Thursday, May 27, 2010

Gustavo, el maestro / Frag. 9 y 10


9. Un demonio vestido de santito

Como Gustavo, el profesor Phillips tuvo una vez que evaluar si vale la pena quedarse en una escuela donde la directora, junto a su grupo de administradores, piensa que su vida debe ponerse en riesgo, como la pone el soldado, bajo órdenes del Alto Mando. El no es un soldado, a; meno, no uno como son otros dizque patróticos estadounidenses, a quines se festeja durante el «Memorial Day». El es un soldado que nadie festeje y que no va armado a ningún lado. El lenguaje, las artes persuasivas y la paciencia son sus armas.

Phillips cree en el lema: «Mente sana en cuerpo sano». Enseña educación física, salud y deportes. El da el ejemplo. Es un atleta, ágil, experto en una o dos corrientes de artes marciales. Por su altura y rapidez, destacó a nivel colegial como baloncelista. Ha podido, si siguiera los bajos instintos de la ambición, ser hombre rico. Asociarse a las empresas, la publicidad, el deporte profesional en distintos campos. El circo de los estadios recauda más que las escuelas y da salarios millonarios. Pero Phllips es un patriota de los que no necesita el «sacrificio supremo» de los riesgos y la muerte. Su deber está con el alumnado: verlos ejercitarse sanamente y, por fortuna, Santa Ana H.S., «Home of the Saints», en los tiempos en que Gustavo y él, enseñaban allí, tenía las mejores oportunidades para ese vínculo ético-pedagógico con los jóvenes. Allá, en el Oste de la Calle Walnut, junto a los educadores, Scott, Jason y la directora de la Oficina de Atletismo, impartían los cursos cursos diseñados para que el estudiante adquiera el conocimiento del «Bienestar», esto es, niveles óptimos de salud. Algunos estudantes hasta diseñan su muy personal programa de salud, mas es el educador Phillips quien más conscientes les hace ante la resistencia cardiovascular de cada uno, la fortaleza de sus músculos, la flexibilidad de la composición de sus cuerpos y enseña las actitudes apropiadas ante la nutrición, así como habilidades y valores de apoyo al bienestar, la eficiencia y expresividad de los movimientos posibles del cuerpo, la autodirección y confianza.

En el parque al aire libre, o en la cancha Bajo techo, Phillips es hombre importante. Quien tiene aptitudes para entrar en clases deportivas y, sobre todo, en los equipos de SAHS, es porque la carta de recomendación de él da el visto. No basta ser grandullón, físicamente imponente, aparentemente saludable; para que a los ojos de un experto, como Phillips, no quede sin cotejar la lozanía o transparencia de espíritu. A él le gusta el lema, o motto, de la escuela: «Hogar de los Santos» y «Whatever it takes for student success», cualquiera sea el valor y sacrificio necesario, para sacar ese santo de la pasividad y transformarlo en motor activo del cuerpo, Phillips lo hace. Lo mismo Gustavo, quien le dice: «De ahí mismo parto para rescatar el héroe interno, el trascendete espíritu, dentro del cuerpo del alumno. Hay que pensarlos santos, internamente. El más importante momento de sus vidas es cuando uno les muestra la santidad, la divinidad verdadera, que puede estar escondida entre los huesos, en lo profundo de las vísceras».

«Has de saber que no todos los alumnos son santos en SHHS. O no quieren ver esa parte de sí tan fácilmente como otros, que son la mayoría», corrige Phillips. «Hay estudiantes que son sangüijuelas. Se quieren montar al cuello del maestro. Picarlo. Los peores son los que con su ponzoña son infecciosos como el virus. Son moscardones molestos, o mosquitos Aedes aegypti... Los mosquitos, esos aedes aegipti que yo llamo 'etíopes del carnaval', porque arribaron en barcos negreros de los viejos esclavistas al Brasil, son inteligentes. Cuando atacan ni siquiera los notas».

«Ah sí, Phillips, oí que comentaban que regresaste de Brasil. Te fuíste de carnaval en vaciones».

«Debíste oír muchas más cosas porque yo no sé quien es más mitotero en esta escuela, si los alumnos o los maestros. Yo me fui para olvidarme un poco de los etíopes de carnaval, porque aquí en SAHS me hallé con uno. Se me colgó al cuello y me quería asfixiar. Ese no era un santo; pero, como todos los Aedes aegypti, contrario a otras especies de santos en silencio o mosquitos buenos, es muy inteligente. Ha vivido en el sistema y aprendido muchos de su víctima, el maestro o la escuela en general. Entre estos alumnos agresores del maestro, uno me halló, antes de que me fuera a Brasil. Se me echó encima, Gustavo, y la cancha de baloncesto había uno o dos colegas. No sé si se hicieron los que no vieron lo ocurrido. En fin, yo agarré al muchacho por su antebrazo. El me tenía, casi asfixiado, estrangulándolo por el cuello, con agarre terco y, como soy más fuerte que él, me lo quité de encima. Aproveché mi conocimiento. Sólo le pegué un puño en las narices cuando, por más que le dije, te voy a reportar a la Oficina de Disciplina, no hizo caso.Es cierto. Volvió a avalanzarse contra mí. Le dije «insecto, quita ya». En realidad, no estaba profiriendo motes racistas, sino reconectado conceptualmente con la biología, con la antropología cultural, y pensaba sobre el Aedes aegypti, el mosquito que vino en los barcos de los traficantes de esclavos hasta Brasil durante los tiempos coloniales... Y, es cierto, tenía coraje porque, yo le he explicado a Julie, la hoy directora, a los asistentes Tom Hummel e Isaac Estrada, lo que pasa con ese muchacho...»

«Sí, me dijeron que te atacaron; pero que te quieres ir de esta preparatoria. ¿Qué? ¿Te rendíste?»

«No es que me vaya del Distrito. Ni que me vaya al Brasil. Finalmente, regresé y me quedo en el DEUSA. No huyo y nada debo. Yo que puse a los directores a temblar cuando les dije: «Ustedes que me ponen una acusación, o querella por maltrato infantil a un estudiante, y yo que demando a esta preparatoria y al distrito y les saco más de un millón de dólares».

«Me alegra saber que te quedas en el Distrito. ¿Se queda el estudiante?»

«Por mí que se quede. Lo que yo hice contra él no es personal. Yo le he dicho a muchos 'saints', que hoy están en los equipos de lucha libres, baloncesto o en la Unidad de N.J.R.O.T.C., que ellos siempre pudieron estar ahí, tal vez no desde el primer día que lo quieran, pero cuando dejen las drogas y las malas mañas... Es la filosofía de la mente sana para el cuerpo sano. Estos etíopes de carnaval, alborotoros inmigrantes, se sienten danzantes y no saben bailar todavía. Están mal coordinados, exterrna e internamente, mala su mente, mal el cuerpo. No se le podría pedir, en ese instante, el crecimiento de niveles de competividad y la disciplina que exije un deporte... Ese chico me atacó por la espalda, como un criminal, y esa mente es capaz de llevarla a la interacción con otros alumnos, si yo me arriesgo a decir, adicto como eres métete al equipo, te recomiendo.... No. Yo lo que le digo: «Mira, mosquito aedes: aprende primero acerca del dominio propio, confianza en tí mismo; luego, autodirígete a una meta que no contenga ese Latin onslaught. Ese es el virus de ese muchacho guatemalteco... El se comporta como un mosquito y yo estoy entrenado para oírlos y sé que son inteligentes, que son verdaderos demonios camuflejeados de santos... La mosquita Aedes, por ejemplo, se hace la mosca muerta. No oirás nunca ese zumbido («humming' sound») molestoso de los bichos que vienen a picarte... Diablos que son no baten las alas para producir ese zumbido que de no acallar despertaria al que duerme más profundamente... y él vino así, como moscardón; o mejor, como la hembra de Aedes, con vuelo veloz y aquí la inteligencia que hay hasta en el insignificante mosquito, atacó from below or behind, usually from underneath desks or chairs and mainly at the feet and ankles. Y, quería atacar mi rostro y que no le diera un manotazo. Había alertado a sus hommies que me haría algo en la cara. Que estuviese pendientes para ver a Scar-face Phillips, pero, mi manotaso es más rápido que los mosquitos que pican la cara y, por veloces en su vuelo, huyen. Mi puño vale un millón de dólares y si el muchachito, por su edad de 17, es el que el sistema escolar del Distrito quiere proteger, okay, Gustavo, que lo haga; pero que antes me pague un milllón de dólares... y la verdad esque los insectos quedan, sin una bofetada que los pueda castigar en tu mejilla, porque los maestros ponen muchas veces las mejillas para los insultos de los santos vestidos de cordero... No todos son santos, ¿entiendes? Hay etíopes de carnaval que la única manera en que dejan de ser veloces, very fast in flight es cuando se hartan de la sangre de los santos. Entonces, el cuerpo les pesa. Son tardos y perezosos. Mosquitos que se puen matar porque son lentos; pero antes hicieron muchos daño, picaron a muchos maestros muchos estudiantes... A este candidato, portador de fiebre amarilla, de infección de terquedad, dengue de corrupciones, me lo hallé «gorged with blood»... Temerariamente, me quiso matar por la espalda. No tenía una pistola; pero, tenía ese virus que los hace peligroso, dengue hemorrágico... yo le dije: «Si no te vacunaste contra el flú, o la fibre del dengue, házlo. Si es que ya lo hiciste y la apariencia de esos ojos y esa nariz se deben a otra cosa, estás en drogas, muchacho. Tienes que dejarlas si que quieres entrar al programa de cadetes. Esa unidad de N.J.R.O.T.C.»

El alumno le había dicho que quería ser un «patriota americano»; representar los valores de ciudadanía y servicio a la Nación Más Rica del Mundo. Esba muy frustrado que no se le creyera que es ciudadano estadounidense por nacimient. Sus padres son quienes aún no son ciudadanos. Su padre llegó del El Salvador («¡y qué pendejo es mi padre, en vez de casarse cuando vino con una mujer que fuese residente legal, o cudadana, se casa con otra pendeja indocumentada!», se queja. El tiene mucho miedo ya que recientemente el electorado del Estado Más Rico, el estado de Pete Wilson y Gray Davis, aprobó hacerlo a él más pobre. «Que no me permitan ni agarrar mi diploma de prepara, que no se me ofrezcan servicios de nada en un hospital o en ninguna oficina pública. Negarían mi licencia de manejo. Buscarían que no tuviese empleo. Que a mi jefita no le den ni cupones de alimentos... y ahota, en la escuela, pido ayuda y no me la dan. Y yo daría la vida por América USA, sólo que necesito ayuda ahora para entrar a la Unidad de los Cadetes...»

Al chico le explican que en la Unidad de N.J.R.O.T.C. que la preparatoria tiene, hay diez principios de liderazgo, que en él están dormidos o tal vez ni existen. «Te falta pasión», le había dicho Phillips. «Estás en la escuela y todas tus calificaciones, aún en esta clase de Salud, sob bajas. Parece que em nada de lo que haces es pasión. Te puedo aprobar en esta clase; conoces el material, cumpliste con aprenderlo; pero no con aplicarlo... No te presentas impecable. No te he visto que coqueas, in franganti, en mi presencia; pero, las ojeras que traes al salón te delatan. Tus ojos no son impecables y te vistes como guandajo... Quien convenza a su maestro de que es estudiante íntegro, con sentido del deber, con pasión, con deseos de hacer las cosas, con desesinterés y en beneficio no egoísta, sino por el bien de grupo, todo lo haría impecablemente, hasta el ponerse los shorts. Y tú no has tomado el cuidado esmerado, que me convenza de que ahelas liderazgo en esta clase... Oye, no interrumpes, porque te inspiro poder y te puedo callar, a las buenas o a las malas. Tienes miedo y el miedo no es respeto ni autoconfianza... Sigues en el consumo de cocaína. No sabes planificarte. Ni eres leal a la escuela ni a tu casa. Te vas mucho de pinta y, cuando estás bajo el efecto de las drogas, me lo han dicho otros maestros, hablas muy mal sobre tus padres... Eso no es lealtad. Ni un claro indicador de que harás servicios desinteresados... El primer servicio sería que demostraras a tus padres que les amas, que les darías algo porque te dieron la oportunidad de nacer. «Give back something to them». Mas maldices tú la hora en que nacíste, born out from dos pendejos... Es lo último que dijíste borracho... Ningún profesor ni policía gabacho tendrá que insultar a tus padres, o a tu hogar, o a tu persona. Lamentar que seas mal hijo. Tú, a menudo, lo haces cuando estás bebido y bajo el efecto de la cocaína... y, aún así, me pides, que sea flexible, que sea yo quien escriba una carta laudatoria, como si fueses impecable, leal, perseverante, planificado, resolutivo... y no lo eres. Aquí está la verdadera ayuda que te doy. Grábate ésto que te digo. Utilízalo como un recordatorop en beneficio de tí mismo. La Unidad de Cadetes de ROTC no te necesita para nada. Serías allá y ahora tan mal cadete, como mal estudiante eres en otras asignaturas... Te voy a escribir una carta, a ver si la guardas: Deja las drogas. Comienza a respetar a tus padres. Planea y persevera».

A final de cuentas, la negativa de Phillips, la carta que no le escribió, haberlo comparado con un listo insecto como el Aedes aegypti y con el etíope de carnaval, llenaron de ira al muchacho y una tarde, de pinta sangri-gorda, voló hasta la cancha de baloncesto. Delante de quien sea, se propuso matar al educador. Lo atacó en la cancha

«Yo no me iba a dejar», aseguró Philllips. «Hice defensa propia; me lo quité de encima porque me estaba asfixiando... y para mi desaliento y dolor, la dirección escolar se puso de su parte. Es un menor de edad, pobrecito el salvadoreño, el mexicanito al que el gringo abusivo, lo calma a puñetasos. Lo sé... pero es un demonio, vestido de santito. El me atacó primero. Me estaba estrangulando y allí, dos admnistradores, alumnas de testigo, y el insecto haciéndose la víctima, no el victimario».

10. Las sociedades calientes y la ilusión expansiva

En su casa, él abrió una ventana que sólo permitía ver una verja pintada del color de roble, con trenzados de metal. Al menos, abierta la ventana hay brisa ventilda hacia el interior y se hace agradable preparar sus planes, corregir pruebas y leer los Jounals entregados por sus estudiantes. Inspira una sonrisa suya algunos experimentos poéticos que encuentra. Para muchos, el estudio del español es una experiencia de ritmo y rima. La sonoridad musical del lenguaje los seduce. Se han formado en el inglés; son hablantes, hispánicos de segundas y terceras generaciones, así como adolescentes anglosajones, quienes se topan con el aprendizaje del español como un requisito más para graduarse.

Este es el idioma que han decidido descubnr. Tienen la opción de aprender francés, o alemán; pero eligen lo que parece un idioma creciente, más fácil de entrar en contacto con él y la cultura que se le asocia. En el Sur de California, el español se ha convertido en vivamente indispensable y los niños que saben sonreir, al aprender, y no son hablantes nativos del idioma, hallan que con el español se canta, se dibujan rimas y ritmos con sus tiempos verbales, que el pasado suele ser agudo y el presente llano y que los sonidos estrújulos son más difíciciles y retadores que los gerundios; pero, al final, más fascinantes. Se construyen musicales trabalenguas. El ritmo esdrújulo de las articulaciones más que un desafío de comprensióm de la gramática es un arte.

Gustavo ha mermorizado los rostro de algunos de los «raperos» en el salón de clases. Juegan con sonidos del español; hilvanan rimas sobre asuntos de su vida cotidiana. Aprueba, con placer, algunas chistosas construcciones. No son niños, con fines de ir a la universidad; no son prospectivos colegiales, alumnos de honor; pero, saben apreciar algo del español que aprenden. Festejan, con sus composiciones, la musicalidad y el arte a que el idioma se presta. Son ellos quienes dicen que los idiomas orientales, por monosilábicos, son monótonos por igual; otros, requieren un esfuerzo de pronunciación muy grande, hablan así, con choteo mimético, del alemán y el ruso.

De momento, se acordó de La Shakira, uno de los alumnos. «Gay» declarado, al que sólo se le reprende cuando olvida el código de vestimenta de la clase. Debe vestir como varón, no como hembra, cuando asista a la clase. Lo de «loca», o sus muchas alharacas, ya nadie se lo quitará. Cuando se despluma, es histriónico; lo fue el antiayer, cuando se preparaban y se asignan los journals. Lo fue ayer, con su defensa de la musicalidad inherente a los poemas, en cuanto piezas de lenguaje. La Shakira defendió algo que está presente y sugerido en el acento, en la voz, en el grito o gemir de la gente semita, sean árabes de Siria o del Líbano. «No sé cómo llamar a eso; tiene que ver con la sangre que corre por las venas. Está en Skakira, la colombiana; está, en todas las cantantes, o bailarinas de flamenco; a mí me gusta y no sé lo que es».

En cierto modo ya inquieto, entregado al quehacer rememorante por sus niños, Gustavo buscó la carta otra vez. La metió en el fajo, de tres o cinco hojas del «Journal» de su alumna «Niña de Guatemala». La ha motejado así, en honor a José Martí, al considerar un poema que éste dedicara a María García Granado en fecha de 1891. Le ha enseñado los versos que la aluden:

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

La Niña De Guatemala, «María», le había explicado Gustavo a su alumna, fue hija de Miguel García Granados, Presidente de Guatemala en 1871. Para 1891, uno de los jóvenes e intelectuales que llegó a visitar la casa de este expresidente fue José Martí. «María debió querer mucho al poeta», comentó la estudiante, y Gustavo añadió. «Y José a ella. En el poema, recuerda el beso de despedida. Le besó la frente; pero dice; 'era su frente, -¡la frente / que más he amado en mi vida!' .. Cuando él se va, ella decide ahogarse, el suicidio».

La Niña de Guatemala que Gustavo ha conocido, nacida en la región de El Quiché, dibujó una despedida en una tarjeta. Es una carta cariñosa para Gustavo poque se regresó, con urgencia a su pueblo centroamericano. Alguien querido ha muerto en su familia. Parece que ella dijo que uno de sus tíios fue asesinado. La noticia flotó por la escuela; pero, no hubo tiempo de saber más. Dejó de ir, hasta que un día trajo la tarjeta, donde pintara a un hombre guatemalteco, con su vestidura típica.

Como en su Journal, la única entrada que presentó, esta tarjeta indicia a una estudiante sobresaliente. Caligrafía esmerada, ortografía aprendida, buena acentuación y para escribir como ella lo hace, con ideas organizadas y cada vez más precisas en la exposición, desarrollo y conclusión, dispuso de interés y dedicación. Sólo así se comprende que su «Journal», sea uno de sus favoritos. Se lo iba a devolver; pero no regresó por él y ha decido conservarlo como un recuerdo, junto a la tarjeta de despedida. La habría besado en la frente, como Martí hizo con su propia niña de Guatemala.

Después que informa en pocas líneas, que el muñequito que dibujara representa a un guatemalteco, a que le puso el nombre de «Gustavo con traje típico y sombrero» menciona que lo ha vestido con su pantalón básico de lana, con el estilo de cuatro tiras. Ha incluído por accesorios: banda, saco, ponchitos y rodilleras. La camisa es descrita, con sus puños y cuello, bordado con un adorno popular, en acorde al pueblo de procedencia.

La Niña de Guatemala de su clase, a quien le habría gustado que se quedara en su clase, verla descollar, semestre tras semestre, presenciar el día que se graduara, ha sido la mejor que ha tenido. A su mente en formación, tan juvenil, ha reconocido como la más creadora. Fue su mejor alumna en casi un decenio. Otros maestros tienen el privilegio de tratar con los porcentajes de alumnos sin la presiones de estatus, como sucede en Mater Dei H. S., la prepa de la élite en la Ciudad de «Uncle Billy», la jacaranda y los sicómoros. Estudiantes ricos de privvy que, distinto a la Niña de Guatemala, la nacida en El Quiché e inmigrada a Santa Ana, han tenido que defender el rayito de luz que les sonríe. Quisieran quitarle hasta el lengua, donde mamaron las primeras palabras. Sea en español o en inglés, han querido quitarle hasta los héroes y modelos a seguir.

Cuando tuvo la oportunidad para decir qué siente, la alumna del Journal juntó la información, la organizó y elaboró conclusivamente. «Mi preocupación y enojo es que le quieran quitar el Premio Nóbel de la Paz a Rigoberta Menchú. Sus enemigos la hacen pasar como una mentirosa, que no se merecía el premio».

Le impresionaría de su escrito el tema y el nivel políticamente conscientivo que la alumna tuvo a los 17 años de edad. Gustavo opina que, idealmente, un@ adolescente que salga a los 18 años de la prepa, requiere su formación cívica básica. Debe tener el mínimo de responsabilidad social, siendo que, por ley, cumple la edad para elegir con su voto a funcionarios públicos. No es cosa de sonreir si se observa la imbecilidad como norma. Los mismos ciudadanos adultos se perpetúan políticamemente inaptos. Gustavo podría salir a la calle y preguntar a la gente: ¿sabe alguno quién es Rigoberta Menchú? ¿Saben de la Guerra Civil guatemalteca que 1960–1996, diezmó a ese pueblo?

Por eso, hay tantos guatemaltecos en este sur californiano... Pocos sabrán sobre lo que pregunto; porque, en una nación con los progresos en las comunicaciones como ésta, a más comunicación más sordera intelectual, más miopía ante el conocimiento, más aislamiento y confusión. «A la gente, una vez que se viene para acá, el país que dejó no les importa; unos, porque quieren enterrar el pasado. Esa es gente caliente y gente que calienta, que deja enojos en el país del que salió».

La niña de El Quiché escribe que los «hombres calientes» o todo lo convierten en ruido, o todo en eco. Lejanos ecos que disuelven el mensaje hasta la nada. Gustavo está impresionado con la idea que ella desarrolla y la terminología tan nueva e insospechada. En «hombres / grupos / sociedades / calientes», parece que mete a toda persona, no importa edad ni sexo, etnia o estatus social, que contribuya a la calma y la armonía. En este grupo de los «calientes», incluye a los que hicieron que sus padres dejaran su país. Menciona esta época en Guatemala tal como oyó a sus padres referirla, la época de «fusiles y frijoles». El gobierno de Ríos Montt formó patrullas de autodefensa civil, a la que llamaban PAC. En teoría las PAC debían ser voluntarias; pero no lo eran y, en el Norte, donde había más gente caliente, sea de la gente caliente en las guerrillas o la gente caliente en el gobierno, se reclutaba a la fuerza. Se quiso polarizar, militarizar y extender fusiles por todo el país. Difícilmente, llegaban los frijoles. La prioridad fue dar armas y tener un compromiso, demandado por el gobierno, de que como familia se está dispuesta a matar comunistas y guerrilleros. Tener un fusil del gobierno, de la PAC, y unas garantías de que sólo lo usarán contra comunistas, en defensa de la democracia.

El padre de la niña de Guatemala era frío. Siempre dijo: «No hay que matar a nadie; sólo dedicarse al trabajo. No me tienen que dar frijoles; yo cultivo los míos y me los como en paz, junto mi familia en mi casa; yo ni creo en guerrillas ni me meto con nadie». Con esta filosofía ha vivido, la familia de la alumna. Ha confesado en el Journal que hizo para Gustavo, que cuando ella cumplió casi 4 años, su padre tuvo que emigrar. Las tropas de los calientes, los predicadores de «fusiles y frijoles», legaron a su casa a exigirle que tomara el fusil.

Entonces, él dijo que no necesitaba el fusil. A los calientes se le metió en el entrecejo aquel «No». Tarde o temprano, es el declaración de represalia. Se firma la pena de muerte. En 1984, con miles de sacrificios, la niña de Guatemala y su familia se establecieron en la Ciudad Más Pobre del Condado Már Rico. No les dio tiempo a vender nada. Inmigraban para huir, sin deber nada, sólo que no dijeron: «Sí. Queremos fusiles y frijoles de la PAC». Por fortuna, no fue mucho, materialmente dicho lo que la familia dejara en Guatemala. No eran terratenientes ni siqueira medianos propietarios. Gente fría, de paz. Ha sido triste porque ellos amaban sus campos, su país y a vecinos que se hicieron amados porque son «gentes que armoniza, gentes de los fríos». Los fríos han nacido en medio de las barbaries y, aún así, no matan a nadie. No participan, no polarizan. Dialogan, es cierto, y dicen que no a las armas; pero no quieren sumar a la destrucción, como Ríos Montt que en su breve presidencia, con el embeleco de la PAC, condujo el período más violento del conflicto de 36 años que desangró Guatemala.

«Una pregunta en la escuela, entre los vecinos, si alguien sabe sobre lo que ha pasado en Guatemala desde que me fui y ninguno informa nada, o quiere decir cómo van las cosas allá. Cuando alguien como Rigoberta Menchú, quien es de mi misma región de El Quiché, pero indígena de Laj Chimel, opina e informa, la tratan de callar, o la desmienten, o la llaman mentirosa».

A la postre, el mundo entero sabe que casi 200,000 civiles murieron y que, en su mayoría, fueron indígenas desarmados. Los mataban porque son presuntos guerrilleros izquierdistas y las armas de esos Escuadrones de la Muerte las dio el gobierno. Y, junto con fuerzas militares y paramilitares, cometieron una masacre tras otra, desapariciones forzadas y torturaron a gente fría, no combatiente, ni guerrilleros, sino gente que no tiene otra ambición que la paz. «Que los dejen tranquilos». Que los militares del gobierno se lleven su programa de PAC a otro lado y sus religiones. Al parecer, para quien dice que Ríos Montt es el jefe de los grupos «calientes» y sus «generales», ejecutores de violencia, la Iglesia y el evangelismo es parte de esa corrupción que viene de Ronald Reagan. Cuando el general Ríos Montt tomó el poder de Gatemala, a través de un golpe de estado contra Romeo Lucas, se recalentó la calentura con la «Iglesia de la Palabra», una secta de evangélicos. «Gente caliente de los evangélicos». Y esta cosas que sucedían, al año de que ella naciera, la intrigan. A uno o dos años de llegar a los EE.UU., a su padre le regalaron el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así nació mi conciencia. Para escribir este Journal, ha tenido que oír que su padre que lo ha releído muchas veces y lo tiene como una Biblia, como un eco de la consciencia.. La manera, como su padre, ha trabajado para que la niña de Guatemala conserve el español, al tiempo que aprende inglés en la escuela, es leyéndole a la indita maya K'iche, que es Rigoberta. Quiere que su hija sea perfectamente bilingüe. «Cuando hable el español, que lo hable bien», la aconseja y un día, le ha dicho, espera que ella escriba un relato como el libro que le vino leyendo, escrito en 1983.

«Ese año de 1983, antes de leer el libro, dijo mi padre que lloraba mucho; porque él nunca conoció a su país libre, o en paz, y se iba a morir sin verlo. Tenía que salir, con su esposa y su primera hija, y si llegaran a tener suerte, vendrían vivos y sanos a los EE.UU... 'Empezaré este Journal con la misma frase con que Rigoberta se presenta en una biografía. Me llamo Rigoberta Menchú y así comenzó mi conciencia'. Cambiaré su nombre por el mío; pero diré las mismas cosas; porque las que ella dice son las mismas que dice mi padre, aunque él no es un indio k'iche-maya. Estoy seguro que él no miente. Quiero hablar sobre cómo es la gente fría, que es la que me gusta, y quiero hablar sobre la gente caliente, que son las que encienden las guerras y se gozan en el sufrimiento del prójimo mientras dicen que llegan al poder por la voluntad de Dios».

Esto alegó Ríos Montt, el dictador, apoyado por la administración de Ronald Reagan de los Estados Unidos. ¡Qué educación tan diferente, desde su hogar, le dio su padre a la hija, comparada con la que recibiera Mrs. Rosie! Al padre de mi alumna guatemalteca, lo llaman a decirle que en Guatemala la gente caliente sigue matando a sus familiares; a Mrs. Rosie se le anuncia un premio «Educational Excellence Award» por un Concilio que premia el liderazgo de las Juntas Educativas en California. Sin embargo, de niña, Rosie debió criarse de forma muy diferente a la niña de mi clase. Y su padre debió ser uno muy diferente al que la alumna evoca en el Journal.

La educadora Rosie habla sobre sus estudios como alumna de honor en la prepa y en el colegio. Se graduó de Biola University, dizque Cum Laude, en Ciencias Sociales y con una subespecialidad en Historia Latinoamericana. Presume una Maestría en Liderazgo Organizativo y que ha creado una Comisión sobre la Juventud en el Condado de la Naranja. El padre de mi alumna la conoce. Le dijo en 1992: «Usted, que es guatemalteca y sabe cuánto ha sufrido nuestros país, ahora que ha sido galadronado con el Premio Nobel de la Paz y nos llena de orgullo, por su trabajo a favor de la justicia y los derechos humanos, hagamos que informalmete nos hable. Ayúdenos a traerla a esta ciudad; démole un homenaje, una carta que la felicite y anime. Grupos guatemaltecos de Los Angeles están haciendo lo mismo».

Y el No vino rotundo, con visos acusadores. Ella fue designada por el Presidente George W. Bush, Jr. a la Comisión de Casa Blanca que decide quién es adulto o joven meritorio y que hispánico debe ser tema, o conferencista que se invite a jkuntas escolares, foros comunitarios, reuniones con miembros de Gabinete, a niveles locales o regionales. Le presumió su poder a aquel padre campesino de El Quiché... Dijo que ha crecido. Cuida la imagen y con quién se vincula. Está bajo la lupa examinadora del grupo Asesor del Congreso RENEW y del Comité Central del Republican Party, «y usted comprenderá que 'I am a very vocal opponent of Communism; I learned that Mrs. Menchú is a leftist proxy. My father's cousin had his tongue cut off and was shot at the firing squad by the Communists». Pues, ¿a quiénes servían su padre y su primo? porque Guatemala, desde el '60 estuvo en guerra civil y al mando de tiranos... «I mean, I cannot help on this issue».


El no fue rotundo. Y el padre dijo: «Bueno, por lo visto, usted también caliente. Dejó allá la gresca encendida y se fue a expander sus horizontes». Mrs. Rosie pidió que él no tenga una mala impresión. No precisamente es que ella simpatizaría con Ríos Montt, «uno que anuló la Constitución de 1965», disolvió el Congreso, suspendió los partidos políticos y anuló la ley electoral. Admite que fue un dictador; «but, see... I' am a real-new born American Guatemalean. I came from that hell when I was a six-year old girl». El no fue tan rotundo que dolió cuando dijo: «Yo no tengo nada en común con Rigoberta Menchú»; y el padre de la niña, según consta en el Journal, le dijo: «Pues, yo sí. Lamento haberle quitado su tiempo. Creí que usted era de Guatemala; pero usted es del Limbo, señora».

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