Monday, June 16, 2014

COMEVACAS Y TIZNAOS / CAPITULO 7 /

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Capítulo Siete
EL PAIS EN LA INCERTIDUMBRE


            La clase hacentaria, comercial y profesional, descrita en el capítulo anterior, hizo adhesión al nuevo bloque histórico triunfante después de la invasión norteamericana con los mismos mecanismo y actitudes prefiniseculares y el instinto de clase que le fueron característicos y propios.

            El por qué la violencia de 1898 se extendió, más veladamente, durante toda la década de 1900, por los recortados espacios abiertos por los Partidos Fusionista, Federal y Unión, se debió a que el culto y el rol del cacique no desapareció, sino que siguió creciendo bajo el dominio estadounidense.  El nivel de alfabetismo superior de tal clase fue un factor principalísimo. En fecha en que la población de la isla fue descrita estadksticamente analfabeta, el poder legislativo requirió que los 35 legisladores elegidos y el electorado que los eligiera fuese mayor de 21 años y aptos para leer y escribir. Las leyes creadas por tal cuerpo privilegiado de puertorriqueños tendrían que ser aprobadas, en última instancia, por el Congreso de los EE.UU. que tenía el poder de rechazarlas.

            V. H. Baske indica:  «El hecho de que una de las Cámaras que desempeñaba el poder legislativo, concretamente, el Consejo Ejecutivo, fuera parte del poder ejecutivo, era una grave contradicción con la Constitución Norteamericana, que establecia claramente el principio de la separación de los tres poderes. Además, el hecho de que fuera el Congreso de los EE.UU el que en última instancia, aprobara o rechazara las leyes que iban a regir a Puerto Rico, hacia del poder legislativo una estructura títere, violándose asi el principio de autonomía legislativa. Estos aspectos son una muestra de la política colonial que los norteamericanos impondrían a Puerto Rico mediante la Ley Foraker». [1]

            ¿Quiénes se sentirían satisfechos o acríticamente cómodos con esta situación en Pepino?  Volvamos a los Echeandía para que una respuesta coincida con su preciso sentido.

            Al rememorar la fibra moral, actitudes e idiosincracia de sus bisabuelos yancentros, Font Echeandía escribió: «El catalán es tozudo o testarudo y, como vengo de esa sangre, también lo soy».  [2] En cuanto a Rosa Medina alegaría un perfil sicológico más transigente y avenible. ¿Qué realmente subyace detrás de estos eufemismos?

            En el análisis sobre la formación económico-social del Pepino de 1898, la noción de identidad fue importante, aunque no necesariamente la que desencadenó la crisis de violencia. La crisis fue debida al hambre y a una sucesión de descaros, incluyendo la especulación deshonesta del Alcalce sucesor a Rodríguez Cabrero y la venta de protección policíaca ante los ataques de las partidas o saqueos a las propiedades camperas.

            En este Pepino de 1898, política y moralmente desarticulado, 72 vecinos algunos de los cuales fueron agricultores, médicos, farmacéuticos, pidieron clemencia. Extraña actitud por la solicitud de liberación para Joaquín Moreno y Segundo V. Esteves, propietarios y miembros de familias respetables.  Estos eran señalados como simpatizantes y organizadores de partidas, aunque no  del nuevo gobierno yankee.

            Testimonios recaudados, tras el saqueo, robo e incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, el 11 de  noviembre de 1898, en el barrio Eneas, apuntaron a que «el alcalde (José González Hernández) y Lino Guzmán eran los principales líderes de las partidas».  [3]  De González Hernández fue fácil creerlo y probarlo, no así del maestro de escuelas de Guajataca.

            A la pregunta qué realmente implicaba ser de los blanquitos en el pueblo, respondía un líder asociado a las Partidas, el maestro de escuelas Lino Guzmán, a quien se le recriminaba veladamente, preguntándosele el por qué una persona tan decente y culta como fue se alió al movimiento de tiznaos y comevacas. Su respuesta, más o menos, como la recordaba D. Dolores Prat, anciana de Mirabales, fue la siguiente: Está diciendo (Guillermo) Cardé y Juan Orfila que no se preocupe ninguno sobre los ideales separatistas porque un pueblo analfabeto no se sabrá gobernar y el campesino es como una bestia... y a mí, que estoy acostumbrado al hambre, eso si me dio coraje.

            Decía ella que, «al llegar los americanos, ni en los tiempos de Manuel Prat, se vio la situación de que al mulato y al blanco se les tuviera queseparar, pensando que el negro no podía aprender inglés... pero ese problema era muy viejo. Es que se decía que el negro es libertino, amigo de malas ideas, la independencia y se decía que no debía estar al lado de una niña blanca porque se distrae». [4]

            En realidad, afirmó con razón Victor H. Barke, «muchos norteamericanos manifestaban acitudes despectivas e inclusive racistas hacia los habitantes de Puerto Rico. Otros desarrollaron actitudes más racionales» . [5]

            «El panadero de Lares que pusieron de Alcalde fue un mequetrefe de los americanos; a toda la gente honesta que se le ofreció el cargo (de Alcalde) se le ewcuchó decir que no, porque ya no había vergüenza ni confianza en nadie».  [6]

            Por su parte, Méndez Liciaga cuenta que donde los invasores levantaron su Campamento de Tropas, a la salida del camino que conduce a Añasco, en sitio conocido como El Tendal:  «{C}entenares de personas iban todas las tardes… para establecer relaciones de amistad con los rubios del norte, en su dweseo de aprender inglés… Infinidad de pobres de los que frefuentemente visitaban el campamento regresaban a sus residencias llevando consigo latas de salmón, carne, tocineta, papas y galletas que le regalaban los soldados. Muchos de estos, cuando estaban carentes de dinero, vendían los citados efectos para proporcionarse algunos buches del famoso ron de Valeriano Rosa».  [7]

            En rigor, si razón alguna llevara a centenares de pepinianos a El Tendal «fue el hambre y la necesidad de trabajo, porque los ricos iban a comprar protección por el miedo a que se le quemara».  [8]

            ¿Fue la noción de pie de la Espada blanca un código racista, o es un cuestionamiento sobre la valoración excesiva de nexos étnicos-familiares con que muchas familias ajusticiadas se turnaban para retomar el control en el albor del siglo, el Nuevo Amanecer, tal como hicieran durante los siglos anteriores?

            Vencida España en la guerra, en Pepino y, en la isla entera, se creó unalucha de poder. Surgió una posibilidad para el tránsito de una formación económico-social a otra más perfecta. Cuando el asunto fue responder quién verdaderamente hacela historia y cuál es el fundamento en que se apoya la existencia y el desarrollo de la sociedad, el peonaje dijo presente (las masas populares, trabajadoras, creyeron en justicia ser capaces de sobrepujar ese tránsito) y, como colectividad, esperaba una organización materializada por líderes que les definiera objetivos, de modo que surgieran así las nuevas instituciones políticas,económicas, educativas, concepciones jurídicas y oportunidades creadoras de diverso tipo.

            En este ensayo se explicará cómo ese liderazgo esperado no cuajó del todo, traicionó y reculó. El proceso social falló, pese a que el pueblo, en gran número, dijo con contundencia el tipo de administradores que no quería en el nuevo régimen y estuvo dispuesto a deshacerse de ellos, aún matándolos. Treinta años antes, con El Grito, se había dado ese mismo consenso y fueron los insurrectos los que pagaron con sus vidas.

            Frente a las fuerzas invasoras, el factor más decisivo en el amenguamientode ese furor revolucionario, campesino tan pobremente armado que se diera,  sólo quedó flotante un ideario: anhelos de cambio y esperanza.

            Dentro de la noción de bandidaje social  que E. J. Hobsbawn desarrollara en Primitive Rebels (1965) se valora al bandido social como the outlaw-heroe, honorable models for rebellion, delincuente forzado a infringir la ley para vengar alguna situación injusta, defender su honor, familia o grupo social (comunidad), ante aquella circunstancia o poder opresivo que lo victimizara, recordamos que todo país del mundo ha tenido, en algúnmomento histórico, este tipo de héroes proscritos. Y, muchísimas veces, a medida que el asunto es estudiado sistemáticamente, se verá que también los bandoleros sociales han surgido de las clases más altas y se han  fundido con las mitologías de patriotismo, humanitarismo social y religión. No hay, necesariamente, por qué referir a los comevacas y tiznaos como los únicos desclasados o lumpen-proletariat, si la idea es despreciar la violencia antiestamental.

            Por esto hay que considerar, como salvedad, que no todo el Clan Font fue reaccionario y que, con actitud y rol heroico y progresista, algunos de ellos participaron el Grito de Lares (en 1868) como miembros de El Porvenir           

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BIBLIOGRAFIA


[1]  Victor H. Baske, loc. cit.

[2] Entrevista con Lcdo. Pedro A. Echeandía Font (1900-1979), realizada 16 de octubre de 1977.

[3] Helen Santiago, en: Las Partidas Sediciosas y el saqueo e incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, en revista Maguey, ps. 2 y 3

[4] Entrevistas con Doña Dolores Prat Prat, viuda de Alicea, 10 al 18 de diciembre de 1972. La entrevistada Doña Lola murió a la edad de 108 años en Mirabales y había nacido el 5 de mayo de 1869. Vid, cf. D. Prat, vid. Nota #7).

[5] Baske, loc. cit,, p.6

[6}  Pedro Echeandía, loc. cit.


[7] Méndez Liciaga, op. cit., ps. 149-41


[8] Entrevista con González Cubero, loc. cit.


[9] E. J. Hobsbawn desarrollara en Primitive Rebels (1965)


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