Nostalgia, a cuarenta años de no verte,
te abriré la puerta, te sentaré a mi lado.
Díme tus razones de hoy, las de ayer, sin olvido.
Ya sé que cumples años, mujer,
y no es la misma gente
la de Berkeley ni Stanford.
Abre esa bendita boca que vio a mudos y sordos,
a tiesos y callados, a cobardes y abúlicos,
esa boca que se enfrentó a su padre y lanzó su herencia al tubo.
Tu boca que se cansó de mentar la indecencia
y llamar al carajo por su nombre...
(entonces quisiste decir el alma, el espinazo estéril,
la vulva-madre-higuera, seca y yerma,
donde, por placer, sólo gime y nace el sinsentido).
Te hartaron, lo sé. Lloraste mucho y desde un rincón
de Haight-Ashbury en San Francisco conspiraste;
ya no lavarías la ropa del violento ni reciclarías
el silencio del canalla.
La niña modosa, la obediente, la brillante whiz-kid,
se fue para la mierda.
Como al beatnik, la contorsión te vino.
Como un jazz en boca negra te llenó el rechazo.
La moralidad de clase media, me dijíste, es cada vez más lenta,
hipócrita, conforme, malsana y te edificó esa soledad
que marcó tu rostroen medio del confort y el reglamento.
Y los modales al carajo y la crica al viento.
«Esta soledad que a medias sigue hoy,
no se va, no se va nunca y aún me da grima»,dijíste.
Tú cantas; hoy te falta la guitarra y una pareja
que se consagre a tu ternura, a tu irreverencia,
y cuarenta años de mitos de un jardín de Eva.
Tu utopía comunal, ese imposibleque la droga echó abajo.
Ya veo, Nostalgia. Eres más pobre que nunca;
tú que lo tuvíste todo y lo tendrías
si te hubieses callado todo el odio,
todo lo desbocado que avanzó
contra Goldwater, McCarthy, Nixon...
«Estoy sola otra vez, Carlos»,
«sola y muchas veces sola, pero, sigo siendo
Nostalgia, rebeldía, la pesadilla del Establecimiento».
2.
Hice lo que pude para que ella ría; yo poco puedo,
temo a ser insolente. Y ella dice: «Pendejo tú que te casaste;
pendejo tú, con la fe de por medio».
«¡Me hartan, me hartan!»
Almas de fuego frío, alientos de indiferencia caprichosa,
sangre cobardemente coagulada, con silencio, mudos,
interiormente ciegos, con cuchillos de palo,
«me hartan, envenenan, me matan».
Nostalgia, dejaste la estructura establecida;
salíste como se sale del espanto y todo lo echaste abajo,
«hasta a mí me dejaste», le recuerdo.
«Pero te quise. Aprendimos tanto».
Vomitaste la clase, la iglesia, el gobierno,
todo lo que reprime desde sus aparatos jerárquicos.
«Yo aprendí contigo», le digo. Recuerdo.
Dijíste adiós a los cadáveres vivos y hoy vienes,
con los sueños balsámicos en la mochila, dolidos,
todavía polvorientos y pateados, me visitas.
Todavía tiene sueños como guardados a prisa siempre,
niña de la prisa te llamo en.Memorias recogidas de la yerba,
ideales todavía apaleados, sospechosamente objetados
por nuevas estructuras de jerarquías que no creen en el Edén
ni en corazones jóvenes que cantan y huelen a semen.
Pero yo te abro la puerta, Nostalgia.
Entra y cuéntame sobre todo lo que amaste:
Comienza con Bob Dylan, Janis Joplin, John Lennon,
Marcuse metido entre tus libros, y mucho Zen y Dharma,
y ese vagabundeo y ese comunalismo, ya que dondequiera
te metes y duermes y amas, Nostalgia.
Yo simplemente puedo recordarte y abrazarte
como ayer y darte el adiós.
De prisa vienes y te vas.Tú, sin libertad, te aburres.
Tú eres un ave eterna, presurosa, sin dueño.
De Memorias de la contracultura
Friday, May 30, 2008
La visitante
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