Thursday, June 25, 2009

Estéticas mostrencas y vitales / Indice 2


Estéticas mostrenca y vitales / Indice /
poemario de Carlos López Dzur



¡Cuánto lo quise!

El padre y el hacha

El sacrificador y la ofrenda

Los burladores de la sombra

Tráelo al fuego

El hacha del No

El hacha de Carlos Abram

A Blaise Pascal

Como Alianza del subyugo

Cuando vengan los buitres

Montanistas

Detén el hacha

Caverna del mutatis mutandi

Las cavernas de la creencia

Los baales

Fuente zorruna

La poesía ilícita

Riquelme

Cuidado con las nenas

El Líctor desea a Lumia

La zorra Lumia

El placer en cifras exactas

Nergal

Los verdugos

El terror viene

Ni quien nos salve

Ana Jonia Tolia

La zorra originaria

La relación pura

Dueño de mi olfato

Bendición de los hijos

Ser varón dionisíaco

Ser el padre

Bríndate en ágape

Faustolo, zorro bueno

Estas cosas dijo el Vitoco

Bendición de la zorreada

Sabiduría animal

Anticipo de promesa

Sapo de otro pozo

Varones imperiales

Ojo de Apolo

Pizca de Nibelungo

El yo ético

Sangre protestataria

Ciclos de penumbras

Karma

Areitos

El mundo circundante

La tradición pro-bestial

Decadencia

La calandria y el buho

Los entretenedores

Maruga mercantiva

Ladrones de autoridad civil

La Gran Bancarrota

Los leprosos

Estéticas del hombre pertinaz

El sacrílego

Amigo Blum

La bruja

Los demonios blancos

La jeta del Nadie

Marsilio, la changa viene

Y esta peste de infiernos

Adaptación natural

El primer hachazo

Ya no resucita ni la guasca

La Gran Rosa y La Mina

Voces de sibilas

Sacerdotes belonarios

Oubao moin

Agar

Mi sublime zorra

Te busco dionisíacamente

El secreto de la Fortuna

Detén tu mano, Abram

La estética del areito

La estética de la necesidad

El trabajo consciente

La libertad doliente

Manifiesto de Aquel que vino

La belleza a la venta

La vulpeja que enseña el cobre

Jactancia

Dama añeja, choripanta

Radunica y el azul

Amonitas coloniales

Estética de homicidio

Manifiesto del interés propio (1)

Manifiesto del interés propio (2)

Deshumanización del amor

Demofonte

Raéme del libro

A pasquinar


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El libro Estéticas mostrencas y vitales atañe al reino referencial y bíblico de Abram, el padre que, por un mandato de fe, levanta un hacha para sacrificar a su primogénito Isaak en las alturas del Monte Moriah. Con su artesanía de reelaboración imaginativa y expresión poética, Carlos López Dzur comienza a desentrañar las implicaciones del acto, o tentativa de asesinato y sus motivaciones. Este quehacer con la palabra es filosófico en tanto que va a la relación entre lo ontológico y lo verdadero, del significado de la vida y su específico marco natural en la existencia humana y en los sistemas de valores que pretenden su protección.

El libro no es el enjuiciamiento del profeta Abram porque este intento de homicidio ritual es sólo una metáfora que se preserva en el Génesis y, en cuanto tal, es que CLD revelará su riqueza. Principalmente, el contenido del poemario es el examen lopezuriano de algunos sistemas de valores, según se van mostrando internamente inconsistentes para la tarea por la que se alega que éstos han sido creados. Vista esa primera parte de las «Memorias», el enjuiciamiento crítico incluye: la ilegitimidad del oblata / sacrificio / y los absolutos omniconclusivos [sea ya «por obligación civil, ya admitida y declarada»). En el poema 'El padre y el hacha', se enuncia que «El bien no es un valor absoluto». En el texto 'El sacrificador y la ofrenda', la crítica se dirije hacia el nominalismo, el sensualismo y todo que se toma «in desperadum», apriorísticamente, como capricho.

Hay una crítica a «la mala sombra / de lo humano» que permea tales ideologías, a los admiradores ciegos de Trasímaco, a ultramontanos, integristas, martinistas, a quienes en conjunto CLD llama los burladores de la sombra. O también buitres y alianza de subyugamiento. Estos sistemas de valores convierten al hablante de los textos en la Voz del No legítimo que pide que el hacha se detenga y se dirija hacia otra víctima. Cuando el hacha del sacrificio pasa de mano, CLD se identifica con el Abram que sufre por la petición que Jehová le hiciera. La identificación es profunda y la prueba es el texto 'El hacha de Carlos Abram'. Mientras Abram obedeció sin chistar el mandato de su fe, Carlos Abram hace sus pertinentes solicitudes de negociación. «El Hacha que Carlos Abram propuso como útil, preparada a-la-mano, / presente, como su objeto dado, / Carlos sabrá retirarla de tu lonco / cuando seas-en-común, / el hijo de mi sueño, / el Deseado». Lo que se negocia es una bendición a los hijos, siendo que el Carlos Abram de los textos no es un padre perfecto. Con ironía se presta a contar su propia historia, su personal ofrenda en el Monte del Moriah y utilizando su propia hacha. Hacha que ahora es símbolo de un instrumento de entendimiento y limpieza conceptual. «Con santurronas, legalistas, / de lógica formal o moral judeo-cristiana, / me acosté en bandidaje; / pero ví el porvenir, yo ví / los hijos perfectos que ya no entran a revolcarse en el limo / ni en desajustes de identidad / se dan cimientos; yo los bendigo / y les cuento el pasado / (la hora del Hacha / y la cima de Moriah) / con un poco de futuro».

De modo que al contar su propia historia como padre, en fuga, en bandidaje, la disolución del matrimonio por ser con una mujer equivocada y la incompatibilidad entre ellos, CLD concluye que, pese a ésto, la visión de lo deseado es posible. Es posible el espíritu de profecía que visualiza los hijos perfectos, gozosos y sin desajustes; los hijos bien cimentados, que pueden entender sus antecedentes, perdonar y convivir el presente, con su «poco de futuro». Después de proferir contra la lógica formal, el legalismo y la moral judeo-cristiano, lo que se infiere de este padre es su naturaleza contracultural y protestaria. No es al Abram dogmático al que Carlos adjunta su nombre. Es un típico padre de la Generación de los Baby Boomers.

El libro está dividido en cuatro partes: (1) Memorias de la caverna, (2) Nos cayó la macacoa, (3) Tránsito entre hienas y (4) Consolaciones de Agar. Consiste en más ____ textos distribuídos dentro de sus cuatro partes.

Para López Dzur, la criatura humana tiene un apetito de infinitud y luz, visión que traiciona por las limitaciones de su naturaleza física y las presiones de la necesidad. Este Abram genérico de su libro ama a su hijo, a sus mujeres, a su comunidad, pero habita en «la cueva de roca de mí mismo». Esto puede ser referencia a la carne, a la terrenalidad, a la dependencia de lo denso u onticidad en general. La carne es el reino de la necesidad y de la desorientación, individual y colectiva. Este hombre quiere una «casa de certidumbre» para su hijo, o para construir la ideología de la esperanza; pero, dada su condición, no la tiene.

La Cueva de roca / la caverna / habla de miseria histórica y dura circunstancialidad. Las cuevas fueron la primera casa / vivienda o albergue / de la humanidad primitiva. La cueva está «ahíta aún con simulacros / y dolores suyos y dolores míos». Esta es la descripción de la naturaleza humana en su ambiente. Es por lo que Abram descubre que a su hijo Isaak lo hereda con su insuficiencia, no con la abundancia y plenitud que desea darle. «Descubrí / que no pude dar lo que él merece / y sufrí como nadie». El libro da una memoria de lo que es vivir en un mundo cavernario, donde el hombre dizque moderno sigue con una instintividad arcaica y con problemas de adaptación y aprendizaje. El individuo del presente es instruído en ideologías de fuerza y deshumanización. CLD nos habla del origen de la civilización, de la historia de lo pasado, pero las cavernas están presentes espiritualmnmte todavía y las convivencias forzadas del colonialismo y el etnocidio cultural no pasan de moda.

Pero, por decir que se nos da una memoria, se implica que hay una voz principal o relator que la da. Ese es Carlos Abram; una voz silenciosa es el Abram inicial-bíblico. Este es el referente del asesinato ritual que no se concretó. Carlos Abram es quien da una interpretación al hecho. Abram es un neófito que entra, sin saberlo, a un proceso mágico. CDL, a través de Carlos Abram, un abraham en un Monte Moriah contemporáneo, representa el hablante del texto 'El secreto de la Fortuna'. O el hablante de Blaise Pascal. El clamor que se contiene en el primer poema es la revelación de la Libertad y el Orden; en segunda lugar, mi homenaje a Blaise Pascal, el mensaje es que no hay que buscar a un dios conceptual, ni profetas que convocan a tener un hacha en la mano, o sustentar un sistema de holocaustos. En cambio, el dios vivo inspira una estética de magia y esplendor. La fe es la visión de una Zarza ardiente, una experiencia viva que se puede revelar. No un enigma que nos quiebra los sesos, dios teorético y logificante:


Yo, Eleutherio el Liberador, te daré fortuna.
Hijo de la promesa, entonces, elabora pues
la palabra persuasiva.
Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra
porque hay demonios duros y siniestros,
hombres bestiales, a donde vas llegando.
Tú sé heroico en cuanto puedas.
No te pido que cortes cabezas,
que seas la guillotina, cámara ardente,
horca, cadalso, silla eléctrica.
No inventes otros aparatos represivos
ni el policía, el soldado, el vengador milico.
No urdas violencia contra el prójimo.
No seas falange ni tortura ni guerrilla.
Solamente, sé eunómico porque existe el Orden.

[El secreto de la Fortuna]

Entendido ésto, del libro en su totalidad vemos que se concierne con la ética política [lo eunómico] y, al mismo tiempo, con la estética. Es curioso que un comentario de CLD sobre qué es más importante al juzgar el mito del Sacrificio de Isaak por Abraham, si lo ético o lo estético, él observe: «El acto que Abram pretendía realizar es estético. Es un drama del Eleutherio Liberador con su prójimo, alguien amado, a quien trata como un hijo. Eleutherio es Tiké / la Fortuna, o el portavoz de magia. Se suele reperesentar como mujer y con muchos nombres... Así que Tiké puede ser el Padre, o la Voz que prueba la obediencia de Abram... En el poema El secreto de la Fortuna se dice: 'Yo soy el padre, Kéter-zeus-júpiter, pero, en fin, más que nominalismo'. El Padre Arquetípico le habla al hijo para darle fortuna, orden y bendición. Le pide que defienda la Eunomía, que es asunto de ética y política; pero, además de que se apartarte de lo bestial y los ciegos automatismos, le revela una salvación, a la que llama el primer regalo y salvación... El poema dice: 'Identifícala. Vive en jardines. Llámala Tyche Soteira, Salvadora, o Agathe Tyche, Buena Fortuna. Es el primer regalo que te haré por llegar a la tierra y flotar en mis lotos'. Esto es ya estética y magia... ¿Qué es realmente lo que hay que matar, si algo? ¿Al niño Isaak, que tan amado ha sido de su padre? El símbolo de la ofrenda es siempre algo que es muy querido por el sacrificador. ¿Qué realmente significa que un Libertador, padre de la envergadura de Kéter Jehová, Zeus o Júpiter, pida la cabeza o la muerte de su criatura. ¿Qué sentido tiene? En las Estéticas mostrencas, sí, la idea es glosar sobre la fe y el valor de una obediencia armonizadora, pero en un sentido mágico, es decir, más allá de todo literalismo y nominalismo. La fe no es ingenuidad y reacción automática. Es una comprensión».

Ahora entra en juego el tercer personaje, el Dios que le pidiera el sacrificio. CLD alude: «Entonces, vino mi Padre, / padre de todos los prójimos posibles / y me pidió su sangre, las tinieblas mías, / y que lo sacara de la cueva / y que trajera su urna cineraria / y que lo matara en el monte Moriah / oculto en lo más solitario de la cima». Este es un Padre Social. El Estado. El hombre que diviniza el Estado, o al Ancestro, es quien da ese tipo de consejo: «Obedéceme y mata».

Sucesivamente, descubrimos que Isaac, la ofrenda de sacrificio, «la dulce y suave cría», es símbolo del alma: «Si el alma es mucho más, / ¿cómo saberlo? / ¿cómo aducirlo / con estas semejanzas, / metáforas del amor al hijo?» En otros poemas, él habla del alma como «lo hijificado», en la historia y en el ser íntimo. Es interesante cómo CLD utiliza la historia de Abram, contextualizándola filosóficamente en el mito platónico de Las Cavernas. Platón utiliza la caverna para hablar de la libertad y las ideas incipientes en la psiquis humana.

La segunda parte, Nos cayó la macacoa, comienza con los poemas Ladrones de autoridad civil, La Gran Bancarrota y Los leprosos. La expresión refranera, «nos cayó la macacoa», la mala suerte, CLD la vuelve más bruja al hacerla equivalente, «nos cagó la changa». Si en las Memorias de las Cavernas, nos presentó a los Burladores de la Sombra, a los baales, Nergal, a Lumia, líctores, verdugos y nos paseó por Mesopotamia y Anatolia, haciendo símbolos de tales lugares, el origen de la prostitución, la confección de armas, las guerras religiosas y tribales, las epidemias y la Edad de las Tinieblas, nos trae al hecho trágico de la progresiva pérdida de libertad individual e introspección, que son la Gran Bancarrota. El infortunio del Ser humano.

La tercera parte del poema, Tránsito entre hienas, comienza con los poemas


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