EL HEROE AGONICO O LA INVESTIGACION DEL SER-POPULAR: El Dr, Ramón L. Acevedo Marrero explica en su Antología crítica de la literatura puertorriqueña [Editorial Cultural, 2007] que la décima popular, como las que cantara el jíbaro por constancia histórica y documental data del siglo XVII. De hecho, hay décimas anónimas que enaltecen la vida de un ex-Gobernador. Documentan simpatías y solidaridad política a figuras designadas en el marco colonial específico. Unas fueron las décimas publicadas y dedicadas a un funcionario que sirviera en la isla del 1683 a 1690.
Se trata de Gaspar Martínez de Andino. En este caso, no son improvisaciones lanzadas por 'gente zafia y canalla' / o la clase militar per se / ni algún clan organizado entre marinos o piratas que ha identificado a un gobernador que será cómplice. ¿Quién poetiza al Gobernador o le hace un corillo a su folclor?
UN HEROE CON ENTREDICHOS Y AGONIAS: Fue una consecuencia espontánea de empatía. Don Gaspar es el Tipo que pasa por sinsabores y requiere del alivio que brinda la empatía. Es válido que preguntemos qué tipo de solidaridad originó que sucediera esto, o que haya sido Don Gaspar el elegido. Dicho sea de este modo, un militar que, en muchas bocas, fue tan corrupto como lo fue su sobrino (Baltazar de Andino, connotado contrabandista) es designado Gobernador y Puerto Rico, pueblo con gentes de las que un investigador de la Corona, dice que es «isla poblada con gentes «de por si muy desidiosas, y sin sujección alguna por parte del gobierno» lo aplaude Le dedica sus coplas de bienvenida. El Mariscal Alejandro O' Reilly estaría extrañado. Puerto Rico desdeñaba entonces las milicias y a casi todos sus gobernadores.
Del mismo modo, un Provisor y Vicario General del Obispado desconfía de una cantidad de sacerdotes involucrados con lo mismo, relajamiento de costumbres y contrabando, como es el caso del Padre Manuel de Mirabal en 1711. El sacerdote está asociado a la familia de los González de Mirabal, aguadeños y sangerneños (de hecho, fundadores del barrio Mirabales del Pepino originario). Es tiempo de piratería, contrabando, rezago cultural y otros males. ¿Qué ejemplos dará el nuevo gobernador? Del inspirador de coplas en nuestro folclor, el susodicho gobernador sabemos que lo hizo popular un juicio y mala fama que a Don Gaspar) le seguía desde La Habana y la utilización de una patente de corso.
Mencionaría que por casi 33 años se dedicó a la carrera militar y la Marina, en servicio a corso. Por tanto, existencia aventurera, polémica, osada y riesgosa. Vivió expuesto a las armas como soldado, mosquetero, arcabucero, sargento, alférez, ayudante de sargento mayor vivo y reformado, capitán de infantería, ayudante de teniente y maestre de campo, sargento mayor de tercio y teniente de Maestre de Campo. Vaya expediente de un gobernador de Puerto Rico: uno que sufrió secuestros y prisiones.
Esto lo hizo interesante en un tiempo en que los infortunios de un carpintero, metido a marinero, y secuestrado por piratas (como en Los Infortunios de Alonso Ramírez) fue la historia que capturó la atención de hombres de letras, militares o lectores curiosos (de México). Recordemos que así se hizo leyenda / nuestra primera novela / relato testimonial / el caso de Alonso Ramírez.
De informe dirigidos a S.M. por la gente principal de La Habana y Puerto Rico se cita que, Don Gaspar Martínez de Andino como administrador, fue «celoso, desinteresado, de gran experiencia, aplicación y digno» y no en balde, «tiene un problema con el Gobernador de La Habana por no hacerle los honores» al rango de ese gobernador habanero..Sobre Don Gaspar se cuenta que salió muchas veces en una barquilla a corso a embarazar los barcos que pasaban a Cataluña con víveres y otros que iban a Etna, tomando algunos, con que mantuvo la plaza algunos días y después tomó un Barcón y peleó con una Saetía de catalanes y franceses en que iban más de 50 hombres. Le tocó caer preso, riñas con escapada y en una ocasión fue herido. Supo retener y salvar los pliegos que traía para S.M.
Aunque fue procesado por contrabando y otros 15 cargos que se le imputan a su sobrino y cuñado Baltasar de Andino y de los que le hacen responsable, así como de su fuga, Don Gaspar estuvo algún tiempo preso pero fue indultado y perdonado por S.M. (El polémico juicio de cuatro años y medio, y la sentencia del Consejo de Indias en 1695, le originaron un mayor aquilatamiento de sus méritos. Los fiadores para su liberación y multas fueron la Infantería de Puerto Rico.
Subsiguientemente, es nombrado Gobernador de Puerto Rico en octubre de 1681 (por un periodo de tres años),y tomo posesión en San Juan de Puerto Rico de 1683. En 1686. Se le prorroga el mandato por otro periodo de tres años (por su buen comportamiento). Es sustituido por Gaspar de Arredondo en 1690 Diría que los panegíricos en versos al Gobernador y la tradición coplera anónima nace de aquí.
LA IDIOSINCRASIA DEL QUE JUZGA: La Historia geográfica, civil y política de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico (1788) de Fray Iñigo Abbad es las «primera historia formal» de la isla y primera que se aventura a dar un esbozo interpretativo de la identidad nacional y su idiosincrasia. Abbad describe tradiciones por las cuales el citado O'Reilly aludió al jíbaro en formación como desidioso y antiheroico, o demasiado ignorante para tener conciencia de sus problemas. Tradicones como peleas de gallos, bailes en base a trova, carreras de caballo y devociones religiosas, se tomaron como evidencia. Hay además de los panegíricos a las autoridades, bien cumplidas en ley o dudosas, otra tendencia argumentativas para desdeñar. Lo único que faltaba es describir al hombre de la isla como «jíbaro» en el sentido sugerido en la Relación del Viaje a Puerto Rico de la Expedición de Sir George Clifford, Tercer Conde de Cumberland, escrita por el Reverendo Doctor John Layfield, Capellán de la Expedición. en 1598.
El historiador Mario R. Cancel explica: «El referido texto se encuentra en la obra póstuma de Samuel Purchas (Thaxted, c. 1575 – Londres, 1626) titulada Hakluytus Posthumus también conocida como Purchas his Pilgrimes, contayning a History of the World in Sea Voyages and Lande Travells, by Englishmen and others impresa en Londres en 1625 en cuatro volúmenes. Purchas fue un religioso e historiador inglés que estudió en el Saint John’s College de la Universidad de Cambridge quien, como Pedro Mártir de Anglería, nunca viajó a América e hizo la obra de un recopilador e intérprete. [...] en Cuba, aquellas jaurías de perros (utilizadas por los conquistadores en la Conquista) eran denominados jíbaros, concepto que equivalía a un animal que, habiendo sido doméstico, se había hecho montaraz, mostrenco y había acabado siendo un habitantes de los bosques. La noción jíbaro en Cuba sugería la cimarronería o anarquía de la altura y, en cierto modo, la barbarie como negación de civilidad: un jíbaro era un ser arisco, difícil de controlar. Como podrá verse, esa concepción tampoco tenía nada que ver con la raza o el color de piel. De lo que se trataba era de cifrar una actitud ante la vida y una forma de ser {...} Entre jíbaro y canalla, concepto que procede del italiano canaglia o “muchedumbre de perros”, no hay mucha distancia. El concepto tiene un origen despreciativo. Voltaire, pensador ilustrado aristo-crático, usaba el concepto canalla para referirse a la masa irracional, a la gente común» [«¿Qué significa lo jíbaro? Apuntes para un debate», Abril 20, 2012, en: Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura]
CUANDO EL JIBARO ERA JUZGADO CANALLA: Ahora bien, lo que se quiso decir entonces con la palabra jíbaro no tiene que ver con el ejercicio de lo que realmente se fuese, sino con lo que se hizo. O se adoptó de la habladuría... Lo que vales que se asoma el indicio crítico. A partir de este momento, destella el hallarse y habrá que cantar, una mitología, o elucidación para esclarecer. Y se toma el motivo de un gobernador... En términos del poder de la empatía, el observador directo de los procesos que viven los pueblos / los atestiguantes / los noveleros / los que escribidores que se enteran no presencialmente / han de opinar y divulgar lo que han visto del destello.
EL DESTELLO INDIGENA: La crónica y el arte sirven a la divulgación, pero hacen muy flaco servicio si no se refleja empatía. Sabemos que Gonzalo Fernández de Oviedo, quien escribió sobre el indígena taíno, el cacique Utrayoán, la muerte de Diego Saucedo, causas y principios de la guerra contra Agüeybana y otros episodios en la isla, tuvo una visión negativa del indio y una prejuiciada concepción europeísta del heroímo que lo desboca por caminos de moralismo y ficción. González de Oviedo (1478-1557) se siente superior a sus observados y no puede ser justo de ese modo.
Más condescendiente fue el andaluz Juan de Castallanos (1522-1607). Es un soldado, cazafortuna, poeta y, fin almente, sacerdote que con sus Elegías de Varones Ilustres de Indias (1589) busca aquilatar gentes, delinear cuadros heroicos en medio de los cuales insertar indígenas y esos tipos populares que determinan patrias y próceres. Es Castellanos uno que crea situaciones y personajes, como en la Elegía VI, donde resalta un perfil de Agüeybana. El hace, en ficción poética, lo más parecido a un héroe agónico.
Tres estudiosos de la jibaridad (como han sido Juan J. Berríos Concepción, la Dra. Libia M. González López y el mismo Mario Cancel Sepulveda) coinciden en que este concepto fue construido a base de «la concepción original léxica de jíbaro desde su probable génesis dentro del marco histórico del Puerto Rico del siglo XVIII, su plasmación literaria en el siglo XIX, su idealización simbólica hasta servir de paradigma de la puertorriqueñidad en el siglo XX». Desde esas tres bases, sin embargo, «este símbolo de identidad (es) uno perecedero, una especie en peligro de extinción entre los símbolos de identidad puertorriqueña». Cuando se defendía la jibaridad desde un nivel ideal, no despreciativo, se manejaba aún ciertos escrúpulos.
PARA LA INVESTIGACION DEL JIBARO QUE DESTELLA: El jíbaro indígena mezcla bien con el blanco; el taíno lo dota de hábitos montaraces y cerriles. El criollo blanco de su preferencia por las montañas, campo adentro. Se excluye el negro de las costas del crisol racial. De todos modos, la palabra jíbaro apareció escrita por vez primera en el Diario económico de Puerto Rico, 17 de junio de 1814, pero lo que le fue dando su contenido y atributos son las Coplas del jíbaro, o las décimas en lengua jíbara de Miguel Cabrera publicadas en La Gaceta en 1820.
Ya, a partir de los Aguinaldos, la mención en documentos oficiales y la publicación del libro El Gibaro del Dr. Alonso, se comienza a designar con el término al cmpesino puertorriqueño por primera vez se aplica á los campesinos de Puerto Rico en documentos oficiales del siglo XVIII.” [Enrique A. Laguerre y Esther M. Melón, El jíbaro de Puerto Rico: símbolo y figura, (Sahron, Conn.: TroutmanPress, 1968].
Tardará mucho más que los referidos periodos de formación para problematizar en torno a lo que el jíbaro fue como primera imagen icónica del puertorriqueño y de su folclor. La identidad que se observa, hoy por hoy, en nuestra gente cambia; pero cada proceso formativo y asumido contribuye a la inauguración de un preguntar crítico y a la meditación esencial y existencial sobre nuestro Ser-Ahí, y el hallarse intramundano.
La actitud crítica entre los observantes, la que se da a nivel popular, la inicia Fray Damián López de Haro (1581-1648), toledano que ocupara la Sede Episcopal de San Juan, y cuyos escritos anticiparon la prosa costumbrista en Puerto Rico y la prosigue de modo más enriquecedor don Diego de Torres Vargas (1615-1670), quien refutaría al primero. Mientras con Fray Damián poco faltara para que hiciera pasar al jíbaro en formación como un estúpido, con Torres Vargas se informaría con vena empática:
«Las mujeres son las más hermosas de todas las Indias, honestas y virtuosas y muy trabajadoras y de tan lindo juicio que los Gobernadores Don Enrique y don Iñigo, decía, que todos los hombres prudentes se habían de venir a casar a Puerto Rico y era su ordinario decir 'para casarse, en Puerto Rico'. Los naturales son generalmente de grande estatura, que sólo un linaje hay que la tenga pequeña, de vivos ingenios y fuera de la patria muy activos y de valor».
PARA LA INVESTIGACION DEL HEROE NEGRO, O JIBARO EL IGNORADO: Juan J. Berríos Concepción se pregunta: «La evolución de la imagen del jíbaro puertorriqueño, imagen patriarcal, como símbolo de identidad nacional, ha sido una que tuvo su punto máximo de expresión en el siglo XX en Puerto Rico»'; no obstante, el negro fue excluído de tal jibaridad etnocentrista e hispanófila. Entonces, más fundamental es la interrogante de Cancel que ya incluye el ahí-geográfico del 'hallarse' (ruralismo de la montana vs. costa), lo mismo mismo que indagará sobre la negación de lo negro: «Lo que me parece interesante de todo este juego es la relación que se pueda establecer entre el interior y los bosques, con la animalización que implica el retorno a la barbarie que se sintetiza en la concepción de lo jíbaro. Recuerden que el interior montañoso central, seguía inexplorado a fines del siglo 16, hecho por el cual el mismo estaba marcado por el misterio. La pregunta es ¿cómo se convirtió un insulto en el signo respetable de la Identidad Nacional puertorriqueño?»
De aquí la importancia que daré a un despertar de orgullo y presencia del liderazgo afrodescendiente en San Sebastián en el contexto de lo pueblerino. Destaco las figuras de Don Ramón Padró Quiles y su hermano, José y, para ser aún más justos, incluyamos a la esposa de Don Ramón, la famosa Miss Correa, a quien el compueblano Joaquín Torres Feliciano, en carta personal del 21 de diciembre del 2014, describe como «la eterna maestra del primer grado, desde los años 40'. De ella, su hija Güin, aprendió mucho más de lo aprendido en la Universidad de Puerto Rico sobre educacion elemental. Esta fue la familia que mejor supo lidiar con el racismp criollo del Pepino popoff, incluyendo los demás prietos y prietas que vivían en la negación del 'negreo' y 'estirándose la pasa' con pinzas planas de metal y enroladas en los beauty parlors iniciales de los 40's y todos los 50', según Güin (María Luisa Padró Correa) me decía... La mamá se llamaba Luisa Correa. Ramoncito, hijo de María Luisa y nieto de Mrs. Correa, se casó con una de las hijas de la última resaca pantúa del célebre Polo Castro, una que fue hermana de padre y madre de Manoli Castro».
Entre los aportes de Don Ramón está una Historia del Pepino. Este es un detalle interesante que Torres Feliciano ofrece en su carta: «El libro que publicó don Cheo [José Padró Quiles, el ex-Representante por el Distrito San Sebastián-Moca en 1938: Historia de mi pueblo, 1950] lo escribió desde el principio hasta su fallecimiento Don Ramón. No fue Don Cheo. Sin embargo, cuando la muerte agarró a Don Mon, el libro iba por la mitad. Entonces, el pobre Don Cheo no sabía que hacer, pues no tenía esa destreza y se afligió; pero un mes luego, Nito Cortés [ex-Alcalde del periodo de 1940 a 1944] le dijo: 'Sígalo usted, Don Cheo, y si no puede terminarlo, en confianza, yo le ayudo'... El asunto fue que Don Cheo le dio seguimiento sin más ayuda. Y si ves el libro, notarás la diferencia entre lo escritor por uno y lo escrito por Don Cheo... Toda esta información me la ofrecía Güin, la hija de Don Mon, en conversaciones telefónicas antes de su fallecimientop, a principios de los 80s, si bien mee acuerdo».
PARA LA INVESTIGACION DEL HEROE NEGRO, O JIBARO EL IGNORADO: Juan J. Berríos Concepción se pregunta: «La evolución de la imagen del jíbaro puertorriqueño, imagen patriarcal, como símbolo de identidad nacional, ha sido una que tuvo su punto máximo de expresión en el siglo XX en Puerto Rico»'; no obstante, el negro fue excluído de tal jibaridad etnocentrista e hispanófila. Entonces, más fundamental es la interrogante de Cancel que ya incluye el ahí-geográfico del 'hallarse' (ruralismo de la montana vs. costa), lo mismo mismo que indagará sobre la negación de lo negro: «Lo que me parece interesante de todo este juego es la relación que se pueda establecer entre el interior y los bosques, con la animalización que implica el retorno a la barbarie que se sintetiza en la concepción de lo jíbaro. Recuerden que el interior montañoso central, seguía inexplorado a fines del siglo 16, hecho por el cual el mismo estaba marcado por el misterio. La pregunta es ¿cómo se convirtió un insulto en el signo respetable de la Identidad Nacional puertorriqueño?»
De aquí la importancia que daré a un despertar de orgullo y presencia del liderazgo afrodescendiente en San Sebastián en el contexto de lo pueblerino. Destaco las figuras de Don Ramón Padró Quiles y su hermano, José y, para ser aún más justos, incluyamos a la esposa de Don Ramón, la famosa Miss Correa, a quien el compueblano Joaquín Torres Feliciano, en carta personal del 21 de diciembre del 2014, describe como «la eterna maestra del primer grado, desde los años 40'. De ella, su hija Güin, aprendió mucho más de lo aprendido en la Universidad de Puerto Rico sobre educacion elemental. Esta fue la familia que mejor supo lidiar con el racismp criollo del Pepino popoff, incluyendo los demás prietos y prietas que vivían en la negación del 'negreo' y 'estirándose la pasa' con pinzas planas de metal y enroladas en los beauty parlors iniciales de los 40's y todos los 50', según Güin (María Luisa Padró Correa) me decía... La mamá se llamaba Luisa Correa. Ramoncito, hijo de María Luisa y nieto de Mrs. Correa, se casó con una de las hijas de la última resaca pantúa del célebre Polo Castro, una que fue hermana de padre y madre de Manoli Castro».
Entre los aportes de Don Ramón está una Historia del Pepino. Este es un detalle interesante que Torres Feliciano ofrece en su carta: «El libro que publicó don Cheo [José Padró Quiles, el ex-Representante por el Distrito San Sebastián-Moca en 1938: Historia de mi pueblo, 1950] lo escribió desde el principio hasta su fallecimiento Don Ramón. No fue Don Cheo. Sin embargo, cuando la muerte agarró a Don Mon, el libro iba por la mitad. Entonces, el pobre Don Cheo no sabía que hacer, pues no tenía esa destreza y se afligió; pero un mes luego, Nito Cortés [ex-Alcalde del periodo de 1940 a 1944] le dijo: 'Sígalo usted, Don Cheo, y si no puede terminarlo, en confianza, yo le ayudo'... El asunto fue que Don Cheo le dio seguimiento sin más ayuda. Y si ves el libro, notarás la diferencia entre lo escritor por uno y lo escrito por Don Cheo... Toda esta información me la ofrecía Güin, la hija de Don Mon, en conversaciones telefónicas antes de su fallecimientop, a principios de los 80s, si bien mee acuerdo».
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