Friday, December 10, 2010

Parte Una / Las zonas


Parte Una
Lo nutricio y los estímulos ontogénicos





Estímulos ontogénicos

Creo en el estímulo que es señal de erotismo
y veo a los hombres con mujer y los bendigo.
Roja en el cielo de la carne, la sangre es armoniosa
y con la guerra, olvido y adrenalina, fin del reposo.

En el beso de Psique creo
pues ella es capaz de llevar hasta Eros,
la esperanza, y su mensaje
a las collejas más profundas
de Mercurio, y da de este modo
trámite al feo lo mismo que al odioso;
Eros que sale al fenotipo
lo mismo que al lamento,
Eros ontogénico que se gloría
en las causas inmediatas internas
de estrategias vitales migratorias
y en la filopatría.

De plano, creo en la danzante,
niña alegre, jaladora, jocunda,
en coros que la ritualizan, en imagen
que la funda en la carne y la historia,
en el destino, en el folclor que la oscurece,
en semblanza eterna, transhistórica,
que la justifica, pues en valor adaptativo
somos por comportamiento
y hay que quemar con luz y aceite

el pecho de Cupido
y ser el cupidín de la leyenda
para dar a ese clamor todas sus voces.

*

Behaviorismo

Yo no sé decir todo lo que quiero,
pero, desde mi bastión de nervios y de células,
me habla un tal vez, que son los hábitos,
que han mordido de mis huesos su sustancia,
y pregunta a las memorias de mis sensaciones
su por qué que se escapa,
se prohíbe, su cómo
que tiene sus afanes,
tanto como yo los míos.

Estos estímulos privados, los que yo pongo
en códigos de dudas,
en engramas de anhelos infinitos,
¿por qué no se completan?
¿se explica así a la angustia?


II.

¿Cómo funciona la mente que tengo contenidos
ya apriorísticos y marchas que realizar
y estoy en pausa?
Aquí clavado estoy como cariátide.


¿Qué van a hacer conmigo
ahora que no me dejo predecir
ni controlar, por falta de modestia?

Los que piensan que estoy equivocado
cuando organizo mis caprichos y pregunto...
¿hay raíz en las aguas de lo maravilloso,
o el mundo es este tarro, a mi diestra,
con vómitos y náuseas,
el comportamiento diseñado que deploro?

*

Nutrición

Me nutre, a diario, el vendaval de unos ojos salvajes.
Son de mi hija, sangre soñadora, que ya duerme,
diablilla del porvenir que está en su cuna, mi alegría.

Al lado, cómplice del mismo recodo de su nido,
su madre, cuyo torso respira tan suavemente
y adorable como el primer día,
­¡oh, madre dormida!
y adoro sus túrgidos senos
y me encanta besarlos.

Es que canta su corazón tras lindos huesos
y lo terso de tu piel es mi cosmos.
Su montículo de musgos, su sexo, es mi rezo
para la multiforme diversidad de la Natura,
el templo al que voy, apasionado de epicureísmo,
y no a creer, con tonto rito,
sino a sentir para creerle.

Me hundo debajo de su ombligo
y me devuelve, célula por célula,
las más profundas certidumbres
por las que me oriento.

Me revuelco a gusto dentro del lodo cósmico,
porque creo en sus semillas y en su testimonio,
la Hija que me ha dado.

En su fe siempre hay semillas,
hijos con porvenir,
continuidades...

Octubre 1992

*

Soledad primicial

A nadie tengo aquí en la sombra de mi piel
sino a las bestias, al ave, al jabalí;
a esos nervios a los que doy celada
para no estar solo, aislado, en suspenso.

A nadie tengo que escuche y comprenda
la gratitud que me inspira lo vivo.

2.

Ofrendo el primer canto lejos de aquella mujer
que danzó al ritmo del bambuco.
Ella me observó como la noche
vestida de sus soles
y me exhibió sus pechos de brasa,
negros como el cedro.

Y murió como un gusano que trepa
a su penacho y se detiene.
La devoró un lagarto verdinegro.
A nadie tengo aquí después de muerta
porque llueve en la sombra y su paso.

Y todo es un camastrón selvático
que depreda la voz con que lamento.
Las bestias huyeron y hablo solo.
Grito a los muertos y, en candelero,
está mi aliento únicamente
y mis ojos vivamente perceptivos
ante la rica gratitud del todo
al filo del alba y el olvido.

07-13-1980

*

La acompañante subterránea

Ahí estás, sabiduría de No Sé Qué
que me acompaña siempre,
que me sigue a todos lados sin acabar
de serte, que me das una Sombra por Sombrilla
y una Luz Oscura que susurra a mis ojos fantasías,
tu grata seguridad de Madre, tu nutricia
aprioridad que reproduce voces
e imágenes de antiguos siglos.

Tú, perseguidora del alma, señalas
un camino, das vivencias que no se sabe
si comienzan, o terminan. Tienes el cuerpo
de sedes y hambres antiguas,
hartazgo tienes de posibilidades
que cuajan sólo a oscuras.

19-08-1979

*

Como pez que se desliza

Como el pez que se desliza en la sal de la corriente,
preparado para la tarea, pregunto
por el mineral más amargo de la piedra.

Yo soy la Roca que se abre y el Soluto disperso,
democratizado, y entro a las grutas, por oscuras que sean,
con lengua de fuego y doy duras palabras
como profeta salido del vientre del océano.

Como pez, nerviosamente dulce, al ritmo
de las aguas del riachuelo, también soy
el consuelo: veo los cuerpos,
flores primorosas y frágiles.

El ajetreo del alba me conmueve.
Entonces, auxiliar es mi oficio.
Más densidad hay en el fondo de la mar, aseguro...
más violentas son las olas en las superficies.

3-6-1990

*

A la partera doña Monsa

Yo soy tu hijo también,
Monsa zorruna, benefactora
de los primeros arrullos.
Cortaste mi ombligo, recibí tu nalgada,
me amarraste el ser con la vida.

¿Qué importa quién fue mi padre,
si él sedujo a Rea Silvia
en el monte sagrado
del poder en bandidaje,
o festejó el asalto
desde un sueño menos turbio
que la ira?

Lo que importa es que nací
y navegué en un vientre
y en mí distribuyeron su realidad
con fecunda alegría...

Ahora estoy en el suelo
y tengo el propio y el ajeno sustrato
y Doña Monsa ha filtrado
bendición a mi semilla.

Mi presencia está en la casa;
lloro en los espacios,
aún con ojos cerrados,
y sigo vivo, con el olor a Lupa
en el recuerdo, y la gemela batalla
con serpientes de mi ecología.

09-12-1990

*

Lo prohibido

En la búsqueda erótica hay siempre una dimensión autoerótica movilizada por la vida fantasmal. En esto es en lo que estriba su car cter de señuelo, es decir, que el objeto soñado, el objeto fantasmado, ser siempre más rico que la realidad, de manera tal que abrir perspectivas infinitamente insospechadas: Dr. Guillermo Pozo, M. D., psiquiatra docente, Universidad Central de Venezuela

Hay un incesto cósmico / grato, protectivo,
sin agresión, in incestus divino, voluntario,
que no se apropia del otro. Es incesto inclusivo,
telúrico, en-Teo, en tí, en lo Real,
pleno hasta el inferus predio.
uno que funde, que acaricia, que nutre,
que no es condena que escinde
con la que alguno dualiza, transgrede,
castiga. Sale a buscar lo numinoso,
ya teniéndolo dentro.
Es luminosidad del Ser
y realidad del ente.

Este amor es intenso y eleva, por tanto,
los placeres, y anula hasta neutralizarlos
impulsos violentos. Quita de verdad la tristeza,
la amargura, los celos, los tormentos

No es una posesión. En ese instante,
todo lo vivo es tuyo, toda la bioqu¡mica se hermana,
se acuna y la agresividad no existe.
Esta es la verdadera cuna que deleita la Nana,
con música de esferas, con perfecta sinfonía
del Prana. La angustia nunca es deliciosa.
Es mentira. Es la lactancia de lactancia.
La perfecta coincidencia de los seres.
La multiplicidad de Ser Madre-Padre-Hijo.

El que tiene una culpa oedipiana
(y se afana en buscar lo prohibido, mal hijo es).
El es un parricida; todo lo puede ser, menos sublime,
todo lo puede conocer, menos lo erótico.
Todo lo puede gozar, menos su madre.

Nada hay más triste que la satisfacción diferida
de estar en lo prohibido, anulado en la exogamia,
falseado en el incesto, nada más angustiante
que saberte reo de su propia raíz y oscilarse
en el engaño de desear ser deseado
y no lograrlo; y entonces ir a urdir como un paria
la ceguera de los ojos, la falsa luz de un delito,
el falso consuelo de un engaño.

El deseo (deseo del otro) es mérito,
no regalo; es un nivel divino, es transparencia
de la bondad gigante; entonces, todo viene a tí.
Todo rompe la gris monotonía de lo que vivo
se quiere y parece negado, tabú,
prohibiciones.

Todo llega a tí cuando tu en la Cesta
de amor, lo llenas Todo, no para un bruto, violento
regocijo; para contemplación. Para Delicia de ambos,
cuando un Tú dice a lo Otro, Eres lo Divino
y Yo te pertenezco.

12-02-1980

*

Incesto solar

En todo vientre estoy.
Debajo y encima de tu Lengua
me duermes, tú, sol cuando me das el rayo
y la tibieza, me despiertas y, enseguida sé
que tú me lames, tú, sol, estás
amando a mi Madre, la tierra.
Me estás coparticipando en el amor,
a mí también con tus labios...

Ahora siiento el peso vibratorio del sexo
sobre la cama verde de la aurora,
tu energ¡a me ha perseguido dulcente,
se fue al río cuando me doy chapuzones en el agua.
Tú me das la Madre como amante
y me penetras en el calor de la sangre,
en temperatura fresca de tu aliento.
Y cuando besas a ella, tú, sol incestuoso,
me tienes a mí, tu hijo, involucrado a priori
en tus amores. Me acaricias.
Tú eres mi incesto solar y me doy cuenta.
Y no protesto. Estoy agradecido y te amo.

18-02-1980

*

Exogamia

No. No se puede huir por más ley de exogamia
y prohibición del incesto. La vida nos alcanza
a donde vamos. Nunca se puede ir lejos
ni ponernos un tabú como condenas.
La vida ama, jala, junta, mezcla
y todo lo hace bello, deseable y deseado,
uno lo quiere conocer desde los poros,
respirar desde el aliento,
en suma, lo hace la dicha absoluta,
lisa y límpida como el vidrio más fino y transparente.

El gozo de la vida es cópula indecible,
tan rica e inefable, eroticismo.
Uno no sólo deja de ser incestuoso
con la muerte. Sólo los que niegan la vida
y la violentan separan
este dulce equilibrio de lo vivo.

22-03-1980

*

El erotismo sincero

El lugar donde quedan abolidas las diferencias de los mundos interior y exterior, donde la ilusión y la realidad se confunden en una necesidad constitutiva, donde la llamada al otro se nos hace presente en raz¢n misma de su ausencia, ese lugar de las fronteras invisibles es el deseo: Dr. Guillermo Pozo

El objeto real que sea Tu Deseo sin fragmentaciones.
Un objeto que tenga plenitud,
aún sus defectos... Quiere así con la abundancia
de tus ojos, con todos tus oídos, con el pleno
de tus dedos, pálpalo. Indícalo con alma, por igual.

Házte despierto la imagen de lo que no quieres que lo robe otro.
O alguno lo prohíba, o te quite el derecho
a disfrutarlo; habla a tu deseo porque es un ser vivo.
No susurres a medias si le díste su nombre,
Sé claro, sin mentira.
Mándale del amor que lo complete.
Añádele una memoria si es que le falta.

Sácalo para que tenga el deseo
de relaciones primordiales contigo.
No lo interiorices para desfigurarlo.
No lo margines en un autoerotismo
pernicioso y culpable.
Si está en lo real, ábrele espacio.
Invítalo a que esté contigo.
Díle que tienes una cesta infinita
para darle amparo.
Que nunca le harás daño.
Entonces, estarás hablando
con sinceridad.

14-02-1981

*

Todav¡a hay lirios



«The lily can signal growth, development, and a quality
of innocence in our lives»:
M. González Whippler

Gracias a que nada es tan fértil como la inocencia,
aunque haya fiereza y ventisca en el campo,
en patios de las ciudades, en jardines,
hay vibración de lirios y amapolas que nacen cada día
y germinan con pureza.

Todavía hay lirios y se observan en las ma¤anas,
no como flores frágiles. Hablo en torno a lirios cantarines
y nerviosos, con puro afán de exponerse a la brisa,
pero son vulnerables, es cierto.

Casi siempre se cuidan en la orilla y se derraman
como canto del agua sobre la inmensidad del prado
o la llanura; yo sé‚ que la calle es una selva,
pero yo veo los lirios, pétalos hermosos y aromados
de sol y me brillan las pupilas de contento.

Hay lirios tan libres que uno sonríe cuando pasan.
Ellos te devuelven noción de belleza y esperanza.
Son puros. Puede que dejen de serlo
(con el tiempo y por causas de fieras y ventiscas),
trágica es la depredación humana, infanticida,
pero todavía el lirio conserva la inocencia
y va a la escuela y se alegra al pasar
la casa frente a tus ojos.

Siempre gráciles, en ufanía, saltan, alborosadamente,
al regresar al campo. Esos niños que son lirios
y esas niñas, amapolas.

23-03-2000

*

Para reinventar los Altares

Yo pondr¡a en el Altar de la iglesia de mi barrio
no una virgen que llore lágrimas de sangre.
En la Rotonda del Congreso no el cuadro
de un patriota de expedientes siniestros,
sendos militarotes, o esclavistas, o mediocres creadores
de Constituciones que ni pintan justicia ni cesan
las opresiones. Cambiaría muchos cuadros
del museo; muchas pancartas y avisos de neón
en medio de calles o paredes iconográficas
de inmundos y nebulosos mensajes.

Volver¡a a crear el altar de la Santa Dopamina.
La ilustraría con su manto de catecolamina,
con sus manos en libro que investigue
secretos de su trono glorioso.
en el sistema nervioso, su centralidad orgánica.
Si alguna estampa surgiera, sea una que diga
en letra impresa y clara: reina del hipotálamo,
señora neurohormonal de la alegría,
protectora del lóbulo anterior de la hipófisis.

Ella es la Vírgen que no llora,
que no enseña a sufrir y andar de boba
sin hacer algo útil y compensador
a quien la mira.

Ella es la verdadera heroína que quiero
en la Rotonda Congresional,
predicando salud a las generaciones.
Es quien merece memoria de arte en los museos,
notoriedad agradecida y devocional
de quien pase por la calle y mire las pancartas.

Ella es la verdedera dueña del corazón
de púrpura y servicio y la verdadera concepción
que no requiere milagros esotéricos,
porque es inocencia productiva, madre santa
de la Dicha, cognIción, alerta.

16-10-1986

*

Los terrioristas

¿Por qué‚ no hablan sobre los verdaderos terroristas?
Los que realmente están en casa, hasta en el doméstico
paraje, bajo el pelo, o el cuero cabelludo,
por qu‚ no sobre ellos, quienes dinamitan
esa cantera proactiva con que el placer se enciende
bellamente y la motivación se enaltece?

¿Por qué dejamos que el placer se secuestre?
Si. Donde el desánimo comienza a urdir su terror
es en medio de las cejas, pero cerebro adentro,
cuando agentes subversivos dilapidan
el cúmulo atesorado,
ese fisco sagrado
de nuestra dopamina.

De veras que hay que declararles criminales
a quienes subyugan el sistema de placer
que beneficia al hombre. Criminal al que ultraja
a la Santa Dopamina, la tira sobre un colchón
de soterrado sentimiento por lastimar lo gozoso
y vencer así los resfuerzos que el organismo
hilvana para edficar felicidad posible, su dicha.

¿Quién esté en las reas septales,
laterales interiores como vigía del seso y no protege?
... pues sólo busca el ATV como a una placa rival
grabada en muros, quién hay protector
del nucleo de Accumbens, ¿qué pandillero
llama Territorio Querido a la amigdala?

Ninguno. Los sabuesos / dizque guardias /
no protejen el tubérculo olfatorio ni el neocórtex
y eso que se llaman Policías, agencias
de servicio y seguridad doméstica.

No. Al contrario, están papando moscas
y los terroristas en faena: tirando cocaína,
nicotinando, haciendo anfetaminas.
Jodiendo a los estímulos neutrales,
ultrajando la Santa Dopamina.

12-08-2000

*

Los niños dopominales

Alumnos aprovechados, queridos en mi escuela
en la corteza frontal de la Dicha, son mis niños,
adictos a la cognición, al amor que aprende,
que compadece, que se asombra,
que inventa ríos, o los recanaliza en flujos
de información generosa.

Como manantiales de dopamina
son los niños del futuro.
Estos que no forman desórdenes
a la hora del recreo.

Y me gusta observarlos tan neurocognitivos:
siempre atentos, hábiles por nutrida memoria,
concentrados, resolutivos, llenos
de imaginación y esperanza.

Riachuelos son. No lagunas estancadas
ni pozos con pantanos interiores.
Fluyen cantarinos, felices.
Son la transparencia de la dopamina.

09-09-1986

*

Los embrutecedores

«A ruffled mind makes a restless pillow»: Charlotte Bronte (1816-1855)
Es cierto que hay niños malcomportados,
se van de pinta con embrutecedores.
Dizque van por por recompensa,
pero llegan cansados, siempre soñolientos,
abúlicos, atontados, necios, con mala leche
de nalgones, patigordos, inatentos.

Y puede que los ni¤os de mi escuela
en la corteza frontal de la Dicha no lo sepan;
pero yo se los digo: «No vayan con esas compañías.
Perderán la alegra, el humor, la gracia
si lo hacen. No vayan con embrutecedores».

Y se los defino. Doy todas las señas.
«El embrutecedor embrutece al que con ellos
comulga, o colige: el embrutecedor
es quien te quita dopamina.
El que te ofrece polvo blanco y heroína,
esencia de química amapola,
bloquea tus manantiales. Quien te inhibe
con vicios, que no necesitas tú, te embrutece.
Te quita tu transporte a la alegría.
y así te roba la riqueza que tienes
en la corteza prefrontal de tu energía.
Te lleva el cerebro al culo.
Te deficita, te desordena, te entristece».

09-09-1986

*

Asesora de todos los distónicos

La directora de la escuela en la corteza frontal de la Dicha
no es esa Vieja Canuta, inventada por necios de la tele,
no es la gorda cascarrabias, harta de taquicardias,
con regla en mano, azotando a diestra
y siniestra el mero asomo de sonrisas.
No es la rígida joven profesional que sabe
mil teorías y ninguna funciona.
Esas son alhacuetas burocráicas,
sabias a la violeta.

Esta no es la escuelita de Jorge ni de viejos payasos.
Aqu¡ las directrices del aprendizaje descúbranlas
adentro de sus almas, o en vías dopaminárgicas.
Esta es la escuela de los «separados».
Santidad es ser electo por la sustancia negra
en círculo encefálico, donde sólo existe
por regla que no castiga al niño:
evitar distonías, proteger ganglios basales,
proteger el control de movimientos
que dan gozo, que motivan, que alimentan
el amor por el aprendizaje.

¿Y saben, niños de la corteza frontal de la Dicha?
Eso se aprende y se enseña, pero no lo esperen
de la vieja gorda, de la jovencita engreída
sabihonda, burocrética y rígida.

Sep rense voluntariamente
para la esperanza:
la nueva pedagogía.

16-10-1986

*

Declaración de las primeras impresiones

a mi mamá y mis dos hermanitas,
Rebecca y Rachell
Hay una esencia serena, mujer.
Me la da tu sonrisa como un leve reflejo
que transparenta el alma.
Comienzas a obsequiarme sin premeditaciones.
Me siento protegido, confiado, por esos labios
que no bostezan ni aburren.
Que no tienen torcidos dilemas escondidos.

La primera impresión para quererte
son esos músculos del semblante tranquilo,
sin misterio, o engañosos enigmas.
Sonr¡es y te he sentido mía
como si me besaras.

2.

Tú vienes con tu cordialidad y está bien
que lo seas; pero lo cordial se calcula,
se instruye, se posa y hay gente cordial
que es ladrona y asesina, egoísta, superficial,
gente que no equilibra la virtud
acorde a muchos avatares de la expectativa.

Gente que es mejor no tenerla por rival.
Repentinamente, la cordialidad se les transforma
con la imprevisión de las primeras pruebas.
No es cordialidad por lo que juzgo yo
ni a las gentes que me agradan lejanas
ni a las gentes con que quiero profunda cercanía.

3.

Te conozco inofensiva y me das miedo.
M s me agradaría que pueda hallar un signo
dulce y provocador de adrenalina.
Conozco tantas moscas muertas en la calle,
seres cobardes y agachones, gente que tira
la dignidad a las cloacas; ­ay, tu beso inofensivo
no me gusta... No me dice tu cara que habrás
de hacer defensa de mi casa, que has de ser fiel
a lo que sea el tipo de lucha que nos rete.

La vida es dura. Batalla pues. Que sepan otros
y tú misma que a veces hay que matar las tentaciones,
que hay sacar las garras y dejarse de poses,
ese posar de cucaracha muerta, en vez
de huir, si es necesario y volar con fuerzas de águila
o atacar como gata bocarriba.

No seas inofensiva, sé benévola y justa,
saca las vivaces agallas, marca el límite.
Dí que vales, que tu aparente paz
puede ser una guerra, una causa,
lealtad activa para quien sea tu amado.

4.

Yo sé, mi amor, que uno juzga desde lo que es
y lo que tiene ya aprendido.
Y las zonas del carácter engañan.
Tiene sus laberintos; pero, ahora que te he hallado,
¿dónde tu curiosidad se hallar con la mía?
¿Qué‚ haremos para no aburrirnos si nada
quieres aprender, si te veo tan satisfecha,
tan reacia a lo nuevo, a lo viejo, a lo presente?

¿Dónde, mi amor, tu curiosidad
alcanzar lo profundo que te ofrezco,
yo, que tan livianamente me acerqué
y te dije acompañame, vayamos juntos
hacia alguna aventura? ... y has comenzado
por decirme, no te compliques la vida,
aquí estamos bien, tenemos todo...

¿Todo? ­Menos tu atención,
menos un encuentro con lo que yo
filtrar¡a hasta lo profundo de tu alma
para poder designarte: Compañera.

5.

Te dejo porque eres toda virtud social,
esclava de cada expectativa de poderes
que no son auténomos, interiores,
legislados desde el fondo del universo nuevo,
sorpresivo, ambicioso; lo nuestro, lo anhelable.

Todo lo quieres condonado al qué dirán,
instituciones que han regulado nuestras vidas
sin darnos ni lo mínimo ni el saludo.
Sólo piden, esperan, controlan.
­Qué bueno que no debemos nada
a ese mundo, que aún ser posible
que acusemos su cordialidad
de recuas por chingaqueditos, hipócritas,
malversores del aire que juntos respiramos.

No me hacen falta, te digo, y te dejo
porque los defiendes, quieres ese mundo virtuoso,
rutinario, te conformas con cotidianidad de sierva
de los otros y mi mismidad
se va quedando seca,
con sed que no colmas tú ni el mundo.
No te asomas a mí y me tapas el pozo
de la compañía que me complementaba,
tu alma que en prncipio fue esponja empapada
para darme su corazón de agua,
manantial de amor profundo.

Te dejo. La soledad sin tí sería menor
no sabiendo que estás con ellos
sin estar conmigo.

6.

Hay extrañas coqueterías en tí.
Tenías que ser mujer para ser así
de encantadora; qué linda niñas eres.
Creces, envejeces, no se nota,
porque no pierdes el alerta, la viveza,
la alegría, forma femenina de alborotar
dulcemente el mundo.

Con tu ajetreo todo, todo lo magias.
Con delicadeza de hormiga o de avecilla cantadora,
o de afanes minuciosos, en todo forjas
la fiesta de besos y de cantos. En todo
pones la risa, recomendaciones,
cautela protectiva, en todo quieres ser madre,
y niña a la vez, o una anciana curiosa.

­Cómo crece extrañamente
la edad de tu cuidado, esa vanidosa costumbre
del ornato! Todo debe ser limpio, estético,
por más humilde que sean los recursos
y es que así eres, la inocente coqueta que adorna
la vida como si fueras una flor en lo más alto
y noble del ramo, el árbol de nuestras vidas...

7.

No eres la más elocuente de las mujeres
que yo he conocido; tú lo admites;
pero eres buena y justa. Sabes cúal es el rival
que nos asedia: ese poder corruptor
de la ambición dominatriz que no lleva
a ningún lado, pero se viste
con discursos y moral,
palabras huecas que incentivan prejuicios
y temores... tú sí sabes
que no necesitamos organizar muchas palabras
para decirnos: «Te amo»;
no necesitamos exhaustivas razones
para ser misericordiosos,
que a veces es inversión
dar lo que nos sobra, que a veces restando
se suma.

No eres la más inteligente mujer
con que me he topado.
A la Fe la llamas tu Ciencia,
pero a tu Sabiduría la llamas el Trabajo.
Tu dios es tan simple amor sin teología,
quererse cotidianamente con las simples preguntas,
¿tienes hambre, comíste, te sientes bien?
Te veo triste ¡­ay, amada mía, yo no cambio
esa elocuencia tuya, casi de simple campesina,
por nada que dicten academias y congresos.

No cambiaría tu femenino ser
por nada sublime que me prediquen
las publicidades del mundo, ni tu fe
por recetarios ni hegemónicas pamplinas
del discurso social que organicen
la nación o cualquier imperio del mundo.

8.

Yo sé, amada mía.
La gracia natural de los cuerpos cautiva.
La simpatía en la mujer es como un gancho.
La hermosura jala más que una carreta
Las hembras afectuosas, fácilmente,
son como el anzuelo idóneo que nos caza,
empalagoso fruto al final, aunque antes
nos atrapa y a veces nos tira y nos rechaza
cuando más seguros y gozosos presumimos.
Esta belleza es mía.
Esta nena es mi lazo.

Uno se emputa hasta con lo que no le conviene.
Hay gracia, simpatía, belleza espléndida,
que son sólo genética reinante,
pura hembritud pagada de sí misma,
dándose su precio con los mejores postores
y no siempre es uno, no uno
pobre, feo, lleno de amor y de apetito.

¿Cómo librarse sin sufrir de estos apegos,
la nalga elocuente de la hembra,
la apariencia coqueta de la nada,
o lo externo, la ausencia de misericordias afectivas
que puedan, al final, servir de ancla
al corazón humano que la anhela?

... por eso hago yo estas declaraciones
de primeras impresiones
mirando en mi mismidad con temor de agua pudrida;
por eso medito sobre el amor al lado de las alcantarillas
y siento hambre de alimento espiritual
cuando veo estos cuerpos urbanos
y me da por finalmente por ir al extravío
hacia campos lejanos, con soledad expectante,
para poder armonizar toda mi vida.

27-08-2001

*

La muertte de la alegr¡a y la inocencia

A mi mamá in memoriam, a mis hermanos
Cuando fui dulce en medio del tabú
y la miseria circundante,
era porque te tenía, Abejita,
era porque eras tú
mi alegre sabiduría...

Tú sabías confirmar mis sentimientos:
yo quería al niño que llevó sus piojos
a la escuela y los echó en muchas cabezas.
En todas, menos la mía.

En festejo, me hurgarías tú
el cabello, con yemas de tus dedos,
shampoo, con yemas de huevos y qué gozo,
que me acariciaras, palmo a palmo mi cráneo...
mira si lo recuerdo que agradezco
al muchacho piojoso, el milagro oportuno
de tus manos en dulce rastreo
que me da miel de tus manos,
que me da hebras de tus bendiciones.

Quise aquella hijastra de los tuberculosos,
nieta de aquel fumador tan apestoso
y que tosía y se quedaba tieso, con su gargajo
asfixiando su pecho, sí aquel vecino
cuya mujer fue muy puta, porque Clarita
ten¡a ojos verdes y seguía flaquita, ardiente
aunque ya no era hermosa, ni medianamente jovenzuela
y su nena, con sólo pantaletas, corría a mí
y me surtía con abrazos.

Ni siquiera eran besos ni siquiera sabíamos
qué es estar enamorados
o el sentirse fascinado por algún deseo.
Eramos ella y yo inocentes y no me dijíste Echala.
Valoraste su dignidad sin asco.
Viste que es una linda niñaja sin otra riqueza
que inocencia, sed de cariño, en desaseo
tal vez y con el ombligo al aire, en pantaletas.

No había problema con bañarme
colectivamente, junto a toda la muchachería
porque es mayo y llueve y bajo el agua
da gusto irse desnudo, como en la romería
y cagarse de gozo; yo era dulce y arisco
como un gato, hambre de júbilo me engordaban
tales cosas, pero contigo era sumiso
y te podría contar dónde, cómo, qué hice
y saber que no habrá ningún castigo.

Tal vez, no, siempre, en expectativa
de tu forma que extraño
por ser tan la sutil exhortación que canaliza
el cuidado, protecciones, cautelas...

Habría podido matarme y yo decirte te adoro.
Yo contigo aprendí todo, a querer dibujar
porque tú dibujas, a querer cantar porque tú cantas.
Quería silvar como silvas, pero mi aliento o mi boca
no aprendía tu silvo; yo creí a ciegas en Dios
porque tú eres judaica y tienes un corazón
de sefardita; yo era dulce
en medio del tabú y la miseria circundante,
y me creí el más rico, el más listo de todos
y no dolía ser pobre
porque te tenía, reina-Abejita,
y por tí me creí amado del Universo entero,
y con garantes de todo tipo, así que, si a tí preguntara,
lo más arduo, seguro que vendrías
con abundancia de respuestas y soluciones.

A tí es a quien se quiso, yo sólo era una sombra
de tu paso por el mundo, sombra más muda
porque tú si sabías, a mi juicio,
la razón de todas las cosas, cada secreto
y dolor del vecindario y cómo hacer milagros de justicia.
Eres la sanadora del planeta, tú, enfermerita milagrosa,
que curaste mi ceguera con borra de café
y que sacaste de mi barrigota una legión
de lombrices y par sitos, curaste mi farfallota
y mis varicelas... ¡­Cómo de sanadoras
tus manos fueron que mi tez
fue comparada con la loza!

Y me cos¡ste la mayor parte
de mis pantalones (y camisas) y eso que eras
costurera aficionada, peluquera sin t¡tulo,
partera por necesidad de las más pobres
vecinas de aquel barrio, tú servías para todo
y yo (para nada), bueno... sólo para darte compañía.

Y, por señas tan orondo: ­¡ah, por mi madre hacendosa!
Una genia en las comunas y, seguido ya que cortaste
mi cabello, presumido: es mi mamá quien lo corta y lo peina
y me hace este gallo y esta compartidura
y me alimentabas (nunca me faltó pan a tu lado
ni algo que echar como merienda en mi fiambrera)
y, más ufano, en el colegio, anunciaría
que no recuerdo un día que me pegaras;
ni un Día de Reyes o Navidad sin algún regalo.
(­Que lo sepan las adineradas de mi pueblo:
su madre es la razón de su dicha).

Para que yo me enorgullezca no se necesitó
otra cosa que esta confianza en su amor,
el diálogo y, conste, prescindo de la idea
de que por hacerme defensa
sacó su cresca y su ira, madre de agallas;
tú no podías verme vencido por alguna tristeza,
o amenaza y por eso, casi faldero,
si sal¡as, yo quería ir contigo.

Díme, abejita, si un infierno de vuelos te ocasiona
el cansacio, oh, mam yo me canso contigo, te auxilio.
Te doy mi aliento, si te acosa el asma,
te doy todas mis alas. Las agito yo, si tú no las agitas.

Contigo el mundo es dulce aunque haya penuria...
Y en medio de lo prohibido,
¿quién me vencer o negar debida justicia
a nuestras causas? No en medio del tabú
y la miseria circundante cuando estabas
viva y yo, por tal razón, a mi alegría
la designé‚ el dulce panal de tu reino...
pero un día te perdí y contigo se fue
la educación en la inocencia.
La injusticia vino a ocultar el recuerdo,
a dementir lo que dices,
a dar recomendaciones
que no son las que enseñaras.

Estos otros me dicen:
«No dejes que una niña, hija de puta,
coquetée, se te abrace y venga
con ínfulas de novia o de amiga.
Tú no puedes hacerte asiduo de El Pulgoso,
si es quien lleva sus piojos a la escuela;
no te juntes con tal o cual palomilla,
acuérdate que la gente juzga
hasta por lo que sólo es aparente».

«¡No te digas, obrero, porque educado has sido
como Hijo del Libro, y tu moral ha de ser
santa como la Torá...
En el mundo hay conflictos, polémicas,
violencias, no te metes con él, no contiendas,
sé apol¡tico, no te arrimes ni ayudes a nadie
a no ser que te convenga...»

Ha muerto mi madre
y el mundo cambia con ella.
­Qué extraño es cuando todo el mundo
ahora me predica que vale la pena ocultar
lo que realmente se piensa...
Que hay que ser hipócrita, insolidario,
que no permita que nadie hurgue dulcemente
mi cabeza ni vea que estoy desnudo
porque el mundo est lleno de líbido asquerosa
y gente que tiene tisis, gonorrea,
vicio por sangre y malos pensamietos
y no merecen mi cariño ni ayuda...

Por eso es que estás muerta, Abejita.
En medio del tabú y la miseria circundante,
ya no tengo a mi lado dulzura, sólo recelo
y tabú y a mi o¡do, instruyéndome,
hay cosas tan distintas
a tu sabiduría...

Ahora siento, sin tus protecciones,
que los ángeles no sólo mueren. Los matan.
Todo el prejuicio y el odio militan más que los generosos.
Las abejas nacen sin alas y ninguna,
nadie, alza su vuelo ni confirma que el mundo
puede sostenerse en pos de una inocencia eterna.

2000

*

Mis peque¤as victorias

Olvídate, nena, de lo que tengo o no tengo.
De que no sea an achiever, como dices,
o sean demasiadas carencias, que me falte ésto,
o aquello, que si de apantallar con el estatus
se tratara, no soy realista, ni soy ni tengo.

Por lo que sí les reúno, hijita,
amigos todos, ex-esposas, amigas
medias putas, todas unas y fraternas,
es para que festejen mis pequeñas victorias...

... algún poemilla anarco que tenga para leerles,
una que otra cosilla que les guste
y se pueda llevar como souvenir.
Algo de música que no faltar,
unas copas, el vino...

Olviden las amarguras mayores.
Quédense con las imprescindibles.
Hay alguna felicidad novedosa
para los labios, una nana en formación
para cantar en la cuna de lo nuevo.
Sucede siempre. Ser dialéctico es ya
liberación en ciernes.

Quiero decirles que les amo,
algo de amor me traen estos 30 de diciembre.
En la Noche Vieja siempre, por costumbre,
renuevo este voto: que goce quien goce,
que lo goce, uno sin envidia, a bendecirle.
Es bueno que el rico tenga y disfrute
a corto plazo y cuando no lo robe
a quien está más hambriento, que su gozo
se extienda por los siglos de los siglos.

La mala fe, clasemediera, su envidia venenosa
que ceda, no que acreciente la injusticia,
a ser solidaria, más crítica que antes, más iluminadora,
a ‚sto la invito con el brindis
porque son necesarios los profesionales,
los ya formados; la pobreza pide, no da servicios,
no puede dar lo que no tiene; entonces,
a ayudarla a que se ponga en pies y aprenda a pescar.

Gente sin envidia es victoria,
es paso adelante, es amor social avanzando.

Las Noches Viejas yo reúno a colegas
y les digo: maestro de escuela,
sin envidia es menos pesado comprender
esa lujuria, esa terquedad de los chiquillos
y los adolescentes; sin envidia, es menos arduo
culpar a esos ricos nalgones, prepotentes,
jactanciosos y soberbios.

Escritores, poetas, quien sueña con fama
y grandes consumos, como artista hilvana
su fracaso. Las pequeñas victorias son mejores.
Son ritmo diario, son consciencia consuetudinaria.

Hay que darles sus lugares en Navidad,
sus peque¤os perdones, a todos; no mucha gavela
porque algunos ricos / o caudillos del pobretaje /
son asesinos, sicarios, hampa de ladrones;
pero son humanos y se ponen viejos y sentimentales
como los revolucionarios.

El que sea altruísta de verdad, por m s ateo
que se diga, venga esta nochevieja a casa.
Festeje conmigo: victorias debidas
a lo que no tenemos y abundancia de saber
que, sin envidia ni odio, estas carencias
de las cosas más caras, buen vino, por ejemplo,
hacen aquí este pan más sabroso, el poema
más cálido, los abrazos más sinceros.

25-12-2004

*

Confrontación

Imaginar un mundo sin belleza es como imaginar la vida sin bondad. Es algo que nadie querría vivir: Arthur C. Danto, en: La transfiguración del lugar común (2002)

Que con el tiempo todo llega y pasa...
puede ser, pero lo que ha llegado y transfigura
el mundo (sin que yo lo esperara) no me siento
a lamentarlo todavía, yo lo confronto.

Esto no me alimenta. Amarga m s mis sedes.
Esto me vacía. Qué cáliz se me ofrece
si pedí el Graal sublime y lo nombré claramente
receptáculo el Ser? ... y me dan una lata,
un tarro con orines de los perros.

... porque nunca cre¡ todas la apariencias,
hoy ninguna cena es santa, sin aquello que el tiempo
se llevó, hoy lo que vino es escoria, y no lo quiero.
No voy a contemplar ni adorar estas piltrafas
de falsa salvación; no... ésto no es mi lamento.
Es mi confrontación.

Cierto que me aferré, me fui aferrando
a la estructura interna de la que
me habló Quien se fue
y el que siempre
será con su promesa,
una Belleza, belleza del mundo y del hombre,
belleza Sublime, más sobrecogedora
que la verdad temida, más íntima que la bondad posible,
más valiosa que los valores asignados
para vivir moralmente.

19-03-2004

*

La mirada

Lo que importa en el arte es el significado: Arthur C. Danto
Eate es nuevo vistazo a tu apariencia.
Verte desnuda desde el alma.
All donde tengas estructuras geométricas
echaré mis ojos como zorro husmeador
que adivina los huesos y, tras éstos,
sangre real, sangre inmutable
que ilumina tinieblas,
que se derrama
con luz en la sombra.

Estoy a la pista de tu significado,
olfateo tus feromonas extras. Si no fumcionas
con tantas anfetaminas de intenso amor
ser s precaria, corruptible, tóxica
y no me sirves para nada,
ni para mi placer
ni para mi alimento.

19-03-2004

*

Ruego de niña

He leído, papá, en uno de esos libros
de la India que posees, que existen
unos médicos celestes y los llaman asvines
y anotaste al pie de página,
«est(tudiar); creo en ellos».
Nasatya y Dasra, para la soledad
del bosque, y Surya es la carrera
por la vida, competir en fracaso.
Y siempre estando solo.

Entonces, díme...
qué más averiguaste? ¨cómo llamarlos,
hacer que vengan, porque
mam est enferma
y los necesitamos?

02-09-1998

*

Sospecha de niña

¿Qué quisiste decir, qué con eso
de que soy tu pequeña saltamonte?,
hembra que se asusta con las burkas
o velos fantasmales como hilos
de arañas que el macho enamorado tiende
cuando es escarabajo,
que somos muy miedosas?
¿Que no sabemos pensar que alguien
nos quiere antes de mostrarse
si no se urde primeramente
un velo o burka para tenernos asustada?
Sospecho, papá, que te gusta
jugar a los fantasmas y que casado
y con mi compañía,
te sientes solo..

02-09-1998

*

El ser tras la burka

Siempre desciende un acya, ll malo
ángel (ha de ser algo divino en forma de persona,
maj purusha, alguien que nos instruye
y reside más allá de la tieniebla del bosque.
Tienen tanta luz en sus rostros que yo
me escondo, te confieso. Hago una burka
o, mejor decir, ese velo de ara¤a
hasta que él, con amor me solicita,
que no siga escondido, «Padre del Saltamonte,
salta detrás del simulacro y aprende, Bhakti,
devoción, conmigo, pero no te escondas.
Voy a darte unos cuantos consejos».

No han sido doctrina de vacío siddhanta.
Son la dulce trampa de sus ecos
y te la doy como fe, a tí, niña mía
porque me dijeron que te eduque,
por igual, para merecer el ángel
y ascender a donde habita.

22-09-1998

*

Lo que averigué

a Prabhat Ranjan Sarkar (1921 - 1990),
alias Shrii Anandamurti

Todos somos, de algún modo,
habitantes de los bosques, Gabrielita.
Nuestros bosques son el mundo debajo
de la Infinitud. Pero el Espacio es ilimitado
dentro y fuera de nosotros.

Para llamar a los hijos de Aditi,
a cada sabio que tenga su consciencia infinita,
para llamar a los médicos celestes,
uno tiene que meterse dentro del espacio,
dejar de ver el bosque, porque el bosque
es denso y compacto y muchos árboles
nos quitan la vista, ciegan el horizonte
y ni vemos abajo ni observamos arriba.

Averigué que, de querer,
viviríamos en doce dimensiones.
Llámalas Tus Doce Caminos para mirar
por dentro, para escuchar arriba.
Mitra, Aryaman, Bhaga, Varuna, Daksha y Amsa,
Marttanta, Surya (el sol, a quien yo más comprendo),
Savitri y Chandra, a quien llamo la Luna.

Averigué que al Saltamonte nervioso,
ágil y caprichoso, al que yo llamo el Alma
también es lo que designo el Bosque,
alma el bosque, hija del bosque
mi aliento, mi fuerza, mi alegría,
hija del bosque, la soledad de Surya,
hija y esposa, mis saltamontes,
mi sangre... ellos, los médicos celestes
me dijeron, házte domador, saca el carruaje,
vamos a transformar tu carroza
y llenarla con flores, flores más bellas
que las que hallarás en el bosque,
que es este cuerpo con patas, sed incompleta
a la que nacen alas, mas no hay manera de volar.

Somos los saltamontes que no encuentran
el espacio infinito. Nos atrapa el follaje tupido
y somos así, como caballitos que no tienen
espacio para el trote ni conductor
que le instruya a no temer si galopan.
Eso somos, hijos del miedo, la limitación,
la soledad, hija.

Por eso necesitamos
los asvines, ese pareja que nos dome,
uno que sea el maj purusha, el Acya
sobre el que mucho te he hablado,
otro que sea femenino.

Averigué que Nasatya y Dasra, médicos
como el Abuelo y tu t¡o, pero más sabios,
doman las energías nerviosas, el temor a lo oscuro,
la vida vital de las noches, llenan las soledades
de vespertinas alegrías y colman de alboradas
almas que se esconden tras las burkas del velo...
y sabes algo, el asvín que nos ama es un doble esposo,
aunque se vayan, se quedan...

Les gustan nuestros bosques, curan
lo mismo al árbol, que al saltamonte caído.
Ayudan a parir a las doncellas.
Dan la salud por medio de luces.

Conceden su caridad al miserable
y se adornan de lotos la cabeza
cuando están frente a las niñas,
hijas del bosque.

16-05-1998

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