Tuesday, September 09, 2014

CAPITULO ONCE / Las veleidades de Soto Villanueva

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CAPITULO ONCE
Las veleidades de Soto villanueva


«No fue el general Macías un militar pusilánime ni en momento alguno de la guerra demostró haber perdido el dominio de sus nervios... El primer jefe de Alfonso XIII, comandante, desde aquel momento, de toda la columna, opinó que se debía cumplimentar la orden del capitán general, cuando fuese posible cruzar el río Guasio, actualmente crecido, siguiendo  hasta Lares. Los demás aprobaron el plan; el teniente Olea, de artillería,  haciendo valer sus privilegios de jefe de Cuerpo, sostuvo con calor que  debía esperarse al enemigo en aquellas formidables posiciones del cementerio, y que él se comprometía, con sus cañones, a tenerlo a raya  todo el tiempo necesario...Fue derrotado y prevaleció el criterio de Osés, quien en voz alta trató despectivamente al coronel Soto, haciéndole imputaciones de «que no era verdad estuviese herido», y concluyó, proponiendo que debía ser abandonado en su alojamiento, mientras la columna continuaría la marcha...Soto, desde la cama, presidió el acto, y  en él leyó el telegrama del general Macías, ordenándole que, si estaba  enfermo, entregara el mando al teniente coronel Osés, entrega que ya se había realizado, y seguidamente comenzó la discusión»:  A. Rivero    Méndez,  Crónicas de la Guerra Hispanoamerica, loc. cit.


... Soto se escondía de la acción con descaro. El capitán de voluntarios, Arocena lo dijo por muchos años y fue por lo que se hizo republicano, pro-yankee, 'Cava un hoyo y entiérrate'. También Bascarán cuando lo miraba con miedo, se lo decía. Lo choteaba...Con Arocena, lo que pasó no fue que era cobarde, sino que aquí ya andaban quemando y, como era vecino de Doña Lola, de Mirabales, y de los Elizaldi, dijo que primero salvaba a los suyos y después a España. Entonces no le retiraron el respeto: sic., Entrevista con Delfín Bernal Toledo. Notas. [1]
            El entrevistado Miguel A. Montalvo, cuyo abuelo Fermín Montalvo Valentín encabezó una partida muy temida en el barrio Pozas, proveyó las coplas que citaré y de las que M. González Cubero, Doña Lola Prat, Delfín Bernal y el Lcdo. P. A. Echeandía, completaron y refrasearon algunas líneas.

Bascarán se esta riendo
de que Soto se cayera
pero el gope verdadero
ni Espana se lo perdiera.
Rodriguez mando la Cruz * (Roja)
cuando el Guacio se creciera
y ante las aguas torrentes
el cobarde se juyera.

Espana se fue de bruces
en el Vado de Zapata
[incompleta]
En la casa de Cirilo
Lo mismo que de Olivencia
Oses a Soto le dijo
Sois  cobarde, sinvergüenza,
Y verte quisiera yo
Como al yanqui bajo tierra…
            
   Según contaría Montalvo, Fermín oyó tales coplas en bocas de voluntarios del Batallón disuelto (guerrilleros a pie) y que dejaron la lucha porque: «... sus familias estaban pasando hambre». [2] Por lo que los versos son importantes es porque sustentan la nocion de que Bascaran fue testigo de varios incidentes de extrañas conductas, i.e, cobardia, entre la oficialidad militar que posiblemente motivaron dejar de colaborar con los  españoles.
            Al darse la derrota española en Hormigueros, frente a las narices de Soto Villanueva y viéndose que él no bajó a reforzar la resistencia, la gente delbarrio Pozas que se había reclutado para pelear volvió a sus hogares y algunos formaron una partida, «por si los americanos llegaran Pozas, matarlos a palos». [3]
            Por otra parte, el Lcdo. Echeandía Font explicó que el guerrillero Bascarán pertenecía, posiblemente, al batallón disuelto y fue testigo de cierto incidente que el Capitán Rivero Méndez describió en su libro sobre la Guerra Hispanoamericana: la discusión entre el Coronel Antonio Osés y Soto Villanueva, en que el primero lo llamó cobarde. Insinuó que sus presuntas costillas rotas eran machucones de miedo (Montalvo, loc. cit.)
           Al principio, considerada la caída de Soto, desde una altura no mayor dediez pies, en la hacienda de Nieva, el Teniente Osés creyó que no fue tal unhecho fingido, pero detalles percibidos terminaron desengañándolo.
            Lo sucedido no fue grave.
            Esta sospecha suya se confirmó por otros incidentes en la casa del Alcalde Olivencia y de Blandín.
            Soto Villanueva permanecía en la casa de Cirilo Blandín cuando Osés decidió que se avanzaría hacia Guacio, buscándose ya, para entonces por recomendación del coronel Salvador Suau, un paso transitable (el Vado de Zapata), que se hallaba donde el río Mayagüecillo se unía al Guacio. En fila india, Antonio Osés cruzó casi toda la columna de sus hombres, sin conocer con cuánta prontitud había avanzado el enemigo Gilbreath y Burke con sus tropas.
            Ya, a estas alturas, entre los dirigentes mayores de las milicias en Pepino, comienza el miedo a las balas, la deshonra de España, «ahí se acabó todo y lo que se hizo fue echarse en cara todos por qué no peleaban, beber ron y matar el hambre» (González Cubero). [4]
            Sí, se oyó fusilería y cañonazos en Pepino y fue en la Loma de La Maravilla. Sólo Olea permaneció en la Loma, pero sin recibir órdenes decontestar el fuego a los gringos. Osés y el segundo teniente Lucas Hernández (que no habían cruzado todavía el río Guacio) reunieron a unos 60 hombres rezagados que contestaron el fuego durante 15 minutos.
            La compañía del capitán González, la guerrilla montada y la gente almando de Salvador Suau, huyeron en estampidas, ocultándose entre los árboles.Cada quien se escondió donde pudo sin un plan de acción, durante ese medio día de vergüenza militar española.
            Fue el 13 de agosto que, históricamente, es conocido como el Desastre del Guacio.
            El trunco ajusticiamiento de Soto Villanueva: El pánico de la huída ante la agresiva fusilería de los invasores fue tal que las tropas españoles dejaron el campo, a ambas orillas del río Guacio, regado con pertrechos, armas, mochilas, capacetes y equipo militar. El mismo Bascarán fue forzado a escapar y lo haría rumbo a Lares. Desde temprano en la mañana, ese mismo día, 13 de agosto, miembros de una partida sediciosa, al tiempo que iban invocándose unas coplas de Carmelo Cruz o de J. Barreiro, avanzó hacia la casa de Blandín, para ajusticiar a Soto Villanueva. Se gritaba:  ¡Viva Puerto Rico Libre!
            Soto sacó su pistola para defender su vida; pero Cirilo Blandín lo detuvo de disparar e hizo una elocuente defensa de la necesidad del estado de orden y civilidad, condición que sería necesaria para ganar el respeto de losinvasores norteamericanos «y todas aquellas reformas que estaban en la mente de los alzados contra España». (Echeandía Font)
            Por eso, Blandín convenció a la dirigencia de la partida de marcharse y salvó la vida a Soto Villanueva, quien habría sido linchado por la turba. Muchos de los que se personaron (y atestiguaron el incidente) provenían de Las Marías, donde entraron y robaron «pollos y gallinas» a Los Velez (hacienda abandonada, por las que se habían peleado muchos descendientes de la familia Prat-Velez y Hermida).
    En afán colaboracionista y como intérprete para una brigada de exploradores estadounidenses, estuvo, por igual, el Dr. Vicente Lugo Viñas. El acompañaba ala caballería de Valentine, a la que seguía el paso, de cerca, como reesfuerzo y retaguardia, la brigada de infantería de Theodore Schwan. Por un camino de herradura, llegaron al Valle del Río Guacio, centro de combates.
            Poco antes, por caminos del barrio Calabazas, los médicos de la Cruz Roja de San Sebastián, Dr. José A. Franco Soto y Dr. M. Rodríguez Cancio avanzaron a caballo y llegaron al Vado de Zapata, en las cercanías de Guacio. Habían oído disparos de fusil y cañonazos, hacía pocas horas.
            En esta ocasión, Osés alegaría, como antes hizo Soto Villanueva, hallarse enfermo para cruzar el río y ponerse a salvo de las tropas americanas, con quienes mantuvieron fuego de retirada. El segundo hombre al mando de la defensa del Oeste pidió al Dr. Rodríguez Cancio que se comunicara con los estadounidenses para rendirse. Aquí se completaría el Desastre de Guacio.
            Como médicos de la Cruz Roja, por el carácter neutral del cargo, la solicitud de Osés de rendirse junto a su soldadesca (y que fuesen ellos emisarios del mensaje), fue tarea que se les vedaba cumplir. Los médicos informaron que habían visto tropas estadounidenses rumbo a la casa-hacienda de Blandín. En el camino, por Calabazas, atendieron a un artillero herido y que murió finalmente. También presenciaron la rendición de un grupo de españoles, entre ellos, un sargento del Batallón Alfonso XIII. Le informaron, además, que junto con Lugo Viñas habían visitado el cuartel que Schwan instaló en los predios de Vegas de Blandín, es decir,  su hacienda.
            No hubo necesidad de que ni Rodríguez Cancio ni Franco se dieran a la tarea del choteo, máxime cuando ellos dos, simpatizantes de la autonomía bajo España, habrían favorecido que no fuesen Osés y su gente capturadas y, aún, les ofrecieron un caballo para que él no caminara, sin tan enfermo se sentía. [6] Se trataba del dirigente y responsable de toda una tropa. A pocas horas, Osés mismo se entregó, yendo con este fin a la casa de Gerardo González; quien ordenó que se preparara un arroz con pollo para el enfermo. Fue en este hogar donde Lugo Viñas y una tropelía prestada por Teodoro Schwan arrestarían a Osés, al teniente segundo Lucas Hernández y sus hombres, para un total de 56 prisioneros de los yankees en la sola tarde, el 13 de agosto. Adicionalmente, en Guacio, las tropas invasoras incautaron 53 fusiles Mauser, 44 fusiles Remington, 10,000 cartuchos de bala, un botiquín, 8 mulas, el caballo de Soto Villanueva y una gran cantidad de mochilas. [7}
            De regreso a San Sebastián, como a las 5:00 de la tarde, los doctores de la  Cruz Roja se reencontraron con Osés, hallándolo en la casa de Gerardo González. Se extrañaron de «verlo tan buen dispuesto». El respondió que ya se encontraba mejor. Sólo el estrés de la guerra y el hambre lo tuvo enfermo. Echeandía Font adujo que, en conversaciones con el Dr. Franco, éste buscaba en vano recordar lo que Carmelo Cruz y el gallego Barreiro habían escrito sobre Soto Villanueva para los apuntes de un libro que escribiría (la novela histórica Juan recuerda su pasado), pero que olvidaba las coplas porque «tratándose de cobardes todo se olvida».
            Cuando finalmente expliqué a Echeandía Font que yo conocía tales coplas ya quienes las recordaban aún y que yo las incluiría en esta monografía, mi entrevistado se emocionó mucho al yo leérselas, me pidió unas copias y se lamentó, visiblemente mortificado, que el doctor Franco no viviera aún para escucharlas.

*
                           BIBLIOGRAFIA

[1] Entrevista con Delfin Bernal Serrano, realizada en su hogar, el 5 de septiembre de 1978. Notas.
[2] Entrevista con Miguel Montalvo, 8 de junio de  1979. Loc. cit.
[3] Ibid.
[4] Entrevista con Gonzalez Cubero, loc. cit. F. J. Diez y Luis A. Gómez Muñoz, en: Puerto Rico: La siempre fiel y leal (1998)
[5]  Angel Rivero Méndez, Crónicas de la guerra hispanoamericanas, ed. cit.
[6] Echeandia Font, loc.ci. y Dr. Franco relata su misión en 1898, loc. cit
[7] Rivero, loc. cit.
[8] Echeandia Font.


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