Monday, August 17, 2009

Hugo Chávez y el combate

A Hugo Chávez, presidente de Venezuela

El entusiasmo por las apuestas desafía las expectativas con anticipación. La boletería ha sido vendida a tres meses de plazo. En la Bolsa de Wall Street hay especulaciones. El cupo en la Arena del Caesar's es limitado; pero la demanda irrumpe en cifras de multiplicación vertical. La reventa de asientos escala astronómicamente con el signo $$$.

«¿Quién no quiere ver ésto? ¡La lucha del siglo!», comenta el hombre de la calle.

Un cálculo asegura que decenas de miles de turistas de Oriente y Occidente, de Europa y Asia, vendrían a ver ese combate. Sin embargo, América Latina es la invitada de honor. ¡Hugo, ícono criollo, es el motivo! Midas comenzó a tocarlo con una varita mágica! Quiera él o no.

Para fines de propaganda eficiente, el controlador de la Luna y de las estaciones (supongo que se alude a las redes de TV y a la regularidad predictible del clima) aseguró que la contienda pugilística a presentarse en Las Vegas, por sus dos atracciones de cartel, no podría ser mejor. Llueva, truene o relampaguée.

Varuna Productions, por vías de su portavoz, entidad de cardinal y persuasiva sabiduría a la que mejor se conoce por la Mitra Smith & Associates, dijo: El sol no saldrá para todos este día: ¡Será una lucha a muerte!

A 15 rounds o un máximo de 20 vueltas, en competencia por la Corona de Federico el Grande, en la categoría de Venus Genetrix, la bien parida y siempre ponderada Madre de Occidente, se molerían a puños y patadas...

Uncle Joe vs. Uncle Sam, el favorito.


«Duelo de prusianos», del «Bien contra el Mal», advertía la propaganda.

Ningún espectáculo de sangre se había organizado, con sin fín de rigor y cautela, desde los tiempos de la Guerra Fría y la Operación Styx, río del odio, en las Tierras de Arcadia, allá por los años de la Nanita...

No sólo deportistas publicitan y ponderan lo que habrá como espectáculo y destino sobre la lona... y no es que el combate sea el fin del mundo; pero, aún los especialistas multidisciplinarios, periodistas, científicos sociales, teólogos y politólogos, meten la cuchara. Argumentan: se trata de un conflicto entre titanes de mundos paralelos.

«Tendremos que abrir ojos y orejotas como el Dr. Spock porque éste puede que sea el primer ¡Gran Ay! de los que han cerrado sus oídos a la Missa Sponsatium», dijo cierti televangelista que defiende los valores teologales del Occidente calvinístico-luterano y quien rechaza un orden de fortaleza viceral, que se alejó de la prudencia y la humildad, «yéndose al extremo ateo, materialista y antiestadounidense».

«Es hora de eliminar a Chávez. Lo queremos vivo o muerto», dijo.

Todo puede ocurrir cuando los dos gigantes anunciados, Uncle Sam vs. Uncle Josef, comiencen a echarse trompicones. Si alguien perdiera, por mareo o por ansiedad, un instante de atención... puede que se pierda un descontón, por la vía ligera; se sorprendería sin antalgia porque quien lo recibirá, en carne y hueso y ¡a revolcarse zopilote! será uno de los contendientes. Y aquí no hay FEMA que subsidie el desastre. ¡Sólo el pueblo de carne y hueso que no tiene para apostar con Varuna Productions!

Mitra Smith no oculta que las apuestas del «público conocedor» se inclinan a Uncle Sam. El verdadero prusianismo es la izquierda dictatorial de los Ceausecu y los Milosevic. En Oriente, Saddam; en el Caribe y el Sur, Castro, Chávez, Kischner...

A Hugo, en particular, lo utilizarán con el escarnio con que Midas vuelve, al magiar, el exremento en oro y el oro en excremento.

Los creyentes en las virtudes cardinales de justicia y caridad hicieron bloque con el Uncle Josef y sus puños militantes, por lo que, a riesgo de que se hagan contra él las consabidas acusaciones de servir al populismo descarado, Hugo Chávez fue citado tergiversadamente cuando expresó:

La Missa Sponsatium es para el hombre concreto, que es el pueblo que se empobrece cada día, acá abajo; pero cuyo martillo y su hoz están segando la tierra, construyendo los puentes, con su propia fortaleza, en el presente histórico. Dios está con la hoz, con el Makka-bah... Somos los verdaderos macabeos, sacerdotes del porvenir de la Tierra y el Cielo y a los prusianos vamos a arrebatar la Corona de Felipe el Grande. Esa faja es nuestra y la entregaremos a quien de veras la merece y no será ya más de los que han convertido la democracia capitalista en una palabra vacía, vox et praeterea nil.

«¿Qué tiene que ver Prusia e Israel?», se preguntan los expertos de la izquierda.

Fidel Castro dijo, desde La Habana, que estaba en conversaciones con uno que otro teólogo de la liberación porque el pueblo cristiano «dio un beso de paz a los que se casan con la verdad y el amor».

Ya se ha verificado que, en las primeras filas, con su boleto pagado, en la Arena de Titanes, se sentarán José Napoleón Duarte, Francisco Flores, René Barrientos, Carlos Romero Barceló, a su lado Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán, lavadinero de Manuel Noriega, según informes adquiridos pot Jorge Ramos Avalos; Noriega es un otrora informador de la CIA (Uncle Sam) y, basados en otras fuentes, se asegura que van a enchirorarlo si pierde el Tío Sam su apuesta en este brete; Colhor de Melo, corrupto según la briba carioca, está en mares profundos, pero sus últimas apuestas son para Samuelito de Capitol Hill.

Andrés Pastrana, con asesores en la Iniciativa Regional Andina, ocupará un asiento, codo a codo, junto a Abadalá Bucaram y Jamiel Mahual, que prefierió irse a la izquierda, donde una orquesta de salsa pachangueará cada vez que peguen a Uncle Josef un sólido y contundente trompazo; Carlos Andrés Pérez no quiso su asiento al lado del General Alfredo Strossner, porque Carlos Andrés cree todavía, como el peruano Vargas Llosa que la narcodictadura y los petrodólares son el dolor de las venas abiertas latinoamericanas y prefiere una distancia, su categoría, frente a esa morraya derechista y narcotraficoide.

Habrá que hacer un altar a Don Francisco porque él quiere ser testigo de este trance histórico, pero no quiere juntarse con la chusma. El es Don Neutro. El Nadie-Todo.

Alfredo Strossner está recién expulso por el General Andrés Rodríguez y, así hay otros que posarán para la camarilla unclesamsoide y, en consecuencia, serán los que sigan el ritmo que se toque; pero no quieren ser asociados unos a otros, como si los nombres en sombras del Fujishock fuese tan deplorable, como los casos de Montesinos y la necesidad de Alberto de volver a sus raíces, sus ancestros, al renunciar a su tercer periodo para evitar ser extraditado. Es él de los que apuesta por el lucro, no por principios.

De los latinoamericanos presentes, ninguno como él, pobre Hugo con nombre de huracán y hugonote trasnochado, para recibir los chiflidos de la chusma. Otros prusianos no fueron tan vapuleados como los fanáticos de la apuesta josefiana.

Hugo sería el ogro de la noche. Le dijeron stalinista, enemigo de la perestroika, dador de gato por liebre; pero, él no hizo caso porque la sumisón ciega, más peligrosa, define a los adoradores de los intervencionistas que han convertido la verdad, la fortaleza y la justicia, «en un simulacro de ET, en duendes intrusos, los perversos de las caricaturas, paraísos de enemigos imaginarios».

Se quejó Hugo que no se hizo una toma en video del interior del camerino del Uncle Josef; él prefería llamarlo el Camarada o Tío José. No hubo trato igual. Sin embargo, las cámaras televisivas, a cada momento, efigiaban hasta los bostezos de Uncle Sam.

En una toma videográfica para las supercadenas, Uncle Sam estaba tendido bocabajo con Henry Kissinger masajándole la nalga derecha y Rumfeld, la izquierda. A Reagan lo tenían, tras bambalinas, porque estaba perdido en las batuecas sin saber de qué se trataba todo aquello, pero bien que supo alguna vez cuando estuvo en sus cabales. A Bush, padre, a raya lo tenían los guardias porque trajo una trusa de cincuenta estrellas queriendo robar la gloria de las cámaras y ser él que saliera a terminar lo que Reagan no pudo. Al pobre Daniel Ortega no lo pelan. «Está más quemado que un cartucho viejo», elucidan desde Miami.

En vano le explicaban: «Este es el momento de Tío Sam, después de tu Guerra en el Golfo. No es aquí el Comandante Ortega, quien nos importa. Y muchos menos Marcos, el encapuchado. Hoy no estamos en las batuecas de Clinton, en sus mamadas. Estamos en un circo más profundo: estamos ante las puertas de un nuevo paradigma. Esta ha de ser la victoria, no la suprema parnafernalia eleccionaria».

Y en las pancartas Uncle Sam salía vestido, con su muy consabido sombrero de copa y sus venerables barbas, al lado del León del Orgullo, porque se sabía a big shot, invencible por ninguno. A Jimmy Carter lo excluyeron por blandengue… Se hablo de los héroes de la patria... Para nombrar a algunos, se mencionó a John Wayne, Gene Autry, Frank Sinatra, Marlon Brando, Marilyn Monroe, Pato Donald, Mickey Mouse, The Terminator, etc.

En la presentación promocional antes de que subieran a la Arena del Caesar's Palace los protagonistas de los chingadazos, con sus simpatizantes, un séquito selecto cruzó delante de la fila más discreta que puso sus billetes en la apuesta de Uncle Josef. Allí, sentado, está el mismísimo Hugo Chávez, quien expulsó a Carlos Andrés Pérez y creó el Partido de la Quinta República, el neobolivarismo; ex-funcionarios de la Vieja Izquierda reeditaron su presencia, porque ya se habló sobre la muerte de la historia, la libertad real (que no tiene que ver con esa democracia de hurtadillas y simulacros) y, a su lado, Alejandro Toledo y Tabaré, el uruguayo.

En una esquina de la izquierda, que antes medio huyó de este gran pugilato, abocándose a su nihilismo y su escepticismo profundo, se vio la delegación mexicana encabezada por López Obrador y otros de su pejerío.

Chávez sonrió incrédulamente.

Por la faja prusiana del Honor y el Heroísmo, por la supremacía de la arrogancia anglocaucásica, la sajonía castrense, la sumisión ciega a la Maquinaria del Estado, por el cetro de los chingadasos, por la Federación de Federico el Grande y el choque de cultura, antes conocido Kulturkampf, se imaginó que es anticipo de la lucha que provocara el derrumbamiento del Muro de Berlín.

Hoy la Venus Genetrix había que convertirla en símbolo de la democracia verdadera porque los prusianos en la Capital del Distrito de Columbia, Capitol Hills, la transformaron al robarla en el símbolo del óvulo pudrido en los prostíbulos de la violencia universal.


28-06-2004 / Indice: El corazón del monstruo

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