Excepcionalismo
«I believe in American exceptionalism, just as I suspect
the Brits believe in British exceptionalism
and the Greeks believe in Greek exceptionalism»;
Barack Obama, presidente de los EE.UU.
En principio, creo que en toda persona
hay una sensibilidad, anhelo por algo superior
a sí mismo y lo que tiene. En todos, una curiosidad
y una inocencia que tarde o temprano se adormece.
No se crea el poeta ni el sabio el único sensible,
el único que no sueña dormido y el único
que observa el mundo, cuando su brutalidad
saca chispas al alma y enciende el desencanto.
Es un proceso largo, contínuo, gradualizado
éste que transforma la inocencia en añicos
y basura estorbosa para abrir la codicia
y el resentimiento y echar escrúpulos
de amor a las cloacas.
Es tan dura y camaliónica esa hazaña
que persigue y asfixia al niño,
al adolescente, al que crece, con imágenes
que no le pertenecen ingénitamente,
pero que te las sirven hasta en platillos
de plástico, o las tomas a mano pelada
para que dejes de tener la visión de mundo igualitaria
en la cual cada ser, aún los que pasan a la imaginación
como Barney el Dinosaurio y cada hombre,
sea especial y merezca su caricia,
su porción de abrazos, dosis confraternizante.
En algún momento, se pasa esa película
del excepcionalismo, que «yo soy el mejor
y tú, el pendejo, yo soy el sensible,
con grandes misiones y talentos, yo,
el que salvo y nadie es especial, excepto yo».
Van a decirte eso. Dicho asi, a sumirte
en juicios de competitividad rivalista,
en sectas de ego, para que enjuicies al prójimo
y lo imites, lo oprimas y te convenzas
de qie existe uno que será la Bestia,
Barney prehistórico
ante el dominialista que quiere ser
el dirigente del mundo, el único sensible,
el único sabio, el único idóneo,
e investido con grandes misiones
y la prerrogativa de todos los derechos.
04-06-2010 / De «La Revolución profunda»
<>
Los civilizadores
Cuando el amor se vuelve una mercancía
que se paga con la falsa moneda del desprecio,
entenderás qué es exactamente el invasor
que llega a tu playa, o se asoma a frontera.
O pretende que bajó del Cielo
coronado de plumas solares
o luces de colores.
En los mitos, los endiosan como aquellos
que instruyen sobre un amor que es mejor que el tuyo
o una libertad que es más profunda.
Lo primero que te piden es la tierra
(puede que oro, o cobre, o maderas
de tus bosques, o el litio que no sabes
ni para qué sirve, te piden adláteres
y hospitalidad, porque sus armas son más convicentes
que tu lealtad a lo tuyo, nadie en tu tribu
es tan generoso y tan puro como para darte
lo que ellos te ofrecen, dizque protección,
desarrollo y progreso). Puede que te pidan
las hembras de tu casa para forjar una raza nueva,
superhombres, los excepcionales que ayudarán
a forjar un imperio... pero, al final, descubres
que la liberación ofrecida ni es completa
ni auténtica. Es un espejismo por el que has renunciado
a tí mismo, a todo lo que tuvíste, que no has conquistado
la condición de apropación del capital divino
ni aquel naturalmente dado, que poco o mucho,
era tuyo... descubres que no eres dueño
de las materias primas y las herramientas de trabajo
ni la tierra a la que díste nombre tal vez en dialecto
que ya comenzaste a olvidarlo, tal vez hablarás
con otros rostros, que son trabajadores
pero que no te entienden...
entonces, entenderás qué es exactamente
el invasor y cúal ha sido su legado,
24-06-2010 / De «La Revolución profunda»
__
Indice a cuentos de Carlos López Dzur / El trabajador / Poesia Política / Bitácora personal / Julio Carmona / Bosque de Palabras / Mester de Obrería / Fernando Dorado Gómez / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez / Arte y Letras / Helios Buira / Amor y Nutrición / Kabbalah / Cuando la tarde muere / Privadamente / Cantos de ignominia / Rodolfo Virglio Leiro / El luto diario /
hay una sensibilidad, anhelo por algo superior
a sí mismo y lo que tiene. En todos, una curiosidad
y una inocencia que tarde o temprano se adormece.
No se crea el poeta ni el sabio el único sensible,
el único que no sueña dormido y el único
que observa el mundo, cuando su brutalidad
saca chispas al alma y enciende el desencanto.
Es un proceso largo, contínuo, gradualizado
éste que transforma la inocencia en añicos
y basura estorbosa para abrir la codicia
y el resentimiento y echar escrúpulos
de amor a las cloacas.
Es tan dura y camaliónica esa hazaña
que persigue y asfixia al niño,
al adolescente, al que crece, con imágenes
que no le pertenecen ingénitamente,
pero que te las sirven hasta en platillos
de plástico, o las tomas a mano pelada
para que dejes de tener la visión de mundo igualitaria
en la cual cada ser, aún los que pasan a la imaginación
como Barney el Dinosaurio y cada hombre,
sea especial y merezca su caricia,
su porción de abrazos, dosis confraternizante.
En algún momento, se pasa esa película
del excepcionalismo, que «yo soy el mejor
y tú, el pendejo, yo soy el sensible,
con grandes misiones y talentos, yo,
el que salvo y nadie es especial, excepto yo».
Van a decirte eso. Dicho asi, a sumirte
en juicios de competitividad rivalista,
en sectas de ego, para que enjuicies al prójimo
y lo imites, lo oprimas y te convenzas
de qie existe uno que será la Bestia,
Barney prehistórico
ante el dominialista que quiere ser
el dirigente del mundo, el único sensible,
el único sabio, el único idóneo,
e investido con grandes misiones
y la prerrogativa de todos los derechos.
04-06-2010 / De «La Revolución profunda»
<>
Los civilizadores
Cuando el amor se vuelve una mercancía
que se paga con la falsa moneda del desprecio,
entenderás qué es exactamente el invasor
que llega a tu playa, o se asoma a frontera.
O pretende que bajó del Cielo
coronado de plumas solares
o luces de colores.
En los mitos, los endiosan como aquellos
que instruyen sobre un amor que es mejor que el tuyo
o una libertad que es más profunda.
Lo primero que te piden es la tierra
(puede que oro, o cobre, o maderas
de tus bosques, o el litio que no sabes
ni para qué sirve, te piden adláteres
y hospitalidad, porque sus armas son más convicentes
que tu lealtad a lo tuyo, nadie en tu tribu
es tan generoso y tan puro como para darte
lo que ellos te ofrecen, dizque protección,
desarrollo y progreso). Puede que te pidan
las hembras de tu casa para forjar una raza nueva,
superhombres, los excepcionales que ayudarán
a forjar un imperio... pero, al final, descubres
que la liberación ofrecida ni es completa
ni auténtica. Es un espejismo por el que has renunciado
a tí mismo, a todo lo que tuvíste, que no has conquistado
la condición de apropación del capital divino
ni aquel naturalmente dado, que poco o mucho,
era tuyo... descubres que no eres dueño
de las materias primas y las herramientas de trabajo
ni la tierra a la que díste nombre tal vez en dialecto
que ya comenzaste a olvidarlo, tal vez hablarás
con otros rostros, que son trabajadores
pero que no te entienden...
entonces, entenderás qué es exactamente
el invasor y cúal ha sido su legado,
24-06-2010 / De «La Revolución profunda»
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Indice a cuentos de Carlos López Dzur / El trabajador / Poesia Política / Bitácora personal / Julio Carmona / Bosque de Palabras / Mester de Obrería / Fernando Dorado Gómez / Uno de cada 3 españoles es antisemita / Poemas de Extor Martínez / Arte y Letras / Helios Buira / Amor y Nutrición / Kabbalah / Cuando la tarde muere / Privadamente / Cantos de ignominia / Rodolfo Virglio Leiro / El luto diario /
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