Wednesday, June 11, 2014

2. Cuando El Abuelo hablaba / EL DIARIO DE SIMON GUELDRES


                        2. Cuando El Abuelo hablaba

 

A los míos,
a los que llamo Mis Hijos,
Pueblo, Amado, enanos
de los Cinco Sentidos,
mi esencia doy, instruyo
con la sorpresiva presencia
de mi Hallazgo,
con irrupción acompañante
del Ser-mío.

Doy mi pan que es dulce
y continuidad de otra vida
el Futuro.

De «Estéticas mostrencas y vitales» [2014],
pág, 162


            También es cierto que el Großvater Güeldres no comulgó con el azar filosófico ni creyó en casualidades. Cuando un suceso acontece, hay una causalidad humana, cuando no económica y política, que lo explica. ––El mal es provocado. No hay azares ciegos–. Entre muchos religiosos, es muy común que se adormezca la fe, o se reviva, por causas de señales que se designan el Destino, lo metafísico. La fe se toma en abstracto, desde imaginarios inclinados a alimentar las incoherencias neuróticas, y es cuando él, llamaría a la razón como realidad y a aprovechar las certezas que se basan sobre lo tangible.
             ––Hay pruebas en el corazón cada día que pasa... El sufrimiento educa. No es fácil lo que se ha pedido al hombre y la mujer desde las Escrituras, «Qir’ú levavjém ve-al bigdeijém», esto es, ¡Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos! ... así el modo de predicar de Joel... y el corazón se desgarra cada día. Cuento, una a una, las guerras y asesinatos ante los que he sido testigo, y soy el ojo abierto que las ve... Las cuento porque en el campo se pierde perspectiva de mundo. Se trabaja mucho con las manos y poco con las neuronas.... Aún  sabida la maravilla del compromiso humano con la paz y lo más depurado del cristianismo primitivo, mi fe ha tenido que pasar por el fuego de prueba de la experiencia histórica y la razón –, dijo él cuando regresó, con su hijo Iván, su esposa Claudia Delfzij y otros.
            Había finalizado la segunda Guerra Mundial. Algunos hicieron lo que tenían que hacer ante lo inevitable.  –Los auténticos cristianos no tienen el poder. Ni aspiran a él. El poder espiritual y no se mide en el barómetro político del capitalismo. La socialdemocracia de los políticos es una camisa de fuerza para aberrados. Una máscara de explotadores e hipócritas... Ningún menonita se hizo para la guerra ni jura de lealtad a gobiernos guerreristas ni socialdemócratas, antes da la otra mejilla al castigo y al repudio que los agrede que matar o violentarse. El menonita es manso como oveja, pero su decisión inviolable de pacifismo le dio una doctrina social y yo dije: Esto es parte de la Luz y la Hernosura.
            El Dr. Güeldres, tan jovenzuelo, estudiante de medicina, cuando vio que se fue, dijo que 'yo sólo, entre lobos no me quedo, voy a estar contigo, en los tiempos de guerra'. En la novela de la fe, de la que tanto gustaba el Großvater, dijo:  ––'seré parte del marco argumentantivo. Papá, si eres Pan, déjame ser un sonido de la flauta tuya, tu flauta de caña, padre; o seré la zampoña o siringa, elemento adicional de tu clave y seré el Dafnis que la toque constantemente. Eres mi Pan, padre'–.
            Quien se fue llegaba y, hasta cierto punto, más crecido, maduro y combativo. Y el Dr. Güeldres, llegó con él y, como si con Dafnis, ya se hubiera emparentado, para siempre, la jovenzuela Cloé... a la Gnatón y el vaquero Lampis, había intentado seducir. Al menos, en la novela de Longus.
            Era domingo y el Abuelo habló ante los hermanos menonitas y echó de menos a los rusos que había organizado. Cuando abandonó el Valle de Guadalupe, no que fue que como profeta se sintiera relevado e inapto,  ––aquí sigo dando voz y luz y vean que no vengo solo... ––, agrega una chispa de su humor de cosaco.=
            Y se fue, sin irse, pues una misión especial lo requería. En cambio, a su regreso captó que los bávaros daban las directrices. Y querer admitirlo como Sacerdote Fundador, una vez que se fue, levantaba rencillas.
             ––Bajo inadmisibles, irracionales condiciones, me plantean que ya no soy digno de predicar... yo que soy el Abuelo y abrí la comunidad como la Viña del selecto vino; yo, desde la Compañía colonizadora que fui quien pagó los trenes desde el Puerto de San Pedro a Ensenada, y les traje por decenas y decenas... y le dije que les llevaría a Tierra de Luz y Alegría, y que sería Dios, no yo, quien no permitirá que sus pies resbalen, sino que, de resbalar, ya sería su propia iniquidad e idolatría sacerdotal... Leed, sacerdotes, su Deutoronomio, allá donde se acusa la impureza espiritual, «áven u-terafím, yitén la-mot ragléja» y la promesa de protección... porque les canté el Salmo de la promesa: –No dejaré que tu pie resbale porque supe cómo y de dónde arribaron, como inmigrantes... Estaban en hambre y Großvater Molokano les dijo, si bien soy lector de la Torah, también de Menno y los reformistas, y tengo los recursos para que dejen la oscuridad y el hambre y se sirvan del manjar del que yo mismo como, –oráh ve-simjáh, luz y alegría–... pero resulta que yo vi en ustedes, unas criaturas secuestradas por piratas, así como en Tijuana vi a los judíos y magonistas secuestrados por filibusteros...
            Doy el ejemplo que diera Longus, o Teócrito, y no se tome la metáfora como idolatría y paganismo.  De piratas de Metimneses está lleno el mundo, aún templos en las ciudades, ¿qué no decir cuando fundas una colonia con gente hermosa y radiante, campesina y trabajadora, en la espesura de unos campos?
            ––Ustedes son para mí Dafnis y Cloé. En algún momento de la vigente y vulgar condición de mundo en que vivimos, después de la primera y segunda guerras mundiales, desde sus cautiverios clamaron. Escuché las quejas de belgas y holandeses. Se quejaban como Cloé y pedían ayuda a poco del naufragio. Y, cuando quedaron en tierra, se les envió una oveja para que se amamantaran. Oveja que provino de un bosque consagrado a las ninfas. A Dafnis lo amamantó una cabra... Esto es luz de lo hermoso. Se habrían muerto, sin esos obsequios, misericordia de animales, antes de que los encontrarán sus padres putativos. O llegara el rescate... Además, digo que yo (si me permiten esta jactancia de luz) soy quien tuve la cueva y el bosque para ampararlos... un agente terrenal de Dios. No les diré: ––solamente a mi deben oír..  Obedézcame uno y cada uno de ustedes–. Es Dios quien le dará la voz y les hará que pregunten por el camino que seguirán: «ei mi-zeh ha-dérej / aj shemá be-qolí»... yo me limito a recordar este relato pastoral sobre el dios Pan, a quien nadie hizo ofrendas, pero era el Protector de las Cuevas de las Ninfas y de los animalitos perdidos, o diezmado por la caza de los filibusteros... yo no pido ofrendas, a no ser una sonrisa. Como Pan, protejo a pastores cuando y juzgo que no es justo que me niegue el foro, ustedes, mis protegidos...
             ––Pero quien se va no cuida los trigales––, le dijeron.
             ––¿Y qué han cuidado ustedes desde acá, en lo que fue mi valle? ¿O es que el arrinconamiento del antiguo dios primitivo, el bonachón de Pan, quien fue primero que Dioniso, les da alegría, o es como regocijo que yo pierde derechos?
            El modo como lo explicó, aludiendo a Rednitz, contuvo plena franqueza. Convincente. Dijo que Menno Simons, reformador de los anabaptistas, hizo un análisis histórico y salvaría los valores que habría de seguir la Familia del Pacto y, para rescatar la enseñanza de los valores, él / Menno Simons / también analizó las doxas o teorías de waldenses, hermanos bohemios, albigenses, huteristas y anabaptistas de Lyons. Hoy las sectas son más y hay metodistas, hermanos moravos (de la Unitas Fratum) y bautistas alemanes y otros grupos de creyentes y no todos honran, con sus obras El sermón del Monte.=
            Y, entonces, localizó a una joven mujer que estaba oyéndole. Apuntó con el dedo a mamá. ––Gracias por tu presencia, Claudia.
            Menno escribió alguna vez:  ––Hay niños de la paz. Sus corazones rebosan con paz. Sus bocas hablan la paz y caminan hacia los rumbos de la paz. Aquí hay una que vivió en medio de la barbarie de Europa, en una nación que se declaró neutra cuando comenzó la guerra. Sí, explicó la labor con la Cruz Roja que hizo mamá y el amor que le inspiró el sufrimiento de los judíos. Sus desvelos por alcanzar su grado en enfermería y estudiar, contrario a sus naturales preferencias, por salvar vidas. Y, ella es, en cierto modo, Cloé, la agradecida. La que se sacrifica...
            Y lo mismo dijo sobre su hijo / Iván, mi padre / que vio los bombardeos que destrozaban muchas ciudades de los Países Bajos. Estaban en la Vieja Jerusalén, en medio de la violencia, pero, eran «niños de la paz, que alimentaban hambrientos, consolaban a los oprimidos, y devolvían el bien por el mal que le hicieron a sus ciudades y sus vecinos». Con su mirada examinadora, a veces hermenéutica y a veces densamente mitológica, a él lo pensaría como al Dafnis de Longo.
            Y, como Claudia, el Dr. Iván Güeldres trabajó en el rescate de judíos para honrar el principio menonita de amor por los oprimidos y socorro a los enfermos y torturados. Para realizar tarea, como tal, no hay que ser cristiano de mera vestidura que se desgarra como un espectáculo de luto, los ateos van y se compadecen por el terror que experimentan los inocentes. A Dios lo único que lo ofende es el desamor y al creador, quien destruya viciosamente lo creado, sin perfeccionar ninguna cosa.
            En los Países Bajos había unos 140,000 judíos al comienzo de la guerra que empezó poco después de la invasión alemana. Tan sólo sobrevivieron unos 40,000 hasta el final de la guerra... y mamá, la Niña / Esposa / Virgen de Iván Güeldres, absorbió mucho de ese dolor. Esto fue visto, contado por las víctimas, consolado, guardado por ella...
            ––¿Cuánto corazón / espiritualmente dicho / desgarrarían en favor del amor, absorbiendo dolor y colocando una mejilla, en favor del hecho de que persista la creación y no cuerpos desfigurados del más inocente y heridas espirituales cuya cicatrices serán por generaciones? ¿Qué pondrá usted por la paz? ¡El No de quien se niega! o su dinero para más armas y bombas!
            ¡Qué diferencia quien ha dicho que mi padre es mala sombra, no Tipo y Figura del Príncipe Molokano de Dios! Lo observaron vestido de campesino y dijeron: «puerco cosaco»; no vieron al  joven lúcido y humilde, sino que lo juzgaron el 'ruso flamenco' que a todos dijera: ––Por su boca, se expresa el sionismo, o la izquierda, o la herejía. Cuando me nazca un hijo mío, para completar con mi sangre, las generaciones, uno solo será mi consejo: «Cuídate de las tres comadres». Y me llamaran para su envidia, o humillación / Großvater, o heiligen Aussteller––.  Expositor Santoy abuelo de comunidades.
            El vecino Rednitz lo amenazó veladamente, tergiversando a Menno, al evaluar a Jan van Leyden en su crítica The Blasphemy (1535), «si tu padre quien se empeña en ejercer el rol del segundo David en la Nueva Jerusalén, ya no en Münster, sino en el Valle de Guadalupe, di a Iván y a Simón que llegó al lugar equivocado».
            El Abuelo bendito murió muy feliz, pero hizo claro el punto.
            ––A la lucha pacifista, al dolor que provocara una y otra guerra de las que pude, serví con ministerio: la defensa del campo para espacio comunalista de trabajo y para conservación de virtudes, no que opuse Phýsis y Téchne, Naturaleza y Máquina... Ni ateísmo ni cristiandad... pregunté: ¿Para qué queremos esa tecnología? si es para la guerra, no se vale. Venga el primitivo dios Pan, protector de los pastores y rebaños, mitad hombre mitad animal, amante de la música y de una lujuria deliciosa... Nunca pensé dar a los salmos eróticos de David la misma ternura con que entiendo a Dafnis y Cloé...=
             Sus últimas palabras se las dedico a Claudia, quien le dio un nieto, y así advirtió a Güeldres, el padre: –¡Cuida de ese nieto como a tus ojos y al vientre maravilloso de la niña que lo parió!
            Ella tenía la edad de 35 años cuando, al fin, quedaría fecundada después mucho empeño por tener un heredero, y él creía que si naciera un príncipe de los molokanos de Guadalupe, habría de ser el que la Niña Virginal de la Paz pariera. Este nieto porta la dignidad de serlo ante los santos de la tierra...
            ––Estoy viejo, no tanto para que no viese este milagro. Un día la Niña será madre. Dios lo decidirá. Y hoy lo he visto... y me regocijo como cuando leía que, en curiosos tentativas de Dafnis y su amada por consumar la pasión, no atinaba su entrar en su sexo, sino que jugaban a imitar a los animales, y tuvo en suerte que él se montó a Cloe y se movió espasmódicamente, de modo que a ella le incentivó las calenturas y las vehemencia y de ese encajamiento gozoso, fecundarse y [gozo ya fecundarse} tener nietos... Mira, Iván, en promedio, la mujer menonita da sus diez críos... ¿Qué ha pasado? ¿Falta un falo de Pan? ¿Lujuria de Dioniso? ¿Qué Escrituras se leen? ¿La de los mojigatos?
            Por desgracia, el Dr. Güeldres no estuvo entretenido en perversiones. Ni se necesito una ayuda extra como en la novela cuando relata que una mujer se interesó en Dafnis, con el pretexto de enseñarle el arte del amor, y que se aprovecha de él y le muestra el camino. No todo puede ser el beso y la contemplación y cuerpos desnudos como lo máximo a que llegan... En su frustración mi pobre hijo me habló como si ella, su mujer, no creciera hasta envejecer o se cobrara la virginidad con sólo plantearlo mitológicamente... como si el juzgarla como hembra-madre no dependiese de leyes positivas, las de la biología y de la condicionalidad histórica... Extraña transformación, porque no sobre todos los seres humanos, diría lo mismo y confiaría a tal grado.
            ––Hay hombres carnales que siempre serán carnales–, decía.
            ––¡Pues ocúpate de que Claudia te sepa!...
            ––¡Padre!
            ––¡Padre no, madre! Que quiero un nieto y verlo antes que me muera.
            De hecho, fue Claudia quien hizo una labor espiritualizadora en Papá. Por seres críticos, de tal envergadura, lloró y la Virgen-Madre del Cristo tuvo sentido. Su maternidad tuvo sentido. No que él creyera que no hay que cumplir la tarea de fecundarla. Que hay Divina Concepción. Lo recuerdo diciéndome en privado: ––Traté, traté. Y ella cerraba las piernas. Decía que olía a Tijuana. A mujeres que no eran ella.
            Sin embargo, no había mujer más linda en toda América como esa Dama del armiño.
            ––Traté, traté, pero ¡ay, terca es mi Claudia! como la Cloé de tu cuento.
            ––Entonces, trata, trata, otra vez como Dafnis, sé más terco que ella y ábrela...

 

 

 

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