Thursday, March 26, 2015

A PITAGORAS, EL INICIADOR / A LAS OREJAS FINAS


A PITAGORAS, EL INICIADOR

Tomé palabras dulces, residuales y revolucionarias
de las sombras; rescaté el Gran Poema del Olvido;
el verso que ninguno quiso, la enseñanza
que llenaron de desfiguraciones,
ciencia que escupIeron los inarmoniosos,
los confundidos, violentos,
amotinados...
... yo si tomé sus palabras
con corazón abierto
y se los di a otros hombres.
Agradecí al maestro
Fue como robar el fuego porque mis manos
se volvieron candentes y mi voz, poderosa
y pionera por su libertad o desobediencia;
y tuve que hacerlo asi para que el amor no muera.
Recoger tesoros olvidados y darles su nueva videncia.
Tuve que hacerlo para que haya humanidad
y justicia en el alma infinita de las generaciones.

A LAS OREJAS FINAS

Los que entiendan tendrán orejas finas.
Se llamarán «akusikoi», voluntarios
con el clamor del «Dame, habla, oiré».
Benditos sean pues quienes oyen y no olvidan
a los que siempre se les dijo,
bendito sean quienes reciben
la palabra que deambula
como el poema anónimo
y trágico rechazo del Ser comunicado.
Palabra y poema para quien la anhelara
por verse en el despertar de una mejor Madrugada,
sublime como asentimiento puro y profundo
Bendito quien dijo:
«La quiero: Escucho. Díme el origen».
Una armonía universal existe.
Como siete notas del heptacordio se musita.
Como un Apolo hiperbóreo habla ya
de su regreso. Desoculta lo Oculto.
La verdad no se pierde.
Sobrevive en metáforas.
Como Ceres echa trigo en los surcos.
Hay que decirla por siempre.
«La quiero: Escucho».

LA FLOR Y SU FRUTO, LA VERDAD
Yo la recogí, como una flor del alma,
como un narciso que se ofrece
a los más amados,
a los siempre hermosos
desde el fondo de Sí Mismos.
Derramado estuvo este poema en tiempo cósmico
sobre predios de Saturno,
deshecho en las Lágrimas
de un cielo;
yo, lo tomé y dije: «No llores. Tomo
el Espíritu, el símbolo oriental del Fuego,
yo si lo tomo y lo regreso
a la Esfera de las Rotaciones
y al movimiento de la Tierra
alrededor de Tu Sol,...
Oigo la enseñanza de la Noche y el Día,
y sea no solamente la promesa de Madrugada
ya no fuera del alcance; se la quito
a los perros y al cerberos mitológicos.
yo la quiero y la tomo».
Voy a entregar la esperanza de la evolución
incesante, indetenible, de la Tierra
como un profundo secreto divino
que la Humanidad ha olvidado.
Para la oreja fina y la actitud serena,
esa esperanza distingo y quiero cuando acepto:
dame / doy / comparto / el Origen divino
de las Alma, Maestro, iniciático Pitágoras..

3-12-2004 CARLOS LOPEZ DZUR

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