Saturday, July 19, 2014

COYA RAYMI O FESTEJO A LA DIOSA LUNA


Carlos López Dzur's photo.

COYA RAYMI O FESTEJO
A LA DIOSA LUNA



En ese espacio insondable,

donde no hay Fiesta de Sol ni se bebe
chicha ni se sala la lengua contra los gusanos
ni el beso se aroma con ajiaco,
donde no hay sexo y el curaca
descansa, con los brazos cruzados,
el alma como etéreo viaje / avanza,
avanza como disparo y se va de la aldea
y el difunto siquiera busca amor
ni se entretiene en recuerdos
entre las pulpas de quanta.
Va manso, orientado, quieto
y con perro negro a su lado.

El alma se agrupa en sus ayllus, se replica
tal como fue la previa forma
de vivir y morir en Tahuantinsuyo.

Tiene que retirarse un tiempo
y vivir con tinieblas de cósmica sabiduría
hasta que el perro negro de la muerte
ladre y vea una cumbre nevada
y una luz de primavera
y un campo florido.
y el ojo del difunto puede abrirse
como otros rayos nuevos
o submersos en lunas o bajo miradas luminosas
de quien nos creara. 


Todo será igual en Cusco como en Tahuantinsuyo,
cuando vuelva... igual cuando se festeje
el Inti Raymi de invierno
y el solsticio de verano por inti.
Igual cuando se baile con las morias en las panacas
y se le reciba en las procesiones,
ya que se fue y vino porque la historia
es sólo un gran turno de ciclos
de idas y regresos.


Mama Quilla, quien es quien más nos ama,
hace lugar para los difuntos en el espacio.
Envía alimento / que no se come con las manos,
si con el pensamiento para que morir sea
un breve ritual con ojos cerrados
y necesidad pausada.
El Inca que sube al trono tiene rezo
de ella; merced por su salud. Ella si se preocupa.
Ella perfecciona tejidos, reedifica dentaduras,
reemplaza huesos hasta en la luz oculta
del infinito, cava los túneles de regreso.
Así ama Mama Quilla al que tiene que vivir
y dar niños sin defectos a los ayllus
y no dejar que una sequía se vuelva
hambre y epidemia para el pueblo.

No hay ceremonia más triste
que el Capac Cocha y tener que sacrificar
la niña de sus ojos, el tesoro que más se amara
y que, en cuchillos de sacedotes,
han de contares sus días. El sacrificio.
Por eso existe ella. La «Quilla»
«Paxi» de los aymaras.

Mamaquilla de los quechuas.
La señora del mar y los vientos,
hermana y esposa de inti. Maga
en las entradas de vida en el parto,
protectora con las coyas y ñustas.

Mama Quilla aleja desgracias
cuando pide sacrificios.
En la Citua de Septiembre bota en el río
el aliento de la adversidad, ahoga el asma
y el escalofrio, la anemia y la podredumbre
y en la piel renace la tersura; su brillo de plaga.

Cuando por su conducto se degolla un camélido
y lo quema, antes de echarlo con coca
y ropas del enfermo al río, aún se dice:
«Sabia es Mama Quilla y dulce su piedad
como un bollo de maiz repartido como hostia».

Todo es «huaca» / sagrado / en Tahuantinsuyo,
aún el más humilde curaca. Dignos son del beso,
las cejas y pestañas de tus ojos del pueblo,
dignos de los actos mochados.
En los días de Quilla, en regocijo,
como en días de luto y momias danzantes
en la historia, huaca sea
el beso de los muertos y el viaje
con un perro negro a las pulpas de quanta.



De Diez poemas a Mamá Quilla
de CARLOS LOPEZ DZUR





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