Sunday, March 13, 2011

El origen del poeta / Eres mi hijo / Tu función; esponja del dolor del mundo


1. El origen del poeta

Tú, poeta, eres y serás como cuerpo de luna amada.
Vas a heredar la muerte. Cada emoción posible y su agonía.
El relámpago abre el cielo, quizás muy brevemente,
y da la desnudez, la verdad que te mata.
O te lo explica todo.

A tí te amaré, como a tu madre.
Por eso te ofrezco la promesa; doy mi testamento.
¡Voy a revelar el origen que tienes mi causa!

Tú quieres ver el cimiento y el semen de las cosas.
Porque así lo quisiste, te amaré.
Tú vas a verlo todo, poeta.
Lo has pedido y yo cumplo
a quienes así me solicitan.

Pedíste exactamente lo que quieres:
digno eres de luna.
«Házte mi canto con verdad desnuda».
Cántame. Y procedí con mi promesa:
Te haré profeta.
El sol que ha de matarte con su rayo te dará
el oficio misterioso. Ese es el precio.
Cántame hasta que yo te diga.

Voy a quitarte la vida de repente, voy a sacar
del vientre de tu asombro el poema pavoroso.
Tú hablarás de mis gestas y placeres.
Yo fundaré el habla de tu canto
y al don de tu tristeza,
lo transformaré en contínuas
y sucesivas alegrías.

2. Eres mi hijo

Hasta el amor tiene un trámite, hijo mío.
Para sentir hay que saber dolerse y morirse
y levantarse, herido, y desde mil pedazos rehacerse.
Tú vas a morir de esa manera.

Van a quererte sólo los humildes;
campesinos que te han visto,
humillado, vapuleado, sucio, ebrio como la pascua,
pero, yo, tu padre te quiero, como se quiere
lo hermoso, tu cuerpo de luna amada.

Te haré mi hijo, te esconderé en mi muslo.
Te coseré a él y podrás sobrevivir
y renacer dos veces.
Vas a aprender mi luz secreta.
Tú no sufrirás mientras seas, por mi amor,
lo que quiero: quien por mí muere, gratamente,
quien por amor se inmola y me ofrenda
su cuerpo de luna amada.

Tú, poeta, hijo de Semele, tienes sus emociones.
Lo que yo amara en Ella, quien pidió el resplandor
(todo mi sol desnudo, toda mi vehemencia vertebrada),
tú lo tienes. Aprende que eres hermoso,
poeta, y no te vendas. Es divino
tu cuerpo de luna amada.

Que no falte la emoción y perdure para siempre
y sea del Sol viajero, enteramente, aunque me mate
y sea su Luna que lo ama, aunque se hunda
en la penumbra de la noche.
Ella así me pidió:
Sacrifícame a tí.
Quiero que mi cuerpo sea tu Luna Amada.


Tú heredaste el pedido de aquella luna hermosa
y, por tanto, su luz que hoy es fecunda, es tuya.
Llámate, poeta, hijo de Soles.
Amado de luna.
Voy a darte otros frutos de la vid y la hiedra.
Tú hablarás sobre el sexo y las pasiones.

3. Tu función: esponja del dolor del mundo

A través de tí, entraré a las cuevas del dolor
y escucharé los quejidos del hombre; yo,
en tu corazón, soy el primer poema,
soy la fuente eterna, soy la alegría.

Yo mitigo; pero mi luz fulmina.
Todo lo que pidas será tuyo
y tú has pedido la plenitud de mi sentido.
No te olvides del consuelo. El mundo
al que te envío es una llanura sembrada
de chumberas y abundan los espinos.

Eres una vasija: llénala de chispas de fuego,
agítala o lávala con las espumas de la mar, poeta.
Acércate a los lagos, a la sombra de los bosques,
a la sal y las arenas, llena la vasija de sustancia.
Llénala de un salmo que bendiga y construya
el propósito y lo santo, el perdón y lo heroico.

Acércate a las playas remotas, Bardo.
Pide por amor lluvia para los desiertos.
Son almas secas por ahora. El mundo es
la parcela de la angustia y el secuestrante
mar del pillaje, una cueva de homicidios.

Por amor de la muerte, o los astrales,
pide continuidades y reciclaje, sangre para la vida,
rocío para las rosas marchitas. Pide lo vivo.

Poeta, una esponja es el espiritu.
No lo doy por medida.
Acoge en abundancia el gozo de la vida;
pero también... el quebranto.
Tú absorbe dolor y soledades.
Tráelas al ádyton. Sé valiente.

En mi nombre, trae llanto;
pero tú no llores.
Recauda incertidumbre, pero tú
no tiembles ni te aflijas.

Voy a honrarte por informar con tu lenguaje
lo que DIGAS o CANTES; voy a compadecerme
del que muere porque mi Luz es infinita y potente
y mi desnudez es relámpago que mata.

Tráeme las escorias caídas de lo ilimitado.
El cascarón que no sirve de tu mundo.
Rescata las almas triste con tu canto.

Ser poeta no es fácil; es hablar con Padre Duro,
el que te mata, el que te exilia, el que se acostó
con tu madre, reventándole el vientre, pero...
salvando su alma, su niño, el verso, alojándola
en el cuerpo de la luna amada.

Por amor a tí, a Semele, Luna del alma,
yo concederé lo que me pidas:
consolaré a los dolidos,
daré unos sorbo infinitos de alegría,
haré que la verdad y la belleza se esplendan
incorruptiblemente y del misterio del dolor
y la muerte, elegiré mis portavoces, poeta.

¡Tú dáme otros nombres, te he elegido!
¡Dáme tus causas! dáme a los sufridores,
a los que aguantan, a los que rompen
sus vientres y crisálidas
por un verso gestado,
¡hijo mío!


Frags. Testamento del padre del poeta

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El secreto de la Fortuna

A Tykhé / Fortuna

Daughter of Zeus Eleutherios (Liberator),
Tykhe (Fortune), our saviour goddess:

Alcman, Fragment 64, Lyric II C7th B.C
Serás afortunado. Beberás de la memoria
de mi Gran Vasija, del Cuerno de Abundancia.
Estaré en la Tierra, sin que tú me veas;
seré tu porción, clamor de tu espíritu.

Te exilaré a donde pueda el timón llevarte.
Yo pongo la mar y el barco, tú navegas.
Y llegarás al puerto, flotarás como un loto.
Y verás, tú harás hallazgo, capitán,
y a las evidencias contiguas a mi Ser,
las llamarás Tu Mundo, teleología,
la potencia propositiva del azar,
lo posible, el kairós de fondo,
lo oportuno.

Tú sabrás que todo es mío, cosa
es que otros no saben; tú sí sabrás decirlo.
A tí fue a quien hice, poeta. A tí pediré
más cuenta que a ninguno.

De modo que acepta mi vasija
(hoy te parece pequeña, como un haikú
de intensas sílabas); pero, a donde te mando
crecerán tus palabras y la dimensión de tu espíritu
será más abundante que el Cuerno de Amaltea.

2. Nunca estarás solo

Tengo este secreto: voy a musitarlo
casi quedamente a tu alma. Estoy disperso
en cada beso femenino, en lo viviente.
Cada mujer es una luna, cada emoción suya
es esplendor que en mí ha mordido
con ternura. Mi pasión, por ellas, es vida.

El que me quiere ver... hasta en su carne
doy yo la bienvenida; me les cuelgo en el alma
y me los llevo a mi olimpo, mi Fuente.

Nunca estarás solo, hijo mío,
aunque seas mortal y miserable y te sujete
el Karma, con su guadaña oscura y los ciclos
de Saturno y la tristeza que muerde
y la injusticia que faja con su macharrería.

Dejo a tí mi ley que bendice. Respétame
en la Némesis que distribuye justamente
mis ofertas; no hagas que Ella se indigne.
Distribúyeme para el amor de TODOS.

Solo no te dejo, solo no dejo a nadie.
Si crees en mí, llámame el Justo y el Fiel.
Yo soy el padre, Kéter-zeus-júpiter,
pero, en fin, más que nominalismo.
Te doy las novias de mi pasado,
las hijas de mi presente, las herederas
de tus bendiciones.

3. Busca a tus hermanos

Yo, Eleutherio el Liberador, te daré fortuna.
Hijo de la promesa, entonces, elabora pues
la palabra persuasiva.

Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra
porque hay demonios duros y siniestros,
hombres bestiales, a donde vas llegando.

Tú sé heroico en cuanto puedas.
No te pido que cortes cabezas,
que seas la guillotina, cámara ardente,
horca, cadalso, silla eléctrica.
No inventes otros aparatos represivos
ni el policía, el soldado, el vengador milico.
No urdas violencia contra el prójimo.
No seas falange ni tortura ni guerrilla.

Solamente, sé eunómico porque existe el Orden.
Y todo tiene una hora en que retoña y secuencia.
Todo va, al fin de cuentas, a mi teleología.

Lo que crece es al final la cosecha.
En el encuentro con lo real, sé insistencia
del significante, no agitación adicionada
al caos ni a ciegos automatismos.
No seas la bestia. Tú no suplantes
al sujeto ni rompas su vasija.

Cuando llegues al campo o a la aldea
de los que nunca encuentran ni siquiera
las sombras de sí mismos, cuando veas los compulsivos
con su impureza y sus alardes, busca
a la niña dulce, tu hermana. Ella compensa.

Abrete paso entre orquídeas y jacintos.
Identifícala. Vive en jardines.
Llámala Tyche Soteira, Salvadora,
o Agathe Tyche, Buena Fortuna.
Es el primer regalo que te haré
por llegar a la tierra y flotar en mis lotos.

4. Abre tus manos a sus bendiciones

Quienes estén movidos por un espíritu de bien
son tus hermanos; a tal familia llámala parentela
aunque no hayan nacido del vientre de la luna.

Los ciegos son sordos. No ven que tu vasija habla,
que es la vasija a la que llamo tu espíritu.
No le des de beber a quien no oye; no acerques
el sabor de tu alegría a la boca del asno.
Selladas fueron sus jetas con yugo,
cortados sus oídos con silencio,
cegados sus ojos con ingratitud.

Tiké, la salvadora, hermosa entre tus hermanas,
les negará providencia; no han de comer nuestros frutos.
No sabrán de la abundancia ni de las bendiciones.

Para que aprendas del proceso,
y no te compadezcas ante quien no merece,
házla que ande contigo y no la llames Caprichosa.
Ella es Agathos Daimon, el espíritu del bien.

Del libro: Estéticas mostrencas y vitales

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