Un libro de Bruce Bawer sobre Europa y los musulmanes / EL HOMBRE EXTENDIDO: INDICE / ALLA EN AZUL LO PUSE TODO / De las mujeres que admiro / A Golda Meir / DIABETES / CURA / MIOPIA / DENTRIFICO / Invocación para el Día de los Enamorados / Réquiem por la Revolución del 1910 / LAS VENGADORAS / GUERRA EN AFRICA / INDICE / LA REVOLUCION PROFUNDA / 2013 / EL LADRÓN BAJO EL ABRIGO / BIOGRAFIA DE CARLOS LOPEZ DZUR / MUESTRA / LAS JUDERIAS / CAPITULOS 1 AL 5 / LAS JUDERIAS / CAPITULOS 6 AL 16 /. LAS JUDERIAS / CAPITULOS 17 AL 41
42. Cómo crecer bajo la Mano Protectora
Entretanto, Sara / Mi Madre-Abeja
reza y medita sobre cómo crecer bajo la Mano Protectora del Hamsa espiritual, invisible... Y
recuerda de su madre esta historia. Había una vez un niño, huérfano, al que le
colgaron al cuello, atada a un hilito de plata, una Mano, decorada a su
alrededor con palomas, porque las palomas reconcilian con la Divinidad. También
ataron al hilito varios pececitos de oro, bajo las palomas que parecen
sobrevolar sobre los peces.
«Y todos estos símbolos hablan sobre la sencillez y pureza. Los peces son
inmunes al mal», agregaron cuando ya estaba en la puerta de salida.
Previamente, le enseñaron la Oración del Viajero y el niño la practicaba, según
se alejaba de la casa: «Tefilat
HaDerech».
Estaba triste porque se separaba de quienes le
protegieron en Cartago, cuando murieron sus padres; pero, se sentía capaz de
cumplir la misión que le encomendaron. Toda su fe dependía de la Mano de Dios,
mano de Cinco Dedos, cada uno de los cuales es un Libro de la Torah, o una
advertencia o una protección contra el Ayin
hara, el mal de ojo. Y como el niño apretaba la Mano de Hamsa,
símbolo de Chai el Viviente, intuyó que alguna de su fuerza proviene del
altísimo y la Vida («Chaim») no se manifiesta con temor de su siglo y las
gentes. Como temibles son nombrados los sacerdotes del Moloch en el País de los
Filisteos y, aún en Cartago, la tradición de los semitas da culto a la sumisión
y adoración al Moloch o Demiurgo, describiendo como rituales agradables los
sacrificios y crímenes de sangre.
`Fue por esto que sus protectores le dijeron: «Ve y lleva
este encargo a donde yo te digo». El niño no debe criarse entre los sacerdotes
de Moloch que hablan sobre un «pueblo santo» que no lo puede ser porque su
crueldad es mucha y la dispersa de Tiro a Sidón, de Jerusalén a Cartago.
Y el viaje asignado es largo, mas siempre se siente en la
ruta correcta y el niño va dejando de ser niño, y la Mano de Hamsa lo protege
de ojos malos y asediantes. Ha buscado el hilo de plata y ya no existe, pero,
algo dentro de su corazón, es exactamente la Mano Protectora de su Dios y está
adulteciendo sin miedo.
Y Chai el Viviente le instruye para que, en cada cultura
y ciudad que pise, rechace la superstición y el fanatismo. Ya sabe que no
aprieta pescaditos de plata o palomas, atadas al hilito, cuando las frota sobre
su pecho. Es el instinto de superación lo que palpa sobre sí. Va por el mundo a
cumplir con la misión que le dieron sus antiguos protectores: Crecer bajo la
Mano Protectora del Altísimo.
De hecho, él y la madre no viven juntos. Ella se quedó en
La Habana. Acá está cerca de sus raíces espirituales. En Guantánamo, si se
fuera con él, como propone, sólo alternaría con su esposo y una criada que él
dijo que le conseguiría. El resiente que Sara se sienta tan desvinculada de los
americanos. «Son gente como tú y yo».
Ella le dice que los militares no son igual a ella y,
menos los que en la Base de Guantánamo, están. «Gente que quiere hacer carrera
con la muerte y que interviene, en obediencia a capricho del Pentágono,
coadyuvando a toda operación de matanza». Es definitivo su concepto de lo que
es imperialismo y al tema él le saca la vuelta.
Mas hoy, con esto de mi nacimiento y mis primeros meses
de vida, se aún festeja. Nací en septiembre y estamos próximos a una primera
Navidad. Han adelantado el colgalejo de guirnaldas con bombillos de colores.
Los cubanos esnobistas de El Vedado han modernizado con las cosas de Navidad, han
santificado al Viejo Barrigón de rojo y Santa Claus, campea en las vitrinas y
aparadores. De pronto, en nombre de las Bases Americanas, se ha obsequiada por
primera vez para la sala de casa en La Bodega un árbol de pino. A los pies del
árbol, se podrá un Establo de animalitos de goma o loza, el de Nacimiento. Él a
colegas habla sobre la hermosa mujer que tiene en casa, judía devota, aunque
con «amplios criterios, casi cristiana», y anunciada como tal han mostrado
interés en visitar La Bodega. La casa debe oler a cosmopolismo.
En la madrugada, cuando ella dormía, regresó de la calle
y se metió otra vez en la cama. Mamá despertó y sintió muchos demonios que
trajo consigo. Lloró lo más silenciosamente que pudo para no despertar al
esposo que olía a alcohol.
«No es que haya que esconder los candelabros ni negar
nuestro judaísmo. Se trata de que no haya indicio de que somos muy ortodoxos y
metidos en rígidas costumbres», le dijo en la mañana cuando después de varios
días de celebraciones se regresó a la Base de Guantánamo.
Hizo sus recomendaciones. Prometió volver a la menor
oportunidad y traer una hamsa y una
pulserita con el nombre del nene.
43. Festejos en la Casa de Doña Malká
Doña Malká Matías-Aaargaus de Abram aún vive y, fuera de
la depresión por la muerte de su esposo y prole, se ha recuperado. Es una
señorona que comienza a canear, pero, dulce, atenta y saludable como cuando
llegara a La Habana y se ganó el mote de la «kifer», la primera sueca del Viejo
Rabino.
Dicen que hay razones para festejar; pues, la pareja
superó la amenaza de divorcio que lanzó Sara-La Abeja. Mas este día lo trajo a
la memoria Doña Malká, quien, hará pocas semanas, con Andrés fue a ver por
última vez la casa en que se criara en Basilea (Suiza) y que una nueva cepa de
Matías (los Matías Dähl, hijos de Leopoldo en los EE.UU.) vendieron por una
bicoca, premuras y líos, en que se metieran. Les estorbó que Malká apareciera
en la herencia del Dr. Otilio Matías de Neves (1850-1918), nativo de Valderas
(León, España) y que Leopoldo, ya viejo, quiso a su «hermana bastarda», dándole
parte de lo propiamente suyo por mandato de su padre.
Lo que ya se supo es que Otilio amó a una Aaargaus que no
lo quería y que sus nuevos hijos en los EE.UU. vivieron un estilo de vida que
conlleva a la ruina y, para que no les expropiasen lo que más quieren, venden
lo que más vale y no es plenamente suyo. Por consiguiente, les pagaron a Andrés
y Malká el viaje para que vean cómo se corta el pasado. Fue el «viaje de la
tijera».
«Esta es la casa en que se crió antes de irse a Cuba.
Leopoldo, antes de morir, nos dijo que puede que usted sea considerada aún
co-dueña porque fue deseo de Otilio Matías que algo recibieran todos sus
hijos».
Unos jovencillos impetuosos, malcasados con mujeres
ambiciosas, contaron 5,000 dólares y le dijeron: «Esta es su parte». La Sueca
sólo quería ver la casa por última vez; a veces la soñaba, por causa del bello
paisaje y las montañas nevadas que no olvidara y porque echaba de menos a
Otilio, cuya muerte lloró como si fuese la de Benavito, su esposo.
Dos años antes, en cuanto a Sara, ella viajó fuera de
Cuba. Al fin, accedió tras unos periodos en la base de Guantánamo, y dio otros
saltos, otra vez con la compañía del esposo. El servicio médico-militar de
Abram se programó con estadías en Guantánamo, Panamá, Alemania y España, y Sara
rompió la vida sedentaria que le ataba a La Bodega. Y, como era muy desenvuelta
y de carácter tan entusiasta, no se imaginaba a perpetuidad en la soledad del
edificio viejo.
«Hay que aprender a viajar hasta con la imaginación»,
dijo. En cierto momento, Abram durante la tertulia con los americanos de la
Base, oyó que Sara dijo a un árabe-estadounidense que le preguntaba si alguna
vez viajó a Jerusalén, o a los países árabes.
«Aún no, pero me gustaría».
Observarlos tan jovialmente dialogantes lo sorprendió. El
«inglés conversacional», «de guerra», con acento británico de Sara, había
evolucionado grandemente y ahora, con dejo europeizado, bastante simpático, se
metía en meollos filosóficos y novedades cosmopolitas. Fue sincera y articulada
con todos y se enorgullecían: «Sigo siendo judía y guardo el Sábado ,
exclusivamente para Ha Shem», detalle que decirlo el Dr. Abram le había
prohibido.
El quiere que se haga «ciudadana estadounidense», a la
primera oportunidad y que se evitara ser objeto de prejuicios. El triunfo en la
Segunda Guerra vale la pena. La ciudadanía americana abre todas las puertas y
significa que se es «individuo de primera clase».
«Me habías dicho, Mr. Abram, que su mujer es marrana y
que tenía una becerra en la casa», broma por judía conversa y La Becerra, por
alusión a la instructora de hebreo. Después, redirigiéndose a Sara, le dijo:
«Bien, bien. You're not a piggie lady! It 's so fine with me! I love
Jewish people!
¡Qué buenos que seas Niña del Libro! Que conserves
el bagaje y el espíritu de tu semitismo».
El árabe hasta aplaudía.
«Es que él me dijo que eras muy occidental y ya
cristiana».
El Ingeniero de Calderas de Guantánamo dijo que su
nombres es Azeeza (y que precioso, él no es, tan sólo el nombre pero sí fue
«deseado». Y eso significa su nombre en árabe. Deseado y precioso. Entonces,
preguntó a la pareja si ya tenían el nombre para el bebé. Y repasaron muchos
nombres posibles, en caso que fuese niña o varón. Y este momento fue lindo para
todos, aunque el Capitán de Ingenieros decía que si fuese nacida hembra, le
gustaría que algunas de sus sugerencias fuese tomada en cuenta: Marya o Zulaikhah
fueron unas, «porque usted es una madre linda de apariencia». Claro está,
ella pensaba en nombres hebreos, pero, hay mucha familiaridad entre los nombres
semitas: «Su nombre Sara significa 'maravillosa'; en árabe, Zaraa, la Dama de
Jannah, y es un nombre musulmán, digno de su persona».
Con Doña Malká, el Ingeniero Azeeza también se deshizo
con gentilezas y le dijo, entre el repertorio de nombres musulmanes Malak, hija
de ángel, y Malika, Reina y Maryam, nombre éste que sólo tienen las damas
famosas en su tierra natal. «Y si naciera un varón en la casa del Dr. Abram,
llámenle no 'my son', sino Maysoon, porque con este nombre será de hermoso
rostro y cuerpo».
«¡Usted nos entretiene, Mr. Azeeza!», le dijeron
oficiales viendo que quería el privilegio de ser compadre / padrino / para los
hijos de Abram, y se sabía que su propia esposa, árabe como él, no le daría
hijos. Ella sí es estéril y, en estos momentos, víctima de la polio.
«No quiero que hablemos cosas tristes», dijo Abram,.
Se acercó a mostrar dos botellas de vino, que sacó de los
viejos acopios de mercaderías que había en La
Bodega.
«Son vinos de Valderas, León, España, de los que gustaban
a Ruy López Abram y Mercedes Sbarbí y Villalobos, y al Dr. Otilio Matías de
Neves, antes que se fuera a Suiza y Holanda, los disfrutaban y traían como
obsequios».
Estaría presumiendo unas botellas, traídas a La Bodega
entre 1895 y 1900.
Fue una de las pocas veces que Sara escuchó a su esposo
referirse a sus parientes Ruy López Abram y Mercedes Sbarbí y hablar con cariño
sobre los leoneses de Valderas. Fue ella quien lo llevó a España por primera
vez. En su breve rememoranza de Otilio, él mencionó que éste estuvo casado con
Claudia Aaargaus, de cuya unión nació Leopoldo («El Sueco»).
«Él fue el primer sueco de verdad» y con risita nerviosa,
«nosotros nos hacemos los suecos», querría decir los seguidores de
malentendidos, «porque sueco no hay ninguno». Y
Malká, quien recién estuvo en Basilea, le dio la razón y
lamentó que se vendiera una bella casona en Suiza por unas migajas y cómo ella
tiró $5,000 a las caras de los nuevos suecos y les dijo: «Hagan lo que quieran
con la casa, pero yo no seré cómplice de la estupidez que están haciendo». La
urgencia de malgastar el dinero y que rodara a la basura el patrimonio que no
fue sólo de Leopoldo, el Sueco, también suyo por lo testado por Otilio.
«No hablemos sobre cosas tristes».
Llenaron copas de vino de Valderas. Abram, mientras
servía orgullosamente del vino, añadió otro detalle. Su padre Benavito, cuando
finalizó sus estudios en la Universidad de Basilea, se estableció en Matanzas.
Sería poco después del 1901 o 1904, y comenzó a ejercer la medicina. En 1906,
sirvió como médico entre las tropas norteamericanas que sofocaron la rebelión
liberal de los negros. Regresó a Suiza en 1906 y de regalo de bodas, entre su
padre Ruy y el Dr. Moritz Abram, le dieron por casa La Bodega, con la esperanza
de que hicieran en alguno de sus pisos, la Sinagoga más grande de Cuba.
Moritz heredó casi todo lo suyo a su hija Rachel y, nada,
al parecer, a su hija Francisca María (Paquira).
Sara, oyéndolo, pensaba: «Caray, todo lo que uno aprende
de su esposo, cuando su lengua se suelta al calor del vino».
«Papá estaba orgulloso de nacer en Ceiba Mocha», dijo y
añadió que fue el primero de los Abram en colaborar con los norteamericanos
durante la intervención de 1906 y que, por celos de judíos locales, ya en La
Habana, movidos ellos por sus caprichos y melindres, no se hizo en La Bodega
una sinagoga.
«Odiaban este vino sabroso de Valderas. El vino, ¿qué
culpa tiene? Y si fuera por sus amoríos, escándalos que le hizo Rachel y
Antonio, cuando se casó con Alicia, ¿qué culpa tiene La Bodega?»
Aquella tarde y hasta la noche, la oficialidad de
Guantánamo, así como otros invitados, advirtieron que nunca habían visto al Dr.
Abram tan comunicativo, o si se entiende el eufemismo, tan ebrio. Es simpático
simpatía, pero estaba mareado y, Sara lo convenció, con la ayuda de Andrés, de
irse a la cama por un rato.
44. Don Andrés y Malká en Ceiba Mocha
El rentó una camioneta, se llevó a Doña Malká y se fue a
salvar archivos de su padre Ben Abram y del Dr. Moritz. «A llenar camiones con
papeles». Novás, el Socio, exhortaba a Abram, hijo, a salvar documentos de
historia hebraica en Cuba y notas sobre investigaciones patológicas y
farmacológicas que los primeros realizaron y no movió un dedo. Lo hizo Andrés
cuando Abram, por su cuenta, si fue ante los nuevos dueños de su parcela en
Ceiba Mocha, 'caterva de matones', su idea fue exigirles que no se atrasen en
los pagos y que desclaven los accesos al Laboratorio, porque allí todavía había
cosas suyas, «de importancia».
Tío fue y pidió, llevando a autoridades, campesinos,
dispuestos a declarar contra esbirros. «Y que han matado a los peones que
guardan el lugar, antes que se mandase a proteger la Biblioteca y Laboratorio,
la propiedad de Moritz y Benavito», que cese el terror.
Aludió a los descuartizados.
Junto a Malká hizo una oración por ellos y, «si culpa
tengo, que se me perdone, aquí y en el Cielo», porque él tuvo cierta
responsabilidad que descuidó, y por eso el atropello. «La tierra no se
renuncia. Es una familia que tenemos, máxime cuando la pueble campesinado
pobre». Fue el caso.
Doña Malká fue en uno de los viajes y fue una de las que
exhortó al Dr. Abram, a su hijo, resolver este asunto. Decía a éste: «Te
comprendo... Si la sociedad prohíbe al judío que cultive la tierra, o tenga propiedades,
puede estar seguro que, como ya sucediera, él estará en el comercio, o la
medicina, o las finanzas internacionales como intermediario, aunque el capital
no sea suyo. Aquí, Benavito nos hizo afortunados. Adquirimos tierra».
En España, aunque recluidos en aljamas, con su mínimo de libertades en la sociedad general, fueron
recaudadores de impuestos, o traductores de la Biblia, del hebreo al latín, del
griego a cualquier otro idioma. Esto lo que mejor se conoce. O lo que vende la
propaganda sionista. Cuando es una Riga o Matías, o Argaus de reciente cuño,
las que mete la cuchara y desmienten a la idílica o consabida Sefarad, los Ben
Abram se ponen nerviosos.
«Sefarad no designó a la España medieval.
Acaso, cuando así comenzó a usarse fue a raíz de la expulsión; con el objeto de
hacernos nuestra leyenda negra de anticristianos, heterodoxos y marranos, en quienes no debe confiarse… no fue
necesariamente idílica la convivencia entre las tres religiones, fue poca la
tolerancia entendida más como el respeto; pero, al menos, en España, se
hallaron “tres culturas” y sólo dos dominaron, la musulmana y la cristiana… No
adquirismos tierra; pero tampoco es verdad que todos estaban en el comercio,
usura y cobro del préstamo. Puede que el más explotador y despiadado fuesen los
cristianos que se dedicaron a traficar con dinero y esclavos… ¿Por qué buscar
entre judíos los orígenes del capitalismo europeo? La expulsión de 1492 no
supuso una catástrofe económica ni demográfica, ni marcó el fin de la ciencia
en España. Toda esa visión nos ha victimizado, No nos hizo ningún favor», decía
Sara. Y el esposo en guardia, brincó a dar acotaciones:
«El judío tiene y siempre tuvo el sentido
de la inteligencia práctica, pero yo también digo: sobrevivir no es todo. El
ingenio no es filosofía, A mi juicio, es judío el que postula ciencia, más el
saduceo que el místico. Bueno, ya puedo decirlo pues mi Benavito venerable
murió y creyó que yo lo incomprendía del todo. Supongamos que hubo
distracciones mías… En la cosa que lo obedecí lo compensé del mejor modo, pero
no del todo porque sus exigencias eran inmarcesibles. ¿Qué más quieres de mí: Soy el médico que querías? Simón: Barejuni leshalom malajé hashalom malajé
Elyón. Ahora bendíceme con paz. ¿O falta otro título o conocimiento por adquirir
para que estés satisfecho? Señala. Mah hato-ar
shelja? ¿Cuál es su título? y te lo
pongo a tus pies. Te cumplo».
Mamá me dijo que fue triste oírlo
en aquella tertulia.
Los pragmatistas
ingleses y los inventores de la Revolución Industrial y de las ciencias
levantan la Vara, pero no tienen la filosofía moral, que es otro anexo y por
eso ocurren las desgracias que no resultan de otra que del cambio de la cultura
por el fanatismo y del aumento de la habilidad de crear riqueza por la voluntad
de destruirla si la riqueza no está en las manos que más la codician por falta
de moralidad...
Entonces, la inteligencia práctica, la del invento y el
instinto de superación, se cambia por la superstición y resulta lo que pasara
en Auschwitz: avergonzamos la cultura, la inteligencia y la naturaleza bondadosa
del hombre, porque... «usted sabrá, podemos convivir con todo el mundo, con el
árabe, el turco, con gente de Babilonia y de Sidón y Cartago. Hemos sido, como
nación, esclavos de todo el mundo, peregrinos humillados; pero, con José el
Soñador, bendecimos a los egipcios en sus Días de Vacas Flacas y, cuando Egipto
no quiso la presencia de los judíos, HaShem levantó una Vara filosófica, la del
integral conocimiento de Isaí, sumada a la Vara de la Torá y la Serpiente de
Bronce».
«Son dos varas que deben andar juntas, la que libera de
la ignorancia y la que cura la moral de un pueblo, su salud espiritual. Estamos
prestados en el aprendizaje en el mundo. No hay garantías de nada; pero, ante
el temor, valga el ingenio. Temamos, sí, pero invocando al Altísimo, al Fiel de
Judá. Y tengamos tierra, tal vez no una Gran Nación. Tengamos una parcela, una
tierra en que sembrar».
«Aún en esta Cuba de ladrones no se les hará daño», se
entusiasmó un militar de rango en decir «y yo, por mi vida, juro que yo
evitaría que el judío sea, puesto en peligro en Cuba».
Y Andrés añadió que, cuando crezca este hijo de Sara, tal
vez quiera la tierra que, en su juventud, despreció. «Una vez entienda mis
palabras, le colgaré al cuello una joyita de Hamsa».
Que el Mal de Ojo, sí existe y los campesinos lo
entienden.
Estaba muy sentimental. Mas el verdadero diagnóstico vino
de Sara cuando le dijo: «Benavito quiso que tuvieras esos predios que él amó
mucho y por lo que tuvo desacuerdos con el Machadato».
Ya habían regresado a la casa.
45. «Que se levante la Vara de Isaí»
Durante el tiempo de las huelgas estudiantiles, mismas
que se alegaba que eran alentadas por dirigentes, mangoneados desde Moscú, fue
a su hijo, al hoy médico, lo mandó a estudiar a Suiza. Para ese entonces, había
violentas manifestaciones gubernamentales en Pinar del Río, Santiago de Cuba,
Santa Clara, otras ciudades y La Habana. Los ferrocarrileros hicieron huelga
general. Se demoró la paga salarial de los maestros de escuela, se bajó el
sueldo a los empleados públicos y sufrían muchos agricultores.
Malká recuerda que se ofrecía protección a judíos
selectos, alegándose que el gobierno cubano podría cambiar en cualquier momento
por uno demasiado a la izquierda. Una purga se diseñaba a nivel estadounidense.
Éramos de los judíos selectos.
De la Base de Guantánamo, en especial, venía gente a
explicar un plan de acción de emergencia, pues, habría cierto «foco infeccioso»
en la misma Federación de Estudiantes Universitarios y en una organización
llamada la AAA. Aún cuando se pidiera, por las fuerzas vivas de Cuba, la
amnistía para los prisioneros de Moncada, el presidente Morales había firmado
una ley que prohíbe a las cortes civiles entenderse con delitos cometidos por
las fuerzas del personal militar. Y las instrucciones de Washington para
Guantánamo son observar con cuidado.
El coronel Fulgencio Batista amenazaba con su regreso y
con la destitución del presidente, el Dr. Andrés Domingo Morales del Castillo.
La policía cubana atacó una marcha, durante el aniversario del Natalicio de
José Martí en Santiago de Cuba y el Jefe de la CIA, quien visitara la isla,
previo a esta reunión en La Bodega, ha dejado organizado el 'Bureau for the
Repression of Communist Activities' (BRAC)
y ha pedido que se hagan las consultas especiales y necesarias sobre la
posibilidad de integrar al Dr. Abram y sobre cómo se protegerá a su familia, en
caso que haya que repatriar a todos.
«¿Ha visto su familia o usted pintadas las siglas triple
A (AAA)?»
«Ni sé que pueda ser eso», dijo Malká.
«¿Y usted, Doña Sara?»
«No».
«¿Con el nombre de Aureliano Sánchez? ¿familiarizada?».
«A mí la política de Cuba no me gusta, porque no hay en
el paquete uno bueno. Son ladrones», dijo sin timidez. «Así somos de
desconfiados en la familia, así fue mi esposo Benavito, quien decía que la
política es un asco».
«¿Está familiarizada con el nombre de Carlos Prío?»
«Le digo que me repugna la política. Se lo repito».
«¿Ni siquiera supo sobre gente que haya hablado recientemente
sobre Cuba con Nixon, que vino en febrero pasado?»
«¡Ay, se van a llevar un desencanto conmigo! Yo no leo
periódicos y mi vista es para mirar mis viejos libros de arte!»
«No se mortifique, señora Aargaus de Abram. Así es que
nos gusta la gente, porque, es verdad, Cuba se ha vuelto un nido de ladrones».
«Y no es que yo lo diga, porque me consta, si no porque
así decía Benavito y yo me fié de su buen juicio».
De la habitación, en planta baja, hicieron que subiera
Andrés y a Sara la llamaron a sentarse con ellos.
Hicieron intensos interrogatorios y Doña Sara anunció que
se ordenó en la cocina, como plato especial eh honor de ellos, el shutá
de ternera, a estilo judío, para el almuerzo y una sorpresa igual mañana.
«Espero que sea cómodo el alojamiento que ofrezco. Y sigamos estas pláticas...
«No esperé que dos personas como ustedes supieran tantas
cosas sobre el judaísmo y la ciencia cosas que yo no sabía», les dijo Sara, ya
metida en la conversación.
«Pues no es ningún secreto. Desde que se establecieron
los Premios Nobel, casi una treintena de judíos lo han ganado por aportes en la
Química, medio centenar lo ha ganado por estudios médicos y casi 50 por ser los
mejores físicos», dijo el oficial, quien persistía en el empeño de reclutar al
Dr. Abram y a su esposa para el plantel del BRAC. «A usted hay que buscarle un
empleo civil en la Base.
«De violencia estoy harta. Viví el escenario de guerra,
como ya le dijo mi esposo. Sé de los Nobel que se han concedido por actividades
en pro de la paz. Por eso le digo a mi esposo, salúdenlo allá en su misión en
Alemania, que no pierda su raíz ni el orgullo de su ancestro. Que levante la
Vara de Isaí».
«¿Y qué es la Vara de Isaí?»
«La inteligencia, señor. La inteligencia».
«¿Sabía usted que yo soy oficial de Inteligencia y
médico, como su esposo? Sólo que ahora estoy más en asuntos administrativos con
el Gobierno de los EE.UU. y, si usted considerara que es inteligencia mi
quehacer, yo estoy levantando esa Vara, aunque no soy judío, y me siento
halagado si me pensara un sostenedor de la Vara».
«Claro, claro», sonrió ella.
«Es que verá usted, señora Abram, doña Sara. yo siento un
gran respeto por la inteligencia de su pueblo y gran dolor por la Shoah. Cada
vez que veo las escenas que dejara el holocausto, fotos y películas de las
matanzas hitlerianas, se me desgarra el pecho con dolor. ¿Cómo es posible que
pueblos blancos, europeos, hayan hecho esas iniquidades a pueblos con tan alto
IQ, pueblos que, cuando la nación judía fue exilada a Babilonia por
Nabucodonosor, en el siglo sexto antes de Cristo, si no me equivoco, habían ya
descollado largamente por su inteligencia, yo me pregunto una y otra vez, pues
así repaso la historia judía que me fascina, entiendo lo que me dice sobre la
Vara de Isaí levantada. Los que se quedaron en la vieja historia de la caída de
la Vara, quienes tuvieron la desgracia de ser los judíos más pobres y no
aprender de otros pueblos, tienen menos IQ. Creo que los judíos de hoy, quienes
han corrido el riesgo de exterminio, son los que regresaron de Babilonia. ¿O
cómo usted valora o examina ésto que le digo?»
«Yo asocio la inteligencia al ingenio para sobrevivir y
ésto es una enseñanza de Salomón. Más que el oro, búsquese la inteligencia en
el comportamiento cotidiano. Es sencillo: huir de los vicios, la violencia y la
tristeza. Durante la Edad Media, los padres judíos no casaban a sus hijas con
los viciosos, sino con jóvenes inteligentes y eruditos. Esto es algo que la
Historia dice, sólo partiendo de la Edad Media en Europa y, especialmente, España.
El 15% de los científicos del mundo fueron judíos, pese a que el porcentaje de
su población fue menos del 1% y, si en el siglo XIX, los judíos no estaban
ejerciendo profesiones, no fue por incultura, sino por leyes discriminatorias.
Baruch Spinoza era un judío hispano-holandés y la madre de Montagne era judía,
pero vea que una vez emancipados a final de ese siglo, surge un renacimiento.
Se levanta la Vara de Isaí y nuestra gente destaca en todo: artes, música,
literatura, ciencias, matemáticas e idiomas. Todo lo que se hace con amor, en
pro de convivencia pacífica, pese a escollos y pruebas, resulta en civilización
y calidad de vida».
«Digo que la vida moderna no es la misma desde Freud,
Einstein», dijo el ingeniero Azeeza.
«Y Cristo», añadió ella.
«Y Marx», dijo el oficial escrutando los ojos Sara, y
como no vio reacción sospechosa, sino su gran tranquilidad, repuso: «Admirable
señora, su esposo me dijo que usted habla hebreo, francés, holandés, alemán,
español y sabe Dios otros cuántos idiomas más. Eso es un don y yo,
recientemente, en Nueva York, que es mi ciudad natal, donde tengo mis hijos,
leí que el promedio normal de inteligencia de la población general de la ciudad
es 100, pero el de los judíos, aún en los guetos, mayor a 110, lo cual
significa que entre los judíos el promedio de genios (IQ superior a 140), es
seis veces mayor que en el resto de la población. Sí, el año pasado, un
sicólogo de Nueva York identificó a 28 niños en Nueva York con un IQ superior a
170 y 24 de ellos eran niños judíos. Ahora sí comprendo lo que usted ha
descrito como la Vara de Isaí y por qué hay una veintena de galardonados con el
Nobel que son economistas judíos».
«Sin embargo, sé que un poco más y exterminan a mi pueblo
y derriban para siempre la Vara con la guerra. Mi preocupación esencial es que
la Vara reverdezca en la paz y la paz hay que hacerla entre todos, ¿no es
cierto, señor Azeeza?»
«Por supuesto».
«Y, entre las cosas que me pregunto, es si en este mundo
donde los judíos son menos del 1% de la población, y dan el porcentaje mayor de
los más grandes sostenedores de la Vara, el 20% de los premiados con el Nobel,
¿se podrá proteger su espacio, evitarse que no sean una especie en extinción,
cree usted que se pueda?»
46. Matanzas de armenios y DHIMMIS
Y, Dios de los DHIMMIS, Jesús de los cristianos, ¿qué
significado tiene ese dolor, ese exterminio?
¿Por qué Tú lo permites? ¿Por qué Tú?
[De «El hombre extendido»]
Durante la niñez de su hijo árabe, el padre del Ingeniero
Azeeza contaba a él la siguiente historia para que no animara rivalidad ni
odios entre otros pueblos semitas. Dijo que vio a árabes salvando a varios
judíos y a familias turcas durante un exterminio ocurrido en 1915.
Todo comenzó una noche del 23 de abril. Alguien te llamó
minoritario: Dhimmis. Alguien en 1915
habló, triunfalmente, en parlamentos del odio sin sentido.
Alegó: Ellos no creen lo que creemos. Que no pisen
nuestra tierra como extraños. Que no respiren el aire ni abran sus bocas porque
este espacio es NUESTRO. Que no valga ninguno de sus testimonios. Destituidos
sean sus dioses, sus penas, sus esperanzas; abajo sean sus sueños.
Y, para que así fuese, comenzaron a llamarlos DHIMMIS,
bocas torcidas, renegados, cristianejos
con barbas de chivo. Malnacidos, occidentalizados.
En tan sólo dos años, 1894 a 1896, victimizaron los
primeros 100,000… y nadie dijo nada.
En 1906, otros 30,000, entre armenios, dijeron de sí
mismos: «¡Pobre de mí, karma es mi dolor cristiano y larga espera porque ni
Dios lo oye!»
Ante ningún tribunal se asomará (porque el espacio de la
ley es EXTRANJERO y se nos dice: USTEDES no son de los NUESTROS).
Con impuestos excesivos pagará su intrusión en tierra
ajena, su condición de armenios a medias tolerados, siempre sospechosos por su
cáscara amarga y su vestido y su barba de fe y su voz disociativa que
contraviene al turco.
Y empezaron a empujarlos a Anatolia. Y a matarlos entres
sombras agrestes, a herirlos en cruces de caminos.
Se les prohibieron las armas y hasta apretar el puño o
mirar a los ojos; se les quiso indefensos, descabezados, secuestrados, sin un
portavoz en ningún predio; se les puso en las manos de batallones de
ex-convictos carniceros.
Se les ha gritado: «¡Vete, vete o muere!» Mataron a sus
varones más valientes; escupieron a los viejos en las calles. A los niños
hambrientos y haraposos se gritó que a las moscas pertenece una fruta podrida
en los mercados. «¡No toquen alimento de las moscas, a volar, hijos de DHIMMIS,
cerdos impuros!»
Después se violaban sus mujeres. Se forzó a las armenias
a prostíbulos. Se raptaron sus niños, se abortaron en cañerías o se vendieron
como siervos.
¿Quién protestó este acoso de las dictaduras? ¿Quién
reconoció esta crueldad? ¿Quién dijo: ¡Basta!? ¿Cuántos años requirió esta
memoria para que no quedara impune? Jóvenes Turcos, liberales y
constitucionalistas, ¿no vieron que los dhimmis
le llamaron su esperanza? Y pudo más las rencorosas ínfulas y el
ultranacionalismo.
Mas no será por siempre... ¡que el olvido en perversión
se esconda y o el gobierno se escude!
**
Demás está decir que oyendo la historia que contara el
Ingeniero Azeeza, las señoras lloraron y accedieron a hacerse ciudadanas
estadounidenses.
Esta
historia no la olvidaron, aunque salir de La Habana les costó mucho. Sara no
quiso salir, aunque juró por la bandera estadounidense su lealtad espiritual al
recuerdo de los turcos cristiano y al ingeniero. Sara fue más lista y acuciosa.
Por si acaso, la vida de ella y su marido se le hiciera intolerable en Cuba,
por la mucha violencia irremisible, según se les advirtió, se jugó la carta de
la naturalización.
«Cualquier patria sirve a quienes aman la paz», decía
ella a Abram, instalándole a que no se integrara a la BRAC. Le dijo que es
tentar a los demonios. Se tentó, se hizo chivato.
«Si lo haces, no voy contigo ni a la esquina» y él lo
hizo y costó una separación muy larga, dolorosa para ambos. «O se levanta la
Vara con ambos manos, o no se levanta, Abram».
Ella no comía cuentos.
47. Por qué abandonó al Chivato
Hoy, Día de Reyes del mes de enero, año de 1957, la casa
está más vacía que nunca. Yo, ni siquiera recuerdo mis juguetes ese año, mi
mamá hablaba de 500 mujeres vestidas de negro, yendo por las calles de
Santiago, con una bandera que decía: «Paren los asesinos de nuestros hijos».
Encabeza la marcha la madre de William Soler, de 14 años de edad. Fue hallado
muerto y torturado por señalársele como revolucionario. Batista está en el
poder y ha enviado a un teniente de la Guardia Batistiana a perseguir a
revolucionarios en las montañas de Sierra Maestra. También, además del Teniente
Sánchez Mosquera, irá con mayores tropas: Joaquín Casillas.
Ese mismo año, para marzo, Sara se enteró que su esposo
limpiaba áreas de mala política, y recomendó la destitución del embajador
estadounidense en Cuba, Arthur Gardner, amigo íntimo de Batista. Fue cuando
citaron por la radio que a Gardner fue Abram quien le puso el dedo como
indeseable.
Mi padre fungía como chivato
en alto rango. Ciertamente, su esposo estaba en la BRAC y le había mentido.
Con recién expedido pasaporte norteamericano, sin
consultar a Abram, Sara viajó a Puerto Rico, a la Base Ramey, de Aguadilla,
donde supo que estaba, quien creyó un amigo, el Capitán de Ingeniero Azeeza.
Y se lo pidió por, si de veras, sentía como padrino, que
dijera. Yo iba con ella, su Torá como su única cosa valiosa en su equipaje, y
la bendición de Malká, quien le dijo: Vete. Andrés y HaShem me cuidara. Salva a
tu hijo».
48. El secuestro, aprendizaje y regreso
... la abeja vibra y
orgasma,
pero las rosas habrán muerto
en el ocaso:
Yván Silén (poeta
puertorriqueño)
La Abejita me dijo: «El que quiera Templo tenga útero y
aprenda a defenderlo; el templo es la vagina buenamente templada del carácter.
Aprenda bien los ritos que lo adoran, la soga que se ata al pie y a las
mandíbulas, el pan que come, el vino que consagra».
Ella que fue hormiga, casi ignorada en el reino de la
Vida, hoy es dueña del Eje de Mundo. Tiene árboles que significan el hombre /
la mujer con los pies en un fondo secreto, nutrición de raíces, la fe de la
abundancia, corrientes ocultas de Arquetipo, alquimias de ser, en las kratofanías,
clave de ser en lo Sagrado y por eso me dice cuando charla como ardilla y juega
sacando piojos a mi cabeza soñadora: lo que ha de designarse Ser Madre Tierra
es Tu Acompañante Subterránea, la que sólo, en apariencia, te abandona, la que,
si ausente, en exilio, sigue dando un cobijo en lo secreto para que llenes tu
vasija vacía. La que hará tu corazón una tierra encantada, la que orienta sobre
estímulos a tu ontogénesis cuando vengan a atraparte a encerrarte, carapachos
de intriga, bestias de mucho caracol con mierda adentro.
Cuida esta unidad, hijito mío. Ten útero,
ten templo y no que dejes que nadie te cambie el
paradigma, porque de esa manera es que ultraja la cultura y nos nace el Estado
/ paranoico. [08-12-1976 / Carlos
López Dzur: «Las zonas del carácter»]
Entiendo que mi padre fue racionalizador, por no
decir, mentiroso. Dijo que Sara secuestró su hijo, el deseado del segundo
intento. No habló sobre ella como de una esposa, sino como una sierva que quiso
en La Bodega para cuando llegara jarioso: «Ella se fue y, sin mi
consentimiento, se alejó a no sé dónde».
Como una Agar que se va al desierto. Sin embargo, aunque
el Capitán Azeeza le dijo: «Tu esposa está en Ramey, compadre. No te
angusties». Y, antes Doña Malká, su madre, se lo informó. «No te angusties. Mi
bendición fue con ella. Yo le di permiso». Prefería darse por víctima de
abandono deshonroso.
En esos días, ciertamente, no dijo: «Me abandonó mi
esposa». No lo dijo, por orgullo y por racionalizaciones. Agar se fue,
secuestradora, y se llevó mi hijo: esto fue lo que implicara su conducta, pese
a estar advertido, «que llevó consigo dinero que le di. Cuidará al niño y
alquilaré una casa para ambos darse las debidas protecciones, techo y alimento,
alguna ropa.
«No van al desamparo, hijo mío», lo convencía Malká. Se
fueron por hallarse un espacio, «sin esta soledad y el miedo a La Habana cada
vez más violenta, máxime cuando Abram se colocó por objeto de represalias
políticas. Se dio por tarea recomendar purgas políticas en la dictadura de
Batista y sus predecesores. El llegó a insinuar, comido por celos, que el
capitán de calderas, pudiera aprovecharse de Sara. Y Malká le dijo: «Pues que
poco conoces a la que llamaste tu dulce camarada, la abeja».
Y para defenderla acudió a su sabiduría, en parte, el
lenguaje alegórico que aprendiera de Benavito. «Ella es como las vírgenes de
ayer: No tengas miedo».
Ellas no son lánguidas, mosquitas muertas. Son duras como
las nueces y las avellanas aunque tengan la rosadez de un salmón, rayos de
transparencias de las resolanas. Ellas son hacendosas, a veces pequeñas como
las hormiguitas, a veces frágiles como alas de mariposas, pero, en lo profundo,
guardan los misterios de metamorfosis, mediaciones simbólicas. Mucha alma.
Contactos con el misterio, aunque todo lo laman de gusanos, o de un grano de
carbón de piedra, o un pedruzquillo del azúcar.
Ellas, como las de ayer, como las grandes madres judías,
tienen antenas, o son como formícidos, insectillos sociales. Fueron
quintaesencia del Cretáceo, ángeles en apoyo de colonias, lo más dulce al
quehacer productivo de la vida y el control biológico de los cielos de abajo:
son las vírgenes de la Tierra. Ellas son el fuego, hay hormigas así, ardientes,
invasoras, que entran en conflicto con el macho que las quiere pisadas como si
fueran la formica, o el linóleo para sus propias plantas. Entonces, son
incendiarias. Pero esta vírgenes, con el nombre del himen dulces / o salobres /
a las lenguas, van alborotadas a sus ocultas grutas, vuelan, tienen sus propias
alas, se las sacuden cuando ya no les sirven y nunca son lánguidas, pazguatas,
pendejunas.
Hay vírgenes, sin embargo, que son avispas hembras y son
muy grandullonas y aterciopeladas. Esas son meras termitas, aunque sean
vírgenes, pero son las de hoy, hembras sin alas. En vez de ser omnívoras, comen
vergas y ni siquiera las degluten, lamen escrotos, gritan zanganadas, se
sienten hasta piscianas, dignas del mar de maravillas y de falsos Acuarios, no
quieren regresar a Gea y su paradigma cultural es tener un Pitón más grande que
el del macho y no dar un tajo, ni en defensa propia.
Ya no quieren ni tener antenas en codo, como sus viejas
hermanas. Con oírse a ellas mismas les basta, con verse engrandecidas; ya no
quieren ni el tórax ni el abdomen, sólo las cinturitas para el vestido majuno y entallado; su Christian Dior de artificio más que
feromonas. A su ombliguito le llaman el peciolo de moda, el torso tiene que ser
de X medida, perfecto, como se lee en la revista femenina, o se describe cuando
hay 'reinas de carnavales' en La Habana.
Esas no son vírgenes como las de ayer que, por de pronto,
dejó tus jardines. Las mandíbulas la quieren como raquítico ensamblaje. Quieren
ser lánguidas, fantasmales como si el exoesqueleto pesara y los dejaran, en
algún gavetero. No. Ellas no anhelan el trabajo, sólo al buen proveedor, o,
aunque no las mantenga, un macho que le coma las nalgas y le haga citas en discoteques, joyerías, cines,
variedades.
Ellas no quieren más la madre que le diga: «Toma la
plancha. Ve y lávame esta ropa. Ayúdame en la cocina. Carga ese grano de
azúcar, este pedacito de semilla». No. Ya no cultivan jardines. Compran flores
de plástico, ya no diseñan nada. Ya ni componen ni descomponen algo.
Antes hilvanaban el cosmos con sus hilos y sí, sí sabían
pelear y tender trampas de seda y comerse al enemigo con dulzura, enredándolo
en una telaraña... Ahora hay que defenderlas, cada vez son más necias,
engreídas, creen que saben y no saben nada. Las violan en medio de un hilo
dental. Las vulvas se las miran a distancia, les sacan los clítoris, con todos
sus aromas, y ellas se van recontentas, triunfadoras, creyendo que danzaban.
Le basta que les digan: «Son lindas, deseadas, me gustan,
muñequitas», aunque virtudes no se detecten en antenas, no se transmitan a sus
almas. ¿Qué? ¡Ya no recuerdas a Francisca José, sí! Bastante se te ha hablado
de Paquira, la de tu parentela Lecsincka.
Bastante que la aborreció su mismo padre, el Dr. Moritz.
Pero aquellas, las primeras, vírgenes fuertes, las de dos
mandíbulas, aquellas sí que transportaban alimentos y sabían construir nidos
para defenderse, tenían bolsillos para cuidarse, cámaras intrabucales para
guardar su pan, para amparar su honra. Y su mundo, como hoy, estuvo llenos de macharranes asquerosos. No es nada
nuevo.
La de antes, las por mí queridas, sobre todo, compartían,
querían sus hijos, los celaba de perjuicio en el cochino, tribal, puto mundo, y
les pasaban amor a otras hormigas, o larvas solidarias. Tenían, sabe dios si
seis patas ancladas, para pisar en firme, no irse con el volátil peso ante las
saturnalias y la tristeza de los días del Tiempo. Tenían su garra ganchuda
para escalar infinitos o trepar superficies, como esas zonas rosas en que las
matan, las persiguen, las atemorizan. Querían machos alados e iban con alas a
los vuelos nupciales y no eran lánguidas, no. Nunca fueron vírgenes lánguidas.
Ojos poderosos, grandes, le sobraban. Las llamaban
Energía, las fuertes, viripotentes. Con sus ojos sabían de coqueteo, no de
entregas sumisas y eran dueñas de sí y de lo externo. Tenían panales,
albergues, agujeros túneles bajo tierra, y salían a la luz. Se mostraban sin
bulimia ni tan mánicas; el viento nos la barría contra los lodazales... Ellas,
sí, fueron vírgenes, gozosas, seguras, orgullosas, del Trabajo.
Desde que puso sus plantas en el Aeropuerto de Isla
Verde, comenzaron dos años, o casi tres de separación, que a Sara la harían
meditar en lo que hizo. Fue una buena decisión después de todo que se hiciera
ciudadana y llegara como tal a una isla, donde su primera intención sería
trabajar para cuidar de sí y de su hijo. El dinero que su nuera le dio no
duraría para siempre. Por de pronto, su único contacto fue el capitán en la Base
Aérea de Ramey Fields. Su compadre y lo llamó. Fue él quien vino por ella y
la llevó de Isla Verde a Punta Boriquen, Aguadilla. Un viaje sobre
ruedas que le pareció casi eterno, aunque sólo tomaban 3 horas, yendo del Este
al Oeste.
Lloraba tanto durante el viaje que la esposa de Azeeza le
cargó el bebé para que ella se durmiera y no lo empapara con lágrimas cada vez
que lo besaba.
Yo era el niñito. Mas no recuerdo racionalmente estas
cosas, sino porque me lo contó con el tiempo. Tal vez están grabadas en mi
subconsciente, ese testigo que presencia todas las cosas y las transforma en
elucidario de espíritu. Lo creo porque, sin que ella me lo diga, he sentido sus
vulnerabilidades, así como su transmutación. De lo débil de una tesis, o
prueba, o metamorfosis, hay que forjar síntesis dialéctica, nueva alquimia. Y
yo dormía, plácidamente, en cualquiera sean los brazos de mujer que me cargara,
porque ella puso el engrama genético de sus vibraciones en mí. Ella puede
transmutar a mi favor... ¡todo!
49. Recuerdos de Ramey Air Force Base
La antigua Ramey Air Force Base, que ubicara a
Aguadilla, Puerto Rico, y que fuera dedicada al General Roger M. Ramey, ya no
existe.
Una porción, en la actualidad es operada por el Servicio
Federal de Guardacostas y llamado Borinquen Coast Guard Air Station y
otra porción es utilizada para aviación civil y conocida como el Aeropuerto
Internacional Rafael Hernandez. Mas la base aérea fue importante desde 1936,
como una extensión logística para los U. S. Army Air Corps para la
defensa aérea del Canal de Panamá y Puerto Rico mismo, considerado «a most valuable asset for national defense».
En lo que es llamado Punta Borinquen, antes sector de
cañaverales, en 1939, el Ejército Norteamericano invirtió $1, 215,000, para
hacer de 3,796 acres, unas instalaciones militares, al comando del Major Karl
S. Axtater y allí pues se instaló el Escuadrón de Bombarderos (Núm. 27) que
arribó de Langley Field, Virginia, en 1939 con nueve B-18A Bolo medianos y, más
tarde, los escuadrones 417 y el 25. Dicen que Aguadilla se moría de miedo
ciertos días de Navidad en 1940, cuando se hizo el simulacro La Batalla de
Borinquen Field, un ejercicio de alerta («tempest-in-a-teapot») en
que se dispararon cañonazos a un enemigo inexistente que, en realidad, fue un
barco comercial que viajaba buscando protección en las costas.
Para estos años de la llegada de Sarita a la
base, años de posguerra, la base fue sede del Comando Aéreo Estratégico. Ella
vio, por primera vez, equipo pesado como los B-36 Peacemaker.
Nombre que le pareció ridículo y paradójico. « ¿Cómo se puede llamar 'hacedor
de paz' a un avión diseñado para la matanza?» y recordó los aviones sin piloto
que destrozaron el cuerpo de Joachim de Riga. Con estos recuerdos, teniendo
ante su vista y, al alcance de sus oídos, máquinas de guerra como los B-36 y
B-52, sabía que no duraría mucho en el lugar sin que cayera en depresiones.
La Ramey AFB se cerró en 1973, según supimos más tarde
como parte de la reducción de personal y operaciones de la post-era de la
Guerra de Vietnam. Ya no hay B-52 a la vista en las numerosas rampas y
hangares. Ahora hay una hermosa villa con casas para rentar en Punta Borinquen
y un enorme Shopping Center.
Sara de Riga recuerda que el primer empleo, al que Azeeza
le recomendó, fue la orientación ante casos de malaria. Casi todos los casos
que se presentaron en el período de 1951 a 1954 fueron veteranos que regresaban
de la guerra de Corea; los casos restantes habían sido importados de otros
países, a veces los traían inmigrantes que penetraban ilegalmente la isla por
los puertos. La campaña para erradicar la malaria de todas partes del mundo,
que se inició en 1955, y no tuvo el éxito esperado, por la resistencia del
mosquito vector a los insecticidas y del parásito causal de la enfermedad a los
medicamentos antimaláricos, y la labor de Sara fue identificar los problemas
administrativos y logísticos de la campaña, que se suspendió a fines de los
años setenta.
A eso dedicó casi seis meses de su estadía en la base,
pero, un día se lo dijo a Azeeza: «El trabajo es fácil. Es puro papeleo para la
OMS. Me gusta la Clínica de Guacio. El viaje de regreso en helicóptero divierte
a mi hijito... Mas este ruido de aviación en la base y las alarmas, una vez que
aquí estamos, me está matando» y se fue de la base y aprendió a cortar pelo,
limpiar casas, cuidar niños ajenos, coser ropa y otros oficios. Tenía habilidad
para todo y, sobre todo, la alegría de ser independiente... mas, casi próximo a
que yo cumpliera, cinco años, con un dinero extra que Doña Malká enviara, vino
la queja: «Me gustaría verte. Andrés, extraña a su sobrino». Sin duda, estaría
achacosa y temía morir sin verla por última. Además, se quejaba de no poder ya
pintar por un extraño frío en sus dedos.
Como si con esto se le emplazara al regreso, con miedo de
hallarse con su esposo, Sara volvió a la Base Ramey y preguntó a Azeeza, si
sería posible que la llevaran a Cuba. Y él le dijo: «Por supuesto. Mi compadre
se pondrá feliz, aunque, por de pronto, está en Stuttgart, Alemania». Esta es
la sede del Comando Europeo de los Estados Unidos, o EUCOM. Sara recordó cuando
pisó en Grafenwöhr el mayor centro de adiestramiento militar de Estados
Unidos en Europa.
«Esa base no la conozco, pero es la más que se menciona».
«¿Estás mal económicamente? ¿Es que Abram no te envía
gastos de manutención para el niño?»
«No. Es que temo que Malká se muere».
50. Visiones con Aquel Vigía
Dirás que, en pequeñas dosis, pero Aquel Vigía de las Horas que flota en
ríos oscuros de la melanina, ríos donde se lava la memoria dura de cada
sufrimiento, te dejó un poquito de la luz necesaria, paso a los paraísos,
lámpara de viaje, kairós biológico, manecillas de hebras del reloj de amor
divino... Te dio temperatura para que recuerdes el éter, magnitud del prana y
de zarzas ardientes que el Ojo que Te Ve y mira hacia abajo siempre testifica
porque no te olvida aunque estés densa y cautiva por la carne. Te dejó la
inocencia impregnada de videncia latente para que escribas con el dedo como
ángel en desiertos de sombra, sin luna, tu Ley, Alma mía... Sobre Tablas del
Akasha escribe el libro sobre un mineral carbonatado, ávido de hidroxilos,
cortisol e hyroxyapatite, y admite que ganas no te faltan de fugarte y
conversar de nuevo, cara a cara, con el Vigía. [Carlos López Dzur: «Teth, mi serpiente»]
Una vez que Sara volvió a La Habana, se comunicó
telefónicamente con su esposo, después de mucha insistencia de Malká que le
decía que lo llamara «porque él te quiere». Ella no sentía culpa por haberse
ido. Ni decía que fue moralmente reprobable que se fuera.
«No. Te animé. Quería que meditaras y descubrieras que tu
espacio es más amplio que esta casa. Que la bodega entera. Que a veces,
creyendo que hay protección entre cuatro paredes, lo que se hace es quedar con
un interno enemigo que nos mata. La angustia, Sara. Cuando se nace para una
gran libertad, la creativa y espiritual, el enemigo es tristeza. Angustia y yo
te vi así y por eso dije, sal al campo y respira un poco.... Ese campo no pudo
ser Ceiba Mocha. En Matanza, con la violencia en los campos, peonaje
descontento, revolucionarios de Sierra Maestra, cumpliendo lo que anhelan,
cambio aunque haya que morir por él... yo siempre te he comprendido, Sara».
En estos días, cuando Abram todavía está en la base de
EUCOM, Sttugart, Alemania, la Abuela ha sentido la conexión que el niño tiene
con ella. La espía, se esconde juguetonamente. Le sonríe y ella ha sentido, que
ya habla articuladamente, y se ha habituado a su voz y la atiende. Es él, el
nieto que ya habla y no sólo balbuceos, o ñoñeces. La Abeja lo ha educado bien.
«Desde los cuatro años, sus palabras favoritas son 'por
qué', 'para qué' es ésto o lo otro», explicó la madre que entiende que el niño
domina la gramática: pronombres, verbos, artículos, y lo ha escuchado en el
alemán y español. Reza cuando se acuesta y se levanta y si ella le pregunta:
«¿Qué haces?», susurra dulcemente, que sus 'shacharis',
sus oraciones diarias.
Sara le ha dicho que nunca han dejado de orar, ni juntos
ni separados. Cuando tuvo que dejarlo solo, en lo que hallaba trabajo o
realizaba tareas en que no pudo tenerlo consigo, le pidió que aprendiera a orar
por ella, hasta que pudiese regresar.
«Tú me tienes que cuidar con oraciones. Somos camaradas
en este viaje, aún más, eres mi copiloto». Fue de las primeras cosas que me
dijo, apenas con cuatro años de edad, porque yo le llamaba mi dulce camarada,
compañero de mis aprendizajes, o mis vuelos como la Abejita que siempre
regresa, aunque tenga que volar sobre otras flores, es lo que eres: 'ein süßes camarade einer Biene, ein
süßes einer Schulfreund Biene', le enseñé a que me dijera.
Ambos estamos en la tarea de sobrevivir; yo quiero que
sea fuerte, pero también alegre, optimista, sin agredir a ninguno, porque sabe
que tiene fortaleza y un Ojo secreto y divino que lo mira y lo juzga y le pide
cuentas de su comportamiento...»
Posiblemente, el niño es más listo que lo que ella
entiende. El niño le pregunta por qué no le gustan los aviones. El ha observado
que el ruido de sus motores la inquieta, la malhumora y la pone triste. Sin
embargo, en Ramey Fields y en Guacio
los ojitos del niño no querían perderse un detalle de un avión alzando vuelo.
De Ramey Fields a la ruralía de Guacio, los aviadores
militares lo subían a sus helicópteros y le hacían sentir que él era co-piloto.
Un navegante del espacio.
Para él, fueron como juguetes. ¡Esa es la inocencia!,
pero ella, al verlo con su mirada fascinada en las naves aéreas, se le va la
mente a los bombardeos contra Holanda, Inglaterra y otras ciudades, durante la
Guerra y piensa en la tristeza del piloto Santos Dumont, el brasileño. Asocia
su suicidio a estas máquinas a las que se aplicó como tecnología de blasfemia,
la guerra y la matanza.
Para educar a su hijo, le enseñó a abrir bien los ojos, a
observar detalles, a recordar lo que observa y darle nombre. Nombre preciso y
completo. Festejó, con mucho cariño sus balbuceos cuando era muy bebito; pero
luego a hacer cantar, a palmear y gesticular con lo que cante o lo que silbe.
Articulaba lentamente hasta que aprendiera; pero luego... velocidad, ¿a jugar
con los sonidos, a imitar a los animalitos, al perro y al gato, al sapo lo
mismo que a la abeja... «y recuerdo un libro que se trajo, ahí lo tenemos. Un
libro ilustrado sobre piratas. Uno que menciona a Cofresí, al Pirata Morgan, a
bucaneros, Barbarrosa, a piratas de un solo ojo, o con una mano de hierro...
¿Cómo no querrá un niño que se enorgullece por ser copiloto del aviador, ese
que nos llevara y nos trajo, del campo en Guacio (Pepino) a la base de
Aguadilla (Punta Borinquén) admirar a los piratas?»
Entonces, al Dulce Camarada, habría que enseñar por qué
son admirables y, perpetuar un poco de entusiasmo, que disfrute del Barbado
tuerto, o del Capitán del navío y que aprenda a buscar tesoros, que sea
pirata... pero, en aras de tesoros verdaderos... Sara ha querido incentivar la
imaginación, al mismo, la comunicación en profundo porque un día se debe
regresar de las Lagunas del Olvido, de la Estigia misma... Desde los cuatro
años, Sara y él hablan en profundo, se ayudan en su aprendizaje con los
símbolos, y, como madre judía, quiere que aprenda a interpretar la Torá...
«Cuando venga mi esposo y sepa con seguridad cómo piensa,
hay que empezar este niño», dijo ella. Ya tiene cinco años. Y su corazón aspira
a comunicarse con el Gran Vigía.
Dirás que, en pequeñas dosis, aquel Vigía está en todos y
contigo que resurges de la fosa pineal de los secretos y hablas del Viaje, el
viaje de regreso que destina a la tierra exogénica de la piel desde la aguda
somnolencia de la melatonina. De regreso estás, viajera del río del Olvido.
¡Cómo ama su reloj eterno Aquel Vigía, interno maestro,
adecuado cronometrador de tus rumbos y del tránsito hacia los días biológicos!
¡Cómo domina el crepúsculo y el alba, ese señor que distribuye el fluoruro y lo
coloca allí, en el centro del cerebro, sal de los Ha Sido, metal del agua del
Olvido!
Dirás que, en pequeñas dosis, pero tiene matriz Tu alma,
matriz de cristal duro, energía que transpira todo lo Real, lo veas o no lo vea
y el Vigía te lo da para el centro metálico de todas la enzimas, como fluoruro
orgánico para que elevar la resistencia química y térmica de la juventud, si la
quisieras, extraerla tú misma de la salud del espíritu.
El Ojo del Viviente que te ve, pequeño como un garbanzo,
no te hará cabeza de chorlito; nada es más denso. Como teflón es el ojo de tu
alma, unida al carbono y a los fluoruros activados de tu energía.
Este es el secreto del Vigía, sentado en la pineal como
sobre una peña... Que tu ojo derecho mire hacia Arriba donde está la vida gloriosa
de Samej, y tu izquierdo hacia Pei, providencia de mi boca cuando lees lo que
quiero para ti, la Fuerza del Aquí, el habla del Aquí y Ahora...
Aquel primer Padre, creyente oculto que me prohíja, quien
se dio para que abriera la senda del manantial y mis ojos, 70 años sollozó en
los exilios. Con mis lágrimas rectificó pozos secos y 70 ancianos eligió ante
Moisés y por 70 naciones y lenguajes me paseó por el mundo, antes que abriera
mis ojos otra vez y recibiera su luz, con el corazón arriba y los ojos abajo,
porque la luz no viene antes de esto y se pierde si no contemplas sólo al Rey,
cuya Providencia te da el Ain, letras del ciclo infinito, visión libre de todo
codiciar porque codicia es el defecto espiritual del ojo y la biga que lo ciega
con lujuria para que no vea el Deseo de su eretz ni el ojo siempre
abierto de Keter.
El que cura mis ojos también curará los tuyos y Aquel que
es ángel del Ain, el que me diera el secreto de Samej, y me ha dicho: «Sé
sumiso al que te hablará, guarda el silencio de Jash; sepárate de las máscaras
que los necios se ponen porque desnudo te observa el Ojo del Anciano, Quien no
tiene izquierda ni bigas ni nube de sombras en él... Sepárate para que te acoja
en su Todo Abarcador y en la luz trascendente del 'sovev kol almin'.
El te dulcificará de arriba abajo; te dirá León de Judá y
tomará de ti las cualidades que sirven, lo que has salvado y es bueno. El sabe
que vasija de materia bruta es tu dragón y que en las canículas se inunda tu
corazón como el Valle del Nilo, pero no seas metal de oro ni ardas para
agotarte fijamente en azufre; al oro que te llamo es el Sol subterráneo, león
alado, fuego en la Altura donde mora el Ojo del Viviente que te ve».
«Enséñale un poquito de dibujo, que se apegue a su
Abuelita, Malká».
«Sí lo haré porque lo he visto que pinta aviones y corre
a la ventana como si quisiera ver alguno en el cielo».
«¿Ha preguntado por su padre en estos años? ¿Le has
hablado sobre él? ¿Recuerda él porque viajaste sola y la imagen de Abram?»
«Converso con él todo lo bueno que veo en su padre. Ojalá
que no sea Abram quien lo confunda con esa idea de que yo secuestré mi hijo y
lo alejé para lastimar a su padre... Siempre le digo que en sus shacharis
lo incluya para que el Amor Abarcador de Dios, Ahavo Rabboh, lo bendiga».
Malká le dijo que Abram regresará. Ya le ha avisado,
«pero, hija, llámale tú también. Que sepa por tus propios labios que ya puede
venir a su hijo».
51. La dura reconciliación
Lo veo. Está lijando unas maderas con la que fabricará el
primer tefillin, mi casillero, que colocará en la pared, al lado de la puerta
del balcón esquinado, con salida a la calle Neptuno, que colinda con mi
habitación. No sé exactamente si está enojado conmigo.
De buenas a primeras, su olor me fue conocido. El se
abalanzó cariñosamente sobre mí y no lo reconocí, quizás hasta su voz había
cambiado. Gritó: «¡Mi chiquitico, mi niñito!» y empezó a darme besos por todo
el rostro, la frente, mi pelo.
Protesté: Yo no soy chiquitico. Mi nombre es Karl y soy
Copiloto de La Abeja y el dulce compañero de ella y como me habló, con cierto
español que tenía los acentos de la cubanidad de Tío Andrés, figura masculina
más familiar durante mis primeros dos años de vida, puse distancia y traduje mi
sentimiento abejuno, que para mí sería la verdadera kedushá, o santidad de mi
relación con Mamá y con Dios: 'sanfte camarade einer Biene, schöne
camarade'.
«¿No me recuerdas? ¡Soy tu padre!» y comenzó a hablarme
en alemán, con cierta ansiedad. 'Ich bin dein Vater, Kind'.
Oh, ser equívoco, enmascarado de bestia luminosa, sin mi
luz, tus ojos están ciegos y sólo percibes ilusiones, la perduración caótica de
lo que llamo a la vida, el transformismo de lo que va cumpliendo sus etapas en
la Vav del fluir en el umbral de la Puerta de Dalet... pero yo dulcifico al
hombre equívoco que escuchó a Abraham, aquel primer Padre que te di y creyente
oculto que te prohijara para Netsah, la duración que eterniza la majestad de
Hod y el Rahamim de mi compasión divina y mi Jesed de amor.
Quien se dio para que abriera la senda del manantial y
tus ojos, 70 años sollozó en los exilios, con sus lágrimas rectificó pozos
secos y sus ojos te daré, ojos que me Ven y no me confunden con lo infrahumano
instintivo, ni con fantasmas de la penumbra ni con unicornio, ni fénix, ni tortuga,
ni dragón. No seré para ti, sino la Mashíaj en plenitud revelada. No me
sirves como planta carnívora ni vampiro lunar ni como erizo de mar ni pez
volador, ni murciélago ni fase intermedia de ángel o deva tenebroso...
Para la visión del futuro perfeccionado y utópico del mundo, te quiero.
Para la voluntad de superación de formas dadas, te hago
llamado; para poderosos sistemas estables de proyección y la continuidad de la
vida frente a la entropía, te llamo... Persevera, simiente de Abraham, gusano
de Jacob, que tu ojo derecho mire hacia Arriba donde estoy, glorioso de Samej,
y tu izquierdo hacia Pei, providencia de mi boca cuando lees lo que quiero para
ti, la Fuerza del Aquí, el habla del Aquí y Ahora...
«Ya hablas, bendito Dios», me dijo y pensaba si podría yo
comunicarme con él afectivamente. En particular, porque de pronto se sintió
extraño ante el hijo que había procreado. «Soy el que te regaló la Mano de Dios y el Ojo sobre la palma, la joya que usaste... ésa, ésa que cuelga en tu
cuello...»
«Ah».
Lo hice sentir como un forastero en «tierras de Gerar»,
sólo que Gerar era, en este momento, La Bodega, su propia casa y comprendió
que, desde que nací me había dedicado tan poco tiempo que, por los años de
distanciamiento, yo, en Puerto Rico y él, en Alemania o fuera de La Habana,
había olvidado cómo era su rostro. Más tarde, verlo abrazado a mi madre, hizo
que flotara un vago recuerdo.
«Mamá dijo que
eras médico y que viajas mucho en aviones porque trabajas en bases como Ramey,
donde yo estaba».
«¡Qué bien hablas para tu edad, hijo!»
«Mamá, lee para mí cada noche. Muchos cuentos de piratas
y de la Torá».
«¡Qué bueno! ¿Sabes qué día es mañana?»
«Mi cumpleaños. Sé que nos has comprado un regalo para mí
porque no sabías que yo vine».
Agregó, sin que nadie preguntara, que nació muy tarde, un
día como hoy, pero eran las 12:00 de la noche, o poquito más.
«No, mira. Vine de Alemania porque supe que regresaste;
pero mañana te daré regalos. Es que salimos a prisa, de emergencia, y es casi
un milagro que haya llegado a tiempo, el mismo día que cumples».
Ahora Mamá es quien dice que debo besar a ese hombre y no
ser grosero con él. «Nunca». Vio que le había rezongado, lo que no hice con
Andrés ni con Malká. Me mandó con ellos que estaban en la cocina para hablar
algo en privado. Me dijo que preparaban una pequeña recepción para la noche y
la cena. Y me fui.
«No temas. Es un niño simpático y siempre le hablé bien
sobre ti. Ha de sentirse por de pronto cohibido por tu presencia... ¿Te
fijaste? Es listo y está aprendiendo el alemán y el español, al mismo tiempo...
y quiero que aprenda hebreo, inglés, que aprenda mucho de ti».
«Este niño no se puede educar aquí, entre tantos pericos
en trápala, divertidos en sus estacas, entre changos candongos en el mecate,
gente que come cabalongas de la mano del Diablo. Y ni siquiera lo saben... que
nada inician y nada terminan... ¿Sabes qué está pasando ahora que regresas?:
Por un lado, sale Fernández Concheso del Ministerio de Educación, ese siervo de
Batista y, por otro, entraría a gobernar el marxismo... yo no sé que es peor,
pero no vamos a dejar que ningún nazi-criollo ni comuñanga de mierda
ponga en nuestro hijo una pizca de su escoria!» y, claro está, este era el tipo
y estilo de sus discursividades
«Será, Abram, y examinaremos eso a su debido tiempo».
52. «Quiero música»: festejar al niño
Y hablaban todavía sobre un poco y nada, cuando
escucharon las risas del consentido de ese día por lo que Abram gritó
fuertemente para verle: «¡Venga, co-Piloto!» y el niño se asomó, cortésmente, y
agregó a su rango. «Dulce Camarada de la Abeja».
«Esto de camarada es algo que tendremos que discutir,
Sara; pero ahora disfrutaré que Karl está precioso. Me gusta su corte de pelo.
¿Es primera vez que lo llevas con Lleó?»
«No. Mamá me corta el pelo. Gratis. Y esta camisa me la
cosió ella. Y este pantalón... No pudimos traer la Singer, ¿verdad, Mamá?»
Hasta a coser aprendió su mujer...
«Es adorable mi hijo», pensaba silenciosamente. «Ha
crecido. Camina. Habla. En un cerrar de ojos, desperdicié mi tiempo». Casi tres
años sin darle otra que el Hamsa, a regañadientes. No he comprado ropa ni
alimentos para él ni cuidado médico. Soy un miserable... y ahora, ¿con
autoridad moral pedir que me quiera? Sobrevivieron sin mí. se ausentaron sin
mí. ¿De qué has vivido desde el abandono?»
Después durante la cena, en que se sirvió el Kneidalaj
con pollo, pishikado al prishil y el pastel sefardita de Matzá,
que solían preparar para la Fiesta de Pesaj, el homenajeado dio cantos
aprendidos e imitaciones, «así hacen un burro, este es el relincho del caballo,
esta es una ranita coquí de Punta Borinquén».
El padre, enternecido, haciendo de migas y tripas su
corazón, porque no estuvo preparado adecuadamente para este regreso. Abram
subió a sus recámara y buscó en una mochila grande, tipo militar que trajo
consigo de Alemania, alguna cosa. Halló una muñeca de peluche. No la compró
originalmente para Sara; pero sabía que la había guardado. «Ella no es
precisamente mujer para estos regalos», pensó. Le hubiese traído un par de buenos
libros, textos que ella habría devorado con gusto. Sólo tenía una muñeca, un
Oso Blanco. Y ni siquiera fue para ella, sino para la amante que dijo que
visitará Guantánamo para reencontrarse.
Soy la parusía, niña de los tiempos, viuda de la espera, beata
de los presentes inicuos. El que esperaste fue un conejo blanco, oso de
peluche, muñeco de trapo, ¿pero quién es él en los tiempos cuando sube el
Aniquilador al trenecito (juguete de los tontos) si no algo pasado? ¿Quién es
él cuando la religiosidad laica nos impuso nuevas normas y mitos?
El 'post hoc', el olvido. Ya soy otro. La reacción
a lo primitivo. Lo nuevo.
Niña de los tiempos, te hablo duramente desde la
dimensión de un elefante y me reprochas. Sé que te hiero. Soy un conejo blanco
agigantado, el monstruo de tus propias miserias. Caíste a la poza del crudo
desencanto.
En Segunda Venida vengo terco. Y tus expectativas las
digiero como al amargo trago; por años me has venido envenenando. Con tu pie
pateaste mis regresos. Con migajas ya formaste el firmamento.
Yo soy la parusía, beata de los coitos apagados; soy el
cáncer de tus expectativas, ya no produzco hormonas de placer en los manglares
ni devuelvo juventud, sólo es el estrés, la mentira, lo acumulado en el
post-hoc, el aquí y ahora de tu cosmos.
«Se parece a tí», dijo ella a Abram cuando lo tomó. Les
besó a ambos, al esposo y al monigote. En realidad, el niño no esperaba nada,
pero agradecía el gesto. El anunció heroicamente, quizás aupado por la reacción
de ella y la cara sorprendida del niño, que buscaba tocar el conejo, imitándole
cómo hablaría, si pudiera emitir un sonido, que habría cosas para él.
«Será mañana» y bajó de su recámara, con la muñeca,
también unas finas maderas, piezas con la que hará un casillero para que ambos
se comunicaran. «Tal vez no sabes sobre esta costumbre. Te haré un tefilím. Yo
mismo lo haré con mis manos y será un regalo».
Explicó que, muy acorde al peshutim mehudarim,
especificaciones sagradas, la cajita («bayit») colgará de correas de
cuero («bayit») y contendrá su primer pasaje de la Torá, en caligrafía
manuscrita, posiblemente, por algún escriba, que sepa hebreo autorizado y que
no sea, como esos payasos askenazi, polacos de La Habana, que sólo manejan un
lenguaje de ladrones («ganovim-loshn»).
Sara soltó unas carcajadillas maliciosas porque si
conocía los celos de Abuelo por las sefardías y los desacuerdos frecuentes que
tuvo con los judíos de Europa del Este que eran sus vecinos.
«¿Por qué te ríes? ¡Es la verdad!», preguntó Abram y es
que ella para animar la velada y darle alegría musical se puso de acuerdo con
la viuda de Becerra y ella consiguió los mejores músicos, esos que,
despectivamente, Abram llama klezmer-loshn, musiqueros, o más bien,
salchichoneros cuando los oye con sus clarinetes («vorsht») y modulaciones
frigias, «Freygish». Los carteristas 'maravikher' y chulos de
putas, 'khevre-man, y akhsanik',
raterillos de La Havana Hilton.
«¡Ay, Abram, me río porque invitamos a la banda! Estarán
por llegar los musiqueros a que aludes, klezmer-loshn, pero son los
mejores de la escuela que hubo en La Bodega. Bebía de una Copa plateada de
Kiddush, que Malká mandó a Andrés a que comprara para que el Co-piloto la
presumiera en este cumpleaños, cuando llegaron.
«¡Ay, qué corazonada, Sara! Ya están aquí», dijo Malka.
«Fue que Andrés se aseguró que llegaran». Ha estado a la vela. Lo prometido es
deuda.
Sonó el timbre en la puerta y al comedor llegaron las
voces de hombres. Sí. Los músicos de Becerra y Andrés, con ellos.
Y la velada musical también fue feliz. Sara bailó con el
niño y se fue casi la noche hasta las 12:00 y ya se le miró cansado; pero la
última sorpresa de la noche, antes de que se fuera a la cama, fue cuando para
probar el cariño totémico por sus hijos, Abram fue a la Biblioteca y sacó una
cajita de un archivero. Le mostró a Abram y su mujer unos suvenir ¿del alma. En
un sobre, él había guardado los ombligos y unas mechas de pelo del primogénito
y del Dulce Copiloto de la Abeja. Lo examinaban todos; pero había un detalle
conturbador.
El pelito del muerto tenía un color ceniza que
contrastaba con el recuerdo de que fue un pelo muy amarillo, como el otro.
Ellos se miraban asombrados y les dio escalofrío cuando al deslizar sus dedos
sobre las pequeñas muestras, el lacio mechoncito de pelo de su primogénito se
volvía polvo. Polvo como la ceniza y lo mismo pasó con su ombligo. Sin embargo,
el pelo de Karl estaba saludable, era sólo un par de rizos, intensamente
amarillos.
Ellos no comprendieron el misterio. Karl sintió una
tristeza repentino, pero su día había sido tan feliz que, en su corazón
infantil, pensó: «Esa sensación de que están triste de repente mañana pasará.
Se la dejo a ellos».
Y se fue a la cama silenciosamente.
53. La rueda gira y Mamá sueña
Mamá ha recordado los planes iniciales, cuando novios y
recién casados. Y él era 'no el desconocido', el esposo y padre a medias. «No,
no... en completar las especialidades médicas, pensaremos después. La prioridad
es trabajar con lo que sabemos. Tú operarás con las cuentas, los archivos,
serás mi ayudante, si hago cirugías, la anestesista... Verás que en el
dispensario médico de papá cabremos todos. El ya está viejo y tira más al
campo, donde realmente abundan los enfermos... Ah, en la sala de espera,
tenemos unos divanes enormes, mullidos, muy funcionales. Papá pagó caro por
ellos y, eso que los colchoneros judíos de La Habana, los hicieron y el
corrigió los diseños.
Fue una oficina bella y, si algo comprara en Baltimore,
fue equipo de laboratorio, instrumentos... Benavito, como Moritz, tuvo una mente
entrenada para la bioquímica; pero, no se sabían cómo hacerse pagar. Mucha
misericordia, me dice. Misericordia... y trabajar gratis y así tira lo que se
gana y el rico mismo viene y lo engaña. Ellos perdonaban deudas ajenas porque
no llevaron un control, estrictamente escrito, indispensable en un negocio. Vi
sus cuentas. La gente rica de La Habana les debía mucho a ellos y resolvía, con
perdón y misericordia... Olvídalo... En Ceiba Mocha fue peor. ¿T dije que le
pagan hasta con pollos que se roban de las granjas, o con cualquier chuchería
que tengan y ya no les sirve? Pero... yo veo Nuestra Clínica, la veo en la
imaginación primero... Allá en la Calle de La Bodega. Compraría mis propias
ambulancias, blood-wagon service... atenderemos partos, medicina familiar.
Eso deberá ser primo. ¿Te imaginas el rótulo que nos anuncie? Abram Matías-Riga-Dzkoja Medical Clinic».
... Ay... y no
saber cómo empezó todo a volverse sal y agua.
Sara de Riga, en recuento de pérdidas, no precisa el datp
de cuándo se formó el fermento, el cambio. Anduvo arriba y para bajo con sus
libros de micro biología, quedaba rendida de mucho leer... antes que se
iniciara la guerra... Soñaba que encontraba rotas y enfangadas páginas de
libros sagrados, antiguos libros, como los rollos de la Torá... y, en
secuencias pesadillescas del sueño, la Mano que gira la Rueda y se remonta a
todos los pasados, en cuestión de segundos, y despierta a la mujer en los
mismos momento de su presente en La Habana.
... Ay... y no
saber cómo empezó todo a volverse sal y agua.
«Es que llegamos sólo con sueños y promesas. La guerra
nos hizo a todos pobres, nos dejó sin nadie a quien pedir un peso prestado, ¿te
das cuenta?», le decía él a ella.
El Ejército sólo le expedía pagarés. «Te daremos esto y
lo otro». Becas, préstamos para una vivienda cuando se personara a
Norteamérica.
Y mi padre decía a Sara: «Hay que aprovechar lo que den.
Esta guerra ha costado demasiadas vida (según las cuentas modernas, 6 millones
de judíos, 20 millones de rusos, 10 millones de cristianos y 1,900 sacerdotes
católicos)». Después del Armisticio, ni pensó que fuesen tantos, aunque en más
cruel situación que enterrar muertos, meditaba sobre mujeres, niños y aún
ancianos, violados, matados de hambre y humillados.
«Y pensar que son agresores quienes se llaman civilizados
de Occidente», añadía ella..
Para ese tiempo, una vez la ha atrapado el sueño, por
arriesgarse a valorar las tristes separaciones, aún las de hoy, queriéndose
liberarse de ver sangre en los contextos, ella se observa. Va por las calles de
Rotterdam. A veces se pierde entre neblinas y reconoce calles de Londres.
Observa librerías destrozadas. Centenares de libros, sucios y despaginados,
rodando en las calles por un viento tempestuoso. Quisiera llamar a cualquiera y
pedir ayuda para recogerlos.
Algo le dice que sueña con saqueos a librerías judías,
imprentas y sinagogas. Y, de pronto, cree que se inclina y recoge un libro con
la historia escandinava de Beowulf, héroe que batalla contra un monstruo, mitad
hombre y mitad diablo...
Ya no imagina que sueña. Imagina que aún lee el pasaje en
que Beowulf se convierte en el rey y lucha contra un dragón.
«Lloré mucho con la historia del libro, con el drama de
su desenlace, disputa en la que ambos mueren. Beowulf y su enemigo. ¿Recuerdas
que te dije, Abram: Eres mi Beowulf?», pero Abram no está a su lado. Debe echar
más hacia el pasado su sueño para reencontrase el momento. Soñar es como girar
una Rueda, profunda rueda en la psiquis.
... Ay... y no
saber cómo empezó todo a volverse sal y agua.
`« ¿Qué me dijiste, cuando te pregunté por qué se nos
está viniendo el matrimonio abajo?»
El silencio es muy grande. Él no está. En la mañana,
después de una gran riña en la recámara, se tuvo que largar, a escasa semana de
haber vuelto y tallar un tefillin para su hijo. Sara halló, entre su ropa,
oculta en la mochila, camisas machadas en el cuello con lápiz labial. Besos que
no eran suyos, pañuelos llenos de culpa roja. Y Sara pidió cuentas y él, por
amor al niño, a exigirle silencio, que no escuche que se disputan
infidelidades. Se tuvo que ir a la calle, tal vez al Tropicana's.
«Y, leyendo con más cuidado, analicé que el Dragón es la guerra, y para no pensar que en la guerra ibas a
morir, volví en la noche. Leí el 'Cantar de los Nibelungos’, donde el héroe
es Sigfrido y no muere y es quien mata al dragón Fafnir. Es maravillosa esta
historia. Al ungirse con su sangre, Sigfrido se hace inmune a todo mal... me
hubiese gustado que te llamaras Sigfrido... Exaltado sea el Dios viviente,
Ygdal Elohim Chai, y que sangre de dragones nos cubra, sangre de los Linces del
Mundo, mas, nosotros, inmunes a cualquier daño y Galout... y que la Rueda de
las Tribulaciones gire, si es voluntad del Altísimo, bendito Chai, y que venga
el Juicio y el Rigor, pero ábrenos la puerta / Dalet / del corazón pobre que
pide misericordia... no me abandones en la batalla con dragones que no puedo
vencer».
Estoy desarmada, vestida de color café, no como una novia
de blanco, porque la Rueda ha girado y pasa por la muerte a todo lo que veo, a
todo lo que me rodea... ¿Qué puede una enfermerilla, llena de miedo ante la
mortandad? que mayor es que aquella de los tiempos en que Bar Kochba (se
proclamó Hijo de la Estrella y Príncipe de Israel), rebelándose contra el poder
romano de Adriano el Emperador... y la sangre se derramó y se helenizaba la fe
y se prohibió al corazón circunciso y, a grito de sangre, la Rueda giraba y
probaba a los corazones empedernidos por causa de quien se proclamó el Mesías y
sólo multiplicó los dragones de muerte».
No había temperanza, pobre de corazón, vaciedad de
vanidades... y por todo el Mediterráneo, judíos y gentiles volvieron a
masacrarse. Y Bar Kochba murió y su reino se hizo ceniza. Y había ocurrido
antes siempre que gira la Rueda purificadora. Los partidarios del sacerdote
Eleazar atacaron a los de Menahem, y con ayuda del pueblo dieron muerte a este
falso mesías y sus seguidores. Y mesiánicos, como Juan de Giscala, son parte de
la mortandad... Fue la primera vez que soñé con Jerusalén destruida, bajo
administración de guerra, y se puso un impuesto por el simple hecho de ser
judíos, o respirar el mismo aire que otros. Y vi, por causa de negarse a pagar
el fiscus iudaicus, centenares de
miles de muertos y, en esos días, cuando ya no hay un templo único, porque el
Templo Mayor en Jerusalén fue arrasado, entendí porque mi padre dijo ahora toda
referencia de culto está en las sinagogas y en las aljamas de la Iberia romana
y los fariseos excluirán definitivamente a los cristianos de su concepto de
nación. Y Trajano y su general Julio Severo se endurecerá contra los fariseos y
en Alejandría volverán las masacres en las calles entre judíos y gentiles y al
odio se le llamaría Dragón por causa de tantos derramamientos de sangre... y
así, pese a reclamos de Tierra Prometida, se despobló Palestina. Y el fariseo
sigue reclamando control absoluto y exclusivo de la espiritualidad judía, pero
son duros y mesiánicos como Bar Kochba...
¿Qué hará tu enfermerita miedosa cuando alguno de ellos,
esos grandes generales y sacerdotes, venga a jactarse en su presencia sobre lo
que queda como remanente del sacerdocio de Aarón, hermano de Moisés, si ellos
mismos se proclaman los desciendes directos, patrilineales, de fariseos, con
corazón endurecido?
Hecho es que inspira a la Mano de Dios que, entonces,
gira la Rueda y destruye sus Kohanim, como se destruyera a los
sacerdocios pretenciosos y los desobedientes, en presencia de Moisés...
Todos tienen miedo a la persecución, algunos esconden sus
menorás, reclaman cromosomas del
valor de Aarón, honran el Shabat y reposan, pero sus corazones no pueden
esquivar los designios de la Rueda... ¿Para qué les sirve que reclamen sus
cromosomas aarónicos si nada evitará la ira del romano sobre Galilea ni la de
Herodes Agripa ni la Tito y Vespasiano, ni la de Tiberio ni Cestio Galo, de
Siria... Mucho menos la ira de la rueda de las vidas y ciclos kármicos que cada
cual ha forjado.
¿Qué harás con los cautivos de Jerusalén y conmigo? que
vivo entre los dragones de la guerra. Mis armas son las jeringas hipodérmicas,
rodillos de gasas, potes de anestesia para los más cobardes, o los niños y los
ancianos. Y no tengo la certeza de que mi prometido sobreviva porque anda en
otros frentes y teatros bélicos de dolor... y no sé si tendré padre que, al
final de la matanza, me llame hija,
ya regresaremos a casa y guardé una donde podamos ir. La guerra ha terminado.
La virgen que a ti pertenece, redento para la vulva,
ex-cautivo de Jerusalén, liberado tras el despunte del himen, Aarón cromosomático, María será
llamada... Llama a María, tu madre, y a Jedial el abuelo, padre de Bilhan.
Ponle, desde hoy cualquier apellido (porque de Tharshish
han nacido y son tránsfugas. desde antes de T(h)arshis, tierra del biznieto
de Benjamín; pero madre tuviste, hija fuiste antes que en la Iberia se
bendijera la simiente de Bela, Becher y Jedial y, en Sefarad, la Aspamia.
Y Fenicia, Tarsis, porque oro y joyas nos trajo Hiram de
Tiro y que quería, vulva de María, más lejos de Judá la cautiva.
Y ponte lejos de Roma, la bestia de la guerra.
Date apellido para que no te encuentre el canalla de Roma
que ordenó tu aniquilamiento desde primeras lunas de los días de Pascua; pero,
escribe... el que se diga judío pérez será, garcía lo llamarán, de juanes estará hecha su leche de kosher.
Date nombre, María, seré yo quien te llene de gracia y,
recuerde que Jacob sólo dio dos hijos (hermanos de sangre, por todos los
costados y Benjamín fue uno y los reuní en Tarshish y los honré en Raquel; así
los honraré entre pueblos extraños y en Safarad,
benditos son José y Benjamín.
Toda la Casa de Judá marca mi Sacerdocio, Cohanim son,
deudos por causa del ultrajador del Templo, y, por tanto, cromosoma Y de Konashim,
cuento desde hoy. Sacerdotes por la gracia de la huída, desterritorializadora
les llamo, Y-chromosomal Aaron, deudo
de Tito, que les negoció el exilio y les llevó a esta distancia del Sur, lejos
de Roma, lejos de la Judá y el templo en ruinas, lejos de las territorialidades
que han determinado tan equívocamente las naciones.
María, que hagan algo nuevo con sus vidas (que ya fracasó
el mesiánico y el saduceo empedernido). Maldito el territorio que no prohíja
flor nueva. Que mis benjamitas vayan por las flores del campo y por las bellas
esposas de la fe, diversifiquen ese jardín de esperanza. No lo dejen en manos
de tiranos.
Es hora de ir hasta el Sur donde están las fenicias de
Hiram, con las riquezas de oro y madera para el alma de Tiro.
Por de pronto, a fin de recapitular su rendición, Abram
confesó su adulterio; pero hará muchos sacrificios. Hará lo que Sara le pida,
por eximirse del divorcio.
«No lo pidas. Por amor a mi hijo».
54. Brevedad de la euforia constructiva
Mamá no sabe dónde estará su esposo. Si estará en sus
asignaciones en la Base de Guantánamo, o hallándose, en algún punto de cita,
con la amante. A esta fecha, concluye que Abram no es batistiano, él ha jurado
que no lo es; pero es anexionista, con una racionalizada propensión neocolonial
y mercenarista.
Ella recuerda cuando hablara de 'Cuba y Norteamérica, socios inseparables', como agentes unidos
para crear the affluent society que
Galbraith opusiera a la legión de undertakeers. Son estos últimos
quienes comienzan construyendo los cotarros de sus robos para unos cuantos
glotones ('greedy pigs') elegidos, parasitarios y, al final, el Estado
Benefactor maquillado, que es el peor de todos, el estilo comunista de los 'Welfare's
undertakers' y mediocres. Estalinistas de nuevo cuño.
Tan poco que a Abram le duró la euforia constructiva de
cuando vino, con ella, procedente de Europa invocando la creación de una
clínica médica familiar, donde el apellido Riga-Dzkoja (de su padre comunista)
y el apellido suyo, adoptado del nombre de Simón ben Abram, cepa de los
López-Matías de Neves, sefarditas de Valderas y de los barceloneses Sbarbí,
irían juntos en el mismo rótulo.
¡Qué diferencia cuando ahora le surge lo prusiano del
Estado benefactor y las teorías de Galbraith para crear ese embeleco vago de
una sociedad de prosperidad sobre el filo de navaja del parasitismo, la rapiña
intervencionista, con el sumiso visto bueno de los pobres cubanos.
¡Qué siervo cobarde ha resultado del héroe de Basilea!
«¡Qué pichiruche de mierda!», diría Abuelo con sus
arcaico y ladino vocabulario español para criticar las aristocracias
terratenientes, las oligarquías financieras y las burocracias estatales,
auto-perpetuadas en fechas poscoloniales.
De hecho, en estos días, cuando fue descubierto el
adulterio, y Abram lloró sus hipocresías, dizque que madrugó a habilitar lo que
fue la Clínica de Benavito. Ella vio que llegaron tres o cuatro carpinteros, o
ayudantes, a limpiar y cargar cosas de un lado para el otro, llenaron cajas de
papeles y antigüallas que obsequiaban a Benavito, como pago a servicios
médicos.
Doña Malká, quien a las propiedades de él diera valor sentimental,
sólo las cubrió con una manta y no quiso tirar nada suyo, para que vibrara la
presencia de su 'viejito' en el consultorio, y dijo a Sarita que llegaría ese
momento, cuando «el ombligo de las raíces se seque y se haga ceniza de olvido»
y eso estaba pasando. El hijo tiraba el ombligo de su padre y todo lo que fue
propiedad suya, vibración para la remembranza, sería como una flauta que nadie
toca, Shofar del que nadie sabe quién es el dueño. Un Don Nadie.
Bartolo. Entonces, Sara preguntó:
«¿No bajarás al consultorio de Papá Benavito a advertir a
Abram que puede que haya algo de lo que él tira a la basura que a ti te
interese?»
«No bajaré. ¿Para qué guardar la flauta de Bartolo? ¿Para
qué conservar un ombligo seco que si lo acaricias, con la mirada, se vuelve
polvo?», dijo ella; pero sonrió de pronto. «Sí, hay un recuerdo que guardaré,
uno sólo antes que me muera».
Sonrió y sonrió, con exhibición de amplia dentadura, aún
blanquísima y pareja, como su salud de alma: «Quiero que todos, Andrés, mi
nieto Karl y tú, vayan conmigo a Cárdenas... ¡Que sea cuanto antes! Bendeciré a
Karl y a ti, Schulfreund Biene, a todos en Ceiba Mocha... ¿Sabes?
Siempre me ha gustado Matanzas y el pueblito de Cárdenas. Cuando lo visité, por
primera vez, los lugareños me contaron sus historias sobre mujeres y piratas
judíos que campearon por el área, o las afueras de la Bahía de Matanzas. Eran
historias pueblerinas sobre los primeros decenios del 1600, cuando existía la
Compañía Holandesa de las Indias Occidentales... Sí. Como Karl, el Camarada, a
mí me gustan esas historias; a mí, como a ti, me fascinaron de pequeña las
historias de vikingos. Leí las Grandes Sagas nórdica, y llegué a pintar
dragones, desde mi adolescencia, las proas de los antiquísimos barcos,
reproduciéndolas de libros... pero, al llegar a Matanzas, campesinos me dijeron
que, en el pasado de sus costas, hubo piratas reales y eran judíos,
apropiándose de tesoros de plata y oro, en Cuba como su castigo a los
españoles, en cuyas galeras se esclavizaba lo mismo a negros que a holandeses
de la Compañía... y fue cuando invocaron las hazañas de Moisés Cohen Henríques,
asesor del pirata Henry Morgan, el más famoso de todos los tiempos».
Cohen Henríques, junto al almirante holandés Piet Hein,
de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, fue esclavizado en
una galera por cuatro años, de un galeón español y, liberado, poco después, fue
en las costas de Matanzas, donde Hein y Cohen abordaron barcos españoles,
saquearon sus tesoros...
«¡Si Andrés nos llevará a ver esas costas de la Bahía, eh
y qué bueno sería que nos paseara, ya a los tres, a los tres camaradas, eh!
Andrés sí que es buen guía, que lo mismo se mueve entre las bribas del pícaro
que en las casas de socorro de las aljamas! ¡Como quiero bendecirlo, propiamente,
como si fuera mi hijo o mi hermano! y quitarle de encima a los moscones. Yo lo
veo como un niño grande y oyendo a tu pequeño, por vida mía, que son como
igualitos, dos mataperros, con gusto andariego, astutos como el Macuco! Nadie
humano se los meterá en la uña de balde», arguyó y otra vez fluyó rememorando
la vida de Cohen, el Judío Pirata, a Dutch privateer, el mismo al que,
con su hermano Abraham Cohen, traficante de armas, se acreditara por la captura
en La Habana de una flota platera en 1628.
Y tal Abraham Cohen, el traficante de armas, utilizó su
poder económico para ayudar a conseguir lugares de protección para otros judíos
en desgracia. Añadió que Sinan, otro de los grandes piratas judíos, se alió con
los piratas de Barbarrosa, y lo hizo su segundo al mando.
Doña Malká le conversó a Sara, para que después a medida
que creciera su Copiloto más dulce, sobre un rabino pirata, Samuel Palache,
fundador de una comunidad judía en Holanda, cuando apenas era un jovenzuelo.
«Cuando oigo a tu hijito guripilla, el guripa más dulce que habita en la tierra
y mis ojos han visto, veo al rabino Samuel, me imagino que es él reencarnado en
tu hijo, nacido para bendecir las almas en los calabozos de Babilonia, el
Establecimiento».
Para Sara, según sospecha y Doña Malká confirma, el Dr.
Abram no tiene intención de abandonar la política. Está secretamente
involucrado en ella y ese monstruo no suelta fácilmente a hombres de talento
que se cuidan de robo, hombres de buena fe, cerebros excepcionales, como su
esposo, pero engañados. El Dr. Abram es uno.
«El dejará a la adúltera con que te pone los cuernos; lo
que te digo, Abejita, es que, pese a sus promesas, no te podrá cumplir la
segunda. Dejará a la mujer, pero no a la política, verdadera lepra infecciosa.
Abandonará sus propiedades, que son herencia de honradez de los suyos, evitará
las ofertas de lucro indebido, porque es honrado y su codicia no es el
dinero... Vaya, tristemente, la racionalización irá comiéndoselo... Es tan
distinto a su hermano Andrés, quien no crea tormentas en vasos de agua ni se
imagina problemas donde no existen».
«Idea es de Andrés cuando medita que: «Donde haya una
tentación grande, Dios me la quita; yo suelto todo y se lo dejo a Jaim.
Yo no le busco a Dios soluciones; Jaim las tiene. Yo no. Por eso es que, en
apariencia, yo no tengo Dios, o soy tonto para explicar lo que a Dios compete.
Tengo fe, pero no conocimiento, ¿me entiendes, abuelita?»
Doña Malká le recuerda a Sara cómo a Andrés lo molestan
los judeznos de la Calle Obispo, «esos moscones envidiosos», siendo que Abuelo
Simón lo llamó «Cabeza hueca del Almelo», diciéndole «ya se ve que no crías
canas»... mas no lo desheredó y le tuvo en cuenta. Al final, ha sido el Dr.
Abram quien se desvinculó de su padre y su fe, no Andrés, el Klotz.
Andrés pone en su dios Bartolo lo suyo y no crea
enemigos.
Sin entenderlo de un modo sistemático e intelectual, ante
las demasiadas expectativas por la perfectibilidad humana, sin querer, es
Andrés quien mortifica a los judeznos de su generación: «Yo dije: Vosotros sois
dioses»: Salmos de Asaf: 82-6 y los judíos de la Calle Obispo se empeñan en
discursivos encontronazos con los rabinos de la sinagoga más antigua de La
Habana, que fue la Congregación Hebrea
Unida, fundada en 1904. Estos discutían sobre lo que respondió Jesús en una
Fiesta de Dedicación en Jerusalén en el Pórtico de Salomón, dizque un día de
invierno en que fue apedreado:
Tío les emplazó preguntándoles: «Si así piensan de mi
padre, ¿para qué piden que él, o de mí, diga si cree en Dios o si no, creo o él
cree?» Él hizo sus propios razonamientos. «¿Qué es Dios que pueda el hombre
comprenderlo? Si me preguntan por Dios, o por el platanar y los frutales de Ceiba
Mocha, apréndanlo de una vez como mi única respuesta; Dios es Bartolo, el Dueño
de la Flauta, y el platanal es de Bartolo».
55. Bartolo tiene una flauta
Todos reímos con la manera, tan sofisticada que tenía mi
Abuelita para analizar la ideología de Andrés y justificarlo. El Águila del
Norte de Andrés fue el Jaguar Blanco, más consistente con el mito del pueblo
nicahuátl, jaguar que conquistaría a los pueblos de América y los haría comer
de las venenosas semillas del haba de San Ignacio, a las que llamaba cabalongas
del Diablo. «Tu esposo, Sara, come muchas cabalongas», le dijo Malká, al fin de
cuentas.
Mas Andrés, con el tiempo más prosaico al soltar algunos
rollos de juicio contra su medio hermano, con dulzura charlatana, decía: «Con
tu papá, sólo ocurre una cosa, Carlitos. La política lo ha vuelto un
comemierda. El cree que es quien toca la Flauta. Y no es él. La flauta es de
Bartolo», y después canturreaba una cancioncilla, que yo llegué a oír en Miami
no de sus labios: «Bartolo tiene una flauta. / Una flauta tiene Bartolo! / ¡Ay,
qué flauta! ¡Qué flauta! / ¡Qué flauta tiene Bartolo!»
Andrés no tenía un dios, ni una historia, ni un
Adversario al que temer... No sabía preguntar por la Causa Primera. Cuando se
le pregunta por el Dueño del Platanar, o cualquier lugar o cosa, dice lo que
todos. «De Bartolo». ¿Y a dónde va Vicente?
«Supongo que donde va la gente»
... por eso fue más creíble, cálido, consolador... más
humano que mi abuelo y mi padre. Por ser técnico, sin ser especulador
utilitario, siendo eficaz en lo suyo, aunque impreciso en todo lo demás, él
carecía de preocupación metafísica, mas no de sentido común; de angustia
religiosa, mas no de bondad.
De modo que a los que le pidieron definirse con
pretensiones de jerarquía o posesiones de pequeñoburgués, por razones de la
Cuba polarizada entre revolucionarios del Movimiento 26 de Julio y el candidato
marioneta de Batista, Andrés Rivero Agüero, decía que 'yo por el único que voto
es por Bartolo'.
«Pero, ¿no que tienes un platanar allá en Ceiba Mocha?
¿De quién es la hacienda entonces?»
«De Bartolo», decía y Bartolo siempre era cualquiera,
menos él.
« ¿Y por quién votará el Dr. Abram y su familia?»
«¡Pero no sabes! Son ciudadanos estadounidenses».
«Eres más resbaloso que una babosa con las manos
enjaboná! ¿Chico, de qué partido eres?»
«Del de Bartolo».
El 3 de noviembre de 1958, el granuja de la chapuza
eleccionaria Rivero Agüero fue declarado presidente. Y un mes, más tarde,
Batista creía que sostendría su poder, electo su 'hombre en las elecciones',
pese a que en La Habana, William D. Pawley, vocero del gobierno estadounidense,
en reunión de tres horas, le dijo que se retirara a su mansión de Daytona
Beach, Florida.
En uno de esos recortillos que tuvo La Abeja bien
guardados en su oficinilla del sótano, se leía la prensa habanera, citando a
Terrence Cannon, editorial que decía: «Los Estados Unidos no enviará sus
marinos (a solucionar esta 'mierda' de parar a Castro) por una razón básica: no
se teme a la Revolución. Es inconcebible para los diseñadores de la diplomacia
estadounidense que una revolución en Cuba se vuelva antiamericana. Después de
todo, las compañías de los EE.UU. son dueñas del país»: a saber, $77 millones
de ganancias anuales por sus inversiones en Cuba; 90% de los minerales en sus
minas; 80% de las ganancias por utilidades y servicios públicos; el 50% de los
ferrocarriles; el 40% de la producción de azúcar; el 25% de los depósitos en
los bancos. «Sin capital americano, Cuba se jode, chico». Y empleaban a menos
del 1% de la población.
«Si Batista se va, ¿de qué viviremos, don Andrés?»
Y riendo, otros paisanos contestaron, oyendo que Andrés
dijo 'pues a vivir de Bartolo': «De las putas». Y puede que sea cierto, si
repasamos estadísticas de 1959, que calcularon entre 11,500 y 12,000 mujeres
que vivían de la prostitución, cuando la fuerza de trabajo femenina en la
nación fue del 4.8%.
Los EE.UU. dieron ese último año de Batista su último
millón de dólares en ayuda militar; lo aprovisionó con armas, tanques, barcazas
y suministros militares. Les entrenó sus sicarios, en misiones conjuntas, en
las tres ramas de las Fuerzas Armadas estadounidenses y bases.
Washington ya estaba cansado del pillaje. Empezó a pedir
a los hombres de rango de Batista que se vayan, que recojan sus últimos botines
y se larguen a otros países a disfrutar sus ladronerías y patriotismo falaz.
De hecho, cuando la revista semanal «Carteles» tuvo
acceso investigativo a los datos, publicó que 20 miembros del Gabinete y el
gobierno de Batista tenían en bancos suizos depósitos montantes a un millón de
dólares por cabeza.
Todavía Doña Malká recuerda las visitas a Benavito de
José Manuel Alemán Casharo, quien sirvió en el gobierno de Machado y, más
tarde, como la «eminencia gris» del ministro de Educación de Batista, favorito
del Palacio y de la Primera Dama de Grau (Paulina Alsina), en el Bloque
Alemán-Grau Alsina (BAGA), por los '40.
«Siempre pendiente a comprar todo y deshacerse de judíos
influyentes en la Provincia de La Habana. El mismo Benavito decía que fue el
entrenador por excelencia de ladrones sucesivos. Después de la muerte del
Abuelo, se pudo conocer que, para su retiro a La Florida, Alemán Casharo ya
había amasado más de 200 millones de dólares y a puro desfalco y engañosas
inversiones. «Jamás vino con ninguna oferta que nos oliera bien. Siempre con
dos haces y la fisga en el cotarro. Había que limpiar su sombra con escardillo,
como decía mi amado Simón».
56. Del espionaje
«Paz en tu entrar y paz en tu salir, paz para con todos
los hombres. Grande es la paz
porque es el sello de todas las bendiciones»: Talmud
«Hijo: Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en
el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en
ti... Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles
que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han
visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado
de verte en esa forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi
corazón. ¡Lleguen al tuyo!»: José Martí:
«Ismaelillo
Y
para que viera la Ciudad de la Bandera, aquella en que la madrugada del 19 de
mayo de 1850 desembarcó el General Narciso López en Cárdenas, izando por
primera vez en la Isla la bandera cubana, tomaron el tren de la Compañía del
Ferrocarriles de Cárdenas, hacia una ciudad que se llamó la Villa de San Juan
de Dios de Cárdenas. Este día del viaje. en1959, además del ramal de Güines a
Matanzas, había otros, el primero construido de Güines a Catalina. Otro, a la
Estación de San Luis. El Ferrocarril de La Habana a Güines fue la primera línea
de trenes en operación en el mundo hispano y la cuarta en todo el mundo y en
ella van los tres. Es el niño quien debe ver la Ciudad de la Bandera para que
no le quepa duda a nadie que pisó la tierra de los Abram de su cepa.
Según viajaban en el tren, si bien Andrés era discreto
como su 'Bartolo' que parece sin existencia real, se le salían sin querer
detalles de su niñez que dieron a comprender, cuánta distancia puso Benavito en
relación a él y la insinuada orfandad de su infancia. Es que pasaban por
lugares evocadores y Andrés era un buen guía, con su elucidario de anécdotas,
algunas se le brotarían, sin comedimiento, ese día, por viajar tan a gusto.
Además había que educar a Karl, como si fuera el Ismaelillo,
hijo o 'príncipe enano' de Martí. Ese último, un enano de Martí.
`En el trayecto, mi Tío evocó ciertos lugares, en barrios
habaneros que, para él, eran importantes, porque sin que fuese invitado por
Benavito, él, correcaminos y guripa, seguía a su padre, «sin que él me viera»,
como buscando su cariño y compañía. Entonces, el padre al notarlo lo llamaba
con él y le explicaba qué hacía. Así fue que, al pasar por Luyanó, por la
Carretera Central en dirección hacia Matanzas, Andrés señaló al antiguo Puente
Alcoy y un riachuelo que pasaba por debajo, por todo el barrio desde San Miguel
del Padrón a Luyanó. «En esos riachuelos, por ahí, allá donde se ven aquellos
chuchos, yo recogí aguas en botellas. Fue en mi niñez».
Alarga la pausa. Algo lo conmueve. «Él, urgía unas
muestras de aguas, iba a la quebrada». No dijo quien hasta que se impuso que
dijera:
«Para estudiar parásitos o qué sé yo que bichos, por sus
experimentos. Es que yo quería ayudarlo; pero no me invitaba ni me dejaba ni
quería verme, dizque para que no me ahogara por resbalar en quebradas
contaminadas... pero yo, terco, siguiéndole, como en los Pozos de Arroyo
Naranjo, por el sector de El Cacahual».
«¿Hablas acerca de Benavito?», preguntaria Sara en dos
ocasiones y él, sin atreverse a pronunciar el nombre que ahora le parecía
sagrado, asintió con la cabeza. «Él».
Doña Malká adivinaba su nostalgia, o tristeza,
intuyéndole en su infancia el afán suyo por la compañía de Benavito.
«Es curioso pero Karl es así. Espioncillo, guripa, ¿te
dije, Andrés? cómo juega conmigo y yo le digo: no me mires así, a la distancia
y ven de una vez», dramatizaría la Abuela. Sabe que este comentario halagará a
Andrés y dulcificará su memoria. Que, por obedecer a su madre cuando da la
orden de no molestar a los adultos, a quien está ocupado con cosas importantes,
el niño se mantenga silencioso, a distancia, sin formar correrías y
distracciones. «Cuando estoy pintando, él se acerca sin ruido, como una pequeña
sombra. Es su forma de pedir permiso».
«Será la genética espiritual de Andrés», se reía Mamá y
extiende un brazo para acariciar mi rostro.
Karl sabe que hablan de él. Yo sé que hablan sobre mí,
pero mi memoria se ha perdido y debo escribir sobre un puente cómo se me
indicia con detalles de Sara recuperarla. Este cariñoso gesto de la madre...
En ocasiones, Karl no sabe si lo regañan, o festejan su
carácter. Por eso el primer apodo que la Abuela le puso fue 'guripilla',
vigilante silencioso, 'incordio maduro'. Sin embargo, dejó de calificarlo con
epítetos. Un respeto para el niño se impuso. Quiso ser el 'pequeño camarada de
La Abeja' y se ganó el derecho, al regresar a Cuba, desde Puerto Rico y, entre
leyéndole los versos sencillos y «Ismaelillo» de Martí, se le apodó El Príncipe Enano y, por causa de
Andrés, ya medio enojado, el príncipe de las nalgas frías.
Como si, en Ceiba Mocha, fuese a dictarse un testamento,
su Bendición / berajá / para la Diáspora, doña Malká la Vda. de Simón ben
Abram, les dijo que sabía desde abril de 1955, después de la visita del jefe de
la CIA, Allan Dulles, a La Habana, y de reuniones para esa misma fecha de
quienes con él hablaron, todos los jefes y amigos que en Guantánamo tenía el
Dr. Abram, que algo muy feo afectaría a la familia.
A su hijo lo harían co-partícipe. El cambió mucho desde
esa fecha. Sería la creación del Bureau, así lo llamaría el Dr. Abram, a quien
le gustaba hablar con claves. El 'código buró' fue la mención de la BRAC,
organismo para la represión de actividades comunistas. La BRAC estuvo
supeditada a Investigación en Control mental de la oficina MKULTRA. El dígrafo
MK fue código para proyectos científicos y ULTRA, aunque fue referencia
ultra-clasificada, sul código fue decodificado durante la Segunda Guerra
Mundial y adquirió la clave MKSEARCH en 1964.
El Dr. Abram colaboró con el PBRUMEN (Cuba) y su diseño,
desde KUBARK, el Cuartel General de la CIA, para el asesinato de Castro (el
ZRRIFLE: en los 1960) Se movía de SMOTH: (MI6) a KUDESK, el departamento de
contrainteligencia. Su chivatero incluía intercambio de información con
BGGYPSY, rastreo de panes comunistas en Cuba, Guatemala (ESCOBILLA) y para
aprovechar su alemán y formación científica, fue contacto de Ted Shackley, y la
operación PBJOINTLY (construir un túnel en Berlín hacia el sector soviético y
monitoreo de comunicaciones).
Para su esposa, se dio cuenta recién parida, y el por qué
quiso él que su labor sea «lavar pañales y callarse, o ir únicamente donde yo
te diga». Y, revelado BRAC y su nexo con PBJOINTLY, como abeja dejó sacó los
aguijones. La abeja machiega es capaz de matar a su Zángano macho, mostrar el
lado oscuro.
... ¡Ay! yo he sabido, Sara, de tu paciencia... Aunque
anchas son las paredes de la casa, las voces se filtran. Tus lloros. Aún los
pleitos asordinados de alcoba me despiertan. Tú le pediste que dejara el Buró
y, más tarde, tu cama. Fingieron que dormían juntos para no preocuparme; pero
se acostaban en recámaras separadas. Me di cuenta... No sé cuando Moloch entró
en el vocabulario de la Babel del Establecimiento y Adoyn-y Moloch dejó de
significar 'mi dios reina' para significar a un dios solar que pide hijos / ilhm
/ niños de Elohim / para el fuego consumidor y los holocaustos, como quien
tiene un demonio / Adversario / en la casa, o en las sinagogas. No supe cuando
llegó Chemosh para desmentir a Melquisedec. Cuba dará los hijos de la
esperanza, ¿a quién? le preguntas, y quién es el Dios de la Montaña (¿El
Shaddai?) o ¿quiénes los Hijos del Varón de Sierra Maestra?)...
Te escuché hilvanando con él lenguaje de sus códigos para
que yo no entendiera que se separaban. ¡El divorcio! Para que no entendiera
nadie de qué hablan. Ni la cocinera. Ni la criada que viene y plancha, o lava
las ropas, cuando Sarita lo ordena. Hablar en código por que el esposo es un
agente de la CIA...
... ¡Ay! bien que he sabido, Sara, acerca de tu
paciencia... No sé si hablaban sobre Karl como el niño que ha de pasar por
fuego, o si sobre los niños de Nuestra Cuba entera, la isla enferma, cuyos
fetos sin desarrollo hay que quemar, no por odio. Por higiene pública, según
decía tu esposo, mi pobre hijo; pero yo sé que hablan sobre el derrocamiento de
Batista, como ese Moloch / Baal / o Kemosh / que pide al pie del Monte Sión (tu
Sierra Maestra) sembradíos de muerte, valle de lágrimas, el renuevo del Valle
de Hinón, y que el falso señor es una estatua hueca, con brazos extendidos para
cargar sus víctimas / toda Cuba / sus jóvenes / entre los tambores y cantos de
los partidarios de Rivero Agüero, títere presidencial de Batista, que es la
boca devoradora en la Estatua. O el Dragón.
Sería, a principios de 1959, que capté tu valor por el
celo cariñoso que te inspiran los Lecksinka, tal vez por causa de aquellos
pordioseros que llegaron a La Bodega. Repasaste la herencia recobrada por
Andrés, memorias de Benavito. La justicia convertida en luz de la divinidad, das
fliesserde Licht der Gottheit. Una vieja Torá en rollos y el Jüdische
Geheimgesetze. Cartas de la gringa Lecksinka a su padre Jerome y libros que
el Jinete Mayor, el rudo Dr. Leonard Wood, había hecho traer de New Hampshire,
y obsequió al Dr. Moritz. El interés de mi hijo por tales viejos textos de
medicina... A no ser por Andrés no se salva ni el legado de Moritz, sus muchas
notas... Te ha preocupado la parentela de Paquira, la rechazada. Te ha
conmovido la hospitalidad entre hermanas, siendo que una se cubría, con
mugriento chal.
Con telas de crudillo, también abrigaba a los niños,
flacos como la miseria, criaturas que procreó con negro. Y la hermana rica y la
hermana pobre se exhibieron la compasión, después de tantas riñas y odios entre
ellas. «Estos niños son currinches. ¡Qué lástima les tengo!», leímos de unas
cartas y tú viste los niños, ya mozos, con los ojos extrábicos, uno ya ciego.
Prematuros adultos que crecieron hambrientos, jóvenes desgastados, como espejo
de la niñez de Cuba...
Y, cuando se anunció, la matanza de 75 santiaguinos por
los ex-policías y el ejército privado, con esbirros del ex-Senador Rolando
Masferrer, me di cuenta de quién realmente eres: Valioso corazón tiene esta
varona de Riga, eres Judit resurgida y tu grito es el mismo de mi esposo, que
antepuso la misericordia a todo.... Por eso te bendigo aquí... En estos días,
mujeres de esos mismos masferreres de
codicia y pillaje, ¿recuerdas que llegaron a la casa a pedir firmas? Nos
dijeron que son damas respetables... que Castro no ha tomado el poder y, por
Matanzas y Santiago de Cuba, se anunció
que, una vez que lo tome, expropiará a los grandes terratenientes y a los
cañeros, que no sean del país... y se atrevieron a porfiar conmigo cuando les
dije: «Señoras: por más de 40 años he vivido en Cuba, yo no soy extranjera y. si
todo lo que tengo, Cuba lo necesitara, lo doy».
57. Niños Pedro Pan y guerra sicológica
«No puedo firmar tal petición... 'que no me quiten lo
mío', pues si el desarrollo de Cuba lo requiere, lo que heredo lo doy...
Firmaría que se acabe el pillaje. No esto», dijo.
Contra Mamá llegaron, con la guerra sicológica.
«Te van a quitar tu hijo».
«Para eso, primero deben matarme».
La Abuela salió en defensa con la misma voz.
«No me diga que después de 40 años en Cuba, no soy capaz
de velar la justicia por esta patria ni entiendo lo que pasa en el país y con
quienes están los americanos», la enojaron.
Dijeron 'usted sí que es Mariana Grajales, pero de la
izquierda', y Mamá saltaría más brava que Doña Malká: «Tampoco me digan que
firme nada; ni me hablen sobre los Niños
Pedro Pan ni sobre grupos de madres, con temor a perder sus hijos ante el
comunismo. No sean hipócritas... Grau sí ha estado matando niños de hambre y,
haciéndolo, con sus ladrones, matando el futuro de Cuba. Con sus dictaduras y
guardias asesinos, lo estuvo haciendo Gerardo Machado y Fulgencio Batista y
nunca abrieron la boca... Y no me hablen, como si fuera extranjera tampoco,
'about loosing children to communism'. Farsantes».
«¡Lárguense!», les gritaba.
«Ustedes tienen ya las maletas listas, el dinero en los
bancos suizos. Lo que temen perder (¡dónde cierra el paréntesis y el signo?
pues ya lo he leído en Caretas son las propiedades, las casas en El Vedado... Y
no es que yo no quiera los niños, o que los quiera adoctrinados... yo supliqué
a mi esposo, cuando vino a esta misma casa el Dr. Augusto Fernández Conde, de
la Asociación Médica Cubana, hace apenas unos años que fuese a Estambul y ante
médicos de todo el mundo en conferencia, denunciara las atrocidades que se
viven en Cuba, no por anuncios de Castro o Camilo Cienfuegos, sino por hechos
que se han vivido con Batista... y él fue a Turquía y lo dijo: Hay más médicos
en Daytona y Miami que médicos practicando su medicina para servir a los niños
en Cuba. Se van como los niños de Pedro Pan para ser los señoritos del
exilio... ¡Qué manera más infame de llorar por la niñez! si al mismo tiempo
están pidiendo la impunidad para policías asesinos y ladrones que están huyendo
de la Revolución con el tesoro del país y es que, en la mañana, ustedes salen a
la calle con lágrimas de cocodrilo, a pedir justicia, y en la noche a bailar en
los hoteles yankees...»
Por eso Doña Malká la bendijo. El plan de viaje a
Matanzas, el año pasado, lo interrumpió la bomba que en mayo destrozó el viejo
Molino de Tinguaró.
«Mas el celo del Señor puede más que el miedo y aquí,
Andresito, quería que me trajeras, cerca de las cosas de Benavito. El último
lugar santo que me queda. Esta finca, tu porción, que sea mi Sepulcro de
Majpelá... y aquí les bendigo, antes de que muera. La salud de mi alma es la
sonrisa y la felicidad de este momento... Voy a hablarles de lo que no volveré
a repetir más. No sé cuando me sorprenda la muerte, y muerte sin achaques no
hay y yo quiero ser enterrada en la isla de la esperanza, aquí en Matanzas...
¿No sienten, como yo, que en La Habana todo es trajín, menos tranquilo? Y será
peor, aún para nosotros que no matamos una mosca... La Habana y La Bodega son
ahora como el Valle de Sidón. En Cárdenas es diferente. Benavito me lo decía,
'aquí la Mar y la Mano de Dios, que es la Mar y la vida de lo Alto, me
acarician'. En La Habana, las pezuñas de La Baga, emisarios de Grau,
Alemán Casharo y falsos consoladores, llegaban cuando ustedes ni estaban
presentes, por andar en Europa, o en servicio médico-militar... Aquí es Dios
quien consuela»... piensa en el pobre de mi hijo, Sara.
Él quería reconstruir el Consultorio y refundar una
Clínica Médica, ¿pero quién puede? En La Habana, se izó el ultraje desde hace
mucho tiempo... y viste ya: tras unas elecciones de fraude y payasería, la
presión indetenible y triunfadora del Movimiento armado de Sierra Maestra,
Andrés Rivero Agüero, que ni siquiera puede jurar como presidente después del
simulacro, Batista en fila para llevarse 100 millones de dólares o más de la
arcas públicas, y sí se los llevó, se ha sabido ya de su fortuna en la isla de
Madeira, en Portugal no se hablaría de otra cosa, recibido su primer
depósito... todo ese sucio, no dejaría que mi hijo sea un médico familiar,
junto a quien puedas estar, porque te hizo tales promesas...
«... yo he sabido, Sara, de tu paciencia... ¡Ay, pequeño
Karl, guripa, que te traen de aquí y para allá! y ni siquiera se te ha
permitido que conozcas el espacio al que perteneces, te bendeciré. Tengo
palabras que darte para cuando ya no me veas ni puedas ponerte a espiar qué
hago, o suplicar que te haga un dibujo de tu carita preciosa, o te dibuje un
barco con piratas, o te pinte una rana verde con crayolas... ¿Has visto lo
bonito que es el campo?
No es poco ni mucho lo que pueda decirte. Eres tú quien
me bendices por nacer en casa. Si tu Abuelo te hubiera conocido, imaginaría que
el verdadero Amigo de Dios, Abraham antiguo, anda de nuevo por la tierra. Y
que, sin ver la Tierra Prometida, contigo la isla de la esperanza se ha vuelto
la Sión terrena y que sus tres esposas han dado fruto, digno de ellas... Lo
publicaría en El Diario de La Marina, si pudiera.
Compraría la portada a colores de Bohemia. ¡Ah sí!, haría paliques durante el Purim, cerrando las Calles de Obispo y Neptuno, con Miguel A.
Quevedo y de la Lastra, para festejar las tres esposas de Abraham, con quien el
mismo Dios andará... Estaría brincando de alegría por Sara, Agar y Ketura... y
yo sería tipo y figura de Ketura, del que descendió Bahá'u'lláh. Diría que el Pacto
Perpetua se ha sellado, el gran convenio que Dios hizo con Abraham, tiene
promesa contigo»...
«Yo he mandé a comprar el Ismaelillo de Martí, en La
Moderna Poesía, y vas a comenzar a leer más pronto que lo imaginado, yo
mismo leeré y te hablaré de él, como si fuera Abraham, el verdadero, porque, si
bien José Martí y Pérez lo escribió, seguro que Martí era el Príncipe Enano
que Abraham anhelara y Benavito, tu Abuelo, estuvo esperando un Príncipe Enano
que fuese su nieto, y yo sé que Martí, te querría como si fueses Ismaelillo, su
hijo... y te digo más, con mi berajá.
Este consejo también aplíqueselo todos... Cuando se tiene un pariente ladrón,
la vergüenza corre por dos caminos, o el ocultarla con racionalizaciones
mentirosas, o por la vía del servicio ideológico desmitificador, que es siempre
asignar las responsabilidades y no justificar al ladrón aunque nos duela...
pero de la Némesis nadie escapa aunque se esconda en el exilio y se ponga el
sanbenito de patriota sufrido... Es que no sé qué pueda suceder, si se van o se
quedan. Pero el Talmud dice: «Paz en tu entrar y paz en tu salir, paz
para con todos los hombres. Grande es la paz porque es el sello de todas las
bendiciones».
Y seguía la plegaria de Berajá: A ti, mi nietecito: Paz.
Shalom. Sé honesto en todo... No temas dar palabras ni nombres cuando quieras
sacar chispas de las piedras. Habla con corazón de buen testigo y calla lo que
no sepas. No presumas lo que no eres. Ni encubras la mentira. Sé valiente y
puro. Disfruta la vida, pero no el vicio. La valentía y el trabajo valen más
que el prestigio. Vé con Andrés,
después que yo lo bendiga, y mira este campo. Regocíjate. Si sales de Cuba,
recuérdalo como uno de los paisajes bello de la tierra en que naciste. Ama a
todas las Antillas. Aprende de cada una de ellas... En Haití, nacieron los
primeros negros que amaron la libertad e hicieron una República.... porque eres
un judío, en la Isla de la Esperanza, te diré: los judíos de las Antillas y,
especialmente, los de Curazao, apoyaron económicamente la gesta libertadora de
Simón Bolívar... Aprende sobre Simón Bolívar y de Francisco de Miranda... ya
habrá tiempo para que recuerdes esos nombres y aprendas poemas de Martí. Que
sean parte de lo que pongas en tu mezuzah...
No tengas miedo de la palabra hereje, malcristiano, pirata o conspirador...
busca en las vidas de ellos la verdad de lo que sintieron y pensaron y te
llevarás muchas sorpresas... piratas fueron Mordechai Ricardo, Yaakov Koriel,
David Abrabanel, muchos de los cuales, tienen cosas muy buenas de las que
anhelarás saber, porque, son mucho más que parches en un ojo, o manos de metal
con garfios, o banderas negras, o espadas y cañones...»
58. «Te doy mi berajá»
Malká agradecía y en su turno llegó a Andrés: Sé de tu
paciencia... y para ti también tengo bendiciones... ¡Ay, Andrés! Este es mi
regalo de alabanza, mi 'berakah' para que nos prosperes, y contigo, a través de
ti, sea Dios quien nos obsequie la tranquilidad que da salud. El no añade
tristeza con ella. Barak para ti, Andrés ben Barak, hijo de abundancia,
liberalidad de Dios que en ti no puso tormento, ni grilletes de mucho
pensamiento, verdadero tzadik, cabeza no de Almelo, sino cabeza del justo, la
bendición de Berak sea contigo, porque bendición sacerdotal de templo alguno no
recibiste. Indigno fue el templo que retiró de ti la 'Birjat HaKohenim'... pero
yo, la viuda del Viejo que te menospreció, te doy mi berajá, como palabra de mi
gratitud y mi humildad ante ti. No vengo de tradición aarónica para que mi
bendición sea válida, pero Dios oye a las benjamitas que han tenido que huir de
muchos mundos y no han visto la tierra prometida en Palestina, y se conforman
con una tumba modesta en la isla de la esperanza. No soy heliah Tzibur ni hablo en las congregaciones, pero con mis dedos en
la forman de Shin (W), con índice y corazón pegados el uno al otro y mis
meñiques y anular juntos también de la misma manera en ambas manos, te doy la
bendición, pronunciando: 'Yevarejeja Adonai veyishmereja, El Eterno te
bendiga y te guarde'...»
«Esto de los dedos lo aprendí de Benavito porque él sí
era rabino. Te bendijo a medias porque estaba enfermo. Tomaste su bendición
como milagros, como el más grande tesoro... Yo sólo soy una sombra, que se
bendice si te bendigo. No puedo atreverme a rituales ni asomarme a la sinagoga,
sino en días de mayor santidad... mas aún así, recibe esta sincera invocación
de Tu Bendecidor: 'Ya'er Adonai panav eleyja vijuneja'. Que Dios haga
que Su Presencia brille en ti y te garantice su gracia... Si mi hijo no
respondiera por Sara ni por Carlos, procura hacerlo tú. Que haya un varón
cerca, no les desampares... Si entras a la Revolución, lleva la paz; si sales
de la Revolución, lleva la paz y no mientas... te quedes o salgas de Cuba, que
la paz sea contigo. «No tropieces en un garbanzo», porque cerca de Sara y su
hijo, te encarezco que seas protección para ellos. Y te lo digo, porque aún con
tu crianza, junto a Rachel, Alicia y tu piedad para los hijos de Francisca
José, fuiste la protección y no hubo que decir, como Moritz, que lo mismo
tropezaste con un garbanzo que con la abundancia...
«¿Recuerdas a aquella carta de Moritz que guardara de tu
padre? La traje conmigo: 'Estoy triste porque mis hijas gastan exageradamente
en arrequives de gente vana; visten con las más finas telas y bordados. En su
casa, no faltan varias empleadas a sueldo para el aseo del hogar, en nada útil
se afanan. las tareas de cocina y, sobre todo, los encargos especiales con que
se complacen, ya no tienen norma ni ética de kósher. No hay almodrote ni
chuchuca en nuestros sábados, comen como gentiles el puerco... Y a mucha gente
me dice, Benavito, que en público hacen desprecios, bailan como rameras con
cualquier hombre, arriman el ascua a su sardina y ésto es aborrecible, porque
la pobreza y enfermedad vienen por estas causas... Los yerros de los médicos la
tierra los cubre, pero Dios los observa y los juzga. Dios ve con enojo a quien
pisa la sal y la vela que enciende por shabat, no la deja en la habitación con
luz».
`Después de callar la alegría de mi primer viaje a la
ruralía, preguntaron durante el regreso a La Habana cómo se sentía el Príncipe
Enano. Muy cansado. Tío Andrés me hizo caminar por el campo., hurgar por los
sembradíos, árboles de fruta de las que comimos.
Era un sábado de ayuno. Es cierto que la casa de la
hacienda estaba abandonada, en malas condiciones para pernoctar cómodamente.
Había sido un viaje calculado para un día, intenso y simbólico.
«Estoy tan cansado, Abuelita».
59. La parte de César
«¿Qué? ¿Regresarías a la finca de Ceiba Mocha de tu tío
Andrés?», preguntó Sara.
«¡Claro que sí, Mamá! Además ya no es de Tío Andrés. ¡Es
mía!»
«Ahora esto es tuyo!», confirmó él.
«¿Te dijo eso?», preguntó La Abuela.
«Entonces, Ceiba Mocha ya no es de Bartolo».
«De Bartolo y mía, porque Bartolo le dijo a Tío Andrés.
¡Ahora esto es de Karl y tuyo para que él traiga un helicóptero y tenga muchos
animalitos, hasta cotorras! Y Andrés me dijo: Toma toda esta tierra para ti.
Toda, pero yo le dije: Le daré la parte de Bartolo a mi Mamá, por si Bartolo se
olvida de lo que te dijo. ¡Qué bueno eres, Andrés!», dijo el chiquillo y
comenzó a besarlo por todo su rostro y las manos.
« ¡Te la di! Toda para ti y tu mamá», reafirmó Andrés.
Vio al niño dormirse en el tren con una cara de felicidad infinita.
60. «Tu misión: Estar con tu marido»
(...) todos los hombres son hermanos en naturaleza, de que todos los
hombres deben recibir igual instrucción sin privilegios de castas, de que todas
las escuelas deben ser neutrales en creencias religiosas y políticas,
respetando la creencia religiosa del católico, del mahometano, del budista, del
brahamano, del judío, etc.; y siguiendo sólo la senda de la ilustración y del
progreso, caminando paso a paso a la perfección que tanto anhela, estoy segura,
segurísima, de que el mismo clericalismo que hoy vocifera en contra del
laicismo (...) estaría lejos, muy lejos de tocar las consecuencias de estar en
abierta guerra de religión con la enseñanza(...) He ahí lo que hallará (el
hombre) en el laicismo: ciencia, moral, justicia (...) Y hay que comprender que
la Escuela laica es la escuela del pueblo, la única verdaderamente liberal y la
única que puede converger con los ideales del siglo (...) la Escuela laica
existirá porque lo pide el siglo, el progreso y el indiferentismo popular: Teresa Mañé i Miravet (alias Soledad Gustavo), 1 de abril de 1888, en: «El Vendaval»
¡Cómo odiaba Mamá este consejo seudo beatón y, como todo
lo beatón, falso! Que la misión de la mujer es 'estarse con su marido, en las
buenas y en las malas'.
«¿Y qué tal, si la primera de las malas circunstancias,
es que el marido es malo, golpeador, mentiroso, vicioso y asesino?»,
reaccionaba ella.
La misión de una mujer es conocer a un 'camarada' y, con
él, formar una familia decente y proyectarse como tal en su vecindario y, si no
hay camaradas en el vecindario, por ser distintos a ellos, contribuir a
formarlos. «Sin vecinos solidarios, no hay patria. No son posibles cooperación
y alianza, políticas de buena vecindad».
Habían vuelto las recauda-firmas a llevarse fuera de La
Habana a otros 14,000 niños y metían miedo a las judías para que sumen a la
causa y con el grupo pasen la voz y se apresuren a salvar los niños,
enviándolos al exilio...
Con unas pocas amigas entre los con que Sara hizo migas
en La Habana, se hizo muy claro su concepto. La fidelidad es sólo para el
servicio santo. « ¿Pero entiendes qué es servicio santo? Educar». Estar con el
marido puede ser una causa perdida: una guerra sin frutos y una pérdida del
tiempo. El marido no es un esposo. Con el marido, se hace reeducación,
inclusive se le reeduca sexualmente; con el esposo, ya se Comparte y se hace el
Sexo».
Mas estar con el esposo son palabras mayores, sojuzgarse
por el marido es una blasfemia, y no es lo mismo.
Entre algunos libros, siendo novia de Abram, y que Sara
se leyó antes de su boda en Sevilla, sacó de un baúl de la casa, el libro
favorito que de Teresa Mañé su madre anarquista, muerta, tenía muy guardado: El
amor libre (1889). Este no, necesariamente, un manual de infidelidades o de
fornicaciones. Quiere llevar consigo este libro a La Habana. Ahora fue la
oportunidad, casi diez años después, de sacarlo del sótano de La Bodega y
hablar sobre él con sus a amigas sobre cómo pensó que se reeducarán a los
machos que aspiran a casarse con una Abeja Machiega, con una reina. Es un libro
sobre cómo educar a los camaradas para que no se comporten como obreros
estériles y violentos. Para que no tengan, ni el amor ni en la política, esa
mentalidad voraz y calculadora de los Maquiavelo, que son los ingenieros de tantos
tipos de poder sobre hombres, mujeres y naciones.
Acerca de Teresa Mañé, Sarita La Abeja conversó muchas
veces con el Dr. Abram, con quien se casó al fin de cuentas, pero él es reacio
a oírla, ni aun cuando todavía ni estaban atrapados en cautividad por
circunstancias como las presentes y él carecía ambiciones materiales y
políticas.
Es que, Mañé la maestra olía (y todavía huele) a
anarquismo y, es cierto, es la tradición de los de Riga: Ricardo Mella, Anselmo
Lorenzo y otros/as. La tradición de Abram es sentirse, o admirar, a los
cruzados, guerreros dogmáticos que, en el fondo, aman lo heroico y se van a la
guerras en pos de riqueza, vanidad, lujo y, al fin de la guerra, demandan algo
más que condecoraciones, el ocio propicio a la meditación profana, el
humanismo, que escupirán sobre las ciudades de la antigüedad, porque ya las han
convertido en escombros.
«¿Qué más quieres Abram? Eres tan occidental como esta
guerra misma, de bombas atómicas y misiles de Krupp», le dijo ella recién
casada, cuando él se fue a Baltimore y, sin ganar dinero todavía, ya pensaba en
comprar allá una casa con la arquitectura federal de los edificios de Johns
Hopkins.
Según Sara rememora, el fantasma de su madre en la tumba,
se revolcaría de ira si supiera lo que este hombre piensa. Le habría recordado,
si viviera, que no es de su camada. «Tú le llevas siglos de pensamiento crítico
a todos los Abram, antes y después de Benavito».
Le latía que es cierto. Es que Sara le dijo que sus
anarquistas, al estilo de la Mañé y Teresa Claramunt, otrora feminista anarca y
una de las últimas, él les despreciaba, mas ellas sí entendían la vuelta a la
naturaleza, el paisaje y el desnudo en las artes, el lenguaje popular en la
literatura, la ciencia experimental, de un modo más profundo que la mística de
la armonía kepleriana y las hipótesis estético-metafísicas, base del galileísmo
investigativo que a los Abram les obseden. «Invocar esas alianzas del Papa
Alejandro VI que echan a los turcos contra los venecianos, que ponen al
Leonardo da Vinci, en sus laboriosas noches del hospital Santa María, a buscar
el secreto de la vida y de la muerte por examinar cadáveres, no nos es
necesaria a nosotras las mujeres. Somos madres, no execramos cadáveres abiertos
por aquello que decía el castrado Abelardo, el nominalista, 'no se debe creer
sin pruebas', pero, ¡carajo, si la vida no se ve a ojo pelado, bajo una lupa!
¿qué tal si la prueba es oír dentro del corazón, y no en una osamenta seca,
para gritar ansiosamente, suplantando a Dios, como Da Vinci: «Voglio fare
miracoli!»
«¿Qué tal si el misterio de la vida es un oír, no un ver,
o guardar ombligos o tripas en un frasco de alcoholes?»
Hallarás a tu hermano de seis alas. En tu exilio, lo
pongo y lo llamo Peniel, Quien defiende tu Norte de cualquier extravío y tu
lugar terrible disuelve para el necio.
Binah, la Madre de los Niños, te envía sus bendiciones.
Como un susurro de las Nanas Celestes: silba la brisa de Em ha'Banim, te tranquiliza tu madre, crío, y exhorta: «Duerme»,
aunque no quieras dormirte.
¡Qué duro ha de ser, Jacob desobediente, que haya que
enviar al Sefirot alado, al más radiante de todos al reino de Malkut en tu
presente Olam Hazeh; pero vas a ver lo sublime: Peniel accederá al norte de HaMaqom y vas a ser el Nuevo Hombre en
el mundo de hoy, en la esfera de temores.
[13-11-2000: Carlos López Dzur: «Seforot ha'Midot»]
El
método de la Abeja fue siempre como un vuelo del ángel que le dice: No abras
ese cadáver todavía. Al cadáver se le fue la vida. Abre tu corazón y aprende.
Es más útil que rasgar el pecho, o hacer sacrificios sangrientos, como la
guerra o la eugenesia nazi. ¿Qué? ¿No entiendes lo que Peniel, rostro de Dios,
viene y te dice cuando descoyunta tu muslo y te lleva ante Binah, la Madre de
los Niños? Si quieres ver lo sublime, hay
otra Ciencia, a la manera al norte de HaMaqom y no es un terrible en medio de
la guerra... No se necesita la guerra y la plaga para aprender de los males...
La Reina de la Empatía y del Conocimiento es una Serpiente. Dios no hizo un
Toro para hablar de Sabiduría. El Toro es simplemente la fuerza y quien ha de
criar a un hijo de sabiduría y educarlo para la libertad, soy yo, con la manera
de la Serpiente, astuto y tierno como una paloma. Y la Serpiente y la Paloma
que yo te propongo. Es una escuela laica, como aquella que fundara Mañé. Ella
fue la primera maestra laica del Estado español. Con la ayuda de Bertomeu
Gabarró, ella abrió la primera escuela laica en Vilanova y, si no hubiera en
Cataluña, una escuela como ésa, seamos tú y yo camaradas en la tarea de fundar
una, o tenerla en la casa.
Ni me gustan los prushím («fariseos») ni los tzukím
(«saduceos»). Ni La Becerra ni los gringos prusianos, o esos colegios militares
que llamaste fabulosos y espléndidos. Sí, como Cicerón, te diría: «Sin la
historia uno permanecería siempre como un niño»; pero no se trata de buscar una
tradición académica, a lo petrarca.
Tirar a un niño, solo, uno entre muchos, en la lata de sardinas... La historia
humana caduca; pero la historia divina es eterna y no niega la dialéctica y
nosotros somos la semilla, el primer cimiento de ese niño, y hay que tenerlo
con nosotros; pero nosotros ser la Unidad / la unidad de los camaradas / y, por
desgracia, no lo somos.
«¿Dónde está tu mente, hijo, si no en quitar a Batista
(de acuerdo, es necesario) para poner a los gringos y atajar a Fidel Castro?
Entonces, ¿a quién tienes en mente para que sustituya a los ladrones?»
Yo si tengo algo en mente: la prioridad es nuestro hijo.
Y eso no significa que yo sea una de esas damas, con miedo, que embarcaré a
Karl en los vuelos de Peter Pan, o lo vea, ¡ay, mi niño! como sub-producto que
se engendra en el estilo gracias a la publicidad de la película de Disney, o
ese inicial The Boy Who Wouldn't Grow Up y que termina siendo un
duendecillo, como Pan con su flauta, en Never Land, sátiro que nunca crece,
contrario al Sileno mitológico... un putillo en camisa de mangas cortas,
gorrito de pluma y orejas de reno... yo quiero un niño que vuele de verdad y
que no sea el Niño Perdido entre indios, piratas, fantasmas y sirenas. Un niño
real que no vuele, si no ha de volar con la imaginación creadora y alas de amor
concreto.
Casi a finales de enero, el Dr. Abram visitó a su mujer.
«Me dijeron que te vieron en la calle. Hablaste con las
judías de Obispo».
«Mas bien, ellas vinieron».
«Te dije que no salgas a la calle, porque hay muchos
disparos de francotiradores».
«¿Me cuidas, me celas o me espías?»
«No mientas. Me encabrona».
Para esquivar la pregunta de su esposa, él se refirió a
los periódicos sobre la mesa y el libro que vio, 'El amor libre' y ejemplares
de «La Revista Blanca, al que prefería llamar La Revista Roja».
«Imagino que ya leíste lo que acaba de ordenar El
Caballo», se refiere a Castro, «utilizó el Estadio de La Habana y se planchó a
Jesús Sosa delante de auditorio lleno».
«Fue generoso. Estaba condenado a muerte, ¿no estás
contento? ¿Eres anti-Batista, o ya no?»
«Frente a 18,000 comunistas y 300 periodistas del mundo
lo expulsó de país».
«Eso nos puede suceder a nosotros, ¿o no?»
«El juez del Tribunal Militar, Dr. Sori Marín, me conoce.
El Mayor Chibás, no. Es receloso».
«Quienes protestaron por una ejecuciones en la noche, un
par de ellas, vino en la mañana. Pedían firmas para que sigamos salvando niños
de los contrarrevolucionarios y apoyando a los peter-panes», informó ella.
«Le sigue el capitán Morejón. A ese sí, al paredón. Es un
incendiario».
«¿Tienes miedo?»
«No por mí... Bueno, en fin de cuentas, ¿por qué querías
verme?»
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