Saturday, April 18, 2015

4. DURGA NOS DA LA PRUEBA DE FUEGO

4. DURGA NOS DA LA PRUEBA DE FUEGO

            Estuve a punto de vender mi casa a diez años de adquirirla. Tan fuerte fue la impresión de ver un sujeto como Don Adolfo, que plantara  bandera en mi predio. La jactancia de él, el político sin patria y vaporoso elemento de un país petrolero se me hizo una carga más pesada que su piano de cola. Su familia y su persona se atoraron en mi gaznate. Su resuello se tendió como ropa sucia en patio ajeno. Había llegado el momento de su prueba. Y otra prueba para mí.
            En mi patio / quedaron indicios de fantasmas y pro-blemáticas / vómitos que al primer revuelo de la brisa, surgieron. Y él tenía el derecho como todo el mundo  a ocupar una zona en la proximidad.
            —EL Lic. Boves vivirá entre nosotros, como uno más... le daré bienvenido y abriré el foro.
            —Sí, que sea.
            —Es tradición de la Asociación de Vecinos que le hagamos el 'invite y el ágape'. Será hoy. Enviamos una invitación para que usted llame y confirme si va—, me dice el pastor.    
            —¡Que cosa! Se me dijo que no.
            —¿Quién?
            Los chismes corren velozmente. Me doy cuenta que ya supo que el señor Boves no me pasa. Ni es santo de mi devoción, Que sin apenas tratarnos en torno a mi prenden rayos y centellas.
            La Iglesia Luterana tiene además de una escuela un gran auditorio. ¿Lo ha visitado usted?
            —Sí, sólo una vez. ¿Recuerda mi conferencia allí?—, contesté.
            —¡Ah, sí! Allí como en caso suyo en 1980 cuando compró al corredor. Bien. La idea es que Don Adolfo hable sobre la noción de cultura y relaciones con la comunidad. Y por lo mismo,  que nos saludemos en paz, lo ritual. ¿Vendrá?
            —Por supuesto.
            —¡La vieja cosa de shaktismo y durga-puja y no patrocinar su empleo! ¿Todo eso olvidado?
            — Sí, sí. Sólo una vez temí que sería importante, que no se me hicieran invitaciones laicas, ya no... Hay uno que bendice ese departamento—  le dije.
            —En fin, no es una actividad religiosa. Se lo aseguro...
            Es como si se iniciara en un rito a mi vecino más cercano. Se me invita a oír.
            —Voy a pedir a la esposa de Don Adolfo que toque el piano.
            —Será buen detalle.
            No sacó el dedo del renglón. Para evitar conflictos,  ya que si en una ocasión me puse en guardia, no se hablará política. Ni del Muro de Berlín ni el Otoño de las Naciones ni las nuevas Primaveras...
            Por mi parte, no entendía aún el por qué de la mutua antipatía, con Don Adolfo. Con el Ministro, fue más claro. Envidia y dinero. Ahora si estoy atento es para dar apoyo a un vecino y sobra tiempo para com-prender.
     ¿Qué daño él me haría? 
   Durante cuatro meses, rehuyéndome, pero ya se enteró que hay una prueba de fuego que es decisiva para quedarse como vecino. No soy yo quien decido. Y la situación es nueva. En lugar de tratar de devolver su trato con daño / ante esos pasados cuatro meses de inquietud, más propio de mi ética será ayudarlo... 
            —Le dije ya que usted y yo tuvimos un roce...
            —Un malentendido. Depende de cómo uno lo tome.
            —Como pastor luterano debo dar el ejemplo. Le dije a Don Adolfo que yo le pedí disculpas
            —Las acepté, créame. Me puede llamarme el profesor de Estudios védicos, si no se acuerda de mi nombre o de algunos de los 4,000 nombres del panteón de Parvati...
     «El veda» como apelativo no ofende pero... de ahí a que...  se tergiverse y que se me describa como discípulo de una Demonia, o cualquiera sea la cosa que signifique con el término, La Diosa Durga, hermana de Vishnú, es arte del folclor, adoración de la Tierra Madre. En general, se denominan la durga los aspectos violentos de Parvati. Diosa de bronce, inacesible, pero simboliza el amor maternal.
      No sé cómo una diapostiva sobre la iconografía de Durga les ofendería. El pastor autorizó. «Sí. Llévala. Comparte sobre tu viaje a la India. Haz anécdotas. Ilustra con fotografías. El día es tuyo y para que la comunidad te conozca. Y presenté a Durga. Una personificada con cabello largo y perfectamente acomodado.  Su larga trenza adornada con diversas joyas, Hablé de la fortuna material. Mi Durga vestía un sari de color rojo. Aún caídos sus brazos me gustan y me parecen hermosos. Ninguno de sus brazos ofende. Uno tiene en que abre su mano a la altura del esternón e indicia un gesto armonizador y personal que invita a llamarla 'Madre' . Con el brazo derecho sostiene una espada; con el izquierdo, una serpiente... Para simbolizar su poder, va montada sobre un león, que le sirve de vehículo...
     Fui a comprenderla a Bengala durante festival (el durga-puja o ‘adoración a Durga’). De allá recién llegaba cuando en octubre compré la casa... Año de 1980. Los estudiantes del Chapman College / los que en este vecindario viven / me defraudaron y le diré por qué... Acusaban con el dedo mi presencia. E hicieron suyos rumores en boca de la feligresía luterana. Los vecinos de Chapman Drive no son así. Esto es factura local. Aquí, en cierto modo, surgió una tribu hostil a varias calles a la redonda, «alumnos de su Iglesia y casas privadas, de la élite».
      ¡Qué frustrante es un templo que es sede de chismografía!
            —¿Qué sucede aquí?— lo pregunté.
  Esto coincidió con los días de mi llegada. Decidieron no por mí —que se interrumpa la llegada de inmigrantes, que se avecinden aquí mexicanos o centroamericanos. El vecindario fue conservador, y temía que se perdiera su mayoría de ancestro anglosajón y nivel profesional.
            La demografía de la ciudad se movía al cambio. Desde el decenio de 1980, con la muerte de Arzobispo  Oscar Romero, guerras en Centroamérica, mayor narco-tráfico en México, se desplazó la inmigración a Santa Ana y el sur del condado de Orange. Familias con grandes barrigas y papadas se parapetan en estas calles y rivalizaban con nuevos vecinos. Utilizan sus hijos y el patrullaje de la Policía para espantar mexicanos, como muralla humana de hostilidad contra ellos
            Recuerdo el Foro de Vecinos, sus límites, sus bellaquerías y, como todos, tuve mi invitación. Se organizó la bienvenida del vecindario. Un  círculo de riquillos y ancianos, se alborotó con la idea de que «el profesor compró la casa de esquina». Procedería. que se hiciera lo más expeditamente posible que ingresara a la comunidad luterana, a un banco de inversiones para evitar que inmigrantes pobres se filtraran. Me hablaron como se estila por el típico xenófobo, ciudadano americano, o mexicoamericano nativo, que no no soporta a ghettos  ni barrios. 
            Antes de vivir ahí, sufrí el estrés de viajes y mudanzas. Al regresar de India, volví a zonas que conozco, ambientes universitarios de San Diego, Irvine y Chapman Drive. Me abro a ambientes nuevos si me tocara. India fue uno. Mas no soy rico. Como cada inmigrante, mi prioridad es tener empleo. Cuando llegué a Santa Ana, no me alimenté de prejuicio. Tomé en cuentas opiniones de otras personas y el abrazo a la diversidad, 
     Llegué para un año de elecciones, presidenciales y locales. Sumaría que, por su tipo de actitudes, exclu-yentes y burguesas de mi vecindario, percibí a gente, muy poco cordial.
            Esta fue la que me espetó sus motes. «Mira a El  Veda». Mas recategorizado, «no tiene carro del año». «Está soltero, a lo mejor es Gay». Encima estudia y enseña doctrinas de demonios. En Chapman College, ya se listaba en el catálogo que daría un cursos de Nietzche.
 Siempre he estado listo para escuchar lo que todo el mundo tenga que decir. Manejé bien el cerco del antagonismos que sentí hasta muy pesado a mi llegada. El liderazgo de la calle endosó las políticas anti-migratorias del Gobernador Pete Wilson y otros excluí-dores étnicos y xenófobos de la década estaban en la calle donde vivo y compré casa.
            Yo, tuve un arma poderosa: la escritura comunitaria. El bilingüismo. Y no temo a los tópicos peliagudos. Soy un librepensador. Lo que ellos en sus grupo simplifican como marxista declarado y shameless Liberal.
    No presumo. Nadie puede que, por mi cara me conozca, mi pluma sí atrae. Sin titularidad de rango o de  activismo en el abanico de organizaciones, sin consignas ni rencores [que jamás son solución a los problemas], me gané una confianza. Otros grupos / los no organi-zados y siempre discriminados, me buscan. Y respondo a lo que les digo y pido positivamente. Les digo: —No me hagan perder el tiempo—. No me juzgan ni me envidian. Conmigo no vale la pena que lo hagan. A los adversarios lo ignoro.

* * *

      Ah, sí recuerdo el asunto de El Veda por darme algún nombre que no sea el profesor X o El Doctor fulano de tal, el que vive en la esquina, es porque ya evito creer en las cosas negativas que me dicen. Me disculpo cuando es necesario  y no me molesta el éxito de otras personas. Festejo a quien se lo merece. Eso me da madurez. Crea amistades sinceras. Me jode que alguien diga que yo le infundo miedo y que siendo, aún joven, soy seriote. O hablo mucho de la validez de los sentimientos ajenos.
            —Ser humano responsable y honesto no es cáscara de coco—, dije a Ingrid. Creo que es a la única muchacha que autoricé a que me moteje — como el Veda o uno entre los hijos de Durga. A veces suelta la travesura de nombrarme de ese modo. Hoy fue un día en que el vecindario se levantó con ganas de decirme así. La vieja ironía del pastor luterano y sus hijos me provoca, me recuerda Durga en mi vida. Soy yo quien la transmutara a tal grado que ya no es insulto, sino una pequita más en la vida moteado de nuestros anecdotarios. Durga más bien les dejó a otros de ser una evocación demoníaca. O una encarnación de Kali, diosa negra o de bronce. Mas Durga es Kali y, por cierto, como en El Rig Vedá, el mismo poder divino femenino de Mahimata que signifi-ca literalmente ‘madre tierra’.
            Así es que Ingrid la evocaría.
            No obstante, cuando me atreví a evocarla en el Foro de una iglesia luterana, impregnaron los recuerdos de la fiesta —del durga-puja o ‘adoración a Durga’.
    Se festeja durante el mes de Aswin (a mi regreso de India). Estaba promoviéndose localmente la proximidad de la Noche de Brujas. Halloween y, como un preludio trágico, anunciaron en las noticias locales que la policía hizo un hallazgo: dos niños vecinos de la zona habían sido atacados por serpientes en un rito demoníaco.
            —No se habló de otra cosa...
            —... si no del escalofriante hallazgo: los niños descuartizados...
            —¿Y quién es responsable?
            —¿Por qué buscar chivos expiatorios en sectores humildes la Ciudad?
            —¿Por qué en Santa Ana?
            ESCALOFRIANTE HALLAZGO: En la fecha, aunque este incidente de los dos niños anglosajones asesinados había ocurrido a significativa distancia  de la propiedad de la Rentera Recelosa, se propuso que su propiedad se investigara, o que toda propiedad cerrada o no inspeccionada se listara para el escrutinio de las Oficinas Federales.
     Flotaron en mi cabeza leyendas populares de Bengala. Durga tiene un enemigo que debe derrotar, derrotar al que se llama Mahishasura.
            —Voy a hablarles como nuevo vecino. Como un ciudadano pacifista, que odia las guerras agresoras, tanto como las imjusticias vecinales. Como persona que ya está entre ustedes, sintonizo los canales locales, leo en torno a su cobertura de unos infanticidios.
            La aberrante sucesión de noticias sobre dos niños asesinados de un modo salvaje... y lo que me molesta es que lejos de examinarse la escena del crimen, las posibles causas y el por qué hay tanta secretividad sobre la amistad, parentela y estilo de vida de tales niños, con desigual alarmismo se especule y se asocie el asunto a pandillas, a zonas con focos o crecimientos migrato-rios—, posiblemente sin que oyeran esto que dije para la televisión, yo seguiría siendo invisible para la comunidad luterana, como hace 10 años, cuando en un voto del Foro de Vecinos notables alguien dijo. —Le falta carro, muebles, ¿en qué invierte? ¡Debe ser un miserable!
 No habría lo que llaman la 'tradición de invite y ágape'. Es que, como boricua en los EE.UU., no tengo la pinta de anglo-caucásico; no vieron que estaciono un carro del año, nada de lo mío es caro ni first class. Ni me asocia a la burguesía exitosa.
            —Lo que tiene es un título.
            —¿De qué?
            —De poeta.
            —De pobre.
            —¡Puta! ¡Suerte de mierda!
            Se cotejó, así lo sabe la élite del vecindario, que lo que mejor atesoro son par de cuadros. Uno es mi Durga y otro, Kali la Madre guerrera.
            Varios vecinos llegaron a casa.
            Y yo que hablaba solo... La ignorancia espiritual es la peor de las imperfecciones. Es el peor legado para nuestros hijos. Ahora pretendía que hablaba al jefe luterano, —Estas dos mujeres de los cuadros son las que acuden a salvarlos de los apegos inferiores.  Vea, Pastor, yo no tengo nada. Ni siquiera tres ojos como mis musas pero traeré flores de loto para aromar la casa— Caram-ba y me justifica diciendo: —Si apenas se está mudado.
            Con una sonrisa, les despido. —No. No tengo nada que mudar. Vengo del Nordeste de India. Todo lo deje a gente que sufre más que yo—. 
            No requiero completar una mudanza. Debo comprar, poco a poco, a medida que lo necesite lo nuevo.
            — Por de pronto, una sartén...
            —¿Es artista / usted / o su esposa?
            —Ya no tengo.
            —¿Hijos?
            —De todo lo hermoso, una y la dejo volar.
 No sin algo de ironía informo que una diosa de la guerra como Durga / o  mi ex-esposa fue / es capaz de vencer a muchos demonios. Destruir los matrimonios y apegos.
            —¡No son momentos de ellos cesar sus vuelos! Quizás regresen. No sé.
            Ahora estoy más dedicado a trabajar mis devociones por mujeres especiales, como aquellas que «mató a los demonios que destruyen el equilibrio del mundo».
            El Pastor sostiene en pie 6O decenios de espanto por lo que digo. Es tan mollejón y viejo como Adolfo.
            El ministro luterano examina los cuadros que colgué, con mucha paciencia, subiendo a sillas, reajustando su altura en lo parejo de la pared y, al fin, lo recolocando subido yo a una escalerilla.
            —Si quiera, Maestro, yo traigo una tropa de mi gente, mi feligresía para que haga esas tareas de acomodar cosas y limpiar... aquí y allá. Usted se ve que es artista. Está enamorado de su arte, cela la icono-grafía, sus temas y habla como un poeta. Es filósofo. ¡Usted vive en su propio mundo! ¿No es así?
            —No. Eso no se puede, aunque se quiera. Hay que vivir con los pies en la Tierra. Aún Kali la Negra, Durga y Parvati son madres inmanentes y nos mandan a recoger sus frutos... Y se cosecha luego de haber sembrado— le explico.
            —Ahora si que acomodó  la pintura en su lugar exacto.
            —Pero no crea que es sobre la vil pared meramente. Con el corazón es que se afina el trabajo...Vivo de tal modo que adquirí esta casa. Es para ella. No quiero que quede a la intemperie o en hambre. Como hay 805 de hambrientos en el mundo.... ¡Ya pagué que mi madre tenga amparo, casa paga! Ahorré y pagué de tal manera que salde intereses hipotecarios y gastos, y no echen su vida a la basura. Vivo sabiendo que no siempre compla-ceré a todo el mundo... Oiga y ¡qué bueno que el Banco no sea uno que me emplace!—, susurro como ironía. —Espero que usted no sea banquero—.  El ríe.
            —Usted es, sin duda, una persona amable y un ser genuino— me dice,
            —Mas, la idea engañosa  es que se puede hacer a todos felices. No siempre. Por eso necesito de estas dos hermosuras, potencias, que se ilustran en las pinturas. Yo las evoco. Los católicos evocan su Virgen. Usted tiene su Cristo, ¿no?
            —Así es. Hermano, si quería decir, si nada puedo hacer por su amueblado, que el vecindario que le obser-vó a ratos, tras su llegada sostendría una buena relación con las personas con las que usted se rodea... lo saludamos y ayudaríamos en lo que necesite usted, o su esposa si regresa...
            —Dicho de ese modo, es muy gentil, Pastor.  Yo prometo no abusar. Diré “no” cuando alguien intente robar mi tiempo y yo hacérselo perder.
            Ví que se fue. Seguro sin buenas noticias para los notables, Su iglesia, o alguien asociado, pidió de mí, fingiendo que autoricé un chequeo de mi finanza, ¿Cómo les quedaría el ojo? Pagué a plenitud el monto de la vivienda... disponible en mi cuenta: $160 dólares...
            Sin embargo, el testimonio de mi Durga, es fe. En torno a ella, puse mi inquietud. Volver a trabajar fue posible en cuestión de meses, Durga sacó la cara por mi y, en cada colegio, dejó mi solicitud de empleo.
      Dijo que soy un muchacho diferente. No soy un jovenzuelo. Mi formación (PhD) impresionaba mis empleadores. Al Ministro luterano le dije: —Hasta de su escuelita primaria necesito ayuda. Quiero volver a enseñar y me queda menos de un mes de sueldo...
      Al fin supo que soy mejor que él en mi área en partícula y puede ser la suya. Mas no festeja que sea de ese modo. Está celoso.
            —¿Enseñaría dibujo?
            —Y religión... y literatura e historia, cualquier materia, cualquier nivel...
            El no puede extasiarse con su Dios ni identificarse con las Humanidades sin ponerle un precio. Tenía una plaza disponible e inmediata para que yo enseñara, pero la bloqueó. Me entretuvo hasta que protesté la cobertura racista del asesinato de los Días de Brujas y se bloqueó para que la escuela me negara la plaza.
            Tres meses después y dos de hambre doy mis cursos, con mayor paga, a tiempo completo en Chapman.
            Durga es demonio que descabeza egos. A los envidiosos los descabeza en los basurales.
     Al Ministro da escalofríos lo que concierna a mi pintura y a mi presencia periodística. Cree que mis cuadros son magiadores o hechiceros. Cree que yo sí hablo con deidades, que aduzco a sus aspectos presciencias, verdades arqueológicas y sabiduría, Que interpreto, a través de simbologías, potenciales de la conducta humana.
            —¿Son valiosos sus cuadros? ¿Su doctorado es en Arte Sagrado o Psicología?
            —Más valioso es lo que significa el mensaje de ese arte. Yo solo soy un copista. El copista admirado.
            —Ha de ser difícil captar ese mensaje si no se tiene el enfrenamiento...
            —Si se teme al trabajo duro y la dedicación no hay éxito ni satisfacción. Entonces, el cuadro tiene un precio, pero no valor.
            Dio un giro de vuelta al ofrecimiento. Le obsede mi humildad o mi terquedad: ¿Recibiría la ayuda de otros o ya me atrapó el ego?  Pedir ayuda con el fin de apren-der, claro que sí la pido. Deben proponerme los adecuados desafíos. Yo acepto, Mas no me hagan perder el tiempo.
            —¿Qué necesito con urgencia? Un empleo. No creo que pueda sobrevivir sin cash un mes más.
        —¿Habla usted en serio? ¿Y acaba usted de com-prar la casa, pagándola al centavo? ¿Cómo se fue de vacaciones a la India? ¿y por meses...?
         —Muevo el dinero cuando lo tengo y me conviene, pero vivo de pintar, o de ser maestro...  ¿Hay vacante en su colegio, o me recomendaría personalmente con alguien o... qué sé yo...
             —Con el ratito que hablamos, yo si me muero por tenerlo como brazo derecho o ayuda en mi iglesia. Insisto, doctor, tenemos un día en la Comunidad de nuestra calle y, desde el foro, presentamos a una persona valiosa. No me diga nada más. Cuente que algo le hallaremos... Usted manifiesta lo que es: una persona desinteresada. Si no necesité  ayuda ni cargadores para su mudanza, no importa. Algo habrá que podemos hacer. ¿Esto fue todo:? ¿Qué le ayudamos a armar su cama nueva y llevar a su cuarto varias cajas de ropa y cobertores? ¿O mover y fijar su  enorme anaquel para libros? Así cuente con los vecinos de aquí, hermanos de la Iglesia, a quienes no tiene que pagarles... Estas son las caridades que nos hermanan todos los días...
            —Bueno, sí lo agradezco.
            —Cuando ya se sienta instalado, ofrezca a mi congregación algo digerible de las cosas con que filosofa. Denos de su vida... hable como lo hizo hoy sobre dos aspectos de la realidad y... cómo nacen uno del otro, cómo es que Durga es Kali, una nacida de la frente de la otra, y expláyese sobre la necesidad de derrotar la guerra dondequiera que surja en el planeta y en cada manifestación que la exprese porque ya ni nos camportamos más terroríficos que los demonios...
     Exactamente, por explicitar el tema, en algún periodo, se me llamó El veda. Zampa demonios. Tal vez había un giro de fe del Pastor. Fue él quien me dijo: —Sí, acude y habla, lleva fotos, traslada uno de los cuadros al salón... No lo había pensado hasta muy después. El resultado inmediato fue un desastre.
    Traje doctrina de demonios. Resabios de quien cela del templo de la lavadura cuando era una mera metáfora que se me autorizó a compartir.
     Durga puede que sea la expresión de violencia que se vive en las calles de Santa Ana, lo mismo que en las calles de cualquier país del Golfo y ... me duele que, en la Iglesia, donde lo dije entrara la conmoción negadora. y se recordara que Durga representa el poder destructor del tiempo. el umbral que cruza el vacío del espacio interior y exterior. donde crece el larvario del conoci-miento deficiente y la ignorancia, la verdad y la mentira, el opresor y el oprimido, pero ella es también el poder y la naturaleza protectora de la maternidad, Una parte de la mujer que durga-puja un llamado de oposición a la guerra.

* * *

            A los 36 años de edad, yo sí era fervoroso adorador de Durga, lo seré y no quise que pasara más tiempo sin que la experimentar en la Dussara o Durga Puja. Pasé al Nordeste de la India. Le dediqué unos meses de mi vida. Me di cuenta que ella no se guía por geografía.
            Los  años que he vivido en California me han exigido utilizar el tiempo sabiamente. El tiempo me ha matado  durante cierta etapas. En algunas, combatí las dilacio-nes, demoras infames y pienso que adeudo tiempo a seres amados. Los fui conociendo poco a poco.
            Si uno no ha forjado a la Madre inmanente, la Devi, se distancia y no se adhiere a nuestra alta concentrada con la intensidad de su amor. Tampoco la sentimos con su concentración autodisolutoria y mecanismos que ali-mentan al proveerse de su shakta.
     La realidad mata. Y uno mismo es homicida por matar de hambre a nuevos amores que se turnaron en nuestra  casa, Han queriendo habitaciones en tus círculos de energía o tomar venganza, porque hay vampiros emo-cionales y demonios.
            Este vecindario en particular fue el lugar, donde aprendí que no debo tomar nada por sentado y debo vivir agradecido por lo que tengo. A veces a uno no le gusta donde llegó a parar. Cree que merece otra cosa.
    Lo que he logrado, poco o mucho, me costó. No fue regalo. Que se quiera más son otros veinte pesos. Depende de tus prioridades y metas y de si comprendes o no que el mundo no te debe nada y serás tú quien te obsedas con derecho a cosas de la vida. Cada una tiene su precio y darás trabajar duro para alcanzar tales metas y sabrás lo que apueste. El  mundo se forma por lo que haces ahora, en cuanto a lo que quieres. Decide la moral con que lo quieres. El deseo no siempre es justo con otros.
     Recuerdo que a California llegué solo, sufriente y ninguno hubo que me esperara. Fue mi aventura. El desafío de sobrevivir fue en base a mi trabajo productivo, También sufrí naufragios.  Y forjar mi kali / de compañía / uno.  La almohada / luz / madrugada / me la dieron los sucesivos hospedajes. De uno a seis, por años en recintos universitarios, donde al menos tuve techo y el mejor ambiente, biblioteca y libros, En cafeterías públicas, alimento. Cuando empecé a enseñar, ahorré para mi casa. Depas en medio del campus.
     Diez años después me veo ante la hija de Don Adolfo, diez años de arrugas y atraído por la inquietud que manifestara por Durga. Le dijeron que la había pintado y no es una demonia.
            —¿Por qué no la pones en internet?—, me preguntó Ingrid.

            —Para verla hacen falta algo más que los ojos. Solo con tres ojos se la ve.

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