La Existencia se llama a sí misma en la conciencia:
Martin Heidegger
Ante el Ser que puede ser, que forjaría en sí
sus luces, su batalla, su fortuna, esplendores, huye.
Se escapa este obsceno lamedor,
al parecer muy seguro de sus gustos y ataduras,
divertido jactancioso de hedonismo,
urgido de sexo-bestia-maya, ganancia tal vez futil,
tal vez de hondo error y pesimismo: karma.
Pero se va, salta por las ventanas
con risa monológica y al Ser existentivo
que lo oye lo abandona; él no es consultor
de aquel, que no es él, sino su Ser y que lo llama.
El, por su parte, no es Ser todavía.
Es un trasunto humano, deviniendo, transitivo
del que Se dice «algo».
Se dice que no obedece ni oye
y le gusta no-ser-Ser para ser-Nadie / Das Mas /
el que no da explicaciones.
Por eso es como Adversario suelto
que destruye mismidades a su paso,
un aniquilador que se aniquila
y no se entera. Escapa sin centro.
Con él nada positivo ocupa lo que sustituye
a golpe de patadas; el hombre caído
en generalidad anónima, en chusma desposesa.
huye. Antes de enterarse de lo esencia, escapa.
Das Mas no apida: el Ser que puede ser se aniquila
y él lo tiene del pescuezo como a su sombra,
hombre de paja, defraudable, mudo,
destruíble. El mismo se descabeza,
sin Ser que lo salve.
Heideggerianas / Indice
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