Friday, April 04, 2008

La queja de Eros

Soy yo, Amada mía.
El que más te ama y en la montaña vive.
El que más distante de lo triste funda un nido.
El cazador de amores, el que cautiva
el aliento y vuela como un beso a la boca.

Tu amado soy. No te asustes.
El que llama su jardín tu cama blanda
por el aroma de tu rosa, por tu cuerpo
sabroso, abierto y tibio.

Escucha mi dulzura, amor, mis latidos.
Yo los susurro con la ternura posible.
Entiéndelos con la sensación de mis besos,
con un soplo de alas; con muy pocas palabras
porque el discurso miente.
Y la imagen se vuelve vaporosa.

Tú no preguntas más. Sólo recíbeme.
Abre el abrazo a mi noche; abre el corazón al mío.
Mi pisada es tenue y musical como un arpegio.
Vendré a tí como si realmente volara
por deseos de consumir enteramente tu alimento.

Te elegí entre las más hermosas niñas
de Anatolia y, en verdad, me prohibieron amarte.
Me dijeron: «Házte, serpiente alada,
házte, aborrecible, y ténla»;
pero acaso,
Psykhe), ¿quejas tiene de mí?

Te he amado y me dices: «¡Oh, cazador
de la montañas, eres el más adorable de los hombres!»

Son tus hermanas las hijas de tu tierra,
máscaras aún de la vida y la muerte.

¡Quédate con la delicia que te doy!
Te aseguro son más gratas que las brumas
del Erebo y los conos lunares de la sombra!

2.

Eres tú la más hermosa. No estás sola.
Yo soy el amor; no tengas miedo.
Otras te convocan a dividir tu mundo,
a deshacer lo Uno. Te piden que me quieras menos.

Que fundes la sospecha que extravía,
la incertidumbre que duele, que devalúes la dicha.
¿A quién piensas creer, Amada mía?

Extrañas tus hermanas y, a tus espaldas,
te envidian porque mereces la verdad
que para ellas todavía está en lo oscuro.

Te doy lo que ahora puedo, la caza del amor,
mi propia corazón herido por la flecha.
Es la verdad que ofrezco.

Tú eres el encanto, eres mi alma
y aún, en la carne que resiste,
la atracción mutua nos tiene satisfechos.

No preguntes más. Grata es la noche;
tú, me estremeces con el gozo;
el amor así es tan intenso,
no requiere nada más.
Ni identidad ni nombre.

6-11-2002 / Estéticas mostrencas y vitales


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