Tuesday, December 14, 2010

El zorro y sus carlancas / Parte Una / poemario


Parte Una
De la sabiduría animal




Bendición de la zorreada

Bendita sea la zorra-madre que me parió
y la cautela zorreada que me salva.
Del pantano nutricio me dio su lenguaje.
De sus pisadas de vulpeja, sus verdades
y pezuñas; arcilla de lícuos pezones,
fue mi sustento hasta que mordí
al crecer, pan del Soluto.

A su gruta en el desfiladero,
su cueva entre malezas, llamé mi casa;
al olor de su pelambre, mi refugio.

Bendito sea el ser salvaje
que me da naturaleza.
Echado en ser mundano me porfío,
me descubro aún lamido por sus besos
y por su lenguaje
doy mis alaridos.

La bicha que me lacta
con rugidos me cuida.
Con zarpacillos sin dolama
me reprende según crezco.

Grande como el cosmos
es la dependencia nutricia
y lo que la madre instruye
por su hallazgo:
Dasein es
la posibilidad junto al peligro.

Esta verdad es cimera como cumbre.
Grande porque no cabe en el juicio
y porque la dice la zorra de mis días:
madre-vida-en su totalidad.

03-02-1976

*

Vulvarmente nutricios

¿Qué es el gozo?
¿Una promesa verbalizada meramente?
¿Un discurso en los labios del Hacedor Sublime?
¡Pues linda miseria que hicieron de los gozos,
promesas y promesas y promesas!

Que no haya sublimes labios ni hacedores.
Que se forme la boca.
Que el beso retoñe.
Que las raíces crezcan...

¡A chupar venimos!
a absorber, a rastrear el camino
vestidos de piel, desnudos e inmersos
dentro de las charcas de escozores.
Vulvarmente nutricios estamos.
Obsesos por el olor de Démeter...

Que la mujer que ríe
redefina la eternidad con su presencia.
Que el niño hambriento clame por la teta
y chupe y se lacte.

Que el gozo baje de la altura ultramundana.
Que el tedio se quite los calzones.
Que la promesa sea como el rayo que fulmina
y Semele ruede por los suelos
como atrabancada indígena de Cadmos
que pija quiere y un caldo a la clueca
encuentra por sus rumbo.

Que en mil pedazos queden destrozadas
las continuidades contínuas y sistematizadas
por el Uno de lo incógnito.

05-09-1990

*

La zorrita

Me nutre, a diario, el vendaval
de unos ojos salvajes.
Son de mi hija, sangre soñadora,
que ya duerme.

La diablilla del porvenir está en su cuna, mi alegría.
Al lado, cómplice del mismo recodo de su nido,
su madre, cuyo torso respira tan suave
y adorable como el primer día,
¡oh, madre dormida!
y adoro sus túrgidos senos.
Los beso.

Canta su corazón tras lindos huesos
y lo terso de tu piel es mi cosmos.
montículo de musgos, su sexo,
que es mi Rezo para la multiforme diversidad
de la Natura y templo al que voy,
apasionado de epicureísmo,
ya no a creer, con tonto rito,
sino a sentir para el afianzamiento.

Me hundo debajo del ombligo
y se devuelven, célula por célula,
sus más profundas certidumbres
y con ellas me oriento.

Me revuelco a gusto dentro del lodo cósmico,
porque creo en sus semillas y en su testimonio,
la Hija que me has dado es mi fe
y por ambas siempre hay semillas,
hijos con porvenir,
continuidades...

Octubre 1992

*

La zorrera

¿Cuál es mi hogar?, si no
mi gramática parda de larínge,
necesidad que va más allá de los caprichos,
comprender mis zorreras,
el proceso de laborar y el fin concreto,
el trabajo consciente, el sutil ejercicio
de las garras, el accionar de cadera,
con hechizos naturales del lomo...

¿Cuál es mi hogar después que ví
lo que de la tierra emerge, tan sabroso,
y el refugio que te da?

Ella... que se cierra esencialmente
para decir,
el fruto existe
y búscalo en lo abierto
y cierra en tí la esencia,
circunda el sendero hacia el digno fruto,
el rito consagrante y pónlo en generoso,
benévolo, acto significativo, El Trabajo...


*

Zorrillo sospechoso

Más ser que todo lo aprensible
tiene el mundo, pero llámalo mundo
in situ, aquí y ahora, mundo-de-todos,
porque otros de tí querrán saberlo perceptible
y sonoro. Otros tendrán que aprender
lo memorante y respetar lo propuesto en tu Sospecha.

Esperan que lo digas, zorrillo sospechoso,
porque bueno está lo bueno y no se acerca nadie.
Auxilio solicitan, mas llaman a Cachano,
aquel que nunca viene por temor al Cagaletas supremo
con sus deidades que no consumen cal ni canto.

*

El trabajo

Dáme este gozo, tan natural y simple,
tan placentero y profundo,
una labor cotidiana, tarea de mi sustento.
Un trabajo, oficio para mis manos.
Vínculo creador de mi bestia
con espíritu. Sin esta bendición,
¿cómo querrás que me levante
y que la ética madrugue
y diga al Sol, padre mío,
y mis pisadas a la Tierra, madre amada?

No me des sepulcro en mi vida
ni me maldigas con el sello de Caín,
Nadie lo mate.
Admite lo que te doy
al litar en el altar de mis días
¡Puede que sea tan poco,
pero es lo que puedo!

5-8-2001

*

Lamento del hijo de Kerana

Como un lagarto cavernario, medio perro,
me asomo a donde están los frutos,
pero no puedo comer, yo velo el fruto
con hambre; me gustaría que me alimentara
el Ser que me parió, oh Kerana.

Como una serpiente enorme, a la orilla
de los ríos observo el agua, pero no puedo beber
sin que arruine mis palabras, como el loro
que olvidó quién es el Padre del Lenguaje.

Como una culebra cornuda soy el terror del campo
y huyen de mí. Sólo he querido llamar a mis hermanos.
Como un niño que tiembla, me duermo,
así como dormía Kerana, soñando perfecciones,
y fue traicionada y ultrajada por causa de su soñar.

Como Kuripira, el feo, de enorme pene,
se me condena a estar solo; oveja monstruosa,
pecarí de las colinas me desnombran en la aldea
y en la montaña; perro de cementerio,
ladrido del agonizado, me dieron por tarea
para dejarme solo... entonces...

Desde todas estas muertes gigantescas
me apresto a renacer; fecúndame pues para que no sea
yo, Teju Jagua, el de la verde piel
que se pudre sobre la fruta del hombre;
yo, Mbói Tu'i, no quiero ser ni loro ni culebra
donde exista un manantial,
yo, Moñái, no quiero ser cornudo
ni niño, en siesta de indefensión, como Jasy Jatere
y mi madre, la hermosa; Kurupira, me indigna
mi fealdad y la malquerida fertilidad de la selva.

Yo, Ao Ao, no quiero ser pecarí del monte
ni como Luison, muerte inacabada
de los cemeterios, fecúndame en la muerte
de una vez y que muera el Tau
cuando abra mis ojos y me vista de vida
entre los hombres de buena voluntad.

*

Del olfato arcaico

Mi zorro dijo que sigue el olfato arcaico
oliendo el husmo de este mundo,
que el tiempo existe y es puro presente
(huele a sagrado, a primordial momento),
pero se esconde antes que lo revalorice en pleno.

Y la gran crisis del sujeto enuncia sus verdades
al lado mío; mas no son escenarios iguales. No asumo
ni adquiero lo que ellos; no son tiempos
de mi momento mítico: soy Zorro viejo.

Mi zorro oscila entre el amante pudoroso
y el odiador severo. Esta multiplicidad del mundo
(¡en qué jamón me he metido!) huele rancia
y demasiadas chorreras salen al jamón pudrido.

Son demasiados gusanos. El progreso es prurito.
Y las hienas otorgan sus lamidas. Carne será
que no quiero, hienas del Acontecer que maldigo.

*

La hiena moderna


La hiena moderna no hace un ser creador,
no es un ser libre y hacedor como dijo. Sólo devora.
Mi zorro invoca por su parte.
Cada año admite la libertad de su comienzo.
La hiena sabe sólo comer de sus cadáveres.
Se sabe vulnerable ante el terror y el sufrimiento.
Se adelanta a comer primero.
Otros que mueran con hambre.

Pero mi zorro es orgulloso.
Quiere la eternidad para vivir.
Quiere nueva existencia en primavera,
lo puro que se renueva
cuando ya todo es caída, sequía, dolor,
pánico en el acontecer, prohibición,
explotación y ultraje.

El invocador cayó en la Historia, pero no cree
en el Todo se vale de los relativismos absolutos
ni en el Ya no hay guía, porque depreca
ante estructuras vivientes, matemáticas,
espirales infinitas de los Tiempos Sagrados,
gestos paradigmáticos de geometría invisible,
puertas hacia la Luz.

No es el camino del Zorro eterno
el de la hiena caníbal que, en la piel del tiempo,
se conforma con carroña, con historia sin proyecto,
con vuelos nocturnos, brujerías que la engaña
con demonios de rondalla...

... cluecas mentiras... puros entes inventados,
rompepoyos del envilecimiento,
cofradías de haraganes, sin espíritu.

*

Olfateador invocador y visionario

El zorro invocador es tan sólo un adeudado.
Un visionario del peligro. Lo olfateará del todo
en lo dispuesto, se irá de las pocilgas de lo inocuo.

Le trajeron la Razón / la Libertad historicista
y no la ve cuajada con encanto, sino con agonía.
Con Razón fundamentadora, sastres de funcionalismo
más cochino, traicionero y decadente, han cosido
los vestidos a la coersión, el ultraje, la uniformidad
y el totalitarismo. ¡Ya ni compiten por ocultar
el suplantaje, el derroche, el cinismo logificante!

Hienas son con el rostro kantiano,
émulas hobbeanas: lobos somos todos
contra el hombre, técnicos del dominio
y dominio tecnificado del todo.

Y el adeudado, cada vez más cautivo
en el dominio de «a la zorra candilazo»,
irá por el sendero de regreso; van a llamarlo
nuevamente primitivo, bestia arcaica,
primate indeseable y tonto.

7-30-1982

*

Uno es un zorro viejo

Siempre el corazón
se vuelve a las cosas más simples.
No es madurez, sólo abandono en pos del egoísmo
decentemente impuro por vivir observante,
vigilante del rostro.

Uno es un viejo zorro, reflexivo
y medita que la vida es recurrente,
rencorosa, y cela su camino.
La vida no lo entrega todo.

Uno es la cara más vieja de las cosas
(y algo nuevo está en las cosas,
sin que se nos halla mostrado).

Sólo se atestigua que la gota golpea
sobre la peña. En su lento oficio persiste
y agujera al fin, lo que se puede.

Se ríe porque envejeces y lloras.
Lo más hondo de tu agujero es juventud
que no te pertenece.

Tú no verás el fondo de la peña.
Antes te mueres con arrugas
y con la misma sed en la mirada.

Es amargo, a veces demasiado,
gotear interrogantes, más profundas, corazón,
herir la peña, pero con menos tiempo.

*

Sabiduría animal

There Romulus and Remus were found
by a she-wolf, which had just given birth.
She took pity on the two children:

Pierre Grimmal

Con mi zorrita al lado,
yo nunca tuve miedo.
Apegado a su seno, estivándome,
supe que no existe el chamuco.
El dolor es medio sabio,
no sabio entero; la virtud
en el saber se origina.

Si ella evitaba la expansión
de cada mirada astuta echada
sobre el mundo, sus crías,
su madriguera, yo me adaptaba.
Entendía que escasea el alimento,
pero el amor compensa.
La piedad del animal es misterio.

Yo nunca tuve miedo.
Era impasible, como el amor requiere;
era bravo también, ante el depredador
que violenta y te quita el territorio
y el lenguaje y te persigue.

Aún en las casas embrujadas
de la historia, la infancia de las cuevas
y del conocimiento, la noción
de astucia y autodefensa,
con bendición me nutrían.

09-12-1990

*

La arcaica alegría del asombro

Hay una vieja alegría en el mundo,
o sí, en la geografía, en la memoria
de mis manos y brazos y piernas,
en la piedad inocua
de alguien triste y cansado,
con dos ojos soñadores
como los que he tenido...
ay, y ahora soy...
tan pobre como para pedir silencio,
tan rico como para vagar en años.

Necesito el sol sobre mi boina
(tengo dos ojos y todo lo bello
se los acredito, ¡cómo me han obsequiado!)

Todavía tengo un árbol al que digo:
¡Me asombro!
y una dulzura de mujer
que se conspira en antojos
y su canción es mutua.
Se nos vive en los labios.

Tuve cuanto quise y pude merecer
¡menos esta mitad de la muerte!
que vuelca el horizonte, de repente.

Me ensombrece. La tempestad amanece
con sospecha de asalto y alfileres
tan intrusivamente que estoy aquí
ante una tumba abierta, con mi nombre
y mis rodillas, tiesas y selladas.

La ronda del pájaro negro
saluda en mi piel, sólo arrugas
y polvo y lentos pasos y olvidos.


*

Zu-sein / Habérselas

Util es todo aquello de lo cual uno se puede servir: Martin Heidegger
Zorrillo tonto, despojado, soy.
Clueco entre nidales y empalizadas
pío, zafacón del tenderal, huérfano perdido,
ser en extravío, cantáro lleno
de todo y nada, en zafariches, muino.

¿Dónde estás, Pastor,
que en descarrío te llamo?
¿Cuál es tu presencia, Zorro viejo,
que en el lenguaje me pierdo, sin sustancia?

Enséñame, Zu-Sein, los quiénes
a que hablo, si soy relativamente a
no sé qué mansedumbre.
El rasero me trajo de narices.

Si el existir es habérselas no existo.
Si encarar es vivir yo estoy agonizando.
Si hacer frente es palpitar, yo estoy inerte
y me apago en el mundo tenebroso de los útiles.

¿Dónde estás entre el Delfín y el Cisne,
dónde te constelas que no te veo
ni en el Sur ni en el Norte?

Zorro viejo, padre del perro bravo,
autor capcioso de la fuga
y rival de las cárceles del mundo,
muéstrame los peces con el cofre de hueso
y sus agallas salvajes y el poderoso escudo?

Díme qué existe debajo del pantano
y cómo se aúlla de rencor
en los desfiladeros.

4-2-1976

*

El zorro herido

La patience est amère, mas soi fruit est doux: J. J. Rousseau
No es que esté feliz, o que sea fuerte.
No es que mi carga sea ligera y leve.
Yo soy sólo una herida,
la más abierta que curarse espera,
proceso sin atajos,
momento dialéctico del ansia.

Como una gota soy sobre la peña.
Como un rictus del labio
atrozmente humillado y como ojos
por el llanto, ciegos.
No me resigno en virtud ni en tolerancia.

Ahora soy más frágil que heroico;
mi voluntad tiene cortado el hilo
y pende de lo amargo. El no puedo.

Transita por un filo de navaja; en lo profundo
puede que lo reciba el abismo.

*

El zorro resignado

No es que fluya la fe y adrenalina por cada poro.
No que no quiera entender, no que no
se lamente. No quiera ser mártir.
O que falte un rencor si es necesario.

¡Es este orgullo!
Tan solo eso, orgullo que prefirió vivirse, perdurar,
gafar su misión ,sea o no la vida miserable,
incógnita de retribución en la desgracia.

Es que hay cosas que no tienen remedio.
Vivir es una de ellas, vivir su angustia
si la hay; vivir su premio, si existe.

23-9-2005


El paciente heroísmo de vivir

La paciencia comienza con lágrimas
Y, al fin, sonríe: Raimundo Lulio

¡Cómo enseña esa desgracia cotidiana,
esa apariencia de vida transcurrida,
miserable vida al borde de la vida!

Cada desprecio se madruga.
Y no muere en la tarde como esperas.
Cada tristeza prevalece en la noche.

¡Cómo desorienta el desamor
sobre el odio que dispara en tu colleja;
un frío gatillo de abandono, una navaja
traperamente cuchillera!

¡Cómo enseña en torno a
qué estrangula o hiere bajo piel
sin darte finalmente la muerte!

Es como la mueca de la chanza
y la miseria a la sorda que te sigue.
Es como el sufrir un poder destituyente
que te abate o ser un pájaro de cuentas
que las debe, mereciendo viles callejones.

¡Cómo instruye el dolor antes que puedas
sonreir, cómo te dice la vida que llueve
sobre mojado, que es más duro lo contínuo
que pegarte tupido, en intensa molicie,
hasta que te metas en la concha en agonía
y te viertas de oquis en los huesos.

¡Ay, paciente heroísmo de vivir
siendo la queja muda, el silencio, el olvido,
tus reverberaciones, tus lágrimas en fuga!

23-9-2005

*

En oscuros corrales de mentira

Ni la razón ni la intuición pueden captar abalmente el ser de lo que se encuentra: Martin Heidegger
Porque, en oscuros corrales de mentira
y, en guaridas del monte,
mi rival hizo ciudades
y perjuró: ¡a la zorra, candilazo!
yo persisto con mi cabeza ancha
y con mi hocico agudo.

Soy un perro salvaje,
aún dueño de mi olfato.

Los entes manifiestos vienen-ante mis ojos
y yo no los persigo; pero a las aves de corral,
con cluecas mañas de Bezug
e hipócritas ardides, referencialidades,
yo sí las cazo, voy por ellas, las espanto,
las muerdo y que se vayan, digo.

Su humo incomoda mis zorreras.
Habitan cerca de mí
y a su aroma nauseabundo
yo detesto.

Tengo las orejas empinadas: ¡soy todo oídos!
y desnudo me deslizo con sigiloso paso
y me sigue la cola más larga que mis patas.

Largo y abundante, mi pelo y con él,
nazareo, nazco, crezco, muero,
¡pero ya son muchos los zorros desollados!

¿Y qué será? que me duele por instinto.
¡Pues que no soy intuitivo, entre otras cosas!
¡Que con dolor y con angustia aprendo!

Y a la gruta del desfiladero llamo geografía
y serme-anticipado en mi avanzar, astucia,
mi gramática parda, lo aprendido...

Porque, en oscuros corrales de mentiras,
me exigieron que sea yo su buen vecino
y adormecieron la zorra del sí mismo,
mi soluto, yendo a desollarla
a mis espaldas, aprendí a desconfiar
de entes a la mano.

El arte circunspecto del rechazo, a ver
en torno al zabulón de los corrales
y andar por el Umwelt de su Matoco,
he aprendido.

El mundo circundante de estos invasores
del estero es mi peligro: falsos e inconstantes
son como el yagrumo.

Necios quieren mis zorrillos,
mansa, mi hembra, crédulas las niñas de mis ojos.
Van a zorrear mi madriguera con sus corrales,
van a canjear mi astucia por razones
y yo persisto con mi cabeza ancha
y con mi hocico agudo.

12-1-1976

*

Ofrenda quemada

Painfully hot temperatures activated not only areas long associated with pain in the brain. but also areas previously believed to involve 'reward circuitry': Dr. David Borsook
La recompensa profunda
(la que muestra el Tesoro más allá del capricho,
la que estuvo con la sed de la raíz, sustentándola,
y fluyó como un río con rumor ontológico),
la alegría que no viene por dinero
ni por sexo ni por la boca llena de alimento
ni por el circuito excitatorio
ni por las mafias del poder-ser-suficiente,
las compensatorias calidades del ser
son afán en la llama, lucha sofocadora,
éter que se hijifica por engendros
del Erebo y la Noche.

Dichosa la tiniebla misma
que se pervive complejamente
y se vuelve placer en un momento,
dolor en su memoria.

Por el mismo camino que llegan los cíclopes,
la furia, la angustia, la ira, la mentira,
el Tenebroso Caos duele,
pero también se consuela.
Uno cree que luchando se conquista el olvido,
se disocian los pasados, ¡pero no es cierto!
Placer y dolor se vinculan y se abrazan en el fondo.
Las reacciones a la guerra y al amor
se queman juntas sobre la misma pira.
La experiencia emocional son, al fin,
un soluto, los bienes más profundos.

9-9-1990


*

La niña hermosa y el viejo

Has pasado por la calle sola.
Como un anheloso adoquín
gocé tus pasos, miré en tu coxis
y me llené de una memoria
que ya mi vejez lame en el alma,
en los ojos, en lo incógnito
en la sideralia de luces fatuas,
pero es supremo el agasajo...

¡Resurgieron deseos de abrazar, acariciarte!
... aunque no se pueda, orgullosamente,
mirar a tu rostro y darte nombre
y quererte con toda juventud.

En la anonimia, eres la coherente inmensidad
que nos separa, el grito insolente,
el cobarde arrebato de la chusma,
pero no pierdes nada.

Tus muslos son retruécanos de luces.
Tu talón una sandalia de Mercurio.
Tu vulva ha de ser la morada de los dioses;
tu belleza está prohibida
al polvo que se vence en la molicie
del mendrugo, a los tiempos derrotados
de la arena, a la dureza aborrecida
por rencores e ineptas ansias del caos.

La virtud que algún día se aproxima
hasta tu alma te bendecirá igual
que yo cuando estoy ciego;
pero, si estoy preso en tí,
tentaciones de tus caderas y te gozo
y porque meces el gozne del gravitón, te amo
porque juegas con las polaridades.

¡Ay, ya te puedo querer sin que me quieras,
ya te puedo tentar, sin que me tientes!

¿Quien pudiera ser tan joven como tú,
quién, sombra perdida y perenne?
¿Quién saltará del adoquín, gris o negruzco,
por tu origen tu estrella, quién haría
del rojo de tus uñas su pequeño beso,
y sobre la araña de tu clotis,
en tu esquina más alta
treparía en aras de cielos de Nut,
aferrado a peldaños y deslices
de muslos, de nalgas tersas y túrgida
y, ad initio, tus adorables piernas?

*

Las vulpejas

Cuando saltas delante de mis ojos,
cuando irrumpes, ente manifiesto,
y das en las pupilas,
eres un golpe de la brisa con aroma
y una mariposa y una noche y me encantas.
Por lo general, evocas el perfume
y la tibia forma del muslo
y la armazón de huesos
relajados y fluídos.

Tu estómago cubrirá mi piel
como arcilla que se lava en barranqueras,
o cascada que baña dulcemente,
aunque huelas a yagrumo a mis espaldas
y te pierdas como gacela, apurada
por tu rumbo de malezas o escondrijos.

No me gustas por eso
porque te vas y tu encuentro es más breve
que el silencio y menos duradero que la aurora.

... pero me gustas, zorra,
porque conservas la astucia de vulpeja
y husmeas la madriguera de la calle
en la ciudad mundana y en la plaza
del cuidado circunspecto, te temporas.
Te surtes con vestidos de lujo
y de marrana, si te place.

Te engalanas, asqueada
o cómplice, del orgasmo ajeno.
Te obsequias provocante y provocada.
Azuzas con lockeano sensualismo,
te enciendes como motor de sexo, talonera.

¿Pero dónde, mujer, serás tú más amada?
Me gustas, nulípara, y no quiero pagarte
porque en tí está escondido todo lo que quiero
primariamente mío, hormonalmente santo,
tus críos con su lenguaje puro
a menos que los vendas,
lo mismo que a tu cuerpo.

Te hallaré como el zorro
que no vende ni compra su presa.
La persigue.
Se cerciora si conservas o escindes
tu luz de fe y malicia,
tu fuego-amor e instinto,
tu pez ígneo de lealtad
en los montes sagrados de los días.

No vayas por fuego fatuo y por ventaja
a los ojos del salvaje, que él no paga;
él muerde, acosa, organiza,
desespera, se angustia
y en su mundo no existen las monedas
ni el fascinum ni el escarnio;
no pagará las deudas no debidas
ni fundamentadas,
menos al nacón de las monedas.

Como el salvaje, satisfecho del rito
pezuñas clavadas por astucia y por deseo,
soy el preguntante del te quiero.

Que la necesidad carece de ley,
pues me gustas por necesidad y por ella,
desde ella, contra tí y tus pareceres,
voy a zorrearte
con colmillos debajo de tu ombligo,
venceré la urdimbrada de tus noches.

Con hocico agudo lameré de tus tetas.
Donde tengas un corral, destenderé
tu cama, rasgaré tus máscaras,
por olor puro de tu aliento,
por sudor sagrado
de tu sangre, vulpeja.

Que la necesidad tiene cara de hereje.
Que huirás de mí, que no querrás aullido
entre los pobres, alarido en soledad
de madriguera, ¡pues, pobre de tí
y tu oropel y tus tesoros de recompensa
en numerata pecunia!
vanas cosas son
si un salvaje te descubre,
que no sea yo,
que voy a preguntarte si me quieres,
que voy a subirme a tus muslos
y tus nalgas hasta que pierdas
el cobre y te delates
salvaje o malnacida
del estero y el pantano.

13-4-1975

*

Posesión de la zorra

Que la necesidad carece de ley,
pues me gustas por necesidad y por ella,
desde ella, contra tí y tus pareceres.

Te zorrearé con colmillos debajo de tu ombligo,
venceré la urdimbrada de tus noches.
Con hocico agudo lameré de tus tetas.

Donde tengas un corral, destenderé
tu cama, rasgaré tus máscaras,
por olor puro de tu aliento,
por sudor sagrado
de tu sangre, vulpeja.

Que la necesidad tiene cara de hereje.
Que huirás de mí, que no querrás aullido
entre los pobres, alarido en soledad
de madriguera, ¡pues, pobre de tí
y tu oropel y tus tesoros de recompensa
en numerata pecunia!
vanas cosas son
si un salvaje te descubre, que no sea yo,
que voy a preguntarte si me quieres,
que voy a subirme a tus muslos
y tus nalgas hasta que pierdas
el cobre y te delates
salvaje o malnacida
del estero
y el pantano.

13-4-1975

*

Ganaré así el derecho

Oyéndola, sus ojos siguen siendo
menos míos, se transforman
ignescentemente esquivos,
se pueblan de pajarillos
y miradas furtivas...

... pero ya estoy aprendiendo
su secreto: ¡vocalizar lo que ella diga,
sin lamento! Querer las destrezas motoras
de sus pies ágiles y pequeños,
seguir el acervo de sus manos
que hilan y tejen, ¡qué artesanas!

Ganaré así el derecho de besarla
y seguirla con mi corazón
prendido de un hilo.

*

El invocador zorruno

El dolor es lo que invoca. En el son del silencio, en el desgarro de su simplicidad, el dolor es el silencio mismo: Martin Heidegger

Todo lo que aprendemos es recuerdo.
Aprendí tu memoria. Abrí tu poder sacro, creativo.
Te llamé entre mis ríos, lo extenso, poema lícuo.
padre de lo físico, vientre primario.

Dueles perpetrado como máscara,
carimbo marcado de pez ígneo
en rostro limpio y fugitivo.

En mi trinchera y altar cuando te invoco,
se funda tu época de olvido. En umbrales
de Tu luz, calla la sombra. Y dueles felizmente.
Mas Léthe regresa, en mostración de su esencia,
alcanza la presencialidad epocal que me habita.
Ella se perdura, se otorga y la admito.

Invoco la concernencia de su Ser, la instancia
con lo mío, en la verdad de su Cuaterna,
el juego libre y sencillo de su aparición,
misterio de su retraimiento.

*

El poeta de la fe perdida

Era yo, era yo.
No fue Novalis con sus flores azules.
No fue adelanto en llanto o dulce profecía;
no fue la reverencia a las noches románticas
de bohemia y tragos y poemas;
era yo, echándote la biga,
recordándote que el rebaño es invención
de los canallas y adaptarse, manipulación
de John Locke y doctrinas bestialistas,
alimañas thomas hobbeanas,
ácaros inmundos de sensorial certeza...

... pero estabas tú,
gozosamente entretenido con la angustia,
atento al gargajo que te tiran,
aún idealistas del descreimiento
y junto a tí el coro
de tuberculosos de la fe perdida.

Un funeral propusieron
con rito de congojas
y amor friolento
y volví a pedir: reacciona, Manuel,
acuña la alegría, tú amaste a Lola,
«bella, cariñosa, anhelante»,
amaste a Elvira, a Laura, a Rosario,
a Merced adorada, Manuel, poeta de nocturnos.

¿Valdrán ellas un poco más de vida?

*


Riquelme

Tú no eres kantiana, Riquelme.
Eres una araña peluda, el beso
del guabá, fruta tronchada.

Proclamaste: la sustancia es sujeto
y el sujeto es sustancia
y se avalanzó contra tí,
llamándote posesa, matraco del demonio,
el juicio del poder
que cela su orden sacralizado
de infortunios.

Eres la zorra, adolescente hembra,
vírgen eras, curiosita, destemplada
como la bella sustancia
de la piedra preciosa que brillaba
y los muslos abiertos y la rosa.

Hablaste sobre las cosas en sí
(que son tu herencia hegeliana,
tu idealismo absoluto, el movimiento)
y eras demasiado graciosa
para que orejas de burro te oyeran
y los Midas de esos mundos
cortesanos de murria, percibieran tu gloria.

Eras una ninfa que decora
los jardines de Wilfrido, en Barcelona,
pese a que por tí nacía la leyenda feminista,
tu canto, y los juglares por tu causa,
dijeron: Vuelve a nacer, Hermosura,
vuelve a ser vengada, zorra-niña.

7-12-1990

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Zorrillos del ancestro

Gritos de la memoria unes
al esfuerzo de los tuyo.

Te interconectan, te difunden
en la acumulativa senda del Estero,
donde están los zorrillos:
el ancestro, los primeros filósofos
con ruda laringe...

... pero en experiencia de producción
y amor colectivo, autoyuda, autogestión,
acción directa, protección: el Trabajo.


*

La cantadora aullante

Como espiral zoruna, oculta
y sediente de energía, Ella yace y acuna
el alineamiento de los soles.
Con un paño piadoso de sol de la mañana,
limpia los portales. Son doce ventanillas
con las que forja calladamente su zorrera
y ventila su cobijo.

Cobijo o covacha lo que el mundo ha permitido
que sea su casa; pero una zorra
(ésto es lo maravilloso) no se confía
en perfiles del mundo ni en materiales residuales:
la Matrix traiciona, es miserable.
El mundo deprime, da malas cuentas,
destruye, desesperanza.

Entonces, Ella es esquiva, cautelosa y cree
con más certeza en las carlancas de sus sabidurías,
en las rejillas hacia el Uno infinito, bienhechor,
que no es como el mundo, escopeta
que la caza, dedo acusador que la prohíbe.
Arma que echa balazos, fuego articioso
que busca quemarla y heredarle miserias.

Ella se asoma, se esconde, sobrevive,
se aferra, desde el prefrontal del Córtex,
al paño de sol que despercude,
al poquito de luna que la apiada
cuando la llaman fregona, criada y gata
de los Terceros Mundos.

Mas, desde ya, recibe el ADN del clamido,
esa carlanca de esperanza
que jamás entra al chantaje y al temor.
Alma revolucionaria tiene desde al biología.

Y la veo, en medio de las dobles hélices,
visualizando el porvenir, mutándose, adenoica.
para estar la altura de los cuerpos emocionales
y afectivos, capaces de entonarse a la galaxia.
La presiento, serena y cantadora
como es desde hoy, y tan capaz
de hacer maravillas mañana como la verdadera lideresa
del amor entre los seres, sea zorro o sea lobo,
sea tigre, león, o escarabajo.

¡Qué maravillosa eres, Neshamá,
zorra mía, hembra del tercer pilar del ADN,
animal cósmico, solidario,
socialmente fraterno y armonizador!

Ella es mi zorra entre las dobles hélices
de las semillas vivientes arrojadas.
Ella pertenece a Quien no pierde la memoria
de su Origen, a la cantora aullante
de la Flama de Ascenso y asciende desde sí,
tan subterránea como estuvo como rayo codificado
para el Fénix y renace de sus oscurecidas
plumas aún después del derribamiento.

De «El zorro y sus carlancas»




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