Tuesday, November 04, 2014

MAS VALE MANA QUE FUERZA / LA SECCION HIENIDA / De CUENTOS OSIRIANOS



MAS VALE MAÑA QUE FUERZA


               Un día lo vio. El engreído, parejero, pasó ante su balcón del segundo piso. Y quien lo mira, lo tuvo en la garganta; no lo pasa. Por eso, el escupidor juntó fuerzas y tosidos al verlo que avanzaba y, no bien caminó sobre la acera, a sus bajos, con el recaudo de un gargajo espeso, calculado por el odio que le tenía desde chico, lo bautizó desde lo alto y se escondió.
            El escupido bañó la frente a la víctima. Se escurrió a las narices, le mojó los bigotes y la comisura del labio. —Relámete, abusador—. Y, al visualizar el balcón por el que pudo echarse tal húmedo disparo, la víctima dijo: —Esto no se queda así, carajo—. A él que de ajeno viste, no se le quitarán sabores de venganza; a él nadie le desviste de la fama que ha creado. El no se cura con malva. El va y despoja. El no es un perro flaco. El no se viste de pulgas. Es un engreído de los buenos. Fornido, abusón, burlador que se mofa del débil y el pendejo.
            Buscó la escalera que lleva a ese segundo piso. Alguien tendrá que dar sus cuentas y corre y sube, porque en caliente tomará venganza. Quien lo escupió está lleno de nervios, aunque, en su corazón se festeja. Diez veces vengadas están las humillaciones que han recibido él y quienes ama. ¿Quién lo iba a decir? ¡Que él, desde un balconcillo, se vengara con un escupitajo, con artera puntería! Alcanza un hueso de perro gordo, aunque él sea un perro flaco y realengo. Está feliz; pero, no es tarde cuando sospecha que el engreído subirá, calculando espacios y balcones y es capaz de tirar su puerta, si él no abriera. Vendrá a cerciorarse de la existencia del agresor cobarde que se esconde tras la puerta ... Es mejor no estar, no oir, no darse por culpable y que lo delaten los nervios... Fue por lo que corrió hasta el extremo del pasillo fuera del apartamento, se escondió con presteza y vio que su vecino, policía de oficio, sin verlo a él, entraba por una puerta aledaña, exactamente al lado de la suya, desde el otro extremo. Buena coartada ya tuvo.
            El agargajado, al verlo, le hizo señales, dio gritos. Acertó a verlo salir, cerrando la puerta con la llave y pensó que fingía entrar después de haberlo escupido. Seguro que piensa que escapará de él. —¿A dónde cree que va, hijodeputa?— El policía está en ropa de civil; pero armado y, en el bolsillo de su saco, tiene unas esposas y su carnet de agente del orden público.
            No se dieron explicaciones. Se enfrascaron en una riña a puños delante de la puerta del vecino. El policía interpretó que vino en son de robo. —Gente es que viste lo que en la calle roba—,  dijo, pero, allí... en el piso, el policía está identificándolo. El escupidor se adelanta, camina cautelosa y lentamente. Fingirá que llega al auxilio. Tiembla con una culpa en vilo. —Hazme de testigo, Serás citado en mi reporte—, dijo el policía a su vecino.
            Al otro lo tiene bocabajo, aturdido sobre el piso, sus manos esposadas y brazos angulados a la espalda contra la rabadilla. Con gesto victorioso, el guardia puso uno de sus pies encima de una de las orejas del engreído agargajado. El zapato policíaco lo fija con la mejilla al cemento de largo pasillo de apartamento en el segundo piso.
            —Se habría metido en tu apartamento y el mío, si no lo detengo, lo anunció. —De este ladrón, también reportaré que me ha agredido—, y sacó el celular para llamar más apoyo de una patrulla policíaca.





*


LA SECCION HIÉNIDA


                                       «Soy pana de los cocorocos,
                              de Toledo a Acevedo
                              Tengo compra'o to los jueces.
                              Los fiscales son a fuego.
                              En el senado, la cámara de representantes,
                              'tan toitos claros. A tos los tengo alante:
                              arreglo 'e flores, prendas, diamantes,
                              torta en efectivo
                              pa' que gane el año entrante»:
                              Calle 13: «Sin exagerar»


               Después del relámpago viene el trueno. Y avisaron que hay reunión de Gabinete. El jefe está que truena, en infortunio de penas y tuvo pesadillas relativas a vacas gordas que se caen, transformadas al final, por putamente flacas. Dijo que, a su regreso del viaje a los EE.UU. (de los muchos que da, por ver los 'nenes'), todo huele mal. No pudo excluirse a uno solo, sacándolo del grupo,  o presentarlo en la sesión del gabinete y gente de confianza, aunque se les agudizara ese olor nauseabundo que debe ser privado, pero que al llegar el incólume jefe no se puede ocultar. Se agudiza con el paso de los año.
            Sabido es que los anexionistas hiénidos no tienen glándulas odoríferas en el perineo. En el orificio anal, la vergüenza es un pedo y  grandes bolsas de piel carente de vellosidades, lo expide como preanuncio de su caca. Cagan expeditamente sobre todo lo que pisan y tocan. Como Midas al oro, lo palpado por ellos, asu paso, se hace excremento. Estos mamíferos de baja envergadura, timbaleros de teflón por las. enormes glándulas anales, en la reciente fiesta en el Pub de La Fortaleza dejaron la evidencia de su falta de evolución. Cuando tales glándulas se les abren dentro y en la parte superior del ano, también les baja sudores nauseabundos. Biológicamente son una pesadilla. Olor a hiena, a partir de las glándulas sebáceas, olor en poros, axilas y orificios de ocultas glándulas anales y por encima de ellas. Esa falta de clase típica de las chusmas,
            El jefe durmió en un hotel, No en La Fortaleza. Es que, desde la distancia, llegaron a su limosina el  olor putrefacta Como que nunca.
            Y adivinó. Hubo orgías, intercambios de humores primitivos.
              —¿Pero, entre hienas, a quién le amarga un dulce?
            Echa echaron canas al aire, se dieron vida a los excrementicios impulsos. Festejos como hienas, al estilo de lo que son, sus carroñas.
            No todos tienen la educación del jefe. Esmera-damente educado en Georgetown University. Domina, por entrenamiento, las artes diplomáticas y como abogado se educó en la Universidad de Virginia.
            Evitando verle, a la Gata Persa la despechó con este comentario.
            —¡No me sirves para nada porque a donde quiera que llegas te abuchean!
            Conste que es la más fina de las hienas. Las restantes son afrentadas, alborotosas, con las entrepiernas siempre impregnadas de secreción cremosa, blanca, el sucio ignaro de sus apetitos animalunos y —me dan asco cuando se sientan junto a mí, o en cualquier lugar y sea cualquiera que me extienda la mano por saludo, la evita. Su codicia tiene un olor particular.
            Como si pegan sus excresencias a los tallos de la hierba, huele el jardín. El olor es muy fuerte y lo esparcen. —Que se queden en los exteriores, me agradaría más. A mi oficina que no entren». El sol cataliza lo nauseabundo de sus vapores y a varios metros con el viento a favor se comunica su presencia de hienas, carroñeros especímenes del Estado. Y las relaciones humanas. No pude entrar a la Oficina Ejecutiva, Tuve que ordenar una limpieza exhaustiva».
            A Chuchín le dijeron que olor, no es nada pintoresco. Se volvió patético. De Cordero anotaría. «Afrentado para el dinero es un puercazo. Me cuesta $8 billones cada vez que lo veo. Es un vampiro de energía».
            Marcos la Gata siempre se ha creído una hiena diferente. Es del tipo de las Hienas Lloronas, como a mí mismo se me acusa. Cree que, con las secreciones anales, con las que marca su territorio, limpia su peste o la oculta. Pues no. apestan. Le gustaría que se le adorara cuando se echada sobre el sofá, con su gordura de gata de Angora, como damisela del orden Feliformia, con la feliz Forma de Gata Persa. Cree que tiene cierta elegancia cuando acomoda la corpulencia. No flota como Cordero. No sobre agita el aire. Es tenue, aunque sea maloliente… Pues está equivocado. Sea lobo de tierra, triturador de huesos o hiena rayada, entre las lambisconas y lloronas versiones gatunas, angoras o persas,  hieden.
            La Hyaenidae es familia de los animales nocturnos, ladrones que navegan en caos y sombras, enemigos de la luz en libertad. —Y todo hiede aquí, ya no es lo mismo que antes. Aún el Viejo Ferré cuidó la clase... Llegó El Caballo y trazó un sendero desde la bajada del Cerro Maravilla. El Parido no es el mismo,,,
            —Todo está muy limpio, Jefe. El servicio de limpieza vino muy temprano en la mañana. Anoche terminaron una limpieza con tecnología aromatizadora, intensa. Pedí que fuese meticulosa.
            —Pues, todavía huele a mal, Te enviaré a un especialista de narices—, insiste el mandatario.
            —Quizás sean obsesiones suyas con las vacas flacas lo que lo tiene así—, dijo La Persa.
            —¿Qué me tiene así?... me preguntas. —¡Todo!
            Desde que implantó la Ley 7 y comenzaron los hervores de la pudrición: cloacas en Salud, entuertos con la Tarjeta de Rosselló... Sancha que la policía es una nulidad asquerosa, —Suma el asunto de la Vía verde: ¿algo nuevo con eso? Que a la mala hora no ladren el perro.
            En fin, se entiende que el Flojuño, emisario de esos Vientos de Enlil, está con el humor de mil demonios, enojos como aquellos de Pedro el Loco. El Cascarrabias. Hoy ni La Gata Persa lo tiene contento, aunque ya le dijo que nunca más (que será la última vez) que La Fortaleza se convierta en pub [para borrachines], dizque líderes comunitarios, jóvenes o activistas del partido. Y, sobre todo, hienas que dan sus  espectáculos de vómito, o lujuria, cuando al fin y a la postre «todo se sabe».
            Hay demasiado lavado de dinero y otorgación de contratos y dije a Rivera: —Eres lento con los hechos y rápido con la boca. Eso no me sirve.  No eres de mis hienas favoritas aunque bien sabes triturar los  huesos, como verdadero lobo de tierra, y son con largas tus orejas, mas no fino tu oído. Tus molares son  poderosos, pero eres antipático, por tu carácter, hasta decir Fo. Eres el mayor de los matreros.  Sólo sabes una ley:  A grandes males, grandes remedios. Y tú solo remedio es el garrote: Burlas a Dios y con el mazo vas dando. No llegarás a estar donde yo estoy...
            Esta satrapía ha sido descrita como uno entre los lugares más corruptos bajo la bandera americana, lugar / o cetro / establecido por convicciones por corrupción per cápita. —Todo esa mierda me salpica, Han estrujado la noción de ese lugar, número once en la nación, en mi cara. Somos el tercer lugar de corrupción en América Latina. con solo Chile y Uruguay, superándolo en el año 2010.
            —Estas estadísticas sobre las convicciones criminales en Puerto Rico las utilizarán contra nosotros, los demócratas de allá y los republicanos mismos; porque no nos respetamos ni entre nosotros mismos. No respetamos La Fortaleza. Esta es la Guarida de las Hienas  ¿Diremos que es nuestro barco el que se está hundiendo y que por tal causa salen todas las ratas a salvarse de ahogarse en el caño inmundo?
            —Nos azotas con el fuete, jefecito...
            —¿Quién me cagó las alfombras y cortinas de mi Oficina Ejecutiva? Trechos de su paso quedaron con sus glándulas anales... En un sistema de hienas, como es el nuestro, el intruso de la osadía / ese que se metió a hurgar en mis cosas / claro que tuvo que ser una hiena, y huele como ella porque no hay sistema sin sujeto y estos sujetos que se han representado, en el Partido y en el Gobierno, son lo peor entre los hiénidos. Son los más burdos vivérridos y mustélidos que hasta parecen cánidos y fálidos del Cuartel Rojo... Pero, te digo, entró la hipocresía, al estilo perro muerto que Romero Barceló impuso y Rivera Schatz continúa... ¿Son mis enemigos dentro del partido hiénidos rayados y marrones que son los que más repugno... y aparentarán la inocencia, si los acusas, o si yo lo hago y harán lo que, habitualmente, hacen. Fingirán la muerte cuando el peligro aceche y o si la oposición los atacara con fiereza de verdaderos perros y leones...
            —Gatoide felifome, yo. Marcos. No los otros. No Rivera Schatz, que ni sabe lavarse la cara ni el ano para siempre, aunque el bigote parezca recortadito, cuidado. La Gata Persa acusa aún más: yo soy el único entre hiénidos que me acicalo y no a la manera vivérridos y que, por su manera de lamerse los genitales, no me tiro de nalgas sobre la parte trasera, y con sus piernas, abiertas verticalmente hacia lo alto, no hago mi limpieza en profundo.
            —¿Acaso no dejas tus sarnas o pulgas escondidas? Grandes hipócritas e ingratos que tiene este el Partido, guardan las pulgas o las chinches que tienen en la genitalia... Piensa, antes de replicar, si tendrás el valor de verbalizarlo cuando suceda el enfrentamiento. Ve y escribe mi orden ejecutiva: «Reunión de emergencia» y no habrá ocasión de firmar por la entrega de dietas, o por cualquier vitualla vistosa, si no van. ¡Ay, putas, me ausento por más de una semana! y echan el país a perder... —¡Y cómo hieden esas hienas o los mamalones que entraron aquí, en mis recintos!—, dijo.
            —¿A qué hora que la sesión hiénida?
            —¡Cuando se vaya la peste! Calcula.




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