Friday, February 15, 2008

El romántico



Mi juventud es ya memoria raída,
tela desgastada, harapo.
Es el tiempo que me tira de bruces
porque somos finitos, vulnerables.
Uno palpa la realidad y ella te escupe.
Uno ama los sentidos vitales
y el desengaño sigue, te lastima.

¿Vivir para qué?
La injusticia se te posa en medio de los ojos.
El enojo es un dolor militante.
La melancolía es el trapo con que limpias
lágrimas, soledad, traiciones.
Uno desprecia la vida y sigue vivo.
Uno implora al más allá y duele doblemente
el silencio. ¿Vivir para qué? La muerte
da más paz que el reino de los riesgos.

Todo seguirá su curso cuando mueras.
Uno, por su cuenta, da voces, idealiza
hasta el cansancio; pero nadie agradece
que reformes su mundo, que aceleres
el ritmo, que transformes el orden.

¿Qué haré con este eterno deseo?
¿Quién hay que me ayude a saciarlo?
La misma compasión se vuelve más tormento.
La justicia degenera en simulacro, mas tú,
¿por qué quieres misión, si ya lo sabes?

En la esquina, antes de que acabes de morirte,
se ríe de tí, con misional romanticonería,
tu propio desencanto.

3-12-1999 / De Estéticas mostrencas y vitales

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