Monday, August 02, 2010

Sociología cultural y política de la diáspora (9)

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10. LA DIASPORA JUDIA COMO ARQUETIPO Y UNA VISION MAS AMPLIA

Cuando discutamos el concepto de desterritoralización en este ensayo, si bien hemos comenzado con arquetipos de la Diáspora Judía y cómo a través de los arquetipos del mito (e.g., el Transgresor, el expulsado, Lilith convertida en «apátrida, en exilada, en extraña»), nos preparamos para el propósito mayor y aún más crítico de estimular una apreciación de las Nuevas Representaciones del Nuevo Mundo o el Hemisferio Occidental y lo que, en su contenido, aflora en términos de raza, etnicidad, procedencias y consecuencias del naconalismo, ante las corrientes migratorias y el advenimiento del transnacionalismo. La diáspora pone en el tapete las relaciones de género y otras dialécticas del poder, la diversidad y la sumisión / o la negociación / todas secuelas de la Diáspora.

Para una definición del término diáspora tomamos en cuenta los conceptos que el Dr. Kevin A. Yelvington, de la University of South Florida, presenta en su libro Producing Power: Ethnicity, Gender, and Class in a Caribbean Workplace, [Philadelphia: Temple University Press (1995)] y Michelle M.Wright, en su librp Afro-Atlantic Dialogues: Anthropology in the Diaspora (School of American Research Press; April 15, 2006). Ha de entenderse diáspora como un proceso en que la hermenéutica, la historia, la asimilación, las memorias de sobrevivencias, la formación de identidad y la internacionalización de una presencia migratoria, toma lugar. Este es el enfoque básico que Kevin A. Yelvington sugiere para considerar el fenómeno migratorio de modo que se entienda las diáspora como un asunto de poder, políticas y no dinamismo de formas de conducta, que no termina jamás y que se alimenta de repertorios simbólicos.

Indiscutiblemente, esta serie de ensayo son más que una descripción de lo que ha sido descrito problema migratorio en los EE.UU., por la desatención de las fronteras que dividen México y los EE.UU.. No. Este un libro sobre la cultura y la política de la Diáspora y que echará luz, en cuanto sea posible, a los aspectos ocultos del problema numérico con que se publicita el asunto migratorio en EE.UU.. Viéndolo desde una perspectiva diaspórica, estos ensayos pueden hablar sobre el discurso poscolonial del poder y su negociación, del Nuevo Nacionalismo Mundial de los transgresores, el inicio de un «diálogo de poder y resistencia, de rechazo y reconocimiento» (tal como Suart Hall lo infiere de la experiencia de diáspora), el tráfico de esclavos (el que hoy es «coyoteo» y tráfico clandestino de seres humanos («pollos», personas indocumentadas), las políticas de identidad urbana, las nuevas formas rituales, discursos de género y, como ya se ha visto en este ensayo, la interpretaciones culturales y autorrepresnetación del inmigrante en el espacio de la cultural de la nación anfitriona.

El análisis diaspórico es importante. Es útil cuando está buenamente documentado, amplio e inclusivo, críticamente pensado y sentido. De la experiencia diaspórica de todos los pueblos y etnias, hay mucho que aprender y, cuando se estudia con perspectiva histórica, sin parcialismo subjetivistas y poses de ocasión para una agenda política de oportunistas, se descubre su belleza y su valía, su dimensión humana universal.

Por su naturaleza esencial, sumada a los sacrificios de la experiencia migratoria, la historias privadas y colectivas de Diásporas, tienen un trasfondo de sufrimiento. Sin perder de vista una definición clave de la antropología que define el proceso como uno «de cambio cultural, intercambio, apropiación y re-apropiación» (Michelle M. Wrigh, loc. cit.), yo, siendo poeta, escribo con una nueva visión sociológica. El momento es, en California y Arizona, de mucha hostilidad contra los imigrantes. Según indica el Censo Federal reciente, el 26.8% de los inmigrantes llegados a los EE.UU. están en California, lo que lleva a la cifra total de 13.5 milliones inmigrantes de ancestro hispánico en 2008, y la población de inmigrantes asáticos 4.5 millones de ellos en 2008 (New Americans in the Golden State: ed. The immigration Policy Center, July 2010].

Los resultados del Bureau del Censo vaticinan que los blancos («non-Hispanic white Americans») serán una minoría poblacional en la nación para 2042, mucho antes que lo esperado y ésto es lo que provoca miedo entre este sector. Desde finales de 1990, California tiene una mayoría no-blanca; pero, pese a ocasionales conflictos, los anglocaucásicos muestran una versatilidad más notable que otros estados (e.g., Arizona) para convivir con los inmigrantes recién llegado, admitiendo que trabajan arduamente, se ganan su vida con decencia y se organizan legalmente para adquirir posiciones de liderazgo o reconocimiento cívico. Los afroamericanos, como los latinos, comienzan a coincidir en que «America is not as racist as many black extremists believe it to be -- or as many white extremists wish it were».

En California, se observa que la diáspora hispánica transita con ritmo propio y persuasivo por las sendas del «cambio cultural, el intercambio, la apropiación y la re-apropiación». Esto se observa en el perfil colectivo que The immigration Policy Center hizo en julio de 2010 cuando destacara que: el 44.6% de los immigrantes (o 4.4 millones de personas) se han naturalizado como ciudadanos («U.S. citizens in 2008, up from 31.2% in 1990) —lo que implica que son elegibles para votar, ¿pero significa que han sido asimilados? al menos, políticamemente, sí. Se acusa una asimilación significativa.

El cambio cultural es la disponibilidad y aquiescencia del 24.4% (o 13.2 millones) de los «nuevos estadounidenses», sean ciudadanos naturalizados o hijos de inmigrantes nacidos en los EE.UU., que se han registrado como votantes y admiten los paradigmas de la política electoral estadounidense. En 2008, los electores latinos en California (21.4% del total o 3 millones) fueron claves en el margen de victoria del presidente Barack Obama y la derrota del candidaro John McCain.

En términos de un intercambio cultural, una familia inmigrante de cualquier procedencia en California produce por nacimiento un hijo que es, por ley, ciudadano norteamericano. En el Estado Dorado es el 89% de los niños, o casi uno de cada diez. El intercambio cultural del ciudadano naturalizado en Calfornia se amplía en términos de adquisición de una educación profesional superior.. El 32.0% de los nacidos como extranjeros posee un B.A. o más estudios graduados o de posgrado, comparado con el 17.9% de los que aún no eran ciudadanos en 2008. El 49.7% de los inmuigrantes sin naturalzación siquiera tiene el diploma de preparatoria. La adquisición de un segundo idioma en California por el 76.3% de todos los niños de familias inmigrantes, entre las edades de 5 y 17 años, es notorio. Hablan el inglés con corrección y conservan el español aprendido de sus padres.

Pese a que los sistemas educativos públicos, insisten en asimilar, los inmigrantes se reapropiación del idioma y sacrifican por un tiempo su idioma nativo; pero no permanentemente. Hay una correlación entre el aprendizaje del idioma inglés, las segundas generaciones o el empeño de la primera generación en adquirir el inglés y el salir del nivel definido de pobreza que se facilita cn la educacióm secundaria y universitaria. La tasa de latinos, nacidos en el extranjero, que ha vivido muy pobremente («below the poverty line»), antes del 2005 por menos de 10 años en California, se redujo del 28% y un por un 11.8% entre los que han vivido 30 años o más. Aún en la condición de estudiantes extranjeros, el inmigrante, legal o indocumentado genera ingresos para la economía del Estado. Para el año académico de 2008-2009, cerca de 93,124 estudiantes extranjeros contribuyeron con $2.8 billones al pagar matrículas unversitarias, cuotas, gastos de alimentación y hospedaje, según un informe de la Association of International Educators (NAFSA).

Aún considerado el conjunto de aportaciones al Estado y la nación (en California hay, por ejemplo, 427,678 empresas de propietarios latinos con nóminas, montos de ventas y recibos de $57.2 billones y 445,820 empleados (según datros del 2002), el inmigrante está en lucha y aún en desventaja. La clase media latina es tan frágil como lo es la afroamericana. Un estudio de la Universidad de Brandeis desglosa que 4 de cada 5 familias latinas (o inmigrantes de esta etnia), así como 3 de cada 4 familias afroamericanas, experimentan mucha inestabilidad financiera y, particularmente, severa vulnerabilidad durante crisis imprevistas, como la pérdida de su empleo [
Report: Vast Majority of African American and Latino Middle-Class Families Are on Shaky Financial Ground] El informe indica, además, que este casi 90% de la clase media afroamericana e hispánica «don’t have enough assets to cover just—not even all, but just the majority of their essential expenses for even three months».

Los inmigrantes asiáticos (con 371, 530 microempresas en el Estado de California y transacciones de cuentas y recibos por $125.8 billones y 745,874 empleos) están en mejores condiciones ante la referida vulnerabilidad financiera. Los inmigrantes asiáticos y latinos constitituyen una cuarta parte de los empresarios del Estado de California, según los datos de la Encuesta de Propietarios Comerciales del Buró del Censo del año 2002.

En el renglón de negociación o «re-apropiación» es que se dan los desafíos más grandes. El escenario de la reapropiación es la actitud de la lucha cultural que desafía el nuevo proceso diaspórico. El historiador estadounidense Richard J. Hofstadter en un ensayo de 1964, The Paranoid Style in American Politics describe el estilo confrontativo de la política que hoy define a quienes siempre han temido no ser la mayoría demográfica y constituyen las «mentes airadas» ante un futuro de nuevos inmigrantes en paulatino encumbramiento. «Llamo a ésto estilo paranoide simplemente porque no hay una palabra que evoque adecuadamente el sentido de acalorada exageración, sospechosidad y fantasía conspirativa, que distingue lo pensado» ante el temor del «hombre blanco» de haber perdido su propio país. Una «retórica de temas lastimeros de coraje, miedo y resentimiento, los tres grupos de comida del que se alimentan los movimientos panoicos».

Entre todos los grupos que han desarrollado una diáspora o dispersión migratoria interna (en adición a los puertorriqueños, quienes son ciudadanos por nacimiento, los cubanos que son acogidos con beneplácito por el juego político del «anti-comunismo doctrinario» del sistema), ninguno preocupa tan especialmente a la corriente 'paranoica', según el término de Hofstadter) como el mexicano. Desde 1970, se les reconoce principalmente como refugiados económicos, con anhelos de trabajar, pero que al cruzar la frontera ilegalmente, o permanecer sin documentos como «estranjeros», sin adquirir la residencia legal o la ciudadanía estadounidense, se les define como transgresores criminales.

Independientemente de que los estadounidenses (y los californianos nativos) obtienen ganancias salariales y económicas por esta inmigración, se observa con recelo que es el mexicano indocumentado quien más inmigra. No es extraño que la inmigración mexicana evoque una simiaridad con los arquetipos de la experiencia judía. La imagen simbólica de esta nueva diáspora, por lo menos desde hace 30 años, es «La Barda», la reminiscencia de un muro de lamentos en la frontera. Lo que sucedió, a principios de 2009, es que las alambradas de las fronteras por una autorización congresional, se extendió y tecnificó a un nivel mayor de vigilancia pra cubrir 700 millas (mil 320 kilómetros). Y la Barda, desde Brownsville (Texas) hasta San Diego (California), fue invocada como una estrategia anti-inmigración, anti-drogas, aunque pata la misma Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna de la Administración Obama, «no sea la estrategia más apropiada». «Lo más preocupante de la barda es que es una práctica desde hace 15 años y que ha tenido resultados opuestos a los que ha intentado conseguir... Las bardas fronterizas aumentan el número de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. La recién aprobada propuesta del Congreso de Estados Unidos para construir una doble barda en su frontera con México tendrá consecuencias contraproducentes» [Citado de San Francisco Chronicle, en: «Diarios de California cuestionan muro fronterizo»: 17 septiembre de 2006,
Ver]

Propuesta por la Administración Bush: «La barda virtual, conocida como SBInet, combina elementos de alta tecnología para detectar y rastrear movimientos humanos en la frontera, y el contrato fue otorgado a Boeing». [David Brooks:
Se dispara el costo del muro fronterizo, La Jornada, 11 de septiembre de 2008].

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