Saturday, July 13, 2013

CUANDO LOS HOMBRES TENIAN RABO…



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CUANDO LOS HOMBRES TENIAN RABO


Cuando  Carl von Linné murió en 1783, Sara, su mujer, intuyó la feliz venganza a las puertas. Se alegró por la oportunidad de deshacerse, al fin, de miles de cajas de gusanos. Dudaba de lo que Carlos Lineo le decía.  El prefería que le llamaran Carlitos Lineo (por Carl Linnaeus), ella lo redujo a un oficio despreciable: ‘el coleccionista de gorgojos y alimentador de gusanos’.

”Mujer, mujer, ésto que menosprecias es tan valioso que se le puede vender a los bancos”.

Visionario, a su modo, suponía que sus sagradas colecciones son la manifestación biológica del Sistema de la Naturaleza. En las colecciones se incluían 14, 000 plantas sembraditas en sus macetas, 3,198 insectos, con sus respectivos nidos y gorgojos asociados, 1,564 conchas, caracoles y embelequerías, si sumamos 3,000 cartas con otros locos por las aventuras científicas o las herejías como y 1,600 libros, que ni hay espacio para tenerlos ni esperanza de que nadie los lea. Alguien, fuera de la familia, se los saco de la casa después del sepelio de Carlos. Un jovenzuelo, estudiante de medicina, compro todo el paquete y fundo lo que es hoy la Sociedad Linneus de Londres.

La Viuda Dona Sara sigue creyendo, religiosamente, que tuvo la mala pata de casarse con un hombre excéntrico que, desde los albores de su matrimonio, habría pesado que ella fue poca cosa una hembra simiesca porque le hizo poco caso. Una celebridad como Jean-Jacques Rousseau, el filosofo franco-suizo, le envió un carta que lo saluda ‘no hay un hombre mas valioso que el’, bah… pero el no lo conocía en la intimidad, en la cotidiana jodiendo de los días como ella. “Siempre hiede a gusano, a bosque, a lodo de aguas estancadas” y lo mismo le ha comentado a la secretaria de Johann Wolfgang von Goethe. “Con la excepción de Shakespeare y Espinoza, ningún otro ser viviente me ha influido tan positivamente”. Pues suerte que tiene Goethe y Augusto Strindberg, quienes saludan al Príncipe de los Botánicos, con palabras de maravilla, “Plinio del Norte”, segundo-Adam, el ‘único que no es un Príapo faludo y con rabo de simio, en esta Humanidad en que se ha perdido la cola… La Viuda no se come esos cuentos. En la casa no quiere ateos, ni libros ni mas tiestos con plantas, que traigan cucarachas y moscas.

Sea católico o protestante, el que da misa en la Iglesia y cuida a los feligreses a la casa de ella no va ni permite que vayan los cristianos. Han creado un cerco de silencio que la aísla. La Viuda de Christopher Tärnström, al que llamaron el primer discípulo / apóstol de las creencias de Lineo, la odia cuando Sara no tiene otra culpa que haber sido esposa del botánico. “El dejo a mis hijos sin padre; manda a gente buena a que le busque muestras de plantas y gorgojos a las islas lejanas, donde enferman con fiebres tropicales, o venenos surtidos por mordidas de serpientes o abejorros extraños… Mira lo que hizo con mi esposo, muerto por especímenes, en la Isla de Cô Sơn; mira lo que seis de sus apóstoles sufren desde que es rector de la Universidad de Uppsala y entrega becas y financia expediciones para el Sistema Académico Linnaeus que a el da prestigio internacional, a nosotras, viudas y parentelas, pérdida, tragedia y orfandad… Ellos, si regresan, traen nuevas plantas, animalejos, rocas, conchas, para ser clasificadas; ellos, a la enfermedad, a la anonimia, a la muerte…”

No sabe la gente que las oye, cual es mas amarga, si la Vida Sara o Tärnström, la Viuda. Le importa un bledo a los dos si fueron las esposas de los que han descrito de manera pionera la Bio-Diversidad, de aquellos formuladores que aprendieron (o desaprendieron) a clasificar lo vivo y darle sus nomenclaturas. No quieren otra cosa que las regalías de la Flora Lapponica, que inaugural la literatura del Género Botánico. No quieren que nadie / de los pretendidos sabios de Uppsala venga a este sepelio, o hable delante de la tumba de Carlos. No lo conocieron como es, no llegaron cuando estuvo paralitico y con ciática, no podía utilizar ni la mano derecha, con la que se limpiaba el ano y comía. Mas Dona Sara estaba allí, viendole echar elogios a los artículos que escribió el mismo y ya no se recuerda de su autoría. No quiere que se le nombre como  Carl von Linné. 

Ahora se ha latinazado y Haeckel, otro de los sabios amigos, arguye que con Linneus precisamente es que comienza la Academia científica a preguntar sobre el origen humano y su anthropomorpha. Es el primero que lo clasifica y le dice primate simiesco, mono de mierda, ‘homo caudatus’, poseedor de cola y fue en la primera edición de Systema Naturae.

Sin embargo, concluye el cura que, a duras penas, ha venido a dar las Unciones Extremas: “Separado de Dios por las vanidades de sus propias explicaciones, describe un origen de si mismo o la nueva especie humana pecadora a tenor con lo que dijeron los nativos rencorosos que quieren asustar a los colonos cándidos europeos para que no se establezcan en sus pueblos. Y eso es lo que dice, nuestro pobre hermano Carlos: exagerados cuentos en torno a cuatro razas, o criaturas de las leyendas: raza del Fénix, Dragones, Criptidos, Trogloditas y Sátiros, paradojas de lo no existente, metáforas que inspira lo humano in abstracto… Aun lo sabios navegantes de la Compañía Suiza de las Indias Orientales declara comio falacia la existencia de los sátiros peludos. No hay tal cosa como las hidras ni categorías tan simples como Europæus albus o Americanus rubescens, blanco o rojo, no son términos que clasifiquen a nadie ni con rigor social ni orgánico. Que es tal cosa como Asiaticus fuscus / de tono luridus  o Africanus niger: teorías tan necias como aquellas de los Cuatro Temperamentos de la Antigüedad Clásica… Linnaeus ha desperdiciado su tiemplo. Entiendo la queja de la Buena viuda Sara, sola porque él se va a la India en aras de hallar los Trogloditas de Bonti, o el Lucifer de Aldrovandi, un pigmeo o un sátiro, que no son otras cosa que criaturas selváticas de Dios, tal vez menos deformadas en sus almas que nosotros mismos…”


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