Tuesday, April 14, 2009

John medita acerca del perdón




El ex-guardia de la SS Nazi Ivan John Demjanjuk alegadamente a cargo de las cámaras de gas en el Campo de Concentración Treblinka, donde cerca de 875,00 judios fueron asesinados.


Cuando se vive en el camaleonismo sicológico,
en publicidades del cinismo y de la propaganda,
sólo dos cosas son posibles.

La primera:
«Que se protejan los muertos,
en memoria de justicia».
Quiere decir
que hay que honrarlos en silencio,
en lo menos doloroso, aunque la burla esté viva
como herida llagada y aún abierta, ¿y se puede
así cerrar el libro del perdón?

... si todo el mundo dice
: «Yo no fui, yo no sabía,
otro habrá sido, no yo»
... si los alemanes aprueban para sí
mismos condición de 100% inocentes desde hoy, 1969,
¿se puede así cerrar el libro del perdón?

... quienes se perdonan por aministía
y expiación colectiva de pecados, ¿informarán que,
si alguno se prefigura asesino, genocida,
lo llevarán a la justicia, no para tortura,
para acusarlo y redefinir el perdón?

¿Se puede? o en represalia, infamia y burla,
si hay tal canalla, ¿se pedirá que sea eslavo, o ruso,
ya no conscripto por la Guardia SS de Himmler?

... pero el hecho es que 870, 000 judíos
fueron asesinados en Treblinka,
torturados por verdugos alemanes en Polonia.

Así otros hay que preguntan por los muertos
expuestos, evidentes cadáveres en mano: 29,000 judíos
del exterminio en Sobibor; pero lo hecho es...

Que John Demjanjuk dice:
«Yo no hice nada.
Yo no estuve en Treblinka. Yo no estuve en Sobibor».


Pero el hecho es que Rafael Leonidas Trujillo dice:
«Yo no mato haitianos ni mato mariposas».

Pero el hecho es que Augusto Pinochet dice:
«Yo no mato una mosca».

Pero el hecho es que O. J. Simpson dice:
«I am 100% innocent».

Pero el hecho es que Fujimori y Keiko de fotuto
dicen: «Soy inocente. Destruyo el terrorismo».

Entonces, reactivaron la extradicción del '86
y no sirvió de nada. El sospechoso deviene
como
«an American Dreyfus,
another innocent Man up Calvary».


Si es el prospectivo genocida, usted tendrá
quien le huela los pedos y lo convierta en santo,
en héroe y describa la evidencia que lo inculpa
como humo, inmaterial, testimonio perjuro...

Usted es inocente porque el tiempo absolve
lo incierto, el tiempo oculta, pierde la memoria,
modifica a capricho y treinta años han sido suficientes

para que las generaciones del rencor se aquieten
y las víctimas se callen de una vez por todas
con sus deudos controversiales y bocones.

Hay que culpar la OSI (del espionaje precursor),
Office of Special Investigations
y a la KGB de Yuri Andropov, que son sus contraespías
y siempre alegan que el culpable se esconde,
urde y siquitrilla y sigue vivo y se mofa,
¿pero quién es?

... si ya la impunidad transforma en héroe
al enemigo y al asesino cobarde se le dice valiente...

Es como decir que no han matado a nadie.
Que Treblinka es un mito.
Que el holocausto es cine experimental:
paradójico momento del capitalismo que lleva
cuenta estadística de guerras y daños colaterales.

Que cese ya la tarea persecutoria temeraria y perenne.
Que no asuma el castigo, que nadie deba, siendo asesino,
declararse criminal, aunque tenga en sus manos
el arma del delito. Que algo tendrá que a ver
en los archivos moscovitas de Treblinka
que diga:
«Es inocente. El no mata una mosca.
Es un patriota pulcro. Y lo haga Dios lo bendice.
Es servicio. Es lealtad. Es maravilloso».


Ninguno quiere ser culpable si ya es viejo.
Ninguno la bestia de Treblinka.
Nadie quiere ser brutal y sádico
como Iván el Terrible,
nadie un guardia que latiga las cabezas
de los niños para golpear los senos de sus madres.

En algún otro lugar debe estar el gordo y viejo
Ivan Marchenko, yo sólo soy un chivo expiatorio
de odiadores, Monstruo, Mengele,
y lo hizo solo; se molestan porque me hice
ciudadano de la América gloriosa
y ésto es lo que hacen conmigo:

«Un-American persecution that has never been
that of justice tempered by mercy.
It is the same satanic brew of hate
and revenge that drove».


Es preferible que se diga que no hay monstruo vivo
o culpable ningún holocausto, y que el gas venenoso
de las cámaras letales se evaporó con los nombres
de los presuntos verdugos.

«Yo tenía 23 años en 1943»,
perjura quien no quiere su ficha criminal de verdugo
[asesinos hay que comienzan desde niños]
pero envejecen diciendo:
«Yo no soy responsable,
yo no quiero ser ahorcado como si fuera Mengele,
ahora soy viejito, no me toquen un pelo»


Jerusalén, tén piedad y no me subas a la horca
como a Adolf Eichmann, en 1961.


El Libro de la Guerra

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