CAIDO EN LA HYBRIS / DESMESURA
«Ahora que la ciudad ha sido tomada y destruidos
los frigios, tenéis miedo de un niño pequeño.
No alabo el miedo de quien teme reflexionar»
Eurípides, Las Troyanas
Apenas cuando tenía ocho años de edad, en la casa de sus padres, describieron el asedio de Troya y un caciquismo que desde dentro corrompe y desde afuera se traga a la niñez. No tenían que decir al pequeño Mariano que oye y no se mama el dedo que en Lares brotó violencia. En la Plaza de Pepino, se tendieron abaleados los cadáveres de algunos campesinos y hubo una secuela de miles de arrestos por la parte occidental de la isla. Es curioso que se narraban estas cosas como si se tratara de representar en la casa, con puros allegados de la mayor confianza, los corifeos de la Tragedia.
En tiempo de intimidación, discutir la política es un arte.
—En Lares ardió Troya— y, de vez en cuando, al mirarse hacia el niño, lo compadecían. Todavía no estaba olvidado el asunto de 1868, momento en que el Cordero se levantó de su eñangotamiento y no le temblaron las rodillas.
—Seamos discretos, por favor.
Digamos que cuchichean, hablan bajito y Mariano no entiende...
—Es que eres apenas un crío para estos asuntos tan graves—, lo ubica el padre.
—¿Hablan de guerra? ¿De violencia en Lares?
—No. De algo que suele decir nuestro Ministro en España: «Ni está la guerra en mis principios, ni lo está en mi carácter, ni en mi modo de ser», pero ahí tienes a tu Mamá que se cree una troyana...
Había vigente el segundo periodo en la gobernación de Sanz y Posse (1822 - 1898) que volvió en 1875, con su estilo de Hybris. Tenía ideas conservadoras, lo que en términos prácticos significa que se comporta muy propenso a eliminar los derechos individuales y las diputaciones.
—Por de pronto, te hace un puente y acullá funda el banco, pero el costo es arrancar a los independentistas de cuajo. Reprimir a la población...
—Mujer, no a toda la población. A facinerosos, a esclavos incendiarios...
—Como yo le dije al nene, cuando crezcas, no te vuelvas un escorpión. No seas asesino solitario, noctámbulo resentido y en la mañana, con otra cara y arropado en la bandera de los servilones...
—No exageres.. Déjalo que vaya aprendiendo de Prim y Cánovas...
—Es que un chicuelo de once años de edad debe ser lo que es: un chico, no un cadete.
—Pues esa es la historia de José Laureano Sanz. Entró en la Armada a los 11 y ya, a los catorce años, era subteniente...
—Esa es la historia de Troya y esa legión de comandantes y escorpiones...
En puntos de reunión, sin esquinas calientes todavía en las calles, dijeron que puso el orden y trajo el progreso. Apoyó a la creación de un banco en Puerto Rico y estableció un empréstito para satisfacer las necesidades del Tesoro. Si bien desató un alza en los impuestos sobre los productos agrícolas, la clase comerciante en San Juan («donde importa, o vivimos aplaudía», reflexiona Abril, el Canovista). El mandato de Sanz y Possé, o el Santo Posé, comenzó con su publicación del decreto que devolvía la representación en Cortes al archipiélago. Y una vez establecida la Guardia Civil en el archipiélago, reorganizó el de Voluntarios e impulsó las condecoraciones y títulos nobiliarios a la gente que tuvieran un notable sentimiento español.
—Lo que tú siempre has querido y pide al Santo Pozo de rutas oscuras un título de Escorpión... el derecho a censurar las gacetas que se atrevan a decir un pío. Este es el mundo idea de los nuevos escorpiones... y una vez, asesinado Prim, como antes El Empecinado, la política colonial, sin oposición, retomó sus cauces arcaicos, alza de los impuestos por políticos y poder de los caciques, riñas entre saboyanos y carlistas de la Casa Borbón... —, se despachó la madre.
Con el tiempo, fue la cuchara grande la boca de Mariano. El padre, en la defensiva.
—... sólo le dije a tu madre sé comedida.Guarda silencio porque yo, sea como sea, trabajo para el gobierno y, si sueltas sapos y culebras por esa linda boca, mi viejita, nos fuñen y, si esa es la verdad, échasela a las mandíbulas de los humanoides que llegaron y que viera Gilgamesh... Que hay si hay un hombre omedido... bueno, no es Sanz. Yo no lo defiendo. Lo que apuesto como bien para el país lo representa el Ministro Cánovas, que en el Ateneo de Madrid y en el Parlamento, donde quiera que se para, define muy bien lo que nos pasa en la colonia: «La libertad y la justicia, cuando no es sometida a la autoridad, se vuelve pura anarquía. La tradición de los ricos es el pilar de la enseñanza y las señas de identidad. La monarquía borbónica es la fuente de la vida y el progreso. El catolicismo: la suprema e incontestable verdad, principio y fin de la moral y la ciencia», pero, mi viejita es contraria a ese en credo. Sueña con escorpiones invasores porque su padre es de cáscara amarga... Que le haya dicho que sea prudente no es que quiera la censura en la casa... yo no he cortado la lengua, bastante vipirina y no es osadía si a puertas cerradas, dialogamos, la escucharemos y sin acudir a decirlo con señas y códigos secretos. No pongo la excusa... es para que los nenes y adolescentes no oigan. Mejor que entiendan. Es por la seguridad de todos. El primero que lamento la actitud del Gobernaddor Sanz y cómo hostigara a Baldorioty soy yo... Odio la crueldad de los vencedores, —que, en su desmesura (hybris), no tienen piedad con los vencidos.
Debido a que Los Abril-Ostaló es una familia sanjuanera, culta, ni pudiente pero jamás miseriosa, sigue la política. Todos leen, opinan y pormenorizan. Dan el mejor ambiente para que Mariano sea avispado... pero anteponen el pragmatismo: «sólo hasta donde convenga». No hay que declararse liberal-republicano, o separatista calvatrueno, como Betances o Ruiz Belvis. —Dosifiquemos el civismo valiente. A nadie, con pequeños, conviene la guerra. A nadie con negocios. Que no arda Troya...
Y, como buena madre, de corazón troyano, como dice que es el suyo, la mujer de Ostaló declara: —Las guerras, como las revoluciones, ni siquiera tienen consideración con los niños.
Es el pacifismo humanitario que tiene en los huesos, su anticipación al Coro lamentoso de las mujeres en las obras de Eurípides. «Tienes un pacifismo literario», como dice su esposo. Para él, hay circunstancias de intrusiones de enemigos, y a estis hay que darles duro. Abril, el viejo conservador, es ese que aún diciéndose sensato defiende la guerra [esto es, en Cuba], y que sufran las hembras, está mal... deja que los negros se maten entre ellos. «Ah si son mi familia, o blancas princesitas la que se toman como esclavas, y las reparten, mal casándolas con agresores, pues que no sea ella, ni mi mujer ni hijas, ni una Ostaló en cuyos discursos se revela su fibra de Casandra».
—«El hombre sensato debe evitar la guerra, pero si va a ella el morir con honor no es corona deshonrosa, en tanto que es deshonroso el morir de forma indigna».
El viejo Abril siempre al pendiente de lo que Cánovas del Castillo dice y a lo Práxedes Mateo Sagasta secunda (son dos vivales, pordioseros, que toman turnos más cortos la presidencia del Consejo de Ministros, conforme a los deseos de la Corona) y dirigieron la política española durante el primer cuarto de siglo de la Restauración. La diplomacia exterior se basaba en dos ideas, colonialismo y esclavitud. A todo lo demás es lo que llama anarquía. Vigila, sobre todo, como su mujer lo interpreta y a quién se lo dice.
Del General Romualdo Palacios González se habló mucho en 1887. Aplicó el Componte y llenó barracas con prisioneros políticos en calabozos de Ponce y las celdas favoritas en el fortín de San Felipe del Morro en San Juan. —Un hombre como Román Baldorioty de Castro, un amigo personal, no merecía ni despidos ni destierros, sí nos tocaron de cerca; pero, ¿acaso peor /menos gratos que la reprimenda es que le apliquen látigos, o palillos entre las uñas o el garrote?...
Historia vieja. Ya padre y madre se han ido, aunque antes le dijo:
—Me quejé con José Gamir, Emilio March y Sabás... ¿sabes por qué? Se han metido contigo y eso es lo que ha enfermado a tu madre... sí esos fantasmas de poder que tienen apariencia de escarabajos y pican duro.
2.
Ahora se ha dejado discutir política. Hay un jovencillo que oye y quiere armarse de florete. La madre, con estrategia diplomática, se imagina en la situación de Hécuba cuando exclamara ante la visión del pequeño cuerpo inerte del hijo de Héctor y, como ella, está el hermano que es mucho más conservador: —Quien predica irse a la manigua lo que practica es matricidio. No se puede matar la Madre Patria...
—Pero, esposo mío, tampoco se haga caso a la bruja ignorancia que moviendo adivinanzas argumenta que Troya será destruida si Paris quedara vivo después del augurio.
Lo que está como destino en la fuerza se cumple...
—Aquí la fuerza, lo digo con el permiso de Dios, la verdadera Desmesura es José Laureano...
—Calláte que el Teniente Sanz tiene oídos. Tiene dos bocas venenosas para el mal aconsejoamiento a cada lado de la oreja—, y parecia refererirse a Hécuba y su hermano Deífobo, quienes intentaron matar a París.
Bueno,ya en la Casa Abril-Ostaló, no se sabe dónde radica un verdadero peligro.
A quien llamaran Marianito ha crecido en este hogar, donde se leen las tragedias de Eurípides y se contrastan las escenas con realidades, no las que viven los aqueos y troyanos, o las Hécubas y las Casandras. Se habla de España y su colonia como es. Si con mayores estudios, su madurez y disciplina que son los años que le dan, por más teoría que absorbamos, él no aprende a conocer, o descifrar los códigos le serán siendo secretos. Las realidades que preocupan a su madre son las cotidianas.
La Troya, la dueña de Asia, la legendaria ciudad que inmortalizó la epopeya homérica, la fundada en la llanura del Escamandro por Ilo, hijo del Rey Tros, no cuaja con los detalles que procuran los vecinos con corazón de escarabajo, y que viven al pendiente. Ellos raramente salen de las honduras desconocidas y se imaginan como en la caverna que, desde sus burbujas subterráneas no hay agua pura, meramente sombras que en el mundo / su mundo español, grecolatino de pan y circo / todo es gloria. Fuera de la cueva, si no hay traición, al parecer, hay un sol que ciega, deslumbra y los habitantes ni percibe perciben el peligro. Los invasores sí.
Se trata del tricobotrio,órgano con el que reconocen las vibraciones. En estas regiones infernales, donde ya Príamo, el noble y su linaje, y los originarios despabilados desapareceron definitivamente, quedaron más las cucarachas. Y los administradores de este instrumento escorpiónico, su par de ojos medriales y hasta cinco ojos simples, más pequeños, que coauxilian el tricobotrio. Ya las almas están agusanadas y a la Ciudad Murada, sus espacios, aún limpios, verdes, hermosos, las traicionaría, la echan a perder con sus asedios
—Así destruyeron a Troya—, declaro ella, mientras él mueve la cabeza desaprobativamente.
Marianito es feliz porque su madre tiene en la imaginación muchos prodigios, la pareja se quiere. Buen modelo de incondicional sentimentalismo tiene su progenitor que la soporta, la consiente, sin darle la razón. La reprende. Y ella carga sus dardos: —Si comemos mierda como los escorpiones, no sólo insectos y cucaracha, es porque aprendimos a administrar el excremento en la colonia.
La buena señora Ostaló —aguda como ninguna— si se sospecha la traición y este proceso de espionaje y decadencia, Una cucaracha colonial que cava / hasta en un máximo de cincuenta centímetros de distancia / es vista, oída y condenada por los escorpiones y, él va y la devora. Además supo que tienen su veneno. Y dura hasta cinco días dar cura.
—Hubo una vez— dice a Mariano— el otrora y original reino de Ilión, rebautizado como Troya, se parecía a un paraíso. Imagina, Marianito, un puerto rico, allí un rey con dignidad (llámalo Príamo), Hécuba, madre-patria sensitiva que muestra la desesperación de los vencidos. Arde Ilión, ¡gimamos! y por el destino de cada troyana, se llora… un destino que no será otro que enfrentar, por marido a nuevos escorpiones, a degolladores de los originarios y nativos patriotas y que, en realidad, ¿qué son? Gente que no ha querido, ni en su raíz, el cimiento de la tierra.
—¿Quien es Hécuba, mamá?
—Exreina de Troya, ahora esclava de Ulises. Esposa de Príamo. Aprende de este ejemplo o mito. Una reina pierde su estatus, su dignidad, en la rodada del material de la vida. Hoy arriba y en la tarde, abajo. Se baja de reina a sierva y si la gente es feliz, si conoce tu dolor y no se conmueve, hay un descenso humano. Aludiendo a la ex-reina comentaba:
—Me bastaba con tener en mí misma un maestro honesto, la inteligencia. / A mi esposo siempre le ofrecía una lengua silenciosa y un aspecto sereno. / Conocía aquello en lo que prevalecer sobre mi marido y sabía concederle / la victoria en lo que debía… pero esto ha cambiado. Un día lo entenderás. Mariano.
3.
«Forzoso es y será siempre que busque la economía política su complemento en la moral y la religión, si esta nueva ciencia no ha de traer mucho más daño que provecho al mundo»: A. Cánovas del Castillo, Defensor de los intereses de la nobleza latifundista, la Liga Alfonsina de los esclavistas y los caciques, 1871
... Ahora que Mariano adquirió su nom de plume de Florete, siente la nostalgia profunda de su madre que le dijo, si vas a cuidar tu apellido y persona de agresiones, o del aguijón de seres venenosos, que no sea la espada o la esgrima. Las armas se revierten contra ti, no te das cuenta, pero provocan las heridas o cicatrices que más duran.
Sostiene en sus manos un florete, de 3 pies y siete pulgadas de largo, de flexible acero de carbono. Las historias que ella le dio sobre el lado oscuro de las almas, a las que designara 'sensaciones ante el rodaje de las bolas de excremento' son parte de sus misteriosas fantasías. Neurosis de su madre. Para ella, el mundo deja muchas picaduras y la gente no despabilada, dormida en la cobardía, no sabe conceder la victioria en lo que se debe. Prefiere sujetar al nosólogo al estigma.
Mariano deja el florete sobre la mesa y abre una cajita que le dio su madre en su lecho de agonía. Sabe lo que hay dentro: el amuleto. Un escarabeo. Scarabaeus sacer, una sortija egipcia que fue de su padre. Es la joya más valiosa que tiene de su familia. Ella pensó que un día la necesitaríaen aras de respaldar cosas que aprendió de su padre, un librepensador. Murió, diez años antes que ella, tiempo suficiente para legar a su hija sus libros e inquietudes.
Ella aprendió a leer a los clásicos, como él. Mas ella prefería la Tragedia. En particular, a Eurípides, también leyó a Esquilo y Sofocles.
El abuelo Ostaló dijo a su hija: —Estos libros que nunca tocas y yo sé el por qué, desde que te casaste, dalo a tu hijo cuando crezcas, y precisamente, ya Ma-riano los empacó. Espera un milagro. No quería sepa-rarse de su madre cuando la diagnostican enferma. Por eso aplazaba viajar y tardó en leer los libros, obsequio que huelen a una definitiva despedida.
La razón por la que viajara es que huye, si se puede decir de ese modo. Viajará a Francia. Reúne el dinero. Lo entretiene, por otra parte, el rastreo al buscar docu-mentos y datos sobre Antonio Valero Bernabé. Es su héroe. Ningún otro a esta parte. Valora a algunos otros... El 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII, creyó que Sagasta fue realmente bravo, como líder del partido liberal, y lo vio que firmara componendas con Cánovas del Castillo, jefe del partido Conservador. El Pacto de El Pardo y de apoyar la regencia de María Cristina (embarazada del futuro rey Alfonso XIII), fue una montaña de excremento. Se cayó un ídolo y Mariano desenvainó el florete. Lo hundió duro con palabras que hieren la continuidad decantada para la monarquía ante la prematura muerte de una momia futura. O escarabajo divinizada sobre una cima de mierda.
Cánovas se comprometió a ceder el poder a los liberales de Sagasta a cambio de que éstos acataran la Constitución de 1876. El turno instaurado en el Pacto del Pardo se prolongó hasta 1909. El pacto ya existía de forma implícita desde 1881.
4.
Recuerda una cita de un libro de Konrad von Megenberg: «El escarabajo pelotero recoge una pequeña cantidad de excrementos que moldea hasta formar una perfecta esfera. Una vez concluida la transporta haciéndola rodar hasta enterrarla. La bola asociada al sol y su recorrido al ciclo solar desde que nace hasta que muere». En su Libro de la naturaleza lo describe como «una especie de serpiente, de cara tierna, comparable al semblante de una virgen casta. A quien envenene el escorpión, le quedan todavía tres días de tiempo, antes de tener que morir».
Entiende la ironía de Ostaló cuando llama a su mujer, «tu pobre madre loca, troyana, con fibra de Casandra, vengadora», la defensora de Serket pues es quien protege a los humanos de las picaduras de alacranes. Cometía la ridiculez de llevar al pecho una candarga, con el símbolo de Isis y siete escorpiones contra las malas vibras de Seth.
Es que la Señora Ostaló de Abril se toma en serio la ides de que hubo una época en que ocurrió una invasión de escorpiones humanos. Dice que se cuenta en la epopeya sumeria o Poema de Gilgamesh y que éste al entrar a la montaña Mâshu, vio un semihombre y una semimujer, «de atrocidad tal, que su mirada resultaba mortal». Su misión es custodian el amanecer y el ocaso. Sólo Gigamesh no le tuvo miedo.
—Hijo de los absurdos cuentos que tu mamá no te ha hecho es que un escorpión pellizcó los testículos del toro Mitra y lo dejó loco. Que la diosa Artemis mató a un alacró que dio su picadura al cazador Orión... Bien, yo perdono que diga esas cosas; yo le quité la vida social, pero la mujer, con su lucidez trágica y euripidiana, no ceja.
Un día se lo dijo con todos los dientes; —para yo despedirme en paz de la vida, déjame antes que venga la bola de estiércol a arrastrarme al abismo, decirte que ninguno de los escorpiones que odio y me dará muerte será Cánovas y Romero Robledo, coleopteros de la Liga Nacional alfonsina, organización que aglutinó a varias sociedades promotoras de la existencia de la esclavitud, no el Centro Hispano-Ultramarino de Madrid... Están esos hombres-escorpiones y chupasangre... pero hay otros, hijos buenos...
Siempre, desde que enfermó, pedía a Mariano que le acercara libros de su padre: le gustaba Emilio Castelar más que Nicolás Salmerón, Francisco Giner de los Ríos, y cosas sentimentales, cartas de De Hostos, por ejemplo y un libro sobre la Naturaleza / el sistema de la vida / de Konrad von Megenberg, el místico.
—El escarabajo representa la vida... y la fertilidad—, le dijo la madre.
—Ahora es tu vida la que me importa, mamá.
—Marianito, ya yo ví. Esquivé mucha mierda en movimiento y estoy lista para la última rodada de la bola que la vida me tire. Cuando la bola de nuestras vidas, escarabajo interiores, es enterrada, la muerte significa dejar de comerse la mierda en movimiento de tantos alacranes y coleópteros del mundo.
Después dijo que no hay nada realmente despectivo sobre el animalito o su mitología.
—Es sagrado.
—Te dí sola una interpretación política—, me dijo. No tuvo fuerza para más.
En la bola de excremento, se deposita los huevos, en un hueco que parece una pera dentro de la bola.
—Es sagrado—, la acotación temblorosa, tan tenue, me dejó impresionado y, por eso desde que murió, beso esa sortija que representa el último dialogo con ella y su contacto con un amuleto, con forma de escarabajo pelotero, que representa el Sol naciente, vida y poder, o junto con el ser humano, la criaturilla que mejor expresa el orden divino, incluyendo resucitar.
Si fueron interesantes mis lecturas de estudiante sobre los coléopteros y también es fascinante cómo la ancianita Ostaló asoció la caída de Troya y el exterminio de cada renglón de prosperidad a la justificación de hombres bárbaros, y lo son todas las gntes que se someten a la esclavitud de modo natural, sea troyano o ateniense, tirios o romanos. La bola de mierda es el absolutismo Atena escupe sobre la tierra donde los escorpiones se esconden sino y una vez salen a cazar sus presas, ellos mismos trituran como alimentos lo que está en la superficie. Apoyándose en los imponentes pedipalpos, capturan otras vidas / presas / para devorar arriba y abajo.
Tenía la edad de 27 años cuando me coloqué en el dedo la sortija del escarabeo y pasé ai habitación a revisar el paquete de libros, aquellos que me reco-mendara el Abuelo Ostaló: me hallé con títulos de Marx, socialistas utópicos y otros obreristas y libertarios. Debí leer estos textos mucho antes y habría utilizado el Florete más adecuada y efectivamente que lo que hice en El Palenque de la Juventud.
Ya se ha cumplido la fecha en que no ya no es sólo censura. Dí fuerte en el clavo. Me han condenado a muerte. Es el año de 1896. Estoy más viejo, pero no cansado.
Beso el amuleto que honra la vida y la escena descrita que, por complacer a su madre, le leyó de Konrad von Megenberg.
Desde esa fecha del adiós, acrecentó sus críticas al gobierno de la Restauración. Le tocó verse en frente del rodaje de una bola de excremento, una bola que se lanza para dejarlo sepulto y piensa en la metáfora de la madre como una de sabiduría verdadera. Estos esca-rabajos / o escorpiones / cazan en la sombra y son traicioneros aplicando sus aguijones.
Le ha tocado el momento práctico de saber de lo que ella quería decir. Piensa que tardíamente entendió. Mas algo bueno y curioso se ocultaba otro hecho.
Fue una tarde inesperada.
Cuando ella y él platicaron por última vez sobre la muerte, también le colocó en sus dedos el amuleto. Una sortija de su abuelo y que antes había causado sus discordias con la cepa de los Abril. «Cada vez que ella se pone mala, relata sus desvaríos».
El 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII, Sagasta, como líder del partido liberal, firmó con Cánovas del Castillo, jefe del partido Conservador, el denominado Pacto de El Pardo, con el propósito de apoyar la regencia de María Cristina (embarazada del futuro rey Alfonso XIII) y garantizar así la continuidad de la monarquía ante la situación creada por la prematura muerte del monarca. En este pacto se sancionó el turno de gobierno entre ambas formaciones, y Cánovas se comprometió a ceder el poder a los liberales de Sagasta a cambio de que éstos acataran la Constitución de 1876.
El 27 de noviembre, Sagasta formó un nuevo Gobierno, tal como se había acordado tres días antes. El turno instaurado en el Pacto del Pardo se prolongó hasta 1909. El pacto ya existía de forma implícita desde 1881, fecha en la que Sagasta asumió el poder por primera vez en el periodo de la Restauración.
Esta política que caminaba en sentido opuesto al progreso y las libertades acabó con el Desastre, en 1898. Los padres de Mariano no llegaron a ver ésto. Si algo bueno hizo, el indultó que le dio a quien más sañosamente le clavaba el florete desde un texto periodístico. Y así lo repitió al describir a Francisco Romero Robledo, otro defensor de la monarquía y quien, a un año del brote repuboicano en Lares, dijo: «Entiendo, pues, la monarquía como la base de la libertad... y de todas las maneras de ocupar el trono, la herencia es la mejor, la herencia no interrumpida».
Viajó a París, con su maleta de odios, el florete escondido, y una sortija de protecciones. Fue arrestado en Madrid, sufrió par de meses en cárcel, y se le dijo el por qué —«escribes cargado y dueles como miles de escorpiones en la piel», mas Cánovas dijo que los Ostaló, en Puerto Rico, son amigos, aunque sean liberales y te enviaron a EE.UU. para que veas escorpiones blancos.
Ahora que no pesa una condena del Consejo de Guerra sobre sí, Mariano medita lo que escribiera en su primera aventura periodística en La Linterna. Un recuerdo de su madre le dice que un alacrán criollo, no siempre recto y veedor es Muñoz Rivera. Navega con bandera de amigo. Ahora sabe que, ideológicamente, a este, como a su padre mismo, lo formó Sagasta y Robledo, que puede vivir en el submundo y en las superficies. Hace unas reflexiones familiares. Retrata. En sus impresiones de cronista pesa como elemento de color una brujilla troyana, el libro de recetas contra picaduras, un deseo de salvar a Valero como el más valiente de los bolivarianos, pero, se que oscila demasiado para ser un Valero Bernabé él mismo. Mariano ha sacado la catadura de su padre, el acomodo... «mira que quien te salvará la vida, es el mismo a quien clavas el aguijón».
—El mejor lugar para salvar el país son las instituciones—, le dijo Muñoz Rivera. La guerra vati-cinada fue la Guerra Hispanoamericana. Mariano Abril se inhibió de involucrarse, mas a su regreso a Puerto Rico se alió a Muñoz Rivera, representó al distrito de Guayama; primero como miembro de la Cámara (1904) y más tarde como senador (1920). Del florete quedan recuerdos, cronopios. De la madre queda todo: magia de sus memorias. Él le habla a la sortija que le diera y la escucha. Aún ella da buenos consejos y advierte que los políticos son como los escorpiones, ‘hablan mucha mierda, empujan bolas de excremento’ que en su rodada en las cuestas puede que sepulten a quienes se creen más listos...
03-17-2004 / DEL LIBRO LAS SENDAS OSCURAS DEL ESCORPION
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