Parte Cinco
De los manejos de la esperanza
El corazón es una tierra encantada
Un día que esté menos fatigado que hoy,
un día (porque me sobran días
cuando estoy contigo)
tomaré tu mano felizmente
y, con toda paciencia, caminaremos.
Quiero que veas el cielo como es.
No te anticiparé ahora ni lo mínimo.
¡No insistas! Hoy no describo lo que siento.
Al paisaje no hay manera de absorberlo
con los ojos; ni cabría en las palabras
ni en los sonidos al contarlo.
Tienes que ir a explorarlo y asirlo
mano a mano, conmigo; tendría miedo
si te exasperaras y te soltaras de la mía.
Eres una hablante de ese cielo.
El paraíso no quiso perderte.
Eres la criatura más noble, graciosa,
bella, de ese lugar que tengo para tí.
Lo descubrí corazón adentro.
Comencé a saberlo poco a poco
porque vienes, me visitas
y las transformaciones existen,
así, de ese modo, maravillosas.
Los parajes resucitan tus galas.
Se cubren de primavera
y hasta las piedras, los murmullos
del agua de los ríos, dicen tu nombre,
la cristalina estampida de sus ecos,
caminante, ¿sabes?
ante criaturas con tu dulzura
el corazón es una Tierra Encantada.
*
La mano
*
Ya comienzo a creer
Ya comienzo a creer
que el mundo es una flecha
con tristeza, perpetuada,
y congal de mentiras
y una danza macabra
y una asfixia.
Antes la escoba a mis pies
iba cantando.
Un trapeador con el alba surgía.
No había lamentos entre nubes oscuras.
y mis ojos apetecían el sol
y ver lluvias, alcoiris, estrellas...
Un estropajo quitaba los mocos a los tristes.
Limpiaba manos sucias, lavaba
la nostalgia, derrumbes de palabras
y de las contradicciones, despercudía la ira.
Aún parecen tan lejanos los comienzos.
Si la ansiedad se desploma así,
como hasta ahora, tan suciamente, sin catharsis,
¡qué muerto estoy en vida, no lo quiero!
19-04-1992
*
Antes que yo me vuelva desamor
Antes que yo me vuelva desamor,
o agresión o piedra de tropiezo,
yo voy por lejanía, me exilio.
Si no voy a dar la esperanza
por obsequio o a evocar por tí noblezas,
resensanchando tus límites,
no rondaré tu espacio, Vida,
no estorbaré tu sombra.
De muchos modos estarás diciendo: Véte,
no sé si queriendo crecer o reducirte
alimentada por tu solo aliento,
normas a tu gusto, sedes del tamaño.
12-04-1992
*
Táctil demonio del abrazo
Yo invoco pigmaliónicamente.
Espero de mil modos lo posible:
presagio en carne y hueso la utopía.
El milagro transustancio
cuando doy mi caricia.
Soy el táctil demonio del abrazo.
Aún a la sorda y fría tersura
del mármol, yo acaricio.
Este es amor al arte y por el arte,
carajo, querer hasta las doncellas
que se mueren en roca y jugar sobre adoquines
con la sombra, en aras de la negra cianodermia.
Todo bailaría si iniciara mi trabajo percusivo;
yo toco en esperanza un ritmo
y a lo que es hermoso.
Mi epidermis es como el pincel,
lengua golosa y brocha sobre el lienzo.
A veces por lujuria me lanzo sobre el barro
y quisiera amasar alguna forma
(pienso en la mujer y en esculpirla
hasta con besos) y me placería
ser raíz y rama y tallo
y sí, al menos, un fruta que cuelgue
en lo más alto para ella.
Noviembre 1980
*
A Antonia Kozberg Cardona
Precisemos el síndrome de la mala conducta,
obseso-maniacona.
Hagamos el trabajo necesario
porque yo quiero la paz
y a Tonina, sin oprobio
¡bien librada!, con cero tolerancia.
La quiero sin su tropel de viejas quejas,
sin terquedad de cara larga.
Dulcemente desde el gyrus
cingulado la comprendo.
La adivino como dueña de mi clímax.
La actualizo en la buena fe de la vigilia.
Si quiere ser mi amiga que me cuente
su hondo abismo, su caída.
Que permita a mis manos
ir a rescatar sus alegrías.
Que se extienda hasta el alma,
que restaure su beso.
Entonces,
me deleitaré con su silueta de niña
porque soy más lobo y viejo y zorriento.
Entonces, crecerá mi ángel;
sepultaré los fracasos
que depredan mutuos pasos,
escondrijos saciados en lo oscuro.
¡Yo no llegué a su vida!
Ella llegó a la mía; infringió mi vereda.
Yo sólo dije: ¡Me encuentras!
... Seamos pues codueños
del cohabitar y cohabitados;
acordemos las paces, no seamos
rivales nunca más; complétame...
Serás Tonina, mujer, y amada
como amazona, aferrada al cingulum,
a la batalla sustancial, cerebro adentro.
02-04-1992
*
A Gabrièlle
a mi hijita Gabi
Gabi, la soledad sería...
que no hayas nacido tú
y ya nacíste.
Y creces para mi gozo.
La soledad ha muerto.
El amor es
que haya sido posible que tú existas.
Ser feliz es que me entiendas y me ames.
La tristeza es una sombra breve
que, cuando llegas, escapa.
Lo iluminas todo con tus ojos
que son la mar con dos lunas
de azul oscuro.
¡Por tí es que invento tantas esperanzas!
Es lo único que podré enseñarte.
Es lo más útil de lo que quiero que aprendas.
¡Yo te amo, Gabrielita,
pero que tú me ames es un privilegio
con el que, desde tí, libremente,
se decreta mi dicha.
¡Ay, el universo sonríe
y mi corazón se estremece!
Eres tú la que me instruyes a diario.
Por tu causa, mi ser explora
aún los pequeños detalles
donde la rutina encubre lo bello:
me gusta cuando te quitas los zapatos
o te sientas sobre tus propias piernas,
tu carita risueña y soñadora,
tu desafiante costumbre de ver telenovelas;
cuando danzas y pareces que vuelas
y cuando ensayas tus cabriolas en l' air,
por igual, me gustas.
Cuando entras en coda hasta mis brazos
después del pas de deux, ya me fascinas...
Mira que por tí me soporto mis cursilerías
y todos tus amores imaginarios de cartel.
ídolos y ensueños y me convierto
en cómplice de lo que anhelas y compras
y me cuentas
¿Y cómo es que todo lo adjetivas
como maravilloso y fascinante y todo lo amas?
(Dáme ese secreto, mi pequeña Gabi,
tú que tocas el amor con plenas manos)...
Si mi lengua se traba y gruño,
tú eres la causa, me desarmas...
Toda elocuencia se pierde,
autoridad me quitas con un beso,
con tu gesto travieso y tu enojo caprichudo.
Por tí cedo a las inconsistencias.
Tus pequeñas locuras ya son mías.
Ahora me contamina una dulzura
que es tuya, me la quedo, me exilio
en ella cuando, lejos de tí, exploto en rabia.
Ahora tus mentirijillas y tus perdones
son mis verdades, mis privadas filosofías
y, en otros predios públicos,
me siento el padre de muchas estrellas
y el protector de las pequeñas lunas.
Por tu causa, ya son mías
las niñas del mundo, todas las colegialas,
y miro con ternura los dulces bríos
de las adolescentes, y las caritas inocentes
me señalan a la tuya
y la energía incontaminada de los cuerpos,
jubilosos, primaverales, son la progenie
de cantos nuevos que tú inspiras,
los que por tí tendré que dar al mundo,
con fe y embeleso.
2.
¡Pero ahora, según creces, siento miedo!
No es el egoísmo de que un día te vayas.
Tendrás que irte, has de formar otro mundo.
Querrás las cosas que ya no podré darte.
También verás ese miedo en mis ojos
cansados, ya viejos, sin futuro...
y no te gustará, de plano, lo que anuncian
sin poder evitarlo, y has de esquivarlos
(¿a quién le gusta ver la muerte en señas,
o en guiños solitarios,
o bajo puentes de pestañas
que abanican al viento, velámenes de Estigia,
barcas que cierran las pupilas
del viejo para siempre?)
Pero no estés triste, Gabi.
Cada minuto tuyo ha sido mi vida,
cada año ha redimido mi sustancia en tí
y tú vivirás muchos años y cada uno de tus días
serán como añadirme el infinito, desde el hoy...
(Yo festejo la vida, a pesar de todo
y vida ha sido quererte, trabajar para tí,
soñar contigo, pasear a donde quieras).
El camisón azul de tu pijama es un abrazo,
tu faldica escosesa, corta, de cuadritos,
una caricia y tus piernas ágiles, bellas y elegantes,
son para mi alma desnuda, mudos signos,
comunicadores que, mudamente,
te sonríen y aman...
Mira que me has hecho fetichista
tus zapatos me gustan, los que tuvíste
de niña ya son como recuerdos más que benditos
y pensar que doce años han pasado, Gabrièlle,
y sigue tu pie siendo chico y dulce como beso
y tu belleza tan inmensa como son los misterios...
... mira que me has hecho feliz
a pesar de que el dolor y la injusticia existen
y la muerte y la crueldad y la miseria...
mas no hay nada que una idea no transforme
y la esperanza y la fe a lo más turbio derrotan
y el amor se hace tan bello y tangible
como es tu carita de rosa
y tus manitas que me han secado
lágrimas que nacen de tanto quererte,
no de tristeza ni de desaliento.
Por eso te quiero, Gabrièlle.
3.
No me preguntes cosas tristes.
Léelas, si quieres, cuando tengas tiempo.
(Ya sabes que funjo de poeta).
Muchas veces, la tristeza has de ver
aunque no lo pretendas.
Deja que lleguen, déjalas pasar
y no las hagas parte de tí.
Cultiva la canción que llevas dentro.
Forma tu alma, Sagitariana,
junto a esos centauros que cabalgan
con tan arisca y ágil piel de sabiduría.
Caza, mi pequeña Artemis,
como diosa luna entre las Amazonas.
Mira al inmenso Júpiter
lleno de fuego mutable
y controla tu corazón independiente
y curioso como el mío,
porque un día darás cuenta a tus hijos
y juzgarás, con ilusión o con tristeza,
tus propios pasos en los bosques del mundo.
No me preguntes sobre pasados grises
porque tu honestidad amorosa es lo que importa
y el optimismo verbal sale sobrando
cuando estás tan excelentemente hecha
con amor y el orgullo me tiene anonadado...
... mira que orgulloso estoy de tí
que escribo que he nacido para que tú nazcas
con más esperanzas y sueños
que los que yo he tenido y, por tí,
se ha completado mi audacia más sublime.
Gabrièlle, ¡qué bella es la biología
que te dio formas y tu madre en Barcelona
que forjó en su vientre tu posibilidad
de carne y hueso!
¡Y qué bello el destino
que te trajo a mi lado
y qué dulces los desvelos
que a tu madre y yo
nos incitan a querer en tí
lo que, en nosotros mismos,
no pudimos!
¡Qué sabio es el amor, después de todo,
qué insuficientes las palabras para decirte:
«Te amo, hijita mía!»
10 de diciembre / en su cumpleaños
*
Gabriela crece
La palabra que te dí, mis emociones,
la presencia que me pertenece
porque soy tu padre y lo real del ángel
que me fue encomendado,
aún la celo. La sufro
en el proceso de tu crecimiento.
Soy el ángel Gabriel de tu bautizo,
la mitad de tu signo, hormona
del fuego que alabó tu casa.
Yo te dí el nombre.
Con mis manos te acerqué a mi pecho,
te cambié los pañales.
En las noches se conmovieron
mis ojos examinadores por tu causa.
Investigaba si tendrías hambre, sed,
calor o frío, cólicos, dolor, ganas
de mimos, si orinaste,
si te cagaste encima,
si soñaste algún miedo
de los días; te enseñé a jugar
con mis narices y apretar mis dedos.
Te celé los primeros llantos
al lado de tu madre cuando te daba
el pecho, te dí los Gerbers,
te puse el bobo. Lavaba tus chupetes
y no dormía hasta verte en silencio
y plácida, gozosamente rendida
de mi amparo. Te besé tantas veces
diciéndote: ¡ay, bebé mío,
eres mi ángel!
Divertías, no sé, cómplicemente,
mi olor paterno, mi instinto
de sonrisa. Te hundí en lo menos profundo
del gemido, criatura natural, Gabrielita.
Te puse dentro de mí antes de transferirte
a mi orgullo y a la ternura aterrada
según fuíste creciendo porque pensé
que van a llenarte de otras cosas,
ajenas a las mías, te mudarán
donde no soy la autoridad perenne,
sólo el ángel que desaparece
y se distancia para que tengas albedrío
y recojas a tu gusto lo que deseas
del mundo y puede que, en medio
de utensilios y entes a la mano,
ya no cuente, ya no sea
la parte cimera y confiada
del antojo.
En fin, todavía celo
la palabra que te dí, me aminoro
cada vez que creces comundanamente,
apetecida, apeteciente, soluta
con entes extraños, intramundanos.
Te pierdo y da temor y duele.
*
Durante el parto de mi hija
Meditemos en la excelente gloria del Vivificador:
Gayatri, Himno Sagrado de los Vedas
a mi ex-esposa que me introdujo
a los estudios del Yoga y el Tantra
En la décima luna, mi mujer, la Humedad,
me llamó Luz Seca y cantó
a la pudemdum muliebre del bosque
de su vulva y dijo que sus vellos púbicos
son pequeños lingotes que vibran
y la llenan como asvines...
Y uno la moja y otro la seca.
Y me dijo que va a nacer un sol
para el Establo de la vida y que debo adquirir
seis caballos y una cuna, con cien ruedas.
Y los tres vamos a cruzar el espacio
y visitaremos al Vivificador que vive
en lo oscuro y al padrino que estimula
que nazca un sol en la mañana,
el pequeño sol de una hija.
Fue en la décima Luna que mi mujer,
la húmedad horizontal, la que tomé
sobre el pasto de la cama, me dijo:
«Levánte, luz vertical, varón que ejecutas
tu vitas sexualis con eschára, vamos a ver
al Hombre Colorado, al que tiene tres piernas,
siete brazos, al que monta en el carnero,
como tú que te montas encima de mi ombligo.
Aliéntame la gratitud que yo le tengo
a las llamaradas / chispas / que surgen
de su boca; él es quien da la tibieza
a nuestros mutuos besos; él es
quien frota con siete rayos tu pene
cuando está en mis manos y yo me como
su fuego y le doy mis riachuelos,
ensalivándolo, para que apague el calor
con que me quema.
Levántate, esposo mío, Luz Seca.
Nos han regalo un sol pequeño
y vamos a bautizarlo, como sol visible,
vestirla de galas para que vaya en la carroza
del auriga Aruna. Démosle el nombre
de Surya, porque ha salido de lo oscuro,
y ha de ser pequeña diosa, luminosa...
En los días astrales de Leo, 1980
*
Felino desde el alma
Es demasiado limpio, demasiado,
y sus ojos los tiene muy atentos.
Quiere ser felino desde el alma.
Aquí estoy, casi zorro y pantera,
casi gato, casi humano desde adentro.
Venzo a los perros seratónicos del mundo
cuando a la jauría, observo malcontento.
Mi día viene conmigo, cauteloso y temblando.
Y yo rompo almohadas de benzodiazepina.
El se esconde. Tiene miedo, igual que yo.
Es un vil animalejo, intramundano.
Espera la ráfaga del pánico sobre mi cama limpia
y en el sucio del asco, nos odiamos
por higiene de absolutos encumbrados
y la pira del temor y el orden y el reposo.
12-04-1992
*
¿Para qué?
Alguno, sí, burlonamente, dijo:
Es mudo, quizás tartamudea.
Tal vez no tiene dientes
... pero no es verdad:
los colmillos me abundan
y, por sed de sangre fresca, muerdo.
A veces me levanto con alguna tristeza
y me olvido de hablar ya, o no me gusta,
o prefiero hablar solo, o no escuchar a otros.
¿Para qué?
... si no dicen palabras que sean fértiles,
solares pedazos de lunas en mis olas,
latidos de verdes luces en los árboles,
urgencias comunicantes en los vientres.
¿Para qué, por qué y qué hablan?
... los que hieren y echar trompadas
quieren, con sus gestos groseros,
necios de memoria tan corta
por turbias emociones?
¿Para qué me detienen los apresurados
o me invocan los que siembran el ruido?
No les quiero a mi lado.
Ni les necesito.
2.
Existan sin mí, sigan viviendo...
sin que yo los escuche.
No les pediré nada ni les sirvo.
A las palabras que me guardo,
seguro que las olvidarán al segundo.
Con su actitud ya me apenan y afligen.
No les debo, por tanto, una sílaba.
En aras de humillar, sin motivo,
se quejan.
Mi bandera es libre
y flota a solas,
honestamente al viento.
23-09-1979
*
Yo sigo de largo
Sin hostilidad, yo sigo de largo.
Callo porque, en verdad, hay días
en que muero de pena por el mundo,
por ellos, los simpáticos,
padres, hijos, hermanos, dueños
y señores del habla cotidiana,
gregarísimos héroes
de medios comunicadores,
tan audibles que se meten en mi casa
sin quererlo por agujeros
de la radio, el cartel y los televisores.
Entonces, me aburren con sus chistes
y predicaciones, con alarmas solemnes,
con su falta de asombro
y su siempre-es-lo-mismo.
En cambio, dentro de mí, hablan
todas mis voces.
Me divierten, me espabilan
y, en insólita y mansa dicha,
descubro que les quiero, a los otros,
a los sordos que no me oyen.
Saberse así, tan mudo, es mejor
que escucharlos, es predecirles
con quieta plenitud
y, a pesar de todo,
quererlos.
23-09-1979
*
Aprendizaje visual
*
Bocú del entusiasmo
Se visualiza este bocú
si uno aprende a flotar en la nenúfar
y la oda se eleva en arrebato
(¡qué odi barbere, Carducci!)
y la odalisca se olisca ante el espejo
de la epidermis amorosa, citándose
a las cítaras de tu proyecto antrópico.
Nada hay entonces que a la ofita
joda e interrumpa cuando se lanza
a penetrar los núdulos calizos
y te cuelgue la entrepierna a tus hombros
y sepan que es divino tener un dios de arcilla,
humano, demasiado humano,
que edifique en el hombre al Super-Hombre.
Así brillan los ojos de los tristes,
así ganan las sílfides
y los desesperanzados.
En peplos transparentes, los senos
dicen vaya Dicha,
con arte programmata,
y el latido se oye, porque el Amor existe
y Dios no muere del todo,
ni matándolo.
Siempre habrá incrédulos, sí,
que son asesinos consuetudinarios,
burlones que preguntan:
Oye, peyote, ¿de cuál fumas?
¿Con qué huxley-michaux te baudelairas,
con qué cochino feuerbach alucinaste?
A la oreja te cuelgan los milagros,
argonautas que se tragan los delfines
para aprender su arte de pericas...
Y ahí nace, qué desgracia,
la sosera del cundango.
El aguafiesta del poema y la utopía,
el envidioso, ¡qué barbaridad! que te escocota
si no logra percibir lo que percibes,
si no logra oír lo que tú oyes
si no te aprende a sentir tal como sientes
ni sabe compartirse ni encontrarte.
07-17-1990
*
Lo puro y neto
Lo puro y neto de la conga es
que yo tengo el pie caliente,
la nalga sacudida, la cintura
que parece culebrilla
... y todo aquí,
cocotudamente en la maraca,
en ese pericarpio de los sesos.
En el corazón, o la cabeza más o menos,
habita la Sorge, la cura,
el llamamiento hacia-un-fin
que proyectan los que aman
y huyen del Decaer / Verfallen
por espacios que despierta
la marimba y manotazos de batá.
Estos jinetes del Derrumbamiento
anuncian ya no plagas ni exterminios,
sino el alba
con sus sueños posibles-avanzantes.
2.
Lo puro y neto de la conga es
que yo invoco fantasmas de las artes
y vivo con ellos como si fueran
camaradas de toda la vida.
Todos somos bohemios de areito en areito.
Cada uno es su maestro del güamo
y toma hueso por flauta
y flauta por hueso.
La meta es que se forme tremendo sonajero.
Un pueblo no puede sobrevivir sin alegría.
07-16-1990
*
Las vírgenes
«La valentía es un atributo tan natural del pensamiento como el pensamiento es un atributo natural de la libertad»: Friedrich Nietzsche
... ahora tengo miedo, me ha vencido
tu Corazón de Araña desafiante, señalaste al Cielo
y dijíste mi límite, ya no estoy en los mares
ni en los cielos... me he mirado en tus ojos
como carne y no me he visto virgen, Aracne.
Y, equivocada, te condené a tejer etermanente
y a las niñas del mundo las entregué
al Viejo eterno, a esta Saturnalia perpetrada
del malaje... que vergüenza me da,
no ser la buena perdedora, ser la diosa
de la burla de los hombres...
¿Cómo decir que soy valiente ahora
y digna de llamarme Consejera sabia?
Me he enojado contigo, te he golpeado
y herido, porque hilaste la Memoria
de un paisaje que no quise ver, que he solpado,
que olvidé por mucho fingirme indiferente.
Pero es verdad: tu historia
es el tapiz más fidedigno; aprendiste
la honestidad de los telares.
Ahora entiendo, no es que te mofes.
Es que la verdad de tu bordado duele.
Es que cuentas para los mortales zonas del carácter
y la arrogancia mutua, de las dioses y los hombres.
03-09-1980
*
El amor en las puertas
a Gustavo Urrea, amigo y educador
Yo no suplico el amor de ninguno.
Ni su aceptación.
Ni su admiración.
Ni su ayuda ni su piedad, si estoy hundido
en el caos o las tribulaciones.
La atención, cuando lo creo necesario,
y alguno está frente a mí, inescapablemente,
con asunto tal que es más importante
que mi beneficio: Esa sí la pido y con la salvedad,
de ir al punto. Que no se pierda el tiempo
al conversar al sordo, o al terco,
o al imbécilmente majadero.
Para mí, el sobrevivir con amor es indispensable.
Imagino que para todos. Sin embargo, el amor
es algo que no se suplica.
Es demasiado valioso y soberano.
El es Quien viene a tí y abre una puerta
que muy poco se semeja a un agujero miserable.
Tiende una alfombra roja para los pies cansados.
Corre y te abraza, alumbra cada paso en tu camino.
El amor te hace el rey bienvenido.
Te llena de confianza y entras a él
porque entras con gozo...
Hay amigos que reciben así,
así como madre fiel o padre bueno.
Así hay hermanos, así hay vecinos.
¡Pero qué pocos son, tan pocos, tan pocos,
carajo, que uno tiene que hacerse fuerte,
orgulloso y, si encuentra a uno con tal dimensión,
alguien que sea amor encarnado,
llorar con la misma emoción del regocijo!
Agradecerlo, reciprocarlo, pero sabiendo
ser-uno-con-él, o-ella, para que jamás supliques
esa atención, aceptación, amor que urgimos
y que forja dignidad unos-en-otros...
Yo no suplico, no mendigo, no pido por favorcito
ni piedad ni simulacros de amor,
porque si tuviera que pedir tal amor
sería cinismo, me darían mendrugos
como se da hueso a un perro
para que se vaya y no joda...
No. No, no.
El amor que yo quiero es limpio,
voluntario, digno como el que doy
y conozco.
09-03-2000
*
No pagar mal por bien
NI odio a nadie y ganas tendría
(porque no falta en el mundo quien envidie
de oquis y ponga el pie o una piedra
que te sirva de tropiezo.
No tienes que tener enemigo declarado.
Ni tratos con gente odiosa
y siniestramente hipócrita para que te asquées
y quieras dar un odio cañonero
que los fulmine hasta con el pensamiento).
En mi caso, ya es mucha suerte
que no se metan directamente conmigo.
No odio a ninguno (y me cuido de declarar
odioso a un semejante... pero quisiera,
porque no soy de palo, decirle somos
rivales, decirlo cara a cara).
No pagaré con mal el bien que recibo,
cuando en soledad, prefiero
que no vengan y tenga que deberles.
Por esto me guardo. No les tiento.
A los solitarios, como yo, nadie con mala calaña
los toma en cuenta; hasta parece
que les da miedo. O que uno es quien
menos tiene para darles, o quienes menos
los divierta, porque son unos aburridos
en el fondo, aburridos que nunca se sacian.
¡Qué maravilloso este ahorro de energía!
No tener que dar cuentas al odioso,
al criminal hueco y vacío.
Vivir en otro lado, en la frontera.
Que uno no sea el pastel
sobre el que ellos se posan como moscas.
Por eso no odio a nadie aunque tenga una teoría
(resentida sospecha de que, como mosquero,
merecen la fumigación total, impiadosa).
Pero: ¿qué necesidad de hacerlo yo
si con seres amorosos tengo
más intensas satisfacciones y sin necesidad
de mencionar a tanto hijodeputa?
Y, conste, si no los odio, es a pesar
de que quisiera... pero no pago el bien
de saberles a raya, distantes,
con el mal de ir a matarlos...
09-03-2000
*
El escarmiento
... the transforming of the universe by the individual perceiving and suffering sensibility: Marcel Proust
El quisiera vivir toda la vida
para dar a los Abram de su comarca,
a los herederos del sol,
las manos de attar,
la esencia de las rosas.
El quisiera llevar los rayos de luna
a la tierra astral y vital de las sodomas,
pero no será de ese modo.
Lo besará la muerte.
Evitarán a golpe de traiciones
la bondad de todos los milagros.
Desde una cena, le tenderán una celada
con pan de levadura.
Y con vinagre, en vez de vino,
restregarán su boca.
Lo crucificará un paradigmático suicidio
en nombre de la Historia que maldice a sus poetas
y atropella a sus profetas más hambrientos.
El escuchó a Eliseo, temeroso de los siros,
y protegió a Ezequías contra Senaquerib.
El dio a Agur la moderación de sus deseos.
Estuvo en la paciencia de Job
y fue en la lealtad de Peniel para Jacob.
Al suplantador bendijo con una paradoja.
Premió a la viuda inoportuna por su perseverancia.
Fue carpintero entre los humildes
y pescador de almas perdidas
y pastor y zapatero y exorcisó
cada tipo de naufragio y limbo tenebroso.
... pero lo van a colgar entre ladrones
porque se atreve a llamarse a sí mismo
el Cristo, Hijo del Hombre,
Dios hecho carne, primogénito
de la creación, pan de vida.
El desafió a los escribas
y a los sabios autojustificados en santidad
les llamó sepulcros, ciegos de grandes ciencias,
baturros, chantajistas, cagatintas, embusteros.
El cambió los esquemas a los ortodoxos.
Por eso tendrá su última cena.
No volverá a comer del shabat de la alabanza
entre los vivos ni probará los vinos
la sustancia del deleite
con sufridos y golpeados.
No darán a que él pruebe ni sopas de lentejas.
Ni un mendrugo; antes le cortarían la lengua
o sacarían de cuajo sus dientes;
son capaces de hacerlo.
A su muerte se nombra el Escarmiento,
el Calvario, el Nuevo Orden protectivo
para que otros no se atrevan a imitarlo.
*
La última cena
Si usted quiere tener su última cena
o ser suicida, en sentido crístico y sublime,
si la fama y la prebenda
y la cuenta de banco y su prestigio en magazines,
muy citado, es lo de menos para usted,
si quiere su calvario,
sea sincero ante su apostolado.
¡Hable sin miedo! Atrévase a ser
el último antes que el primero.
El mundo está ya abarrotado con muchos
billies (grahams), jimmies swaggarts,
gente que inaugura a presidentes
y consultan a cada instante la venta de boletos,
el mundo está muy lleno de tembladores
y mayorías morales, virtud acartonada,
ministros con amantes y secretarias, putarracas,
escritores de religionismo y bazofiadas
metafísico-iluminadas, milagreros
que con bribonas chantajistas cingan
(se van a gozarse y a reirse a escondidas
en lo secreto de santuarios y moteles),
que no hacen falta más de ellos.
No sea uno más.
Muera para ese mundo vano.
Sea mejor un salvador auténtico.
Defienda a desahuciados, marche en las calles
como un vil comunista de los viejos,
váyase a Guatemala y vea 36 años
de matanza fratricida,
financiada con dinero americano.
Vaya a Chile y sea testigo de Allende asesinado
y con él, la democracia verdadera.
Vaya y escupa a generales, predíqueles.
Son mataindios, torturadores, matoides
y demónicos capos de la droga...
Fíltrese por túneles, vaya a Tijuana.
Sufra entre indocumentados.
Cruce el desierto y lleve agua.
Recoja osamentas secas
de niños y mujeres, pollos abandonados.
Mire a los rostro de las madres de desaparecidos,
a esposas de abandonados, a herederas de dolor.
Limpie las mejillas de ellas,
aún lloran en la Plaza de Mayo,
Aún están vacías sus alacenas.
Vea a los niños de las calles
(saciados de thinner en las alcantarillas),
pero hambrientos, huérfanos, maltratados...
Confirme cómo están las prisiones:
llenas de juventud traicionada, cholos,
negros, golfos de una pobreza que desafía
todos los rezos de los blancos y piadosos.
Vea que no es fácil vivir con el salario mínimo
y pasarse la vida refraseando versículos,
con un placer vacío que, en el fondo,
no tiene certidumbre ni agonía.
Los papagallos rezan y los venados saltan
por el mismo motivo que ellos.
Ante esos payasos del púlpito, no se hinque.
A sus generosos sueldos y grandes movimientos,
the revivals
no contribuya más ni con centavos.
Están impecablemente vestidos y apantallan,
pero son cizaña chapucera,
filfa, levadura, sepulcros blanqueados,
hedientes en su fondo interno.
*
Haga milagros de optimismo
No se quede en la sombra del rincón,
acobardado, dése por completo,
cuando tenga que elegir si la guerra es moral,
si es justo matar los inocentes
por quitar un estorbo del camino.
Cuando no tenga una piedra
para descansar la cabeza soñadora,
repita que el incógnito Príncipe hecho de pan
y complot de suicidio, también conoció
las aguas dulces, las tuvo dentro de sí
como valor, como esperanza y rito.
Con fe conjuraba montañas,
abría los mares; la oración multiplicó
los peces, reinvindicó la vida en la sustancia.
*
Habrá quienes te escupan nuevamente
¿Dónde se ha ido Dios? ¡Yo os lo voy a decir! ¡Nosotros le hemos matado, sí, vosotros y yo! Todos nosotros somos sus asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido obrar así? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos ha dado la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho cuando hemos separado esta tierra de la cadena de su sol?: Federico Nietzsche
Habrá quienes te escupan nuevamente A Siva, el destructor
y te pidan las nalgas. Ellos duelen menos.
¡No hagas caso, la traición que duele
es la que dice...
Maestro, hermano amado... y, a tu espaldas,
te escarnece, clava su puñal trapero
y deforma lo que has comunicado.
Déjalos en sus gotas
de nunca-amor-adiós hasta siempre,
que los sumisos de obediencia
y piernas largas renquen en la calle.
Que les duelan sus pasos.
La bestia rubia también tiene que morir.
Sigue tú como el terco que avanza
y siega, sin cegar, y pón tu aroma de Attar
donde ellos su mera podredumbre expiden.
Déjalos que giman, con úlceras propias
a sus culpas; no dejes que vuelvan
a patearte los riñones; asume Tu Dolor.
Que ellos asuman el suyo.
Ellos son los asesinos.
Tú sólo eras un sol y el horizonte.
*
Liebres
Liebres de luna son todos mis hijos.
Yo los amo; ellos me buscan
cuando hay luna. Soy el orden para ellos.
Nunca han querido el Caos
y me buscan menstruamente.
Soy lo universal que les ama.
Hijos de luna, conmigo han fundado
el matriarcado y su amor.
08-11-1978
*
El cazador
Yo soy el cazador que se enamoró de una estrella
y la ví caer como avellana en los días del hambre
de mi tierra. Ella me dijo Coll en la novena esfera.
Ella cayó en las aguas de un remanso
y me hizo mil peces en los ojos
y yo la ví y le dije: Doncella, y por decirla
se hizo pájaro y se posó sobre el avellano
y Eva me dijo: «Come de mi fruto,
aunque mi cáscara es dura;
hay que sembrar en mi piel
lo que tengo de estrella».
08-13-1978
*
Pacto alternativo matriarcal
¿Qué te parece si hacemos un mundo
donde no hayan corazas, espadas afiladas,
flechas de cazadores? Un mundo
donde vayas con el hueso desnudo
y limpio el muslo sobre el que Hefestos
se derrama. ¿Qué tal? si al espacio en pleno
dejamos que siga siendo ruralía
y no exista la palabra guerra, lamento,
industra, escudo, arpón y daga...
Aún menos, viudas escondidas, solitarias...
ni asomo de la cabeza de un varón fornicario
que pida la sangre derramada de las vírgenes
y violente a tus hijas, tus hermanas
o sea el ladrón de tus ovas, o larvas asexuadas.
¿Qué tal? Crecer para el oficio del tejido,
bordar ventanas, redes geométricas,
células que parezcan escalerillas al cosmos,
hilados con saliva de abundancia,
creación araneológica.
¿Qué tal que yo, desafiando tu agenda, no siendo yo
la enemiga, la rival que desde Lidia enoja
al ateniense que bendices y le asignas como rey
al hijo indeseado, Erectonio, que tal
si fuera yo quien vengue la hefestura incestuosa
con el Ath, la Esencia, con veneno sutil
de mi ponzoña, toxina del No,
escorpiónico Sí con que Selket alecciona.
¿Qué tal mi universo geométrico,
ordenativo, desde la voz del corazón
que «hace respirar las gargantas»,
porque hebras de seda extraigo
de mi propio cuerpo, a partir de mí?
02-09-1980
*
He visto a los ángeles A todos los niños del mundo
Los ángeles más puros,
los que, de veras, se manifiestan
y se asoman a la carne,
y se aferran a las cosas,
son niños.
Nacen, mágicamente,
del vientre de la madre que urdió
su parto en alguna sombra
iluminada íntimamente
de amor y de sexo.
Y no importa que fue más
(si placer, o rutina, o ultraje),
el ángel nace inocente,
terso como una seda y canta,
el dulce salmo de amor:
Te necesito.
Y los deditos del ángel tienden
a hacerse más lindos con el tiempo.
La energía les va dando caricias.
Los niños sólo saben amar
hasta que los daña el desprecio.
Por eso, yo no le quito el rango
a los ángeles que veo.
Les invento jerarquías,
según los voy queriendo y descubriendo
en los patios y en los parques.
Sí. Los ángeles existen y se encarnan
y no los busco en la mitología,
ni los reinvento en milagros
de astrólogos y quimeristas a sueldo.
Los veo todos los días.
2.
Para que haya ángeles,
es decir, alegrías que se vistan
en carne, que agiten alas de vida
en los cielos terrestres,
el niño nace.
Y la mujer es una mano divina
que tiene muchos nombres,
inclusive el de estrella y camino,
vía láctea, centauro, bicha, loba,
pero el ángel no teme.
Para que exista el ángel,
todo en la Tierra es un seno,
el pezón provisor del Gran Regazo,
la geografía sutil del tibio pecho,
y el niño se lacta y vive.
Y el ángel se vuelve denso, saludable,
juguetón, impusivo, cariñoso, y explora
las arrugas y las fantasías, entre agua y fuego,
y texturas y aromas y, con sinestesias,
reinventará los rostros y oscilará en lo ingenuo.
El niño es el consuelo mayor de los consuelos.
Cuando falte al mundo su belleza, él quedará.
Cuando el placer no tenga sentido, son ellos,
los ángeles quienes redimen, y formarán
al amor puro con llama purificadora.
Para que exista la perpetuación
del paraíso, o la sombra posible de utopía,
el querubín tiene el secreto de la espada,
sus dos ojitos tiernos, su piel diáfana,
su voz tan melodiosa que transforma cada verbo.
Para que haya ángeles prestos
a volver a nuestro lado y embellecer al bíos,
al paisaje biológico del mundo,
yo cuido a los niños que conozco:
son alas, sin plumaje,
puro amor en pies humanos.
En fin, los ángeles más puros,
los que, de veras, se manifiestan
y se asoman a la carne
y se aferran a las cosas,
son los niños.
6-1990
*
Pisotéame
Pisotea sin piedad, Destructor,
Padre del elefante, bendecidor de la Llama.
¡Qué demonio de niño es mi corazón desorientado!
Tan sordo soy que no escucho el tambor
con que me invocas; qué oscura mi esclavitud;
sirvo a los amos que nunca te han cantado.
Súbete a mi vientre, danzarín y vacía
mis horas y mis hígados de apañado apache,
mis sámagos de zahorí; sangra mis egos.
Brinca, Despiadado, sobre el ciego enemigo.
Todos mis sentidos están obnubilados.
Y no entiendo tus ritmos ni escucho las caracolas
que imiten el OM, tu susurro primordial.
Házme de nuevo por razón de la Maza /
La autoridad / que tienes en tus manos.
Pónme al estrado de tus pies
y dáme, tras la muerte en el lodo,
el loto de tu belleza eterna
y chispas de la Llama verdadera.
*
Castiga a Iyá
Cuando el lucumí castiga a Iyá, el pequeño,
un sonido se vuelve pan heroico,
se puja o sobrepuja en la mitad más pura
del agua y del vino;
triunfa al sacar
su esqueleto a los aires.
Con los días se le asigna la hermosura
y rompe tambor y es rico mambo.
El lucumí es un mentor que lo alborota
a golpe de epitimia; la madre ha de ser
una manigua armada de endorfinas
y la comparsa en la calle que lo esperan.
Se iniciará en los anhelos maduros,
con profundos cantos, en la gracia.
07-16-1990
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