ELLA SE FUE DE COMPRAS
Con viajes al Pueblo, a pasito lento
de camino, porque a pie, en mi caso,
me cansaré fatigado como ella,
Mas ahi vamos.
Depende nuestro invierno de cuando vayamos
bajo el Sol tropicaloso y ardiente...
Y Mamá, dulce Abeja, hembra de estrella
que se vuelve avellana, ardillita traviesa,
juguetona, hoy silba, brinca como mosquita loca
de pared a pared, y en cada flor de la casa
deja sus vuelos de mariposa.
Y, como un ruiseñor o sépase qué avecilla,
tiene una canción en labios,
una melodía sin letra, pero sonora,
obsesivamente contagiosa y agradable como miel.
Lo sé. Es que como ayer también
visitara a los enfermos, a los tristes,
a gente a quien compró alguna cosa cosilla
para que menos soledad haya en invierno,
Ella es la que mira lo uno y lo otro, pensando en ellos
y se traerá lo que necesitan, a plazos,
en lay-away, a fiado. Sabe ya lo que anhelan.
2.
Vine cargado de paquetes, yo tan sudoso
que hoy casi ni me levanto; pero, ella quedó dura,
cantarina, resistente, madrugó silbando,
silbando, silbando, silbando.
Y esto durará meses y meses; posiblemente,
antes que el invierno llegue, me dirá lo mismo:
«Esta vez iremos el campo. Hay que visitar
a la Abuela, a nuestras dos abuelitas,
a Cidral, a Mirabales, a El Guacio,
a ver los viejos Alicea,
los Prat, los Arce, los Luiggi,
los Brignoni, los Vélez,
los Ortices y Arocena, y «claro, hijito,
tus animalitos, y la nena que te gusta
de tu escuela, a quien escribes
en secreto, tu prima de ojos azules
sí, la de versos que escondes
para quien vive en El Guacio».
CARLOS LOPEZ DZUR
LAS ZONAS DEL CARACTER, ps. 99-104
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