HOOCHIE / LA PUTILLA / cuento /
y LA GIMNASTA MASTURBADA / cuento
La chica es tierra. Desde tierna edad, en la calle, como parte de la zahorria. Se dio el oficio de provocar a excéntricos, impredecibles y viciosos, a gente de errática higiene y laxitud emocional. Les alborota sus ilusiones hormonales. Ella los clasifica y juzga. No son inteligentes. A éstos una aprendiz de putilla les caza y asedia y, finalmente, les bate sus güevos.
—'Let chase the egg'.
Pero el dinero por delante.
En estos días, hay mucho 'greeking' / sodomía / que se contrata en discote cao en la calle; pero, una hoochie de sus vuelos es la que vence, amaciza clientela. Algo tiene ella / —who 's she? / juchi-fuchi— / que no puede un muchacho atractivo, 'a particular homo who looks off the hizzle', resistirse.
En ocasiones, ella recibe a doobie snack. Le da un par de fumadas y se despide. Hace claro que los adictos a jeringas les repugnan. 'Joy pop' es lo que mata el negocio. Un porro de mariguana como 'snack' va y pasa, pero con jeringa, no hay 'scrump', que sirva.
—íCoño, none of that shit!
Todavía en estos días, Hoochie indaga qué es lo que daña su mercado, y va privándola del dinero fácil / gravy / con los flaky.
El elemento nuevo es el odio oralizado de la gente boojie. Si la clase media y alta opina mal de estas cosas. por el miedo al SIDA y el aumento en venta de drogas, la opinión de los Juvy es terror, y cuando salen estos degenerados de los centros juveniles, la competencia / es el mall troll y buscan lo mismo que ella, a muchachos.
Hubo ya un primer cliente que un homo le quita. Salió del Juvenile Detention Center, vestido con una minifalda y una peluca y avanzó sobre un cliente de La Putilla y se quedó con su presa.
«Are you hatin' on me?»
En la calle. al parecer, se darán cambios. Este 'doobie snack' con ella, se le fue el cliente sin haber terminado y se hizo obvio que prefirió carne de burro.
'Let chase the egg'.
A Hoochie la menospreciaron.
17-09-1992
LA GIMNASTA MASTURBADA
La muchachita no es virgen, ¿sabía usted? No lo digo para acusarla ni nada que se parezca. Lo digo, porque es la verdad. A veces, me invisibilizo de modo que su hermanastro no me vea. Voy al ligue cuando él sufre las fugas y está por días y días fuera de la casa y de su mente / y su centro y la veo.
Entonces, un gemelo que él tiene me hace el paro. Despista a su familia con su clon. El parece que está en la casa y no es cierto. Se fue. Diga usted a qué o a dónde: a mirar un show de rock con el Dr. Cerebro o Fobia, a escuchar una conferencia en la UNAM, o sencillamente a ver alguna novia al parece inexistente. La esquizofrenia es asi.
Y me persono con mi cuerpo taquiónico, inorgánico, mas velo que la luz. Los ojos de de su clon me presienten. El me oye, pero sin verme. Me oculto de su poder, me doy mañas y me dedico a chupármela. Me alojo dentro de las pantaletas de la muchacha. Ella se instala en el sótano donde hay un salón de gimnasia. Hará unas rutinas antes de darse un baño e irse a trabajar.
Su hermanastro y su clon se acuestan temprano, casi siempre juntos en la misma habitación. Ella se confía que nadie bajará al sótano. Ninguno la hallará, con facha edénica, en el gimnasio. Enciende la luz y se quita la bata bajo la cual se hallará con uno payasito, a veces en puras bragas y una sudadera. Cuando se queda en pantaletas, inicia con el puente. Hará luego el tendido lateral, equilibrándose en el brazo y pasará después a ejercitarse con veinte lagartijas.
Colgado lateral de chichis: nada de colgaderas, tipo de yema de huevo. Está maciza y sus peras son una ricura. ¡Que bustolandia edénica!
Hará después la vela, balance de hombros, con piernas en alto. Ahí es cuando me vuelvo protagánico. Me le pongo en frente y le agarro por las pantorrillas. Siento la electricidad que me recorre, hormigas sobre mis brazos. Me hace una mierda. Hará otro tendido lateral, equilibrándose en el otro brazo. Nada pendeja. Se arquea elevando las caderas y, entonces, es cuando descorro su calzoncito de un tirón y pego mi hocico a su vulva.
Ella se imaginará que tiene escozores de güila, prurito, o ganas de coger porque abre las piernas como tijera, sin pensar que soy yo quien se las separo. Eleva las caderas para que mi boca se coma el clítoris, con su vecindad de pelos.
Ya no pude más y me desnudé, cósmicamente dicho, aprovechándome que hizo spagat. Unos cuanto saltos y otros tantos puentes. Se tendió otra vez sobre la lona a frotarse los muslos. Tiré mi ropa sobre una banca para ocultar su bata y braga. Colaboré diligentemente con el masajito que se daba en los muslos… y me voy de maldito a intensificar la maniobra de poner su chochito sobre mi cara antes de decidirse por el soporte en V.
Ya sí me dejé caer sobre la V, pero donde la V y su vagina se coinciden. Estoy viniéndome en el alma.
El muy suspicaz del clon nos oye gemir. —¿Qué pasa?—, dirá se levanta como ladrón en la noche. Oye que ella jadea Ella mira como gata en celo cuando la puerta se abre; él piensa que descargamos la karma en la raja, la dama del loto o la materia prakrítica; pero no es su hermano. Es un clon tan invisible como yo. Era una vibración que entreabrió la puerta. Un chirrido que no la hará prescindir de este gozo.
Como en boquita callada no entran moscas, los tres nos hemos hecho cómplices de un sentimiento embrujante: ¡demasiado bonito para ponerlo en palabras! Cuando ella quiso sentarse, tan sudada en el sofá, ya en la arqueada yo tenía su bollo en mi tope. Arched front support, el tamal a la brasa y la fui empujando.
El clon, con una mera olidota a sus nalgas, dijo: —Pásala—. Cuando la ví tocar el sofá, el gemelo la esperó con un descomunal pene enfurecido y dispuesto a perforarla sin piedad por el más allá. Y si hay masa allá, ¿por qué no preparar tortillas a mano?
02-09-1980 / carlos lopez dzur
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