Monday, August 25, 2008

La Gran Migración de los hipócritas





A Roger Williams que vivió escandalizado
por la intolerancia de las primeras migraciones



Habla usted sobre las grandes cosas.
Con seño inconformista dice sus razones.
Con boca de odio, enumera su agenda.
Excluye a muchos hombres de su comunión.
En pleno, a la Iglesia de Inglaterra.
Esta ha de ser su demonio.
Allí a ninguno llamará su hermano.

Habla usted sobre las grandes cosas.
Libertad por el espíritu.
Lo sagrado. Vida eterna.
Lo sublime. El sufrimiento.
Y esta separación física, territorial que, al final,
es la misión que Dios le ha dado, el sacrificio
de abrirse paso en la mar y hallar el mundo nuevo,
la tierra amplia, distante, casi infinita,
aunque no querrá compartirla con ninguno.

¿La tierra nueva. esta Roca y el Convenio?
Dios se la da. Dios se la va quitando
al indio. Dios con el negro
los hará poderosos, prósperos,
benditos, selectos.
Libres.
Sublimes.
Dueños de la Gracia Irresistible.

2.

Thomas Hunt ha comenzado bien,
según me cuentan ustedes.
Secuestró 20 indios de Patuxet y otros siete de Nausett
(y ha buscado venderlos como esclavos en Europa);
pero, Tisquantum, ha sido bueno con la Colonia de Plymouth
Es un alma de Dios, pero sin alma.
Si no acepta la fe, hay que matarlo.

Y en los Viñedos de Marta y Cape Cod
ha comenzado la matanza; por no decir,
la guerra de colonos y los hijos de Wampanoag.

Mas viene usted, Miles Standish, a hablar
de muchas cosas importantes. La fe con que Dios
nos conoce de antemano, como dice Calvino,
y nos da su Gracia Irresistible. Dios predestina
y a sus selectos inspira su caldo de cultivo,
ética más propicia para el desarrollo de la hacienda,
el gobierno, la economía capitalista,
la libertad en su oportuno momento.
Charisma weberiana.

Y por eso están llegando y van
a llegar más, todos aquellos que no mueran
por fiebres y viruelas, por sífilis y vómitos,
por fiebres hememorrágicas del indio,
castigos que Dios da al que no cree
y no le ayuda al blanco misionero.

Van a vaciar, si fuese necesario, toda Escocia,
dejarán Inglaterra, Irlanda, Londres, por esta
provincia calvinista del que Plymount
da señal bajo el cielo y en el Hudson.

Grande es la medida de la Gracia
y hasta la bendición de los negros
ha dispuesto Dios mismo, desde 1619.

Han llegado a Virginia, tristemente, con ellos
las viruelas de los mercaderes, la muerte.
Hay uina plaga en Londres desde 1625.

3.

Como apóstoles se nombran entre ustedes,
se proclaman peregrinos y llegan,
y la Nueva Inglaterra los suma a ritmo de raudales,
«gracias, Dios, el mundo es ancho
¡Y nos salvamos!»


Cinco mil, diez mil, 20 mil, 50 mil…
y ésto sin contar
a los que arriban a las colonias
del Caribe, a las Bermudas…

Todos vienen, con la Biblia
en la memoria, con himnos en el pensamiento.
¡Salvos, salvos, pero matando a su paso
indios que no cuentan con otra cosa
que las piedras y el coraje
y su adrenalina.

En Lancanshire se resolverá
con la hoguera las cacerías de brujas
y, pobre de tí, Roger Williams,
porque ya no te quiere Massachussetts
y pobre de Servet que explica
a protestantes cómo fluye la sangre,
cómo se derrama y se envenena
con la ira, pobre de Galileo
cuando abjura su fe copernicana...
La Inquisición no tiene patria
ni vergüenza, lo mismo la justifica
el peregrino que el Obispo William Lord.

4.

Acerca de Carlos I, el rey, no callan.
Son políticos. Son abiertamente desafiantes.
No se quedan. Se van. Se van a inocultar
en el odio donde haya tierras
y crédulos. Y llegan y no se sienten hermanos
de nadie. Y juzgan a Carlos 1, Dios juzga
por ellos y juzgan por Dios. Ya no saben,
¿adoptaron el divino derecho de los reyes?

Él no es como Jaime el Viejo
(su hermano que era sabio, «él dialogaba, nos oía, éste no»);
Carlos es irresoluto, secretivo, terco, auto-justificado,
demasiado opinante, tenaz, confrontativo.

«Carlos no es de nosotros; él es católico romano,
amigo del Obispo; él apela a los folletos».
Levantará las restriccciones
otrora impuestas
contra el catolicismo.
Va a desandar la senda
del oficialismo protestante.

5.

Y por eso se van.
Y por eso han llegado... 10,000,
20,000,
50,000,
60,000 migrantes.

Y, desde las Cámara de los Comunes,
John Pym les dice: «Vayan que yo aquí me quedo
y combato a Montagu».
Que son dos lenguaraces
el que escribió Appello Caesare
y se compara con el Apóstol Pablo;
Montagu y Carlos son los enemigos.
Como judíos perseguidos, nosotros…

Habla usted sobre las grandes cosas
Y vienen... Ya son 60,000: The Great Migration.
Y usted, el jefe de Plymonth, se cree
una copia en blanco y negro de Calvino,
la doctrina que no le gusta a Carlos.

El utiliza los panfletos de Montagu.
Con ellos ataca a puritanos en el Parlamento.
Usted con la lengua todo tocan,
ensucian, lo perforan. Asco dice que les da
que Carlos busque alianzas con España.
«No son las convenientes» según dicen
ustedes que lo saben todo y se creen reyes,
selectos por la gracia de Calvino.

«El catolicismo hace a las mujeres
sumisas, matreras, ignorantes; a los hombres
judíos déspotas, violentos, usureros».

¡Qué lengua: con razón Carlos no les quiso!
Usted que viene con los suyos
es peligroso por más de lo que dice.

A usted parece que no le importa que le cuenten
las proeza de sus pioneros en Virginia.
Usted viene a filosofar en torno al rey
al que llama el infame, opininante,
terco, autoijustificado, defensor
de sus derechos divinos; pero, ¿usted?
como él filosofa, como a él temo...

Acaso, cuando enjuicia, ¿se piensa
tan exento de poderes absolutos?
Usted Y él son casi lo mismo.
Usted lo juzga un creyente del Derecho Divino
de los Reyes y él le juzga
un majadero, divisor, inconformista.
Usted menciona a la princesa Enriqueta María,
y por sólo ser francesa no le gusta
y la ofende. «Es católica», dice...

Usted viene a filosofar y a defender su ruta
a la Nueva Inglaterra y yo siento
como el indio: tengo miedo,
miedo de la Gracia Irresistible
de Calvino, miedo de los puritanos...

13-02-2003 / Canto al hermetismo

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