Friday, October 02, 2009

El sistema de carácter / La arcaica alegría / La otra mitad



El sistema de carácter que yo quiero
no se parece a la jauría
(que sólo tiene instintos y, a saber,
que son muy pocos buenos).
Es ante los conflictos que se prueba
si la bestia está primero que el carácter.
¿Cómo la vida orientará al que sufre
si nada hay en estos cuerpos que sea puro,
si no hay hueso maligno hasta la médula,
si no hay costilla buena para irse
hasta los reinos de las separaciones?

Aquí estoy receptivo, con la esperanza impura
de no estar en la boca de los explotadores,
quienes muerden, porque mucho atesoran
sus bocados ajenos, explotan
para hacer mercadeables
sus dominios.

Aquí, impuramente productivo,
con pulgas y necesidades
que se llaman sustancialmente
mis instintos.

De
Las zonas del carácter

* * *


La arcaica alegría del asombro

Hay una vieja alegría en el mundo,
o sí, en la geografía, en la memoria
de mis manos y brazos y piernas,
en la piedad inocua
de alguien triste y cansado,
con dos ojos soñadores
como los que he tenido...
ay, y ahora soy... tan pobre como para pedir silencio,
tan rico como para vagar en años.

Necesito el sol sobre mi boina
(tengo dos ojos y todo lo bello se los acredito,
¡cómo me han obsequiado!)

Todavía tengo un árbol al que digo:
«¡Me asombro!»
y una dulzura de mujer
que se conspira en antojos
y su canción es mutua.
Se nos vive en los labios.


De Las Zonas del carácter / Indice

* * *

Esta otra mitad

Tuve sólo cuanto pude merecer
¡menos esta mitad de la muerte!
que vuelca el horizonte, de repente.

Me ensombrece. La tempestad amanece
con sospecha de asalto y alfileres
tan intrusivamente que estoy aquí
ante una tumba abierta, con mi nombre
y mis rodillas, tiesas y selladas.

La ronda del pájaro negro
saluda en mi piel, sólo arrugas
y polvo y lentos pasos y olvidos.

De
Las Zonas del carácter

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