CAPITULO CATORCE
LOS FACTORES
EXTERNOS
«Nuestros enemigos
organizan sus fuerzas mediante la potencia
del dinero y la autoridad
del Estado. Nosotros solamente podemos
organizar las nuestras
mediante la convicción, mediante la pasión»:
Mijail Bakunin / Carta a Pablo / 1872
Para Urrutia, independentista, la
ciudadanía estadounidense sería el findel sueño antillanista y de la
continuidad del proceso emancipador. Entonces,en Pepino, muy poca gente
entendía a lo que ella se refería cuando habló dela perversión del monroísmo.
Esta doctrina, formulada por James Monroe, pretendía que los EE. UU. «would not entangle
themselves in the broils of the Old World, nor suffer European powers to
interfere in the affair of the New».
La
doctrina monroista, seguida por Cleveland y McKinley, fue iniciada por el Presidente
John Quincy Adams en 1825, quien tuvo simpatías con el abolicionismo y se
oponía a la anexión de Texas.
Mas, una vez aplicada, en su forma
más negativa, a muchos descorazonaría. «The capture of Manila and the cession of the Phillipines to the
United States in 1898, and still more the part of the Americans took in the
World Wars have abrogated a large part of this famous Doctrine». El
monroismo sería tan sólo uno de los factores originadores de frustración y
cinismo.
Al principio, la clase intelectual
borincana miró hacia Cuba como unahermana mayor, desde los tiempos de Lares.
Los más honestos dirigentes, con la excepción de De Diego, Luis Muñoz Rivera y
R. Matienzo Cintrón, murieron demasiado pronto en el nuevo siglo y no fijaron
sus nobles impulsos e ideales con sus personas. Lola Rodríguez de Tió, Pachín
Marín, José de Diego, R. Matienzo Cintrón y el sabio Eugenio María de Hostos
representaron los sueños grandes de antillanismo; pero, sin la derrota de
España, estos logros se demoraron para la misma Cuba y, sucesivamente, los
primeros decenios de la Cuba republicana se corrompieron por causa del
intervencionismo estadounidense y las invocaciones a la Enmienda Platt por
EE.UU.
Estos independentistas entendieron
que el Estado soberano, ya no sujeto aldominio español ni a los EE.UU., sería el
producto de la posibilidad progresiva de la historia para darse las funciones
públicas necesarias deautoprotección y organización contra cualquier otra
extranjería colonial o interventora. El Estado libre sería la culminación del
desarrollo histórico interno. Asimismo, ellos visualizaron como el peligro más
grande que prevaleciera dentro de la república la reminiscencia del pasado, la
esencia noeliminada ni forzada a desaparecer de las clases antagónicas que se
manifiestan como el uso del Estado como instrumento político, o «maquinaria
paramantener el dominio de una clase sobre otra» (V. I. Lenin, loc. cit, v.
Nota #7).
Perdida la guerra, Puerto Rico, se
sujetaría al gobierno militar del invasor que duraría más que el cubano. El 12
de abril de 1900, el Presidente McKinley aprobó la Ley Foraker, primera ley orgánica de los EE.UU. en PuertoRico, tras
el triunfo en la guerra. Esta ley desarticuló la infraestructura
jurídicareformista de la nación en ciernes. Cuando se aprobó esa ley, Prat se
prometióque sería española y empecinada por siempre. Como el viejo
Arocena que había besado la bandera sucia y ajada de España (la que le dio
alguna vez), ambos se burlaban de Muñoz Rivera que había jurado lealtad a
España en 1896, cuando se anunció que murió Antonio Maceo, y que, sin embargo,
contrario al Titán de Bronce de la Revolución de Independencia Cubana y
gran disidente del Pacto de Zajón, se entregaba como guabina al regocijo de su
muerte para fingiruna lealtad que no llevaría él mismo a la tumba. Muñoz Rivera
escribía en La Democracia: «Somos
españoles y arropados en la bandera española, hemos de morir»; yuxtapuesta
su idea, «Te voy a decir por quien moriría Muñoz Rivera, en cada lance por
circo y maroma, por gastar la pólvora en salvas» (Prat).
Antes que la línea editorial del
periódico El Regional de San Sebastián
se volcara al unionismo y al muñocismo, algunas voces de laclase
hacendataria española conservadora se pronunciaban en forma de editoriales o
cartas de reacción ante el pueblo. Respirando
por la herida es uno de esos documentos escritos que, en 1914, todavía
reflejaba el fondo emocional dejado por las partidas de incendiarios en
la psiquis colectiva de la comunidad. Las partidas armadas y castigadoras (y el
dulce amparo concedido a ellas) fueron la manzana de discordia que
dividió el quehacer de los primeros partidos en Pepino (Federal, Fusionista y
la Unión).
De Diego, cuyo un punto de vista fue
más definidamente independentista queel de Luis Muñoz Rivera) dejó el Partido
Federal. Los republicanos acusaban al Partido Federal de excluyente y despótico
y De Diego renunció a su Consejo Ejecutivo y protestó sus politicas y lo mismo
haría, poco después, ante el Partido Unionista, desde el que fue elegido a la
Cámara de Delegados.
Muñoz Rivera, en afán de curar las
disidencias internas que ocasionaba en cualquier partido, hizo una visita al
pueblo de Pepino y permanecIó en éstehasta el día de las elecciones en la que
logró una mayoría de 2,608 votos; pero, localmente, nunca pudo ganarse el
respeto del liderazgo local, ni de inde-pendentistas ni de anexionistas
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BIBLIOGRAFIA
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