Al supremo dios egipcio Amon, llamado
«El Consorte de su Madre»
El espacio grita un silencio desolado.
Circula una prisa de ola y lejanía.
La madre abrió la puerta
de los centros santísimos. Incestuoso
gravitó un rumor de la playa sensitiva.
En altares del Akasa, la hemorragia y el parto.
El hijo se ha fugado a las orillas.
Se aleja a los confines remotos y extendidos.
El hijo se va. El hijo es un pródigo residuo
en las perturbaciones. El hijo es pordiosero
en las galaxias. Se va y el espacio
pide: ¡Regresa, opuesto mío,
vuelve a ser Uno, sangre de mi sustancia,
en las venas subterráneas de mi núcleo!»
El tiempo es el camino de una oscura luz,
Fieros dragones con la boca
del fuego tembloroso y celoso de quien llama
como un Padre en nostalgia de su Hijo.
Y el espacio por amor se estremece
y fija: «Tú eres mío. Con mi aliento
te dí la vestidura y te heredé
la forma. No seas libre como el olvido;
no seas esclavo por mucho movimiento».
Se va, se va y ya parece un reciclaje
del infinito fuego, un hijo de luz
del Misterio Universal del Eso.
Nacerá libre de su Consorte-Madre.
«Me dejará, yéndose.
Yéndose lejos».
De Tantralia
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Una enseñanza mística para explicar el por qué de la angustia dice: «Dissatisfaction and anguish often are a response to the call of Space». Para entender la cadena del infinito y del Espacio-Padre-Madre, algo debe contactar a todas las sensaciones del Cosmos. El contacto o punto de servicio equilibrador es el corazón mismo del universo, por lo que, al decir de los místicos: «The heart’s anguish or joy interresounds with the far-off spheres... Therefore is the service of such a heart so great upon the scales of the world. Help the structure of the world! There is neither a day nor an hour when the world is not in danger!»
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