«Fe es creer en lo que no se ve; y la recompensa es ver lo que uno
cree»: San Agustín de Hipona
Como una amante oculta eres.
La esposa secundaria, la corteja.
Aparentemente despreciada y, en el fondo,
amada como ninguna, deseada.
Como la acción callada, así eres.
Así se te ejecuta, a la sombra, en anonimia,
sin que nadie lo sepa. Así: tú y ella
y la Ley que los ve y la morada del Yamarash
y el silencio y la esperanza.
Lo que no quieres que sepan
los mensajeros de la Yama,
lo que no quieres que el mundo confirme,
lo cobarde de las lealtades escondidas,
esa es Ella, como un chiste malo
del fracaso, como una cara de ángel
en cuerpo de diablesa o de diva,
Ella es; harapienta en el quebranto
porque está contigo; solitaria, unico apoyo
cuando, en vergüenza y en humillaciones,
a tus ojos corresponde que se vean llorar...
Es única, aún más digna que la pública
y oficial señora de tu casa, ella es la esposa
del eterno secreto, la memoria del éter,
la princesa bendita y olvidada.
Chispa de Jiva-atman, espíritu latente,
original, tan puro, savia dormida
que recorre desde el fondo del árbol
hasta el borde de la copa de los labios
y la niegas, sin embargo, porque…
se llama Fe, esperanza,
caridad.
6-12-1990 / Tantralia
* Jiva-atman: chispa del Espíritu Divino (atman) que todos tenemos, en latencia como sabiduría original. En el concepto oriental el ser humano olvida su naturaleza superior y se identifica erróneamente con el cuerpo en el momento del nacimiento.
* Yamarásh: Morada del encargado del Karma, el invisible Iama Rash (el «rey de la prohibición») y sus mensajeros «iama-dutas» («mensajeros de Yama»). Después de que una persona abandona su cuerpo al momento de la muerte, los yamadutas le arrastrarían hasta la morada de Yamarásh, donde es juzgado duramente de acuerdo con las acciones, registradas una por una en el libro de la vida, que recita Chitra Gupta, el secretario de Yamarash.
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