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Capítulo Siete
EL PAIS EN LA
INCERTIDUMBRE
La clase hacentaria,
comercial y profesional, descrita en el capítulo anterior, hizo adhesión al
nuevo bloque histórico triunfante después de la invasión norteamericana con los
mismos mecanismo y actitudes prefiniseculares y el instinto de clase que le
fueron característicos y propios.
El por qué la violencia de
1898 se extendió, más veladamente, durante toda la década de 1900, por los
recortados espacios abiertos por los Partidos Fusionista, Federal y Unión, se
debió a que el culto y el rol del cacique
no desapareció, sino que siguió creciendo bajo el dominio estadounidense. El nivel de alfabetismo superior de tal clase
fue un factor principalísimo. En fecha en que la población de la isla fue
descrita estadksticamente analfabeta, el poder legislativo requirió que los 35
legisladores elegidos y el electorado que los eligiera fuese mayor de 21 años y
aptos para leer y escribir. Las leyes creadas por tal cuerpo privilegiado de
puertorriqueños tendrían que ser aprobadas, en última instancia, por el
Congreso de los EE.UU. que tenía el poder de rechazarlas.
V. H. Baske indica: «El hecho de que una de las Cámaras que
desempeñaba el poder legislativo, concretamente, el Consejo Ejecutivo, fuera
parte del poder ejecutivo, era una grave contradicción con la Constitución
Norteamericana, que establecia claramente el principio de la separación de los
tres poderes. Además, el hecho de que fuera el Congreso de los EE.UU el que en
última instancia, aprobara o rechazara las leyes que iban a regir a Puerto
Rico, hacia del poder legislativo una estructura títere, violándose asi el
principio de autonomía legislativa. Estos aspectos son una muestra de la
política colonial que los norteamericanos impondrían a Puerto Rico mediante la
Ley Foraker». [1]
¿Quiénes se sentirían
satisfechos o acríticamente cómodos con esta situación en Pepino? Volvamos a los Echeandía para que una
respuesta coincida con su preciso sentido.
Al rememorar la fibra
moral, actitudes e idiosincracia de sus bisabuelos yancentros, Font Echeandía
escribió: «El catalán es tozudo o testarudo y, como vengo de esa sangre,
también lo soy». [2] En cuanto a Rosa Medina
alegaría un perfil sicológico más transigente y avenible. ¿Qué realmente
subyace detrás de estos eufemismos?
En el análisis sobre la
formación económico-social del Pepino de 1898, la noción de identidad fue
importante, aunque no necesariamente la que desencadenó la crisis de violencia.
La crisis fue debida al hambre y a una sucesión de descaros, incluyendo la
especulación deshonesta del Alcalce sucesor a Rodríguez Cabrero y la venta de
protección policíaca ante los ataques de las partidas o saqueos a las
propiedades camperas.
En este Pepino de 1898,
política y moralmente desarticulado, 72 vecinos algunos de los cuales fueron
agricultores, médicos, farmacéuticos, pidieron clemencia. Extraña actitud por
la solicitud de liberación para Joaquín Moreno y Segundo V. Esteves,
propietarios y miembros de familias respetables. Estos eran señalados como simpatizantes y
organizadores de partidas, aunque
no del nuevo gobierno yankee.
Testimonios recaudados,
tras el saqueo, robo e incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, el
11 de noviembre de 1898, en el barrio
Eneas, apuntaron a que «el alcalde (José González Hernández) y Lino Guzmán eran
los principales líderes de las partidas».
[3] De González Hernández fue
fácil creerlo y probarlo, no así del maestro de escuelas de Guajataca.
A la pregunta qué
realmente implicaba ser de los blanquitos en el pueblo, respondía un
líder asociado a las Partidas, el maestro de escuelas Lino Guzmán, a quien se
le recriminaba veladamente, preguntándosele el por qué una persona tan decente
y culta como fue se alió al movimiento de tiznaos y comevacas. Su respuesta,
más o menos, como la recordaba D. Dolores Prat, anciana de Mirabales, fue la siguiente:
Está diciendo (Guillermo) Cardé y Juan Orfila que no se preocupe ninguno
sobre los ideales separatistas porque un pueblo analfabeto no se sabrá gobernar
y el campesino es como una bestia... y a mí, que estoy acostumbrado al hambre,
eso si me dio coraje.
Decía ella que, «al
llegar los americanos, ni en los tiempos de Manuel Prat, se vio la situación de
que al mulato y al blanco se les tuviera queseparar, pensando que el negro no
podía aprender inglés... pero ese problema era muy viejo. Es que se decía que
el negro es libertino, amigo de malas ideas, la independencia y se decía que no
debía estar al lado de una niña blanca porque se distrae». [4]
En
realidad, afirmó con razón Victor H. Barke, «muchos norteamericanos
manifestaban acitudes despectivas e inclusive racistas hacia los habitantes de
Puerto Rico. Otros desarrollaron actitudes más racionales» . [5]
«El
panadero de Lares que pusieron de Alcalde fue un mequetrefe de los americanos;
a toda la gente honesta que se le ofreció el cargo (de Alcalde) se le ewcuchó
decir que no, porque ya no había vergüenza ni confianza en nadie». [6]
Por
su parte, Méndez Liciaga cuenta que donde los invasores levantaron su
Campamento de Tropas, a la salida del camino que conduce a Añasco, en sitio
conocido como El Tendal: «{C}entenares
de personas iban todas las tardes… para establecer relaciones de amistad con
los rubios del norte, en su dweseo de aprender inglés… Infinidad de pobres de
los que frefuentemente visitaban el campamento regresaban a sus residencias
llevando consigo latas de salmón, carne, tocineta, papas y galletas que le
regalaban los soldados. Muchos de estos, cuando estaban carentes de dinero,
vendían los citados efectos para proporcionarse algunos buches del famoso ron
de Valeriano Rosa». [7]
En
rigor, si razón alguna llevara a centenares de pepinianos a El Tendal «fue el
hambre y la necesidad de trabajo, porque los ricos iban a comprar protección
por el miedo a que se le quemara». [8]
¿Fue la noción de pie
de la Espada blanca un código racista, o es un cuestionamiento sobre la
valoración excesiva de nexos étnicos-familiares con que muchas familias
ajusticiadas se turnaban para retomar el control en el albor del siglo, el Nuevo
Amanecer, tal como hicieran durante los siglos anteriores?
Vencida España en la
guerra, en Pepino y, en la isla entera, se creó unalucha de poder. Surgió una
posibilidad para el tránsito de una formación económico-social a otra más
perfecta. Cuando el asunto fue responder quién verdaderamente hacela historia y
cuál es el fundamento en que se apoya la existencia y el desarrollo de la
sociedad, el peonaje dijo presente (las masas populares, trabajadoras, creyeron
en justicia ser capaces de sobrepujar ese tránsito) y, como colectividad,
esperaba una organización materializada por líderes que les definiera
objetivos, de modo que surgieran así las nuevas instituciones
políticas,económicas, educativas, concepciones jurídicas y oportunidades
creadoras de diverso tipo.
En este ensayo se
explicará cómo ese liderazgo esperado no cuajó del todo, traicionó y reculó. El
proceso social falló, pese a que el pueblo, en gran número, dijo con contundencia
el tipo de administradores que no quería en el nuevo régimen y estuvo dispuesto
a deshacerse de ellos, aún matándolos. Treinta años antes, con El Grito, se
había dado ese mismo consenso y fueron los insurrectos los que pagaron con sus
vidas.
Frente a las fuerzas
invasoras, el factor más decisivo en el amenguamientode ese furor
revolucionario, campesino tan pobremente armado que se diera, sólo quedó flotante un ideario: anhelos de
cambio y esperanza.
Dentro de la noción de bandidaje
social que E. J. Hobsbawn
desarrollara en Primitive Rebels
(1965) se valora al bandido social como the outlaw-heroe, honorable models
for rebellion, delincuente forzado a infringir la ley para vengar alguna
situación injusta, defender su honor, familia o grupo social (comunidad), ante
aquella circunstancia o poder opresivo que lo victimizara, recordamos que todo
país del mundo ha tenido, en algúnmomento histórico, este tipo de héroes
proscritos. Y, muchísimas veces, a medida que el asunto es estudiado
sistemáticamente, se verá que también los bandoleros sociales han
surgido de las clases más altas y se han
fundido con las mitologías de patriotismo, humanitarismo social y
religión. No hay, necesariamente, por qué referir a los comevacas y tiznaos
como los únicos desclasados o lumpen-proletariat, si la idea es
despreciar la violencia antiestamental.
Por esto hay que
considerar, como salvedad, que no todo el Clan Font fue reaccionario y que, con
actitud y rol heroico y progresista, algunos de ellos participaron el Grito de
Lares (en 1868) como miembros de El
Porvenir
*
BIBLIOGRAFIA
[1] Victor H. Baske,
loc. cit.
[2] Entrevista
con Lcdo. Pedro A. Echeandía Font (1900-1979), realizada
16 de octubre de 1977.
[3] Helen Santiago, en: Las Partidas Sediciosas y el saqueo e
incendio de la hacienda de Juan Bautista Ballester, en revista Maguey, ps. 2 y 3
[4] Entrevistas con Doña Dolores
Prat Prat, viuda de Alicea, 10 al 18 de diciembre de 1972. La entrevistada
Doña Lola murió a la edad de 108 años en Mirabales y había nacido el 5 de mayo
de 1869. Vid, cf. D. Prat, vid. Nota #7).
[5] Baske, loc. cit,, p.6
[6} Pedro Echeandía, loc.
cit.
[7] Méndez Liciaga, op. cit., ps. 149-41
[8] Entrevista con
González Cubero, loc. cit.
[9] E. J. Hobsbawn desarrollara en Primitive Rebels (1965)
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