito hitleriano, Thomas lo escruta. Después coloa un diario sanjuanero, que saca de su portafolio, abierto en la página de sus dec;raciones: También tengo que comer: Loubriel / Asegura que no renunciará sobre el escritorio de Victor. Escuchó que se quejaba por el trance de [erder una oportunidad que deseara y no viene todos los días. Es una oportunidad de ingresos como no la sueña ni el mejor ejecutivo del país: salario de poco menos de $100,000 anuales; pero con dietas o viáticos de $150 por día, tarjeta de crédito y celular pagos por el Senado, gastos de gasolina o de transporte con chofer pagados; personal, asesores, dinero asignados a sus comisiones asesorativas... El diario parece que dice algo tan vulgar como lo siguiente: «Yo no sé lo que pueda pasar el día de mañana, también tengo derecho a comer».

«Yo sí sé lo que ocurriría mañana contigo, Senador Loubriel. ¡Pobre Victor! si la senadora Raschke abriera esa boca venenosa, puriitana, y expy que vives en el closet, fraguando paterías... que la confianza de tu electorado en tu buena reputación se acaba... Ah, te preocupa que haya de comer, ¿eh? Listo eres. ¿cree que tú puedes comer con $5,000 mensuales y sin trabajar? CONCEDIDO... Te los vamos a dar; habrá otras menundencias; pero vamos a ser leales con alguien que necesita más que tú... ¡El partido! y leales al hombre que nuestra dirigencia hizo que regresara, sacándolo de su descanso en Virginia, en 2003, con llamadas y vistas... El derrotó a Carlos Pesquera en las primarias... él era el hombre. Es mejor que tú, un desconocido. El nos enseñaba la unidad, a tener partido y no dejarlo arruinar, hasta que apareció ese Chino malhadado y canceroso que vende nuestra Casa Azul por componendas, pivasos o alianzas con los rojos y tú, si no renuncias en febrero, y no le dejas tu escaño a Roselló lo que harás es que el monstruo, que nos arropa con la peste de la Macacoa, crezca... Kenneth McClintock, ése es el foco infeccioso».

«Pero yo no estoy en nada indebido», comunica a Thomas. «No estoy contagiado con McClintock. Nunca he permitido que siquiera me hable».

«Si quieres lo puedes estar. Fuera del Partido, puedes ser gay. Dentro del partido, abre bien el bolsillo y, muu calladito para que te eas más lindo, recibe tus cheques. Venderás tu plaza a un hombre que sí la merece: ¡el jefe! por él, quien hace más de diez años, en 1993, creó la Tarjeta de Salud, estableció el inglés y el español como los idiomas oficiales de Puerto Rico. Empujó un plebiscito de status con mejor oferta que el ELA colonial... ¿Te gustaría que se acabara eso?»

«No, no... sólo pregunté: ¿por qué la pugna del partido en el Senado? ¿Por qué el orgullo del jefe si eso es más divisivo?»

«El orgullo dignifica a los jefe excelentes; pero la desobediencia, no. Y nos cayó la macacoa mongólica. Es un culebrón londinense de ojos chinos, que creció con más poder que lo que la Dirección del partido había calculado. Parece que, desde el 2000, cuando fue Comisionado Electoral de los azules, ha medrado. Se ha manejado para infiltrarse y hacer daño... Hoy es como anglicano traidor dentro de la Iglesia de Roma», le dice Thomas.

Victor comprende que se trata del presidente del Senado Kenneth McClintock y el asunto es que el majadero de Rosselló, niño mimado, político sin empleo, al irlandés prieto no lo quiere. Calcula que lo desbancará. Y primero a él, el arecibeño, pa quien edirle el cargo por su distrito, luego Kenneth. Que éste lo entregue es para porfiarlo. Un escaño es una mina de oro. Se chupa prestigio, se gana dinero y poder. Ese culebrón bien que lo sabe.

«¡Maldita sea y tiene que ser mi escaño del que el jefe se antoje antes de pedir el del chino londinense!»

«La peor lucha será que McClintock, la plaga, renuncie. Al menos, eres la parte fácil y manejable de este asunto. El no. Y no hay evidencia, como la que tenemos tuya, maricón, quer siva de excusa para echar ese monstruo del Partido».
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Sunday, August 28, 2011

La gimnasta masturbada / cuento

La muchachita no es virgen, ¿sabía usted? No lo digo para acusarla ni nada que se parezca. Lo digo, porque es la verdad. A veces, me invisibilizo de modo que su hermanastro no me vea. Voy al ligue cuando él sufre las fugas y está por días y días fuera de la casa y la veo. Entonces, un gemelo que él tiene me hace el paro. Despista a su familia con su clon. El parece que está en la casa y no es cierto. Se fue. Diga usted a qué o a dónde: a mirar un show de rock con el Dr. Cerebro o Fobia, a escuchar una conferencia en la UNAM, o sencillamente a ver alguna novia.

Entonces me persono con mi cuerpo taquiónico, inorgánico o de luz.. Los ojos de su clon me presienten. El me oye, pero sin verme. Me oculto de su poder, me doy mañas y me dedico a chupármela. Me alojo dentro de las pantaletas de la muchacha. Ella se instala en el sótano donde hay un salón de gimnasia. Hará unas rutinas antes de darse un baño e irse a trabajar.

Su hermanastro y su clon se acuestan temprano, casi siempre juntos en la misma habitación. Ella se confía que nadie bajará al sótano. Ninguno la hallará, con facha edénica, en el gimnasio. Enciende la luz y se quita la bata bajo la cual se hallará con un payasito, a veces en puras bragas y sudadera. Cuando se queda en bragas, inicia con el puente. Hará luego el tendido lateral, equilibrándose en el brazo y pasará después a ejercitarse con veinte lagartijas.

Colgado lateral de chichis: nada de colgaderas, tipo de yema de huevo. Está maciza y sus peras son una ricura. ¡Que bustolandia edénica!

Hará después la vela, balance de hombros, con piernas en alto. Ahí es cuando me vuelvo protagánico. Me le pongo en frente y le agarro por las pantorrillas. Siento la electricidad que me recorre, hormigas sobre mis brazos. Me hace una mierda. Hará otro tendido lateral, equilibrándose en el otro brazo. Nada pendeja. Se arquea elevando las caderas y, entonces, es cuando descorro su calzoncito de un tirón y pego mi hocico a su vulva.

Ella se imaginará que tiene escozores de güila, prurito, o ganas de coger porque abre las piernas como tijera, sin pensar que soy yo quien se las separo. Eleva las caderas para que mi boca se coma el clítoris, con su vecindad de pelos.

Ya no pude más y me desnudé, cósmicamente dicho, aprovechándome que hizo spagat. Unos cuanto saltos y otros tantos puentes. Se tendió otra vez sobre la lona a frotarse los muslos. Tiré mi ropa sobre la banca para ocultar su bata y braga. Colaboré diligentemente con el masajito que se daba en los muslos… y me voy de maldito a intensificar la maniobra de poner su chochito sobre mi cara antes de decidirse por el soporte en V. Ya sí me dejé caer sobre la V, pero donde la V y su vagina se coinciden. Estoy viniéndome en el alma.

El muy suspicaz del clon nos oye que gemimos. «¿Qué pasa?», dirá si se levanta como ladrón en la noche. Oye que ella jadea.

Ella mira como gata en celo cuando la puerta se abre; él piensa que descargamos la karma en la raja, la dama del loto o la materia prakrítica; pero no es su hermano. Es un clon tan invisible como yo. Una vibración que entreabrió la puerta. Un chirrido que no la hará prescindir de este gozo.

Como en boquita callada no entran moscas, los tres nos hemos hecho cómplices del sentimiento embrujante: ¡demasiado bonito para ponerlo en palabras!

Cuando ella quiso sentarse, tan sudada en el sofá, ya en la arqueada yo tenía su bollo en mi tope. Arched front support, el tamal a la brasa y la fui empujando. El clon, con una mera olidota a sus nalgas, dijo: «Pásala».

Cuando la ví tocar el sofá, el gemelo la esperó con un descomunal pene enfurecido y dispuesto a perforarla sin piedad por el más allá. Y si hay masa allá, ¿por qué no preparar tortillas a mano?

02-09-1980

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Jimmy Meneíto / Cuento


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Por CARLOS LOPEZ DZUR


Todas tus ventanas arrojaron rosas lindas a mis pies,
se abrieron todas tus puertas y en ellas miré
cómo ponías en mis manos de tu granero la mies:

Sergio Sánchez Rivera (poeta), «A Pepino con amor»
No todos los guardias son unos caínes, hijos bravos del aparato autoritario del Estado. Jimmy es figurita, atlético y vivaracho. Le gusta caminar con un tumbao que es típico de quien tiene la pinta de fisiculturista, con morrillos bien tonificados. Le gusta el Pueblo del Pepino. Las muchachas son lindas y tiene colegas con quienes ronda con alegría y piensa que algo lo mancomuna: la simpatía, el choteo, el vacilón, la folla blanda, el echar plante, con el uniforme impecable, bien planchadito, con el color azuloso, como los ojos de su compañero el Guardia Ramos, hijo de Tito, el Alcalde marieño.

Jimmy González también es hijo de un Alcalde. Lo han mandado al Pepino desde Maricao. Lo recomienda Raúl Ybarra, Rosendo Cintrón y Daniel Coronado, alcaldes de La Pava, y hombres que han visto la necesidad de una policía profesionalizada, porque, por la praxis política, antes en manos de los republicanos de Poldo Feliú, Agustín Font y los hermanos Miguel y Juan García Méndez, había mucho abuso, especialmente, contra los nacionalistas. Estos últimos formaron los Cadetes de camisas negras y uno de ellos ajustició a un coronel que era un yankee, hijodeputa.

Todavía en Pepino quedan algunos guardias de esos antipáticos, abusadores y anti-independentistas. Jimmy no es así. Ni Ramos ni Beltrán. Ni acaso el más viejo Echevarría. Son el buen trío que la gente saluda. Que bajan a la Loma de Stalingrado y chulean a las nenas de Millán, como si fueran damas con corazones intensamente puros y románticos.

Fey Méndez Cabrero, el Alcalde, aprecia mucho a Meneíto. Es policía serio, agradable, cachendoso y cuando viene Muñoz Marín al pueblo, él cuida la plaza con celo militar. Lo sigue, coordina el buen ambiente, para que el Vate / Gobernador poeta / se sienta bien y protegido. A veces, como si fuese el Gobernador y él muy íntimos amigos, hablan sobre el pueblo y su padre.

No se queja de que en Maricao no suceda nada. Allá la belleza es tranquila. La gente campesina, melancólica como dulce guasa de la antigua indiada. En ese municipio, el Salto de Curet, las Montañas Lluviosas y el Lago Prieto valen la pena verse. «Faltan escuelas e industrias todavía; falta empleo, como se puede ver; pero queda el campo y la Indiera Fría».

Meneíto ha oído que el pueblo del Maricao mienta el nombre de un árbol. En realidad, lo que más ha visto, en su poblado natal, son los cafetos. Supo de la fama de las viejas haciendas como La Juanita y Las Delicias, con sus Fiestas del Acabe.

Desde el decenio del ’40, anda por andurriales pepinianos. A él lo elogian por su mirada con la que seduce a su harem de hembritas. El enamora. Lo afana ese julepe de ser enamoradizo, clavar su mirada en otros ojos, devolviendo o robando su luz y, a diez años de andar aquí, en Pepino, como Beltrán le dijo: «No te ofendas; pero la muchacha con que te embelesas ahora es la más fea de las que te he visto y hasta el apodo de su padre me repugna».

«Es verdad. Cuando pregunto por ella, me avisan que es la hija de Coño Carajito».

«Eso no es ná, Jimmy. ¿No te has fijao qué es bizca?»

«¡Pero qué importa! ¡Tiene su cuerpazo!».

«No, Jimmy. Es bizca y le falta un diente. Tú ya tienes una hembra que no tiene defecto y es buena mercancía».

«Es que a ésa que admiras falta algo y la bizca lo tiene».

«Un diente es lo que le falta».

«Con esa sí que me caso».

«No lo hagas, Meneíto. Mira que si lo haces te quemas».

Oyendo ésto, él recordó una leyenda. Se cuenta con un gesto sentimental y literario. En su pueblo, aseguró: «La naboría taína quemaba a los traidores, a la gente que delata. María la india fue quemada, víctima del mismo amor, delator, con que me quemo». Es la leyenda de su pueblo, Maricao... y dice: Que un militar español, poco después de la conquista de esos montes, se enamoró de una indígena taína, con ojos bizcoriocos como maya. Una rebelión marcó la separación y el refugio de los indios en la Indiera. María dijo al militar español: «Cuídate. Mi tribu no quiere que me mires, pero soy yo quien no quiero perderte. Díme que amas aunque sea yo la que muera en esta hoguera, atada a un árbol».

Así sucede hoy, piensa Meneíto mientras camina con garbo por la Plaza Baldorioty y mira hacia el Gallo en el techo de la Iglesia. Este pueblo está poniéndole un reparo a la amada que él ha elegido. No entiende que ella / como María / vale. En asedios ofensivos, van cercándola. La quieren castigar porque su padre es el coño-carijito.

«No seas voluntarioso, Jimmy», insisten por mortificarlo.

«Mira que es bizca».

«No delates tu mal gusto».

Terminaban siempre haciéndola prisionera del mal nombre. «Y es la hija de Coño Carajito».

Entonces, adivinando lo caliente de la inquina, Meneíto imaginó que lo quemaban detrás de sus espaldas. Que a ella la ataban al árbol de las penas y los escarnios, diciéndole «Meneíto tiene muchas otras y no te quiere de veras». Escarnios para la taína María de la fría Indiera de los bucarabones.

«Además, por el diente que te falta te ves fea», vituperan. Ella no se merece este martirio. Lo que chisman.

«Ese culo lo vale. María es como la bizca de la Indiera Fría».

Ahora, juzga Meneíto, que los policías Beltrán y Ramos son un par de hostigadores. Buscan su vena. Lo hieren en sus collejas.

«¿Por qué dejar a la buena hembra por la bizca?»

Le salió lo sangermeño de sus bucarabones: «... porque el ojo se lo mandó a operar y el diente se lo mando a poner». Dijo, sin pensarlo como el padre de su amada: «¡Coño, carajo!» y se echó a reir y siguió con sus planes de boda.

3-04-2003

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La ruleta rusa / Cuento


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Folclor y cuentos del Pueblo del Pepino


A Antonio Rafael Seguí Borrero (1918-fallecido)
1.

Seguí es un poeta de Pepino. Aquí se crió. Vino de Santurce y alguno, por chotearlo, le decía: «Quítese ese título de doctor de su apellido, que usted es sólo un sanacallos». Un podiatra de las patas sucias.

Siempre el problema fue qie Antonio Rafael fue demasiado pueblo. Era un aldeano puro que comprendía muchas cosas sin haberlas estudiado. El podía entender que el prieto Ché Pelao, se enfrascara a los puños y fuese tan sensitivo cuando se aludiera a la nube en el ojo de Maneco. El comprendía, sin decirlo, la suerte del Loco Wilson, cuyo cráneo no tenía la dimensión ni del puño cerrado y, al juzgarse del cerebro su tamaño y la salida a flote de palabras, Wilson no tuvo más misión que callejear como un pordiosero por las calles pepinianas. «Ti ti ti, ay ti-tí», fue como su canto. Seguí sabe el por qué hay una boba en el Pueblo que pide «La Peseta». El sabe por qué es turulato el turulato. Supo del dolor y el fatalismo estoico del pueblo al que llegara, a principios de los años del ’20.

Doña Provi oliscó las raíces ancestrales de su esposo, que son también progenie de Seguí Juarbe, isabelinos y pepinianos en su origen. Y él, Seguí Borrero, los rastreó en Lares, desde niño, mas los halló en Pepino. Dijo que, por su padre Don Pedro, a él le fluye la música por dentro, la música de María Songo y de Isidro, la música de Puro Concepción, maestro del clarinete y de las serenatas, hijo de María Juarbe.

En la parentela ancestral, sin duda, había Liciaga Juarbe, médico pepiniano que muriera en España y un Corchado Juarbe, espiritista, valeroso, de la cepa que fundara San Antonio de la Tuna, el barrio playero del puerto isabelino. Epifanio Liciaga Juarbe, mentor de niños y consejero de médicos en Barcelona, fue para su madre un fantasma que rondaba y, para él, la inspiración para estar con los que curan y sanan, aunque sea con el lavado de los pies descalzos. Seguí fue como William Quiles, boticario graduado por correspondencia; pero quien, para dar un servicio, se incentivan con el alma.

El lugar que se dan en sociedad para ser ütiles los determina un gesto compasivo y, si a Seguí le hubiese tocado un afán por las ciencias farmacéuticas, o acaso entre yerberos, a quien Rabell Cabrera, el boticario, mucho que respetaba, él se habría ceñido a las normas posibles. Estudia como sea, va donde haya que ir, investiga, se afilia, se examina, Y le interesaron, al final, los pies de los cansados. Los pies de los callosos, juanetes en las malas patas. Los pies en la ruleta de las vidas en infortunios y desgracias. Y marchó a un hospital capitalino.

«Doctor Seguí, aunque le pese a algunos. Un cirujano menor» y dio quejas, espejo y lumbre, y buscó a los que cantan, a los serenetaros de su pueblo y, con guitarras de amor y melodía, esparcieron las voces de sus versos, su música por dentro, que es herencia paterna de los Juarbe. Papo Valle, Jim Pérez, Bury y Tatín Vale, la incipiente estrella Sophy Hernández, hija del violinista y el mueblero, le dieron homenajes. Lo grabaron, lo enaltecieron con los tríos, las orquestas y sus voces.

2.

Seguí, sea como sea, se ha enamorado del pueblo y le conoce los vicios. El sabe de qué pata ha cojeado. El sabe el pie con que pisa. De Tablastilla ha conocido su cubojones, lo que tienen de bueno y de malo: el callejón del Bacalao, el callejón de don Neyo y callejón de Isidro. Aprendió a cocotear por esos lares, a no temerle a nada ni a nadie. A ser el poeta que es, sentimental, amatorio y, por instantes, pueblerino, nostálgico y bohemio, como para evocar la música y las danzas de Mislán, como lo más valioso a lanzarse desde un «Grito de Angustia»:

Mislán: ¿por qué no protestas...?
Bajo la sombra de un pino
ve y derrama tu llanto.
Que nadie vea tu quebranto
por tu pueblo del Pepino…
y que se escuche del son
tu protesta en un cantar.

Tus danzas en batallón
recorran por nuestras calles
y en nuestra plaza restallen
Como golpes de cañón.

La Sara en tu pedestal
ha de llorar, conmovida,
cómo este pueblo se olvida
de la grandeza antañal.

Se le recuerda recitar, a voz en cuello, emocionado, el «Brindis del Bohemio», cada año en la emisora del Pepino. Y parecía que el bohemio triste, solo, evocador de su madre, era él a fin de año, a las doce de la noche. Trago encima, o trago abajo, que sea también Su Quinto Mandamiento dar esas voces en el aire, transmitirse.

3.

Seguí, el poeta bohemio de Pepino, el que nunca se dijo santurcino, sólo recuerda que una vez tuvo miedo. Fue en los años juveniles cuando se enamoró de Sori, aquella niña guapa y varacha que se casó con Tato Rabia. La disputaba con terquedad apasionada. La quería aunque fuese de otro. El amor de aquellos años tenía sus peligros ingeniosos, sus vericuetos de superstición y fatalismo mágico.

Un cierto día, a las 12:00 de la noche, fue Sori quien le dijo: «Si me amas con el valor y la pasión que dice, ven conmigo al Cementerio».

«¿Para qué?», lo agarraron en pifia.

«Vamos a jugar a la ruleta rusa».

Ella fue quien sacó el revúver de su bolso a la hora convenida. Se escondieron detrás de alguna tumba. Fue precisamente la del poeta, Ramón María Torres, hijo putativo de otro de sus héroes culturales, Angel Gabriel Mislán Huertas.

«¿Vale el amor que dices que me tienes una prueba de fuego>», pereguntó ella.

Metió una bala en el revólver.. Giró la corredera y la cámara de carga. Apuntó el cañón a sus sienes. Contó dos giros más y dijo: «Va a la primera; después te toca». Disparó, sólo un chasquido y salió ilesa.

Ahora, a oscuras como estuvo la noche, oyó que Sori susurrara: «¿Vale tu amor lo que a Mislán fue Sara? O lo que a Moncho Lira, ¿el amor Isaura, la hija de Scharrón?»

La pistola se la pasó a sus manos y él temblaba. Seguí confesó que tuvo miedo; pero, hizo de tripas corazón y también jaló el gatillo. Apuntó el cañón a su cabeza. Oyó el chasquido y salió ileso.

Volvieron a la calle, a la entrada vacía. Salieron dándose besos, apretándose la cintura, muy dichosos.

El se sintió como nacido de nuevo.

«Sólo que ese día, sentí como si me cagara en los calzones», dijo.

3-02-2003 / La ruleta rusa
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Saturday, August 27, 2011

El hijo mimado y la hija resentida / cuento


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Por CARLOS LOPEZ DZUR
Citados por la Adminstración del Instituto privado de enseñanza de varones, se hallaron dos padres, amigos que llevaban tiempo sin verse. El mayor, porque se hizo un hombre exitoso, empresario de restaurantes y bares de categoría, sí pudo, sin penurias «colocar en camino del bien a su primogénito». Su otro amigo no pudo, aún queriéndolo, con su hija, matricularla en un colegio de excelente nivel, de la primaria a la preparatoria. La tiene en un colegio católico, privado y contiguo al instituto, pero la nena se queja de que estudia «en una suerte arcaica de monasterio» y verse rodeeada de monjas la cierra automáticamente en cada ranura de alma, la resiente. Detesta a quien les hable de virttudes morales, honor y buenas costumbres y, sobre todo, de la religión cristiana, más criminal e hipócrita que el fundamenatalismo islámico.

La muchacha es hermosa, lúcida, pero no adorable y la superiora escolar la llama «la resentida», siempre que la juzga por su aire aburrido y a veces desafiante, pedantesco. Dicen que de la internet aprende más que de lo que la instruye el colegio. Y, en rigor, del colegio católico ya la queren expulsar, porque su actitud no es buena y ha echado pestes hasta de su padre, quien para pagar sus estudios allí realiza mil sacrificios. Dos turnos de trabajo, ningún descanso en fines de semana.

Por otra parte, el empresario, hombre de mayor edad, está sorprendido que la hija de su amigo de la infancia, ex-empleado suyo en otro tiempo, quiera emparentársele. Está noviando con «mi muchachito mimado» y no tiene empacho en decirlo. Su hijo ha sido criado para que encaje en este colegio que cuesta como si fuera Yale, o un instituto para niños aristocráticos.

Una limousine lo dejaba en el instituto en la mañana y lo recogía en la tarde; pero, al niño mimado ya se le corrigió la conducta de protesta. Ya no se levanta irritado ni se acuesta tarde, al parecer. Sueña con estar en el instituto. Poca es la televisión que ve, no como antes, esclavo de la pan6alla y el cable. Ya ni juega en su playstation ni envía más mensajes por teléfono o chatea en Internet, no más mensajes que los necesarios. «Es un niño modelo. Una chulada de chamaco», dice el empresario, a quien ya le han platicado suficiementemente de la NIña Resentida, hija de su amigo.

Ahora ambos comparan viejos tiempos. sus épocas escolares cuando se tomaban camiones, hediondos viajes por larguísimas distancias y, a veces, en la necesidad de echarse a patas el sendero de la escuela.

Este primers es uno que se casó bien; el otro, un enfermero, mal casado con mujer pobre, soñadora e ilusa, que le abandonó y le pegó los cuernos. Lo rustró en la carrera de médico con el abandono y la infidelidad. No terminó sus estudios por cuidar a esa niña de sus ojos, la resentida.

«¡Ah, sé que a tu hija no le falta su Ipod, blackberry ni computadora. Mi muchachito me ha dicho que ella es experta en equipos digitales y él la llama, cuando tiene dudas sobre cómo opera todo eso, olo descompone. Ella es quien programa el celular novedoso que mi hijo tiener, o su nextel y Lap».

Parece que elogia a la hija de su amigo, pero no es tan cierto. No la quiere. Sobre ella piensa que es, como su padre, una muerta de hambre, sólo que no es beatona, sí una 'hijita de puta'. Saldría a la madre. Sabe que se ha acostado par de veces con su hijo. Que quiere emparentar con la clique de millonarios.

Es ridículo. El tiene más que meditado lo que ha de ser la vida de su muchachito cuando deje el colegio. Lo casará muy bien. Le cultiva sus amistades, aunque él mismo no lo sepa. Se llevará muchas sorpresas agradables. Por algo es su consentido.

De él, tan orgulloso padre observa: «Es cierto que estos chicos de hoy Idolatran amigos que ni conocen en rigor. A ver, ha conocido a su hijita que no es de su clase. A su modo él la querrá, peor es que haya muchachos que idolatren a falsos personajes de los realitys de la mtv. pero yo me cuido de pasar ante él, mi muchachito lindo, como un hombre que, por viejo, ya que me casé tan tardíamente, posee sus ideas y métodos pasados de moda... Animo sus novedades y locuras. Le doy buenas cuotas semanales, mesadas de confort... y no es nada personal, no te ofendas. Si es cierto lo que te dijo tu hija de que su cuota mensual de gastos libres no le alcanza, te miente, porque mi hijo le da de la suya. El es quien la anima a participar de paseos de campo. Le inventa trabajos de equipo y sólo porque le ayude con sus estudios».

El enfermero no entiende de lo qie habla su amigo. No sabe que su hija ha noviado con este sujeto, hijo suyo, que en el colegio tildan el Niño Mimado

«¿De qué hablas?»

«¿No sabes, de veras? De mi hijo».

Admite que su hijo no es listo. Parece mentecato por algunas cosas. Mas, si se graduara deficientemente, si no alcanzara profesión ni oficio, él seguiría manteniéndolo, pagándole sus deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos. «Yo trabajo para él; siempre le digo, tú goza de la vida y no te preocupes». El amigo enfermero se llena de vergüenza cuando el empresario licorero utiliza a su hija como ejemplo de lo que no quiere: «No seas como esa nena que te hostiga, amargadita, que la mucha inteligencia deprime».

El obeso vejete, que cuando flaco y casi viejo desplumó una viuda y le sacó la cadena gastronómica de doce restaurantes de comida fina, filosofa que los tiempos y las oportunidades cambian y hay que cambiar la mentalidad de los años cuarenta y cincuenta, o sea, la conformidad campesina, como la que caracterizó su infancia o el pasado.

«Yo, como tú, me levanté de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; y viví frustrado por no tener vehículo, andar a pie sin zapatos lusterados, coger lodo del salpique y los charcos y bajar la cabeza ante gente conr trabajos gerenciales o funcionarios, y ahora esa gente hasta me pide dinero, o cuando no, favores... yo no voy a hacer como mi abuelo, o como dice tu hija que eres: Que le sacas en cara lo que te cuesta su colegio, que la preparas desde ya para que aprenda a ganarse el dinero con honestidad, el alimento, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la que viva, sea que vuelva del colegio de monja o se regrese casada... ¿Por qué haría yo infeliz a mi hijo con cada recibo
de luz, agua, renta? ¿Por qué no comprender que son ellos diferentes a nuestras generaciones? ¡Yo no quiero que mi muchachito pase los trabajos y carencias que yo pasé! Te digo, amigo, la Depresión la dejé en el pasado. No somos los mismos sufridores de los años '30 y '40, las décadas de carencia, compkejos y hambre, ¿eh?»

«Pero usted es millonario y yo no. Eso hace la diferencia».

«Ah, el caso es... ¿quiere o no quiere a su nena?»

«La adoro, pero no la mimo. No quiero que sea una sangüijuela... ni se críe de tal modo que, cuando menos me lo sospeche, por estar en una escuela pública y poco supervisada, regrese a casa con un embarazo, o con el hábiro malsano del
éxtasis, o la coca, o el gusto por antros de alcoholización y nihilismo».

Se sintió muy orgulloso de expresarlo en esos términos porque ell gordo le parecía prepotente y, como siempre, dudoso amigo.

.... y, al fin apareció el director que esperaban. Habían sido citados por la Adminstración del Instituto privado de enseñanza de varones y fue cuando uno de los padres, sintió el escalofrío. «¿Y yo que hago aquí? ¿Me habré equivocado de colegio o de cita?» En realidad, no se había planteado en todo el año la situación de silencio de su hija ni había descubierto, en tres visitas realizadas al internado, por qué quien hoy lo cita es el colegio contiguo. No hay nexo instritucional entre ellos.

«Seguramente, le sorprenderá por qué este colegio de varones le citó».

«Efectivamente y supongo que no ha de ser ninguna cosa pertinente a este caballero. Llevo muchos años sin verle. Caramba, 15 años para ser exactos, los que tiene mi hija, estudiante del colegio vecino», explica el padre.

«El asunto es que la Administración del Instituto quiere un acuerdo amistoso entre ustedes dos». Y le explicaron que el Muchachito Mimado no quiere casarse con La Resentida; pero, la muchacha es de armas tomadas y, con una pistola, se apareció en un aula en el colegio de varones y pidió justicia al alumno. «Me sedujíste aunque soy menor de edad; te burlaste de la clase media con tu jactancia de rico y me vas a pagar el chocho como nuevo o te mato».

La quinceañera está bajo supervisión médica y policíaca debido a un estado depresivo. Al parecer, al colegio de monjas no han llegado noticias del percance.

13-03-2003 / Del libro inédito Microrrelatos
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El nieto y el mechón de pelo / cuento


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De Leyendas históricas y cuentos colora'os
Gustavo Villoldo aconseja a su nieto. Tiene varios pero éste, al que pegó la bofetada y ahora consuela, es uno muy provocador. Cuando se mete en su recámara, «la de sus memorias», el Nene siempre hurga demás y opera con la malicia del secreto y el meterse a hurtadillas donde le llaman. Sacó del cartapacio dek archivo (que, por descuido dejara abierto), el sobre que contuvo el mechón de pelo que, recientemente, a Villoldo lo hizo rico. Quedaba una pelusilla del heroico y famoso Ernesto Giuevara.

En Europa, Villoldo vendió en subasta por la suma de 69,000 euros el mechón del cabello de Ernesto Ché. El vendedor se retiró de la CIA en 1970. Fue un mercenario, antirrevolucionario y mentiroso crónico. Cierto es, pidió visos heroicos a la vida; pero, no por amor a ninguna causa de justicia, ideología social u organizadora. El mismo se llama 'mercenario'. A él, dénle dinero y vende a su madre.

Mintió el día que alegó que fue tortutado en Cuba durante cinco días y cinco días han sido suficiente para que diga que «mientras no le falle el físico seguirá luchando contra Fidel Castro». «Y mi lucha es dinero: ni siquiera es contra Fidel. Es por la devolución de fondos cubanos congelados, gracias al bloqueo que Estados Unidos mantiene contra la Isla. Esos fondos, yo los quiero. O son de nosotros, como cubanos, o es que Norteamérica los robará para sí».

Como el no cree en alma, ni identidad, «todo ese dinero puede ser mío; y yo los gastaría en los Estados Unidos». Villoldo funciona así, a cada paso propone a la CIA, el negocio de esos fondos. Es cazador de cuentas congeladas; pero, «para mis ojos». Habla sobre sus hijas y nietos, a los que desea millonarios.

A su nieto le dice: «No tengas alma; ten un físico y que no te falle». Anima que el nieto se vaya a la Marina Naval americana, «a hacerse hombre, macho enterizo» y le instruye: «Nada es más importante en la vida que el dinero. Si matas, si mientes, si te arriesgas, que sea por dinero. El dinero manda más que cualquier dios y cualquier patria».

El viejo fuerte de Gustavo cultiva varias hortalizas que tiene en su finca del sur de la Florida. Se retiró en 1970 de su trabajo con la CIA, mas no ha perdido la costumbre de sacar el máximo provecho a cada mentira que diga. «Saber mentir paga bien; los sofistas enseñaron eso. Que la verdad existe para ser canjeada, adulterada, vendida y falseada por dinero. Aprende eso, Nene».

Para que el Nene calmara sus pucheros, después de la bofetada y comprar la complicidad («que tu madre no se entere de que te pegué en la cara»), le dijo que ese pelo en el sobre es una de las tantas hazañas de su éxito económico. Un hombre próspero, incapaz de donar una camilla para uno de los proyectos de hospicio de la Madre Teresa, uno de esos que hablan sobre el romanticismo misericordioso y sobre Jesús identificado con las causas de hambrientos, esclavos y oprimidos, posiblemente es fetichista.

Ningún fetichista hace un acto altruístia o dignificaría al Ché con su ejemplo; pero, «muerto el Ché, compran sus pulgas. Yo vendí un cachito de su piojera, Nene» y dice que, por todo lo que sabe y calla, por lo mucho que ha dicho, visto y colaborado, con operaciones del anticastrismo y la política estadounidense en Cuba, el gobierno / esto es, el Pentágono y toda la red de las «gusaneras», / son capaces de otorgarle 2,000 millones de dólares.

El Nene no se puede explicar por qué hacer un billonario del abuelo, que no es la «gran cosa» como persona. Más bien, es desagradable, antipático, mezquino con el dinero, si fuese cierto que tiene tanto como dice. «La CIA me ha pagado bien», se jacta cuando su mente se remonta a su participación en el asesinato del Comandante Che Guevara, ejecutado a las 13:10 horas del 9 de octubre de 1967.

Por una y otra cosa, se siente con el derecho a juzgarlo y describirlo como un militar destinado al fracaso. «Los guerrilleros improvisados sólo hacen exitoso su mito»; pero nadie puede vencer al capitalismo, en este milenio, sin desencadenar más capitalismo. Y Ernesto Guevara, después de muerto, es un producto más manejado por las fuerzas del capitalismo.

«Me quedé con esos cuatro pelos que víste metidos en el sobre y, sin embargo, me pagaron miles de euros por el mechoncillo», susurra como ejemplo del cómo se capitaliza hasta un gargajo de salva con tabaco que Guevara escupitara.

La Ruta del Che es un paquete turístico de las agencias de viajes bolivianas y, en el itinerario, se incluyen varias paradas en la escuela de La Higuera donde fue ejecutado, «un rápido vistazo a la quebrada del Yuro donde fue apresado y ahora, como oferta especial, la pascana en la que se supone fue su tumba durante 30 años al lado de la pista de aterrizaje de Valle Grande».

Villoldo dice que al Che, «ateo como fue», le hacen misas, lo usan en 'mandas' y en la zona donde operó y murió se le venera como a santo. San Che atrae turistas y consolida a cristianos de señal y y creencia. Todo lo que ataña a San Ché, o San Ernesto, será fetiche y el que sepa sobre el Ché, de sus 'milagros' y horas de calvario, es como profeta. Su riqueza baja como del cielo. «Es como si le pusieran una mina de oro a la vista y tuviese mapas de ubicación en las manos, pero hay que tener físico y ambición. Money, money!»

Toda la autoexaltación con que Villoldo se ubica en vida, clamando la atención de los nietos y las agencias de viajes miamenses y suramericanas, se origina por el contubernio de la «justicia venal» de tribunales de La Florida y la vieja política de seguridad, antes llamada la Deténte comunista. Ahora se cotiza lo que él sabe, o dice, o hizo en la friolera de 2,000 millones de dólares. Se le tiene miedo a su boca, a sus mentiras, se precia que siga con la mentira y no le cuestione al gobierno sus 'verdades'.

A él, hay que indeminizarlo, aunque sea con el 10% de tales fondos que, por estar ya asignados, han sido pastel que otros buitres sobrevuelan para mayor estafa y robo. El Tribunal, por voz de la misma jueza, ha dicho que los 2,000 millones de dólares una buenas tajadas ya «han sido esquilmadas por sentencias similares en otros casos de pícaros».

«Pero, tú no eres un pícaro, ¿no?»

Y se echan a reir los dos, como si supieran la respuesta adirmativa, pero, al fin, volviendo a su cara de sofistico morrilludo y la severidad del «delito» del nieto, cómplice prospectivo que hurgara sin permiso en sus archivos de memorias secretas, Gustavo, el Indemnizado, dice: «¡Claro que no!»

04-09-2007
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