Wednesday, August 11, 2010

Los tipos folclóricos de Pepino y la cultura popular e histórica (2)



Esencia epocal, añoranza y existencia

LA ETICA ORIGINARIA EN EL LOCALISMO DE LA ALDEA Y LA FELIZ INCOMPRENSION

La vida afectiva y peculiaridad significativa de os personajes populares son magnificados por los vecinos, urbanos o rurales, que atestiguan su desenvolvimiento. En este proceso vivo de atestiguamiento, uno de los espacios es el folclor en la base de la cultura oral En este análisis, al plantear que el tipo popular contiene un tiempo y un destino pensado en el ser, una verdad de la existencia, es imprescindible situarlo en su hallarse («Befindlichkeit»), en lo real de sus espacios y lugares, públicos y privados, y entender su articulación en el discurso social. La tarea es filósofica; pero requiere de una teoría hermenéutica, no reduccionista.

El sujeto popular, agrandado en el discurso público del afecto y la añoranza que inspira, participa de lo que Heidegger llama la ética originaria, rastreable «en todos aquellos existenciarios (determinaciones de nuestro ser), que se vinculan con el sí-mismo, ya sea al modo de una confrontación con él, como es el caso del 'Uno' (Don Nadie), o al modo de sus manifestaciones, como la conciencia, la preocupación-por-los-otros, la serenidad y el habitar» [1]

San Sebastián del Pepino, municipalidad en la isla caribeña de Puerto Rico, no es diferente, en cuanto mundo determinado, que otros pueblos de la humanidad. El folclor es un plexo universal de significatividad manifiesta. Con ésto digo que el tipo popular en Pepino y en cualquier país es, sobre todo, Dasein (ser-ahí,hombre o mujer). Lo universal e infinito en el hombre / mujer es, por lo general, procurado y solicitado en su esfera de totalidad, una esfera que contiene «the typical figures of the unconscious», «or biological norms of pyschic activity».

William Blake, el gran poeta inglés, diría que tal esfera es la imaginación y que «lo que hoy es cierto fue una vez sólo imaginado». En la formación del tipo popular hay, en ocasiones, rupturas de la dialéctica interna del sistema de sí mismo (del Self como sistema autopoiético, capaz de auto-organizarse y automantenerse para establecer su estabilidad, confirmar lo familiar en su vida y los puntos de referencia que son importantes para ese individuo en sociedad).

Hay que volver a rehumanizar a esta gente que las ideologías teatrales han transformado en estereotipos, extravagancias sin identidad, que es la cualidad más llena y secreta del Ser y que W. Blake llamara, en Proverbs of Hell, la «visión espiritual, imaginación, poesía, oculta al entendimiento», que falta al tipo común y corriente. [2] Quien no sabe compenetrarse ni perdonarse ni fundirse «en un amor que es la expresión misma de su divinidad» (William Blake) es el tipo negativo del tipo; pero, paradójicamente, es el sujeto para quien el tipo verdadero habla. Es el oyente favorito del visionario.

Lo maravilloso de su acabado proceso formativo es que la palabra, la imaginación mitopoética y la pasión, lo rescatan. Queda cancelada la pérdida permanente del Self que lo haría ser aborrecido, por sus visos sicopatológicos, cuando se tipica por su patrón de conducta ante su sociedad. Los que permiten su tipificación, como su cura, que brindan a él, a más de tolerancia, dan una intercomunicación quedisfruta de su presencia entitativa y folclorizada en la vida del pueblo, lo maduran y perfeccionan. El resultado es que sujeto folclorizado así enriquece la imaginación colectiva y los anecdotarios públicos.

Ante lo eventual de la originariedad, hay dos tipos de personas que se inquietan y preveen: (1) el tipo común y corriente, quien es el Dasein que novelerea y espía interpretativamente en lo incierto y lo novedoso y, en segundo lugar (2), el sujeto, que es directo inspirador y depositario de lo adviniente, ese «fin», lleno de originariedad que siendo no-ser-siempre-todavía va hacia ello y materializa en sí su más propia posibilidad de ser.

El segundo tipo humano tiene (en su ser) pensada la expectativa como dato de extracción preontológica. Contrario al tipo común y corriente, repetidor y novelero, que termina articulándose o gesticulándose con aversión, desvío y huída, 10 ante la eventualidad que lo cohíbe o incomoda, en determinado momento, el segundo, la lleva a su destinación final y se vuelve uno con la eventualidad.

El quid de esta cuestión es que lo eventual, por incierto, clama por la vivencia de la angustia, única situación de la que arranca el conocimiento verdadero. El hombre del montón, el primer tipo, rechazará la congoja que se desprende de háberselas con la situación difícil, el eventual golpe de lo angustioso, lo amenazante. Se me ocurre mencionar como ejemplo refinado de ésto al Cura Claudio González en el Pepino de 1873.

El historiador Andrés Méndez Liciaga le llama en su Boceto histórico «Truculento Sacerdote», «excitado y colérico». Este curilla fue quien, en defensa del sistema esclavista que tenía a 35,000 negros en la servidumbre forzada en Puerto Rico y en protesta por la aprobación de la ley de Abolición de la Esclavitud ese año, se negó a unirse al regocijo de los libertos, negándose a cantar un Té Deum para la comunidad local.. El Alcalde entonces, Juan Angulo y Meléndez y el Síndico de la Alcaldía escrinieron al Gobernador para «pedir el traslado o destitución». [3] El cura fue tan vulgar, reaccionario, racista y conservador, tan enemigo de «reformeros y libertinos», indigmo de la sotana, que nadie mejor para ilustrar a Don Nadie, el hombre del montón que no se solve con lo mejor de sus fuerza interiores.

El segundo tipo se solve con ese destino y, desde sus fuerzas interiores, querrá afrontarlo.

Sin embargo, a fin de que este nuevo enriquecimiento de la imaginación colectiva y su específico anecdotario se manifieste en la vida del pueblo, se ha de expresar una originalidad y fundamento posibilitador de los datos epocales que sean contexto y estructura para la expresión de la esencia y la irrupción del mito. Podríamos decir, que el Sujeto Pintoresco propicia su mito; el testigo ayuda a que se divulgue y se fije con cierta presencia en la cotidianidad del presente..

Ciertamente, no sólo la literatura escrita, el teatro, por ejemplo, es la que fija el mito, privado o social, en el discurso público de una época. La literatura ayuda, pero no determina. El mito es antes que la literatura. Es la expresión de un proceso que no necesariamente surge, como ha intentado explicarlo una teoría del folclor que da al mito y su folclor asociado un origen ilustrado. Según esta teoría, el folclor es una vulgarización, o naufragio paulatino, de un conocimiento; pero no es así necesariamente («high origen as the learned class»), que una clase de sabios («Genkenes Kulturgut») haya visto con terror cómo otros moldean el sistema originario de un conocimiento o creencias, a tenor de requisitos nuevos, reelaborados por adeptos.

El mito se 'encarna' y no es por su origen de clase, o el de alcurnia de ciertas 'sabidurías' que se expresa su portavoz. Guilimbo, Don Lion, Chencho el Abejón y otros fueron mitos, en el Pepino histórico de principios de siglo y el cargador Checho el Abejón no conoció lo que fue un par de zapatos. Como Don Lion, era un hombre corpulento, 'negros mandigos', fálicamente bien dotados; pero Don Lion era un seductor persuasivo y, en términos de sus creencias y aptitudes profesionales para ganarse la vida, hombre muy sofisticado, que había visto mundo; nada en similar a Chencho el Abejón ignaro. [4}

Es cierto que el saber de oídas, el conocimiento de segunda mano, se diluye, se falsifica o mistifica; también es cierto que si el folclor tuvo un creador individual y único, en algún nivel de la sociedad, pasará por la réplica de sus usos y aportes nuevos a ese triste destino. Cambiará y evolucionará, porque el conocimiento que pasa, de boca en boca, sufre muchas mutaciones.

En sentido heideggeriano, cuando se ha filosofa sobre el «hallarse» /«Befindlichkeit»), en la originariedad y el «no-ser-siempre-todavía», se piensa en ese punto en que historia se convierte en una intrahistoria, pero con el poder de aflorar con su potencia endopática. La historia se desdobla como sicología de lo pintoresco y de lo insólito. También, comúnmente, en pasión.

Los tipos populares y pintorescos de nuestros pueblos, son los individuos que revelan para la mundanidad, o los oyentes en el entono, en su comunidad específica, sus contactos intrasíquicos con la totalidad síquica, con el Inconsciente y sus arquetipos y, una vez adquirida esa sabiduría, nos muestran la vigencia universal del Inconsciente Colectivo. Sus vidas se apoyan y se sujetan al significado que ellos mismos han dado a la experiencia de vivir; son libres y a la vez, conscientes; no son una enfermiza caravana de piadosos transmundistas, como muchos tipos comunes y corrientes que quedan, trágicamente absorbidos, por una ideología que no les permite libertad.

Contrario a la mayoría de la gente que reprime sus memorias inconscientes, que no se conectan ni conocen la sombra de su espíritu («umbra», en el sentido junguiano) y que no exhibe sus contenidos cuando afloran del modo natural y necesario, los tipos populares publicitan estas imágenes que revelan en su mundo mental y las dan en interacción social y comunitaria, pese a que, en muchos casos, pueda darse un lenguaje egocéntrico, por la descentración.

Hay dos conceptos hermenéuticos que son indispensables para que se complete el proceso y la empresa ontológica que define al tipo folclórico-popular. El primer principio es conceptualizado como hallarse («Befindlichkeit»), un hallarse en la raíz del ser, i.e., afán de encontrar la originariedad inexorable, pero aún adviniente y eventual. El hallarse es la finalidad hacia la más propia posibilidad del ser.

El hallarse no es arrebatamiento que no guarda el orden establecido, sino que es la eventualidad, algo posible y contingente ante lo cual se toma previsión («pre-visión»). El hallarse como ser-en es lo ónticamente más conocido, lo cotidiano, y, al mismo tiempo, lo que es acorde («Gestimmtsein» / «Stimmung»), vida afectiva y sentimientos.

Es difícil que se entienda que, con la vida afectiva y los sentimientos, Heidegger proponga una vía comprensiva de la esencia y la historicidad. Las emociones están asociadas a conmociones orgánicas y, en cierta instancia, a las bases químicas (neuropéptidos y endorfinas) que inciden en la expresión de emociones; pero, aún así, el soluto («Erschlossenheit») como irrupción del ente, no es visto como meramente espacial y óntico; sino que en la hermenéutica se asociará a mucho más que a las impresiones sensoriales.

El soluto destella. Abre a ideas y recuerdos. Por esta razón, el ser (Dasein que se solve) es libertad y, en su modo cotidiano, esquiva la onticidad, la coseidad, la factualidad de lo meramente manifiesto; se deyecta, se enriquece en modos de aversión, revuelta y desvío. En fin, refleja vivencias profundas. Desde la base del solver y el hallarse se puede explicar cómo evoluciona un tipo. El hallarse nos permite comprender ya que estamos submitidos al mundo y, en su ahí, se puede encontrar lo que ataca y amenaza. En el hallarse no se escapa de la historia, por más cruel y hueca que parezca y no se esquiva ningún planteamiento en el que se pueda procurar un sentimiento. Por eso hasta los materiales brutos de una conducta son aprovechables.

El tipo folclórico («folk groups: the descendants of an immense and ancient community of holy people, troubaudours, bards, griots, cantadoras, cantors, travelling poets, bums, hags, and crazy peoples») son una disidencia concreta, espontánea, no-confrontativa, ante el tipo común y corriente; están a la expectativa de lo histórico, no por hacer acusaciones, sino por la misión de compartir su luz y, en la tarea, hallar su propia continuidad, como la Dra. Pinkola Estés ha dicho. [5]

La razón de ser de este remanente de humanidad, gloriosa y trágica, extravagantemente peculiarizada, es la oferta chocante de su accionar, el milagro de su sobrevivencia en medio de un mundo hostil, con demasiadas penumbras y contradicciones sociales. Quienes a sí mismos se llaman normales, coherentes, exitosos ciudadanos, son los márgenes de su contención, el ser que ellos echaron al olvido. El zapato que no pueden calzar. La posición donde ya no pueden estar por ir rumbo a su propia destinación.

Un campesino que sea bien sensible a reconocer en otros un arquetipo que le revele su tiempo y esencia epocal diría, al valorar lo que esta comunidad de Sujetos Populares trae: Nadie sabe el valor del agua hasta que no seca el pozo. El tipo popular, a través de su saber («distinctive folk speech») y su perspicuidad, sabe el valor del agua; aún profetiza el pozo seco. Sabe el valor de su vida y su misión.

Parte de la ética originaria que se descubre en el Tipo Pueblerino es la actitud del lenguaje con que se interactúa con él, la voz evocadora y directa de su peculiar Soluto con el Ser Mismo. Heidegger dice que el lenguaje no es herramienta que se tiene para el mero comunicar los entendimiento, sino para «domesticarse mutuamente». Con frecuencia, ell mito requiere un lenguaje intensificado porque se manifiesta con fuerza que cualquier teatralidad, o de códigos de cortesía. El Sujeto Pintoresco, cuando su historia o lenguaje son losprovocadores, es quien domestica a su testigo y, muy comúmente, el Tipo Pueblerino infundir un cierto respeto con el que el oyente / testigo / se acerca a él y, al mismo tiempo, se retira. El tipo común y corriente que tedemos todos a ser no le gusta vivir con la presencia constante y preferencial de este domesticador marginal que parece que vive en las periferias del mito antes que en la centralidad del discurso cotidiano de los hombres comunes y corrientes.

En el lenguaje del Sujeto Pintoresco puede manigestar la Guarda («Hütung») del lenguake como un misterio que se expresa, fragmentariamente. ¿Qué exactamente habría dicho, o significado al decirlo, cuando el Loco Wilson, pordiosero de Pueblo Nuevo (barriada urbana de San Sebastián del Pepino), con la cabecita poco más grande que el tamaño de un puño, cuando emitía su grito de batalla: «Ti Ti Ti»? ¿Cómo es posible interpretar lo que nunca explicó; pero grito de sílabas, emcionalmente intensificadas en su garganta, que le hizo conocido de todos? ¿Constituye ésto una extrema batología, entendida como «vicio lingüístico, repetición de vocablos de manera nmotivada o enojosa»? Mas que un esfuerzo pleonásmico de quien posee un rudimentario lenguaje en común con los que oyen, el lenguaje batológico del Loco Wilson lo escondía todo; no era un 'salir afuera' o 'entrar adentro', aunque hacía un esfuerzo para llamar la atención oralmente, que es esencia deseo de compatirse domésticándose en el lenguaje, aún cuando no puede en ese nivel de esfuerzo lingüístico

En este Pepino nuestro, donde abundaron los Locos Buenos / o Simpáticos, sueltos por las calles durante los años de la Depresión, aunque nadie los haya estudiado clínica y sistemáticamente, la memoria colectiva apunta a la abundancia existencia folclorizada de casos de ecolalia, rasgo muy frecuente en los autistas. [6]

La ecolalia se define como «una repeticióm o ecos verbales, a menudo patológica, hecha por otras personas». E inclusive, «hechas en el tono y ritmo exacto que usó el imitado, de modo que en la ecolalia inmediata, evemos que el autista o el Sujeto Pueblerino (aquí el tipo del Loco Bueno, el Bobo o el Zángano) está interesado, con frecuencia, en iniciar o mantener una interacción con la comunidad. Puede que no siempre de manera interactiva, pero, consciente de que la ecolalia es clave para hacerlo, para ser entendido y él también memorizar, entender y aprender. Quizás la ecolalia que se manifiesta en locos pueblerinos, tomados como tipo, es distinta a la quie se maniesta en episodios del Síndrome de Tourette: «Stereotyped repetition of another person's words or phrases, seen in catatonic schizophrenia, and neurological disorders such as transcortical aphasia; called also echophrasia». [7]

Desde la analítica del Ser como parte de la Sorge («Cura»), con que nos aproximamos al estudio del Sujeto Pintoresco popular planteamos su derecho a disfruatar un espacio de interacción en la comunidad. Cuando el pueblo los recuerda y les ayuda el ciclo se completa y la persona arrojada al mundo, sufre menos y está más cercano al momento, uel llamado Kairós, en el cual se develaría una vivible comunidad de destino. «Gemeinschaft concreta y vital, que genera una verdadera praxis, con un lenguaje ganado a las experiencias sensoriales, con tipos de líderes y seguidores, héroes y sacrificio de la voluntad en pos de un interés colectivo», [8] al decir de Heidegger. Los convivios entre Sujetos que muestran sus Arquetipos / el poder de ese momento convivencial del Kairós / y la comunidad presencial, que son oyentes y seguidores de quien llama la atención, combinados unos y otros, la comunidad se acerca a la demostración práctica de que el destino es siempre colectivo, cooperativo.

Sean o no excéntricos, se necesita del hombre pintoresco, quien para aldeas o pueblos abrumados, por conflictos sociales o cualquier rididez de normas que concierna al colectivo necesitan. Este arquetipo es de naturaleza dionisíaca y, en cuanto tal, se manifiesta muchas veces como El Incomprendido Feliz [9] al que suele ponérsele muchos nombres.

Se le respeta porque obviamente revela cierto conocimiento superior de las cosas, aunque es un transgresor que, con frecuencia, choca con el mundo en que vive por sentirse libre para todas las decisiones, según la voluntad de lo que entiende, y en desafío a todo lo que le plantée control, cautelas o las formas tranquilizadoras o neutralizadores del Status Quo (dinero, halagos, tentaciones mjeriles, ataduras materiales o místicas). Al Incomprendido Feliz suele llamárasele El bohemio, tipo extravagante o aventurero que, en la Antiguedad, representó la deidad de Dionisio.

El Incomprendido Feliz puede forjarse, en medio de las adeas, para representar la libertad de espíritu, en las formas de una persona simple y natural, mas lo indispensable de él es su esencial sentido indómito de libertad y el carácter bohemio de su trato. A él no se le compra con dinero, aunque esté en la ruina. Ni se soborna ni se le humilla, sin pagarse las consecuencias. También este sujeto de dionisíaca raigambre puede nacer en las claes altas, lo que le da la oportunidfad de ser vagabundo, aventurero y cultivarse en las artes, en aras de conquistar otros mundo. Pobre o rico, es esencialmente transgresor, sin perder nobleza, pues prefiere que se imagine que bordea la indisciplina y la locura que hacer daño a otros, a la comunidad en particular por la que siempre habla con su ejemplo. Y la educa.

Como la sabiduría práctica es siempre superior a la mera técnica, este Sujeto hace trabajo transformador del lenguaje, cuando el lenguaje se desgasta en formas manidas, estereotipadadas y una discursidad a la que falta novedad, profundidad o la necesidad experiencias sensoriales directas, para que en el Dasein se exhiba la dimensión práctica, y se rompa el verbalismo y la ecolalia, o cualquir forma discursiva del sinsentido. Cuando pienso en la incidencia de este tipo de individualidad pintoresca en el Pueblo Pepino, hay pocas; pero, ciertamente, del anecdotario localista, estudiaremos algunos.

En la literatura esoterista y la sicología junguiana de los arquetipos, este aspecto de lps Bufones Pueblerios y el Incomprendido Feliz, está representado en el arcano número 22 con la baraja de El Loco, asociado con la dualidad tiempo / espacio, pero, sobre todo, con la idea de combinar la sabiduría e insensatez,

Antes de cerrar el apartado, de presentacón sobre este aventurero y amante de la espontaneidad, obsérvese una doble dimensión. En cuanto Loco y Bufón, se le reprocha que sea un Vagabundo (sin Norte, sin causa). Cuando se valora su Felicidad, su convicción de persona realizada, es el prototipo del Liberador de la Energía Creativa. En tal sentido, un principio de movimiento instintivo, loco, opuesto a todo sedentarismo de la conciencia, a toda acomodación del ego.
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Bibliografía

[1] Cristóbal Holzapfel: «El pensamiento a-valórico heideggeriano», en: Aventura ética. Hacia una ética originaria (Universidad de Chile)

[2] Carlos López Dzur,
«William Blake», en: La Naranja

[3] Andrés Méndez Liciaga, El boceto histórico del Pepino (ed.1925), 2da. ed..Ediciones Ateneo Pepiniano, 2004, p. 104

[4] Para una comprensión de lo que Don Lion, el Levitante significa como mito encarnado y voz de un Soluto con destino, «depositario director y evocador del mito», véanse mis historias: «Don Lion, el Levitante», en: El pueblo en sombras, en:

[5] Clarissa Pinkola Estés, Women who Run With the Wolves: Myths and Stories of the Wild Woman Archetype (Ballantine Books, New York, 1992), p. 271.

[6] «Up to 75% of verbal persons with autism exhibit echolalia in some form. There are two types of echolalia: immediate echolalia and delayed echolalia .. The researchers have determined that immediate echolalia often was used with clear evidence of purposeful communication. Immediate echolalia appears to tap into the person's short-term memory for auditory input. This is defined as the repetition of a word or phrase just spoken by another person. Immediate echolalia may be used with no intent or purpose or may have a very specific purpose for the individual».

[7] Para Inma Cardona, logopeda de un colegio de Educación Especial, en Cuenca (España) la ecolalia es sólo «una forma de ser». En la ecolalia diferida se puede carecer de función comunicativa, pero en el autismo muchas veces se utiliza con función comunicativa. En el aprendizaje, la ecolalia puede adquirir una funcionalidad, por lo que en vez de eliminarlas, si aprender puede depender de ellas, es preferible conservarlas y «siempre darles funcionalidad». [Irma Cardona: Autismo y Lenguaje: Sobre las ecolalias, 18 de junio del 2009]
Ver

[8] Martin Heidegger, El ser y el tiempo, ed. cit.

[9] El incomptendido feliz, el arcano del Lco mística del tarot, el arcano número 22

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