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LA
VENGANZA DE ELIYAHU
«Ahora congrégame todo Israel en el monte
Carmelo,
y también a los 450 profetas
de Baal que comen a la mesa
de Jezabel»: Palabras de Eliyahu
al Rey Ajab
y su mayordomo Abdías
Eliyahu era profeta de poder cuando había profetas. Y Caos en la historia de la
Mera Creencia, sequía de fe y vanidad
de consciencia. La sequía verdadera está en el corazón de los hombres y de «este pueblo de la porfía, que al Tzadik
emet burla y cambia por el Yo quiero, y el no me importa, a la mierda el hombre
manso y bueno».
El poder esencial de crecimiento, el
potencial interno del Oír y del Ver, en este tiempo, comienza a transformarse
en seca espiga entre los pedregales. «La humildad me vale dos pepinos», dijo la
voz que destituyó a los profetas, simplemente, hombres santos, dulces, valientes y sabios en la Tierra del Rey Ajab. Fue la voz de Jezabel.
En Samaria oyeron la vanidad. Y los
humildes que Abdías protegiera tuvieron que esconderse en cuevas y se alimentaron
con penuria. El peligro se armó contra ellos
cuando otros, los suplentes, ofrendaron a Baal. «Y no se supo Quién es
él ni a quién se amaría. Ni que su procedencia es el Mal, fuerzas de Sitra Ajra, el Otro Lado», así lo
explicó Eliyahu, profeta de mayor sabiduría y dirigente de poder.
El hambre se originó en Samaria debido a
la puerta que cerraron y se lamentó del profeta que vio desprecio delante de
los portales, antes de que se viera obligado de esconderse en las cuevas... Lamentaba
que Shiflut se fue del corazón, así como del Palacio de Ajab, y quedó Jezabeel
y 450 impostores, ganapanes, funcionarios del Otro Lado, el oscuro, el de
silencios cómplices y placeres mezquinos.
Eliyahu dijo a Abdías, mayordomo del Rey,
que los impostores comen en banquetes con la reina del no Ser. Ella es la
asesina de los Tzadikim; mientras él, como otros sabios, viven en una cueva,
cercano a los arroyos, amenazados de muerte. Los vigilan. Los cazan. Son los 'falsos positivos' de un Estado de
Fascismo y falso sacerdocio.
Eliyahu tiene la gracias que lo hace
comunicarse con la Fuente del Altísimo, Literalmente, recibe el pan de los
cuervos. Evade la carroña de escasez, y como Mediador, para servicio de los
reyes y el pueblo que sufre en hambre y en males que traen el castigo y ruina,
promote volver y convocar asamblea. Para quienes no saben administrar con
responsabilidad ni originar el bienestar ajeno con amor, tendrá reprensión. Y,
en su mensaje a Abdías, mayordomo débil y cómplice de la esposa del rey Ajab,
dijo: «Congrégalos, como si fueras el
rey. Samaria volverá a tener alimento y prosperidad, Que venga Ajab, con
Jezabel, al Monte donde yo les cite y venga todos entre quienes quieran saber
quién vacía la fe y del acopio de bendiciones quita su enorme porción».
En la amada Samaria de Ajab y Abdías,
Eliyahu fue el único sacerdote que quedara, capaz de girar la Rueda de la
perturbación y abrir las puertas de Dalet; pero, ónico que dijo: «Traélos a mi juicio al Monte Carmelo, que
venga todo el que haya abandonado la Ley de Ashavá, el potencial del Tzadik
emet... yo, Eliyahu, diré cómo se brinda holocausto verdadero y quién tiene el
poder de encender el fuego porque es dueño del poder, único dueño en las
tierras de opresión y perversas costumbres; único que dirá que los baales de
la mujer de Ajab son vanidad, muletas de la estupidez, homicidios sin ley».
Antes de la cita, Eliyahu hizo meditación
en Beerseba. Se recargó de poder y «vino
un viento potente, impetuoso, que rompía montes y quebraba peñascos, y no
estaba Yahvé en el viento. Tras el viento un terremoto, y no estaba Yahvé en el
terremoto: Tras el terremoto un fuego, y no estaba Yahvé en el fuego». Todo
fue testificado por los enemigos de Eliyahu, el Guardián de la Tradición en los
pueblos allende a los desierto, Y fue por lo que le llamaron y acordaron la
cita que el propuso y Abdías no tuvo arte para coordinar.
Una nube pequeña, como la palma de su
mano, protegió a Eliyahu. Supieron que no había muerto, como tantos otros
santos mendicantes. «Ve, Abdías, y di en
palacio que el Señor del Altísimo, todavía no ciega mis ojos porque soy humano
y díles que testigo soy de que Su Justicia se levanta en la mar y siete veces
la he visto… Una nube que es kedushá, sitra del Lado Sagrado. El me guarda para
vida... Amigo mío, unce y baja, ve y avisa que me humillaré en silencio para
que la sangre no oscurezzca el cielo... y estoy cansado en los huesos y tengo,
por de pronto, en el cuerpo miedo, angustia ante un poder que no sé ni qué es
ni cómo utilizarlo: la Jojma misma... Amigo mío, ve con mi recado a cincuenta
de quienes todavía oyen. DIles que de Beerseba partiré al desierto y que antes
quisiera morir que entregar palabra amarga y desorientadora».
Lugar apartado de revelación fue para
Abram y Jacob. Lugar de alianza para el que teme y gime; «ve amigo y opina ante ellos que el Tzadik / Eliyahu / tiene miedo y
bajo una retama se ha sentado a llorar por el hombre porque la Bondad se muere
y a la reina del Shabat se la escupe».
Y se llevó la encomienda a palacio y el
profeta oró: «Basta, Yahvé; toma mi alma, que no soy mejor que mis padres.
Tiemblo, aunque sé que tu luz es mi esencia y de Judá a Israel, a ambos lados
del Carmelo, sólo hay una luz. Tu nombre, tu Palma de Mano, tu Torah que
protege y el Universo
entero interconecta como un todo unificado y desde Tu silencio profundo hablas
y la realidad que se percibe es sólo sombra».
2.
«Sentí celo
ardiente por Yahvé Sabaot, porque los hijos de Israel
te han abandonado, han
derribado tus altares y han pasado
a cuchillo a tus profetas; he
quedado yo solo, y buscan mi vida
para quitármela»: Eliyahu
Tenía el poder para saber cómo se
conspiraba matarlo en la cita. Mas ya no había regreso. Lo matarán, como está
sucediendo con sus posibles aliados, que son tan pocos. Sabía sus nombres y la
suerte que corrieron estos combatientes del Dios
amor, al que llamaba El Nombre /
HaShem / Alma del Ashavá. Del amor.
«Consuélame, Voz callada de brisa, porque
vi fuego, la tierra estremecida, y mi alma ha temido del recuerdo que dejé en
Israel por causa de Jezabeel y su desobediencia. Escíndeme, me apartaré hasta
que sea propicia mi vida y mi caminar hacia el Monte de Horeb».
Entonces, efectivamente, vino un mensajero
de consuelo y procedia de otros espacios de energías libres cósmicas. Cuánticas.
«Sí. Yo sabría que vendrías, ángel. Me
sacarías de la gruta, diciéndome: Álzate, come, que es más fuerte que tú el
camino... Tú me endulzas y pones en pie. En mi cabecera dejas una torta y
una jarra de agua y miel».
Después que calmó su ayuno, caminó los 40
días de Jash. El silencio cura más que el pan y el habla para ser útil debe ser
endulzada...
«Hazme digno de Eliseo y de Juan. Dame la
visión con la espada de luz. Haz ofrenda de novillo con mi corazón», meditaba
durante su jornada hacia el Carmelo.
Y lo que sucedió en la cita fue demasiado
triste para que ofrezca detalles. Todo Israel se congregó en el monte Carmelo, y
se vieron a los 450 profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel y lo que
Eliyahu dispuso para darles mensaje de Dios, ante el Rey Ajab y su mayordomo
Abdías, y fue algo similar a la muerte de Abimelek, asesino de sus setenta
hermanos.
Eliyahu sólo giró la Rueda y trajo el
castigo, tal como Dios lo quiso, en este evento de historia. Justo es: taliónica
justicia.
02-05-2006
Del libro CUENTOS PARA ESOTERISTAS
de Carlos Lopez Dzur
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