Uno
El gorrito de la burla
Recuerda que, por unas u otras razones, junto a otras niñas, fue transportada aparte, aunque su destino fuese el mismo. Irían a uno de los caserones, habilitads para dormitorios y comedores de la Escuela México-España de Morelia. Como era el caserón más pequeño, se dispuso para las niñas, la cocina, la escuela del taller de costura, una salita que llamaron la futura Biblioteca.
El camión entró por la parte oriente, donde está la Plaza de San Juan de Dios, al parecer, la que hoy se identifica como la Plaza Melchor Ocampo. No recuerda si la estatua que hoy honra al estadista se había eregido. Sí rememoró que un hospital tenía ese nombre: Melchor Ocampo. Y recuerda que bajó con las otras niñas y, según caminaban, el hospital iba quedando a sus espaldas.
La plaza tenía árboles sembrados en sus bordes. A la catalanita, le trajo vagas memorias de Barcelona. Sin embargo, cuando alcanzó con su mirada unos edificios, no tan distantes al fondo y hacia el Norte, a pesar de que le dijeron que yerguen los letreros: «Les daban la bienvenida», la pancarta semicaída y desdoblada por una violenta brisa, parecía como si, por enojo, la estropearan. O hubiesen decido que se cayera y se pierda. No se le quitó de la cabeza que en España se comparaba al grupo de niños que arribó, con el buque Mexique, con niños en campos de concentración en Francia.
Ana Catana leyó otra pancarta en el edificio, aún más grande y amarrada a una pared, sobre la altura de dos puertas, de un extremo a otro: «Todas las elecciones son una farsa: almanzista, únete al sinarquismo». Preguntó en voz alta qué significa el sinarquismo y qué es un almanzista. Sólo le dijeron que la campaña presidencial comenzó y será reñida.
A las siete de la noche, a poco de haberse servido lo que fue su primera cena en el centro, leyeron la cartilla a las niñas. —Darse su lugar, evitar irse a jugar con los varones, porque la edad no es garantía de protección ante «criaturitas perversas y lujuriosas», como son ciertos niños—.
Le mostraron una habitación. Había como diez camas; sólo dos habían sido ocupadas; las niñas fueron solicitadas por familias católicas y caritativas, que las adoptarían, en su momento. —Ahora ya son seis con ustedes—. Todas para compartir una sección, donde había una ducha, tres lavamanos, tres bidets, con su toilet al lado. Se habló sobre cómo no desperdiciar el papel de toilet, tras la limpieza post-defecatoria, porque «está tardando y dificultándose la compra del papel de China». Cuando eso sucede, aún las niñas educadas en las buenas costumbres y progresos, utilizan o un trapo, o papel de periódicos viejo.
El vestido que Ana Catana había elegido para estos primeros días en México lo cuidó celossamente dentro de un morral, muy distinto al que le dieron luego. Mas ella defendió estos vestidos, no más de tres, uno de los cuales eran su ropón de dormir y una enagua.
Ahora, para este paseo, vestía el mejor vestido, con fina tela y prendas interiores que delataban su clase social, hija de la burguesía más distinguida. En ningún momento, ella hizo aspavientos de serlo. Ser niña rica, o presumirlo, fue como inconveniente, o se supuso serlo. En España hay guerra y hambre.
A su padre lo asociaban con el Gorro Frigio. De hecho, así salió en una caricatura que un día, en Barcelona, vio en la prensa. Como pequeñita, Ana Catana no supo el por qué de lo que leyó. Leyó, sin entender, y le explicaron, que con la caricatura y unas parrafadas bajo el epígrafe se le recordaba a su padre que ser rico / goliardo / rentista y señorón / no va tan acorde con la vida política que él había iniciado, desde el gobierno: Marchiel Possé discursa sobre la libertad para las masas, la conveniencia de la democracia jacobina.
—Pero eso es una iniquidad y contrasentido, viniendo de usted, Señor Marchiel—, se le decía a su padre. —Usted se ha olvidado de cuál es el Modelo Original y lo que debería imitar deliberadamente, para no ofender el tradicionalismo. Los cambios del mundo... mire, doctor, deje que se dén, no los apoye. La Mano Invisible que gira el mundo es Dios. No copie los giros y malgiros de los humanos, copiando de malos modelos, por las generaciones sucesivas no perdonan... Corta memoria tiene la reacción de los revolucionarios jacobinos y muy larga y segura es la memoria de los tradicionalistas—.
A su padre le estuvieron diciendo traidor del Tradicionalismo. Fue el primero de los Marchiel-Possé que cayó en la herejía tan abiertamente. Uno, el fue el primero, se puso una máscara de hierro sobre su rostro para no avergonzar a la familia. Estuvo cautivo Luis XIV, el omnipotente Rey Sol, por veintidós años
No se esperaba de los Marchiel-Possé. No del esposo de Soledad, madre de Ana Catana, quien ha tenido que abandonar la España azul. Este se hizo republicano, guerrillero y repitió las herejías que hicieron que el Du Junca, en su diario, registrara en 1698, que un De Marchiel fue transferido de Pignerol a la isla Santa Margarita, en la bahía de Cannes, y ese hombre «es más importante que el resto de los reos en la isla».
Y la familia de ese hombre, que terminó en La Bastilla, fue tradicionalista y, desde entonces, ha comprado muchos predios en la Bahía de Cannes, asegurando que no sucederá más que un miembro de la familia copie mal el modelo que se le ha enseñado.
—El niega la personalidad de su clase, el Ego de su familia, el Ego de todos los individuos ricos. Es un rico que se niega a sí mismo. Niega su libertad personal y dice que el colectivismo de la nación, el Estado demócrata y social, es más importante que él. Eso es ponerse el gorro. O dejarse poner un sabenito... Que se engorre él, que le crea la revolución a Marx o al taylorismo, éstos últimos, con Henry Ford, constructores de la clase media—.
Quien habló a la pequeñita Ana Catana, aún en España, es venenoso. Ella es una esponja e hipersensitiva. Proteja y guarda lo que oye en su memoria para siempre.
—Esta clase media, que es la peor y más mercenaria de las clases, porque es una clase aspiracional sin inscripción política definida, le piden a la izquierda y a la derecha, a Dios y al diablo. Piden a base de maldición y gesticulación de fe. La clase media y su modelo social burgués es el colmo de la hipocresía... —, oyó que le dijo. Indiscutiblemente, que Ana Catana no sacó nada en claro.
Fue lo citado, rigurosamente. Ella puede memorizar lo dicho: «Que su padre siendo adinerado, hijo de una sociedad opulenta, que se había paseado por Francia, Alemania e Inglaterra, visualizó la consolidación de ese grupo emergente, a través de la sociedad de masas, y en vez de reprender y destrozar la aparición de ese modelo en España, lo ayudó a crecer. Lo predicó. Elogió el que se copiara el modelo imperfecto de la Izquierda y se puso el Gorro Frigio / Jacobino / para que fuese la burla de los periódicos y de los anarquistas y de la gente que, por surgir de las capas más bajas de la sociedad, no entienden estos postulados y otros, claro está, que el republicano De Marchiel Possé también puso en duda, yéndose con todo al tacho:
La familia de Marchiel-Possé no puede justificar el ateísmo, con su Divinidad: la Impaciencia y la Polarización. Mucha secularización político-social es mala consejera cuando se desean cambios. Si. Los cambios son necesarios y la necesidades, aún no satisfechas, con cierta magnitud, revelan cómo han de satisfacerse los cambios.
—Dar poco a poco, porque dar con exceso es revolución que destruye lo bueno, junto con lo malo. No es que sobrevaloremos la tradición, o creamos que las normas y costumbres todas sean buenas. La esencia de nuestro pensamiento es que complacer, en exceso, el apetito de cambio, el apetito de revolución, entraña un peligro moral que ahonda el caos. Y preferimos ser, entonces, prudentemente contrarrevolucionarios, conservadores—.
Ya en la Escuela México-España de Morelia, en el día de su formal registro, una mujer se ha parado frente a un pizarrón. Apunta las horas en que las niñas se levantarán, tendrán horas de alimento diario, asistencia a clases, ejercicios en el patio. Horas de lavandería y horas de limpieza en las instalaciones. Diagrama hábilmente ideado. Por observar a Ana Catana con más curiosidad que otras niñas, había quien, ella era una, notara que todo lo suyo fue de mayor calidad y costo que lo que otras niñas del embarque trajeron.
Tendría que decirle no presumas, eres la realmente minoritaria en esta mayoría de zalapastrosas, entristecidas y hambrientas. Al plantear cuáles serían los términos, tomó en cuenta, lo que observara en ella: su corte de pelo, su dentadura, de higiene disciplianda, su cajoncito con cepillos, dentríficos, uno que otro potecito de aroma y su jabonera; aún vestida en fachas, era pulcra. Miró sus medias y zapatos impecables, tan ;impios; el abrigo con que se protegía de aires y alturas, es elegante, caro y bonito, pero, lo dijo enfáticamente para que se lo enchuten todas las niñas: «Que no se tolerará el robo y que la desobediencia será castigada».
Dibujó una cabeza, con orejas de burro y, tras borrar la imagen de la burla, arguyó: —Aquí no hay ricos ni pobres. Aún tú, pequeña, vas a utilizar el uniforme. Aquí se te coserá la ropa y te darán zapatos. Aquí no hay mucho que dar, no estamos en una Feria de las Vanidades; pero tampoco éste es el Valle de la Humillación... No se insultará a la gente porque responda a un nivel social específico; sólo que aquí no se para bola al que viene de viborita, pa'cuaima, yo; y como este lugar no es necesariamente la iniciativa de una bola de rojetes y, ¿quién sabe si dure tanto como para que digan, caray si hicieron algo por nosotros? Lo que yo les pido es que jalemos parejos el mecate. La soga se puede partir y no hay por qué buscar culpables, o echar más responsabilidad algún pagapedos que la que tiene—.
Ha vuelto a dibujar una figura y le ha puesto un gorro frigio. La señora no tiene idea de que Ana Catana rememora a su padre. Es sólo una coincidencia que la mujer dibuje algo tan parecido a la vieja caricatura de a la prensa española que estigmatizara a su padre. Se asoman lágrimas a sus ojos porque asocia la caricatura que viera a la edad de seis años, en vísperas de perder contacto con él, con la calaverita que se dibuja sobre el pizarrón con tiza.
—A ninguno nos gustaría que éste sea nuestro destino. Unos huesitos despreciados... con un gorrito de burla en el Valle de la Humillación.
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Dos
Visitas inesperadas
En vísperas de que Ana Catana dejara los dormitorios de la Escuela de refugiados, después de cinco años de haber estado allí, una noticia conmocionó a Occidente. Fue un 8 de mayo de 1945. Según se cuenta en Morelia, la noticia se captó por radio. Norteamérica festejó ese día llamándolo el día V-E. Victory in Europe. Españoles republicanos en el exilio supieron, aún sin confirmación, que el 30 de abril Adolf Hitler se habría suicidado en su búnker, junto con su amante, o esposa, Eva Braun.
Karl Dönitz, nuevo Presidente de Alemania, y Joseph Goebbels, Canciller, ambos nombrados por Hiltler antes de quitarse la vida, estarían dando órdenes: el retiro de tropas alemanas de Italia, la entrega de Berlín a los soviéticos, la rendición de tropas alemanas en Holanda y, el 5 de mayo, Dönitz ordenaría a todos los U-boots dejar las operaciones ofensivas y regresar a sus bases. En Reims, Francia, el Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados.
Dicen que el director del colegio, en actitud de avisar alegría y el fin de la guerra, golpeaba las puertas de los dormitorios de varones, iba de un edificio a otro, pidiendo atención y alborotando los pasillos, cada vez que hallaba a algún maestro: «¡Se acabó la mierda!», este fue su grito. Muchos niños españoles ya tenían la edad y la madurez para entender que la mierda que llegaba a su fin, era la guerra. La otra guerra en la que España no quiso participar. Otros ni siquiera imaginaban de que se habló durante ese día 8. Ana Catana sí, porque ese día era su cumpleaños. Cumpliría 15 años y se sentía importante, no sabía por qué, hasta que con las actividades y conversaciones del día, supo.
Al colegio, como si tal fin de la guerra, se vinculara a la suerte de cada niño en el colegio, llegaron los representantes del Consejo de la Hispanidad. El español Eulogio Celorio Sordo se hospedaba en la hacienda de Los Valdez de la Nueva IItalia que, en el primer lustro de 1930, tuvo sus encontronazos con la Confederación Michoacana Revolucionaria del Trabajo, organizada por Cárdenas.
La cepa italo-asturiana de Los Valdez estuvo administrada bajo la sombra de la Matrona Constanza y una base de inmigrantes, asociada a la Negociación Agrícola del Valle del Marqués que solía liarse en conflictos rurales con campesinos y patrocinar, con artimañas, brotes huelgarios que terminaban en asesinatos, como si con tales fines se hubieran generado. Durante el gobierno de Cárdenas, éste supo que la familia Valdez en 1924 apoyó los ‘huertistas’ y saquearon la ciudad de Morelia.
Hasta el año de 1929, por lo menos, con el culto a la señora Constanza apoyaron la rebelión cristera en Michoacán y daban dineros a un Consejo Falange-Iglesia que les llegaba a través de René Capistrán, a una Liga Nacional de Estudiantes Católicos.
No que se haya comprendido todo lo que pasó durante los primeros días de mayo; pero lo que fue realmente el Armisticio o fin a la Segunda Guerra Mundial, vino a celebrarse el 15 de agosto de 1945.
En realidad, la Derecha estaba triste. Los sinarquistas se sentían derrotados y, particularmente, en Morelia, donde el mismo día del cumpleaños de Ana Catana, la rendición de los alemanes en Francia, ante el General Jodi y la declaración del V-E por los americanos, se murió Constanza, a la edad de los 60 años.
Lázaro Cárdenas sabía quién fue porque siempte estuvo rodeada de los alemanes poderosos del Estado de Michoacán y Guanajuato. Uno fue el Ingeniero Oscar Hellmuth Schreiter; otro, Otto Gilbert. Sus contactos en Michoacán eran los hermanos José y AlfonsoTrueba y Olivares. El hacendado Trueba fundó y dirigió el grupo Sinarquista de Morelia, en 1935. El mejor orador que pretendieron presentar, llamándolo la «Promesa del PAN», fue Pedro «Rodolfo», al que le llamaban el Apostador.
Mas, aunque La Base del surgente partido PAN (Acción Nacional), hasta entonces un movimiento cívico, lo cultivaba con adornos y virtudes de conocimiento que no tuvo, éste tenía una pinta de Adonis y las mujeres de los pueblos iban a verle a las tribunas, con la misma devoción que iban a los teatros a ver y escuchar al intérprete de «La Madrina del Diablo» o «La Valentina», Jorge Negrete o al galán de Guamúchil, Pedro Infante.
Pedro Valdez se sintió mucho más importante que todos los ídolos que dio esa generación de los Tres Gallos Mexicanos: Negrete, Infante y Solís, durante The Golden Age of Mexican cinema. El ego lo movía, como expectador, hacia un cine extranjero, y él alternaba, con gente de lealtades extrañas, cuyo racismo se ocultaba con retórica religiosa y política.
Así al fornicario Pedro, Adonis-bestia blanca, con mucho esfuerzo instructivo de Salvador Abascal, se le utilizaba para elogiar al General Francisco Franco Bahamonde, sin decir su nombre, y entonces hablaba de un «salvador de México, restaurador de la hispanidad, en España y en las tierras aztecas».
A él, en particular, no le gustaba mencionar el Espíritu Católico, o la Tradición de la Fe», porque él no iba ni a misa; pero, hablar del Gallo Místico, sí le gustaba y pensaba que tener mucho gallo y espuelas se refería metafóricamente a la acometividad sexual. Sex-appeal fue término que él trajo a Morelia para referirse a que «nada hay que envidiar a Clark Gable, si México da sus Valentinos… y Llegó por Quien Lloraban».
En 1945, año en que había muerto su madre, se sentía un poco culpable porque cinco antes dejó la Universidad. El está más en la juerga y los alcoholes, ya con varios hijos bastatdos, que en tomar responsabilidad. En 1941, cuando fue enviado desde España Eulogio Celorio Sordo para encargarse de la Falange uniformada en México, a él le ofrecieron que se educara en el Instituto Iberoamericano de Berlín, «si es que piensas que el Convento de San Juan Bautista Tiripetío, es poca cosa para tí». Había escuelas para españoles en Hamburgo, Bremen, Hanover y Viena. Los graduados eran comisionados como oficiales en el Servicio de Inteligencia militar del Ejército español, el SIM.
«¿Y quién le va negar a Constanza los favores que ella pida si el mismo general Wilhelm von Faupel, cercano a Hitler, le envía en Navidad, saludos a ellas, tarjetas postale, que invocan salud y progreso».
Por eso, en 1945, su padre y él, se internaron en la sala-biblioteca más grande de la Universidad Michoacana de San Nicolás. Un enviado de Von Flaupel, el creador del Consejo de Hispanidad, de Madrid, formado mediante un decreto oficial del Estado español en 1940, va a disertar sobre el impacto en España de la rendición alemana y el fin de la guerra.
Esta mini-conferencia reunió el poder germanófilo en México con los que, supervisados por Nazis y falangustas españoles, pensaron que tendrán el control de las operaciones del Servicio de Inteligencia Mexicano, aúm después que se acabe la guerra, «triunfe el Eje o fracase».
Muy bien trajeados, padre e hijo, uno más charro idealizado que el otro, Pedro, inmaculadamente emperifollado, a sus 25 años, se reinirán con Augusto Ibáñez Serrano y Alberto Mercado Flores, falangistas españoles, dos que siempre han dorado la pildora al decir que el «sueño incumplido de la Revolución Mexicana» ha sido «no librarla del totalitarismo comunista».
Alegaron que, por seis años, Lázaro Cárdenas alimentó con cuchara grande el apetito de las chusmas indígenas por el comunismo y que aún no se deroga el artículo 3 de la Constitución, «el cual impone a las escuelas, tanto públicas como privadas, un sistema de educación socialista». Mas el mensaje ahora no tendrá una tónica anticardenista. Han dicho que deben convencer a quienes les escuchen que «no somos antiestadounidenses», no vienen a elogiar a Hitler como «el gran azote de Dios, o genio militar, cuya misión sería la destrucción de Rusia, con los instrumentos de Dios».
No pueden subrayar estas cosas cuando el Führer se ha pegado unos balazos y Karl Dönitz lo ha rendido todo. —«Somos lo que nos hemos roto en dos pedazos. El marco del discurso de Abascal ya no conviene. Ya, ni espacio vital para que Alemania se alimente ni conquistar minerales de la península de Kola en el norte de Rusia serán posible».
—Pero a la División Azul de España, a los hermanos hacendados Trueba-Olivares, a los hacendados Valdez, a los Validvia, a nuestra desaparecida benefactora Doña Constanza, a quien enterraremos con honores y razón es que estemos aquí hoy, a Melchor Ortega y Adolfo Maldonado -ex-gobernador del estado de Guanajuato y ex-secretario general en el estado- , traemos un especial mensaje de la Falange Española. «Estamos más fuertes que nunca». Y, como no hemos venido a llorar sino a enterrar a Constanza, la hermosa benefactora y, con el fin de dejar viva nuestra chispa en la antorcha de la Hispanidad, cuando salgamos de aquí, visitaremos la Escuela Industrial México-España para que sepa el Presidente Avila Camacho que no estamos en contra de que la niñez española tenga un espacio en el corazón de los mexicanos…. pero que sepa que estamos en contra de la educación socialista y que lo que ha sucedido, en 1945, es la oportunidad para que se institucionalice un marco de competencia, democrática y partidaria, como la que el PAN propone; ya no hay que oponer unos grupos a otros, hay que entender a Zapata el agrarista y a Escobar y Juan Andreu, hay que conciliar a cristeros con vasconcelistas; hay que entender a las brillantes mentes de Porfiriato, de Sierra a Barrera… y en ese marco de reconciliación es que tenemos que escuchar el mensaje que sobre la Hispanidad nos trae Alfonso Junco, poeta sublime, religioso, guadalupano, periodisa, historiador y ciudadano valiente e insobornable, al llamaré el principal apóstol de la Hispanidad en México—.
—¡Cómo fue de buena, la señora Constanza!-, dice la directora de la escuela. No era la primera vez que, en nombre de la familia Valdez, se cumple con algúm encargo, regalos en Navidad para las niñas, libros de la fe para la Biblioteca y visitas devocionales, con las que siempre se logra una adopción temporaria. Familas católicas de Puebla, Veracruz y Guanajuato, se han llevado a las provincias casi todas la niñas—.
—¿Y a esa preciosidad por qué no se la han llevado en adopción?-, pregunta el poeta Alfonso Junco y ha llamado a sus secuaces cuando le explican que Ana Catana ha cumplido 15 años. Ha terminado el programa curricular que el colegio brinda con sus escasos medios. Ha solicitado una beca. Ella misma escribió, a uno y otro grupo, o funcionario, solicitándola. Quiere entrar a la universidad michoacana. El colegio la utiliza como una ayudante—.
—Entonces tiene mente.
—Y belleza—, concluye Oscar Hellmuth Schreiter. —Parece alemana.
—¿A quién has escrito para que te ayude?
—A don Indalecio Prieto, de la JARE—, contestó ella. No tiene la mínima idea de quienes la interrogan No se huele cuán perversa es esta gente.
—No la jodas.
—¿Y no te han dado nada? ¿Por tu cumpleaños?…—
Alfonso Junco le promete un poema. Sin que pueda darse por enterada, porque le hacen ronda una veintena de hispanistas, Pedro, hijo, la escruta de pies a cabeza. Es mujercita de una talla mediana, esbelta, con muy lindas piernas, el busto apenas incipiente. Asegura él que ser tetona y tendrá un lindo talle, abultaditas nalgas. En par de años, habrá que seducirla. Será tan hermosa. El padre está bebiéndose sus labios, así de linda, en sus tiempos, fue Constanza, su mujer.
Y mira qué quinceañera y él todavía, jariosón. Es que la nenorra parece una artista y lo que la mata es su nombre. Una actriz del cine mudo le viene a la mente porque tiene el mismo nombre que su recién finada: la han llevado a la Catedral de Morelia como una celebridad de las Piedades Católicas; no de las películas mudas… Con The Easiest Way, una de ellas, Constance Campbell Bennett se hizo una de las estrellas mejor pagadas en Hollywood. Durante estos años de guerra, viajaba por Europa. Divertía a las tropas estadounidenses y recibió sus honores militares. Se casó con un marqués de Francia. Y Pedro la recuerda en escenas con Robert Montgomery.
Una mujer, esposa de José Trueba, convencida de que Ana Catana es una niña con promesa, con tan sólo mirar cómo reaccionan estos hombres, grita que tiene una idea. Organizar una Fiesta de Quinceañera para todas las que cumplan la edad este año. Una fiesta colectiva que les procure los vestidos, zapatos, chambelanes, música en vivo, que las divierta. Son niñas que han sufrido, que han sido apartadas del catolicismo y el cariño de sus padres.
-¿Te gustaría una fiesta? ¿Que vaya mucha gente, que te llenen de besos y regalos?—
—No sé. No por mi cumpleaños. Por estoy feliz, sin fiesta. Se ha acabado la guerra. El director de esta escuela está tan contento como yo—.
—Quiero verte vestida de princesa-, le dijo el poeta que estaba allí.
—Yo me veo como una princesa sin vestir…—
Todos contribuyeron al silencio cuando lo dijo. Quiso decir que ya lo es. Supuso que nadie lo entendió, o que fue mucha presunción para una niña que vestía con tanta humildad, haciendo milagros en las telas que ella misma cosía en el taller escolar.
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Tres
Que viene el Coco y te come
A Catita le dijeron que el Coco no existe.
—Por supuesto, es mentira. No existe—, dice Bassols y acarició la mejilla de un niño que lloraba. —El Coco es un invento pa'bobos—. A Catita se lo explicaron, muy someramente. Alguna vez trataron de asustarla. —No hay tales martirizantes figuras. No hay verdugos—.
Quizás el miedo irracional a lo desconocido hace que la gente diga esas bobadas. No hay ni por qué creer cuentos de hadas ni tampoco que se crean cuentos de horror. Ahora, cuando sólo por vieja le dicen Catita, inspira autoridad con su mirada desafiante y valiente. Aprendió que lo único espiritualmente deformador, logrero y por lo que se arrugan, los supersticiosos, es la cobardía, la complicidad, la falta de transparencia.
El único Coco en su familia fue uno que se puso por veintidós años una máscara de hierro para no asumir, en su familia, que su corazón estaba en bellas herejías que desafiaban el Tradicionalismo.
El embajador está mirando a un hombre impertinente. Este es un ccco / cacudo / que hablaba de cuquitos. Se ha decidido a acompañar al grupo de niños que viajará a México. A este monse si lo dejan vende terrenos en la Luna y por lo que mete floros, cazando a pazguatos. Un par de años lleva, cercándose de niños, con ojos pedófilos, se integró al Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona. Se dijo partidario de un pacifismo filantrópico, sin banderías ni preferencias políticas. No tiene delitos. Su expediente limpio sólo indica que es célibe, amanerado, amigo del mucho rezo y comer en conventos, o al fiado.
—Creo en salvar a los niños— y da la impresión, por sus persignaciones, de que es católico y piadoso; empero, abrió la boca y soltó las entelequias de demonios que no existen. Tal vez no se dio cuenta de que estuvo mencionando las sogas en la saca del ahorcado. Da la impresión de inmaduro. O matrero, pero es servicial. Sólo que se pega a cualquier grupo, por cena o desayuno.
—Eso de aliar en un mismo cuento a niños y cocús no lo haga más—, le dijo Bassols al hombre. El terco asintió, mas no tardó en repetirlo. Esta vez dijo que sólo intentó ser divertido. El caso es que los niños dormirán esta noche con escasa luz, apenas lamparitas. Escasean las velas. Hay mucha penurias en París. La luz eléctrica es ineficiente y el castillo es frío. Los pequeños se ponen nerviosos, máxime si los amedrentan con espectros fantasmales o relámpagos inesperados y truenos ensordecedores. Cuandos son niños, crecidos en la abundancia y la comodidad que merma por la guerra, lo mejor es evitar ese surrealismo atrabancado. La escasez es ya mal agüero y ocasiona su nerviosismo.
En la habitación del Castillo Reynard que han asignado a Soledad, como madre que disimula la angustia [va a separarse de su hija] dio atención a quien contaba lo que viviera, junto a algunos republicanos que lograron su escapada desde Gerona. El Gobierno de la República dejó su sede en Barcelona, presionados por los bombardeos franquistas. Se mudaron a Gerona. Allá observaron cómo se ametrallaba a los civiles, no sólo a guerrilleros del Frente Rojo. No quería que se abriera un rumbo a Francia. Es que sin se van esos judíos geroneses se van de España las bocas más chismosas. Y los falangistas prefieren matarlos en sus patios.
Ella hizo breve la plática, cortó a tiempo. Supo o sobreentendió que se confirmó la muerte de su esposo. Es mejor que Ana Soledad no se entere de mayores detalles. Ella verá cómo puede enterrar o reclamar ese cadáver, sin que exponga inútilmente su vida. La nostalgia hace hablar. Aquel señor quiso ser la enciclopedia. Es que es judío: El ama la Costa Brava, y Gerona es la ciudfad que noreste peninsulat que él más ama y la cercanía a la frontera es como una puerta. Se ha puesto a llorar porque ya no visitará el Carrer de Sant Llorenc, cerca del portal, se sienta y vigila lo que fue su casa, en el barrio judío. El se conoce las estrechas calles de Gerona. Es de los pocos que detectó un lugar, ruta exacta, donde aún está la yeshiva medieval que fundó Nahmanides.
Francia permitió, por primera vez, que llegaran por sus fronteras muchos de los heridos de la retirada de Barcelona y Gerona. Y un buque francés, el inolvidable Sinaia, se ha comprometido a zarpar desde el puerto puerto de Séte y relocalizar a niños españoles. La idea es que no vean más episodios perturbadores de guerra. —No es sólo el Coco de la Violencia, que es tan monstruoso, aún más que los Cocos del hambre y la enfermedad, por sus pepitas de kókkos, y que escupe el Monstruo mayor, el Cus etíope, el demonio deforme y feo—.
—Que se vaya a un pinchi teatro este pendejo—, oyó que Bassols. Fue la primera vez que el término 'pinche' tuvo un significado que no estaba en el significado de madre e hija.
Soledad, ante la nueva mención de los Cocús, sonríe a su hija. A los nueve o diez añitos, Catita es tierna todavía. Su madre suele decirle que abra bien los ojos y escuche únicamente lo que convenga. Chismes no son verdades y abunda más el chisme que lo cierto. Es preferible velar a dejarse hundir en pesadillas. O dejarse arrastrar por la histeria. Por eso, al igual que Bassols, el Ministro en Francia de Cárdenas, confía que Ana Catana será protegida. No creerá lo que ha oído.
—Este sujeto está cagando el palo—, el diplomático lo piensa, pero, no lo dice. Por su parte, Catita medita silenciosamente que, aunque Bassols, el mexicano ha dicho groserías, tales como pendejo y mierda, o deje de joder, no puede ser un hombre. Algo de su pasión le recuerda a su padre, o a Indalecio Prieto, cuando visitaba su casa y tertuliaba hasta altas de la noche.
Historias negativas propaladas sobre la situación de los primeros niños en México, que viajaron en el vapor «Mexique», el extraño las repite como si trajera una agenda para desalentar que se hagan estos viajes. Cuentan, por ejemplo, que de los primeros 456 menores, entre huérfanos de guerra e hijos de combatientes republicanos, de los que ya embarcados desde España en el vapor de bandera francesa Mexique, unos 200 se han perdido en el camino. No que se hayan lanzado al mar, sino que escaparon de los caserones. O no se han personado a las clases ni a sus dormitorios. No hay disciplina, especialmente, entre varones. Consiguen licor y cigarrillos. —Con deciros que en Escuela Industrial España-México, ya murió un chaval—.
Es cierto que problemas han surgido con el director Lamberto Moreno y los docentes de la Escuela Industrial España-México. Murió electrocutado uno de los niños, Francisco Nabot Satorres, y los alumnos, se han inquietado. «Van dos veces que se amotinan», informa el gracioso, alegando que viene de México. «Soy parte bona fide de estos proyectos». Ha faltado atención, estilo; no les enseñan siquiera la historia de su patria; no se explica por qué su presencia es una lección para México. Estos han llegado en medio de la guerra y, en adición a alimentarlos, ¿habrá alguno que entienda que necesitan algo más profundo que el que aprendan un oficio?
No fue este informante quien lo dijo primero, pero, se irán corrigiendo errores. Se destituyó al director, se ha advertido que no se tolerará la hispanofobia, presente entre maestros durante estos primeros años.
Ante niños que han reído o llorado juntos, por varias semanas de espera, hay expectativas que Bassols comprende. En el Casillo de Reynarde, alquilado como residencia diplomática, duermen sobre el suelo con frazadas. A ella, aún los pequeñines, la han invitado a jugar. La ven tan linda y noble, con una sonrisita burlona, como si escuchara hasta lo que no se dice, o meditara palabras desconocidas como pinchi, sinarquistas, cardenistas, Morelia...
Aquí, tullidos por la espera, resignados a la paciencia, el desayuno no falta; pero, las necesidades emocionales no se cubren del todo. Esta es una emergencia. Quienes han llegado son niños con buenos baúles, visten bien, pese a que se arriesgan emocionalmente a perder mucho. Sobre todo, lo que es más valioso: la compañía inmediata de sus padres, o protectores.
—Esto no es, en rigor, caridad para el que no tiene medios ni patria ni patria: este es el experimento, tal vez utópico, de que la solidaridad es posible. Entre pueblos, como México y España, y entre ciudadanos mexicanos, maestros, cocineros, servidores y niños, de las edades de seis o 13 años, la solidaridad es posible y Ana Catana y su madre la asocian a una voluntad de amistad y ser leales. Sin embargo, unos hay que sufren porque exilarse puede significar la miseria que no han conocido, el olvido que carcome las promesas y los hasta luego.
El fulano se disculpa. Alegó que ama el folclor. No quiere desmoralizar ni asustar a los niños. Posiblemente, en México, la hispanofobia sobre la que él viene hablando, exageradamente, sea un invento del sector falangista y no sea tanta. Con sus primeros maestros en Barcelona, en la Plá del Rei, se recordó un viaje de Colón que trajo en cadenas un par de nativos de la indíada de Quisqueya y aprendió el nombre de Bartolomé de las Casas y la opresión de los hombres y mujeres cobrizos. A espada y muchos carajos, España les extrajo su labor y su oro. Le puso sogas a sus cuellos y les dijo: O nuestra Fe Católica, o sus vidas. Es sólo una niñita, pero ya cavila sobre estos embrollos poque la historia la sacará de Francia, así como la Guerra Civil, sacó a su madre y ella de los espacios de su geografía y el contacto diario con la sierra de Collserola (en cuyo fondo, en la lejanía, quería imaginar cima del Tibidabo) y su casa, a los pies.
Todavía están hablando sober buena fe y el peor estilo para compartirla. «Falta de sensibilidad cultural»; y Bassols habla de la peor de las insinceridades, que es prometer mucho amor a los niños en una tierra que está en guerra. Entonces, es mejor, aunque duela la distancia y la separación, que se lleven a esos niños, librándolos de la muerte y del asedio de quienes matan a sus padres, encarcelan y torturan a sus parientes.
Bassols ya lo ha decidido: —Yo no lo quiero a usted cerca de estos niños...
Pero el Terco Extraño perjura e insiste: —Mis expedientes policiales son inmaculados—.
—Pero usted habla demás—.
—Que se les adoctrine en acorde a la educación socialista de los Generales y anti-Cristeros es tan peor remedio como la excusa de asesinos franquistas. Franco y las tropas del Gobierno están cometiendo atrocidades—, razona el hombre.
—Pero eso discútalo privadamente conmigo—.
—No esconda la verdad, don Narciso—.
—No haga este momento más difícil, no les hable de Cucús... o el Caco o el Coco, lo que sea. En su lugar, si es verdad que ya conoce a México, recuérdeles las pancartas, tendidas desde los altos edificios de Veracruz y otros puntos, camino al Distrito Federal y Morelia, que les dicen: «Bienvenidos, niños de España»—.
Narciso Bassols alega que se emocionó ver el 7 de junio de 1937, el amor que expresó su país por ellos. Desde el Distrito Federal, seguió la ruta hasta que el día 10 ya estaban en la ciudad de Morelia. Frente a Palacio de Gobierno, se reunieron centanares de mexicanos a verles como si se tratara de ángeles, no meramente pequeñines.
El pueblo mexicano está advertido de que la mayor parte de familias republicanas refugiadas, algunos entre estos niños, ha vivido en campos de concentración. Ha padecido hambre. Han aprendido cosas duras del sobrevivir y de la huída ante el acoso
—Aquí, en los castillos de Montgrand y en éste, Reynard, no hay fusiles apuntando a la cabeza de nadie. No de ninguno de ellos. Es uno de los pocos sitios donde el trato no pretende ser frío, ni la disciplina militarizada como si fuera su sino sobrevivir entre alambradas... ¿De qué consuelos puede hablar usted? ¿Por qué no es sensible si lo están oyendo los niños y pinta un panorama aterrador del lugar al que van? No van a una tierra de salvajes ni en actitudes de conquistadores... Usted no puede saber más sobre los cristeros que yo. Yo viví lo que fue y conozco a la gente que participó, cada bando con sus motivios... el mexicano que puede hablar del verdadero Coco soy yo y perdóneme si lo ofendo por ser usted español.
Ana Catana guardó en su memoria estas palabras. Ya se sentía agradecida. El día que, al fin abordó el «Sinaia», se acercó a Bassols y le encomendó: «Cuide de mi mamá. Dígale que yo regresaré y que se cuide mucho porque está enfermita».
Ella no lo supo. Soledad Possé Vda. de Marchiel estaba deshuciada. Había que separarla de ella y de todos los niños por motivos de salud. Su mal era contagioso. Un verdadero Coco de maldición.
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Cuatro
Ana Catana y los tres baúles
En los días de los demonios de Jiquilpan, según la metáfora de Pedro para mentar a los cardenistas de Michoacán que vieron que Ana Catana llegó para quedarse y fue la niña más hermosa entre las españolitas que se educaban en Morelia, el ex-Gobernador y después Presidente nunca quitó el dedo del renglón. Visitaba los lugares donde ella estara. Su colegio, sus centros de trabajo, su vecindad y su casa. El quería saber de ella, no al revés. Ana Catana fue discreta y no movió intencionalmente el tapete a ningún hombre.
Si era meramente por hermosa que el Tata la protegió, con la excepción de Pedro Valdez, el títere baturro de Abascal, y Porfirio Voisin, casi todos los políticos se amarraron las ganas. Dicen que Voisin perdió ante otro español que llamaban El Baturro. Algo Pedro tendría que fue el amor de su vida, pese a que ella discierne que no nació para esos bretes de la romanticonería. Es animalmente «ardiente en la cama»; pero lo que ella su vida es otra cosa. Tener un par o tres, no más, de hijos y formarles un alma, como lo que habría gustado que fuese la suya. Almas más completas, intensas, espiritualmente ambiciosas, sin mojigaterías.
No sólo Cárdenas, Michoacán entero y, por supuesto, Morelia supo que Pedro Valdez era putañero y afecto a las cantinas. Si venía a la casa de Catana era para avisarla, que mejor se quede solterona que fijarse en ese hombre. Nunca se le habría ocurrido acostarse por él, a cambio de favores; lo creyó un protector genuino de los revolucionarios, «hombre social», así como del mismo temple de su esposa. Pero él sabía que ella era un pan perfecto y dulce, pan de harina social y dulce por su hermosura e inteligencia. «Tú brillas en ese cuerpo hermoso», le decía y ella se lanzaba a darle besos, como si él fuera un muchacho de su edad, no un adulto con rangos y protocolos, con el que hay que ser cautelosa y cuidar un qué dirán, o amedrentarse. Y ésto él lo sabía. «Esta besucona es prodigio y es apasionada y me da miedo».
Aunque Ana Catana se casó con Pedro, o se juntó, ella fue mujer de armas tomadas, media bruja y no lo quiso en la casa por borracho. Cárdenas se le dijp, como quien conversa de padre a hija y «Te voy a hacer caso, Tata Cárdenas». Se sorprendió cuando le dijo «por amor a mujercitas como usted, fue que cerré las cantinas y burdeles». Y en la noche, después de haberlo oído, se castigaba on el pensamiento. —¿Habrá querido decir que puede que termine en un burdel o una cantina?— Eran los días en que Pedro salía de las cantinas a buscarla y hacía rodar su nombre de Catana en medio de los tragos que se daba la vecindad machistas, desafiando prohibiciones.
Pedro se arrimaba a los politiquillos y a veces bien o a veces mal hablaba sobre ella. La llamaba «la Nalga que la Esfigie me quiere quitar». Se refería a la amistad de ella con el Tata. «Pedro tiene el don de embarrar reputaciones», dijo Cárdenas. Y, al parecer hizo más que decir, con el Poder de su parte, tierras que fueron de El Baturro y su familia se las quitó «y dicen que se las dio a Lopitos, a la familia del Zorro», a gente más trabajadora y honesta, que habían sido sus dueños decenios antes.
El baturro, padre de Minerva y Pedrito Jr,, el Puto, se dedicó al chupe, se puso flaco y murió de cirrosis. Antes dio mucha candela. Murió cobardemente, sin batirse a tiros, en cierto duelo en que estuvo comprometido o sucedió que, a la mera hora de los chingadazos, le entró la tos y la vomitera. «Y muérete o dispara para que no avientes el pedo». Dicen que murió en extrañas condiciones de susto.
Cuando ya no era ni sombra del varón guapo que fue y se cortó las alas de romances posibles entre la gente respetable, los mismos gargajos de insolencia y blasfemia que escupía hacia lo alto le caían en la cabeza. Y refería un sexo intenso, múltiples cópulas con la insaciable Nalga que el hispanófilo rojillo [léase Cárdenas] le quería quitar. «Aquí el único gallo con espuelas soy yo. Soy un Valentino, mejor que esos Negretes, Infantes de chorreado, puros meados de nopal, como ese Javier que solís mentar» y, por ese estilo, esputaba por su boca las jactancias del nazismo, aunque sean ellos los que «den a la madre a Gringolandia, ay tan cerquita de Dios que estamos; prefiero, Voisin, que el amo está en Francia, o Berlín».
De Ana Catana, nalga-bruja, dijo que en verdad que a más hermosa se pone, más lo jode a él; pero, aunque lo deje en los huesos, se la coge. «Sin piedad y a todas horas». Si puta fina la quiere el Tata, él la hará puta, pero, «para mí». Y fue así que nació Minerva y Pedro, críos hechos entre ratos, pues, donde él pone la pistola, acierta la bala. «Y la bruja, quien dice que no quiere nada de mí, me tira la puerta en las narices, ahí va con su barriga por mi causa».
Al pasar de los años, se dijo como chisme que su ex-mujer pudo haberlo matado. «Le hizo algo», es lo que alegan, «algo mágico, o diabólico», porque La Cato-Nalga-Mía lee de Química y ciencias, materias que, en Michoacán, se entienden como cosa del Diablo. «Y ni la educación socialista de Cárdenas ni la Escuela Moderna de esos hijodeputas anarcos, como Ferrer i Guardia, harían más que yo por educar a las putas, a este pueblo cristero. Semana Trágica: será la m1a cuando brinco las bardas y me meto por las ventanas, si un mugrosa me cierra la puerta».
Cuando se habla de Cárdenas y su aprecio por la viudita, a la muerte de Pedro, se dice que fue una esfigie de dos caras, como Juno. No fue el mismo cariño que tuvo por los niños de Morelia el que tuvo por Ana Catana. Ella hablaba bonito y era como un lujo tenerla, sentada entre otras damas, que acompañaban al Gobernador o al Presidente, al visitar Morelia. El decía: «Quiero en la tarima de actos a la Catita». La transterrada. La Niña de los Pirineos. Siempre tenía que solicitarla, sin negarse, y ya con hijitos, abandonada o viuda, igual... lucirse sentada, con otras damas del Pueblo que averiguaron, que sus amores con El Baturro fueron intempestivos.
Aquel borracho suedo-ateo, jugador y pendenciero, El Baturro no tuvo la decencia de llevar a la iglesia a las criaturas... y lindas que le salieron esas vidas, dos angelitos, Minerva la Mayor y el varoncito Pedro, envidia porque el rostro más bello que vieron por generaciones lo tenía él. Y fue el Tata quien hizo que, por lo menos, las primeros dos hijos de Catana vieran las aguas del bautismo, aunque después crean lo que se les pegue la gana.
—Dan ganas de comérselo a besos—, le decían a Doña Ana Catana Vda. de Valdez cuando, así advertidas por torva opinión, prejuzgaban que ella al Pedrito lo jaloneba por las calles morelianas, explicándole: —No creas que yo cargo varones al hombro, como es costumbre de mujeres en este pueblo. El hombre que, a su edad, camine y siga el paso de su madre. Sé buena cría y camina, porque mira a Minerva que es mujer. Y siendo niña, camina—.
Todo el mundo cambia. Ana Catana ya ha leído lo que dice la prensa sobre el Presidente Calles, que dizque entre otras cosas fue espiritista, creyente del Niño Fidencio y los Nazis. Como es costumbre todo lo cavila muchas veces, lo contrasta. Cuando Cárdenas era chamaco, piensa, fue muy idealista, justiciero y filantrópico. Entonces, no fue jamás amigo de los nazis o la Falange española que victimizó la familia de Ana. Mas ahora sospecha que su protector fue envenenando con ideas trotskistas. «Cuando llegó a la Presidencia, ya los comunistas lo mangoneaban». Resumo. Mas como creerle a la prensa amarillista. «Y si lo fue, mejor». Eran el poder detrás del trono. Y ese día se fue a comprar libros de Trotsky y un manual de química.
En los tiempos de Cárdenas, especialmente después que salió con su Domingo 7, pariendo a Minerva y Pedro, mucha gente dejó de respetarla. Hubo un cierto distanciamiento entre el Tata y ella. La gente dijo que Cárdenabas estuvo celoso, o decepcionado de ella, pero, no fue así.
En la escuela, a sus críos se los mortificaba por ser hija de la Bruja Cato-Nalga-mía. Se les refirió como putativos. O «aveztrotzkianos de Ruth o la Siberia», donde sólo hay estepas. «Hijos de Nadie», como en la novela que pasan a las 7:00 por el 2. «Vaya esas son metáforas que utiliza Pedro, el puto delirante, tu hermano»; pero, Ana Catana se encargaba de darle correazos hasta que dejara de decir estas cosas, aunque fuese tan poéticamente como lo hacía, por causa de la esquizofrenia o la poesía, que es lo mismo. [Ruth fue el nombre de la embarcación que trajo a Trotsky a México»].
Ana Catana dice muy poco sobre estas cosas: Que los realistas en España mataron a su padre. Escasas veces lo vio después de los cinco años. Es decir, no lo recuerda, sino como un motivo de pérdida y tristeza. Al arribar a México, extrañó las foto de su padre y si la tuvo en sus valijas la perdió. O se la quitaron en el barco que la trajo por el Puerto de Veracruz. No le explicaron bien.
Registró la fecha en que la embarcaron en el Sinaia, en 1939... ha tratado de hacer diarios, día por día. Después que comenzó a leer los poetas del realismo social español (Gabriel Celaya, Blas Otero, José Hierro) y uno que otro de la Generación del 27, dijo que ya no tiene nada que decir, dicho con la belleza de lo hablado. «No quiero escribir majaderías de llorona».
Está revisando del diario personal las páginas más viejas. «Abrí la única maletilla que me permitieron. Ví con pánico que no traía nada y dentro estaba un morralito con dos pantaletas y un vestido y pensé: Por lo menos, mi abrigo y este vestidito es mío y los bragueritos». Supuso que los mismos curas robaron su baúl con la mejor de su ropa. Sería ropa muy fina para que la vieran otros huérfanos, los más pobres. En su lugar, le dieron un morral que no era suyo, idéntico al de otras muertas de hambre, expatriadas de Morelia, según los vecinos.
El tiempo probó que no vendieron sus cosas. Ni que los sacerdotes fueron los ladrones. «¿Quiénes fueron?» Callistas resentidos, enemigos de Bassols, hicieron la faena. Dizque buscaban unos documentos que se extraviaron entre joyas, libros, vestidos en baúles encadenados, consignados al nombre de Ana / Possé; no de Ana Catana de Marchiel; pero no le dijeron nada porque Ana Catana tenía menos de 10 años de edad y su caso se perdía como número entre la gran agenda de la burocracia filantrópica.
«Y el barco atracó en el Puerto de Veracruz», escribe. Reconstruye la escena: se le reunieron a verla, se le dieron sus consuelos, se le trató, al fin de cuentas, como a cualquier otra bojeta, en la prángana. Pero la única persona que la miró dos veces, atento y enternecidamente, fue Tata. Y fue cuando le dijo: «No había visto una niña tan linda». Fue lo único amable que Catita guardó del primer momento en tierras mexicanas. En el Puerto de Veracruz.
Eso sí, Ana Catana ha vivido agradecida. Con el Santo Bassols en la boca y sus avemarías. Lo único que no cuadra, o no resolvió y la mortificó, como una sombra, es que se le dijo: —Cuando llegues a México, no pierdas de vista tres baúles que estarán en tu nombre. Solícitalos. Díle que te los guarden o muden al lugar a donde vayas.
Le dijeron que eran tres baúles grandes. Con su nombre. Cerrados con una llave que le colgaron al cuello para que no se olvidara, o la perdiera; pero le dieron un morral con pantaletas y un vestido y le pidieron las llaves, porque «esas llaves tan feas son las que te hace llorar».
Fue un detalle tan tierno cuando le preguntaron: —¿Por qué lloras, niña Anita, si el Presidente Cárdenas y don Narciso Bassols, darán a cada niño españolito donde vivir, donde estudiar, donde comer? ¿Por qué lloras? —
—Por Soledad—.
No entendieron que lloraba a su madre enferma. Oyó que desahuciada, pero no sabía lo que el término quería decir. Tamaña diferencia: si hubiera estado en Barcelona, en su casa con inmensa biblioteca, llena de diccionarios y enciclopedias, habría corrido a consultarla. Fue demasiado tarde cuando supo el significado. Se prometió entonces: Que todo debe saberlo. Todo sobre salud y vida. Y partos.
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Cinco
«Tata, Trotsky, Pedro y yo
Hombre es amor. Hombre es un haz, un centro
donde se anuda el mundo. Si el Hombre falla,
otra vez el vacío y la batalla
del primer caos y el Dios que grita: «¡Entro!»
[...]
¡Oh, Dios! no me aniqueles
tú, flor inmensa que en mi insomnio creces!
Dámaso Alonso: Hijos de la ira
Doña Ana Catana tiene sabiduría de búho. No en balde la llamaron bruja, hija de la ira. Mujer de insomnios, pendiente a ver la esperaza como flor que crece, pese a todo, en el desgarramiento. En la soledad de la noche, en predios de la ley de la selva, combate la fantasmagoría del México todavía bárbaro. Detectó a los conspiradores callistas, aún al acecho, en siquitrillamiento, a veces en componendas con Caballaros de Colón... pero los ojos de una hechicera de corazones, como la señora Possé i Marchiel, dirá quiénes son ellos, qué urden, qué pasará. En qué consiste lo que ella quiere o lo que hace. Dará las explicaciones convenientes, enójese quien se enoje. Aunque se enoje el Dios que aniquila ante el Hombre Fallido, si es que de veras permanece impasible.
Con Cárdenas dio un paso a la consolación. El fue el primer instructor e intermediario. Es haz de luz, ese hombre llamado a ser amor y, aún en las oscuridades, él alumbra. Cuando lo conoció, Ana era una niñuela. Y tenía mirada de búho.
—Dejaremos de matarnos unos a otros. Nosotros, monos malos y será algún día que ésto suceda. Los pueblos conocerán la ley y aborrecerán la guerra y todo su tribalismo. Ese día seremos humanos—. Quien lo asegura es ya una adolescente encantadora, pese a sí misma... a su dolor que lo guardaba callado. Es una niña que, cuando opina, dice rudezas que estremecen.
En aquel tiempo, casi al llegar, hechizó a la pareja nacional. En particular, a Cárdenas del Río, recién casado con doña Amalia Solórzano... Ese día que visitaban la Ciudad de Morelia fue exclusivamente para ver a la niña impaciente y darle un poquito de tranquilidad. Y al grano:
—Lo de los baúles aún lo estamos investigando—.
—¡Ya qué importa! Me resigné. Es que ha pasado un año...—
Cárdenas la recordaba por la intensidad autoritativa con que pidió unos baúles. Ese día no quedó desapercibida. De hecho, provocó que se desluciera una ceremonia oficial con su pedido. A ella le ordenaron, por lo bajo, una actitud de humildad en nombre de España. «Hay que aprender a pedir las cosas y a su tiempo», se lo soplaron al oído para tranquilizarla.
—¡Ya qué importa! Me resigné. Es que ha pasado un año... — y luego, dos, tres, cuatro... y salió Cárdenas de la presidencia y todos menos él supieron sobre los dichosos baúles.
Entre aquellos primeros niños españoles de Morelia, durante y, sobre todo, al terminar la guerra civil, fue Ana / Catita / quien parecía la más inquieta. La diabla. Y fue una de las pocas del embarque... Un barco cargado de exiliados llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939. Con los años, otros buques arribarían, como el Ipanema, Mexique, Nyasa y Champlain, y cerca de 24,000 españoles se instalaron a lo largo y ancho de México. «Lázaro Cárdenas les dio asilo», decía la gente.
Bueno, ella no vio a tantos españoles cuando comenzó a enumerarl por cientos lo que iba conociendo en las verbenas y tertulias. En el Sinaia, iban 285 chiquillos y de las 155 niñas, como una ratita asustada, estuvo ella.
—No sé, ni al cabo de los años que han pasado, si realmente el número es el que se dice. Creeré lo que me diga usted, pero me siento sola. No quiero ser que yo quien lo coteje ni quien tenga que decir si es verdad, o no lo es, que 6,000 ex-soldados republicanos se mudaron a México y que se utiliza su llegada como municiones de ataque contra usted. ¿Tiene usted una cifra?—
Serán, dijo, casi 6,000 y medio millar de niños. No sabía más, excepto que él no los recibía porque necesitaran de la caridad, sino del amor. No porque fuesen parias, México y él les dio la bienvenida. Asilo era entonces una palabra importante que mentaba un prestigio. La gente no se exilaba porque se les pegó la gana o por rehuir una lucha y compromiso, no en aras de fortuna o por la fascinación con los cantos de sirena del Sueño Americano, significando mejor vida, huir del hambre.
Exilarse era salvar a los niños y el último recurso de adultos, con compromiso ciudadano, que salvaban sus vidas para dar la continuidad estratégica a la lucha desde la dura vida del exilio. Y, cuando ésto se sabía, los esbirros iban por el exilado, pues se le mandaban a matar en territorio extranjero.
Para las elecciones de 1949, los enemigos del cardenismo redefinieron todo y utilizaron a los emigrantes españoles como municiones y críticas. Esto se puso de moda. Dice Ana que no lo comprende, si España ha estado hablando, por voces de emigrantes y poetas reinvindicativos sobre Amor, sea el amor soñado o apenas vivido, y sobre el valor de lo sufrido y lo solidario como una purificación.
—Yo entiendo a los poderosos genios conmovidos de quienes hablara Miguel Labordeta, a los jóvenes soñadores del mundo, y así miro a los que se devoran en clanes miserables, rechazo las vanas disputas de los viejos y de los corazones pudridos; pero estamos casi a mitad de siglo y las cosas no parecen cambiar.. ni en México—
Ese Cárdenas al que la niña Ana Catana aprendió a llamar Tata y que la hizo una de sus favoritas, quiso ser como el guardián que la protegiera. Ella no lo supo de golpe. Descubrirse fue un proceso discreto y lento que, de golpe, se hizo escandaloso. Fue muy claro que, al ver a la Primera Dama, doña Amalia, el hechizo de su encanto no fue igual.
Fue que, con cierta indiscresión o exceso de espontaneidad, le dijo a Doña Amalia Alejandra: —¡Si usted ama a las monjas y apoya a los cristeros, es enemiga mía y de mis padres!—
—¿Y?—
Si no hubiera alargado ese «Y... », con tono interrogativo, si la Primera Dama no la hubiese juzgado con esta afirmación: —¡Dios, cómo te ha llenado de odio la guerra en tu país, siendo tan niña!—, a lo mejor, Catita habría entendido el por qué de una aparente antipatía que nunca hubo. O que pretendiera ser gratuita.
Pedro y sus orejas pueblerina en el escenario chismográfico moreliano, pro-cristero o con seudohispanistas militantes, no habría adquirido la noción de celos, usar tales armas contra Cárdenas. Pero Doña Amalia Alejandra dijo lo que dijo: «Parece una niña odiosa, llena de dolor» y la criatura se atrevió a corregirla cuando lo que dijera una Primera Dama se regara como pólvora en los círculos cardenistas..
—No se me ha llenado de odio, sino de amor... Nada que ver el odio con pedir unos baúles que son míos y la llave que me quitaron del cuello—.
Del mismo modo que la mira ahora, fue la vez que el General le clavó su mirada con curiosidad para no olvidarla. Amalia se quedó con la impresión de que una granujilla se había declarado su enemiga. ¿Quién le dijo que apoyaba a los cristeros o se educó con monjas?
Pasados los años, Ana Catana entiende un poco mejor su blasfemia y que fueron los Legionarios del Cristo Rey y los fascistas del Regnum Christi los que se acercaban a la escuela, deciéndole: «En verdad, chavita, esa gente no te va a querer. Doña Amalia ya tiene sus favoritos. Exagera si cree que el proyecto es suyo, que es la única que ama a los huerfanitos».
De hecho, para esos años, a la señora Solórzano —audaz al romper las espurias y decorativas venias del cargo de Primera Dama—, quien salía a defenderla fue Dámaso Cárdenas, el cuñado, refiriéndola como la misma Matrona de la Izquierda Mexicana. Los pedrovaldeses y abascales santurrones se burlaban de cómo hasta vendió el anillo de bodas, joyas de la familia, para que se pagara por la expropiación petrolera de 1938.
—Sí. Le debo una disculpa a ella...—
—Van con cizaña a tu escuela. Para destruirla. Lo mismo que se quiso hacer con las escuelas de Francesc Guardia en Barcelona—.
—Aún así, te enamoraste de la persona equivocada, ¿no?—
Pedro Valdez subía a las tribunas, con Salvador Abascal, su mentor al lado:
Esta es una actitud personal sospechosa porque la riqueza que, en nombre de la Revolución, los Cárdenas la quitan al sector empresarial y es mucha esa riqueza. Les da vergüenza el exceso de lo que despojan. Las deudas que contraen. Luego hacen este circo con el donativo de joyas al Fondo de Gastos del Estado. ¿Cuál ha de ser el valor de esas pinchis alahajas? Son bisutería...—El dice que usted apoyó a Azaña y Andrés Nin—, reprochó.
—Miente. Yo respeto a la gente común, a la mexicanada de los vecindarios pacíficos y si soy Genera, con puño duro,l es porque la Revolución debe ser defendida y seré presidente hasta que esa misma gente lo pida... Nuestra gente está cansada de observar a sectores que asesinan y roban (y no sólo hablo de los cristeros); también como lo describiera Azaña, acuso a los gobernantes ineptos, a los cobardes, a los dirigentes inmorales como ese novio tuyo... Hablan contra mí los Legionarios de Cristo Rey, gente que toma el modelo del fascismo como el sacerdotillo de marras Marcial Macié, pero, yo no lo mando a matar y sé lo inmoral que es, más inmoral que Pedro, ese noviejo tuyo, porque Macié tiene una sotana y no sabe combatir el demonio de sus adicciones a drogas ni la lascivia... Es un pedófilo, ¿supíste?—
Ahora recuerda las comparaciones en tribuna y lo que hizo Ana Catana, a quien le llevó para que oyera:
Mis opositores y críticos dicen que Lázaro Cárdenas es el Company mexicano. El Andrés Nin... Yo dije a esos líderes que estoy con la República Española y, en cuanto Azaña la representó en cierto momento, lo respeté; mas por Campany, como por Azaña o Nin, no pongo mi cabeza en el asador por siempre... Las revoluciones, como los grandes cambios hay que observarlas y no permitirles desmedidas... No me gusta la deslealtad y eso son ellos para mí...—Y sé que dijíste que los trotzkistas me lavaron los sesos cuando te dí un turno y mi confianza... —, la conminó a explayarse.
—Sí. Le debo una disculpa a usted...—, le dio miedo y él comprendió
—Tú sólo les oíste. No es tu culpa—.
Ahora entiende que hasta su propio padre criticó la insolencia de separatistas y la explotación de la guerra para enriquecerse…Los comunistas se sentían fuertes y es peligroso, creerse representar todo un pueblo, unidimensionalmente, porque el Poder lo es.
—Desde el poder se hizo ilegal al Partido Comunista, o si le quieres llamar el Partido Obrero. Fue en el 1937, cuando al partido que él fundara, se lo prohibió.
Y comprendo que cualquiera lamentaría su final cuando fue apresado, torturado y asesinado. He tenido palabras elogiosas para quien fue hijo de campesina y zapatero y, entre todos, el menos desleal...Su delito fue una ruptura de fondo con Moscú. El no fue un delator. Ni fue Nazi ni jamás lo rescató la Gestapo por ser agente. Quien lo mató fue la NKVD, el servicio secreto soviético y puede que con la complicidad de Negrín.
Siendo de salud frágil, Nin fue torturado. Llevado a Madrid y tras una cheka en la Castellana, a Alcalá de Henares y en una cabaña, se le golpearía hasta darlo por muerto. Y, como no murió, entonces a Pardo, donde las Brigadas Internacionales depuraban a los antifascistas que no se arrodillaba ante Stalin... Y yo lo supe, se me informaba, y cómo lo agarró una troika venida de la URSS y se encargó de él. Lo bañó en sangre. Lo desollaron vivo, yo lo supe.
—Tu padre puede que haya escuchado el lema: «Antes con Franco que con los que mataron a Nin», y yo lo escuché en 1937, cuando este asesinato se cometió. De lo que te hablo es entre las brechas enormes que tiene la izquierda, no sólo en no sólo de la II República España, miento el mundo y México incluído... ¿Analizas el proceso mayor, o porque viene Valdez, el noviecito, a ensayar sus discursos contigo, te arreglas para crerle todo? Te dije que yo leí sobre su descarnizamiento y me dio pena. Me aterrorizó la suerte de la Izquierda Comunista Española. Y es que sí, yo no soy el ICE ni lo represento, pero soy de izquierda y tengo menos mérito que él que la ayudó a formar, yo no he formado nada... Ni en mi vida he contribuído a que el oro del Banco de España sea enviado a Odessa. O el oro de México. No, yo trato de que el oro de México, su petróleo, se quede aquí... y si no fuese Trotsky quien llegara, si hubiese sido Nin, yo digo que venga, lo mismo que si hubiese sido Maurín y Gorkin...—
Te voy a decir cuál es el valor de Nin Pérez, que era Sl plantel de León Trotsky, antes que llegara a México... Primero que ninguno, Andreu supo confrontar a Stalin y la facción que éste representaba en Rusia.. y te diré más, siendo que es parte de su tragedia. Cuando Lluis Companys fue la máxima autoridad en Cataluña y Azaña le puso los hombres de la República en sus manos, se aliaron y, desde su alianza crearon desastres, esos desastres, hijita mía, que son factores en el estallido de la Guerra Civil y que, en su agravamiento, acaban en la muerte de tu padre, en la destrucción y acoso de tu familia... Campany y Nin, en menos medida, tuvieron la autoridad absoluta en Cataluña y, en esos años, fueron asesinados el 80% del total de los masacrados en Cataluña.—¿Por qué me dice usted esas cosas? ¿Le ha molestado que dije públicamente que ha protegido a Trotsky?—
—Yo te siento a mi lado en foro y, en vez de clarificar lo que yo hago, hicíste un desprecio a Trotsky. En nombre de lo que yo llamo Amor, en ese mismo sentido del Hombre-Amor del poeta Labordeta (del libro que te regalé para tu pasado cumpleaños), yo digo que no es caridad que la República reciba a un perseguido. Si hubiese sido Nin, aunque no esté de acuerdo con él, yo lo recibo, porque no es cosa de asentir con parias o disidentes. Es cosa de responsabilidad y amor que un funcionario con poder debe hacer. Es cosa del Hombre que es amor... Cuando Andreu Nin fue el Concejador de Justicia de Companys, antes del '36, lo que vivió Cataluña fue una época de terror, purga de comunistas, especialmente, los que no se afiliaron a Moscú y criticaban el sicarismo español bajo las órdenes directas de Orlov y el General Ortega... Mira, nena, y todo comenzó cuando Negrín se hace de la vista gorda para que el coronel Ortega y los agentes de la NKVD, que en la España republicana ya campaba por sus respetos, detengan a la plana mayor del Partido Obrero, o la organización dirigida de Nin. ¡Qué tragedia más desesperanzadora es que sean los mismos republicanos quienes rematen la República y, contrario a lo esperado, no los agentes franquistas y nazis!—
Le dijo a Ana Catana: «yo soy un búho. Yo no soy un intelectual de los que ve sólo lo que está en la luz; me gusta ver de noche». Ella guardó esa frase y ahora son sus hijas las que dicen que ella es la Hija de Búho, porque antes quería ser, con su boca ligerita, una Hija de la Rabia, como los descritos por Dámaso Alonso, que es un poeta de los que Cárdenas adopta la noción del Hombre Amor, que «tu pinchi noviecito no representa».
Al Ingeniero Cárdenas le gusta más el campo con sus niños, sus jornaleros, sus costumbres que la vida que pudo generar el Palacio de Chapultepec o Los Pinos, a él lo que haga Trotski, Fridah Kahlo, la intelectualidad mexicana, en las derechas o las izquierdas, le importa un bledo. En ese contexto es que tiene sentido que haya marcado una página de un libro de Miguel Labordeta, subrayó unos versos, agregando «por ésto es que quiero que leas este libro y es la única severa conminación que te hago»:
Matáos,
pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cama.
Si vuestra rabia es fuego que devora tal cielo
y en vuestras almohadas crecen las pistolas:
destruíos, aniquiláos, ensangrentad
con ojos desgarrados los acumulados cementerios
que bajo la luna de tantas cosas callan,
pero dejad tranquilo al campesino
que cante en la mañana
el sol nutritivo de los soles.
Invadid con vuestros traquetreos
los talleres, los navíos, las universidades,
las oficinas espectrales donde tanta gente languidece.
Triturad toda rosa, hoyad al roble pensativo,
preparad las bombas de fósforo y las nupcias
del agua con la muerte
que han de aplastar a las dulces muchachas paseantes
en esta misma hora que sonríe
por una desconocida ciudad de provincias
pero dejad tranquilo al joven estudiante
que lleva en su corazón un estío secrreto...
Sí. Este es el Tata contrastado con Trotski, creador del Ejército Rojo y forjardor, mano a mano con Lenin, del régimen de terror que, a través de la cheka, dirigió desde los primeros meses de la revolución Félix Dzerzhinski. Y Nin Pérez parece cortado de este paño trotzkiano de adoctrinador. Nin, en el fondo, fue un intelectual y uno de esos teóricos, que «a mí en lo persona, nena, no me gustan».
Nin tradujo al catalán y al español varios libros de Lenin, Trotsky y de los pocos teóricos que por entonces tenía el partido bolchevique.
—Sí. Le debo una disculpa—, y cuando el Tata se fue hizo lo que pocas veces hizo, se puso a llorar ferozmente y a leer la Severa conminación de un ciudadano del mundo, escrita por Labordeta.
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Seis
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Visitas inesperadas / Diario El Libre Pensador (España) / En Parnassus / En Los Puños de la Paloma /
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Sequoyah 44: Edición Especial con motivo del 31 de Octubre: Día del Poeta Virtual
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