MI DELGADEZ Y MI ESPADA
[Bolívar habla ante Gevurá, el ángel de la fuerza]
No me ofrezcas abundancia a tal
grado que no pueda con ella.
Dame justas medidas. No me hagas
obeso que parezca
una roca inmóvil, o masa de
sofocado aliento.
No me hagas rodines ni redondez
que no quiera.
No tengo que tener conchas duras
ni pinzas.
Calcula para mi vida y mis artes /
contexturas simétricas.
No me dotes de incontrolada
fuerza Que no suceda
que no pueda ir sosteniendo una rosa
porque mis dedos opresores la
destrocen.
Con proporcionalidad me conformo,
Creador,
si Tú me creas Y no seas Todopoderoso,
Pluscuamperfecto, omnisapiente
hasta lo imponderable.
Con que seas mejor que yo me
conformo,
no tan sabio, misterioso y
abstruso que más que amarte,
te tema. Que más que dialogarte y
confiar en ti, me inhibas.
No me hagas tonto ni tampoco tan
sabio.
O presuntuoso, me gustaría que
dejaras
del espacio-tiempo un lapsus para
que aprenda.
Y más que desafíos y temeridades
por reto
hazme curiosidad aguda, no
avalanchas de riesgo
o pavadas caprichosas, que no
sirven para nada
ni realmente adornan. He conocido
la vulnerabilidad
y el miedo. Hazme querer realmente
lo que conmigo hiciste, ser
sincero.
Yo, Bolívar, respetaré tu Fuerza,
ángel de Gevurá,
sé que «El arte de vencer se
aprende en las derrotas».
Dicho así: ¿por qué has de ser
severo?
Yo, Bolívar, ante ti, confieso:
«Desprecié los grados
y distinciones. Aspiraba a un
destino más honroso:
derramar mi sangre por la libertad
de mi patria».
*
BOLIVAR ANTE EL ANGEL DE LA BONDAD
«Las buenas costumbres, y no la fuerza,
son las columnas de las leyes; y el ejercicio
de la justicia es el ejercicio de la libertad»
Simón
Bolívar
No nací para representar tus
cualidades,
Jesed. Prefiero haber nacido para
amarte.
No sé si te faltó la sal en la
cocina
cuando crecía, ángel de Jesed,
pero soy como pan dulce, hecho
para delicia
de la boca, no para la furia de tu
juicio
si estoy en tu presencia.
Te llamo el creador de las
Bondades.
Aquel que creara amor, solo al
mirarnos,
Así como lo hicieron mis nodrizas:
el trío de Hipólita, Ignacia y
Matea.
¿Quien hizo la carne perfecta
suspirando
en la harina con que amasaron mi cuerpos?
Mis esclavas, mis nanas, mis
negras?
Con la palma de sus manos se
extendió
el proceso de mi crianza: ella
dieron
formas / belleza / su ternura / a
mi cuerpo.
Me toca hacer lo mismo con los
pueblos,
y pensaba en leyes, no en rigores.
Se hizo tarea simple y rustica
como la del panadero.
Pero no es virtud lasciva, o
delicia indulgente,
la que se asigna quien trabaja su
harina
y acaricia su pan, masa viva para
los hornos
del mundo y su preciso expendio.
Si hubieses dicho que se abra el
firmamento
lo mismo que mis labios, tendría
mucha boca.
Seria bembo o dentudo. sería un
paladar
del cielo; pero, respeto el límite
que decretas.
Así sea mi cuerpo blando y lo más
duro, el hueso
Y yo mero testigo del acto
creador, ilimitado,
expansivo. de guiar unos pueblos
al gozo libertario.
*
BOLIVAR Y LA BONDAD DOSIFICADA
«Si un hombre fuese necesario
para sostener el Estado,
ese Estado no debería
existir; y al fin no existiría».
Simón
Bolívar
Ángel de la Bondad, bendito Jesed,
para mi física estructura en las
faunalias
grita: ¡Suficiente!
y sea que quede
ya paralizado el crecimiento.
No me crezcas más sin que me mimes
y
acunes con bondad, sea la medida
por medida y en la medida que
cumpla la tarea
de expresar la libertad del nuevo
mundo
si tal es medida de la esperanza
del universo.
¡Qué bueno que no soy
inconmensurable!
¡Qué bueno que no Todo lo Infinito
lo merezco!
¡Qué bueno que se me dosifica!
Y que mi tierra es chica, harto afortunado,
aunque vivo en un planeta
gigantesco.
Y hay millares de soles y de lunas, estrellas
que por de pronto he de mirarlas
de lejos.
03-06-2006 / De libro en preparacion / carlos lopez dzur
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