Thursday, October 29, 2009

Los buitres y Logios


La guarida de los buitres suele llamarse
el Gobierno. Suelen ser unas aves de rapiña.
Comen como carroñas al sudor ajeno.
Pero ellos alegan que la Ley les dio el derecho.
Que su permiso viene del Olimpo.

Mas, ¿saben qué?
Aún no convencen a nadie de que son inocentes
y, sin embargo, Proclos dijo
para una República que Platón tuvo en proyecto
que el primer ladrón sublime
ha de ser persuasivo y, por tanto,
los buitres no persuaden ni iluminan el por qué.
También dijo que Hermes Logios
más que ladrón es Intelecto Puro,
Nous en rescate, anticipo de luz
en el proceso, convocatoria
escapada de la Maia,
o de la madre que lo parió
y desautorizaba expectativas
ante la desvergüenza de los buitres.
¡Que viva Hermes, entonces, el ratero,
que vigila los caminos y espanta pájaro.
Que se jodan los autorizados del sistema
y chupen loquios! ... perdón: Logios.

08-04-1993 /
El sujeto fementido

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Wednesday, October 28, 2009

El sujeto fementido y el ladrón




El ladrón más poderoso

Aprende que, absurdamente
como la vida es, muchas veces
la dicha abre la sonrisa.

Los ojos gozan tan pública
y privadamente con las cosas
que nadie te clausura la alegría.

No por decreto y por siempre
en el cotidiano rodar del afán.

¿Quién quitará tus labios y ojos fieros?
¿Quién destajará tus dos manos, corazón,
sin ser un asesino, quién agredirá
tu juventud de flor abierta, quién dejará
de sembrarla y obtendrá honra para sí?

Ninguno y nadie
porque el ladrón más poderoso
también asesina con silencio que culpa
y extirpa a sus verdugos de su esfera.

Está bajo la piel, una alegría
y el rasero, es el escudo admitido
que paradójicamente, cuida de tí,
al menos, uno de tus cantos para el tiempo

En Mundo de Poesía

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El ladrón sublime y peludo

A Hanuman
Creo en tí, en tu cara de mono,
en tu pelambre,
en tu rabo tieso, en tu baño en las charcas,
en el gibón que grita, en tu nervioso sexo,
en tu dialéctica genética de primántropo,
en tu lenguaje que se guinda en las ramas
y se baña en las aguas, con gritos y gemidos.

En Visnú que puede venir a tí
y pedirte monerías, utilizar tu lenguaje,
la ronda de los simios; Rama te miró
(tus ojos en la cita de lo hermoso,
y una mujer te ganó la empatía cuando lamíste
su soledad más que su celo, límite del orgasmo).
Ella fue Sita. Rey de los monos.
Ella fue la estética primicial, incipiente, reveladora.

Me llenaste de celos, hombre primántropo.
Dudé de ella. Inventé el patriarcado
con el guerrero arjuno, olvidadizo.

El Dharma es duro, el dharma duele en la epidermis.
Es un puñal lampiño; es un sendero que odia
los abrojos y eras tú el más peludo símbolo
del falo, la más itifálica ciudad de los violentos.

Hanuman, gracias por regresar
este botín de mi anhelo porque la cité
por primera vez en tus rumbos.

No la pude sacar del embeleso,
pero la renunciaste por no sé qué
deseo vencido, por no sé qué dharma
que vence sus propias emociones
y se interesa en los actos ambientales
y el poder del interior
que apenas se percibe,
pero que funda una fe en invisibles organizaciones.

«Gracias rey, veedor de lo invisible,
optimista primicial de los futuros.
Ladrón sublime y peludo».

05-03-1990

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A mis hermanas oscuras, a las Erides

A la poeta Mayka Sagasuko («Tati»)
Así como el ladrón para sí roba,
yo intervendré en asaltos y violencias,
cosecharé en hurtos, me quedaré con lo que es mío,
porque yo presto al hombre collares de vanadio
y una talega, con las virtudes del mañana,
les cuelgo cuando aún no han nacido para el día.

La delicia y sus mitos son míos.
No los cederé al vandalismo de las generaciones.
La narratividad de los días más heroicos
es el licor que preparo para mis ángeles con sed,
anhelosos de regresar a las aguas y lavarse.

La poesía es la invocación en mi nombre.
Estarán en mi llamado mis co-mandatarios,
mis hermanos postizos, mis amantes,
los que harán de su vivir pasión, maroma,
atentados, vorágine y peligro.

Bien que se vale lo que hacen. Me aman.
Robaré por ellos la delicia, beberé
de mis antípodas la sangre, memorias enterradas,
el abandono en la pura biología; botín de mitos
rescataré por los míos, que son hoy
los desconocidos, reprimidos, olvidados...

Sin ellos, Yo La Intrusa, ¿para qué sirvo?
Yo, en discordia, soy rescatadora, útil, imprescindible
y a los que me aman, sin temor, les ayudo
a empujar la piedra cima arriba, a sudar el afán
de interés propio, lo más justo del individualismo,
hasta el lugar donde está lo mejor y más secreto
de la identidad unitaria con lo colectivo.

4-4-1992 / En ZoomBlog

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Al dios de los ladrones

a Hermes, Logios / Orador / dios
del Habla y la Elocuencia
Politrópico ladrón, cuatrero hábil como ninguno,
como ganado estoy, puesto en las llanuras,
como alimaña que cuelga de una trampa
a merced de los riscos.

El lenguaje me ha entrampado y me obnubila.
Adjetivado fui por mi transitar como verbo prohibido
para el hurto. Es que no tuve quien vigilara mi noche.
Ni astucias para sagacitar la madrugada.

Entonces me comieron las sombras
y viajé por mis sueños, muy solo.
Con paso de tortuga me doblegó el cansancio.
Mi gorro alado se lo llevó una borrasca
y en mi memoria dejó los vientos estelares
y la oscura senda del agujero negro.

¿Para qué me llamo Gallo? ¿Para qué recuerdo
mi nombre sin espuelas? ¿Para qué el gallinero
si no tengo una polla, dispuesta a cagar
desde los altos palos, para qué quiriquiqui
y muchos piares, si lo que vale es tu kerykeion
y lo he perdido?

Politrópico Ladrón, ¿quién es el que me acusa
porque el bien y el mal, como parientes cohabitan,
y no señala mi culpa ni el por qué separa
las serpientes para que todas me vean
como enemigo? Ya no sé dar ofrenda
de ouroborus. El mundo lo separé
en fragmentos con mis incomprensiones
y no te invoco sino cuando el buitre me alcanza
y mi pie se ata sin sandalias al cardo,
a la mordida del eslabón, culebrero de bejucos...

Mi lengua está anudada con tristeza
y no encuentro la lira que inventaste
y no encuentro inframundo donde vivas
ni establos, con las reses que robaste.

Dáme de tu bolso lo que puedas.
Un pedazo de pan-bocabulario.
Una moneda que se parezca al bronce
y tenga cruces, moneda con la que pueda yo
pagar mi desamarre o el viaje que comienzo
hasta la muerte.

08-02-1993 / De El ladrón bajo el abrigo: Indice

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Para robar en la noche como el mejor cuatrero

Hurtó la noche.
Aprovechó la sombra con voluntad
de alevosía, arreó ventajas de tinieblas
de mortales que cuidan lo ajeno.
Se inventó un carajo que, ante su propio hermano,
asegura: «Esto quiero y es mío».

Y era como un torero de sueños
con las yuntas, era como un amante
que hace buey a un pendejo.
El no fue por una vaca flaca y llena de remilgos.

El quería lo mejor del ganado que no está
en las tabernas ni en los bares
jugando a deslizarse, en table-dance,
por un mendrugo.
Es que el sabe diez mil ojos en los cruces
de camino. Es un vigía de la Noche
y la guarda en su pecho como politropía,
defensiva esencia de sus hurtos.

¿Y que dirá la Diosa Atenas si no se vuelve
chota y policía, y que dirá Apolo
cuando venga lloroso a dar la queja
y que dirán los mandos oficiales del Olimpo:
cuando diga que es el peor de los ladrones
aquel que roba a su hermano?

Pero... él dirá que en cada toro hay verbo
de acción que es luminoso,
que hay que persuadirlos con lances
de mensaje y clavarles estocada en la nuca
cuando tercamente se dan al aniquilamiento,
al sacrificio fatuo, al aclamo
de triunfantes jijoeputas...
y antes se inventó una lira
y sedujo a los jueces.

08-02-1993 / El sujeto fementido

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El sujeto fementido y el ladrón

Todas las palabras, sin dejar una,
a menudo son amargas, sinsentido, inútiles,
más cercanas a blasfemia que a dulzura.

Has escuchado que te dicen: «Te amo»
y la frase es simulacro y fermento.

Quien habló ¡ay, acerca de ese amor!
tiene prisa por herir a otros,
aunque a alguno privilegie, excepcionado.

Con otros será que ejecute la dejadez, sin la pose.
Y tú, Ladrón de Amores, has sobrepujado
tu ser hasta lo insólito
(quieres creer en el Amor / La Ley, la Gracia)
y has llorado porque, de algún modo,
los amantes de chepecherepe son
menos que lo que esperabas.

Desde un egoísmo del Sujeto liberal, yo fomento
robar de otra manera, volver a redefinir todo sentido.
Que la astucia reformule unas nuevas razones económicas.

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El paladín mentiroso

Adam Smith quiere ser hoy el sujeto solidario,
paladín socialdemócrata, conciliador de contrarios.

Ha secularizado la magia universal del Te Amo
y el encubrimiento es hipócrita, axiología relativista:
Eres más que palabra, Amor, y tu esencia
trasciende al discurso y al gesto,
a intenciones y estímulos.

Lo que han servido en platos exquisitos
es el bocado de la ilusión con La Mano Invisible,
la falsa providencia, que no procura
las condiciones mínimas de diálogo.

Dijo él que ama, «Te Amo, Chusma del mundo»,
él quien sólo tiene voluntad de encubrimiento.
A la Libertad la tiene degollada.
La Igualdad que no se asome a su ventana
ni un momento; sólo los comunistas y poetas
se pretenden fraternos, iguales en derecho,
iguales en vocaciones. ¡Desgraciados!

¡Qué ilusión opaca y fría, qué espejismo
el Te Quiero y No Puedo. En alguna gruta
se adelanta la finitud y el límite.
Ay, un cadáver verbal se decoró
con ternura imposible, viceversa caprichosa.

04-05-1977

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Los arrebatadores del ladrón necesario

Arrebataron las endorfinas de las voces.
(¡Que no quede gozo ni dulce labio
que musite su canto, sorbos de fantasía!)
Otros serán los que no olerán a sombra y cueva oscura,
ya no a humedad de luz...
ni a esperanza de agua rumorosa.

Espinos son las penumbras.
Cucarachas volantes, inmensas
como portaviones, agresores
en el aire oscurecido.

¡Ay, vendrán a maldecir el Ser!
a decir que no existe el Ego cesativo,
a ofertar los falsos dioses por monedas,
o prestigio, un acomodo o, en fin,
sed prebendas, obispados, boatos que son
sustitutos a la inicial pobreza cisteriense
y el cimiento! No botín anhelable.

Por ansias extraversas de cucarachones
de la gresca y la vivachería,
con hábitos mentales fáciles y externos,
se motivó la intriga, intriga, intriga
y se armó en guerra santa, yihad,
yihad, yihad, intriga, intriga...
ansias extraversas de joder
al que es ladrón, necesario y justo.

... y a van a espinarlos, porque ya están
en camino a la voz de yihad, intriga,
guerra santa... Echarán en agresión cuasi directa
la maldición, su demonología...
aunque bien que han evitado dar la cara
para mentir a sus anchas, para desgarrar
a otros con el gozo torvo de sus cobardías.

Los conspiradores escupen sobre el polvo
del desierto, porque por allá se van
los hermitaños a refundar el hombre,
a rescatar el agua, a devolver el fuego.

*

Jacob y el poema del sustento

Vengo a quitarte todo lo que no es tuyo.
Te quitaría los ojos (no sabes observar),
pero no temas. ¡Quédatelos, Esaú!
... por si un día te topas con el pozo de tu tumba
y te caes en vida. Que al menos sepas
que tuyo fue el andar el trecho de camino
e improvisaste el capricho, las señales,
hasta dar con el último acomodo,
el féretro, ineludible muerte, lo incompleto.

¡Quédate, orejón, con las viandas!
Hay azadas que conocen cosechas
y entran a la dulzura de los frutos.

Tú entras al sabor ajeno y te relames
en el dolor del que produce. Eres un explotador.
Amargo es el sabor de tu mosto y aún la sombra
de tus palmares; la vid de tus huertos ofrece
más tristezas que alegrías; nadie canta a tu lado
porque eres el látigo del capataz, el heredero innoble,
el dueño parasitario y tu voz ordena a los mustios
y tu paso se adelanta a la inocencia y la tienta
y sucumbe, por lo que en tí se juntan
todos los feneceres, la tragedia del mundo.

Aquí, sin embargo, ven por el pan
y bebe lentejas nuevas: he guisado un salmo
y, en mis estrofas, sobreabunda la abundancia,
el empírico aviso, señales de contentamiento.

Aquí se proveen por caridad, o lo que sea.
El sol es una olla desde la que sirvo a todos
potaje que refresca, nutre, leche que se esparce
en los ríos, en las navas, en los hatos de las villas.

¿Por qué a tí, hermano, no habría de servirte?
Sea amo o siervo, prudente o descarriado,
doy porque produzco y sirvo porque es justo
que el más grande sea el protector del pequeño
y el más sabio que el instruya al ignaro.

La primogenitura colectiviza el poema del sustento.

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Preparativos y colaboraciones

Hay que esperar al que destruye lo que no nos sirve,
no con una paciencia negligente, ir constuyendo
el poema de su comundo
en nuestro corazón, es como abrir la puerta
y dejarle una escalera de asalto
hacia el infierno donde estamos
tristeando muinos con opresores,
mentirosos, entrometidos, manipuladores,
chantajistas. Hay que romper la primera cadena
de tontez con que nos enyugamos,
porque fuimos niños inmaduros y crédulos,
dependientes, sumisos, y en su lugar cultivar
el sueño que redime y empezar
a invocar la sagrada presencia venidera.
Uno hay que no tiene piedad para el que apaga
la llama individual, identitaria,
del Yo Mismo.

Alguien es que comprende, alguien
interno testigo que, por tí, dice: Basta
cuando ya está humillado cada grito que emites,
cuando ya tienes miedo y el presente
es una jaula mugrienta del manoseo
con garras de los otros.

Pero uno tiene que esperar,
con la confianza de que no está solo
y el mundo no se acaba en los barrotes
del miserable lugar que se pervive.
Uno tiene que tener un prometeo.
Un visitante que te espera abajo
o que sube y te desata,
ese invisible enojo, solidario,
sin el cual no se paga el precio
de la libertad.

06-11-2001

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El colaborador

Para mi ladrón, yo soy su cómplice.
El lo sabe y yo, ladrona, lo sé.
Desapestillo puertas y ventanas.
Le canto, susurro en claves
el día de los silencios, días de rescates.
Enciendo una luz, reivento lámparas
por momentos oportunos y hago
que todo sea como resquicio
de esperanza, túnel donde salgamos ilesos.

A mi ladrón, yo le hago visibles mis cadenas.
Las hago sonar para que él las oiga.
Hilo plata con clamores de Ariadna.
Yo le señalo al peor de mis custodios,.
Le explico las cabezas de las gorgonas
impuras y salvajes, evito que vaya
al taurobolio como un reo inocente
que ha de pasar por fuego.
Enumero fantasmas, esas mentiras
que me rodean, enmascaradas
de buena voluntad.

La casa de la hipocresía en que yo vivo
merece su asalto; la casa de escaramuzas
donde yo salgo herida, como malsana
estrofa de escarnio, urge que él venga,
conspiratoriamente sigiloso,
ufano por su dulce terrorismo de amor,
que venga lleno de gábilos,
porque él es quien se oculta
en mi propia semilla en germinalia
y me saca del subsuelo oscuro
para que conozca la luz
y me apropie de mis propios fotogramas.

26-11-2001 / Textos


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Libérame

No quiero ser la vergüenza en mi casa,
alma apocada en cuerpo macilento.
Cómplice preferentemente, su cómplice,
antes que la indefensión del que asegura
que me tiene en sus manos
como un pescuezo magro y prescindible.

Házme un yo con abrigo de verde tierra
y frutos potenciales.
El cosechará lo que esté maduro
y lo pondrá en costal de autonomía,
en bolsillos de reciprocidades

29-11-2001 / Textos

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El no es uno de nosotros

El no es uno de nosotros.
Donde una de cada siete mujeres casadas
ha sido violada por el marido, él no es marido
ni ha violado a nadie.
Donde una de cada cuatro ha sido golpeada
él no tiene su puño cerrado, sino una boca
dulce, conciliadora, sin urgencia de jactarse de nada.
El no parece de este mundo y, sin embargo,
parece aterrizado para condenarnos.
Donde el 15% ha sido objeto de maltratos
en los senos familiares, él no es parte de estadística.
Ni siquiera de las cifras del anonimato.
Donde un 32% de las jovenzuelas ha vivido
experiencias sexuales forzadas antes de los 16,
las novias lo esperan, lo han descrito
como un espectro anhelado,
como un ángel que quieren en sus vidas,
como Eros dormido, al que anhelan en menstruo.
El no es uno de nosotros.
Le están cerrando las puertas
los que dicen que viene como un ladrón
en la noche. Es que hay demasiada tristeza
en el mundo y es difícil volver a confiar
en hombres y ladrones, nacido en poemas.
Donde el 25% de las hembras confiesa
que los primeros intento de ultraje se perpetuaron
en su infancia, ya no hay adulto bueno.
Seguramente, él no es uno de nosotros,
pero es mejor no equivocarse,
no tomar riesgos.

29-11-2001

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Paradoja


Paradoja

Robar es preservar lo que tienes
en mí, atar Tu nombre al mío
No es, en rigor, quitarte nada, yo también lego,
doy evidencia mía en lo tuyo,
complemento en la apariencia de carencia
el sumistro que ha de vincularnos.

Poseedora de lo valioso, dejo que sueltes
prenda. Hasta la entrada de tu portal
me meto, con esta maña
ques la misma admiración con que posees,
misma riqueza con que me tienes desposeso.

No. No. Yo no quito, sólo me plazco
ante lo que ha pasado por tus manos,
usufructo espejos de tu sustancia, me lleno de ti,
invoco esencias que sin ir a hurtadillas
no existen para mi silencio,
no son dulce botín anhelado
que extraigo cuando me arriesgo.

Ya lo ves. Me das fetiche,
te doy con forma que adora con los salmos del hurto.
Robar es duplicarnos para distribuirnos.

03-09-2003 /
Volver a textos

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Mi amigo Walt, quien roba amor del lenguaje

a Walt Whitman
Amado amigo Walt, ¡cuánto daría por no verte
peregrinando solo, profetizando sin que ninguno oiga!
[Tan ocupados se creen para no hacer caso
porque hueles a cielo abierto, a hierba, a heno].
Vas organizando la inocencia de todos
y tan pocos son los comparten para decirte:
¡la mía! el pueblo al que lo tuerce la amargura.

Vas como enfermero, viendo la muerte, la guerra,
pero no dejas que roben el amor a los heridos,
el soñar a los menesteros, el deber a los sanos,
Los granjeros más humildes, jinetes del Oeste
ahora son mecánicos ante un obús que escupe fuego
y ahora enfermos hasta el más inveterado dispara
su rencor sin sentido, confederado en capricho
y desventura y, ¿te oírán
cuando digas vibrantemente sea edificada
con Democracia la mejor Humanidad?

... sin amor es irrelevante, comprendo,
y por eso pareces que marchas, errabundo,
silencioso, cansado, aunque sigas lleno de pasión...

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Los saqueadores del Foro Democrático

Vestidos con alarde democrático,
adornados de 'ven y participa, da tu voto',
el Uno va al bailongo, al azar, elegante,
por la danza del díme y el direte
¡y a los comicios, comediante,
que el Gran Cómico espera!

El debate político es la cena de lujo,
cadena de oro, cocktail y abrazo presuntuoso.
Han reducido a pantomimas el proceso.
Distorsión es la sustancia
de la espuma, destilante.
La cartera más rica ha forjado el banquete,
sirve el champagne, te lleva al foro.
La agenda está movida por dinero.

El pobre es la última pulga
en el traje de levita del payaso:
los discursos son los chistes
de este coro de seres lastimosos.

3-5-1990 / INDICE DE EL LADRON BAJO EL ABRIGO



Indice / El ladrón bajo el abrigo


Carlos López Dzur: Mi Estética
El ladrón bajo el abrigo / poemario


INDICE


La poesía como botín: Mi estética

Paradoja

Hurto tiempo, pulcro tiempo

Excelencia de ladrón

A mis hermanas oscuras, a las Erides

Las palabras prestadas

La copa de José

Róbalo todo

Hurto la vida al por mayor

El ladrón más poderoso

Para robar el infinito

Pitagórico del abrigo oscuro

Ya es difícil robarse la ambrosía

Uno, el apelante, ¿qué puede?

El sujeto fementido y el ladrón

El paladín mentiroso

Los arrebatadores y el ladrón necesario

Herencia

Confesión

Al dios de los ladrones

Para robar en la noche como el mejor cuatrero

El ladrón y el poeta / Ver

El robo

Etograma del ladrón

La primogenitura

La primacía de la herencia

Jacob y el poema del sustento

Mi manera de quererte

Ladrón en negocios

Espionaje

El secreto que soñó con la palabra

Robaré la delicia

Vendrá como ladrón en la noche / Ver

A la zorra, candilazo

Hay que llamarlo chacal

El sabe

La mano ladrona

Recibe el Nombre en Rectitud

La encomienda verbal

El segundo error

No verás a Babilonia ni aún en Babilonia

Al último de los reyes

Cometen hurto en Maniphita

Vishudda y Ajna, el Maestro interior

Robo en Satacitanda

X

X

Preparativos y colaboraciones

El colaborador

Libérame

El buen ladrón

Respuesta al Dí más

El no es uno de nosotros

vvvvvvvvvvvv




El ladrón bajo el abrigo / 2


Hurto la vida al por mayor

Hurto la vida al por mayor
y mis clientes me roban, hurtamos
mutuamente compensados.
Les comunico epidémicos modos del habla
para fugarse del cadalso, la cámara ardente,
el Gran Sacrificador, Kasher,
la hoz y el martillo (estalinismo),
la prisión, el fusil, la horca, el garrote
y la Torre de Londres.

Los herederos de Joaquín de Fiore
la historia del mundo la quieren para sí,
el Orden de la Monarquía por voz del Rey
es Edad el Padre y es él quien roba y reparte
y el Hijo, «pico de oro», cree que todo lo merece
y en repúblicas bananeras, anárquicas,
corruptas, plutocráticas, esconde
su avaricia, su tráfico de influencias,
su ausencia de probidad y de justicia.

Todo lo quieren para sí,
hijos descritos por Joaquín de Fiore,
hijos de Rey, al que le llaman Padre,
hijos de la República
a la que llaman fraternos
(¡sí!, fraternos hijos de la chingada).

Mis ladrones no se esconden.
No es vergüenza robar el Espíritu.
No es vil tarea admitir mutuamente
y hacer espacio para él, en la carne.

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Ladrón en negocios

Ser ladrón en negocios su pasión cobra.
Su precio conlleva. Los hipócritas se acercan
para que yo les regale mi espíritu
y les llene sus carteras de poesía.

Entonces, ¿qué hacer si no pasarles
gato por liebre y enviarlos a su cuarentena?
Este germen de Hesychia es contaminante.
La lepra verdadera es este tránsito epidémico
en el vientre de Jonás, en el dolor del profeta.

Pero sólo en este trámite se muere
en el Yo que cesa, te aniquilas
sobre un altar, junto a la divina presencia
atestiguante, originaria y pura.

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Excelencia de ladrón

En toda alma humana hay contrariedad;
un lazo profundo une la enfermedad y el remedio:

Erixímaco, en El Banquete
Usted no tiene excelencia de ladrón.
No sabría ni cómo alimentarse.
Por eso no sabe lo que dicen los demonios
ni los ángeles. Ni recuerda ni comprende.

Ahora se pregunta qué chácharas me embolso,
con qué bagatelas se huye mi costal.
Si me jacto de ladrón, algo he robado.
Cree que lo entiende. Lo dudo.

Pues yo hurto las memorias necesarias
de mi viaje; yo robo, en lo profundo de la Psiquis,
lo más bello, la Philía, intuiciones de amor,
amor como algo que falta, amor de alguien
o de algo, mas amor que puede ser mío.

Siempre hay por miles propietarios
de baratijas, soplones de acusación
y escamoteo, ricos que en el fondo son tan pobres,
¿qué puedo yo contra sus contrariedades,
qué sé si me será provecho que vaya y los robe?

Es decir, soy diestro. Robo honestamente
y con ventaja desde la fragua primitiva y salto verjas
y brinco, con alas propias sobre demonios alados,
engañosos e impuros, a los que ya reconozco,
caídos desde el viaje del Arrojo y del Nidaje.

A ellos, yo no me les acerco.
Muchos son como perros salvajes
armados con colmillos de civismo,
ocultos en simulacros de buena voluntad.
Te dan abrazos, te hablan dulcemente;
condenan a dictadores y parásitos,
pero son chingaqueditos y, en verdad,
no roban lo que yo, in meditatio mortis.
Comprensión del ser, presencia anticipada
de lo más propio y de lo más fecundo.
Libertad. Unidad. Armonía del Todo.

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Para robar el infinito

«El infinito no existe en realidad»: David Hilbert
(1862-1943)
El ladrón, tal como tú me lo explicas,
se ha de interesar en núcleos más pesados
que el hidrógeno, donde rondan los neutrones
y uno que captura, ¡ay! pues es el tensor de impulso
en espacios de productos interiores.

Y espacios hay que parecen completos con respecto a la norma
y los vectores. Lo que hay son poetas
con proyección ortogonal y esa amañada núcleosíntesis
que vomitan los Vientos Estelares para que sea el deuterio
y nazcan los hijos de tritonio,
helios, seres de litio, ligeras entidades
que no conocieron abrazo
sino frío, ausencia que ruge con silencios
antes de que se pueda hablar con la lengua
de átomos veloces y ángeles pesados de sentido.

El ladrón, tal como tú me lo explicas,
reside en este Presente Eterno que anhela
fotogramas, hechos de un pasado,
o futuro posible, botín que adviene y, sin embargo,
no está en manos nuestras todavía.

¿Qué te puede decir yo, que tan poco sé del Infinito,
si Enoch, el séptimo señor que tuvo un libro,
robado del Akasha, no dejó que pudiera leerlo?
¿Qué te puedo decir yo, Poeta, que vienes,
anhelosamente, a echarte a mis pies
por la Palabra de infinito, si yo no soy
el Hermes mensajero, no soy Cadmo?

Y no sé nada, yo soy el Sastre con mi cinta
medidora, nada más. El que dice los tamaños visibles
de tu abrigo; pero ignoro tu espacio.
Apenas conozco el botín de metáforas interiores
y no buceo profundamente en la mar.
La lengua me da miedo.
Me congelan los Vientos estelares.

Para que puedan escalarse cósmicamente
las distancias y la entropía dinámica
sea tu Lengua, roba informaciones
y traélas hasta mí; yo no puedo robar
el infinito solo.

2.

Y tú quieres robar, o que te entregue algo
(¿para qué te sirve mi lengua y mis congeladas manos?)
¿para qué? ... si ese algo no tengo.

¿Que te comparta qué?
si sólo tengo en mi bolsa un puñado
de números, inverificados, transfinitos...
¡Ay, darte qué si se humilla mi sombra
por tu paso, porque llegas y me dices
que el Universo se diseña para que el hombre viva
y hay quien lo da todo, Todo lo que es posible
para la libertad, no por azar,
por causalidad.

3.

Que no hay azar me dejas por moneda
tan sólo por decirlo.
Que hay un movimiento, el Tzim, que nunca
se agota ni se para y, ¿cómo decirte no?
Entonces... Roba universo, Poeta, antes que lo haga
un agujero negro y deje en el espacio
unicamente solitones.

4.

Mete la mano, en profundo, y jala
a tu bolsillo la metáfora del minúsculo
punto de la Luz primordial.

Házla el Ain Soph y que no se escurra
en el azar, deja que sea por necesidad
lo que yo necesite.

El ladrón tal como tú me lo explicas
roba las causas que valen más que el azar.

03-09-2003

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Pitagórico del abrigo oscuro

Cónsuelame, pitagórico del abrigo oscuro.
Comparte conmigo la probabilidad
de lo que no se puede medir con esta normas
de funciones miserables, euclidianas.
Que lo que sea posible, suceda
por tu voz, ¡ay! ven y háblame tú,
Ladrón Universal.
Para juntos robar el infinito
para el hombre.

03-09-2003 /
En Letras Kiltras

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Sunday, October 25, 2009

El ladrón bajo el abrigo



Del Cristo al Dimas, Buen Ladrón


[Para una antología de El Ladrón
de Carlos López Dzur]



Hurto tiempo, pulcro tiempo

Vivir para no conocer es pérdida de tiempo.
Y el tiempo es oro. Yo no robo oro desconocido
de manos sin sudor, sin cuarentena.
Yo hurto tiempo, pulcro tiempo,
solitario e íntimo,
para lo más bonito del misterio:
su dolor que es vida;
su duración, que es gozo.
Su visión, que es poesía.
Hurto la vida al por mayor
y mis clientes me roban
... y yo a ellos.

Les comunico
epidémicos modos del habla
para fugarse del cadalso,
la cámara ardiente,
la hoz y el martillo,
la prisión, el fusil,
la horca, el garrote,
y la Torre de Londres.
Ser ladrón en negocios,
su pasión cobra,
su precio conlleva.

Los hipócritas se acercan,
sin saberlo, para que yo les regale mi poesía,
y les llene las carteras con delicias.
Entonces, ¿qué hacer?
¿sino pasarles gato por liebre?
¿O enviarlos a cuarentena,
con este germen contaminante
y epidémico de lepra,
tránsito en el vientre de Jonás?

09-01-1990. Irvine, CA

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La copa de José

¿Por qué habéis vuelto mal por bien?
¿Por qué habéis robado mi copa de plata?:

Génesis 44:4

Es mi copa no sólo ente de plata.
Es la presencia de mis bendiciones.
Ningún ladrón robará la alegría de su vino.
Ni compraventa la urdirá para el hurto.
En mi tazón yo paladeo la alegría.

Y Zafanat-panea distribuye sus emociones
conforme al siervo que agradece y escucha.
En mi copa se colman mis verdades íntimas.
Es mi don y mi servicio.
Es la presencia eterna del Poeta,
su movimiento en los tiempos de exilio.

Ninguno, ante los cinco siglos de escasez
que vivimos, retendrá su abundancia
ni tampoco los residuos de mis lloros
y ausencias ni mis quehaceres;
mi copa se restaura y se pervive.

En cinco siglos de porvenir,
de múltiples satisfacciones, ninguno,
sólo yo, el vendido por sus propios hermanos,
sabrá regocijarse, pues
mi copa devela su regreso.

Mi copa anuncia sus rescates
y se confiesa por misericordia.
Es mi copa, no sólo ente de plata.
Es la vasija donde vacío mis versos,
el amor donde se cobija y alimenta el nexo
de mis generaciones
y cada pequeño benjamita,
dicha de su pueblo,
sustentador del padre que los ama.

3-12-1998 /
La copa de José

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Róbalo todo

Róbalo todo, sí...
lo mínimo y lo novedoso
que irrumpe en plenitud
siglo a siglo.

Maximiza, aprusiana, kissingerisa.
Haz todo magno, carolingio, imperial, anglófilo.

En nombre del Estado, determina lo Unico,
su heredero de prendas, lugares y utensilios,
su continuado imperio de cursos idolátricos.

¡Harta de alimento, progreso, beneficios
en los espacios vitales y seguros,
al perro hambriento de la nobleza fiel,
consoladora que pretende serlo
sin que yo pueda creerlo todavía!

Despliega el Espíritu absoluto
que con la historia ladra su apetito.

Haz de la Humanidad la Gran Ramera
sentada al trono de las formas coactivas
a cada realidad concreta.

Endéchala (porque van a darle golpes
en cada fundo y su trasero que ella tenga)
y la prostituirán aún más que lo que han hecho
ustedes, sus custodios, sus fideicomisarios..

Con jaurías de Grandes Hombres y Proyectos
van a pedir lechiga entre sus brazos y sus besos
quienes siempre ofrecen consignas enjundiosas:
Orden, Sociedad, Nación, Mundo, Universo...

¡Hazlo, avanza de una vez!
pues si vacilas diré lo que no quiero:
¡no me quites el Mí Mismo,
porque que, sin él, me envileces y destruyes!

No. ¡No me prives de mi rabia distintiva,
mi canto es, mis zorrunas carlancas!

08-04-1986

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Ya es difícil robarse la ambrosía

Ya es tan difícil robarse la ambrosía.
Quitar un fruto al árbol del consuelo.
Sacar del hambre su última esperanza.
Decir Placer, eres mío.

Los potentados se apropiaron del Olimpo.
Con ojos de gacela y lengua de sierpe
todo y otro tanto y todo tiene dueño.
Cada espacio es ajeno.
Cada ruta es prohibida.

El Tártaro se ha vuelto: soledad cotidiana.
La campiña es un templo de expiaciones.
Arrojado está, sumergido hasta la nuca
en charco de perpetuaciones,
el pobre corazón que, en selvas
de Turingia, pagano de los montes,
a Venus cantar quiso,
y a adorar se atreviera.

Están torcidos, proscritos, perseguidos,
el golfo y los pilluelos, el poeta y el anciano,
los que roban un pan y son mendigos,
atorrantes que huyen, orgullosos que sufren.

El pordiosero está en el camino de la noche fría,
deprimido, enfermo, incomprendido.
El Olimpo es un gran cementerio de zanjones,
un hospicio de colmenas y de cárceles,
un sanatorio de anonimias y recelos.

03-92-1986

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Uno, el apelante, ¿qué puede?

Uno, ¿qué puede? si lo han robado.
Han quitado la justicia que creyó tener,
la certidumbre. Uno está preocupado
hasta las nachas, creyendo ser libre,
siendo esclavo, creyendo ser trascendente,
aunque lo vapulean en raseros del tiempo.

Uno está tejido en las horas
en aras de proyecto

Uno, ¿qué puede? acaso presentarse
como leguleyo, o ser-acompañante
más canalla, abogaducho de afilado colmillo
y esperar gato por liebre, fiarse de que habrá
de prepararse una disponibilidad,
de quién o qué carajo a darnos el consuelo
por el hurto, o compensación
ya devaluada de lo hurtado...

¿Qué se puede, si acaso, disimulo
de agonía, perreta ante ese final que vendrá,
mostrándonos sus dientes con mueca de burla?

Caso perdido. Y vuelve el apelante
a vivir de lo que se dice, «se opina» que hicíste
el ridículo y eres una comidilla, sotta voce,
del fracaso... y uno va y se distrae con lo que halla.

Se va al cine por estar oscuras,
se va a la taberna para atontarse en licores,
se va a los triunfos de otra gente,
Don Nadie, nunca éxitos de suyo.

Y la muerte, en vela, siguiendo tu rastro y alegando
«el proyecto definitivo yo lo doy. Tú muérete.
Admite tu destino. El hombre es ser-para-la-muerte».
Pero para morirte bien, te vuelves obediente
y, en el peor de los casos, implorante.

Salíste a ver en qué mundo has vivido, rodeado
de ladrones, putarracas, ídolos, hipócritas,
embusteros de mil colores y los perdonas a todos
antes de echarte de narices en la cura del ser
y hacerte pastor del ser, alegando que es empeño
de conocerte a sí mismo y a los demás...

Uno, el implorante, ¿qué puede?
ahora que dice que los entes son inteligibles,
el último escondite de la verdad / Verum /
y del ser y el sentido y la angustia.

Ahora que sólo un dios puede salvarnos,
uno se mete en la poesía, reinvindica palabras,
movilidad, historicidad y relaciones,
se caga en las mugres de la temporalidad fija
y el proyecto arrojado y la estaticidad.

¡Como quiere uno lo abierto como si fuera
el agujero de la fosa, cómo quiere uno el esqueleto
en caída libre al seno del misterio, en medio
de fuegos artificiales, tan indiscretos de la Lichtung.

Uno quiere iluminarse en la absoluta historicidad del Ser.
Uno quiere el fundamento infundado de todo aparecer.
¡Pero está angustiado todavía,
irremediablemente angustiado todavía!
Uno, ¿qué puede?

23-8-2002 / Uno el apelante

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Herencia

¿Qué quieres? ¿Qué buscas? ¿Qué callas?
¡Yo estoy aquí! Y aguardo.
Con ojos abiertos para el día que vengas.
Con música preparé tus pisadas.
Bendije tu camino. Sabía que un día
tendrías que regresar.

¿Qué quieres, qué callas, si con todo sigilo
te esperé? ¿Que puedes esconder
si yo quiero que lo tengas?
¿Qué miras que no haya querido yo
ofrecerte, Ladrón?
Róbame entera, házme tu parte,
heredero de mi alma?

02-11-1991

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Confesión

«En la búsqueda de la Sabiduría la primera etapa es el silencio, la segunda la escucha, la tercera la memoria, la cuarta la práctica y la quinta la enseñanza»: Rabino Salomón Ibn. Gabirol. España. S. XII.
Era tu dulzura lo que yo quería,
verme sumiso a tus pies, no otra cosa
provocó que escalara estas paredes
por las que subo
hasta donde está tu vacío y el silencio
de saberme en la zorrez de lo desorganizado
del Habla. Era tu dulzura, ángel-jashmal,
tu paz interna que calma tempestades,
y todos los conflictos de mi ego.

Sepárame un lugar en tu celda liberante,
yo no sé que decir, si no me das palabras.
Endúlzame la vida primero
y te prometo que no vuelvo a robar.

02-11-1991

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El ladrón y el poeta

a Walt Whitman, poeta estadounidense
Así me va, Walt.
Voy rumbo al desierto y sólo quiero oír
cuando termine el día que he crecido
en compañía de lo quien en tí memoriza.
Que debo ser feliz, vencer el desaliento.
Que mi el yo canta en sí mismo,
pero canta contigo, mentor, maestro.

Como la voz silenciosa, suave oída por Elías,
te evoco con los ángeles de Jashmal,
pero algunas veces hablan, rectifican, instruyen
a los que aún activamente no se transforman
en espada para este horror cotidiano
que no aporta su estrofa al canto de la vida.

Así me va, como si no hubiese don ni permiso
para sentir la libertad como el cimiento
y el mundo quisiera deshacerse en polvo
y arena, porque la naturaleza que amas
también maldice al hombre;
pero, profeta, ayúdame
a organizar esta inocencia.

18-09-2000 / Indice: El libro de la amistad y el amor

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El robo

Si despojar a otro del fruto del trabajo,
su cosecha, es lo que importa
y da triunfos,
hágalo con sutilezas que parezcan palabras,
o hágalo con rituales agresorios y heridas,
porque la guerra es, violencia iniciatoria.

Todo el dolor del mundo aquí se fundamenta.
Nació aquí la ofrenda tenebrosa,
el hombre de Caín, temor perpetuo
a las persecusiones, vergüenza
que se oculta detrás de lo uniforme,
autoridad que miente por milenios
en la forma diferenciada de las clases sociales
y sacerdotes del hollín y mañas traicioneras.
Entretanto, los parásitos deifican a su rey,
al rey en contubernio con ladrones.

07-02-1979 / De El Libro de la guerra

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Etograma del ladrón

Los modos de explotación
(el robo racionalizado, apetito
cada vez más intenso de codicia
y seguridad amparada por la fuerza)
se abonaron con las pretensiones arbitrarias:
superioridad cultural, eficacia inclusiva,
rendimiento óptimo.

En el área vital de sus depredaciones,
el ladrón se ha atrevido a convivir
con su presa, se asoma
con sus lugartenientes y sus cómplices,
trae consigo al verdugo al lado de su diestra.

Para adaptarse a ellos,
despojados de su hazaña, sufre los enojos
de los pocos, traga saliva ante el impertinente.

Del uno insatisfecho, crítico del acto imperdonado,
sofoca sus lamentos, ríe como valiente
siendo valepoco ante su alma.

06-02-1982

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La primogenitura

Liberty turned out to mean freedom from all self-restrain,
and equality turned out to mean the destruction of all differences
of rank and even of nature:
Allan Bloom
Robaré únicamente lo que será para tí
estorbo, escarnio indeseado, lo inútil,
lo que en tus esfera sonora
has amordazado,
presencias que en lo táctil de los días
quedaron sin cariño,
símbolos que díste por vacíos.

Para tí no existe el aroma,
ofrenda de lo grato.
Puertas cerradas derribo .
(seré yo quien la abra y conoceré el abrazo tibio
de los encerrados, los amorosos, los tiernos.

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La primicia de la herencia

Lo que tengas por broza, por berzos, por nada,
como mendigo que escarba en zafacones,
lo quiero, voy a seleccionarlo, porque tanto corpacho
que tienes, tanta abundancia de músculos fibrosos,
y dejas amores amenguados en la esquina,
los colmas de tristeza; todo se adormece contigo
en incompletos despertares, en tirriosas vigilias.

Lleno estás de privilegios inmerecidos,
tú no agradeces; la dignidad la encarcelaste
en los instintos, tú reprimes al prójimo,
pero te sobreindulges, te hartas te impureza
día con día, me reprendes, me persigues
porque te digo: ... «Cuántos pasos das, Esaú,
pero tan mínimo camino, cuánta raíz en lo sublime
heredaste y te conformas, en el presente,
con tu sombra; qué ávidos sentidos en la carne,
qué maravillosas hormonas, potencial de mensajes,
y qué pobre el mensaje que circulas».

Por eso quise la primicia
de la herencia, primogenitura de destino;
por eso te robé, tísico en el alma, vagabundo cósmico.
Ciego reo de la Llama, verdugo cariduro
de los yamadutas.

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Mi manera de quererte

Hurtar, desmentir lo que tiene oor tuyo
as la forma de quererte, mi samsara,
porque eres avaro, raquítico de espíritu
y maldices con los cinco sentidos,
en tanto yo los alabo, doy a las madres su canto
y loas a sus benévolas cavernas uterinas,
sus riachuelos para el dios-pez del Acuario.

Ante Yamaraja voy, el Gran Maestro del Ocaso
y por tí pido, ay, que aprendas
mansedumbre y caridad y autodominio,
porque ominosa haces la vida de otros hombres,
afliges (los que son como tú)
el karma de sus pueblos, el karma colectivo...

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Espionaje

Lamia me espía, inspecciona mis pasos.
Se esconde en las cavernas de mis introspecciones.
Fisgonea cuando medito en voz alta,
o hablo a destiempo, locuazmente,
fuera de la cama, cuando imagino que algún lugar
habrá en el mundo donde no pueda ser manipulado.

Ella inspecciona los espacios que ocupo
si estoy en armonía con los demás;
escudriña el discurso social,
busca serpientes en mis textos.
Busca sus hijos arrebatados
porque la fuente de todas las divisiones
es el Estado, el Celo que la ciega,
la pasión poseidónica que a todos envilece.

Lamia me seduce en los sueños
cuando más descansadamente me tiendo
y dormito, en diálogo con mi almohada
y la abrazo como a una niña de las cuevas
capaz de devorarme con su sexo.

Excelencia de ladrón

<><><>

El secreto que soñó con palabras

El secreto que soñó con palabras
(que son chavasca, leña menuda
del monte de la Urania),
el secreto que vive confeso en el chincual
y quiso voces de azúcar,
aunque morena sea la piel del sol
y el sabor de la chincaca y el pisto,
el secreto que halló la piedra,
y con ella se hizo denso,
el músculo del habla y el teótl,
se enredó en el coral,
esqueleto calcáreo
y no halló la espesura de los ríos.

No vio la fluidez
de los radionucleidos
que se van a la jungla
ni su estallido de luz maravillosa.
¡Qué tristeza de luz
tiene la sombra!

09-01-1980

<><><>

Robaré la delicia

Así como el ladrón para sí roba,
yo intervendré en asaltos y violencias,
cosecharé en hurtos,
me quedaré con lo que es mío,
porque yo presto al hombre collares de vanadio
y una talega, con las virtudes del mañana.
Les cuelgo cuando aún no han nacido para el día.

La delicia y sus mitos son míos.
No los cederé al vandalismo de las generaciones.
La narratividad de los días más heroicos
es el licor que preparo para mis ángeles con sed,
anhelosos de regresar a las aguas y lavarse.

La poesía es la invocación en mi nombre.
Estarán en mi llamado mis co-mandatarios,
mis hermanos postizos, mis amantes,
los que harán de su vivir pasión, maroma,
atentados, vorágine y peligro.

Bien que se vale lo que hacen. Me aman.
Robaré por ellos la delicia, beberé
de mis antípodas la sangre, memorias enterradas,
el abandono en la pura biología; botín de mitos
rescataré por los míos, que son hoy
los desconocidos, reprimidos, olvidados...

Sin ellos, Yo, La Intrusa, ¿para qué sirvo?
Yo, en discordia, soy rescatadora, útil,
imprescindible
y a los que me aman, sin temor, les ayudo
a empujar la piedra cima arriba, a sudar el afán
de interés propio, lo más justo del individualismo,
hasta el lugar donde está lo mejor y más secreto
de la identidad unitaria con lo colectivo.

04-04-1992 /

En Voz al Mundo

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Vendrá como ladrón en la noche

El que viene como ladrón no es bienvenido.
Y dicen que la mejor manera de espantarlo
es con el arma del silencio vivo,
con impiadosa indiferencia, edificando
un oscuro foso en su camino,
abismo de no existes
que se lo coma en menosprecio
y de un bocado lo degluta y lo cague
para siempre.

El ha dicho que viene cuando menos se espera
y los cautelosos ya saben de su aroma,
ya especulan en torno a su fardo de palabras
que traspasan las almas y callan y hieren
como filos de una espada de amor
tan diferente.

A quien fornica en su ruido cotiadiano,
en su cama de destemples y de acervos gozosos,
el que viene como ladrón en la noche le interrumpe los coitos,
echa a perder las ofrendas de la bestia y la verga parada,
echa a perder el acumulo que se dispara el ano
de las cosificaciones, desata a las ninfas
perseguidas en su danza, las insta a oir melódicos augurios
en la brisa, sueños que se anudan en las lunas
del menstruo y en las introspecciones.

Es mejor que no venga con su amor a la inocencia.
Es mejor que no haya enemigo del ultraje.
Quien con el hedonismo fabrica su templo
unidimensiones egoicas y fatulas,
aspira a silenciarlo, quitarse la obesesión
de que vendrá el ladrón de ladrones.
El que más sabe de hurtar placer
y escamotear las alegrías.

El placer lo administran un millar de mercaderes
y la Gloria Shekinah es el cuartucho
de burdel que huele a pena, a enojo, a demasía
(que siga así, alertan pro domo sua
los administradores, los custodios
del status quo).

Y para que a ellos no les despierten
pasos cantarines del que viene,
para que no se sepa de ese aroma que expide
ni de la diana con rumor de tambores,
los calculadores planifican a tiempo:
«Que él no llegue, no debe», sea por Imperativo Categórico
del amo que proscribe,
«El ladrón viene, el zorro está en acecho»
y salen él y los secuaces a proteger el silencio,
a exterminar al que se atreva y lo aclame.
Entonces, hay que tapiar las entradas
y amontonar ladrillos en la oreja.
Ipso facto: al pueblo piden que se tape los ojos
para que no vean al quien como ladrón vendrá
en la noche, y no sean las orejas primero
las ensordecidas ante su vibración foránea,
que sean los ojos: no vaya a ser hermoso y los cautive,
no vaya a seducirlos con su presencia pura.

13-12-1994

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A la zorra, candilazo

Avisen si el poeta acecha,
si como peste de un campo viene
un profeta de habla rara y jocunda,
hechicero que haga experimento de hurto
con lenguaje, malagüero de sílabas y mantras.
Habrá que desollarlo vivo y sacarle
la lengua por el culo.

Cuando se huela en la noche su pisada,
su ronda de ladrón avisado
[con ollas oculten los candiles,
el corazón es una vela que llama,
un exhorto de vida en lo oscuro].

Eviten ver y escuchar su proclama
Dijo que vendrá como una zorra
arguciosa de robo por sus corazones.
Hay que armarse, vecinos, hay que buscar picos
y machetes, vociferar hasta matar al Drácula.
Hay que hacer turnos de vela y antes que sea
la noche, su peligro,
envenenar los ríos por donde é; pueda
detenerse a beber, represar a todo
lo que fluye y pueda lavar su pie cansado
y mojar sus labios y alimentar su Palabra.
Hay que minar los caminos por donde venga
él, o su guerrilla de su estrofas, en adelanto.

Afilar cuchillos para cercenar
luz que halla en sus ojos, depedazar de un tajo
hasta el sendero luminoso y regar
kerone sobre su saco para que se queme
lo que oculte su abrigo.

13-12-1994

<><><>

Hay que llamarlo chacal

Hay ladrones perseguidos por el silencio
El silencio si tiene muchos complices,
gente ingrata que no abre el corazon
y llama chacal a las carlancas
de un dulce abrazo

Hay silencios que son como carteles de captura,
«Wanted», advertencia de que alguien pagará
recompensas para aquel que mutile
el poema que se viene aproximando
y la voz que lo acompaña
como fuente

Hay ladrones a quienes se les quiere
saquedos para enterrar su botín
sin repartilo entre los pobres.
Le harán leyendas negras con hogueras atizadas
y alimentadas de crimen y ganas de cámara ardente.
Con ellos se ensayarán experimentos de escarnio,
si son palomas le llamará chacales,
si son cuervos, mensajeros de Odín,
se enfocará en las miras telescópicas.
a fin de destrozarlos a balazos.

05-02-1992

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Estética / De El ladrón bajo el abrigo

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El sabe

Por eso van a verlo los descamisados,
los de pies rotos, espinados,
hijos de los cañaverales.
quienes apenas tienen el fuego de la hornilla
y están hambrientos y perdidos
como Odiseo en la isla de Calipso.

Y él sabe que Calipso es Borinquén,
tierra de los jibaritos,
tierra que necesita de él
en La Jardinera de su sabiduría
donde tiene ingenio de artesano
y civismo pulcro.

El sabe cuando demonios de negación
se asoman y el botín quieren para sí.
Estos sí que son de los que roban
sin ninguna perspicacia;
dejan a un pueblo
pobre, clamando, desposeso.

<><><>

La Mano ladrona

¡Abriré la gran mano!
La mano del pre-aviso; la que ofrenda
después de su abundancia y se queda vacía.
La siempre pordiosera mano del abismo.
Antes, innecesariamente, la llené
de lo que me abundara, consumo necio
del eco y la réplica; tener sin de veras desearlo
no consuela. Por eso hoy...
¡jala hasta sí la presencia de objetos innominados,
extrañamente perdidos o ignorados!

Házlo. Yo también lo intento.
¡El gemido declara lo que nunca obtuvo!
Ay, la pertinente mano, accidentada,
dice su yo, define, al fin...
El corazón no está surtido.

Y volverse a estar vacía no ha sido su sueño.
Hoy se inventa el quiero poderoso.
Da la primera ofrenda por los destituídos...

19-09-1983 / Indice: El libro de la amistad y el amor

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Recobra el Nombre en Rectitud

Crío de Babilonia, cautivo de rateros
y desfalcadores, recobra el Nombre.
Haz que se te llame Rectitud, el hombre libre
a quien su hechura se la dio Lo Sublime.

Llámate bueno. Obedece el instinto
de la mano generosa que no derrama sangre
y se mantiene honrada, múltiplo de vida.

Hijo de Josías, cumple con el Robo que te asigno
antes que te desmienta el que te motejó
Matanías, o sed del eco, o sed-de-qualia
y de quien no ve, ni sabe juntar las manos
ni subir agua con ellas y beberla
para lavar su Nombre
y hacer la higiene pura
para el verso cuando esté
en la garganta de su pueblo.

Entiende, Sedequías. No es robo que vuelvas a ser
el que obedece. No hagas tratos con quien da
el don-de-No-Ser en el Nabuco.
El no da paz, mejor róbale, porque te robó
tu nombre y lo cambió por tiaras de matazón
y cautiverio. Róbale para que te devuelvas
a tí mismo y tu reino
el primario sustantivo, y te adjetives
en rítmicas aguas de mi arrullo.

Con mi boca de jerez y en jeremíada,
orino en Babilonia la hora
en que te han tomado prisionero
y hora en que, durante 37 años,
suplantaste al joaco y servíste al Nabuco.

Tú, pazguato, mandadero, recadero,
títere de honduras, simulacro de superficies,
tú no tienes excelencia de ladrón.
No irradias la autoridad como mano hábil
con puño de paloma.

17-01-1990

<><><>

La encomienda verbal

Al que obedece el robo de su Nombre
y me devuelve el Verbo,
yo le doy una Piedra y la tierra verdadera
(a América lo mando, a la Nueva Judá,
a la tierra del indio bueno, a la geografía
de los poemas del futuro). Le encomiendo
«Siembra la Palabra y haz memoria
de los nombres que te doy».

Cada sustantivo que sea tu fruto.
Cocíname el lenguaje sobre una estufa
de amaneceres y soles.
Haz con los muleques, adjetivos
y que sea cada uno hijo de rey,
MalkiYahu, ben-hamMelek
y en la mesa del atardecer y la noche
coman contigo y, siendo rey,
sírveles en las guaridas del servicio
como un ladrón, cómplice y bueno.

19-02-1990

<><><>

El segundo error

[Meditación junto a Ezequiel, 17:11-21]

Durante el sitio de Jerusalén,
yo me robé a tu hijo, a MalkiYahu.
Lo metí en el corazón, guarida de mis mejores ladrones.
Lo enseñé a leer el Lenguaje, llamado inteligible,
a cantar con pájaros, a discernir el sonido
de las cosas, que es aprender el Verbo
que se acciona en manos ligeras y veloces
por ladrones de fuego y luz, prometeicos
señores del silencio, pies cautelosos
de la Gran Alborada.

No tendrás suerte tú, el desobediente
vestido en satrapía. No con la ruidosa rebelión
a la Palabra. No se puede contra el rey
de Babilonia, armado hasta los dientes,
rimar puñal y amor de la misma manera.
Tú deja que se caigan los Imperios
con su propia maldad, el peso irracional
de sus excesos; yo no pido Traición ni Juramento.
Sólo pido que salves la identidad del Verbo,
la pureza de Tu Nombre, la honorabilidad
de tu palabra en el pacto.

No. Yo no justifico que estés en el yugo.
Babilonia nos jode; pero la estrategia
es más importante que tu orgullo.
Ahora mira la satrapía que pactaste
sangrada en el sitio babilonio
y Ezequiel en las lágrimas
viendo lo que aún no se ve.
El hambre
Dos años de dolor.
Tu huída, coyón, y al fín, prisionero.
La tortura, pendejo
Tu piel siendo desollada.
Cortados cada uno de tus miembros.
Tus hijos, a los que antes que te saquen
los ojos, los matarán uno a uno
en tu presencia, para que te duelas
en lo más profundo de tu ser
por pactar con el el don-de-No-Ser en el Nabuco.

17-02-1990

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No verás a Babilonia ni aún en Babilonia

[Meditación junto a Jer.32:5; 34:3 y Ezequiel, 12:13]

Con jerez y jeremíada,
con voz de sus lamentaciones,
te advirtió el profeta: sólo roba Tu Nombre
porque salvarlo es luz,
luz para tu pupila y las pupilas de las naciones.
Yo no te dije: «Salva tu orgullo, tu nombre de patriota,
la noción de alto rango, como crío de Josías,
estafador de Joaquín; él te advirtió
con la voz del jerez desesperado
y la ebriedad de su visión del justo pacto
[que descansa en el lento proceso dialéctico
de edades, la Historia, Sedequías,
sedequalia cegado], Tu nombre roba,
no más que Tu Nombre, para que tengas
patria por los siglos y madre en el Seno
de Abram y no en rebambarambas
del baboso, desacreditado
en el Don-de-No-Ser
entre los babilonios.

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Al último de los reyes

Ya no hay rey ni sucesor digno de llamarse
ben-hamMelek, ni nación que habite
en Ciudad Santa, regida en la consciencia
de ladrón, ya no hay guarida
donde guardar esta Roca
del texto incontaminado,
mi primaria Voz,
mi esencia pura.
Sobre la hojarasca del abrigo encubridor
todas mis palabras se pierden
como una mala moneda.

... pero tengo una esperanza,
yo salvo al hijo para los buenos ladrones.
Con Jeremías y Ezequiel, yo codifico
las futuras artimañas de la sabiduría.

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Cometen hurto en Maniphita

Se robaron el Mani y no precisamente
por un mere maní. Saquearon la permanencia,
lo que yace en altares, ajeno a todo ojo,
bizco y burdo, míope en runrunes,
aquí hay silencios de la pureza indicada
del Akasha.

Se robaron la Pitha del Citrini Nadi.
Hurto fue cometido y no por joder la pita,
se desconoce el ladrón o se le deja
irse impune y no por mero maní
se nombra al Manipitha.

Saquean altares y se birlan las gemas.
Han entrado por la alhaja de la mente
y Govinda, su dueña, vela en su garganta,
el éter, el sigilo, allí
donde preside la Palabra,
allí en la puerta de ladrones liberantes
sobre dieciséis pétalos que esperan por la noche
la manifestación del Ladrón y que confiese
el hurto, pues dirá: Que lo ha visto
con las manos en la masa, «él me
robó el tesoro en mis altares y yo esperé
que me llevara consigo».


07-01-1992

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Vishuddha y Ajna, el Maestro interior

¡Qué bichuda presencia la del canijo!
Mira que meterse en mi garganta
con orogenitalia para robarse mi oro.
Mira que osadía de acañonar el Verbo
y decir: «Esto es mío».
Mira que salir por la Puerta
como Juan por su casa y subir
por la escalero del Sexto Centro
de mi templo y retozar con mi Ajna.
¡Qué Vishudda su presencia
en la Voz del Silencio,
me abre en el interior por oro,
y entre mis dos cejas apunta
su cañón de anhelo y susurra:
«Este es un robo, Maestro».

07-04-1992

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Robo en la Satcitananda

Ana anda por las bendiciones
con la mano expedita por el todo
y el guardián, bodhi-guard,
ojo no quita de la jiva,
a la que, en cita de hurto
recorre la Satcitananda.

Y el bodhi cree en su sabiduría.
Ana es mañosa como la zorra jiva
y el germen de bindu que la cala.

La alarma ya ha sonado.
Es la hora de Nada.
Hay que dejar que se lleve
cuanto plazca y él no la detendrá
aunque el ojo no quita de la jiva.

Bendito sean quienes timbran
el sonido de alarma,
dice Bodhi, la Sabiduría,
bendito el que halla plenitud
de inteligencia grata
y la Nada sonora los sorprende
cuando atracan, sigilosos,
la Satcitananda.

07-05-1992

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Estética / De El ladrón bajo el abrigo



La poesía como botín: Mi Estética


Dimas y Gestas. El buen ladrón y el otro

Leer de esta colección de hurtos es meterse en mi guarida. Hacerlo es ya el robo al poquitico permisible de su tiempo. Usted se presta como víctima. La hipótesis de este libro es antiquísima: la apariencia externa de todo símbolo es robo. Oyente y relator, lector y poeta, son cómplices de una tarea que, por correlato, consiste en la confesión del hurto.

Espero que la palabra robar adquiera un nuevo significado una vez se haya terminado de leer las cien páginas de El ladrón bajo el abrigo. La guarida del ladrón es siempre la «casa del lenguaje» (Heidegger). No todos los individuos tienen cierto lenguaje en común, pero andan en acecho por la palabra nueva. Cualquiera sea el lingo recíproco, es el comienzo, el abrazo, ahí donde se constituye la poesía.

¡Yo vivo de robar!
¡Del robar benéfico
corazones igualmente agónicos!
Esa es mi dicha,
mi lujo,
mi tarea,
mi razón de anhelar y sufrir
al mismo tiempo!

Ser el ladrón que se es,
honestamente limpio, intuitivo,
con el fin de inducirlos
al canto invocativo.

¡Por eso me acusan de judío usurpador,
víbora del desierto, semilla de Jacob;
pero hay que comprender que uno vive
para este gran proyecto de unirlos
productivamente
al destiempo regresivo
de la maña
sin la dualidad brutal de los deseos!

Verbalizarse poéticamente es hurtar y la valija del despojo es la exposición, la esencia al descubierto, lo que se hurta. Ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón —así que no me culpen. Sea el abrigo todo lo que está bajo la piel, digno de llamarse esencia, y lo encubierto que ha pasado por el proceso de transferencia, de un ladrón a otro.

Sicológicamente, el proceso que transforma en ladrón se relaciona al apetito, íntimo y primario, por suplantar, como hiciera Jacob al pedir la bendición de su padre Isaac. Para sentirse bendito, separado de la escoria cotidiana y sus menosprecios, Jacob tuvo que agenciarse aquello que tuvo más valor para sí y que le fue auténticamente deseado. La bendición de su padre (la de su madre Rebeca ya la tenía) y el trofeo fueron una suma dual de estas ansias. Una vez, sintetizado por la verbalización, el buen decir que bendice, adquirió el tipo de presencia que quiso con el mundo. El ladrón, como el poeta, hablan desde y por la bendición para el mundo. Llamo a ésto la primogenitura.

Hay quien vende la buena comunicación, la buena-dicción, o sus relatos más sublimes o certeros, por un plato de lentejas; guisados de conformidad y de triunfalidad vulgar y envilecente.

Estos son los Don Nadie de la tierra, los Esaú, quienes no valoran la esencia de los símbolos y que, por tanto, tendrán un lenguaje de sobrevivencia, sin vínculos ni raíces de gratitud y esperanza. Contrario a su hermano Jacob, quien lo suplanta y se apropia de la bendición de su padre, Esaú se vuelve un perseguidor, el criminal resentido y torpe, porque no tiene más artilugios que la fuerza bruta y el regodeo en sus frustraciones y mediocridades.

En toda alma humana hay contrariedad;
un lazo profundo une la enfermedad y el remedio:
Erixímaco, en El Banquete

Usted no tiene excelencia de ladrón.
No sabría ni cómo alimentarse.
Por eso no sabe lo que dicen los demonios
ni los ángeles. Ni recuerda ni comprende.

Ahora se pregunta qué chácharas me embolso,
con qué bagatelas se huye mi costal.
Si me jacto de ladrón, algo he robado.
Cree que lo entiende. Lo dudo.

Pues yo hurto las memorias necesarias
de mi viaje; yo robo, en lo profundo de la Psiquis,
lo más bello, la Philía, intuiciones de amor,
amor como algo que falta, amor de alguien
o de algo, mas amor que puede ser mío.

Siempre hay por miles propietarios
de baratijas, soplones de acusación
y escamoteo, ricos que en el fondo son tan pobres,
¿qué puedo yo contra sus contrariedades,
qué sé si me será provecho que vaya y los robe?

Es decir, soy diestro. Robo honestamente
y con ventaja desde la fragua primitiva y salto verjas
y brinco, con alas propias sobre demonios alados,
engañosos e impuros, a los que ya reconozco,
caídos desde el viaje del Arrojo y del Nidaje.

A ellos, yo no me les acerco.
Muchos son como perros salvajes
armados con colmillos de civismo,
ocultos en simulacros de buena voluntad.
Te dan abrazos, te hablan dulcemente;
condenan a dictadores y parásitos,
pero son chingaqueditos y, en verdad,
no roban lo que yo, in meditatio mortis.
Comprensión del ser, presencia anticipada
de lo más propio y de lo más fecundo.
Libertad. Unidad. Armonía del Todo.

Excelencia de ladrón

Jacob -convertido aquí en paradigma del poeta, ladrón cósmico y sublime, como Jesús entre ladrones-, es el creador nietzscheano que pisotea a la mediocridad del habla débil, el adorno y regulaciones burocráticas de una civilización barnizada y comodina. En este sentido, Nietzsche y Heidegger coinciden, dándole forma y apertura a grandes robos de las cosas cimeras del Ser, no para sectorizarlas en vanidad, sino deyectándolas en el poder del ser, hacia su guarida alquímica de espíritu: la poesía.

Como ha pedido mis palabras prestadas
y las utiliza a diario, por vicio y capricho,
leerme será su trago amargo,
inoportuna mueca de sus ojos.

Cuando mi poema por accidente se vuelva suyo,
sepa que es inútil un aviso de sibila,
o la súplica evangélica de encomendarse al Cielo,
o postrarse de hinojos y cantar aleluyas
porque los diablos quedaron derrotados
y los que rezan van al cielo.

Soy el poeta que orbita sin dar consolaciones
y el fin de estar en el mundo, según dice mi texto,
es que vamos hacia-la muerte y ésto es un poema
con mi encuentro, y una mano que roba en su morada.

Esto es lo bello del poema, ser hurto,
voz de prófugos, asco decible por seres
que se ocultan de la muerte y la traicionan
con sus vidas y la aborrecen con sus recuerdos.

Las palabras prestadas

En la tradición de Jacob, yo prefiero la poesía y el hurto de lo que es señero, valioso más allá de la inmediatez del hambre y las cosas de poca cuantía. ¡Qué transmutación es posible por la poesía al redefinir el hurto y al ladrón!
En esta sociedad en que vivimos, marcada con la tendencia a dar precio a todo (y no valor), donde se dice que todo individuo puede ser tentado si se le llega al precio, el mío no será una sopa de lentejas.

Ser ladrón en negocios su pasión cobra.
Su precio conlleva. Los hipócritas se acercan
para que yo les regale mi espíritu
y les llene sus carteras de poesía.

Entonces, ¿qué hacer si no pasarles
gato por liebre y enviarlos a su cuarentena?
Este germen de Hesychia es contaminante.
La lepra verdadera es este tránsito epidémico
en el vientre de Jonás, en el dolor del profeta.

Pero sólo en este trámite se muere
en el Yo que cesa, te aniquilas
sobre un altar, junto a la divina presencia
atestiguante, originaria y pura.

Los potenciales más valiosos del ser me han llevado al punto de apetecer más valor que precio. Por tanto, yo robo y poetizo, me visto de sátiro, canto con las ninfas y me devuelvo al mundo, con rituales auténticos que hablan sobre lo que soy y aspiro a ser, por amor a Isaac, a Rebeca, a hombres y mujeres del mañana…

Hurto la vida al por mayor
y mis clientes me roban, hurtamos
mutuamente compensados.
Les comunico epidémicos modos del habla
para fugarse del cadalso, la cámara ardente,
el Gran Sacrificador, Kasher,
la hoz y el martillo (estalinismo),
la prisión, el fusil, la horca, el garrote
y la Torre de Londres.

Los herederos de Joaquín de Fiore
la historia del mundo la quieren para sí,
el Orden de la Monarquía por voz del Rey
es Edad el Padre y es él quien roba y reparte
y el Hijo, «pico de oro», cree que todo lo merece
y en repúblicas bananeras, anárquicas,
corruptas, plutocráticas, esconde
su avaricia, su tráfico de influencias,
su ausencia de probidad y de justicia.

Todo lo quieren para sí,
hijos descritos por Joaquín de Fiore,
hijos de Rey, al que le llaman Padre,
hijos de la República a la que llaman fraternos
(¡sí!, fraternos hijos de la chingada).

Mis ladrones no se esconden.
No es vergüenza robar el Espíritu.
No es vil tarea admitir mutuamente
y hacer espacio para él, en la carne.

Obsérvese que algunos textos, orginalmente, pertenecieron a otras colecciones poéticas en preparación. En las mismas, los poemas habrían sido inserciones inconexas, sin aporte a la unidad esencial, temas perdidos como hojarasca seca. Aquí han hallado mejor lugar y propiciamiento.

El ladrón bajo el abrigo / Ver / El ladrón sublime

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Memorias de la muerte de Lala


a mi bisabuela, Doña Dolores Prat Vda. de Alicea
(1869-1976), fallecida en Mirabales; a mi abuela,
Laura Alicea Prat, quien murió al verla despedirse...



Un día su boca quedó huérfana
y no probó alimento.
Ella misma renunció a sus voces.
También murió cegata y sorda,
cada oreja, cada pupila
con que escuchar y ver
lo que quiso el mundo.

Un día comenzó a percibir apenas
el color del anhelo y se exilió en el campo.
De allí no salió nunca.

Así murió Lalita, la famosa rabiza
de una finca añeja que llamaron Los Velez.
Fue día de pocos rezos, pero con muchos perdones.
Fue un año con un cero, 1890,
delante de Don Blanco Ortiz, el viejo.
Entregó el alma y con ella, suspiros.

... pero Doña Lola tenía recuerdos a mares;
dijo que lloró en abundancia y que ya a llorar
no ha vuelto, dijo que rezó tanto
que ya no cree en nada, se gastaron
sus dioses y sus rezos.

Con Lalita aprendió muchas cosas.
Se sabía, por ejemplo, el nombre
de todos los vapores,
la Transatlántica de Soler y Jaureaguizar,
se aprendió de memoria lo que había
de secreto, importante, imprescindible
en cartas, revistas y libros impresos en España.
Se acordaría de turrones, jabones perfumados,
textiles, cosas de niñas ricas para dos viejas
flacas, jíbaras, criollas, perdidas en el monte.

Un día murió Eulalia, la maestrita
que en Cidral hizo prodigios
con aquellos niños que, por miedo
a su padre, temblaban en su abrazo cariñoso;
la maestra, sin título, que Orfila
indispuso con las instituciones
por leer a los eslavos y franceses
y la Revista Blanca de gente de La M.
Lala comentaba a Salmerón y Pi Mergall,
tuvo noches de discursos y bohemia,
navidades con liberales presuntuosos.

Un día, antes de encerrarse
para no ver el mundo, se despidió
de los barrancos y los pozos,
buscó las tumbas de hermanos
ya perdidos, llevó flores, cantó
aleques de marineros de Vinarós.
Besó almanaques con ángeles y vírgenes,
se acordó del mulato con que gozó
sus mancebías; ella fue bien amada
y muy apetecida... pero también de Betances
se acordaba y de la noche de Lares
y de su ultraje; con amor
habló de sus vecinos fieles, gente de campo,
(Pedro Arocena, Pablo Luiggi -¡qué ironía!
un poco más de vida y tal vez los odiaría);
pero Rodrigo Font Medina la distinguía
al invocarla: ¡De una sola pieza eres, Lalita!

A Doña Lola, que fue su única cría, dijo:
Lo mejor que yo hice fue quererte,
hija mía, yo te enseñé
sé fuerte sin esclavos, sé fuerte sin peones,
ama este campo oscuro, pero no olvides
a Cantalunya nunca, no olvides
a Nicasia, fiel a Manuel ni la barga que tenía.
No olvides a Dominga ni a Cielo
(porque sus huesitos aún lloran en el patio
su caída), reza por Edelmiro,
el suicidio no es bueno, acuérdate
de Fermín, él es valiente y estudioso,
no dejes que te golpéen los hombres
no te cases con ebrios ni ladrones.
¡No sufras en vano, hijita mía!


De Epica de San Sebastián del Pepino

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