Saturday, May 21, 2011

Del libro Tijuana: Dolor de parto


Indice / Tijuana: Dolor de parto
Textos del poemario de Carlos López Dzur

Los 69 –


A sesenta y nueve de cada cien mil jóvenes
de San Francisco les ha visitado el templo
de sus cuerpos el alma predecible y diminuta
de una bala, utensilio sacro de la hombría
y el santo mal de la bronca, el lucro
despiadado que no se rinde al progreso,
sino conn rap de la muerte o el golpazo.

Es que sin pistola no hay bautizo citadino.
Es que sin revólver o cuchillo
no se dice soy sabio en la búsqueda
del pan y el beneficio.

En esta tierra de ilusiones y complejos
hay que tener estilo y tronar,
¿ah que no, pistolita?
y ser joven es sólo anticiparse a la ocasión
de consagrar la ostia y desangrar el aliento.

Bendita sea la calle
desde la sala de emergencia,
aquí que se ve el Cielo
desde una cama, tendido,
con el vino del suero
en las venas o en los labios.

Aquí se aprende a rezar
y a despedirse y se observa el dolor
del tamaño de la Santa Bala
que se jala con pinzas y escalpelos.

Diciembre 1995

*

El nuevo visitante

Basta saber que al bracero
que cumple con el jale
se le paga en dólares, señores,
y si vence la nostalgia
tiene para el regreso
y cumplir sus sueñazos
como el Rey del Tomate
(¡ay, pero que no se sepa que hay noches
parranderas con los jotos y las hembras
de los bares, y una semilla mala
que se mete en la sangre...
ay, que no sepa, del SIDA de la muerte,
el nuevo visitante de las ruralías!)

3-11-1992

<>

El oficio

Yo nací con pala y oberol
y las manos rudas me las dio
mi padre por herencia
y el valor del trabajo..

El me enseñó a soñar que edifico
una casa, que forjo una muralla
y tiendo en los caminos pavimento.
Entramo al pastizal con las varillas.
Desde chico, aferro mi vigor
al gran cepillo y al cedazo y sé secretos
del cemento, cargo fardos de cal
y en arena los vierto.

Soy uno de los sabios del hormigón armado
y, por hormonas, tengo una pizca de sílice
y sudor en mi frente y el color del sol que arde
y hábitos de madrugar a las 5:00
o más temprano.

Veo un poco de estrellas
con mis ojos y al aroma del café
lo sorprendo temprano, antes de irme...
con mi padre a mi lado.

<>

Joven desempleado

En días como éstos, sin trabajo,
ya nadie nos cita, ni a él
ni a mis hermanos.

Sin oficio de subir por andamios,
vienen otros, ráfagas noveleras,
sin mi sabiduría de zorro de la arena,
sin mis artes de amarrar el acero.

Otros que no trepan escaleras
ni levantan paredes ni encofran en madera
la sustancia que estructura
su invención a los aires,
su esqueleto a los vientos son los intrusos.

Otros que no zanjan su diseño de piedra,
raiz de los cimientos
y que, aún con pálida piel, son viciosos,
lamen el cansancio, están cebados de lentos pasos,
débiles en aliento.
Vienen y decretan mi vergüenza, yo soy el torpe
y desafortunado, el joven sin futuro,
el sujetos de escarnio.
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