Tuesday, December 14, 2010

El zorro y sus carlancas / Parte Dos



Parte Dos
En la Tradición de Faustolo





Los perseguidores lobunos

Los zorros desconfiaron del sistema malthusiano
y Bentham es la escuela de canallas
y de cuevas preclaras y asesinos;
los zorros olfatearon a Adam Smith y lo mordieron
porque es y sigue siendo un fisiócrata en el fondo
y doctrinólogo del laissez-faire
bestializante de Quesnay, Turgot y otros lockeanos.

... y más al sur del sur, malviven
los paraguayos, en genocidio orquestado
en Inglaterra; sus agentes intrigantes,
metededos, lo lograron con su Triple Alianza de exterminio
y todos los que sangran sin medida sombra y figura
son de Jeremy Benthan y James Mill y Lord Shelburne.

*

Faustolo y la zorra

One of the King' shepherd, Faustolus, appeared and saw the children being fed in this miraclous way, took pity on them: Pierre Grimmal
Uno no puede apropiarse
de la realidad sin salir de la cesta
en que navega por los ríos
de inciertos rumbos
y palatinas sensaciones del caos.

¿Qué mano me sacará del calabacín,
si es que vivo, qué pezón
se meterá en mi boca?
¿Qué garganta paladea lo que soy,
me revive con besos?

El higo se escurre al fondo
de mi boca gracias a los pájaros
y la carne que oye abre sus agujeros
y admite su pedazo de pan
con brote de suspiros
y vocación de aliento.

Tú, Faustolo, zorro bueno,
enséñame a agradecer
el fruto de la higuera.

(¿A quién diré primera madre,
al río que baja a las colinas,
a la zorra de ubres anchas y peludas?)

*

Etnocidio


Muy poco o nada se ha hablado del etnocidio, mecanismo de desarraigo cultural que azota la mayor parte del mundo: José Javier Esparza

Lamia, tú me quitas los niños,
te los llevas a las cuevas de Libia,
o a los predios de Locri, los revuelcas
en las lacras de lamie, los devoras
a lamidas con espadas y fusiles.
Disuelves a caspucias
su especificidad innata, su folclor,
su gracia étnica, los encubas
en tu proselitismo de sangre.

Lamia, te metes en el sueño polifónico
del que no concibe la vieja colonización violenta
y avanzas, con tu hermosura, pacífica y mercantil,
y destruyes con tu nueva dinámica homogeneizadora;
pero no engañas a nadie, Etnocida,
igual matas y pones el hombre contra el hombre.

13-8-2002

*

Una persona comprometida

a Jan Huss, quemado en la hoguera en 1415
El fue un zorro
al que dieron candilazo.
Individuo comprometido
que ardió en la hoguera
sin otro grito que Jesús,
eres el único maestro.

Lo dijo muchas veces en las universidades
de Checoslovaquia; lo dijo voz en cuello
desde las catedrales; lo gritó en la rectoría
de Praga; lo dijo ante ancianos y niños,
para beneficio de rameras con fe
pese a sus vidas desorganizadas
y para beatas, príncipes,
pordioseros, enfermos, plañideras.

El fue comprometido y guerrillero,
por cuanto fue excomulgado.
Y el Papa desde Roma lo sabía.
Los zorros como Huss son peligrosos.
Hay que matarlos.

Para hacerlo le tendieron una trampa.
No valió para salvarlo el salvoconducto
del viejo Wenceslao ni el aval
del poderoso Emperador Segismundo.
A título de hereje lo llevaron
al Concilio de Constanza,
lo juzgaron y lo quemaron vivo.

Entonces, con su muerte, se armaron
los hussitas desde Praga y los austríacos
a su vez por defender al Papa
y las oraciones se cambiaron
por absurdas y viles matazones.

Ni el fantasma de Huss se quedó
con las patas cruzadas:
el zorro se fue armando de garras
y colmillos filudos y dientes devorantes.
Y otros pueblos y villas enfrentaron
al ejército del Papa,
a la Cabeza de la Iglesia y del Estado,
a los pontificados de verdades y absolutos.

Sabrosa ha sido la palabra
del Compañero Zorro
y se comió en la hostia
como blanda carnecilla de jutía.
Se fue a la muerte, sin embargo,
como tocino o morcilla en la brasa,
pero sus ojos quedaron abiertos
ante el mundo y dieron profecía...

05-02-1980

*

No tuve miedo


There Romulus and Remus were found
by a she-wolf, which had just given birth.
She took pity on the two children:

Pierre Grimmal
Con mi zorrita al lado, no tuve miedo.
Apegado a su seno, estivándome,
supe que no existe el chamuco.

El dolor es medio sabio,
no sabio entero; la virtud
en el saber se origina.

Si ella evitaba la expansión
de cada mirada astuta echada
sobre el mundo, sus crías,
su madriguera, me adaptaba.

Entendía que escasea el alimento,
pero el amor compensa.
La piedad del animal es misterio.

No tuve miedo. Era impasible,
como el amor requiere;
era bravo también, ante el depredador
que violenta y te quita el territorio
y el lenguaje y te persigue.

Aún en las casas embrujadas
de la historia, la infancia de las cuevas
y del conocimiento, la noción
de astucia y autodefensa,
con bendición se nutren para el zorro
y encumbran las carlancas.

9-12-1990

*

El zorro, filósofo de la sospecha


... a lo largo del siglo XIX, son críticos del paradigma de la racionalidad, como crítica inmanente a la modernidad: Adriana Arpini
No pegues más la boca a la pared,
háblale a ellos si apareció el aullido.
Díles que, con laringe, fabricas
el lenguaje articulado, sintetizas fonemas
y tu grito enriquece la razón,
imágenes reales de ese mundo
que aún nace de raíces de quebranto
cuando apenas se conoce el bosque
y las polvaredas y la niebla y el frío.

No dejes que te tapen la boca
con utensilios y fiabilidades destrozadas
por el atroz abusón de los caminos.

La tierra emerge, sospechador,
y como reino del Ser la has entendido.
Gritos de la memoria unes al esfuerzo
de los tuyos, te interconectan, te difunden
en la acumulativa senda del Estero,
donde están los zorrillos del ancestro,
primeros filósofos de ruda laringe,
pero en experiencia de producción
y amor colectivo, autoyuda, autogestión,
acción directa, protección: el Trabajo.

*

Los parásitos en Lombard Street

Como los instruyeron con el viejo lema
(que los hígados son el cimiento del amor
que es divino), muchos trabajan.

Otros no. ¡Los parásitos!
Agitadores y demagogos al acecho.
Venderán la resurrección de las arpías.

«Trabajad», les piden, «hasta que sangren sus manos,
aún en la noche, no descansen. Trabajad».
La espina atravesada que es su única luz
(la indestructible dignidad del hueso sacro)
la administra el oligarca, dueño del Carro de Febo
y el Orden Apolíneo. «Trabajad para las herrerías
de Marte, trabajad que en la calle de mercaderes italianos,
seréis compensados. Trabajad».

«Que se rompan los lomos, sed todo hígados,
hablen con dejativa voz, sed sedentarios
como alondra que nidifica, con abundancia
de frutos en la primavera».

Los sagaces cibelianos son de Lombard Street,
londinenses al servicio florentino, e instruyen
sobre el fuego de Tofet y al niño de hinojos ante Molcoh.
«Quien no trabaja se vuelve niño turulato,
raquítico, sin pasión, será castrado...
No sean cobardes, hijos de Merop.
No duerman, trabajen. Trabajad».


4-7-1990

*

A Catherine Howard

Catherine Howard, te uniste
al Hombre-Bestia sin saberlo.
El tercer Duque de Norfolk
no movió un dedo por salvarte
del ultraje; no tuvo tiempo de evitar
que te devore y tendiera
sobre sus lechos sangrientos
y ejecutara en tu nombre
sus abominaciones.

*

A Josef Stalin, el zorro duro

En política, bajo una definición de ética práctica,
yo bendigo especialmente a los fuertes
(mientras son humildes, pese a las mediocridades
que todos, débiles o fuertes, adquirimos
a lo largo del camino).
Por eso, en algún momento de mi hacer / y otro
tanto de mi pensar, a veces digo:
¡Oh, Tío Josef, o mil veces cagado
por la historia oficial, Camarada Josef Stalin,
te bendigo, y digo así... benditos Mao, Ho Chi Minh,
Fidel, Ché, presente Camarada Chávez
y aquellos benditos anarquistas tremebundos
que son un poco la mixtura de Nietzsche y Bakunin,
de Francesc Ferrer y Anselmo Lorenzo...
¡ah, putas! de Muñoz Marín, hijo del Bizco
y bendito Betances, Padre de la Patria
y Albizu, el confrmador entre mártires...

Bendigo especialmente a los fuertes
(hasta stirnianamente en la Unicidad del Yo Absoluto)
siempre y cuando no sean ladrones ni parásitos
y piensen el mundo como una gran familia,
universalmente extendida,
a la que darían la vida entera, sangre y tiempo,
sin medir todo lo que en nombre de los prestigios
de cordura, se les negará ni todo los peligros
que comenzarán a acecharlos una vez
que los culebrones venenosos
se apañen en su contra...

2.

Lo que pasa es que yo, como hombre débil,
tengo sólo una porción de los que a ellos les sobra.
Mi porción es lo más gentil de lo que tengo
y, si algo a esta porción la daña, es el orgullo.
Yo no sé pedir, no me gusta ir a suplicar,
yo sufro por necesidad y callo,
sólo porque a mí lo que me encanta es dar.
Yo siempre seré pobre,.
materialmente dicho.

Para mí, dar lo que tengo
no es hacerme pobre ni preservar
la necesidad en mi espacio; pero sí jode...
No me atrevo a exigir, «tengan vergüenza,
hagan algo por mí; vean mi ser escaseado,
yo, quien dí a cada instante, tan voluntaria
y espontáneamente, soy yo el quien
debiera extender la mano».

Precisamente, por ésto,
me come esta anemia del orgullo,
uncinariasis del desolamiento,
asma por ir, aislado y vulnerable, en ruta
por el anónimo gemido de la propia penuria
(¿quién me ayudará cuando HaShem me pruebe,
o el olvido me haya quitado la invocación
de su Nombre, su Fe, la Gracia?)
y me consuelo al bendicir a los distribuidores
porque ellos no se justifican a sí mismos
ni son tan timoratos
cuando quitan al gordo para dar al flaco.
Es una cuestión del deber. Etica, compañeros.
Usted no deje morir al necesitado.
No importa que, al final, resultase
un vil malagradecido,
hay que integrarlo a la misercordia,
hay que pedir que haga su parte
(a cada cual de acuerdo a su necesidad
y cada cual conforme a sus habilidades)
y, si no cumple con ésto, así como se le dio,
es necesario quitarle, castigarlo.

3.

Esta es la fuerza que de los fuertes bendigo.
Sólo que tengo el corazón de una azucena.
Que no hay en mi esencia sed de escarmiento.
Que no tengo puños fuertes ni nudillos de acero
para ir por la revancha, que no tengo espaldas duras
para volver a cargar lo que dí y disputar con dientes:
«No lo mereces y has de devolverlo».

No. Yo no puedo echarme al río
y sacar al moribundo, sin ahogarme con él.
No. Yo no puedo extenuarme sin convertirme
en rémora, una carga, cuando hay emergencias
más importantes que yo, o la disputa mía.

No. Yo comprendo que los fuertes son vanguardia
y los bendigo, por necesarios, y me echo
a un lado cuando aproxima la hora
de mis flacas fuerzas.

No. Puede que no sea decencia, sí orgullo malfundado
que diga: Me retiro, pero no me den nada
si ya no puedo dar... pero los bendigo en la guerra,
aunque la guerra, en las horas nefastas...
horas que no me gustan, la odio;
no, yo no pienso que el mundo
nació para la guerra, terco veo que siempre viene
y mi corazón se vuelve macilento y veo el dolor
en cada fenómeno de la naturaleza
y entiendo, entiendo, cómo se debe entender
natura lacrimae, cada lágrima y bendigo
a los fuertes encima de los gusanos.

1987

*

El perfecto imperialista


a Lord Shelburne, director de British East India Co. en 1780, el perfecto imperialista
¿Donde te habrá conocido
la hoz segadora, el hacha de Abram:
si eres la bestia más temible
de los tiempos, la Fiera Corruptia
encarnada en la Historia?

¿Dónde, me pregunto yo,
que no sé tu nombre y te llamo
Lord Shelburne?

... yo que sé que tus siervos afanosos
conspiran para preorganizar
la bancarrota de la Francia monárquica
con la Revolución jacobina
y con levadura de tu ideología.

Tus filósofos protervos están
en todo continente, en la Vieja Europa,
en el Nuevo Mundo, en el Africa,
en la India, en cada cueva y averno,
y tú como fantasma llegas, Lord Shelburne.

Imperialista perfecto,
Satán de los sinarcas, ilustre gestor
de pesadillas financieras y desastres,
tu fin se adivinó por los valientes,
zorros de agudo olfato
y de mañas ante el Don Nadie
tremebundo, traicionero.

Tú no duermes hasta adormecer
a todos en sepulcros de mansedumbre
rancia, venenosa, impura.

¿Dónde te habrá conocido el que oye
y clama a su conciencia, muy adentro,
en aras de la palabra cimera
que vence a talismanes,
a falsas expectativas, a los arcanos?

Dicen, se dice, que una mansión
habitas en Bowood y un Taller
de conspiradores se reúne y todos
beben de tus vinos deliciosos
(tu riqueza fascina, tienta, seduce).

Y tú les obsequias, Lord Shelburne,
tú les incubas como a ciegos ácaros.
A escritores radicales, a perseguidos, conduces
a Tu Vientre tan cebado con abundancia y hartazgo.

A panfletarios en cálculo de placer y dolor,
recondicionas y salen ya como profetas turbios
por el doblez de labios y la intención oscura.

La dictadura constitucional justifican.
La discursan, la proponen.
Del trabajo esclavo se declaran amigos.
Y por complicidad, con Bentham,
del control social del utilitarismo.

En el esfuerzo de bloquear
la libertad (de las colonias en América)
se te encuentra,
y que educaste a Jeremy Benthan
para que sea tu sombra,
tu voz entre los hombres, se dice
porque eres Invisible
como la Providencia y la Fortuna
que sólo sirve al electo por los dioses.

Dicen, se dice, que Phillipe Egalité
y Jacques Necker son tus altoparlantes
y que Dantón y Marat obedecen
tus órdenes, que te gustan
las logias masónico-libertarias
y los gestos del martinismo
místico-cabalístico, esoterizado.

Pero el hacha que tira el lonco
y descabeza y reprende,
hoz que separa la paja del grano,
sabe mucho más, aunque pregunta
con más rigor que el SE DICE
del Don Nadie en la plaza de las moscas.

*

Nerón y Séneca



A Séneca
Te lo ordeno:
«¡Que te mueras, conspirador de Córdoba!
Posiblemente muriendo tú también yo muera.
Vamos a caminar la muerte juntos».


¡Convidémonos!
Que la sangre suba a nuestros labios.
Que el veneno vaya cerrando nuestros ojos.
Desoigamos la estridencia de la plebe,
la insensatez de infelices como son Lucano,
Cayo Calpurnio Piso y tú, mi amado Séneca.

Con la muerte no hay ciudades en llamas.
No hay pan que falte a la boca del hambriento.
No hay gritos por los votos ni tribunas
ni aquellos que lamentan por costumbre
que viva o muera ésta y otra tiranía.

No hay emperadores ni turno de complot
ni una Roma de esclavos o patricios,
nobles y plebeyos se cancelan.
No hay religiones nuevas
ni ofensas a los dioses.
Nada viejo ni nuevo
se deplora.

Es verdad. Con la muerte
se salva todo lo llamado a perderse.
Un cadáver recompone el desquicio
si con él salta al abismo.

Con la muerte yo no tengo acusadores
ni acuso a mis vecinos; no persigo a cristianos
ni a judíos ni griegos intrigantes
me acosarán con desprecio,
como hicieran ya
Britanico y Cayo Calpurnio.
Con la muerte yo me amo y soy amado.

¡Abrete las venas, Séneca!
Creo en los ríos ríos de tus grandes secretos,
en la savia de poemas, a escondidas escritos,
en elocuentes discursos que salpiquen mi rostro
y escupan mi nombre aún después de mi siglo.
El estoico que derrama su vida me enternece.

Creo en tus ojos agónicos,
dolorosamente cansados,
malditos por el desgaste,
benditos al ser tan compasivos.
El Imperio ha desorbitado mis ojos;
los tuyos son mi calma,
parte de tus canciones;
¿qué memoria de lo bello te sustenta
más allá de la muerte dormida?

En el silencio que te desvela, yo creo.
Yo mismo soy una puerta de la muerte.
¡Déjame estar en silencio contigo!


II.
Rescataré de los cadáveres amados
el sueño desvanecido, el poder derribado,
la virtud incorrupta por ansias saturninas.

Cuando Saturno en los valles de Capitolina
tras la derrota de los Titanes
bajó de las colinas,
(a enseñar quizás el arte de las sombras)
a la guerra y la matanza las declaró ilegales,
horrores ilegítimos; el amor de Ops
lo estaría cautivando.

Eso me pasa a mí, tú me cautivas.
La paz que tienes dentro, tu benigno fruto.

Hoy todo es guerra, amado amigo.
Intriga palaciega. Contra mí, Octavia
maldice, Británico conspira...
Lucio Dometio, el consentido de Agripina,
hasta de sí mismo teme y me extravía.

Somos fieras heridas;
Lucano no menciona mi grandeza.
Es sufrimiento heroico y tú,
mi tutor, filósofo de Córdoba,
sobre mí no meditas, te distancias.

¡Me has contagiado soledad y muerte!
¿Es tu mejor regalo a mí que te he querido?
Convídame otra vez, Lucio Anneo.

Escóndeme en tu sangre, bien nutrido,
bebe de la cicuta y vacía tus memorias
por las venas; yo chuparé de tu raíz
como vampiro; dáme alimento.

07-08-1983

*

Montano, el hereje

¿En nombre de qué amor
hablaste de las verdades, Montano,
si sacaste el tuétano a la vida,
si en árbol carcomido
transformaste esta siembra humana
que me asedia zurriendo
broncamente
con su homicida alarde?

A las ramas y semillas
sobran los tuecos, agujeros,
y un viento del siglo, sin oriente,
el tronco de mis árboles maldice
y, más allá, a las sombras de reposo.

Los sinarcas, armados con sus lesnas,
me han cercado, me han quitado
esta raíz que eludió dar sus votos de reata
(ya piensa, ya bendice, este corazón
tan ultrajado y prohibido).

Estoy con el vetarro de mis huesos,
añorante de días y propias cuentas
y hecho un mico con espíritu noctívago.

Busqué el monte, sin temor,
la piedra para extender el alma
y alargar la razón de mi ser
y aceitar la mañana.

Pero, ¿quién eres,
hijo de montanada, con qué amor,
si alguno, se escribieron días del fin
del hombre sobre el mundo,
con qué carcoma santa
rechazaron las nupcias de la sustancia
con sus cielos, de qué verdad
o torpe vademécum leyeron su mentira
y me echaron de mis montes trascendentes?

Absolutas y mortales
son tus desgracias, tus blasfemias,
me predican, tu Hacha
es la que hiere geometrías.
Tu voz es la que mata
al Cristo ultramontano.

*

Al sur está Benito

a Benito Juárez

(Lincoln) me preguntó cual era la condición de los peones... pues había oído decir que estaban en una verdadera esclavitud y quedó muy complacido cuando le dije que los abusos sólo existían en poco lugares y eran contrarios a la ley... Me dijo entonces que su administración procurará hacer todo lo que esté a su alcance en favor de los intereses de México... y que se le considerará como un nación amiga y hermana: Matías Romero, Embajador de México, en reunión con Abraham Lincoln, en Illinois

Al sur de tu sur está Benito,
un zorro justo, el mejor de México.
¡No lo olvides, Lincoln!
Los habsburgos creyeron quebrarlo
en sus rodillas, pero su pueblo
pobre y laborioso con él clama
y no se rinde, aunque la lucha es cruenta.

Es Benito el más hábil de los indios
y su visión es libertad y progreso
en amistad contigo, viejo Abraham.
Encarnó la esperanza
del mundo sin colonias, sin gestos napoleónicos
de exterminio y sabotaje y vicio.
Anda con él, como Dios con Abram
en los viejos días de cielos abiertos.

*

El asesinato de Abe

Después de tu homicidio se dieron gusto
los corruptores de Buchanan.
Se mofan de tu obra y tu legado.

Tus predecesores de Casa Blanca
sabotean el Sistema Americano.
No miran hacia el Sur.
Explotan al obrero en cada rincón
de América, la hermosa.

Quienes triunfaron para sustituirte
se vendieron, olvidaron a vecinos
que quisiste y llenaste de promesas
y de abrazos y aún de ferrocarriles...

La pandilla esclavista, bancaria,
sinarquista, el fantasma de Shelburne,
entró por puerta grande con tu muerte.
Con la Gran Ramera de Mamón
van a festines, fornican, se amanecen.

Mas muerto tú no puedes ver ya
sus procederes, buen Abraham

*

Lincoln / 1

a Abraham Lincoln
Zorro Abraham, viejo Whig,
a banqueros del Noreste
y hacendados y esclavistas del Sur,
tu presencia provoca agudo encono.

El Partido Demócrata te odia en bloque.
Te odia desde las primeras horas
del régimen de Jackson;
te odia porque Inglaterra existe
y en Wall Street, New York,
estuvo Augusto Belmont
creando el semillero de pólvora
donde podrías morirte
y contigo, los zorros verdaderos
de este mundo y, en especial,
de nuestra frontera
México-estadounidense.

John Quincy Adams inspiró
tu zorrería: Gran Bretaña es el rival
del lecho propio, el cazador
que esquilma cada madriguera,
el asesino divisor de ajenos territorios.

A los ingleses hay que sacarlos
por completo de América,
de norte a sur y de Este a Oeste.
Decirlo como él y como tú,
valiente escándalo, motivo es
de la ira y la venganza.

Si has creído así, Abraham,
eres como Clay, nacionalista
y te odiarán, te odiarán odios
que rebosan las almas y se van
a los dientes armados,
a la conspiración secreta.

Los que defienden ataques navales
a tus costas, los pro-británicos,
son los mismos que instigaron
las guerras contra el indígena nativo
y los recortes presupuestarios
de Jefferson y Madison;
arruinaron tu armada, te dejaron
a merced de nuevos herederos
del Comité Secreto de Lord Shelburne
y del City Bank de Londres
y del Baring Bank, de Rothschild
y oligarcas en boga.

La campaña de Polk fue financiada
con el dinero inglés, sí, por colonialistas
de ayer, la mafia financiera
(la Asociación de Libre Cambio).

La pandilla banquero-esclavista
de Polk ganó la presidencia
y miente al mundo al proferir:
México invadió Texas,
México es el enemigo.

Pero tú eras sutil, viejo Whig,
te sobró olfato; te uníste a Adams y Clay
como una sola voz para decir:
¡Mentirosos! politicastros de la rapiña
y el despojo, ¡qué mala leche!
La ofensiva contra México
fue agresión insultante,
y la voz inglesa defendía
la rapacidad cometida
con su apuesta a los mercados.

El sinarquismo existe para ésto
para humillar al zorro de Benito
(que es más valiente que los redentores
debajo de cobijas y los revolucionarios
que se vuelven dictadores).
¡Qué bueno que olías la mala sombra
de banqueros de Wall Street
y los Morgan del mundo, Abraham!
¡Qué bueno que supíste oir
a Matías Romero, a Olaguíbel y Benito!

Todo lo que dices, Abraham,
y, por lo que abogas, fue notado,
escrito en Lista de Negra de enemigos,
en epitafio de lujo por escarnecedores.

Cuando una bala te visite los sesos,
recuerda al cazador, al sinarquismo,
a la influencia de Wall Street
que festeja que la Confederación esclavista
y el Norte se anulen una a otra
para que pueda llegar el inglés
a reeditar rapiñas, a morder en lo ajeno.


22-6-1999

*

Lincoln y los expansionistas


El régimen de Polk de inmediato hizo un acuerdo secreto con la Gran Bretaña para cederle lo que hoy es la Columbia Británica, parte del territorio de Oregón que estaba entonces en disputa, a cambio de apoyar la guera contra México: Anton Chaitkin
Viejo Abraham, eres valiente.
Tu «Resolución de Sitio» pidió la prueba
a James Polk, el esclavista y sinarca mentiroso.
Como a él, a muchos has expuesto
tal cual son: canallas, colonialistas,
exponentes de expansionismo territorial,
blasfemia, retroceso, fuego de traición
y operación antifraternal con tus vecinos.

Zorro Lincoln, la Secesión en marcha
te duele y el destino, como la guerra,
es duro... ahora somos, en parte,
fraticidas con Constitución,
hijos perversos del Congreso
y del modelo de Sistema Americano...

¿Mañana, qué seremos
si ya perdimos el respeto a la patria
que en Filadelfia se gestara?
Cómplices de las turbas del Terror jacobino,
agentes a sueldo de la Corona Británica
o la Compañía de las Islas Orientales
o de una Confederación esclavista...

Y, porque te opones al empeño,
te odiará Buchanan y su gente,
lacra traicionera, mala leche.
Todos son agentes de Lord Palmerston
y la Reina Victoria I, matronaza
de viles codicias de la Historia.

Te odiarán, Abraham, por el bloqueo
arancelario a la importación
de bienes británicos hechos
con mano de obra barata,
te odiarán por dar tierras gratis
a los labriegos pobres, por emitir
crédito público y abrir universidades
al pueblo que la Guerra Civil
separó como enemigos, llenándoles
con resentimiento, segregación y miseria.

7-17-1999

*

Zorros viejos

En 1540, en brasa de tormento,
me habían quemado vivo. De mí
no quedó ni dominguillo con que espantar
la muerte y la colonia; pero en la Nueva Granada
los yalcones me lloraron y, como yo,
serían rebeldes, cimeros, indomables.

El procurado Zuhandenheit se armó
de la congruencia, de la solicitud
de lo aún no hallado: su heroísmo.
De turno, inesperadamente, fui el héroe
del Gran No, conciencia del destino.
Pedro de Añasco no tuvo tanta suerte.

Fue sedimento sin recuerdo
en el fondo del pantano. Quisieron
repartir mi pueblo en encomiendas
como útiles de oprobio,
como cosas y esclavos.

¡Pero no somos eso!
¡Somos gentes, Bewantnis
yalcones, zorros viejos, carajo!

3-12-1977

*

El impulso salvaje que traemos

Mi corazón es un sabañón
dentro del tronco del árbol de mis huesos.
Sepan, hijos de la lógica arcaica
que pasa por moderna,
herederos del lenguaje refinado,
científicos que aparcelan al soluto,
adviertan de una vez y por todas
que soy la yerba mala
que no crece en el limbo.

Ahí no crecemos, no.
Ni en las regularidades se detiene
el impulso salvaje que traemos.

*

La voz salvaje

A Dioniso, hijo de Sémele
Olvidarme de mí mismo
¡eso quiero! Abrir las venas del subjetivo lamento
¡eso quiero! Olvidarme de mis inicialidades
y mis representaciones, desafiar a quien reparte
los destinos, fluir naturalmente como un río
crecido entre rígidas Moiras, que no piden
más ádyton que las yerbas que tapan el hoyo
y que no tengas ojos abiertos, sino un gran amor
para que ofrezcan algo, el rumor del río,
la música de las que nace el Ditirambo.

Olvidarme de mí mismo, estar en la noche
con los campesinos, festejar la vendimia
que el alma cosecha con antorchas
¡eso quiero! procurándose un grito y una danza
y una ebriedad caníbal y un sentido común
disparatado porque ya no hablas tú,
comportamiento diseñado, habla la ausencia
de palabras, habla algo afuera de lo representado
¡eso quiero! olvidarme de mí mismo.

12 / 08-1986






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