CAPITULO DIEZ
LOS JUEGOS DEL GATO Y
EL RATON
Curiosamente, al finalizar la Guerra
Hispanoamericana, fueron las clasescriollas más cultas, medianos y grandes
propietarios, las que se identificaronmás crédulamente con las promesas
norteamericanas. Si bien la Proclama Milesno fue garantía de nada, la
disyuntiva histórica, por el nuevo cambio desoberanía, apeló de modo conclusivo
y rotundo a la comprensión del hecho que para sustituir la piedra que ya no
destila (a España), según Carmelo Cruz, habría que comenzar destituyendo a
las botellas, el belén o el güame de los viejos funcionarios españoles,
o incondicionales, por un nuevo liderazgo criollo. Los sediciosos del '98
creyeron que la innovación cuajaría dentro del espacio de la Gran Proclama: la caballerosidad
del invasor.
Entre los arrimados había el sueño
de poseer sus pequeñas parcelas oagenciarse sus empleos seguros. Total, los
peninsulares incondicionales abandonaban sus tierras o se mudaban a España u
otros pueblos, porque, aún antes de la rebelión de Lares, Pepino tenía fama de hostil (D. Prat).
Afiliado a las partidas campesinas,
Carmelo Cruz verbalizó la convenienciade utilizar el espacio que brindaba la Proclama Miles de modo diferente que los
colaboracionistas que se organizaron como los primeros federalistas republicanos (movimiento al que el Dr. Jorge
Celso Barbosa dio unidad partidarista años después). Cruz no creyó que la
anexión a los Estados Unidos de Norteamérica fuese una alternativa jurídica
viable ni inmediata para la identidad puertorriqueña. De todos modos, como
jíbaro sencillo, se sentía satisfecho con saber que el borincano tenía un modo
de ser, distinto al del peninsular, pero inasimilable al modo del
anglosajón. Norteamérica, para él, no fue el modelo del progreso, no
necesariamente de la libertad. Mas, al fin y a la postre, todo colaboracionismo
e ideología de desarrollo sucumbieron al pitiyankismo en la práctica y
por desilusión. En Puerto Rico, después del 1900, siguieron los cacicazgos. Se
arropaban con los colores del unionismo y el republicanismo federalista.
Este es el por qué los sectores más
prominentes de la población de Utuado, al ver llegar al General Roy Stone del
Cuerpo de Ingenieros de las tropasnorteamericanas, salieron a ponérsele bajo
sus órdenes y, entre ellos, el mismo Olivencia y los que fueron llamados los
perdidos (B. Mayol, Mora, J. L. Casalduc, los Casellas y otros). «El
progreso, como el camino de la ibertad, se hicieron sobre el cadáver del honor
empobrecido. Oí a mi padre decirlo. Ni
la pobreza ni la ambición tienen virtud» [1]
Los juegos del gato y el ratón: La mayor parte de los informes sobre la ubicación de las fuerzas
españolas y norteamericanas que circularon durante tan críticos días, como
fueron del 11 al 15 de agosto de 1898, tendieron a ser falsos, o rumores mal intencionados.
En Utuado, otrora bastión de haciendas cafetaleras y uno de los más prósperos, por
su infraestructura, durante el gobierno español, las defensas militares sólo pudieron
reclutar a unos 20 guardias civiles para proteger al pueblo. El comandante de
la guarnición, el Teniente Ulpiano de la Hoz, ordenó la huída de sus tropas a
los primeros informes sobre el desembarco de tropas estadounidenses en Guánica.
«Utuado se utilizó para echar miedo.
Si las tropas invasoras entraron al centro de la isla, se las movería para
cualquier punto para hacer jaque en pueblitos y quitar a los alcaldes, o hacer
matanza de sediciosos» [2]
Una de las tácticas de las partidas
campesinas (para mantener a ambos ejércitos
fuera de los puntos en que se harían ataques) fue ésa, confundir a los enemigos.
«Entretenerlos en el juego del gato y el ratón» (Echeandía Font). Ocupado
Utuado por 75 tropas de la Compañía de
Voluntarios de Wisconsin, por regimientos de infantería de Illinois y
Massachussett y casiel centenar de voluntarios piertorriqueños, anti-españoles,
que respaldaban alGeneral Stone, las partidas «se comunicaban con los
gringos para dar razónde operativos españoles; los querían enfrentar, pero,
¡que va! nadie quería verse las caras, o pelear en medio de lluvias y
matorrales» (Echeandía Font). En Pepino, un militar estadounidense mató,
por accidente al limpiar un rifle, a un muchachuelo que hurgaba de costumbre en
el campamento y, en medio de la tensión que el incidente produjo, no se produjo
la reacción de encono quelos agitadores esperaba como había miedo y la
soldadesca española no quería dar la cara (González Cubero, loc. cit.). [3]
Una guerrilla de 50 hombres o
voluntarios a pie que, contrario a muchos españoles,conocía bien la ruralía,
estuvo infiltrada entre las tropas de Soto Villanueva. Al mando de esos 50
guerrilleros estuvo un líder campesino, Juancho Bascarán, que ni quiso cuenta
con los gringos ni con los peninsulares, y quetenía contactos con las fuerzas
del cambio entre el campesinado del interior, entre ellos, Fermín Montalvo,
Adolfo Babilonia y Flores Cachaco.
Soto Villanueva recibió por vía de
un telegrama unas órdenes estrictas del Gobernador Manuel Macías y Casado de
que llevara consigo todo el equipo posible para contribuir a la defensa de
Arecibo. La inminencia de la Toma de Arecibo por tropas invasoras urgía más que
cualquier hecho y se pidió que el equipo decampaña y cuarteles confiados a él
llegaran a Arecibo en el menos tiempo posible.
A Soto Villanueva, el fatulo
defensor del Oeste puertorriqueño, Macías le dijo que avanzara con los encargo
por tren, en hito de mayor premura. Alegando, con anticipado temor, que podría
ser cañoneado por el mar (sic), Soto Villanueva partió a Las Marías,
pueblo que no tendría más importancia estratégica que Arecibo, si la prioridad
se señaló como apoyar eficientemente a la capital, según un plan agresivo de
España contra el invasor. «Las Marías era como boca de lobo, callejón sin
salida; área mala para esconderse si lo que se quiso fue huir. Esta plaza fue
buena para hacerse rendir» [4]
Quizás, en aras de tal salida, Soto
Villanueva dispersó, por igual, una parte de sus hombres por Maricao. «En
este juego del gato y el ratón, ¿sobre que lógica se justificaría meterse en
Maricao, perder el tiempo allí? La capital fue lo que estuvo siempre en juego»
(ibid.)
En la bifurcación de Los Consumos,
camino que corría por la derecha hacia Maricao y, por la izquierda, hacia Las
Marías, la columna española de Soto Villanueva hizo alto en la finca de
cafetales de la familia Nieva y cuando el administrador de la hacienda le
informó sobre cierto monte y camino por el que llegarían los norteamericanos,
si es que vendrían, él apresuró fingidamente su salida, antes urdiendo su
conveniente accidente, con el que se excusó para librarse de responsabilidades,
según testimonios Montalvo [5] y Echeandía Font. Sí, al cruzar sobre un puente,
camino al almacén de café donde pensaba esconderse, se cayó por accidente. «Y
se hizo el gallo bobo para que lo cargaran» (Font Echeandía).
*
BIBLIOGRAFIA
[1] Entrevista con Doña Maria Luisa Rodriguez Rabell, loc cit..
[1] Entrevista con Doña Maria Luisa Rodriguez Rabell, loc cit..
[2} Entrevista con Pedro Echeandia
Font, loc. cit.
[3] Entrevista
con González Cubero, loc. cit.).
[4] Echeandia Font, loc. cit
[5] Entrevista a
Miguel A. Montalvo, 8 de junio de 1979, loc. cit. Montalvo Valemtin es el
principal relato del hecho, atestiguado por su padre miembro de una partida del
barrio Pozas, de que en el Septimo Batallon de Voluntarios hubo una gran
cantidad de inscritos que terminaron siendo desertores y que Bascaran oyendo
entre ellos sus lamentos de hambre en sus familias, les dijo: Vayanse a su casa. No dejen solas a mujeres
ni hijos. Aquí el que no es separatista no hace falta. Lo demás es una gran
mierda.
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