Saturday, March 06, 2010

Novalis / La religión del amor / Continuación 2





Novalis y la religión del amor / Liebesreligion (1)

La definición ideal y apropiada de la criatura humana que le agrada manejar a Novalis es «ser vivo, dotado de sentidos», capaz de amar lo gigantesco, «las maravillas del espacio circundante», pero condicionado a percibirlas, no bajo cualquier luz, o estado de vigilia depresivo, sino a la «Luz Jubilosa», al amparo de «dulce omnipresencia». Se requiere para que el propósito sea logrado de viveza y reverencia, cualidades que el hombre contemporáneo tiende a perder.

Vivimos en una sociedad depresiva, en corriente terrestre que describiríamos del siguiente modo, considerado por lo dicho Elizabeth Roudinesco: una que «ya no quiere oír hablar ni de culpabilidad, ni de sentido íntimo, ni de conciencia, ni de deseo, ni de inconsciente», una en que imperan las amarras del narcisismo, «más huye de la idea de subjetividad. No se interesa por el individuo más que para contabilizar sus logros, ni por el sujeto enfermo más que para mirarlo como una víctima». Y si acaso evaluara el déficit, midiera la falla, determinara «la cantidad del traumatismo, es con el fin de no tener que preguntarse nunca más sobre su origen». A éstas características corresponden las del hombre pálido, es decir, aquel que no es ni viajero ni huésped egregio, sino un ciego con pretensiones de guiar a otros ciegos. Este hombre enfermo, «ya no tiene el derecho de imaginar que su muerte pueda ser un acto relevante de su conciencia o de su inconsciente». Las conductas de la humanidad vieja, de estos nuevos «perros amarillos», con el mal del siglo, con conductas que van de la esquiizofrenia al suicidio, del alcoholismo a las más aberrantes sexopatías, no están interesados en explicar las causas de sus males y sufrimientos, en base a decisiones subjetivas o espirituales, a consecuencias del acto o el contexto histórico que viven, sino que asumen el rol de aves de pasa y peregrinos de la fatalidad. Una fatalidad que, según pasa el tiempo, es determinismo genético. La una producción anormal de serotonina, por ejemplo (cf. Elizabeth Roudinesco, La sociedad depresiva: El hombre conductista, loc. cit.).

La embriaguez del hombre del mal del siglo es tan amarga como la de Musset. Los proyectos de futuro son panoramas de incertidumbre y los umbrales de la Luz de la Noche (la Esperanza, la Gracia y la transfiguración) un atroz espectro. La Noche se convierte, para ellos, en el símbolo de la Muerte. No hay Sol de Resurrección, hecho seguido, el hombre no puede ser el Rey de la Naturaleza Terrestre porque ya no sabe ni quiere: «convocar» cambios ni «destruir ataduras». Sus días de luz fueron contados.

Contrario al extranjero egregio, el hombre depresivo no espera a nadie. No sale de Egipto. No le importa si destruyen, o no, el Templo de Jerusalén. O si vuelve en cautividad a Babilonia. A Novalis sí importan estas cosas. Cree que la Noche lo aparta de la servidumbre y que, con Ella / Diosa / Sacerdotisa de la Noche /, es posible el contexto del regreso a la Luz Jubilosa y la Omnipresencia. Reconexión después de apartamiento.

Novalis está consciente sobre lo que se le ha dicho sobre el Inconsciente y la base subjetiva de los fenómenos. Sólo que, movido por la Gracia, o lo que es lo mismo, el Alma Enamorada, no lo cree y, más bien, declara: «Sólo en apariencia eres horrible». ¿De qué cosa, realmente fenoménica, se habla describiéndola como horrible, si es «bálsamo delicioso», ante la percepción de Novalis? ¿La oscuridad de la noche? ¿O la oscuridad de la consciencia? ¿Y qué cosas serán necesarias para que el criterio / o doxa / en torno a esa apariencia horrible cambie y se la vea como bálsamo? ¿Cómo puede entenderse que sea La Noche la que abra los ojos en nosotros?

Volvamos a considerar, con diferente versión en traducción al español, el fragmento del Canto que ya citamos sobre la «Luz Jubilosa» que Muñoz Arteaga llamó «luz imaginada». Equivale a la «dulce omniprecencia», el Estado de Gracia que Lo Suyo lo Vuelve Mío; pero, ahora, desde la perspectiva de La Niña, inocente y tierna, que le lleva flores a la muerte, sin temerla, nos adentraremos en cómo los principios y efectos físico-químicos, com los biológicos, se combinan para producir efectos macroscópicos de conducta observable. Lo que Novalis llama bálsamos, embriaguez, alegrías oscuras e indecibles, paraísos, retornos de la Deidad, etc.

Sólo en apariencia eres horrible;
Bálsamo delicioso
Gotea de tu mano,
Del hato de amapolas.
en dulce embriaguez
abre las pesadas alas del ánimo.
Y nos ofrendas alegrías
oscuras e indecibles,
misteriosas, como tú misma,
alegrías que nos
dejan entrever un paraíso.

¡Cuán pobre y pueril
se me antoja la luz,
son sus múltiples elementos,
cuán alegre y bendito
el adiós a la tarde!
Y sólo porque La Noche
te aparte de los siervos,
sembraste en los confines del espacio
esferas luminosas
para anunciar tu omnipotencia,
y retorno,
en tiempos de tu alejamiento.

«Entrever el paraíso» y su segunda fase, lo Sublime, según las intuiciones novalianas, compete a la admisión del anuncio de omnipotencia con el que la Divinidad alcanza a la consciencia más baja (la de la humanidad) para vincularse con ella. La Noche Divina gotea su luz como si fuera rocío. Este su primer lenguaje, la dosificación de la luz y la humedad. El goteo de rocío equivale a la dosis de luz de la más alta fuente. Cuando la belleza del Universo está por encima de lo que el lenguaje humano puede expresar y los sentidos soportar sin anonadarse, la dosis de luz es importante y eficaz. Recordemos lo que los esoteristas han examinado, conclusivamente, por siglos: La luz es símbolo de intervención de la divinidad porque la Divinidad misma es luz. Hasta el hombre cavernícola presentó consciencia de entender la magestad del Rayo y el relámpago y fue quien pensó: Que esa Luz sería un mensaje importante desde la más Alta Fuente, mensaje para que el observador despierte y concentre su atención a su mundo circundante. La luz, como objeto principal del campo de la mecánica cuántica de lo invisible-microscópico, así como otros efectos descritos para los macro-fenómenos que se observan en los cielos, también se relacionan a lo sicológico. Hay específicos efectos de la mecánica cuántica de lo microcoscópico explica fenómenos de la mente y el comportamiento humano.

El goteo tiene la implicación de dosis y «small stimuli» que Jung asocia a las terapias de estímulo arquetípico que el paciente requiere cuando se abre a las profundidad de su psiquis y el interés de éste son las imágenes de naturaleza sensorial en periodos de inestabilidad (op. cit. p. 234). La Mano que administra el goteo, como punto de transmisión, significa un Dar / dádiva; lo que la mano parece dar, en este poema, es inicialmente un ramillete de amapolas.

La amapola es un símbolo de individualidad, característico de las personas que se sienten especiales y aman la vida. Según el color, significa el consuelo (roja) o el ideal o sueño que se tiene en la vida

«Entrever el paraíso», que suele signficar un mundo ideal (sin enfermedad, sin violencia, sin masificaciones urbanas, el encuentro del Sí Mismo y del Otro, el prójimo, mas sin hipocresía, como hombre natural, sin el artificio penumbroso de la cultura decadente) es recuperar el verdadero humanismo. En cuanto la implicación del rocío nocturnal y su asociación con las amapolas, hay una sugerencia del campo paradisíaco que facilita el silencio para el autoconocimiento y la habilidad para la disfrutar la solidaridad ecológica, la convivencia con lo vivo. Esto eleva al hombre, con alegría y delicia: «Abre las pesadas alas del ánimo». Sin este proceso de goteo y de apertura de alamas La Noche no revela su secreto mejor guardado: el Enamoramiento del Alma.

El Dr. Alan Haas, Ph.D. ha investigado y escrito sobre el tema de la mecánica cuántica y la mente, si bien no todos los princpios de la Física se relacionan directamente a la sicología, en Two Essays on the Implications of the Interconnectedness of Reality ( ).

Sea que se admita o no la idea de un universo, con orden, dentro y fuera de la consciencia humana, haya sido o no empíricamente verificada, el universo existe en constante cambio y flujo y el hombre lo entiende por goteo de luz, que es, en cuanto vibración fotónica, su ingrediente básico, a nivel micro y macroscópico. La luz oscura (el punto Omega, la noción de singularidad de la Mecánica Cuántica) es parte de la ecuación que interesa al Dr. Haas en sus estudios sobre la interconectividad de lo Real. Y lo que menos entiende, por lo cual, crea monstruos aterrorizantes.

Antes que Novalis, fue Platón quien tuvo la convicción de que existen las Formas Absolutas que son la maqueta o el constructo de una perfección preexistente para cada idea o cosa en el mundo natural. Estas Formas Inmutables trascienden el mundo empírico y sensorial; pero, en estado anímico especial, se preanuncian, siempre balsámicas y bienhechoras; se vuelven cognoscibles. Cuanto observamos y percibimos en el mundo natural, son sólo simulacros de las Formas Absolutas con que los filósofos griegos de la Antiguedad postularon la concepción del poder organizador de la Dispensación de la Luz, a partir del Caos. «This need to perceive the universe as orderly was critical to the development of Greek thought. Ifif there was no organizing power for the trees, rocks, stars and planets, there could be no order for the inner man. Without a conception of order, the world would indeed be a random and chaotic place» (cf. Gerald Schueler, Ph.D, Chaos and the Psychological Symbolism of the Tarot (1997) y Plato and Carl Jung: Two Philosophers: How Plato's 'Perfect Form' Resembles Jung's Theory of Archetype / Ver).

Consideremos cuidadosamente este desmentimiento: «Sólo en apariencia eres horrible» y cómo se asoma una noción de la Belleza que conducirá al misterio del amor bienaventuras.

Más sublime que aquellas estrellas rutilantes
en ese mismo ámbito
nos parecen los ojos inmensos
que la Noche
abrió en nosotros.
Miran más allá
que los más pálidos
de aquellos incontables ejércitos;
innecesitados de luz,
traspasan las profundidades
de un alma enamorada,
llenando un espacio superior
de voluptuosidad indescriptible.

El amor bienventurado del Alma Enamorada ha llegado al espacio mental del viviente. Y se asemeja a la voluptuosidad. ¿Quién inspira esta volunptosidad y en qué consiste?

Dádiva de la reina del universo,
de la gran profetisa
de un mundo sagrado,
de la guarda
de un amor bienaventurado.

Esta es una cierta adquisición de inocencia (posesión de La Niña, o Sol de la Noche) que trajo la Reina del Mundo) y es simbólicamente hermoso que la selección por el Amante (evocador y buscador de la Noche) al «permanecer» despierto (aún vivo, esto es, en el Día-Luz del trajín terrenal y cotidiano, y en la vigilia, haya sido no por la Doncella que rehuye la Muerte, sino la Niña que se aproxima a Ella (la que el Tarot contiene como simbolismo místico) y a la que entrega flores. La muerte tarótica no significa acomodarse en la tumba, con luto.

¿Cómo identificar a la niña que enamora? -- ampliar

Este Jinete de la Muerte (que también aparece en las cartas de Rider), si bien viste con «una armadura negra sobre su caballo que avanza lentamente y carga una bandera negra con una flor blanca de cinco hojas» [29], es benévolo. Y es la niña, con la consciencia vestida de Gracia, la que lo comprende. Es una niña que enamora con un «amor bienaventurado» y como sus ojos no son pálidos, como los de la mayoría de los humanos («incontables ejércitos»), ya no están «innecesitados de luz», ya la tienen y pueden ver la verdadera belleza, inclusive la belleza de la muerte mística. «Miran más allá que los más pálidos».

Desde la perspectiva de la palidez, como explica Novalis en sus Observaciones misceláneas (1798), este reino de penumbras y sombras nos parece «oscuro adentro, solitario, amorfo. ¡Pero cuán enteramente diferente nos parecerá!» – cuando las penumbras sean vencidas, al despuntar el alba. Valiéndose de una analogía paradójica, el Imperio del Día es descrito como la servidumbre de los pálidos y los renegados remeros de la Otra Orilla. Esta orilla puede disfrutada dentro del quehacer o proyecto de la historia como género, es decir, dentro de su despliegue: «Un espíritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el tiempo de la resurrección y que precisamente los acontecimientos que parecieron haberse dirigido en contra de su activación y amenazaban con consumar su hundimiento, han sido los signos más favorables de su regeneración» (cf. vid. nota # 8).

Quien observa, desde barca del Sexto Canto, es un remero que viaja hacia un «adentro» y no porque esté muerto y ha comprado, con una moneda a Caronte, y si viaja es hacia la muerte irremediable y onerosamente. Este viaja porque no tiene temor y conoce los secretos del proceso. Obviamente es uno vivo y despierto, «dotado de sentidos» (Canto I). Uno que tiene la responsabilidad de «amar todas las maravillas / del espacio circundante, a la luz jubilosa, con sus colores, sus rayos y sus ondas». Y esos espacios circundantes son la otra orilla.

El nuevo hombre disfruta la Naturaleza como edén, como paraíso natural y, sin embargo, ve la «dulce omnipresencia» de la totalidad. El hombre viejo y mal remero, más bien, vive asustado ante tal posibilidad. Novalis le da un consejo: «Cuando veas un gigante examina antes la posición del sol no vaya a ser la sombra de un pigmeo».

Este asustarse es intenso y se vincula a la palidez, así como ante evento de terror o demasiado imprevisto se le hiela la sangre. No hay ni color en las mejillas. En adición, la sangre fría implica indiferencia, vivir «sin sagrado ardor» (Canto IV). Esta es la forma en que miran los pálidos. No como los hombres que «han conocido la verdad cósmica, o saber acumulado en la Naturaleza» y que siempre los ha habido (cf. M. Laitman, La voz de la Cabalá, loc. cit.), aunque son los menos y suelen andar solos.

La Tradición de los que buscan la Gran Palabra, o enseñanzas solares, lo definen como El Ermitaño, como el presente en .El Ermitaño del Tarot, y qque Novalis implicita en el Primer Canto: «Lejos yace el mundo, / sumido en honda cripta. Desierto y solitario es el lugar» (Canto I), Novalis lo menciona de este modo y la metáfora puntualiza, que es el: «egregio extranjero, de ojos pensativos y labios suavemente cerrados y llenos de sonidos». A él corresponderá traer el Lenguaje Solar: «In our voyage we will never be far from the Moirae for the myth is derived from the intuitive understanding of the process of life» (cf. ), siendo el lenguaje todavía que ver en la luz o en los horizontes de percepción consciencia. Ahora comienza, un aprendizaje que se dirije a una nueve teleología mágica. La comprensión de los cambios en los cambios. «To have Direction is the change in change, it is that which remains after Moira atropos cuts the thread of awareness, that which we learn as individuals, that which we evolve into as species» (loc. cit.).

Para resumir este tópico de la palidez, concluyo que es una palidez (o decadencia) que observa en su mundo histórico, en la Europa que le precupa y en los individuos en concreto, que han caído en la angustia y los fracasos, y viven las consecuencias kármicas. El por qué se han convertido en los pálidos remeros, sin ojos llenos de destino, es por su rechazo de la Gracia. Esto les dará el yugo de una visión «pobre y pueril», términos que espirualmente aluden a la falta de consuelo y éter. Esto desconsuelo es sintomático de la ausencia de lenguaje de comprensión, un lenguaje verdaderamente solar.

El hablante lírico de Novalis se regocija en su viaje:

«Mi sangre en bálsamo y éter
Vase a convertir» (Canto IV)

En el reino de servidumbre, «furor de los dolores» y «salvaje toque» (Canto VI), hay una predominancia de la noción de que lo Mío es Mío, No-Tuyo (el Yo absoluto fichteano que repudia lo externo (el No-Yo), que la «Dádiva de la Reina del Universo», la Gran Sacerdotisa, diera como «Luz Jubilosa» (Canto I) a los que se apartan del mundo de «aflicción» (Canto IV) y es que esa Dádiva de Gracia es la porcion de Cloto no se la niega a nadie. Se la da a quien no lo tiene como Primer Destino, o dirección del Viaje.

Con respecto a lo que en sus ensayos, Novalis llamara el progresivismo universal y la misión de «educar la Tierra», están implícitas las influencias de Schiller y otra vez Jakob Böhme. Se educará a la Humanidad para que, en su despliegue vital durante los Días / la historia concreta de su producción y situación el mundo, no quede alienada en esa realidad que Kant dispuso como un antagonismo permanente entre individuo y sociedad (o Estado). Mas para mostrar al mundo, no como un espacio cerrado, sino confines con «esferas luminosas» que anuncian la omnopotencia del mundo, tal como es, sirve la actividad del juego (Schiller) y lo que Novalis valora como un evangelio de «voluptuosidad» y «dulce embriaguez», el Estado de Gracia. Sin éste, la humanidad experimentará la morbidez, el agotamiento y alienación.

Una de las influencias de J. Friedrich von Schiller, comparticipada por Novalis, es la idea de la belleza y la libertad para la creación artística, a la que en sus Cartas sobre la educación estética, asoció al impulso del juego y un ideal de libertad superior a la autonomía de la ley moral. Esto es parte de lo que significa, en cierto modo, el Estado de Gracia; una integración armoniosa y unitaria del pensamiento y lo material, lo corporal y sensual, lo científico y espiritual. Schiller escribiría que la Sabiduría no la dan las canas por acumular años, en dolor o en ambiciones, o proyectos cumplidos, sino el dictado del «corazón de la infancia candorosa» y, si bien «vivir quiere decir soñar; ser sabio significa soñar apaciblemente».

Con lo dicho, se mienta La Niña del poema de Novalis, candorosa y sabia apaciblemente. El poema no dice que la niña es pueril. Es alegre y no nacida para la servidumbre de los pálidos. En la consciencia del género humano, la persona ideal, no hay fragmentación y la racionalidad actúa como una comprensión no empobrecida por la palidez que ya aununcia sus visos de debilidad, monotonía, mecanicidad. El niño / niña / actúa, desde una gracia, desde la cual surge «la superación de los dos instintos iniciales que dividen al hombre». [30]

¿Quién tiene más instinto de juego, más candor y menos prejuicios, que un niño? Por tal razón, es que la voz lírica de Novalis cree, abierto su ser a la Noche, que está en un paraíso, donde la voluptuosidad que la llena es indescriptible. La Gracia es un estado estético, donde se vale la pregunta ante la Noche / la Muerte / las expectativas instruída por el miedo y los prejuicios, sobre el significado de la belleza y el gozo. Entonces, inmersa en gracia, dice: «Sólo en apariencia eres horrible».

En esta versión, hay una mención a la Noche como la «Gran Profetisa», que es quien prepara a las consciencias para la percepción de la belleza. Y la profecía es siempre una convocatoria a los sujetos, ciegos y pálidos que no han aprendido a ver la belleza en su totalidad. El estado de gracia es lo que permite que la Belleza no pase sin un sujeto que la entienda y la disfrute. Y la belleza lo mismo está en la Naturaleza externa y sus demandas de Luz, en el trajín de lo temporal; está en procesos no visibles, en lo ordinario y en lo extraordinario. Para educar en torno a ella es que irrumpe la Gran Profetisa de la Noche. La visión novaliana de la belleza, como se codfifica en los Himnos, no es kantiana, sino que se nutre más del concepto de regeneración de Böhme y del ideal moral-estético de Schiller, para quien el Bien es Bello. La belleza no solamente el ideal kantiano de lo desinteresado. [31]

La estética kantiana alega que «lo bello es el objeto de un placer desinteresado», «que no surge del deseo» que se compromete con la búsqueda de la sensación de agrado, o se interesa en hacerla sus medios hacia un fin específico. Para ser sensibles a lo Bello, el hombre debe intersarse activamente en lo Sublime («das Erhabene»), en la habilidad de desafiar los instintos animales (como el Yo de autopreservación de los egoístas y opresores depredatorios y sacrificarse a sí mismo en pro de ideales altruístas y educativos en pro de una humanidad auténtica. Lo Sublime, como Corona de la Experiencia, llega como hallazgo de la Amada (ésta como representación de un Discurso o Hecho de la Reina Malkuth (o el secreto del Ojo Izquierdo de Dios). Ella es la armonizadora de los nueve principios activos y mediadora entre las esferas, o eslabones de la existencia y, extarnamente, es llamada el Reino, o la Corona del Hombre en el Mundo (Aharón Sh'ezinger, Los caminos de la Kabbalah, ed. cit).

La búsqueda de lo Sublime en Novalis se centra en la metáfora de la Flor Azul, o el reino de lo azul, como símbolos de la intuición y comprensión (González Wippler, p.43). En este sentido, el poder de expresar las emociones y pensamientos propios a los demás. Así, por ejemplo, el viaje en la búsqueda de la Flor Azul de la novela Enrique de Ofterdingen es uno para explorar la autoexpresión, como vestidos («levushim») del alma. Esos pétalos azules a la realidad revelada interiormente como «maschavah / pensamiento» y como discurso que puede compartirse exteriormente. El mundo azul y su símbolo de la flor son Malchut, en cuanto reino.

En el Tercer Canto del Himno a la Noche, hay una descripción del reino de la Flor Azul como aventura de forcejeo, entre un avanzar autoexpresivo y las contrafuerzas del retroceso; pero, al final, la victoria que fundará «un mundo insondable y nuevo», donde el espíritu puede flotar impulsado por el «sueño de cielo».

Cuando buscaba auxilio a mi alrededor,
avanzar no podía, retroceder tampoco
y un anhelo infinito me aferraba a la vida fugaz,
apagada -entonces, desde la distancia azul,
desde la altura de mi antigua dicha,
descendió un estertor de desfallecimiento
y de repente de rompió el vínculo del nacimiento,
las ataduras de la luz.

Se desvaneció la gloria terrena y con ella
mi tristeza, la melancolía se fundió
en un mundo insondable y nuevo
y tú entusiasmo de la noche, sueño del cielo,
viniste sobre mi.

El entorno se fue levantando lentamente
sobre el paisaje, suspendido flotaba
mi espíritu, libre vuelto a nacer.

8. El místico Böhme, Fichte y el dualismo Noche / Día: Al igual que Novalis, la vida de Jakob Böhme (1575 – 1624) pudo verse marcada por experiencias místicas en que la observación visual fue importante.

La observación visual y objetiva de lo existente se concibe como ciencia e historia. Cuando la Luz / en los Días / amengua, en el hombre se acrecienta el deseo de regresar a la Madre Universal, contactarse con la Reina del Mundo / el Universo / que es la Gran Profetisa, hecho que no significa ni en Novalis ni Böhme, que es mejor no nacer, ni estar despierto, cuando visual, cosmológicamente, es evidente que el Sol se come el Día y nos alterna con tinieblas. La aproximación novaliana a los fenómenos de percepción y juicio ha sido vista como «torbellino de consciencia», idealismo mágico y exploración de cualidades insondables, donde la Noche «no es un escenario», sino un estado de alma o conciencia (Lombana Sánchez, loc. cit.).

Con Fichte, Novalis aprendió sobre la necesidad de autonomía o libertad ética para la autodeterminación, a lo que Böhme se refería con el concepto de Libre Albedrío concedido por Dios para que la relación humana con El no fuese coactiva o la tiranía de lo religioso. Sin embargo, al plantearse la noción de Voluntad ante las urgencias oscuras o los instintos, Novalis no creyó que se tratara de una «absoluta sinrazón» inherente a los actos libres del Ego (la mismidad del «Ichheit») al querer romper con la Razón, como creyó Fichte, sino de una voluntad de vivir la esencia de todas las cosas (lo Tuyo como mío, y lo Mío como Tuyo) como la cosa en sí, o bien, como discutimos en el apartado # 4, a la luz de Jung, como el Sí Mismo. [33]

La independencia metafísica es un evento singular de posibilidad que no se explicará con el dogma kantiano del «Mal Radical» o la Razón irracional de Fichte; el contenido de la realidad es al mismo tiempo racional y divino. En el hecho de que, en el mundo haya dolor y se viva «la triste y decadente Europa», no significa que todo los poetas románticos han de buscar la «evasión en el misterio y en el mundo del sueño», como un espacio sicológico. [34]

Fichte, a quien, antes de arribar como primer rector de la Universidad de Berlín, se le despidió de su cátedra universitaria en Jena, acusado de ateísmo y censurado, tenía una estrecha y fragmentaria noción del sujeto y su papel en la historia y ante lo Absoluto: «El sujeto ha de pensarse como único fundamento, abstraerse del ente libre exterior y atribuirse a sí solo su actividad». El «Yo absoluto» se autoconstituye en la aprehensión intuitiva de sí mismo y resiste el no-Yo, lo exterior a él, por lo que «Lo Tuyo no puede ser Mío» (en ese sentido místico de Novalis). En Fiche siempre tiene una primacía «la previa presencia o autoposición del Yo», aunque el Yo, en normal relativismo, haga un intento de resistencia, queriendo «apropiarse» de lo externo, en su meta por la libertad absoluta del sí. El logifica, racionalizándolo todo.

Fichte no creia en milagros, ni en la fe revelada, que es la misma fe histórica de la religión natural. Si acaso pudiera darse una fe (que represente una «edad madura» para el pensamiento), tiene que ser la que de lo revelado pase a lo racional. Sobre todas las cosas, Fichte amaba a la Razón y una libertad absoluta: «Dime qué es lo que verdaderamente amas, lo que buscas con todo tu empeño, esperando encontrarlo, y me habrás dado con ello una expresión de tu vida. Amas lo que vives». La fe es algo que no pudo amar nunca y queriendo ser un idealista radical, se fue convirtiendo en un déspota totalitario. [35]

En sus Discursos a la nación alemana, (1807-08) es posible constatar qué mucho se distanciaban las ideas de la filosofía de la historia y de un progresivismo universal, por las vías de la educación, del totaltarismo esencial de Fiche, al decir: «La nueva educación debería consistir precisamente en aniquilar por completo la libertad de la voluntad».

Y es que, contrario a Novalis, expositor de la Religión del Amor («Liebesreligion»), Fichte nunca superó su atadura con las penumbras, hecho que, sicológicamente, equivale a nombrar el momento descrito del Canto III de los Himnos: «disfrute efimero del mundo material», en los que se llora, con «lágrimas amargas», en «la preexistencia del espiritu-Noche». La superación novaliana de ese momento consiste en que es necesario «no sólo vivir, ver» para convertirse en el «artífice del regreso al espiritu» (loc. cit., Rafael Argullol, 17).

Replantearé otra vez el Canto VI para contextualizar el leit motif de la penumbras, como parte del imperio de la luz o del Día terrenal del reloj, lo que nos ayudará a comprender la nula latencia de Fichte. El fragmento dice:

Hacia abajo, al seno de la tierra,
¡lejos del imperio de la luz!
El furor de los dolores y su salvaje toque
es señal de alegre partida.
Llegamos en estrecha barca,
rápidos hasta la orilla de los cielos

¿Qué haremos ya en este mundo
con nuestro amor y fidelidad?
Lo antiguo es abandonado;
y ¿qué importará lo nuevo?
¡Oh, qué solo está y hondamente aflIgido
quien piadoso y cálido ama la antiguedad!

La antiguedad, cuando los sentidos ardían
vivos y en altas llamas
y la mano del Padre y su rostro
los hombres reconocían,
y con alto ánimo, ingenuamente,
aún alguno se asemejaba a su Prototipo.

En las primeras estrofas, se describe un reconocimiento objetivo del sufrimiento que implica vivir en las penumbras del Imperio del Día. Con tono interrogativo, que es filosófico y práctico, formula: «¿Qué haremos ya en este mundo?» Se refiere a un mundo de furor y salvajismo, pero él ya ha optado, como respuesta, su viaje, transportarse fuera de las penumbras hasta la otra orilla. Aquí, la pregunta consecuente es: ¿qué es la otra orilla? «La Orilla de los Cielos». ¿Por qué es alegre la partida en este viaje? Concedido que este descenso, al «seno de la tierra», no es la tumba de quien fallece, pues, él quedará «despierto», sino que es el seno de un nuevo espacio sicológico, volveré a una serie de documentos y alusiones [36] que me parecen útiles para la comprensión del Idealismo Mágico de Novalis.

Un es la baraja del Tarot sobre la Noche / La Muerte, con sus símbolos de La Niña, la Profetisa, el río o la luguna Estigia y la Barca, que están presentes en estos fragmentos del Cuarto Canto. También imprescindible que hable de la Diosa del Amor y de la Noche (Nyx) y sus hijas (las Moiras, o las Parcas), que representan el destino y el significado de la Vida.

En el primer fragmento del Canto se menciona la «estrecha barca» sobre un río, que asumiremos como Estigia. La noción de «orilla» entre cielo y tierra, entre luz y penumbra, mientan las fronteras entre vida y muerte, entre la vigilia y un verdadero amanecer. Motivos que están en las barajas del Tarot. En términos de los Himnos en general, hay la mención del «pasaje ritual», asociado a la muerte y el renacimiento, o de la luz a la oscuridad plena y es ritual en el sentido que lo ofició la Gran Profetisa de la Reina del Universo.

Demás está decir, que el libro de Novalis es también una reflexión sobre los colores, especialmente, en cuanto son símbolos de posibilidades, de ausencia o desaparición. La fascinación con la oscuridad de Novalis nace de una comprensión intuitiva del color negro, como unión de todos los colores o la ausencia de ellos y «se lo ubica en cualquier extremo de la escala cromática» (Wassily Kandinsky). Del mismo modo, contrario a su evaluación de las penumbras (más en el sentido moral, que en el artístico), Novalis intuye que la verdadera luz (el blanco de la Llama, que es el Hijo), el negro se transforma «en el tono de la revelación, de la gracia, de aquella luz que deslumbra y despierta el conocimiento». El blanco es el color de La Niña, en cuanto es «símbolo de pureza, verdad y virginidad». Refiere González Wippler, que el blanco o el plateado significa: «Pureza, paz, luz, iluminación, sabiduría», siendo símbolos de la luna y del principio femenino (op. cit. p. 43).

El abandono de lo antiguo es el abandono de la Fe y del impulso ciego que nos lleva al Estado de Gracia. Es con la antiguedad que se alude a las Llamas al Fuego del Padre como fuente del Conocimiento Divino. La humanidad, especialmente, cuando transita por el ciclo del sufrimiento y la alienación, tendrá una nostalgia de la Noche Eterna, la Antiguedad de un Estado de Gracia y que nos devuelve la dicha y la armonía interna.

Esta última estrofa es boehmiana. Alude al Padre como Fuego y «Urzufall», «as a dark striving, an infinite impulse» que, a partir de la Voluntad Inconsciente, se abre paso hacia la autorevelación: «God's unfolding himself out of his dark, irrational, primitive essence» (Windelband, 618). El Prototipo, como un tercer intemediario del Padre, es Jesús. Lo interesante de cómo Novalis se vale de la nociones boehmianas ha sido observado por Lombana Sánchez en su estudio de la proximidad de su Himno a la Noche con la mística de San Juan de la Cruz. «Nos presenta una obra radicalmente novedosa en comparación a lo que se viene haciendo en su tiempo», la dicotomía día-noche como una «comprensión hímnica interna de la naturaleza», una «profunda descripción del sentimiento», «que van naturalmente más allá de ser meros caracteres descriptivos e iconográficos», formulando un estilo y sucesión de ideas para las que acuñó el término «Bewusstseinstrom, término entonces desconocido», es decir, «torbellino de conciencia». [37]

Antes de pasar al análisis de otro fragmento de los Himnos, puntualizaría otros contextos de la dicotoMía Día-Noche, Vida y Muerte, éxtasis como consciencia contemplativa o idealismo mágico [38] y alienación o disociación de la unidad por causa de las penumbras y la disociación de la consciencia. Para este análisis, me concentraré en los significados ocultos de este fragmentos sobre la «Mano», «Rostro» de Dios y «Altas Llamas»

... en altas llamas
y la mano del Padre y su rostro
los hombres reconocían,
y con alto ánimo, ingenuamente,
aún alguno se asemejaba a su Prototipo.

y, como bien anuncié, utilizaré útiles documentos. Que sea el primero, por su alusividad, los que tratan sobre las Hijas de la Noche, o las Tres Parcas (Moiras), las que en Odisea de Homero, son llamadas Klôthes o hilanderas. La noción de hilanderas son símbolos de la Mano del «Padre / Madre», o del Espíritu. Si la noción de Espíritu implica que la Humanidad nace, como creyó Böhme, para desplegar el Destino, el hilado de la Hijas de la Noche describe Tres Destinos o momentos del Espíritu y, en consecuencia, es el Trabajo de la Mano Espiritual. Hila la «hebra de la vida» quien tiene vida. Es, por ello, que la primera Hija de la Noche, es Cloto («Klotho», nombre que viene del griego «klothein», «hilar»).

El primer destino es la vida. Por vida no sólo se entender el fenómeno físico-químico que nos anima, o la gestación de lo vivo, sino el nacimiento de la consciencia productiva en la espacio-temporalidad. Lo que instruye este destino, o menifestación divina, es que el Presente conduce al Futuro y el futuro se diseña para la esperanza. No en balde, en la numerología esotérica, en los grandes sistemas de fe y conocimiento revelado, desde los tiempos antiguos, Cloto, el primer Destino / la primera de las Parcas / o Instructoras de la Gran Sacerdotisa (Nyx) de la Noche, se representa con el Nueve, el número de la perfección, la plenitud y los logros espirituales (González Wippler, op cit., 47-48).

En la Kabbalah, el número de Cloto o del primer destino también es el Nueve y corresponde a El Ermitaño (la baraja de Waite) y a la Lámpara Velada, esto es, a quien explora la Vida en medio de la Oscuridad / la Noche. H. J. Rose en A handbook of Greek mythology, [39] al explicar la significación de Cloto y su función como «repartidoras», no las presenta como tres doncellas, que visten de blanco y cuya función es extender la porción de vida o destino que le corresponde a los seres humanos. La palabra «moira», con la que también se les nombra a ella y sus otras dos hermanas, significa literalmente «porción» o «parte».

Las hilanderas, repartidoras o moiras del destino, son tres, el número de la expansión y la promesa (Martínez Wippler, p. 45) y, por supuesto, del misterio de la Trinidad. H. J. Rose observa que los Tres Momentos del Destino, siendo espirituales, no son incognoscibles para quien explora, aún en la oscuridad de la Noche. Esto es consistente con la estética novaliana que se impone el desafío de Ver lo que se ha hilado para él y aún, de un modo más generoso, para la humanidad. Aunque sea en la «estrecha barca» mencionada en el Sexto Canto, él se aparta del «imperio de la luz» para explorar el Primer Destino (Clotis) y, de ahí, los otros momentos espirituales de las Parcas / Moiras / Repartidoras del «hilo de la vida».

El yo lírico novaliano ha comprendido la enseñanza que el Primer Destino da con la Rueca en que hila. A la vida hay que entregar interés, hilar con ella, al enfrascarse piadosamente en el estudio de la Antiguedad. En el plan perefecto de Dios, no cabe la aflicción y la soledad, por cuanto, hay que tomar la barca de los que buscan la «orilla de los cielos».

Cuando González Wippler, se plantea qué significa el 9, el número de Cloto, dice lo siguiente: «Este número indica una necesidad de moverse por uno mismo, de evitar parásitos, de romper con los viejos hábitos para lograr el éxito (...) Tiempo de mirar hacia el futuro, ya que promete grandes cosas» (op. cit., ps.46-47). El nueve mienta espacio de futuro, con el esfuerzo agresivo del presente.

Valdría considerar, en este momento, un fragmento del Canto IV para que vemos lo que dice González Wippler, aplicado por este Yo lírico:

Más allá yo me encamino,
De toda aflicción;
De la volupta algún día
Será un aguijón.
Y ebrio de goce en los brazos
del Amor caer.

En mí, de vida infinita
Siento la virtud.
Oh, luz, te veo en la hondura
Desde mi altitud.

Cuando llegue a aquella cumbre
Adiós, tu esplendor;
Las sombras traerán guirnaldas
Del inmortal frescor.

Oh, sorbe, mi dulce Amado,
Mi alma sin tardar,
Que en tí pueda adormecerme
Y te pueda amar.

La ola fresca de la muerte
Ya empiezo a sentir;
Mi sangre en bálsamo y éter
Vase a convertir.

De día, yo vivo lleno
De fe y de valor,
Más, ay, por la noche, muero
De sagrado ardor.

Canto IV

Este poema describe su encaminamiento hacia la Luz mediante la «muerte mística», fase o destino necesario de la comprensión de lo oculto. Lo que se predispone oculto es el discernimiento del Primer Destino; pero, una vez se cumple la muerte mística esta és bálsamo, «ardor sagrado», libertad para crecer y amar.

Antes de este viaje hacia la Noche (de la muerte mística), la porción de vida suele verse fagocitada por la falsa luz del Día. A donde el Observante de la Noche se dirige, tras ver la Luz verdadera, es a las primeras pruebas de un nuevo ciclo, que pueden ser negativas o positivas. El triunfo en las mismas lo hará sacerdote. O el que domina dos fuerzas contrarias y las armoniza. Se llamará Sacerdote sólo aquel que «expresa el equilibrio de las fuerzas contrarias de comprensión y de expansión, el principio de polaridad». [Rav Michael Laitman, PhD, loc. cit].

El Ermitaño del Tarot que se implicita en el Primer Canto: «Lejos yace el mundo, / sumido en honda cripta. Desierto y solitario es el lugar» (Canto I).

Vivía, previamente, entre parásitos que mermaban su voluntad y lo sumían en aflicción; pero, a partir de este viaje de alejamiento mundanal, se hace partícipe de luz. «En mí, de vida infinita / siento la virtud. / Oh, luz, te veo en la hondura / Desde mi altitud».

Ahora es él el Amado de la Muerte, no el destruído por ella. El puede comprender la muerte como un movimiento perpetuo de creación. Interesante es que a quien la Noche (Muerte) llama «Amado mío» [40] y quien comienza a sentir su «ola fresca», también dice: «Aún algún tiempo me falta / para libre ser», lo que implica que evolucionará hacia un segundo momento y, en tanto espera la plenitud y perfección, el «inmortal frescor», la «vida infinita», la completa dación del Estado de Gracia, lo esperará con paz, fe y decisión.

Del segundo destino, nace el deber moral, porque Láquesis («la que echa las suertes»), indica a quien la oye, la discierne y sirve, que hay unas leyes en el Universo. En el Tarot, el deber moral es definido con el símbolo de la Rueda de la Fortuna, cuyo equivalente númerico es el Diez. La asumpción decisiva del deber moral, tal como la Parca Láquesis lo instruye, es parte de la estética novalianas, que discursa: «Buscamos el Proyecto del mundo, y ese proyecto somos nosotros mismos». Es su destino admitido.

Sobre la Rueda de la Vida, o también la Rueca / Huso / de la vida o el destino, las enseñanzas, podríamos puntualizar lo siguiente: Esta etapa significa que si bien la invitación ha sido extendida al Amado, dulcemente, él no ha absorbido su alma plenamente en experiencia del viaje y exploración de la noche. Está en la oscuridad inicial. No ha completado el primer Día de la Creación. Los kabbalistas enseñan que el iniciado o sacerdote debe pasar por tres momentos que describen como «sumisión», acepación voluntaria del viaje, «separación», durante la cual el ermitaño activamente se aparta para participar de la Gracia, y «endulzamiento». Los tres momentos mencionados se relacionan a la luz y sombra como aspectos de personalidad. La tarea en este proceso espiritual consiste en «separar nuestra luz interna de nuestra oscuridad interna e identificarnos con ella» [41]

En cuanto el trabajo espiritual con el Segundo Destino es de tipo moral y sicológico, significa que el Amado admitirá con humildad otras pruebas que son las que, en definitiva, harán que supere el problema sicológico de la ansiedad. «Aún algún tiempo me falta / para libre ser», escribe Novalis. Láquesis, en este sentido, es la mediadora entre la sumisión del ego y la separación. El teólogo Böhme explica que muchos que comienza el viaje de su regeneración se regresan. No se separan ya que, en esta dinámica creativa, donde comienza el primer día de la creación como develamiento de Dios Padre al Hijo, muchos se retractan y reniegan de la predisposición a la Gracia que les indujo al viaje. Lo que endeblece la voluntad del hombre no es el pecado innato, sino las pruebas que trae el Destino como Rueda de la Fortuna, el hilvanar con Láquesis.

Uno de los desacuerdo entre Novalis y Fichte, su maestro, fue precisamente este punto. El Yo absoluto fichteano no se humilla. El Yo lírico de Novalis sí. «La sumisión es llevar el ego a ese lugar de humildad que es la base de toda percepción honesta de la realidad» y disfutar del amor como «cúspide sus emociones». (Rabí Aharón Sh'ezinger, loc. cit.). En el Canto Primero, la actitud del Yo lírico novaliano no es de prepotencia e indiferencia ante la Madre Universal y amorosa:

Alegre y asustado, veo ante mí un rostro grave,
un rostro que dulce y reverente se inclina hacia mí,
y entre la interminable maraña de sus rizos,
aparece la amorosa juventud de la madre.

[Novalis. Frag. Canto I, Himnos a la Noche]

Uno de los más bellos manuales, escritos por la licenciada en filología inglesa, traductora, intérprete y profesora de idiomas, Rozenda Salas,.es El Tarot Libro Abierto, quien en su análisis de la Esfinge (la carta que representa la Rueda de la Fortuna), nos dice:

La Rueda flota en un cielo azul, que otra vez recuerda al inconsciente humano. (...) La esfinge, de color azul que representa el inconsciente, simboliza a la vez el misterio de la vida, ya que como recordamos planteaba enigmas a todo el que pasaba, y el triunfo y la estabilidad, ya que toda esfinge representa a Horus, dios egipcio de la resurrección. La espada es a la vez símbolo de su triunfo y de su espiritualidad, ya que las Espadas en el Tarot tienen un valor espiritual. Vemos así una esfinge triunfadora, pero cuyo triunfo es un misterio, como el inconsciente y la propia vida. [42]

El nuevo ciclo abierto por la Rueda de la Fortuna, o por «quien echa las suertes» y distribuye opciones de cambio en la vida, más que pruebas para el castigo, representa el espíritu de iniciativa, inventiva, simpatía y espontaneidad, así como la capacidad para distinguir el bien del mal. En la Rueda está sugerida la Rueca de las Hilanderas y la manivela que la dota de movimiento. En el Décimo Arcano del Tarot, la rueda «flota sobre la figuración del océano del caos, sostenida por los mástiles de dos barcas». En el Diccionario de símbolos [43] de Cirlot, la rueda sugiere la perfección del círculo, pero también «cierta valencia de imperfección, pues se refiere al mundo del devenir, de la creación continua, y por tanto de la contingencia y de lo perecedero».

El Observante, o explorador de la Noche, e interesado en tan particular hija de sus misterios, está representado como la «esfinge inmóvil, alusión al misterio de todas las cosas y a la interpretación de lo diferente». Que la Esfinge esté inmóvil significa la observancia cautelosa; pero la Rueda como Las Alas son símbolos de «desplazamiento, de la superación de las condiciones del lugar, y del estado mental que le es correlativo» (J. E. Cirlot, op. cit.)

La observancia cautelosa es lo que hará a la esfinge «triunfante», según explicó Salas, y siendo que toda Esfinge representa a Horus, dios egipcio de la resurrección, el Observante cauteloso es un convocado al triunfo, a ser un sacerdote de Horus y de la resurrección. O dicho junguinamente, conocedor de la Totalidad, el Sí Mismo. Históricamente, el símbolo apostólico que el Viajero de la Barca elija no tiene importancia (Horus, Buda, Cristo, etc.). Lo indispensable es que esté armado con la Espada del Amor que, en el Tarot, son los símbolos de Triunfo, con el valor espiritual de la Jesed ilaá (bondad superior) y rav jésed (abundante bondad), como expone Laitman, en
La voz de la Cabalá (ed. cit). Entiéndase que la Esfinge, aún inmóvil, está armada y despierta.

La esfinge es azul, como la flor azul [44] que buscar Enrique, en la novela de Novalis. Está coronada de oro y con las alas rojas, y sostiene una espada blanca. «Está sentada sobre un zócalo estrecho, puesto sobre la parte superior de la rueda», describe Cirlot. Y adiciona como otros detalles, a la derecha de la rueda: un perro amarillo, con un collar que le ciñe las orejas, vestido con una chaqueta azul con cola roja, y que parece subir hacia la esfinge. Se ha interpretado, entre los animales presentes en la baraja, que representan a Hermanubis, el genio del bien y a Tifón, el genio del mal.

El peligro mayor que parece amenazar la Esfinge es el perro amarillo. No es éste, literalmente, un perro. Como la misma rueda, color carne, son referencias a la vida del hombre y su alma. El perro, inusualmente vestido con una chaqueta azul, significa un potencial de energía espirtual y quizás es por ésto que avanza hacia la esfinge. La cola roja sugiere simbólicamente fuerza vital, apetito sexual y cólera (González Wippler, p. 43). Me parece significativo que el perro, buenos amigos de la vigilia nocturna, estén descritos con el color amarillo, que es el color de la energía pura y solar, color «de la felicidad que estar por llegar», observa González Wippler, en vez del color amarillo oscuro, que es el que simboliza a la cobardía y la muerte. Esto implica que, aún en la condición animal en que Cloto y Láquesis nos distribuyen una porción de destino, se está bien equipado. Hasta el animal humano tiene un potencial de crecimiento y energía, antes que los suma la palidez y el desinterés del mundo.

Sin embargo, Novalis observa que se vive en un mundo de siervos y que abundan más los pálidos. Que son más e innumerables los que Átropos (la «inexorable» o «ineludible»), desaprueba y les corta el hilo de la vida. Este Tercer Destino, según se le responsabiliza a Átropos, la concierne como quien, entre las Tres Hermanas, elige la forma en la que habrá de morir cada persona. Por esta razón, se ha interpretado mal a este arquetipo y se habla de sus «Detestables Tijeras», siendo que corta la hebra de la vida.

Los poetas de lo mortuario se cargan la mano al pensarla. Es la de mayor edad, la fea y melancólica. Su mirada está atenta e inspeccionadora al trabajo de quienes hilan y confeccionan. Describen que es fatídico el momento de cortar el hilo. Mas, en rigor, estos poetas no tienen una profunda comprensión de estos significados esotéricos y, por lo general, como poetas de la Fatalidad, o lo Desgraciado, ignoran el significado de Karma. [45]

Cuando se corta este hilo, si bien es cierto que se desencarna, lo que termina no es la vida, sino en el modo de vida y «las pesadas alas del ánimo» (Novalis) y, paradójicamente, hay vivientes que se resisten a este corte, aferrándose al modo viejo de vivir en el que las alternancias de la dicha a la desdicha, riqueza a pobreza, salud a enfernedad, de lo puro a lo impuro, llenan al mundo de angustia.

La gran guadaña del Segador (Saturno) para la angustia es el fundamento del Amor, mística de la Rosa Blanca, el amor puro. La humanidad auténtica es representado como una rosa de cinco pétalos; pero, cuando la rosa es blanca hay un significado adicional: Lo inmortal y lo puro. El Tercer Destino de Átropos (la «inexorable», con su Tijera dizque fatídica, es el verdadaderamente endulzador para la amarga vida del observante fracasado. Es el momento previo en que se le vuelve a dar una oportunidad nueva, por caridad cósmica y sagrada («tsedakah»), como diría Rabbi Yehuda Leib Ashlag, al comentar el Zohar (o Libro de Esplendores). En el tijerazo de Átropos está implícita la Guadaña segadora de Saturno (el que quiebra los huesos, a quien habla simbólicamente a través de la Calavera, ya que Saturno es la representación de la estructura ósea y de su final.. Saturno, Padre Tiempo, es la ley espiritual de la involución de la energía radiante (o Fohat) y, en este ciclo de expresión cósmica de la Rueda de la Fortuna, es el que retira la vida conscientiva del Ego que no evoluciona ni cambia y se identifica con su cabeza de chacal (Hermanubis), o con la cola roja del Perro Amarillo o, en fin, todas las formas inferiores de la consciencia. (Aharón Sh'ezinger, loc. cit).

Quien no avanzó en la búsqueda, como Observante Cauteloso, quien con del Libre Albedrío hizo mal uso, entrará en un mundo de energía que está representado por el octavo signo del Zodíaco, el Escorpión y, que junguianamente analizado, es un subconsciente, emocional y alquímico, en un plano no visible, «en la oscuridad que antecedió a la luz». Por un lado, es la consciencia de nuestra muerte física, o descarnamiento y, por el otro, el endulzamiento en amargura, ya que se volverá a la tierra mediante el proceso de Reencarnación (Vid. Nota # 45 sobre Karma).




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Notas bibliográfícas

[29] La Muerte / Tarot, en: Wikipedia y la nota 27.

[30] Esteban Ierardo, Kant, Schiller y la experiencia de la belleza, en:
Ver

[31] Schiller es el primer filósofo que postula la relación directa entre juego y arte. Si algún propósito práctico e intencionado debe adjudicarsse al arte, según discute Schiller en sus Cartas y en su poema Los artistas / Die Künstler, es impactar las almas con la Belleza. «Only through Beauty's morning-gate, dost thou penetrate the land of knowledge». Con su propuesta del impulso de juego («Spieltrieb») o Forma Viva, supera el dualismo entre Forma y Sinnestrieb («the sensuous drive»). «El impulso de juego (...) en la misma medida en que arrebate a las sensaciones y a las emociones su influencia dinámica, las hará armonizar con las ideas de la razón, y en la misma medida en que prive a las leyes de la razón de su coacción moral, las reconciliará con los intereses de los sentidos» (Carta XIV, p.229, §6).

[32]

[33} Carl Gustav Jung estudió extensamente el simbolísmo del sí-mismo, o el arquetipo de la unión de los opuesto, al que «Selbst» / Sí Mismo, o Imagen arquetípica de totalidad y consideró a Buda y Cristo, ejemplos de este estado espiritual o de iluminación conscientiva. El conocimiento del Inconsciente pertence a la totalidad del Sí Mismo. Los planteamientos novalianos sobre Noche / Día, Penumbras y Luz infinita, son parte de su idealismo mágico.

Desde la perpectiva de este estudio, el planteo novaliano de los Tres destinos / su intuición intelectual sobre las Tres Hermanas, hijas de La Noche (Nyx), son parte de su exploración de esta totalidad del Sí Mismo.

[34] En este espacio sicológico, no visto como simple escenario exótico, como lo vieron muchos otros evasores de lo real, obstinados en el forcejeo con el dolor y lo inadmitido de la realidad, «Novalis nos plantea una relación mística casi erótico-sexual con la poesía y con la realidad terrestre y humana (...) su razón y ser de existencia» (Lombana Sánchez). Y observa una Eterna Criatura Divina que, obviamente, no es Sophie, sino La Niña, o poniéndolo en otros términos, su propio Niño Divino, o su Sí Mismo. En las Observaciones misceláneas (1798), Novalis describió este «espacio o estado sicológico»:

«La imaginación coloca el mundo del futuro o muy distante o por encima de nosotros, o muy lejos abajo, o en una relación de metemsícosis respecto nosotros mismos. ¿Soñamos con viajar por el universo – pero no está el universo dentro de nosotros mismos? Las profundidades de nuestro espíritu nos son desconocidas – la manera misteriosa dirige lo interno. La eternidad con sus mundos – el pasado y el futuro – están en nosotros mismos o en ningún lugar. El mundo externo es el mundo de sombras – tira su sombra en el reino de la luz. En el presente, este reino ciertamente parece a nosotros tan oscuro adentro, solitario, amorfo. ¡Pero cuán enteramente diferente nos parecerá – cuando esta penumbra ese retire, y el cuerpo de sombras se haya marchado. Experimentaremos el placer más grande del que nuestro espíritu haya sido privado»

Cuando se postula como Kant que hay un Mal radical, se acusa a Dios de no ser pefecto y ser un creador errático. La idea de Böhme no es decir que, perversamente, con consentimiento o indiferencia de Dios, ocurrió la Caída en el pecado de ángeles y hombres, sino explicar el fenómeno ontológico de la Necesidad y el despliegue de Dios mismo.

La idea bohmiana que Novalis plantea para la dicotomía Noche / Día / es que no hay casualidad. Toda creación está bajo el control divino de su Despliegue. La Urania cosmológica, «the eldest of the Fates»: el más antiguo de los Destinos, nacido de la chispa primitiva del Caos, es ya el Deseo de Control, aunque sea por impulso lúdico. Afrodita-Urania es la Diosa del Deseo y nace «danzando», en gozo, sobre las olas del océano.

Metafóricamente dicho, Dios es como la Negrez / Oscuridad misma / unión de todos los colores; en este caso, de todos los fenómenos reales e invisibles, y Dios, por igual, es el Blanco / la Luz Perfecta / donde «los colores, en cuanto a propiedades de substancias materiales, se han desvanecido». Por eso Wassily Kandinsky, el afamado pintor, decía que el blanco, sin penumbras: «actúa sobre nuestra alma como el silencio absoluto... Este silencio no está muerto, rebosa de posibilidades vivas... Es una nada llena de alegría juvenil o, por decirlo mejor, una nada antes de todo nacimiento, antes de todo comienzo... es el tono de la revelación, de la gracia, de aquella luz que deslumbra y despierta el conocimiento». Luz Ilimitada (o lo que la Torá llama «radiación de la [infinita / suprema] luz Ein Sof, cf. Rabí Aharón Sh'ezinger, Los caminos de la Cabalá, loc. cit.

Cuando la Luz nace en hombre, como luz perfecta, se comprende a Cristo como «Lumen Christi», Yo Crístico, o lo que San Juan de la Cruz metaforizara «Llama de Amor Viva», en la que lo negro / la Noche oscura del Alma / constituyó sólo un tránsito hacia la unión divina, o la Totalidad.

Y, seguida esta línea de pensamiento, el Primer Destino es el gozo erótico de la Vida. Afrodita. Cloto, la más joven y hermosa de las Hijas de la Noche, hila la belleza de lo existente, su biología, y todo destino implica control. En Siria y Palestina, Afrodita fue invocada como Ishtar o Ashtaroth.

[35] Patricio Lepe Carrión,
Religión natural y Religión revelada: Un indicio de Fichte en Kant, Universidad Ponfficia de Valparaíso (Chile: A Parte Rei 56, Marzo 2008).

[36] Cuando Novalis se plantea para el Cuarto Canto de sus «Himnos a la Noche», los tópicos de la Antiguedad y el Prototipo mi primera intución fue que mencionaría a Egipto, como una de las primeras cunas de la civilización. Este es el por qué, en mi aproximación junguiana al poeta, tomo en cuenta las cartas de Toth. El primer Tarot tuvo por función ayudar a la memoria a recordar a los Antiguos y constituyeron los mnemotécnicos usados en la Edad Media para agrupar las reflexiones de la sabiduría del Antiguo Egipto. Al mismo tiempo, el Tarot es una guía de imaginería a la que Jung asignó como valor ser descriptva de «posibilidades de conducta».
Cf. La Muerte

Si bien la Kabbalah es «la base de todas las escuelas iniciáticas occidentales», ésta es una herencia que los judíos recibieron del Antiguo Egipto y se alimentó de las enseñanzas del Libro de Toth (base del Tarot) y las Antiguas Escuelas de los Misterios de Grecia. Ensencialmente, se trata de tres tradiciones: la egipcia de Thot, la hebrea de El Libro de Enoch y la griega de El Libro de Cadmo. Cf. Z'ev ben Shimon Halevi, El universo de la Kabbalah: Una explicacion coherente y accesible del simbolismo kabbalístico (Editorial Pax Mexico, 2009).

[37] C. A. Lombana Sánchez, en:
Novalis 'Himnos a la noche': El poeta, el romanticismo y San Juan de la Cruz, op. cit.

[38] La modificación del idealismo absoluto de Fichte fue la base para el «idealismo mágico» de Novalis, enriquecida con los aportes de sus lecturas de Ritter, quien hizo de «la física una mística y una ciencia esotérica» y de Jakob Böhme. «Böhme, que exponía una concepción del mundo próxima a los alquimistas, entramado de energías telúricas y celestes que permiten al vidente dilucidar los enigmas del mundo». Este idealismo novaliano dispuso, analógicamente, que existe una similitud entre el alma individual y el cuerpo humano y otra entre el alma del Universo y éste. Del mismo modo que el alma del hombre gobierna su cuerpo, el alma del Universo gobierna a éste. «El mundo tiene una capacidad originaria para ser animado por mí», por lo que la misión del poeta «es imponer la idea, el espíritu sobre la materia, convertir lo involuntario en voluntario, espiritualizar el cosmos, moralizar la Naturaleza». Y, aún misión más grande en el nivel poético que en el filosóficos, si tomamos en cuenta cuando, Novalis dice: «La poesía es la heroína de la filosofía. La filosofía eleva la poesía a la categoría de principio. Nos enseña el valor de la poesía. Filosofía es la teoría de la poesía. Nos enseña lo que la poesía es, que la poesía es el uno y el todo» (Fragmentos, en traducción de de E. Barjau, Quaderns Crema, Barcelona, 1998).

Otras influencias son «toda la tradición occidental, desde los Eléatas hasta el maestro Eckhart; la fascinación que los alienta es la búsqueda de la Unidad» (J, Manzano).

Para diferenciarse de Fichte, Novalis dice: «Fichte lo sitúa todo en el interior»: sólo el Yo es real, el no-Yo (todo lo que está fuera del Yo) no existe sino por una decisión del Yo que lo pone. El idealismo de Novalis tiene que ver con la relación del hombre con el Universo, que está fuera de él y que lo capta por medio de la intuición intelectual. Esta facultad de la intuición, cuando es usada por el poeta se convierte en un éxtasis (cf. Julia Manzano,
Novalis, El poeta como egregio extranjero)

[39} H. J. Rose en A handbook of Greek mythology (Londres: Methuen & Co.,1928) y Rav Michael Laitman, La voz de la Cabalá (Bnei Baruch Kabbalah Education & Research Institute, 2008).

[40] La idea del «Amado», de ese primer, sugiere un destino personalizado, porción extendida para que este Yo lírico de Novalis inicie su jornada evolutiva en este ciclo de manifestación, cuyo fin es que como Amante encuentre su Yo Superior real, el Sí Mismo (Jung). Simbólicamente, a este Yo Superior suele llamarse la Esfinge que es uno de los nombre de la Rueda de la Fortuna (y su regente Láquesis). Cf. Rachel Pollack, 78 Degrees of Wisdom: A book of Tarot (Thorsons; 2nd edition,1998).

En la baraja del Tarot, relacionada a la Rueda de la Fortuna o Láquesis, como segundo destino, así como en la baraja del Primer Destino (Cloto), de Arthur Waite, aparece la Amada como La Niña / la Virgen / la Hija del Sacerdote / la Novia (Waite, The Pictorial Key to the Tarot (ed. cit.). Cf. Laitman, op cit. y Rozenda Salas, op. cit. Una observación en el libro de Rozenda Salas, en cuanto a las barajas de Waite, dice:

«Al principio aparecían tres reyes subidos a ella, uno trepando, uno sentado, reinando, y otro descendiendo del trono; luego los esoteristas franceses cambiaron esos personajes por tres figuras mitológicas grecoegipcias, Hermanubis, la creación, la Esfinge, la estabilidad, y Tifón-Set, la destrucción. Waite mantiene estas figuras, aunque realizando cambios, y añade otras nuevas, de acuerdo a su inspiración judeocristiana... Hermanubis, a la derecha, es la fusión del dios griego Hermes y el dios egipcio Anubis. Ambos dioses eran guías de las almas, y Hermanubis, que como vemos es de color rojo, representa la energía y la inteligencia creativa que hay dentro de cada alma, y que la hace evolucionar. A la izquierda aparece Tifón-Set, fusión de un monstruo mitológico griego que intentó destruir a Zeus, y de Set, dios egipcio de la oscuridad que hizo lo propio con Osiris. Como vemos, es un dios de la destrucción, y Waite lo presenta en su forma de serpiente. Oscuridad y destrucción que nos recuerda que el fin de todo hombre es la desaparición y que todo triunfo es pasajero y se diluye o destruye. Pero la rueda sigue girando y la energía se transforma, y otra vez Hermanubis nos muestra que la vida vuelve a empezar».

[41] Rabí Aharón Sh'ezinger, en Los caminos de la Cábala para atraer el amor (2007) que la humildad amorosa (la sumisión) y una decidida separación del mal, es el primer paso para endulzar cualquier problema, resolviéndolo. «Podemos evaluar el mal en la luz positiva del bien que está entremezclado con él». Neutralizar el ego es evitar que imponga sus propios intereses para anular el Yo verdadero. Es vencer «la insensatez e incapacidad de los que no sumen en el sueño de la noche» (Novalis). La etapa de eliminar la autoimagen receptiva del ego insensato es parte de las pruebas del Segundo Destino.

[42] Rozenda Salas, El Tarot: Libro Abierto (Editorial Videncia, España).

[43] Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de los símbolos (Ediciones Siruela: Madrid, 2006).

[44] La Flor azul («die blaue blume»), motivo literario popularizado por Novalis y que representa su ideal de que «todo» se convierta en «cielo», «en la cima del mundo interior». El amor nos hace inmortales y da el poder sobre el tiempo y todo kairós. «Es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro». La unificación con esta verdad hace al hombre auténtico y le da el verdadero «Despertar» en un mundo casi fantasmal, donde se niega lo divino, no porque no se lo desée, sino porque ya no sabemos cuál es el rol de la filosofía ni de la religión. No se siente nostalgia de nada; ni de lo presente, a la mano, ni de lo Antiguo (el Prototipo, que todas las religiones han enseñado). La humanidad ya se ha conformado tanto con los horizotes mezquinos que no medita ni «busca la Gran Palabra», hizo de la religión una ética sobre el pecado. En su novela Enrique de Ofterdingen, Novalis representa el amor y el afán metafísico por lo infinito como una flor azul, la flor de la noche y el renacimiento místico, en que es posible el reencuentro con lo Amado.

El azul se vuelve el símbolo de la intuición absoluta, o la autorrevelación mediante el arte. «La flor azul, símbolo de la esencia del arte como reconciliación entre mundo interior y exterior, es decir, como realización del concepto en lo concreto» (Antonio Pau, Novalis. La nostalgia de lo invisible. Editorial Trotta (2010). .

[45] El principio del Karma está implicito en el reconcimiento novaliano de que el proyecto del hombre es elevar su voluntad y deseo a Su Fuente, el Infinito / Ein - Sof, recipiente de la plenitud de Su Luz. Cuando esto sucede, toda la multiplicidad de la realidad y la vida encuentran su resolución al fusionarse con su raíz y máxima identidad, el Kadósh Barúj Hú. Esta es su Nostalgia de lo Invisible y de lo Absoluto la Mano de Dios. «Cuando un poeta canta estamos en sus manos: él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos», explica Novalis. El deseo de estar en las manos de Dios, sea que lo llame La Noche o Cristo, o la búqueda de la Gran Palabra mediante el arte y la meditación, implica su contínuo remar con voluntad hacia la meta de su sueño, lo que es cónsono con la enseñanza del sabio kabbalista Yehuda Leib Ashlag, en su Introducción al Libro del Zóhar, donde explica que la voluntad se encuentra por encima del pensamiento. Cuando el hombre piensa no hace más que articular y darle forma mental a su voluntad y deseo. Decir el «el proyecto del hombre», su proyecto hacia el interior, «camino misterioso» y «evoluciones progresivas», es su deber lo constituyó en «auténtico observador»: la Esfinge, el Sacerdote, como «signo de fe y una creencia en un poder superior» (Rozenda Salas, op. cit).

En sus Escritos Escogidos y Gérmenes o Fragmentos, es donde mejor se puede ver la fundamentación filosófica del concepto kármico de los Himnos a la Noche, Cánticos espirituales y cómo en «la religión originaria de la humanidad», que son metáforas y alegorías poética de la Antiguedad, buscó la Gran Palabra, para sí, mediante la poesía darla a los «nuevos hombres», cuyos ojos están «llenos de destinos». En la poesía, en las palabras, dispuso la «configuración acústica de las ideas» de Karma que consiste: primero, en una aceptación del Libre Albedrío, que implica que el hombre es libre de elegir el Bien o el Mal y sufrir las consecuencias kármicas de equivocarse. Las frutos cosechados por las acciones de la humanidad, como de las criaturas individuales, son llamadas en Oriente karma-phala y consideradas como acciones / o consecuencias / que activamente dieron formas al pasado y al presente. Las experiencias del futuro pueden ser positivas, si se aprovecha el momento oportuno de enmienda y se admite la Gracia / la enseñanza de La Noche. Novalis lo explica al decir: «Lo que ahora no alcanza la perfección, la alcanzará en un intento posterior o reiterado; nada de lo que abrazó la historia es pasajero, y a través de transformaciones innumerables renace de nuevo en formas siempre más ricas» Ver cf. Novalis, Gérmenes o Fragmentos (Versión española de J. Gebser, Editorial Renacimiento, 2006) y Escritos Escogidos (Editorial Visor,1984).

[46] P. C. W. Davies, Thermodynamics of Black Holes (1978). Rep. Prog. Phys. 41: 1313–1355. Ver.

[47] Este poema niezstcheano, Ante la Noche es una coincidencia bellísima que ilumina sobre las ideas de Novalis. Es otro canto de amor a Nyx, que es la misma Ananké, o Anankaie, dada por madre de las Moiras y que, en la mitología romana es invocada como «Necessitas». Con Ananké, se representó lo «inevitable y necesario», se personifican; posteriormente, con Nyx o Nox (la romana) y se reelaboran otros mitos que representan a la Necesidad, como compulsión e ineludibilidad y a Nona / Cloto, «una de las tres Parcas, la primera de las tres; la que reduce a hilo la lana». No obstante, hay acuerdo reiterativo en la mitología griega en que Ananké está asociada a las Moiras y Adrasteia, diosa del Destino y la necesidad, ya entendida como lo que agravia y es violencia; el proceso final de los sincretismos religiosos en Corinto, donde la precariedad violenta de la Ananké cede es la sustitución por el Eros, la energía del más antiguo de los dioses (H. J. Rose, op. cit.).

[Detalles sobre cómo este poema de Nietzsche se enraiza al concepto de thaumaturgic idealism de Novalis en: David Farrel Krell, Martin Heidegger: Basic Writings. Ed. by David Farrell Krell. New York, Hagerstown, San Francisco, London: Harper & Row, Publishers, 1977 y (Novalis) Basic Writings (D. Farrell Krell, ed.) London: Routledge, 1999].

El poema de Nietzsche es el siguiente:

Silencio ...
Veo lo grande; de las cosas grandes
Es preciso callar o hablar sublime.
¡Habla sublime, oh, mi sabiduría,
Oh, mi sabiduría alborozada!
Miro hacia el alto ...
Océanos de luz allá dilátanse ...
¡Oh, la noche ... oh, silencio, voces hondas
del silencio mortal que el mundo llena!
Vislumbro un signo ...
Allá en las más remotas lontananzas
Húndese lentamente en los espacios
Una estrella fugaz ante mis ojos ...

2.

¡Oh, frente sublime del ser!
¡Cuadro en que obras eternas resplandecen!
¿Vienes a mi?
Lo que nadie ha mirado ni entrevisto,
de tu muda belleza el sacro arcano,
Oh, prodigio, ¿no huye ante mis ojos?
¡Oh, escudo de la Necesidad!
¡Cuadro en que obras eternas resplandecen!
Pero tú ya lo sabes:
Lo que todos odian
Es lo que yo amo.
¡Ah, porque eres eterno yo te amo!
¡Porque eres necesario yo te amo!
Mi amor se inflama solamente
en la Necesidad eternamente.
¡Escudo de la Necesidad!
¡frente eterna del ser,
inaccesible a todos los deseos,
Que negación ninguna contamina,
Afirmación eterna de la vida!
Yo soy tu afirmación eternamente,
¡Porque yo te amo a ti, Necesidad!

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1 comment:

Rozonda Salas said...

Hola Carlos,

Soy Rozonda Salas, autora de "El Tarot libro Abierto" y sólo quería agradecerte que me hayas citado, y más de forma tan elogiosa, en este hermoso articulo sobre Novalis.De este autor sólo he leído la novela "Enrique de Ofterdingen" pero después de leer tu artículo me apetece conocerle más. Gracias de nuevo.