La riqueza mayor está en los inframundos.
Vecina es a la sustancia. Sin duda, el árbol vive
chupando a la riqueza de su savia.
Extractor de vida bajo el humus de la tierra
es el árbol. Vida es un tesoro y vida el árbol humano
cuando a la tumba del Erebo acude.
Por igual, los diamantes están en lo profundo;
pero la belleza está más honda en sus cristales.
La esencia es la joya de lo interno.
Externa únicamente la envoltura y el rasero
del llamado. La invocación final se va a la sombra,
al resquicio sagrado en lo profundo.
Todo se hunde en dimensión de tierra adentro.
La fosa es sólo sombra de lo luminoso.
El que busca quiere despojarse de la cáscara
y el polvo, del sedimento bruto.
El tesoro está dentro y el miedo a los caminos
empobrece; quita al buscador la mina del sustento.
En las profundidades está el que cava
por minerales preciosos y un vigía les observa
y, al final, los obsequia. Su nombre quiere oir,
a sabios cavadores que le llaman
anfitrión, «el que a muchos recibe»,
el célebre consejero de la esencia,
el rico que proteje los hallazgos.
Plouton es lo que abajo vibra, lo que abriga
el alma con su ropaje denso,
el mineral del karma, el reposo
después del externo agotamiento.
Venga el minero al Hades, venga
como una lombriz del subterráneo túnel
y salude al controlador de la riqueza en lo vivo.
La piedra más preciosa tiene un alma.
En los infiernos se atesora lo que es puro
Y pura sólo la esencia; la sustancia es lo externo,
lo sombrío, lo adjetivo, el residuo.
¿Quién del agua más dulce pedirá el sorbo?
¿Quién hará como el sediento sublime
y pedirá, ya no agua para el cuerpo,
agua para su alma (ha de ser lo que quiera)
cuando ya en las superficies sólo queden sequedales
Venga a los sueños del Erebo entonces.
Venga al Hades, sumérjase en sus cinco ríos,
pida la memoria de la esencia
que de cierto en el barro de la carne
no es que reposa para siempre.
Las penas que las entregue al Aqueronte,
el lamento que lo sepulte con Cocito,
el desaliento que lo extinga la muerte
con el odio de la Estigia... y el pasado
que muera en el río del olvido.
Diga el mortal el nombre de aquel que despreciara
en vida; sea llamado por su nombre verdadero
(¡oh, Dios sagrado del Infierno, Hades,
Clímeno, raptor de vida, crisol y fragua
de quien fuera temido, tu nombre,
rey de la muerte!).
Confiésalo en este ciclo de la travesía,
Minero de la vida, gusano del destierro.
Pasa con los heroicos y benditos
a los mundos de riqueza verdadera,
la esencia que se prueba en llama viva,
en el étereo mundo del infierno.
19-06-2000 / De Estéticas mostrencas y vitales
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«Hades»: El infra-mundo, el mundo subterráneo, el infierno, de cinco ríos. El Erebo. También el nombre del espíritu que gobierna la región. En griego, esta deidad es llamada Πλουτων Plouton (que significa ‘riqueza’). Y, por tanto, en los textos mitológicos y escritos religiosos griegos, el Hades es una representación «del Anfitrión rico», quien algo obsequia a los iniciados que entienden su nombre y su función. Las almas comunes van sin este conocimiento sobre esa dimensión de energía que es el Hades y sus pobladores. El nombre romano del Hades es Plutón. En adición, el dios Hades o Plutón fue llamado (Κλυμενος, ‘célebre’), Euboleo (Ευβουλεος, ‘buen consejero’) y Poligdegmon (Ρολυδεγμων, ‘que recibe a muchos’). Esto es, en las antiguas religiones, es el guía espiritual que recibe el alma de los muertos.
«Sueños del Erebo»: Un evento ritual, parte de los Cultos Eleusinos, durante el cual el aprendiz tiene una experiencia con la muerte, por lo general, provocado por una sustancia psicoactiva. La bebida del «kykeon».
Este poema resume todo el contenido de mi libro «Yo soy la muerte». Es como una conclusión en otro libro.
http://www.mundopoesia.com/foros/poemas-espirituales-misticos-religiosos-ateistas-y-o-filosoficos/150042-la-exploracion-del-hades.html#post1452778
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