Friday, October 08, 2010

Ecografía de mi cráneo bajo el talit




1.

Cuando todavía estés en el azul de tu sangre,
en la burbuja de los seres vivos,
en rojez calorífica de la vida utensiliar,
cuando te arrojen a fuegos y metales
y se crea que tu cuerpo es indigno y debe molerse
en un mortero, aporreado con viles garrotes
de tu aquí y ahora, si amenazan con la cámara ardente,
recuerda la última cena
de quienes vieron la escalera que conduce
al Azul, recuerda el descanso del Shabat
(la santidad de Adam, el primero)
y su Melave Malka, el último bocado
que conduce a la luz,
para que no se reedite el monstruo de antaño
y vaya tu consciencia tranquila y confiada
a subir otros peldaños de la energía.

Recuerda al viejo Jacob y cómo se estuvo preparando
para el sueño de la muerte y, aún vivo,
contempló la escalera de sus futuros huesos
y el sembradío de Luz que es donde crece el Tjelet
que a su cabeza garantiza el azul del talit.
Acuéstate allí porque no hay lugar de energía
más formidable que ese sueño azul
(casi utopía) donde ni cabe la muerte
ni un grano de mostaza.

Levántate de la caída pero recuerda
el sueño, la escalera, la semillita,
aquel lugar llamado el Azul de Jacob.
Allí puse este huesillo que nunca cambia
(¿crees tú que Yo, tu Creador, tu padre en lo Oculto,
cambio la química que da vida,
la chispa de tu espíritu puro?)

No. Toda cambia y otros, no tú, han de comer
el fruto de los árboles de sangre y vanidad,
todo, sin la visión de La Caída.
Comerán todo, como cerdos o hienas
la carroña. Te doy esta caída
para que seas azul y haya ecos de Mí
dentro de tu cráneo bajo el Talit.

Dejo ese huesito, el intacto huesito
de mi semilla, en este tonto trauma de tu infancia.
No hay mortero que lo muela
ni martillo que lo rompa en el yunque
Es el único huesito del que no hará mella la burla
de las fieras, la tortura de los empedernidos.

Y yo lo escondí en tu cráneo, aunque sea una peña
tu cabecera y no vayas jamás a donde crece
la semilla de Tjelet. Seas pobre o rico,
escucha el huesito cuando vibre y escribe
para él versos exaltados, dzurianos,
hijito mío del Azul.

Ese huesito que he llamado Tu Luz /
Neskvi / viaja contigo / vibra en tus occipitales
para que veas el pasamanos y el escalón primero
con que asciendes a mí. Olvídate de Don Pancho
el carpintero que hizo el mirador de tu casa.
Olvida tu caída desde el segundo piso,
pero no olvides mi Némesis.
Neski es más pequeña que la cebada,
semilla es, como raíz de tu alma
y tu primera vértebra.

2. Culminación del Shabat

Un día más, mañana a trabajar, Carlos.
No es ésta tu última cena, si bien te recuerdo
la Melave Malka. Quiero que sueñes hoy
desde la base interna del cráneo
y en la sección occipital, donde puse un secreto.
Quiero que disciernas la verdadera caída
y cómo los trágicos héroes se convierten
en monstruso, en malditos «outsiders» cuando dejan
de creer mi paraíso. Mas tú no los temas
aunque vuelen en forma de vampiros
(aunque la industria los asocie a 'psychokiller'.
Tú no creas en la discursividad del terror/
Pón tu cabeza sobre una almohada
e imagina como Jacob que vuelas
hasta la escalera que te tiendo
para que me visites, aunque yo siempre
estoy contigo en lo Oculto.

3. Sueño con la alteridad

«La identidad es una especie de fondo virtual al cual nos es indispensable referirnos para explicar cierto número de cosas, pero sin que tenga jamás una existencia real»: Lévi-Strauss

Por una caprichosa secuencia de eventos cotidianos,
en pos de centralidad humanizada que me repose,
¡ay, he soñado con lo abismal y lo monstruoso,
he buscado la identidad nuclear
y no la encuentro.
¿En qué fondo estoy de mí mismo
que Lo Otro viene a torcerme el muslo
y me cambia mi nombre? y todo es tan exótico
como una etnología que ignoro.

No puedo dar mímesis de aquello que investigo.
Lo temo. En una lógica binaria me naufrago
y veo que sueño con una hija oscura de la noche
y el Érebo se desfasa como Océano
y la mar es una charca de viscosa sustancia:
he visto el mirador como si fuera la Torre de un castillo,
he visto un jorobado que me dice su nombre
como si fuera el amo y entra en catedrales
y me maldice y he visto la tormenta
y escaleras carentes de pasamanos
y escalones que no puedo subir
porque son demasiado altos
para mi cuerpo pequeño.

He visto la arpía como al ave de rapiña
y recuerdo su rostro de doncella
(pero su sonrisa es burlona, perversa,
me codicia como un despojo de la muerte).
He visto todas las mutaciones que adquiere
cada persona que me mira.

Todos se han desviado de las normas que conozco
y no creen en el orden ni la regularidad
ni en alguna ley que pido, me desobedecen
y me llevan a la tierra hueca,
a la entrada infernal,
la fosa de un castillo
y ya no tengo mis contextos ambientales
ni signos de lo hereditario. Ni un pancho,
vecino carpintero, que me diga dónde estoy
(si estoy despierto, o soñando).

4. La niña perdida es tu alma

Angustiada ha de estar mi madre que no sabe
que estoy tieso en el suelo y descendido
con toda la violencia que me lanzó
de la torre y Pancho, el carpintero, me ha visto
caer y me vira la espalda, como si lo que cayera
fuese un mangó bajito y yo no tengo voz
para gritarle: «Recógeme. Es mi alma».

Junior, su hijo está hablando sobre la garra
de Freddy Krueger, que todo lo que toca
lo perfora y sobre un plasma verdoso y siniestro
que son babas de El Príncipe de las Tinieblas,
y sobre gelatina carnívora que se come
a la gente desde «La Mancha Voraz».

¿Con quién hablará que no lo veo?
pero escucho su voz...
Ha de ser con el hijo de María Culito
que es fanático de Depradadores del cine
y de monstruos informes y metal líquido
del Terminator 1000, y el cazador viscoso.
ay, cómo conversan cuando yo soy
jalea en el suelo, resbalé de una escalera
y no estoy fascinado por ansiedades morfológicas
de lo protozoico, y no soy bestia
o máquina antropoide
que resista estos golpes.

Soy un niño travieso que subió la escalera
cuando construyen el mirador que ha de ser
mi recámara, cuarto en segundo piso
para mi hermano y mio.

... pero nadie parece haberme visto
y mamá no sabe donde estoy y no puedo avisar
(«quedó achoca'o, inconsciente», así lo dijo
una anciana que, al fin, me vio,
pero ella es Démeter, y lo que anda buscando
es el paradero de su hija y se ha hecho tarde
y debe volver a Atenas, donde es niñera
de los hijos de los reyes de Eleusis.

5. Tu escalera verdadera

Me hallaron porque, al fin, alguien
me dio una bebida de cebada triptolomeica
y ví a la vieja Démeter llamándome:
«Hijo mío, ya ha pasado el susto
y has abierto los ojos;
ahora díme qué soñabas
y quién es Neskvi y de qué luz
es la que hablas y dónde está el lugar azul
que te preocupa tanto... hijo mío.
No vas a morir y no se te ha roto hueso alguno.
Te hallamos a tiempo; no te vas a morir,
porque soñaste con Jacob y él es santo
y él da la escalera que va al cielo
cuando llega el momento».

6. ¿Quién es la niña de Tu Némesis?

Yo soñé con una niña cuando estuve
en el suelo, o no sé si en mi cama,
y a veces me decía que su nombre es Ramnusia
(¿recuerdas? como en la película que vimos
sobre una diosa vengadora
que quita la fortuna, o castiga
a los hijos desobedientes).
No me castigues tú, mamá, que ella
lo hizo. Me tiró del escalón
de la escalera de pancho y yo le reclamé
porque la ví como una Anciana
y, sin embargo, me dijo:
«No pidas perdón. Vine a buscarte
porque te amo. No te humilles en vano.
No me pongas una corona sobre ningún monumento
ni un velo sobre los altares ni una rama de manzano
en la mano ni diadema de piedras preciosas
cuando otros me vean como piedra tallada.
No me traigas antorchas ni sepientes
ni me asocies a castigos o vengazas, yo soy sólo
un huesito de luz y flor de narciso
que invoca el origen de tu belleza con su aroma.
Y no vine a tí como algo externo.
Estoy dentro tí, sólo que tu caída
me hizo vibrar dentro de tu cráneo
bajo el talit y me escuchaste.
Yo soy la némesis cumplida de Tu Huesito
de Luz. Llámame Neskvi,
residuo eterno de alma,
semilla indestructible de Vida».

7. Comentario final sobre Luz

Extendida en toda la tierra estás
y ninguno te quiere, Huesito de Luz debajo
del cielo, poder de sol entre sombras,
huyilanga encarnada que reprueba lo perverso,
bien en el dolor del Atica,
¿qué se podrá hacer contigo?
Yo, con corazón órfico, te rabautizo,
Némesis, y te regalo el machete de mis desyerbos
o una cuchilla de mi profunda psiquis.

Del libro «El Hombre Extendido»
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Shabat = ceremonia ritual de los sábado

Melave Malka = primera y única cena tras el Shabat
(cf. Bereshit Raba 25 y Mishná Berura 300:2)

Talit = Estola, o manto que utilizan los niños y jóvenes judíos

Tjelet = grano del que se obtiene el pigmento azul con que se confecciona el talit

Azul = nombre del lugar donde Jacob soñó la metáfora de la Escalera que va al cielo y el tránsito de ángeles por ella

Neski = el hueso «Luz» ubicado en el interior del cráneo

Némesis = doncella Ramnusia, entendida posteriormente como una deidad primordial, no sometida a los dictámenes de los dioses olímpicos y símbolo del castiga a la desmesura. Y a la existencia de un equilibrio universal a través de la idea de una presunta cólera celeste. «Némesis fue perseguida por el dios del cielo, y para librarse de él tomó formas de monstruos marinos y de diversos animales terrestres. Finalmente se transformó en una oca. Zeus transmutado en cisne logró alcanzarla y fruto de esta unión, la diosa puso un huevo que fue recogido por unos pastores y entregado por ellos a Leda, que lo cuidó». En mis interpretaciones kabbalísticas y mis experiencias oníricas, la doncella es una metáfora para el «hueso Luz» (o Neski), que significa lo no contaminado e indestructible ante la desmesura y La Caída.

[Nota del autor: Este poema en el libro es muy especial y autobiográfico. Rememora un incidente que jamás olvidaré: mi resbalón y caída desde el escalón más alto de una escalera de mano, que utilizaba el carpintero Don Pancho Torres, vecino de mi casa, y quien construía un mirador en un segundo nivel de la casa, cuando yo tenía unos 7 o 9 años de edad y subí a ver el estado de su obra. María Culito, vecina, que oyó mi grito y descubrió mi caída. Recuerdo el susto y que fue la primera vez que caí en una inconsciencia de horas. Mi fobia las caídas y mareos por la altura terminaron cuando aprendí a escribir estos sueños y llevar un diario de lo soñado, o recordado de los sueños. Ya, a los 13 años, comienza una vida poética, consciencia de que los sueños revelan arquetipos y metáforas. Quise, desde entonces, ser siquiatra o sicólogo. Leer a Freud (su Teoría de los sueños), Jung y neofreudianos, fue mi comienzo en las lecturas de lo teórico.

El poema va al contenido de lo recordado de esa experiencia tan traumática y fue mi mamá, quien me ayudó a reconstruir las incoherencias que decía en vísperas de despertar de la inconsciencia. A menudo este sueño o incidente de mi infancia venía, con formas pesadillescas y hoy, que comprendo sus mensajes o significado ocultos, pienso que iba predeterminadamente hacia el Sendero de la Kabbalah y que mi caída sirvió para algo].
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